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La soledad del cuidador de fondo

Por: Irene Vallejo
Al cuidar de alguien vulnerable, las soluciones individuales pueden aliviar, pero hace falta sentido de lo común, y comunidades de sentido.

Lo imprescindible no cuenta. El relato dominante deja fuera a quien decide cuidar lo interior. La palabra “economía” proviene del griego oikos, “casa”; en su origen remoto, describía la administración del hogar. La gran paradoja es que, a lo largo del tiempo, la economía se ha mostrado displicente con el espacio hogareño. Nadie duda del beneficio de actividades como criar a los niños, limpiar, lavar la ropa o cuidar enfermos. Sin embargo, salvo que contratemos a alguien para ocuparse de ellas, no computan en la contabilidad productiva, no son relevantes ni crean riqueza o derechos. Incluso la profesión carece de reconocimiento y se paga mal. Arrinconamos esa esfera íntima que, más que una esfera, vendría a ser la cuadratura del círculo. Poco valoradas, excluidas de los grandes indicadores, las tareas domésticas y los cuidados subsisten en el subsuelo social. Parece que no respondiesen a una lógica económica, sino solo amorosa. La economía, nacida en el hogar, no quiere decir su nombre.

Contemplamos los cuidados como un asunto privado, olvidando su dimensión colectiva. Cada cual debe resolver sus necesidades como pueda, con sus solos recursos. Mientras algunos multimillonarios investigan cómo lograr una inmortalidad de élite, los sistemas públicos sufren recortes y quienes cuidan caen en un desamparo cada día más asfixiante. En la tragedia griega Alcestis, de Eurípides, el dios Apolo concede al corrupto rey Admeto el don de la vida eterna. Para lograrlo, alguien debe acceder de manera voluntaria a morir en su lugar. Obsesionado, el monarca ofrece grandes sumas de dinero a los más pobres de su reino, pero nadie acepta. Al final, su esposa Alcestis, enferma, asume el pacto mortal y asegura así el futuro de sus hijos. Esta muerte canjeable ofrece una metáfora distópica de las sociedades donde el dinero compra la salud —cada vez más negocio y menos derecho—. A medida que gana terreno la lógica del sálvese quien pueda, una parte creciente de los esfuerzos recae en la red de afectos, sin apenas apoyos ni facilidades, y así emerge la soledad del cuidador de fondo.

Las personas que deciden acompañar a un ser querido enfermo afrontan renuncias constantes, agotamiento y aislamiento. Para todas ellas la entrega está penalizada: dejar el trabajo, reducir su jornada, salarios mermados, sueños enterrados, reproches, ansiedad, bregar tensas y demacradas de un sitio a otro. La sociedad entera descansa sobre esos trabajos no remunerados, pero a la vez condena a quien pretende conciliar profesión y cuidados.

En su libro Viajes a tierras inimaginablesDasha Kiper, psicóloga clínica experta en demencia, investiga la mente de los cuidadores, los grandes olvidados. Kiper cree que necesitaríamos no solo mayor flexibilidad social, sino una mejor comprensión de la paradójica experiencia de cuidar a alguien amado. Es fácil imaginar la permanente ansiedad de intentar encajar el rompecabezas, la impresión de fallar a todos, la prisa y la presión. Pero, a esto, como insiste Kiper, se une a veces la oposición del paciente. Para quien pierde el control, sus problemas suelen ser culpa de otros. «Los cuidadores no solo son testigos de la enfermedad, sino también de cómo esa persona se defiende de ella y la rehúye». Negar el problema conlleva negar a quien te atiende. Al hilo de las pugnas, emergen antiguas heridas no resueltas, ecos de conflictos latentes. Hasta cierto punto puede ser más delicado ocuparse de un familiar que de un extraño, ya que en muchos casos resulta inevitable leer sus síntomas y reacciones en clave personal. Enfadarse es comprensible, dada la tensión, pero al estallido suele seguir el arrepentimiento. En las arenas movedizas del dolor, el equilibrio es frágil y la paz interior, difícil. Hay que borrar los remordimientos por no estar a la altura de un ideal imposible.

Dasha Kiper describe el sentimiento de culpa de quien cuida, esa impotencia que emerge como resultado explosivo de la responsabilidad, la soledad y, a menudo, la asfixia económica. Permanecer junto a los enfermos para atender sus necesidades puede ser muy gratificante, pero drena nuestra energía. Sin el imprescindible descanso, se oxida el hábito de distanciarse para reponer fuerzas y buscar placer. Estas marañas de cuidado, cansancio y culpabilidad no se desenredan solas. Las soluciones individuales pueden aliviar, pero no bastan. Hace falta sentido de lo común, y comunidades de sentido. Necesitamos propuestas políticas y económicas que regresen a la acepción etimológica. Se requiere una sanidad al alcance de todo el mundo y tan robusta como nos gustaría que lo fuera nuestra salud. Resulta vital contar con redes, tribus y una familia de aliados: la amistad sabe ser profundamente terapéutica.

En Los destellos, delicada y sabia película española dirigida por Pilar Palomero a partir de un relato de Eider Rodríguez, una joven universitaria contempla con angustia cómo se agrava la enfermedad de su padre divorciado. La madre, Isabel, que ya tiene otra pareja y otra vida, debe decidir si ayudar o mantenerse alejada. No quiere ser la mujer que se sacrifica por un hombre con el que rompió hace veinte años: tras dibujar con esfuerzo sus fronteras, teme asumir un antiguo sometimiento y una nueva atadura. A la vez, tampoco desea dejar sola a su hija ante lo que está por llegar. Paso a paso, en un juego de reticencias y presencias, los cuatro –incluido el nuevo compañero de Isabel– construyen un círculo poco convencional de atenciones recíprocas, una extraña familia asimétrica que recorre ese último trecho sosteniéndose. Hace falta una trenza de apoyos para que nadie cuide ni muera a solas.

En esa bóveda de amparo mutuo, todos podemos contribuir a hacer más leve el peso, también desde la periferia de la enfermedad. El filósofo estoico Epicteto, contemporáneo de Marco Aurelio, sabía que no es fácil acercarse a esas tierras de penumbra: ante el dolor ajeno, experimentamos torpeza, desconcierto y desazón. Escribió en su Enchiridion sobre el arte de ayudar y consolar sin hundirnos y sin tampoco esquivar a quien sufre: «Cuando veas a alguien llorar de pena, procura no dejarte vencer por el mal. Acompáñale en su pena y, si es necesario, comparte sus lamentos. Esfuérzate, sin embargo, por no gemir interiormente». El contexto de individualismo creciente nos ha desentrenado en la colaboración. Hemos olvidado la pregunta más sencilla: ¿qué necesitas? Esas situaciones requieren sutileza para encontrar palabras simples, para decir: llámame cuando estés abrumada. Si, como suele suceder, la persona que cuida ya no tiene tiempo libre, quizá la única opción es acompañarla en sus tareas cotidianas. Nutrir la confianza, no criticar, no aconsejar, no sermonear. Colaborar no consiste en arengar a los demás explicando qué harías tú para resolver sus problemas, como un oráculo. Se trata de aligerar el peso, disminuyendo en lo posible el estrés y la ansiedad.

En algún momento de nuestra evolución, la carga compartida se afianzó como mecanismo adaptativo, no solo porque la unión hace la fuerza, sino también porque las amenazas parecen menos abrumadoras cuando se afrontan en comunidad. Quienes han tejido relaciones solidarias sufren menos miedo que quienes se sienten solos. Cuando aflora la angustia, es momento de mirar al invisible, alumbrar la penumbra y salvar los destellos. La persona enferma y sus acompañantes forman una unidad: son todas pacientes y reclaman atención.

https://www.milenio.com/cultura/laberinto/la-soledad-del-cuidador-de-fondo-por-irene-vallejo

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Guerra cognitiva y punto y aparte

La verdad no está en disputa, pues ya ha sido anulada, ahora se trata de anular también el discernimiento, la capacidad de pensar y de crear por uno mismo

Era 1981 y Margaret Thatcher lo dejó claro en una entrevista al decir, sin tapujos y sin anestesia, que la economía era el método, pero que el objetivo era cambiar las almas. Aún no existían internet ni las redes sociales. En 1999, Prince recogía un premio otorgado por Yahoo!, y mi admirado genio de Minneapolis soltó, en su discurso de recepción, una advertencia sobre la guerra que, según él y a través de internet, se estaba dando en nuestras mentes y en la que el precio a pagar eran nuestras almas.

Aquellas palabras de Prince resultan hoy visionarias. Efectivamente, estamos inmersos en una guerra que se desarrolla en nuestros cerebros y que anula nuestra capacidad de pensar. Ya sabíamos de una guerra informativa con sus fakes, sus posverdades y sus bulos sin escrúpulos, dirigida a manipular nuestros deseos, a hacernos ver enemigos a nuestro alrededor y a que asumamos postulados conspiranoicos. Pero ahora se trata de ir más allá. Se trata, no ya de moldear nuestro pensamiento, sino de anularlo. Se trata de colonizar el cerebro. Es la guerra cognitiva.

Todo esto no es una paranoia mía, sino que viene descrito en un estremecedor informe interno de la OTAN de 2020 que se llama precisamente así: La guerra cognitiva, firmado por el teniente coronel Francois du Cluzel. El documento adjudica esta guerra a los enemigos de la Alianza Atlántica, Rusia y China, pero en realidad lo que desglosa es aquello que la propia OTAN y las grandes compañías del capitalismo tecnológico y financiero vienen aplicándonos desde hace años. Internet, las redes sociales, son el método, el objetivo son nuestras cabezas, nuestros corazones y nuestras almas. La amenaza de Thatcher y la advertencia de Prince hechas informe.

Internet, las redes sociales, son el método, el objetivo son nuestras cabezas, nuestros corazones y nuestras almas

El documento, en sus párrafos iniciales, advierte: “La Guerra Cognitiva interrumpe la comprensión y las reacciones ordinarias a los eventos de una manera gradual y sutil, pero con efectos dañinos significativos a lo largo del tiempo. Los instrumentos de la guerra de la información, junto con la adición de armas neuronales, se suman a las perspectivas tecnológicas futuras, lo que sugiere que el campo cognitivo será uno de los campos de batalla del mañana (…) Con la sobrecarga de información, las habilidades cognitivas individuales ya no serán suficientes para garantizar una toma de decisiones informada y oportuna, lo que dará lugar al nuevo concepto de Guerra Cognitiva, que se ha convertido en un término recurrente en la terminología militar en los últimos años. La guerra cognitiva tiene un alcance universal, desde el individuo hasta los Estados y las organizaciones multinacionales y se alimenta de técnicas de desinformación y propaganda dirigidas a agotar psicológicamente a los receptores”.

El informe continúa hablando, casi literalmente, de actuar sobre las creencias, de polarizar, de radicalizar a ciertos grupos para dividir la sociedad y de generar analfabetismo político. La verdad no está en disputa, pues ya ha sido anulada, ahora se trata de anular también el discernimiento, la capacidad de pensar y de crear por uno mismo, para convertir a cualquier usuario en un arma. Cuanto mayor sea la saturación informativa, más se extiende la ira y más trolls y haters aparecen. La mayoría de ellos, anónimos; otros, dando sus nombres, convencidos y cegados por el odio que les han inoculado. Ya no son meros receptores pasivos de una propaganda ideológica, sino militantes activos de esa ideología. Es decir, un lavado de cerebro masivo. Para colmo, la línea entre el ciberespacio y el mundo real se está volviendo borrosa y se multiplican, por ejemplo, los individuos-armas que se manifiestan en Ferraz (incluso para defender a Nacho Cano), que acosan a los Iglesias-Montero en su casa o que agreden a cómicos mientras actúan en bares.

Con la mayoría de los votantes de Alvise, adictos a las redes, ya lo han logrado. Zombis cognitivos. Y creciendo. Cuidado, también Bolsonaro hizo su campaña de 2018 casi exclusivamente en las redes sociales y le votaron 58 millones de personas. Esto no anula la capacidad de los medios tradicionales, que todavía mantienen su significación política y comunicativa para transmitir discursos de odio o de sospechas, esas “armas neuronales”, ese fentanilo ideológico inyectado a través de bulos para crear desconfianza y miedo. Sí, Ferreras, tú también participaste burdamente de eso.

Esta guerra de cuarta generación, a la que se suma el uso malintencionado de la Inteligencia Artificial, pretende menoscabar la confianza mutua y destruir el contrato social que nos aglutina como sociedad y, para ello, se cuestionan los procesos electorales, la legitimidad de las instituciones o la legalidad de nuestras representantes. La desconfianza será tal que desembocará en un todos contra todos.

Esta guerra de cuarta generación pretende menoscabar la confianza mutua y destruir el contrato social

En este contexto de contienda, resultaron esperanzadores los días que se tomó Pedro Sánchez para reflexionar. El punto y aparte. Una pausa, una tregua individual que podría haberle permitido desarrollar la imaginación para salir de un enmarcado alienante. Un punto y aparte tan ilusionante como inútil si, frente al desequilibrio de fuerzas que tenemos ante la nueva naturaleza del capitalismo digital, no se propone un despertar generalizado que, sin perder tiempo en desmentir bulos inacabables, promueva una línea de defensa que genere una nueva ley para desintoxicar los medios, desarrolle nuevas medidas de protección ante el acoso físico o virtual y derogue la ley mordaza que desprotege a la ciudadanía, entre otras muchas acciones posibles. Si el capitalismo tecnológico y su ejército de trollshaters y ultraderechistas proponen enfrentamiento para sus macarras y desesperanza para nuestras masas, habrá que diseñar tanto medidas de defensa como medidas alentadoras.

El punto y aparte de Sánchez debería haberle servido, y servirnos, para imaginar cómo equilibrar el exceso de información y el desarrollo desmesurado del progreso tecnológico, con un progreso moral que nos proteja de deshumanizarnos. El punto y aparte debería incentivar que se renueve el contrato social, que se revise la Constitución, que se regenere el poder judicial desde el pueblo, que se recupere la confianza en las instituciones. El punto y aparte debería significar un reencuentro para volver a pensar en colectivo, a celebrar, a cuidarnos y a ser generosos. El punto y aparte debería ser un despertar de las bases sociales y la constitución de un nuevo frente humanitario para combatir el miedo y deshacernos del odio, para recuperar nuestras almas. El punto y final debería significar el fin del confinamiento ideológico y ético en el que vivimos.

Ese punto y aparte cuenta, para quien quiera verlos, con los sujetos políticos necesarios: aquellos que han salido del matrix, decía Prince, y han puesto el cuerpo habitando las calles como han hecho en Francia al grito de “No pasarán”, como hicieron los y las estudiantes que acamparon para protestar contra el genocidio en Gaza, o los taxistas de Barcelona que se han manifestado por la misma causa, como hace la plataforma Cádiz Resiste o quienes –en Málaga, Palma y muchas otras ciudades– se manifiestan por una vivienda digna y asequible y en contra de la masificación turística, como hacen sin desaliento las mareas verdes, blancas y de pensionistas o como hacen juristas y periodistas valientes que se enfrentan cada día a sus propios poderes. Hay sujetos comprometidos y hay causas justas. Es, por lo tanto, el momento de comprobar si el punto y aparte es algo más que otra performance sanchezca. Pedro, seguimos esperando.

Fuente de la información:  https://ctxt.es

Fotografía: CTXT. Margaret Thatcher en el Centro Espacial Kennedy, en 2001

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Última hora: La capital de Haití entra en alerta con intensos tiroteos cerca del Palacio Nacional

El entorno del Palacio Nacional de Haití, ubicado en la capital del país, está siendo escenario de intensos tiroteos en la noche de este viernes, que han ido en aumento, según ha podido comprobar la agencia EFE.

Los disparos se están escuchando en los alrededores del Palacio Nacional, en una amplia zona que va desde Champ de Mars a Nazon, Lalue, Canape-Vert y Turgeau, en pleno centro de Puerto Príncipe.

En estos momentos la situación es de gran confusión y es posible que haya ataques en varias zonas, y algunas versiones no descartan que el objetivo de las bandas armadas sea intentar tomar el Palacio Nacional. Además, algunas imágenes muestran grandes agujeros en los muros del aeropuerto de la capital.

La jornada había transcurrido en aparente calma en la zona metropolitana de Puerto Príncipe y tan solo en la tarde se registraron disparos esporádicos. La tensión y la violencia se han incrementado exponencialmente en la capital después de que el 28 de febrero se conociera que el primer ministro haitiano, Ariel Henry, se había comprometido a celebrar elecciones antes de finales de agosto de 2025.

La violencia alcanzó su punto álgido el sábado pasado, cuando las bandas entraron en los dos principales penales en la capital, lo que permitió la huida de más de 3.000 presos.

La huida del primer ministro

Henry, cuya salida del poder persiguen las bandas armadas, está en Puerto Rico, después de varias jornadas en paradero desconocido. El primer ministro, la máxima autoridad del país tras el asesinato en 2021 del presidente Jovenel Moise, es ahora objeto de presiones tanto internas como en el exterior para que favorezca una transición que ayude a frenar la aguda crisis y la extrema violencia en el país.

Haití está a la espera del despliegue de una misión multinacional de apoyo a la seguridad liderada por Kenia y que en octubre pasado aprobó Naciones Unidas.

Fuente: https://alertas24.com/internacionales/la-capital-de-haiti-entra-en-alerta-con-intensos-tiroteos-cerca-del-palacio-nacional/

 

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Venezuela: Observatorio de Universidades: 32% de los profesores y 21% de los estudiantes universitarios comen menos de 3 veces al día

Este jueves fue presentado la encuesta sobre las condiciones de vida de la población universitaria venezolana por parte del Observatorio de Universidades. La misma mide la información detallada de 2023 de algunas facetas de la actividad académica.

Carlos Meléndez fue el encargado de comenzar a explicar los detalles arrojados en una muestra de  3.751 personas, entre estudiantes y profesores universitarios en universidades de cinco regiones del país. La presentación se realizó en el Auditorio de la Asociación de Profesores de la UCV.

Recordó que se cumplen 696 días que no se aumentan el sueldo de los profesores universitarios y son los peores pagados de todo el continente. Además, criticó el instructivo Onapre.

Entre los datos destacan que 69% de los profesores tienen que hacer otra actividad extracurricular para poder solventar la compra de la canasta básica. 10% reciben ayuda económica de algún familiar o amigo y 19% de remesas.

Detalló que 32 % de los docentes y 21 % de los estudiantes come al menos tres veces al día. Además, el 94 % de los docentes y el 81 % de los alumnos come igual o peor que en 2022.

Un 45% de ellos ha tenido que vender o intercambiar bienes para alimentarse.

En este sentido, el sociólogo indicó que la región Guayana es la que más se ve afectada. Esto debido a que 40% de los profesores y 30% de los estudiantes come menos de tres veces al día.

61 por ciento de los profesores universitarios tienen síntomas de depresión, como pérdida de interés y ansiedad. 69 por ciento de los estudiantes tiene síntomas de depresión como la ansiedad persistente.

Detalló que la encuesta se aplicó a 3751 personas, entre estudiantes y profesores universitarios en universidades de cinco regiones del país. La misma incluyó, además, características de salud, movilidad, seguridad alimentaria, seguridad ciudadana, condiciones de estudio o trabajo, entre otros.

Fuente: https://contrapunto.com/nacional/derechos-humanos/observatorio-de-universidades-32-de-los-profesores-y-21-de-los-estudiantes-universitarios-comen-menos-de-tres-veces-al-dia/

 

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España: Pobreza infantil, (casi) todo por hacer

“La realidad de la pobreza infantil es sangrante”. Así de crudo se mostró Ángel Conde, director general de Save the Children durante la presentación del último informe que la entidad ha publicado con los datos de una encuesta elaborada entre las personas usuarias en España de los servicios de la entidad.

El texto, que muestra la cruda realidad de más de 1.000 familias (con 2.440 menores al cargo), se suma al que hace unos días también hizo público Unicef sobre esta tremenda realidad que afecta a casi un tercio de las niñas, niños y adolescentes (NNA) de nuestro país.

La pobreza infantil desciende tímidamente y alcanza a 2.250.000 menores

Una realidad que, por supuesto, varía enormemente en función del territorio en el que se vive. Esto lo recogen ambas oenegés, como así también los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística.

Los porcentajes del mapa se refieren a la población que vive con menos del 60 % de la media del país, es decir, que viven en una situación de pobreza moderada. La división norte sur es clara para nuestro país, aunque un repaso rápido por las provincias devuelve una situación poco halagüeña en general. Solo dos están por debajo del 20 % de pobreza moderada entre la población menor de 18 años.

La tasa de pobreza infantil que maneja Unicef, un 28 %, coloca a España, según su informe Report Card 18 elaborado por su Oficina de Investigación, deja a nuestro país a la cola de los estados de la OCDE y la UE, entre los que ha elaborado dicho estudio.

Tanto Save the Children como Unicef aportan ideas al debate para revertir o paliar las situaciones que viven niñas y niños en nuestro país. Algunas de ellas son comunes, como la necesidad de aumentar la apuesta por la universalización de la primera etapa de educación infantil, el 0-3 años, como medida de conciliación para las familias, así como para mejorar la educación y socialización de niñas y niños.

Unicef habla de la necesidad de mejorar, sobre todo, el acceso a esta etapa para las criaturas de familias más desfavorecidas, que son las que menos acceso tienen. Al menos, así se desprende del estudio de Save the Children, que destaca que son precisamente estas personas las que menos acceso a esta etapa tienen.

Ambas oenegés mencionan la posibilidad de políticas sociales por vía de ayudas económicas, para las familias. Aunque con ciertos matices. Mientras Unicef defiende en su informe la necesidadad de aumentar la reducción fiscal de quienes tienen menores al cargo hasta hacerla universal y que haya un mínimo estatal para que haya una cierta igualdad mínima entre las comunidades autónomas, Save the Children, por boca de su director general, explicaba que el 60 % de las ayudas económicas que reciben las familias es por vía de deducciones fiscales, pero que estas benefician más a las rentas medias y altas y no tanto a las bajas. Esto es así porque estas, en muchos casos, “no tributan o generan una deuda tributaria tal que les impide acceder a las ayudas”.

Las ayudas a través del mecanismo de la UE de la Garantía Infantil son otro de los focos de ambas organizaciones. Save the Children defiende que con este mecanismo puede apoyarse a esa universalización del 0-3 (“este nivel es fundamental para niñas y niños de familias más vulnerables”, explicaba Catalina Perazzo). Para Unicef, esta garantía, además, debería empujar para que la educación y las actividades escolares fueran gratuitas, así como para que hubiera una comida sana al día en el colegio. El mecanismo debería, efectivamente, para extender el servicio de comedor escolar y que se estableciese el umbral de la pobreza como mínimo para acceder a este servicio.

Las políticas de empleo que ayuden a paliar las altas tasas de paro del mercado laboral español, también impactan positivamente en la pobreza infantil. Gabriel González-Bueno, especialista de Unicef en políticas de infancia, asegura que cuando las tasas de desempleo aumentan, también lo hacen las de pobreza infantil. Y así es, a juzgar por el siguiente gráfico.

Aunque no es único motivo por el que, según este experto, las tasas de pobreza infantil se mantienen regulares a lo largo del tiempo. También está el hecho de tener “una protección social pequeña que no se ha focalizado en NNA y tiene otras prioridades: personas mayores, desempleo…”, explica González-Bueno.

En este sentido, Ángel Conde aseguraba que “la pobreza requiere contundencia y ambición”, máxime en un país con una “desatención crónica” que “invierte menos de la mitad de la media de la UE en políticas de infancia y familia”. Por eso reclamaba hace unos días “ponernos al día” en relación a los países de nuestro entorno para, además, intentar hacer frente “al reto demográfico que tenemos”.

 

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Milei allá y mileicitos acá

El miércoles, Javier Milei anunció en 15 minutos un “decreto por razones de necesidad y urgencia” (DNU) con 366 artículos. Alegó que la rápida derogación de cientos de normas vigentes es la única forma de comenzar a resolver gravísimos problemas económicos y sociales, y se propone lograrla por la vía del DNU, que la Constitución argentina reserva a las situaciones en que “circunstancias excepcionales” hagan “imposible seguir los trámites ordinarios” para que el Congreso trate y vote proyectos.

 

Parece muy poco viable la aprobación parlamentaria de estas medidas, pero no por “circunstancias extraordinarias”, sino porque los diputados y senadores representan a sus votantes.

 

El triunfo de Milei en el balotaje del 19 de noviembre se debió a diversos motivos que merecen un análisis a fondo, pero no parece que entre ellos predomine el mismo tipo de fanatismo doctrinario sobre cuestiones económicas que exhibe el actual presidente, quien destinó dos tercios de los mencionados 15 minutos a una arenga ideológica, con el mismo desdén por las discrepancias e incluso por la realidad que caracterizó su campaña electoral.

 

Es muy improbable que la mayoría de la población comparta con él la convicción de que, apenas para empezar, es preciso agregar a sus actuales penurias una brusca desregulación de las relaciones laborales, la formación de precios, la competencia entre productos nacionales e importados, los alquileres, los servicios de salud y la educación, entre muchísimas otras cosas.

 

Ya comenzaron las movilizaciones de protesta, y los legisladores saben qué consecuencias terribles tendrían estas medidas en la vida cotidiana de la gente. La mayoría de ellos no pueden estar convencidos, como Milei, de que así se abrirá paso a la “reconstrucción de la economía” y la transformación de Argentina en una potencia mundial. Por eso, y con independencia de la muy dudosa constitucionalidad de este DNU, comienza un período de agudas tensiones sociales y políticas, cuyos efectos asusta prever.

 

En Uruguay, los problemas socioeconómicos y el descreimiento en el sistema partidario no tienen la profundidad que propició la victoria electoral de Milei en Argentina, pero al parecer hay quienes piensan que les conviene imitar características de su campaña: en algunos casos, la descalificación insultante de los adversarios; en otros, la sustitución del debate programático por simplificaciones fantasiosas. En esta última línea se inscribe, precozmente, el intento de presentar las próximas elecciones como una opción entre aumentar o no aumentar los impuestos.

 

Nadie con un mínimo de sensatez puede asegurar que, de 2025 a 2030, ninguna coyuntura nacional o internacional justificará o exigirá el incremento de un impuesto. Nadie con un mínimo de información puede negar que en Uruguay persisten profundas desigualdades que requieren políticas públicas potentes. Nadie con un mínimo de seriedad puede sostener que para la aplicación de esas políticas bastará con que el Estado maneje de modo más eficiente sus ingresos actuales. Empezamos mal.

Fuente: https://ladiaria.com.uy/opinion/articulo/2023/12/milei-alla-y-mileicitos-aca/

 

 

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Lo peor de la libertad

La cultura humana –me refiero a todo aquello en lo cual la vida humana se ha elevado por encima de sus condiciones animales y se distingue de la vida animal (y omito diferenciar entre cultura y civilización)– muestra al observador, según es notorio, dos aspectos. Por un lado, abarca todo el saber y poder-hacer que los hombres han adquirido para gobernar las fuerzas de la naturaleza y arrancarle bienes que satisfagan sus necesidades; por el otro, comprende todas las normas necesarias para regular los vínculos recíprocos entre los hombres y, en particular, la distribución de los bienes asequibles. (Freud, El porvenir de una ilusión (1927)

Freud, exiliado por el nazismo, creador de un discurso revulsivo para la época, presenta las ideas directrices para este texto ¿Por qué rechazar los discursos de odio? En primer lugar, recordaré a propios y extraños, que el psicoanálisis no puede ejercerse bajo el imperio del totalitarismo. “Raros son esos tiempos felices en los que se puede pensar lo que se quiere y decir lo que se piensa.” (Publio Cornelio Tácito​ [c. 55-c. 120]). La época, en la que mediante múltiples artificios neoliberales se cuestionó la legitimidad del Estado, nos hace notar que el fruto no cae lejos del árbol. Por lo menos en cuanto al feroz y continuado ataque del neoliberalismo contra el Estado, en su rol ligado a la cuestión social. Sobre la que huelga decir, los gobiernos de nuestra democracia, han mostrado las mayores dificultades.

La pobreza y miseria a nuestro alrededor son innegables, pero también innegable resulta el esfuerzo puesto desde la democracia y el Estado, en su contra y sobre todo, desde la salud y la educación. La educación pública, por ejemplo, es una de las instituciones más valiosas de nuestra identidad. La ciudad de Rosario es un claro ejemplo de un ecosistema que en parte late, respira y se mueve a partir del sistema universitario público (entiendo que lo mismo vale para Córdoba (La Docta), La Plata, Tucumán, pero no puedo ir tan lejos en este breve escrito).

La memoria es una virtud reverenciada universalmente
Vuelvo a lo que convoca, o a lo que debe convocarnos, no es posible, bajo ningún concepto, aceptar el cuestionamiento a la convivencia democrática, que pregonan los sectores antidemocráticos libertarios. Pretender someter a la democracia argentina a tal cuestionamiento en favor de las virtudes del libre mercado, no contrasta elementos del mismo valor.

Si uno lo piensa un poco, no es difícil comprender ciertas alianzas. Luego de juzgados los responsables del Terrorismo de Estado en argentina, quedó demostrado que tanto la propiedad privada, como la vida, la dignidad o la libertad, fueron instituciones profundamente violadas en ese desgraciado abismo social y cultural.

Fueron también demostradas las pocas bondades del régimen neoliberal asumido por la dictadura que inició en 1976 (o antes, las fronteras son una cuestión complicada; a veces me pregunto si la muerte del compañero presidente, en La Moneda, no fue también una muerte en Buenos Aires, en Rosario, en Córdoba, en La Plata, en Tucumán). En cuanto a la rapiña a la que se liberaron los perpetradores de los crímenes de Estado, argumentar en ese sentido significa agotarse en una verdad de Perogrullo, sin embargo podemos nombrar algo en particular: apropiaciones de propiedades y de seres humanos (robo de bebés), circulación de prisioneros al modo de la mercancía; incluso intercambio de éstos entre regímenes dictatoriales de Sudamérica, o en el alcantarillado de los centros de detención clandestina; que no un es eufemismo para campos de concentración, es decir, que no es lo mismo/pero es igual. Red de las profundidades de la aberración humana que ha sido juzgada y condenada en nuestro país.

No es cierto que haya algo nuevo en las propuestas libertarias. No es cierto que haya algo nuevo allí, es el pasado que vuelve como farsa, no como destino.

Como Jack el Destripador, el neoliberalismo se fue perfeccionando y hace poco, quirúrgicamente, prometió la revolución de la alegría, hoy más al estilo de El Joker promete lo que pueda decir una motosierra para cada quién.

De lo que existe/de lo que no debe existir
Los virtuosos lloran en los velorios y ríen en las fiestas, los canallas ni una cosa ni la otra. Uno no sabe nunca qué hacen. Hay quienes sólo se sientan a tomar café. Es mentira que no exista un mercado para los órganos, para las personas, aun para la violencia (Sayak Valencia, demostrando un extraordinario poder de análisis en su libro Capitalismo gore –2010, Editorial Melusina– habla de Biomercado), pero la conciencia de la humanidad los tiene por los lugares más despreciables y deben permanecer en la ilegalidad; en ese sentido la propuesta libertaria viene a ilegalizar lo legal y a legalizar lo ilegal, pretende reintroducir el descarte de nuestro tiempo histórico. Viene a proponer una transformación radical de nuestros valores y nuestras tradiciones (las democráticas, las primeras). Viene a poner todo patas para arriba, no creo que con buenas intenciones. Si llegara, muy probablemente nos despertaremos de la pesadilla más pobres y tristes que antes de ella. Volvamos al sueño y al suelo, de una patria justa, libre y soberana, con mejores políticas de techo, tierra, trabajo, paz y dignidad, que de eso se trata la libertad de nuestros sueños, que es la libertad de que todo sea como lo soñamos.

*Psicoanalista, Ph. D., Psicólogo. Docente en Facultad de Psicología – Universidad Nacional de Rosario (UNR)

Fuente: https://redaccionrosario.com/2023/09/28/lo-peor-de-la-libertad/

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