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El problema de la basura en las calles latinoamericanas

Por Carlos Ruperto Fermín

Cuando se trata de reducir los índices de contaminación ambiental y fomentar la práctica de la Cultura del Reciclaje, los latinoamericanos sufrimos de un continuo bloqueo mental, que nos impide asumir la responsabilidad de proteger los recursos naturales del Medio Ambiente, y generar respuestas positivas de cambio a favor del saturado planeta Tierra.

La sistemática indiferencia ecológica en América Latina, permite que los latinoamericanos produzcan de 0,7 a 1,3 kilogramos de basura a diario, por lo que cada 24 horas se originan más de 500 mil toneladas de desechos sólidos, que termina promediando casi 200 millones de toneladas de residuos anualmente. De esa trágica cifra, se recicla menos del 15% de los materiales orgánicos e inorgánicos que se descargan en los vertederos de basura a cielo abierto, los cuales acumulan, queman y contaminan toda la desidia ambiental, ocasionada por la ignorancia de los más de 600 millones de latinoamericanos que atiborran las calles de nuestra capitalista geografía.

Desayunamos, almorzamos y cenamos, pero ¿Dónde termina el cartón de huevos, la botella de Coca-Cola y la lata de atún?

Compramos, vendemos y regalamos, pero ¿Dónde termina la colilla del cigarro, el blister de los juguetes y el vidrio de los licores?

Leemos, viajamos y rezamos, pero ¿Dónde termina el papel periódico, las hojillas de afeitar y los test de embarazo?

Lloramos, reímos y soñamos, pero ¿Dónde termina el envase del cloro, el envoltorio de las galletas y las cáscaras de las frutas?

Trabajamos, dormimos y despertamos, pero ¿Dónde termina el pañal desechable, los discos compactos rayados y la mugre de las uñas?

Nacemos, crecemos y morimos, pero ¿Dónde termina el pote de champú, el tetra pak de la leche, las jeringas del hospital y las bujías oxidadas?

La respuesta es muy sencilla. Gran parte de la basura latinoamericana termina aglutinada en una genérica bolsa de plástico negra, blanca o transparente, que se deposita en el genérico contenedor de basura frente a nuestro domicilio, esperando que las agujas del reloj marquen la impuntual llegada del genérico camión compactador, que trasladará con gritos industriales todos los desechos sólidos hasta el genérico vertedero a cielo abierto, para que de generación en generación se repita la misma errática historia de abuso ambiental.

¿Por qué somos tan sinvergüenzas? Vivimos destruyendo el entorno biofísico que albergamos, y nos quedamos calladitos ante el gran ecocidio que perpetramos en la oficina, en el hogar, en las plazas, en los parques, en las playas y en las aceras de nuestros países. Desde Toluca de Lerdo en México, pasando por Maracaibo en Venezuela, y llegando hasta Tucumán en Argentina, observamos que la irracionalidad ecológica de la población latinoamericana, demuestra la falta de Conservacionismo entre los ciudadanos, y la negativa de los gobiernos de turno en aplicar la normativa legal que prioriza la práctica obligatoria del reciclaje.

Surgen las interrogantes ¿A qué normativas legales nos estamos refiriendo? ¿Será a las fantasmagóricas leyes sobre la Gestión Integral de los Desechos Sólidos, o a las ordenanzas municipales que nunca se transfieren a la colectividad?

Es obvio que la política ambiental vigente en Latinoamérica, coexiste con el mal olor, con las ratas, con los cerdos, con las moscas, con los gusanos, y con el metano que habita debajo de las capas de basura en La Ciénaga, en El Rodeo, en La Bonanza, en Yotoco, en Villa Hayes, en Norte III, en La Esmeralda, en La Chorrera, en El Milagro, en Cerro Patacón, en San José, en La Cañada, en Zona 3, en Las Iguanas, en Santiago Poniente, en Doña Juana, en Atiquizaya, en Huajara, en Yopal, en Calle 100, en Los Pinos y en el resto de los laberintos de aniquilación ambiental, mejor conocidos como rellenos sanitarios, vertederos o botaderos de basura.

Recordemos que los mencionados laberintos del ecocidio, no fueron, no son y nunca serán la respuesta ambientalmente inteligente para alcanzar el desarrollo sostenible y sustentable de los pueblos. La cal, el aserrín y la arena, no pudieron ocultar las prolongadas grietas del extinto Jardim Gramacho, que vivió más de 30 años soportando la extrema negligencia carioca, y pronosticó la imparable crisis ecológica del actual siglo XXI.

Por desgracia, los rellenos sanitarios no representan un mecanismo técnico eficaz para disponer de la basura urbana. La verdad, es que son improvisadas áreas naturales demarcadas con estratégicos vocablos politizados, donde las empresas contratistas jamás terminan recolectando, clasificando y llevando la basura hasta los centros autorizados de reciclaje, que aprovecharían los materiales desechados en aras de su reutilización como materia prima, para la fabricación de nuevos productos de bajo impacto ambiental.

Por el contrario, en América Latina se acostumbra a quemar la basura en horas de la madrugada, desprendiendo un huracán de cenizas tóxicas que maltrata la calidad del aire, y provoca enfermedades respiratorias a las personas que las inhalan, pues esas sustancias nocivas para la salud, malogran los pulmones de los Seres Humanos y carcomen la caja torácica del alérgico Medio Ambiente.

Imagina que se queme una bombilla rota en un vertedero de basura, cuyo mercurio se mezcla con el poliestireno expandido de una vieja manualidad escolar, la cual se filtra con la espuma alcoholizada que quedó atrapada en las botellitas de las cervezas, y acabó sulfatándose con las pilas alcalinas usadas por la cámara digital.

Si admitimos que la irresponsable quema de basura a cielo abierto, se efectúa los 365 días del año en diferentes localidades de nuestros países, podemos entender el colosal círculo vicioso en el que nos hallamos inmersos. Además, estamos dañando la capa vegetal de los ecosistemas, propiciando la entrada furtiva de familias que viven en estado de indigencia, colapsando las alcantarillas en épocas de lluvia, y acrecentando la plaga de roedores, aves carroñeras e insectos que llegan hasta los centros urbanizados en los que vivimos, originando una crisis epidemiológica que afecta a todos los estratos sociales.

Seamos sinceros, la solución del escollo socio-ambiental presentado, va más allá de modernizar, eliminar o maquillar la basura acumulada en los rellenos sanitarios. Lo que en realidad enfrentan los latinoamericanos, es una asfixiante tendencia consumista encabezada por el todopoderoso dios dinero, a quien no le interesa el fatal destino de su capitalismo salvaje y de sus esclavos, para transformarlos en piltrafas humanas disfrazadas de hombres y mujeres con agudo pensamiento crítico.

El chiste es trabajar, comprar, ganar, codiciar, envidiar, robar, matar y volver a contarle el chiste al vecino. Por eso, la adicción a la oferta y demanda de cualquier mercancía subastada, se sincroniza con la clásica debilidad cognitiva del proletariado, que siempre se niega a ejercitar la maléfica Cultura del Reciclaje, la traicionera Eficiencia Energética y el pecaminoso Ahorro del Agua Potable. Así, el gran ecocidio se vuelve tan rápido y furioso, que no llegamos a comprender las consecuencias de reír a carcajadas, por la amarga cotufa de nuestro espectacular egoísmo consumado.

No importa si son niños, adultos o ancianos. Los latinoamericanos no tenemos la suficiente madurez intelectual, para reconocer la importancia del Medio Ambiente y ayudar con el cuido de la hermosa Gaia. Hay mucha terquedad en la sien del pueblo, que sigue bloqueado ante la posibilidad de reflexionar por las constantes injusticias ambientales cometidas en sus territorios.

Así como tenemos la voluntad de pasar horas conectados a las redes sociales en Internet, también podríamos reciclar los envoltorios de las golosinas después de comerlas. Así como tenemos la voluntad de ir al cine y ver los atractivos estrenos hollywoodenses, también podríamos reciclar los componentes electrónicos del televisor obsoleto. Así como tenemos la voluntad de casarnos en la Iglesia, procrear muchísimos hijos y divorciarnos luego de nueve meses, también podríamos reciclar la montaña de basura que compartimos en la inolvidable luna de miel.

Odiamos el reciclaje, porque desde la infancia nos dijeron que la basura no se toca, pero sin darnos cuenta, nos convertimos en basura al no tocar el arte del reciclaje. La gente piensa que la basura desaparece como por arte de magia frente a sus ojos, y consideran que no existen razones para sentir un mínimo de remordimiento. Vemos que la mayoría de las personas, siempre lanzan con furia los desperdicios en el contenedor de la basura. Lo hacen con rabia, con mucho enojo y de forma brusca. Nadie quiere sacar la basura a la calle, porque genera fastidio, pena y vergüenza.

Pero, fuimos nosotros quienes compramos todos esos productos que atosigaron al carrito del supermercado, y los pagamos con la tarjeta de crédito, de débito o en efectivo. Fuimos nosotros quienes cocinamos, comimos y usamos esos alimentos adquiridos en las tiendas por departamento. Fuimos nosotros quienes devoramos el empaque de McDonalds con las hamburguesas, los refrescos y las papas fritas.

Pese a ello nos preguntamos: ¿Por qué después del festín consumista ya nadie quiere responsabilizarse de la basura producida? ¿Será que pasamos de ángeles a demonios en un santiamén? ¿Será que somos los grandes cómplices de la barbarie ecológica que ampara al siglo XXI?

Creemos que el planeta Tierra es un majestuoso orgasmo cósmico, y que la vida es el mejor sueño en la historia del Universo. Tenemos la suerte de vivir en un refugio seguro para la existencia humana, ya que reúne las condiciones idóneas para custodiar el transcurrir de nuestra efímera vida. Por eso los Seres Humanos estamos en deuda con la Pachamama, y debemos conllevar un modus vivendi que priorice el bienestar de los recursos naturales, y permita una favorable interacción con su sagrada biodiversidad.

Meditemos sobre el desastre ecológico que exterioriza el atiborrado planeta Tierra, aceptando los prejuicios sociales que existen alrededor de la recolección de la basura, el doble discurso de los gobernantes que se cargan de demagogia para conseguir más votos del pueblo, y la apatía de la ciudadanía que se transforma en los mejores títeres del aberrado show circense.

El reciclaje requiere de un trabajo mancomunado entre los organismos públicos, la empresa privada y las ONGs, para cumplir con la sinergia ambiental de la regla de las 3rs (reducir, reutilizar y reciclar). Aquí NO funciona el individualismo, la hipocresía y el burocratismo. Sin embargo, en los países latinoamericanos el ámbito político se encarga de condicionar toda la peste que menosprecia, soborna y destruye el interés conservacionista de ayudar sin pedir nada a cambio.

Estamos resintiendo el déficit de programas ambientales que realmente valoricen la recuperación y la reutilización de la basura doméstica e industrial, porque los regímenes gubernamentales dependen de la Cultura del Consumo, del Derroche y del Descarte, para maximizar el grado de felicidad, confort y placer de sus engreídos habitantes. Aunque nos duela reconocerlo, si nuestros compatriotas latinoamericanos no son amenazados con el pago de unidades tributarias, con muchísimas horas de servicio comunitario, con la privación de libertad o con cualquier otra artimaña legal, pues nunca van a formar parte de la consecuente cadena del reciclaje.

Para colmo de males, los supermercados, abastos y demás comercios que ofertan productos de consumo masivo, rechazan la aplicación de mecanismos de devolución, acopio, almacenamiento y transporte, que garanticen la reutilización del plástico, vidrio, cartón, papel o metales obtenidos con las ventas al mayor y detal. Tan solo se vislumbra un frenesí de consumismo, que juega con el poder adquisitivo de los clientes, y no asume la culpa del libertinaje ambiental reinante.

Si bien muchos productos de primera necesidad, exhiben un símbolo ecológico que invita a depositarlos en un contenedor de basura, o a reciclarlos en una planta de tratamiento de residuos. El gran inconveniente, es que esa información gráfica se halla escondida en el empaque, envase o botella. Con alevosía, las transnacionales colocan la imagen de manera muy pequeña, casi imperceptible e ilegible para la vista del tradicional consumidor analfabeto. Se sabe que nadie va a leer ni a practicar el reciclaje. Los propietarios de los supermercados también se lavan las manos, asumiendo que toda la lista de deberes y derechos está explícita en la etiqueta de los artículos, por lo que no se sienten aludidos ante el semejante despotismo socio-ambiental causado.

Gran parte de las toneladas de la basura latinoamericana NO es biodegradable. La obsolescencia programada de la Madre Naturaleza, puede tardar de 5 a 1000 años en degradar todo el plástico que se mezcla con tintas artificiales, aluminios, resinas sintéticas, escombros de la calle y pulpa de celulosa. Por eso, mientras esperamos el lanzamiento del nuevo Iphone, del nuevo Galaxy, de la nueva Macbook, del nuevo Android y del nuevo Xperia, podríamos visitar alguna región de los ancestrales pueblos originarios, para pedirles perdón de rodillas a cada uno de nuestros hermanos indígenas, quienes son los más perjudicados por la sobreexplotación de los recursos naturales y por la quema de combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón), que va deforestando, contaminando y arrasando con la nobleza de los más inocentes.

La culpa no es de los chilenos, de los mexicanos o de los brasileños. Tampoco de los venezolanos, de los argentinos o de los ecuatorianos. Ni mucho menos de los colombianos, de los peruanos o de los bolivianos. Todos pero absolutamente TODOS los latinoamericanos, somos culpables del gran ecocidio protagonizado en el siglo XXI. Estamos ciegos, sordos y mudos, porque no recibimos clases de Educación Ambiental en nuestro proceso de aprendizaje escolar. Los profesores nos llenaban el cerebro con palabras en Inglés, con cálculos de Álgebra y con frases de Filosofía, pero nunca nos enseñaron a clasificar los residuos del desayuno, a reutilizar la tiza del pizarrón y a reciclar los hematomas del recreo.

La tendencia negativa en América Latina se agudizará en los próximos 15 años, a causa de la aglomeración del incontrolable e-waste, por la expansión de la chatarra de automóviles y neumáticos en terrenos baldíos, por el desaprovechamiento de la minería urbana para frenar la alta tasa de desempleo, por el hipnótico bombardeo publicitario que se transmite en los canales de TV, por la no masificación de centros de reciclaje que sean fácilmente localizables en las calles, por la no comercialización de productos fabricados 100% con materiales reciclados, y por la falta de diversificación de la matriz energética, que castigará con fuerza al horizonte ecológico latinoamericano, incrementando los niveles de polución por las emisiones de gases de Efecto Invernadero.

Como vimos a lo largo y ancho del informe, el reciclaje es una auténtica letra muerta para los gobiernos, las comunidades y sus lugareños. Los hogares latinoamericanos no separan la basura doméstica desde la fuente, ya sea por desconocimiento, conformismo o porque saben que el camión compactador del aseo urbano, se encargará de mezclar todos los residuos y estropeará la tarea del reciclaje.

Ya basta de infructuosos planes pilotos, de corruptos acuerdos bilaterales y de trilladas charlas dictadas el 17 de mayo, que jamás obligan a practicar el Conservacionismo. El libre albedrío del híper-consumismo, nos ahoga con tanta basura de los pies a la cabeza. Ojalá que podamos encontrar la llave y desbloquear el reciclaje en Latinoamérica, para que ya no sea un tema tabú, una piedra en los zapatos, o una mancha de sangre que germina en lo más profundo del bosque.

*Articulo tomado de: http://www.ecoportal.net/Temas-Especiales/Basura-Residuos/El-problema-de-la-basura-en-las-calles-latinoamericanas

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Venezuela: Árboles Talados en Tucacas

Autor: Werther Sandoval

América del Sur/Venezuela/0/ Julio de 2016// Correo del Orinoco

A la progresiva invasión de cayos por lancheros sedientos de dinero rápido y la construcción de marinas de hasta mas de 10 pisos de altura en las aguas del Parque Nacional Morrocoy, bien acompañada por el vertido de una lápida de concreto sobre los cangrejos azules que habitaban en el patio frontal del Liceo Bolivariano José Leonardo Chirinos, se unió la tala de los pocos árboles de la especie manglar que brindaban sombra y frescor a quienes caminaban por la avenida principal de Tucacas.
Ninguno de los consultados en el pueblo supo quién cometió este nuevo delito ambiental y mucho menos explicar porqué talaron los pocos manglares que quedaban en la avenida. Lo único que expresaron es que nada extraño tiene tal desafuero en el uso mercantil del Parque, sometido sin desmedro a la invasión de sus cayos por parte de lancheros cargados de turistas intoxicados por una cultura consumista y aplastante de las arenas donde otrora desovaban la tortuga carey y el casi extinto caimán del Caribe.
El solo hecho de haber talado los manglares de la avenida sin informar a nadie, tal como es práctica común en estos actos de deforestación, indica que es el manejo turbio e irrespetuoso el encargado de guiar machetes y motosierras; vale decir, la misma conducta ética que faculta al Municipio Silva e Inparques para autorizar la edificación de marinas en las aguas protegidas del Parque.
Para muestra, basta pararse en El Palito y observar desde esa distancia marinas de hasta 15 pisos construidas en Tucacas, que dejan al pueblo cual Bahía de Cata cualquiera, con su mole de concreto enclavada en un pueblo que, por fisonomía arquitectónica, no debería poseer edificaciones mayores a tres pisos. Indagar en el registro del Municipio Silva cómo fueron otorgados los permisos sería un primer paso para seguir la ruta del dinero, tal como recomienda el periodismo de investigación para averiguar los casos de corrupción.
Y lo peor, no tanto por el daño ecológico directo sino por quiénes y dónde lo cometieron, fue el atropello ejecutado en contra del patio frontal de arenas arboladas y húmedas del Liceo Bolivariano José Leonardo Chirinos, espectáculo que era deleite observar desde la avenida principal de Tucacas.
La vanguardia intelectual, los llamados a formar el nuevo hombre bolivariano, a crear sentido de pertenencia y salvar la especie humana, descargaron una capa de concreto sobre un suelo donde habitaban diversas especies de cangrejos, entre ellas el ya extinto Azul.
Ni a la dirección del plantel, ni al cuerpo docente en ciencias generales, ni al Departamento de Biología se les ocurrió aprovechar esa fuente inagotable de conocimientos para incorporarlo a los programas de estudios y así crear un laboratorio productor de alimentos, en el que se puedan formar a los jóvenes de Tucacas en los valores de solidaridad, honestidad y amor por la Patria. Pero no. Era demasiado pedir. Nada de esto podría estar en la mente de quienes desde ya sientan las bases ideológicas de la corrupción y el atropello a la vida, sin las cuales son imposibles la voracidad pesetera y el lucro inmediato.
Fuente: http://www.correodelorinoco.gob.ve/opinion-libre/arboles-talados-tucacas-opinion/

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Ambiente: El Mar Menor, al borde del colapso

Europa/España/Julio de 2016/ El país

La Fiscalía investiga la contaminación de la zona, que se encuentra en situación límite

El Mar Menor está a un paso del colapso por contaminación. La sintomática proliferación de algas tóxicas ha llevado a la Consejería de Salud de Murcia a pedir a la de Agricultura y Medio Ambiente (ambas gobernadas por el PP) un seguimiento urgente y constante.Pero la reacción llega 18 años después de los primeros avisos. La situación es límite, según el Instituto Español de Oceanografía y la Universidad. La Fiscalía ha abierto una investigación sobre las actuaciones de la Confederación Hidrográfica del Segura, el Ejecutivo, los agricultores y los municipios.
No es solo un problema de turbidez de las aguas, detectada en 40 playas del Mar Menor. La presencia masiva de fitoplancton es un síntoma de la grave degeneración de un ecosistema único incluido en el convenio Ramsar de humedales de importancia internacional (del que es depositario la Unesco) y protegido como espacio natural y zona de especial interés.
“El principal problema ocurre cuando estas células [algas unicelulares] producen toxinas que pueden afectar tanto a los organismos marinos que las ingieren, como moluscos o peces, como a las personas que los consumen o simplemente respiran el ambiente donde se han producido”, advierte la Consejería de Salud en su informe para reclamar la vigilancia de fitoplancton tóxico en las playas de la Región de Murcia.
“El baño se puede permitir, pero no es eso. La situación no es normal, no es puntual. Nunca lo había visto tan mal. La situación es crónica, de grave riesgo”, comenta Julio Mas, investigador del centro del Instituto Español de Oceanografía en Murcia.
Causas
Las causas de la alta contaminación son múltiples. La principal, según el informe de salud, es la eutrofización (acumulación de residuos orgánicos) producida por el vertido de aguas y residuos urbanos y agrícolas, la filtración procedente del subsuelo rica en nitratos, el aumento de la acuicultura, la acción de las líneas marítimas en el entorno, el cambio climático y otros orígenes naturales.
Mas coincide en la multiplicidad de causas, pero señala dos generales: el modelo agrícola y la demanda continua de agua. La huerta murciana se ha convertido en un saco sin fondo de utilización de recursos hídricos. Se calcula que existen 20.000 hectáreas más de regadíos que las censadas oficialmente. A los pozos, cada año más profundos, se ha unido la proliferación de desalobradoras particulares: 300 registradas; 700, según un estudio; y más de 1.000 según otras estimaciones.
Los agricultores desalan y vierten la salmuera y otros desechos a las ramblas que llegan a la laguna por la acción de las lluvias. A la vez, riegan con fertilizantes y las aguas con excesos de nutrientes se filtran al subsuelo. Miguel Ángel Esteve, profesor de Ecología y de Gestión de Espacios Naturales de la Universidad de Murcia, atribuye a estas acciones el 60% de la excesiva aportación de nitratos y fosfatos, cuya concentración se han multiplicado por 50 en dos décadas. Además, señala que la degradación de los humedales circundantes, que servían de filtro a la laguna, impide que hagan esta función y tienen que estar incluidos en el plan de regeneración integral.
Los agricultores apuntan a otros causantes: las depuradoras de San Javier, Los Alcázares y San Pedro del Pinatar. Y alegan que la aparición de sustancias farmacológicas en el agua se debe a vertidos urbanos. “El problema es principalmente agrícola, pero también urbano”, precisa el profesor de Ecología.
“Estamos perdiendo el Mar Menor original. Hace 18 años que se advirtió, pero la situación ahora podría ser irreversible. Está en la UVI. Hemos pasado de una situación crónica a crítica”, advierte Esteve, quien cree que el aspecto actual de esta zona tan singular es “cadavérico”.
Tanto Mas como Esteve creen que es imprescindible una actuación urgente y coordinada de todas las administraciones. “Es necesaria una reflexión general sobre qué hacemos y qué hay que hacer. Hay modelos como la Albufera o el río Segura que pueden servir de ejemplos para actuar. Son necesarias soluciones y colaboración. El Mar Menor se tiene que gestionar como un ente único”, asegura el investigador del Centro Oceanográfico, quien ha ultimado esta pasada semana mediciones que remitirá a la Fiscalía de Medio Ambiente.
La degradación de la zona irá al Congreso
La diputada de Podemos María Giménez señala en la misma dirección y anuncia que su formación llevará al Congreso la grave situación, que atribuye a “la desidia y abandono del PP, que ha tratado el Mar Menor como su cortijo particular”. Podemos propone la constitución de un Consejo Social del Mar Menor, permanente, representativo de todos los implicados y consultivo para que el Gobierno desarrolle las políticas necesarias.
“Hay que sacar de los cajones el Programa de Gestión Integrada del Litoral del Mar Menor y su zona de influencia, que fue bloqueado y guardado por el PP en 2003”, afirma Giménez, quien promueve la iniciativa junto a Andrés Pedreño.
El PSOE también señala al mismo responsable y quiere elevar la situación a problema nacional al incluirlo entre los compromisos de su formación. “Hace ya 15 años que el Mar Menor fue declarado como zona vulnerable por los vertidos de nitratos y, en este tiempo, el PP sólo ha mostrado desidia ante los graves problemas que se conocían”, afirmó la exministra de Medio Ambiente Cristina Narbona en unas jornadas sobre sostenibilidad en la zona.
El presidente murciano, Pedro Antonio Sánchez, del partido que ha gobernado la región durante la época en la que se ha registrado la mayor degradación de la zona, ha admitido finalmente, después de 18 años de advertencias científicas, que la recuperación debe ser una “prioridad”, pero ha centrado su estrategia en buscar fondos adicionales a los 45 millones ya concedidos por la Comisión Europea. El Consejo de Gobierno acaba de dar luz verde al expediente expropiatorio para la creación de un filtro verde en la Rambla del Albujón.
Foto: Imagen del estado original de la Manga y de la situación actual.
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Fuente: http://politica.elpais.com/politica/2016/06/15/actualidad/1466007368_066035.html

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