Redacción: Xataka
Actualmente existen en divulgación científica una serie de propuestas que explotan nuevos formatos: cómics, podcast, vídeos en YouTube, videojuegos… Entre los más populares se encuentra la ilustración y el cómic científico. Gracias al dibujo, la comunicación de los mensajes se hace de manera más amena, destinada a todo tipo de público.
Pero, además, este tipo de formato permite explorar otras narrativas, más naturales al ser humano. Es decir, mediante el cómic se pueden contar historias que emocionen, que despierten la curiosidad o que causen inquietud, manifestaciones esenciales de la narrativa. Los cómics han vuelto a sus orígenes, relacionados más con la ciencia, pero con un objetivo distinto: que esta llegue a todo el mundo.
En el origen de los cómics estaba la ciencia
Por mucho que los identifiquemos en un sentido lúdico, lo cierto es que la relación entre las historias ilustradas y la ciencia es inexpugnable. La historieta es un género al que no podemos seguir del todo la pista hasta su origen: siempre ha estado ahí. Consideramos una historieta como una serie de dibujos que constituyen un relato, con o sin texto, así como al medio de comunicación en su conjunto. Las historietas están presentes en muchas culturas de todas las edades, desde el antiguo Egipto hasta la modernidad, pasando por la Edad Media, el Renacimiento…
Si bien en las historias gráficas se cuentan numerosos ejemplos de ciencia de la época, como en los libros iluminados medievales o los grabados industriales, estos no están dentro del cómic. El cómic, como soporte de una historia de ciencia ficción aparece por primera vez en 1907, probablemente. En él se muestra a Mr. Skygak, un marciano que anota en sus estudios un montón de costumbres humanas, mostrando un humor cínico y una disección bastante ácida.
Pero lo interesante, como decimos, es que es el primer cómic de ciencia ficción. Ciencia, porque muestra a un ser tecnológicamente superior, procedente de Marte. A principios de siglo Marte estaba de moda. Una gran cantidad de estudios sobre el planeta, y las primeras imágenes sobre nuestro vecino rojo, lo pusieron en candelero. Los primeros cómics de ciencia ficción, sencillamente, muestran la inquietud procedente de un hecho científico.
Aun así, la relación entre ciencia y cómics, aunque inevitable, es demasiado efímera, como también lo fue en los siguientes cómics de Amazing Stories, donde la ciencia que impulsaba los robots en Buck Rogers, o las historias modificadas del propio Julio Verne, era una excusa para inventar fantasías. Más de un siglo después, sin embargo, se han vuelto las tornas: la ciencia es ahora la protagonista en las tiras de las historietas.
A día de hoy, encontramos decenas de cómics y obras de humor gráfico, infografías e ilustraciones cuyo objetivo es hablar de la ciencia en sí. ¿Por qué se han vuelto los autores a un origen pasado casi de puntillas? ¿Qué ha hecho que la atención se centre en la propia ciencia, en vez de en sus usos fantásticos? Hemos hablado con cuatro autores, quienes nos cuentan su experiencia como divulgadores y dibujantes de cómics científicos.
¿Qué tiene el cómic de especial para querer usarlo en ciencia?
La primera pregunta es inevitable: ¿por qué escoger el cómic como vehículo de divulgación? ¿Qué tiene de especial? «Es evidente», nos explica Carlos Pazos, ilustrador y divulgador científico, autor de la conocida marca Molasaber y coordinador en Scenio, una comunidad que promueve la divulgación científica en formatos como el cómic y la ilustración, entre otros. «Usamos la visión para movernos por el mundo, procesamos imágenes continuamente. Retenemos mejor un dibujo, que puede estar cargado de información, que un texto, cuyo acto de leerlo es un ejercicio de abstracción importante».
Los comics permiten transmitir emociones de forma directa, algo que considero clave a la hora de llegar al público y, por tanto, también de divulgar ciencia.
Para Carlos Romá Mateo, o Dr. Litos, como lo conocen en sus círculos íntimos, que es doctor en Bioquímica, divulgador, investigador e ilustrador por afición, algunos conceptos científicos son mejor explicados mediante el dibujo: «Sin ir más lejos los mundos que escapan a la escala humana como el universo, o el mundo microscópico, son muy difíciles de describir usando únicamente la palabra escrita o hablada. El material gráfico es hoy día indispensable para poner orden en la cantidad de conceptos científicos que debemos usar, por ejemplo, a lo largo de una clase cualquiera». Carlos es autor de Jindetrés y The Oobik, una aventura de ciencia ficción con «un fuerte componente biológico», alojada ahora mismo en Principia Magazine, una publicación que aúna ilustraciones magníficas para enmarcar divulgación de la ciencia.
«Por todo esto», continúa el divulgador, «el cómic y la ilustración parten con ventaja a la hora de transmitir. La metáfora, un recurso muy usado en divulgación, es una herramienta básica en la narrativa secuencial que usa el cómic, donde la ilustración es algo más que un adorno: una viñeta permite no solo describir una acción, sino hablar del personaje que la realiza, contextualizar su escenario, y además tiene potencial para general segundos e incluso terceros niveles de interpretación… el peso de una comunicación tan compleja se reparte entre el dibujo y el texto, que puede entonces reducirse sustancialmente».
Miriam Rivera es graduada en Biología humana, aunque también ha escogido el cómic como vía de comunicación. Sus Biomiic, han debutado ya en varios escenarios por toda España: «Recordamos una mayor cantidad de información cuando la vemos que cuando la leemos. Además, existen varias teorías, como la Teoría del Código Dual de Paivio o la Teoría Cognitivo-Afectiva del aprendizaje Multimedia de Roxana Moreno que explican que usar texto e imagen también facilita el aprendizaje. Por otro lado, los cómics suelen contar una historia, lo cual constituye un componente afectivo que también nos ayuda a recordar la información, ya sea porque nos divierte, nos pone tristes o nos genera algún tipo de emoción».
Jesús Sánchez es doctor en Biología molecular, aunque la vida le ha llevado por el camino de la comunicación de la ciencia. En concreto, mediante la ilustración y el dibujo científico. Hace poco estrenó Laboratoons, su propio proyecto de comunicación científica en cómic: «Aunque mucha gente todavía asocia los cómics a un público infantil-juvenil, lo cierto es que son una herramienta poderosa para transmitir cualquier cosa que se te ocurra, independientemente de su complejidad o profundidad».
«Un detalle que me gustaría remarcar es que el uso del cómic no restringe ni limita la profundidad en la que se traten los contenidos. Se pueden tratar conceptos complicados y elaborados». Uno los proyectos de Jesús es un curso de inmunoterapia contra el cáncer, hecho en cómic, realizado en colaboración con el Grupo Español de Melanoma. «Explicamos desde cero: ¿en qué consiste el sistema inmunitario?, ¿cómo nos defiende contra el cáncer? ¿Cómo elude el cáncer a nuestras defensas? ¿Cómo consigue la inmunoterapia restablecer nuestras defensas contra el cáncer? A pesar de que está orientado a médicos que necesiten adquirir unas bases en inmunología, lo puede leer cualquiera. Y se llegan a niveles de complejidad bastante elevados, lo suficiente como para resultar útil para un oncólogo».
Aventuras científicamente correctas
Oobik es ¿una proteína? ¿Un prototipo? Un proteo-tipo más bien, cuya misión, habilidades y origen entran dentro del misterio. Con estas premisas, Carlos Romá, en colaboración con Gerardo Sanz, ilustrador y voz del grupo La Pulquería, le dan vida a un cómic de superhéroes donde todo es rigurósamente biológico. «Hay cómics para todos los gustos y públicos; Oobik, podríamos decir que se engloba dentro de lo que se dice ‘de género’, aunque nos gusta el hecho de que en ese sentido es más bien multigénero: encaja dentro de la ciencia ficción, el cómic de aventuras o incluso el de superhéroes».
Y no es de extrañar, como decíamos, lo que hace su obra tan especial es el carácter divulgativo, en el sentido de que el escenario, historia y personajes, que son presentados con todo el rigor posible en base al conocimiento científico más actual, pero con una narrativa propia de los cómics de acción y humor. «Que esté guionizado por alguien que se dedica a investigar y enseñar ciencia, es una de sus particularidades. Pero desde el momento de su concepción tuvimos claro que debía tratarse de un cómic que narrase una aventura, con un protagonista, un compañero de aventuras, un villano a batir…», nos explica Litos.
De esta manera, The Oobik no es un cómic para «explicar qué ocurre dentro de una célula». «La célula es el escenario para contar una historia clásica de descubrimiento, una especie de viaje del héroe a nivel molecular», nos confirma. Parecido en el sentido narrativo, pero con un componente más didáctico, están las creaciones de Jesús. Sus cómics tienen como protagonistas diversos aspectos celulares, moléculas, enfermedades… pero también hechos de actualidad científica y otras cosas.
«Laboratoons es la plataforma en la que agrupo todos los trabajos de ciencia y cómics que hago», nos comenta. «A Lymph’s Life está más centrado en inmunología y es un cómic online». Este, por ejemplo se aglutina a modo didáctico. El arma principal de Jesús es el humor, el cual se esgrime dentro de sus creaciones con intención de enseñar conceptos complicados de manera sencilla y amena. Este es el planteamiento, más o menos, de los Biomiics de Miriam.
Para la autora, su trabajo tiene como objetivo «que la gente pueda pasarlo bien leyendo ciencia». «Mientras», nos comenta, «hago lo que me gusta: dibujar cómics. De eso [de disfrutar leyendo ciencia] ya se derivará que aumente su cultura, que sepan qué hacen los centros de investigación con sus impuestos y que puedan tomar decisiones informadas en su día a día, ya sea sobre salud u otro tema. A nivel personal, me gustaría poder dedicarme enteramente a esto. A veces incluso fantaseo con publicar un libro.
Algunas de las temáticas, como este Biomiic de Miriam, son reivindicativas y actuales
Por último, en la misma línea de humor y didáctica, pero con un componente más ocioso, Carlos Pazos, Molasaber, crea pequeñas tiras ilustradas o imágenes con conceptos científicos, pero con mucho humor, también. «Considero que soy un diseñador que ilustra», contesta cuando le preguntamos por su trabajo. «Mi mayor fortaleza, me gusta pensar, está en el control del mensaje, mi relación con la ciencia y la combinación de conceptos aparentemente incompatibles. Creo que eso, sumado al formato sencillo que uso, hace que mi estilo pueda parecer ingenioso, simpático y que sea fácil entender».
Del laboratorio al papel: un reto, un objetivo, un cómic
Para poder alcanzar el conocimiento y la rigurosidad que dan ese sabor tan especial a los cómics divulgativos hace falta una preparación y un trabajo arduos. Cualquier obra requiere de una documentación y trabajo previos. Pero en materia científica, esta documentación lleva un esfuerzo especialmente grande.
De hecho, para Miriam, el mayor reto al que se enfrenta, de primeras, consiste en buscar información, entenderla, sintetizarla y seleccionar los mensajes principales. «Todo eso, y transformarla en una historia, es lo más difícil», cuenta. «Podría no hacer el esfuerzo de integrar una historia y limitarme a escribir cada mensaje con un dibujo al lado en cada viñeta, pero no es lo que busco en un cómic».
«La ilustración final es lo que menos me preocupa. Yo me quedo tranquila cuando ya tengo el boceto, aunque sea a lápiz y muy feo. El resto va rodado. Lo más difícil para mí son los pasos previos a la ilustración«. ¿Cómo funciona este proceso? «Busco reviews en bases de datos, e incluso artículos divulgativos o periodísticos. Si el Biomiic es para un cliente, uso también la información que me proporciona, pero siempre acabo buscando algo más por mi cuenta que me ayude a entenderlo todo bien o que sea interesante añadir. Después redacto tres o cuatro mensajes principales y una sinopsis, una pequeña historia. A continuación, escribo el guion técnico, detallando el número de viñetas y qué aparecerá en cada una. Dibujo el boceto a lápiz, lo escaneo y le doy color con un programa de dibujo vectorial. En el mejor de los casos, me lleva una semana como mínimo».
En contraste, los dibujos de Carlos Pazos pueden parecer más sencillos. Nada más lejos de la verdad: «Lo primero que hago antes de dibujar nada, es elegir el tema que voy a divulgar y lo investigo para estar seguro de que no meto la pata. Cuando tengo claro los conceptos que voy a trasmitir, y que suelen ser pocos para que sean digeribles, escribo un guion para introducir dichos conceptos en una historia. Pulo el guion y boceto un Story Board inicial. El proceso es iterativo porque a veces tengo que volver a repasar mis conocimientos si se me ocurre una idea que no había contemplado antes. Poco a poco me voy formando una imagen general de la historia, los textos y los dibujos. Solo entonces, cuando tengo un Story Board que considero adecuado, me pongo a dibujar en serio, hoja a hoja, haciendo ajustes a medida que avanzo. El tiempo y esfuerzo depende de cada trabajo pero no es poco».
Jesús confirma lo que decían los otros ilustradores: «Pese a lo que uno pueda pensar, la mayoría del tiempo dedicado a un cómic sobre temas científicos no se dedica a dibujar. La mayor dificultad es seleccionar la información. Para hacer esto, es imprescindible conocer en profundidad el tema, así que toca irse a Pubmed y empezar a estudiar. No solo acabas documentándote sobre el tema que quieres explicar, sino sobre todos los que te pueden ayudar a situar al lector. Solo cuando uno sabe exactamente qué es lo que quiere decir puede empezar a plantearse cómo lo quiere decir. Otra gran parte del tiempo se me va en pensar cómo expresar con dibujos los conceptos científicos, haciendo pruebas y gastando mucho papel de libretas. Sólo entonces es cuando me pongo a dibujar. A nivel más técnico y práctico, suelo hacer los bocetos en papel, los fotografío y hago los dibujos definitivos, coloreado y maquetación en el ordenador con la ayuda de mi fiel Wacom Intuos Pro».
¿Y qué hay de los cómics de Dr. Litos? «El reto al que se enfrenta un dibujante de cómics científicos es el mismo al que se enfrenta la divulgación: el fino equilibrio entre simplicidad y rigor«, apunta el investigador. «Eliminar información hasta dejar lo básico, usar unos mimbres que sean robustos desde el punto de vista del rigor científico, pero no tanto como para encorsetar la narración. Las licencias a nivel gráfico pueden irse de las manos fácilmente, pero hay que confiar en que el lector sepa en todo momento que el medio que tiene entre manos no es académico, sino una forma de entretenimiento, y que las metáforas a menudo obvian detalles y simplifican enormemente la realidad que tienen detrás».
¿Se puede vivir del cómic científico?
A pesar de que cada vez son más los formatos y la cantidad de divulgación disponible, especialmente en, y gracias a, Internet, lo cierto es que todavía cuesta hacer un trabajo en divulgación que sea bien reconocido (por no hablar de remunerado). Los rumores cuentan que ganarse la vida como dibujante de cómics tampoco es fácil. ¿Pasa lo mismo con los cómics científicos? ¿O esta combinación puede solucionar el problema de ambos mundos?
«Confesaré que ninguna de las personas que me han servido de inspiración se gana la vida con los cómics científicos, creo», nos cuenta Miriam. «Al menos, no completamente». «Sinceramente, me sorprendería», contesta a su vez Carlos Pazos. «Si ya son pocos los que se ganan la vida haciendo cómics en general, si acotamos a un género más concreto, las oportunidades se reducen. Pero, de un tiempo a esta parte, he visto como el interés por la ciencia crece. Es posible que si uno se concentra en este nicho y se convierte en un referente, pueda ganarse la vida con ello».
«Yo compagino mis Biomiics con mi trabajo como secretaria técnica y responsable de comunicación en la Asociación Catalana de Comunicación Científica (ACCC) y en ACIERTAS, un proyecto educativo de la Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE). Pero sí creo que podríamos llegar a conseguirlo», aclara la bióloga.
«Que a nadie le dé vergüenza pedir una remuneración por el trabajo que realiza»
«De hecho, sí hubo unos meses en los que solo trabajaba en mis Biomiics. Lo que pasa es que hay que arriesgarse y lanzarse, y trabajar mucho otros aspectos a los que la gente con nuestro perfil no suele estar acostumbrada, como la marca personal, la estrategia de comunicación y marketing que usarás para llegar a los clientes que buscas. Y, desde luego, comportarse como una profesional: que a nadie le dé vergüenza pedir una remuneración por el trabajo que realiza. Cobrar justamente y vivir de ello solo significa que podrás ayudar a más personas o instituciones a divulgar ciencia porque podrás dedicarles el tiempo que necesiten y que necesitas para hacer un buen trabajo», zanja la divulgadora.
Fuente: https://www.xataka.com/investigacion/comics-ciencia-divulgacion-cientifica-heroes-villanos-papel