Inquilina peregrina con una maleta de paso, cargada de añejas querencias, una hoja en blanco y lápiz. Una bicicleta con la que recorro galaxias, un morral donde atesoro quimeras, concierto de grillos y fulgor de luciérnagas. Soy Ilka, dividida entre las fronteras de reminiscencias e imaginación, nadando en el mar bravío de la migración. Entre otras faenas, indocumentada con maestría en discriminación y racismo.
Atreverse a curar la herida
No importa si la primera expresión emerge con miedo, enojo, ira, impotencia o frustración y que por eso retumbe y lance llamas o queme como la brasa; si rasguña, si grita, si llora quejumbrosamente o si lanza puñetazos al vacío; realmente eso no es lo importante, lo importante es que ha comenzado a curarse la herida.
No importa que los pasos sean tambaleantes, si se dan tres hacia delante y uno hacia atrás, si se va de lado o en zigzag, lo que realmente importa es ponerse de pie e intentar caminar aunque al principio solo se pueda gatear o arrastrarse; en algún momento llegará la fuerza y el equilibrio y los pasos serán certeros.
No importa si la crítica viene como olas, como lava, como una tunda o como aguacero, la crítica no es importante, lo de afuera no es importante, lo que realmente importa es la metamorfosis que se está produciendo adentro, cuando comienza a curarse la herida.
No importa si la mano tiembla y el pulso dibuje con los hilos del pincel, un camino encorvado en lugar de un sendero recto, llegará el momento en el que la calma hará de ese lienzo un jardín repleto de girasoles. Y si el jardín no se da y si en lugar de girasoles son piedras, rosas o vestigios de una cabaña a donde se llega por un camino encorvado, no importa, lo primordial nunca ha sido el pasador de la ventana, sino la ventana por sí misma que permite ver todo lo que cuatro paredes no. La expresión es eso, es la ventana del alma y al abrirla se cura la herida.
No importa si el texto de un relato, artículo, ensayo o poema, no tiene el contexto, la profundidad y la gramática adecuados, llegará el momento en que sean adecuados para otros, o tal vez nunca suceda, pero eso no es lo importante, lo importante es que sean el camino para mermar la necesidad de quien lo escribe en ese momento porque es vital para curar la herida. Lo importante es curar la herida no lo que piensen otros. Todo lo demás es secundario.
Porque solo curando la herida la expresión se torna en alegría, en calma y en felicidad. Llegará el momento en el que no dolerá más, será para entonces…, pero para mientras aunque duela la resistencia está en atreverse a curar la herida.
Fuente de la Información; https://cronicasdeunainquilina.com