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América Latina en terapia económica

Por: Hedelberto López Blanch

 

La pandemia del coronavirus acabó de destapar los graves problemas que ha provocado la globalización neoliberal con la proliferación de privatizaciones impuestas en América Latina junto a la reducción en los gastos públicos que ha dejado a la gran mayoría de su población en un limbo de necesidades.

Un estudio del Banco Mundial (BM) indica que los efectos de las medidas impuestas para combatir la COVID-19 dejarán una secuela duradera en la economía mundial, debilitando la inversión, la innovación, el empleo, la educación, el comercio, las cadenas de suministro y el consumo.

El organismo asegura que las economías en desarrollo con sistemas de salud débiles y aquellas que dependen en gran medida del comercio mundial, el turismo o las remesas del exterior, así como las que se basan en exportaciones de productos básicos, serán particularmente afectados.

David Malpass, presidente del BM dijo que el alcance y la velocidad con que los cierres económicos han devastado a los pobres en todo el mundo no tienen precedentes en los tiempos modernos y para América Latina auguran una caída de menos 7,2 %.

Otro informe presentado por Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), augura que la caída económica en la región será de -5,3 % (la peor contracción desde 1930), un desplome en el comercio de -15 %, y aumentos en el desempleo, la pobreza y la desigualdad, entre otras consecuencias.

La CEPAL calcula que en 2020 la pobreza en América Latina y el Caribe se elevará al menos 4,4 % (28,7 millones de personas) comparado con el año anterior, lo que llevará a 214,7 millones de personas a sobrevivir en situación de pobreza (34,7 % de la población regional).

A grandes rasgos, cinco de las mayores economías regionales caerán en picada: Brasil, México, Argentina, Chile y Perú.

En las dos mayores, Brasil y México la baja será de -8 % y -7,5 %, respectivamente; en Argentina -7,3 % (ya sufría una profunda crisis por la peyorativa gestión de la administración de Mauricio Macri que dejó a la nación completamente endeudada).

La cifra de Chile, país que también padece las consecuencias del régimen neoliberal de Sebastián Piñera,   bajará -10 % y Perú, -12 %, estima el Banco Mundial.

Son varias las causas que han llevado a América Latina a esta asfixiante situación y la principal ha sido la imposición de las políticas neoliberales que han enriquecido a unos pocos en detrimento de millones de pobladores; la proliferación de la privatización de activos y empresas estatales y la poca voluntad política de las capas dirigentes que se adueñaron del poder en algunos países bajo la orientación y las directivas emanadas desde Washington.

Brasil, desde que fue derrocada Dilma Rousseff por un golpe de Estado parlamentario, las capas pudientes se adueñaron de la nación y hasta eliminaron los programas sociales encausados por los gobiernos de Inacio Lula da Silva y de Rousseff que sacaron a millones de brasileños de la pobreza.

También clausuraron el Más Médico mediante el cual cerca de 20 000 especialistas cubanos atendieron durante cinco años a 113 359 000 pacientes en más de 3 600 municipios brasileños. Ahora la situación se ha revertido y el gigante sudamericano presenta la tasa más alta de infección por coronavirus con alrededor de 810 000 y 43 000 fallecidos.
México, donde los funcionarios de gobiernos anteriores se dedicaron a desbancar al erario público y acumular riquezas personales, sufre ahora las consecuencias de esas políticas con deficientes sistemas de salud para atender a los enfermos por la covid-19.

La actividad económica chilena cayó un 15,5 % en mayo mientras que en el segundo trimestre el PIB del mayor exportador mundial de cobre retrocedió un 13 %, mientras persisten las amenazas de nuevas manifestaciones por las rancias políticas contra la seguridad social y los constantes desempleos provocados por las malas gestiones de Piñera, quien en contraposición ha incrementado su capital a más de 2 800 millones de dólares.

La pandemia también ha colapsado a las economías de Perú, Ecuador y Colombia sobre todo por la paralización de las actividades y la desatención histórica de los diferentes gobiernos a la salud pública por lo que no han podido contrarrestar el avance de la epidemia.

La propagación de la pandemia sin que se haya podido controlar, el abaratamiento de las materias primas (fuente principal de divisas para estos países); deterioro financiero; impedimento para obtener nuevas inversiones extranjeras; la baja en la entrada de remesas y la crisis global aparecen como otras causas que influyen en la estrepitosa caída de la economía regional.

La privatización de la salud pública por la adopción de sistemas neoliberales ha hundido en un verdadero caos a muchas naciones de América Latina sin que Estados Unidos, su máximo propulsor y que aún la mira como su patio trasero, haya intentado ayudarla pues el propio régimen de Donald Trump se encuentra en un enorme atolladero con su sistema de salud colapsado por las privatizaciones que lo han colocado en el centro de la pandemia mundial con 2 200 000 contagiados y más de 116 000 fallecidos.

Latinoamérica necesita un cambio de sistema para el bienestar de sus habitantes pues como ha quedado demostrado, las leyes del mercado no pueden resolver el hambre y la miseria que ha dejado el neoliberalismo.

 

Fuente :  https://www.tercerainformacion.es/opinion/opinion/2020/06/18/america-latina-en-terapia-economica

Imagen: https://pixabay.com/

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Banco Mundial: Más de 60 millones de personas podrían caer en pobreza extrema por COVID-19

Redacción: Estrategia y Negocio

Más de 60 millones de personas podrían ser ‘empujadas’ a la pobreza extrema en 2020, advirtió este martes David Malpass, presidente del Banco Mundial, esto debido a la pandemia del nuevo coronavirus y los cierres económicos obligados determinados para detener contagios.

Esta situación ha dado un duro golpe a la economía mundial, en especial a los países más pobres con un impacto directo en el ingreso de la población.

“Es probable que estas estimaciones aumenten aún más, con la reapertura de las economías avanzadas como determinante principal”, agregó al precisar la necesidad de que países en desarrollo y la comunidad internacional tomen medidas para acelerar la recuperación.

Según los capítulos analíticos 3 y 4 del informe de Perspectivas de la Economía Mundial del Banco Mundial, las medidas de respuesta a corto plazo para abordar la emergencia de salud deberán ir acompañadas de políticas integrales para impulsar el crecimiento a largo plazo, incluso mejorando la gobernanza y los entornos empresariales, y expandiendo y mejorando los resultados de la inversión en educación y salud pública. Para hacer que las economías futuras sean más resistentes, muchos países necesitarán sistemas que puedan construir y retener más capital humano y físico durante la recuperación, utilizando políticas que reflejen y fomenten la necesidad postpandemia de nuevos tipos de empleos, empresas y sistemas de Gobierno.

“Las elecciones de políticas realizadas hoy, incluida una mayor transparencia de la deuda para invitar a nuevas inversiones; avances más rápidos en la conectividad digital, y una gran expansión de las redes de seguridad de efectivo para los pobres, ayudarán a limitar el daño y construir una recuperación más fuerte” señaló el presidente del organismo.

Malpass identificó el financiamiento y la construcción de infraestructura productiva entre los desafíos de desarrollo más difícil de resolver y advirtió sobre la necesidad de ver medidas para acelerar los litigios y la resolución de quiebras.

A largo plazo, la pandemia dejará daños duraderos a través de múltiples canales, incluida una menor inversión; erosión del capital físico y humano debido al cierre de empresas y la pérdida de escolaridad y empleos; y un retiro de los vínculos mundiales de comercio y oferta.

Bajos precios del petróleo poco ayudarán a la recuperación

Los países en desarrollo que dependen del turismo, las remesas y del comercio mundial serán particularmente afectados, advierte el análisis del Banco Mundial y alerta que los bajos precios del petróleo poco ayudarán a la recuperación y en cambio, pueden agravar el daño causado por la pandemia al debilitar aún más las finanzas de los productores.

“Es probable que los bajos precios del petróleo proporcionen, en el mejor de los casos, un apoyo marginal a la actividad global al comienzo de la recuperación”, anticipa el análisis.

Para las economías emergentes exportadoras de petróleo, el escenario es poco alentador, ya que además de la crisis de salud pública sin precedentes, experimentan fuertes recesiones económicas a medida que sus ingresos por exportaciones cayeron.

«Incluso si los precios del petróleo aumentan a medida que se recupera la demanda mundial de petróleo, la reciente caída de los precios es otro recordatorio para los países exportadores de petróleo de la urgencia de continuar con las reformas para diversificar sus economías», consideró Ayhan Kose, director del Grupo de Prospectos del Banco Mundial.

Fuente: https://www.estrategiaynegocios.net/lasclavesdeldia/1383883-330/banco-mundial-m%C3%A1s-de-60-millones-de-personas-podr%C3%ADan-caer-en-pobreza

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Mundo: ‘Peligro inmediato’: la mitad de la fuerza laboral mundial podría perder la vida debido a Covid-19, advierte la agencia de la ONU

Mundo/03-05-2020/Autor(a) y Fuente: www.rt.com

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) advirtió que alrededor de la mitad de la fuerza laboral mundial, o 1.600 millones de trabajadores, corren un riesgo inminente de perder su sustento debido al impacto económico de la pandemia de coronavirus.

En su último informe, la agencia de la ONU declaró que los más afectados por los efectos financieros del brote de Covid-19 han sido los trabajadores de la «economía informal», incluidos los trabajadores independientes y los que tienen un contrato a corto plazo. 

«Se estima que el primer mes de la crisis dio como resultado una caída del 60 por ciento en los ingresos de los trabajadores informales a nivel mundial», dijo la OIT sobre el daño económico ya causado por la pandemia.

«Para millones de trabajadores, sin ingresos significa sin alimentos, sin seguridad y sin futuro», dijo el Director General de la OIT, Guy Ryder, sobre el fuerte impacto de una caída económica.La crisis cada vez más profunda en muchas partes del mundo ha dejado a más de 436 millones de empresas enfrentando dificultades financieras y un posible cierre, declaró la OIT, que inevitablemente perjudicará a los trabajadores. El informe enumeró los sectores más afectados como manufactura, alojamiento y servicios de alimentos, comercio mayorista y minorista, y bienes raíces.

Agregó que, según datos de la OIT, se espera un aumento «masivo» de los niveles de pobreza en todo el mundo, a menos que los gobiernos reconozcan la necesidad de reconstruir sus economías en torno a mejores prácticas laborales y «no un retorno al mundo precario de precarias trabajar para la mayoría «.

Desde que surgió el nuevo coronavirus en China a fines del año pasado, se han confirmado más de 3.1 millones de casos en todo el mundo y más de 216,000 personas han muerto. Los drásticos bloqueos para limitar su propagación han tenido un efecto negativo en la economía mundial, lo que provocó la agitación del mercado y numerosas proyecciones de la fuerte recesión que se producirá este año.

Fuente e Imagen: https://www.rt.com/news/487288-coronavirus-economic-impact-workforce-jobs/

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Declaración conjunta del Consejo Global Unions | COVID-19: Se requieren medidas urgentes de estímulo económico y en el ámbito laboral

La rápida y amplia propagación del virus SARS-CoV-2 y la enfermedad que provoca (COVID-19) exigen una respuesta mundial urgente para proteger la salud y estimular, al mismo tiempo, la economía. Tanto gobiernos como empleadores deben actuar para proteger a los trabajadores y frenar la transmisión en los lugares de trabajo.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha advertido ya de que la COVID-19 podría ocasionar una crisis económica similar a la recesión que sufrimos en 2008. Resulta evidente la necesidad de que los gobiernos actúen de manera coordinada y junto con las instituciones multilaterales para proteger la economía y conservar los puestos de trabajo de las personas. La economía mundial necesita un estímulo económico que llegue a la economía real, a los trabajadores y a las pequeñas empresas, y que dé prioridad al empleo, el sustento y las comunidades. Es esencial apoyar los ingresos de todos los trabajadores, incluidos los empleados a tiempo parcial, migrantes, no residentes, personas con empleos precarios o por proyectos y trabajadores informales.

Photo: Mwesigwa Joel/Unsplash

Los empleadores representan la primera línea del impacto económico, social y sanitario del coronavirus. Si no cuentan con protección, se incrementará la propagación de la enfermedad. Es necesario tomar medidas especiales para conceder el derecho a baja remunerada por enfermedad a todos los trabajadores que no lo tengan, así como para mejorar las disposiciones en caso de enfermedad cuando estas existen, además de garantizar condiciones y acuerdos laborales que ofrezcan dicha protección.

Los trabajadores que dependan de empresas de plataformas para su empleo deberían disponer de acceso a la protección social y la compensación de fondos correspondientes a cargo de las propias empresas.

El mundo se enfrenta a una crisis inminente y potencialmente mayúscula. La propagación del virus a los países más pobres, en los que las infraestructuras y servicios sanitarios son inadecuados, podría dar lugar a consecuencias catastróficas para cientos de millones de personas. A esto se suma la enorme presión que se está ejerciendo sobre los sistemas de salud por culpa de la COVID-19, que podría provocar nuevos desafíos significativos a la sanidad pública.

Aunque los trabajadores de todos los sectores están expuestos a riesgos, son los profesionales sanitarios quienes se ven obligados a asumir la carga inmediata de las medidas de mitigación y tratamiento. En numerosos países, la financiación de la sanidad resulta insuficiente o la población no está cubierta por un sistema sanitario, e incluso en los lugares cuyos sistemas de salud pública figuran entre los mejores del mundo, las consecuencias de la COVID-19 podrían ser aplastantes. La respuesta mundial debe priorizar esta cuestión.

A medida que se extiende el impacto del virus, el diálogo entre sindicatos, empleadores y gobiernos, y la negociación colectiva adquieren una importancia clave para proteger la salud de los trabajadores y sus derechos laborales.

Los gobiernos deben estar a la altura del desafío, gestionar la crisis desde hoy mismo y prepararse y prevenir crisis sanitarias futuras. Los trabajadores y sus lugares de trabajo resultan fundamentales para ello.

El Consejo Global Unions (CGU), que representa a 200 millones de trabajadores de todo el mundo, insta a los gobiernos a:

  • Acordar de inmediato el derecho a bajas remuneradas por enfermedad, mantener los ingresos y ampliar la protección social a todos los trabajadores, incluidos los que tengan un empleo formal, informal, precario o por proyectos, con independencia de su relación contractual;
  • Adoptar paquetes de estímulo con gasto estatal destinado a mantener los puestos de trabajo y la economía, proteger salarios, el bienestar de los trabajadores y las pequeñas y medianas empresas (PyME); y
  • Colaborar e implicarse con instituciones multilaterales e incrementar la ayuda a los países con menos posibilidades de responder a la amenaza que representa la COVID-19 y asegurarse de que las instituciones financieras multilaterales evalúen las necesidades nacionales y respondan de manera adecuada.

 

El CGU insta a los empleadores a:

  • Reconocer y negociar con los sindicatos para identificar las amenazas a la salud, los derechos y el bienestar de los trabajadores, y desarrollar y poner en marcha las respuestas adecuadas en el lugar de trabajo;
  • Reconocer y ejercer su obligación de diligencia respecto a todos los trabajadores en sus empresas y en toda la cadena de suministro, y mantener contratos con sus proveedores, dando prioridad a los derechos y el bienestar de esos trabajadores en su respuesta a las amenazas derivadas del coronavirus;
  • Implicar a los representantes de los trabajadores en los procesos destinados a identificar, prevenir, mitigar y tener en cuenta las amenazas de la COVID-19 y la evaluación de las respuestas de empleadores y gobiernos;
  • Asegurar que se establezcan planes y protecciones de la salud y que se respeten sin excepción;
  • Proteger los salarios y pagas completas de los trabajadores por distintos medios establecidos de mutuo acuerdo y mediante negociación colectiva;
  • Garantizar permisos remunerados, en forma de bajas por enfermedad o vacaciones, desde el primer día, para cualquier trabajador amenazado o infectado por la COVID-19;
  • Establecer fondos de compensación para todos los trabajadores, incluidos aquellos con formas atípicas de empleo y contratos temporales, que sufran el impacto negativo de la COVID-19 y las correspondientes respuestas; y
  • Ofrecer condiciones de trabajo y acuerdos adaptados y responsables en lugar de trabajo a todos los trabajadores.

Todos los empleados y empleadas, si fuera necesario, deberán tener acceso a pruebas médicas gratuitas, tratamiento, equipamiento, formación y facilidades para recibirla, sobre todo si se dedican a la provisión de servicios médicos. Se debe prestar especial atención a la situación de los trabajadores migrantes, muchos de los cuales resultan particularmente vulnerables. Además, ha de protegerse la privacidad y los datos personales de los trabajadores que se sometan a pruebas y exámenes médicos como parte de la respuesta a la amenaza del coronavirus. Los trabajadores deberán poder reincorporarse a su puesto de trabajo habitual en cuanto resulte posible a nivel práctico en caso de que las medidas locales o nacionales de confinamiento les impidan hacerlo por motivos económicos o logísticos.

Fuente: https://www.ei-ie.org/spa/detail/16662/council-of-global-unions-joint-statement-covid-19-urgent-economic-stimulus-and-workplace-measures-required

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Covid-19 y la economía mundial

Por. La Jornada

La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) disminuyó sus tasas de interés a cero (un máximo de 0.25 por ciento) a fin de apoyar la reactivación de la economía global, la cual está ya severamente afectada por la paralización de actividades derivada de las medidas para enfrentar la pandemia de coronavirus que se extiende por el mundo. Asimismo, la Fed lanzó un programa de recompra de bonos por un total de 700 mil millones de dólares para las próximas semanas. Medidas similares adoptaron los bancos centrales de Europa, Canadá, Gran Bretaña, Japón y Suiza, con el propósito de facilitar a entidades financieras el acceso a dólares.

Tales decisiones dan cuenta de la preocupación existente en los circuitos financieros del orbe por los desastrosos efectos que las medidas de mitigación de la epidemia están teniendo en el desarrollo de las naciones ricas. Los sectores de viajes y turismo son los primeros grandes perjudicados, seguidos por los servicios y la industria de espectáculos y entretenimiento; sin embargo, los expertos dan por sentado que los efectos de la contracción económica llegarán como una onda expansiva a otros ámbitos, con una magnitud aún difícil de precisar.

También resulta aventurado determinar, por ahora, la envergadura de la reconfiguración económica que producirá la emergencia sanitaria mundial, aunque pueden apuntarse algunos elementos para ponderarla: si los sectores mencionados se enfrentan a desastres de diversa magnitud, es probable que los consorcios hospitalarios privados y la industria farmacéutica experimenten una expansión como consecuencia del incremento en la demanda de sus servicios y productos, y resulta razonable prever que, a corto plazo, compras de pánico masivas que han tenido lugar en diferentes países impulsen las ganancias de las empresas minoristas.

Otro escenario posible e incluso probable es que la pandemia y las medidas para combatirla alteren, de manera coyuntural, la correlación de fuerzas económicas, particularmente entre Estados Unidos y Europa occidental, y de China con el resto del mundo.

Sería contraproducente y deplorable que en esta circunstancia los gobiernos intentaran utilizar a su favor la contingencia con propósitos de guerra comercial o financiera, una eventualidad que no puede descartarse, particularmente si se considera el afán de la administración que encabeza Donald Trump por derrotar a China en el terreno de los intercambios comerciales.

Si no se entiende que la amenaza es global y que se requiere de la unión de esfuerzos y la coordinación para hacerle frente, se socavará la capacidad de la comunidad internacional para minimizar la mortalidad y la extensión del Covid-19.

En esta perspectiva, cabe esperar que quienes toman las máximas decisiones políticas en el mundo tengan la sensatez requerida para dejar de lado sus cálculos geopolíticos y se sometan a las recomendaciones eminentemente técnicas de la Organización Mundial de la Salud.

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El mundo debe cambiar de base

El mundo debe cambiar de base

Catherine Samary

De entrada quisiera adherirme a la delaración de La Vía Campesina con motivo de la COP25 desplazada de Santiago de Chile a Madrid: «[La Vía Campesina] une su voz de resistencia a la del pueblo chileno» y «con derechos y en democracia, seguiremos haciendo justicia social y climática». Al igual que La Vía Campesina, hay que denunciar «la cooptación de la CMNUCC por corporaciones transnacionales y sus gobiernos defensores», que es la causa de «las múltiples contradicciones en el Acuerdo de Paris (COP21), incluyendo su carácter no vinculante y su incapacidad de superar lógicas de mercado». Son estos, «mecanismos de mercado que permitirán a algunos países –y sus transnacionales- seguir contaminando sin cesar a costa del clima y de los derechos», los que determinan de antemano el fracaso de la COP25.

Ahí reside también la responsabilidad criminal de las políticas que aceptan los Tratados de pseudo-libre cambio (entre desiguales) elaborada desde hace años y que no respetan ni los derechos sociales ni medioambientales, mientras que sus tribunales privados ad hoc protegen el «derecho de competencia» impulsado por las multinacionales. Desde hace décadas, las instituciones de la globalización y las fuerzas políticas que las impulsan han expandido este denominado derecho, legitimándolo de forma pseudo-científica (por consiguiente, indiscutible) en nombre de un pseudo interés general que derivaría de la competencia «libre y no distorsionada»: mediante una trasposición paradójica, la protección de los derechos sociales y medioambientales, que deberían ser objetivos universales, son tratados como corporativos, mientras que los criterios de la competencia mercantil se presentan como de ¡interés general!

Esto es también lo que se supone que la Comisión europea debe incorporar en nombre de la lógica de los Tratados de la Unión Europea. Y es esto lo que tenemos que deconstruir, deslegitimar y poner en cuestión: contra los climato falsificadores del ámbito científico y los poderes dominantes, «con derechos y en democracia».

Comparto en lo fundamental los análisis de Daniel Tanuro tanto sobre el imposible capitalismo verde como que [la crisis climática] no deriva de una fatal naturaleza humana en el Antropoceno 1/.

Desarrollaré el debate partiendo sobre el llamado giro neoliberal que se impuso en Chile contra Allende y cuyo epicentro estaba en el corazón de un orden imperialista en crisis en aquellos momentos. Es partiendo de lo que amenazaba en los años 1960-1970 ese orden como se pueden encontrar las raíces del llamado giro neoliberal. Tras describir sus rasgos más generales, quisiera plantear las causas más profundas del antropoceno para combatir todo fatalismo sobre la naturaleza humana o el productivismo.

Crisis de costes, pero ¿para quién?

Las llamadas políticas neoliberales impuestas en los países dominantes desde los años 1980 tenían como objetivo dar una respuesta a la manifiesta crisis de costes de los años 1970. Pero, lejos de ser técnica o de naturaleza económica abstracta, esta crisis encubría las transformaciones en la relación de fuerza sociales y geopolíticas mundiales en dos ámbitos fundamentales para los beneficios: las relaciones salariales y las relaciones coloniales mundiales subyacentes a la producción/distribución de la energía. Todo ello en medio de un incremento de la puesta en cuestión de las relaciones de dominación a nivel mundial.

Se trataba pues de un sistema de dominación que estaba amenazado. El nuevo capitalismo, fruto de los profundos cambios de los años 1980, al liberar el trabajo del Estado social» (peor, socialista!) y de sus garantías (no para mejorarlas, sino para destruirlas), pretendió responder a las aspiraciones de autonomía, sobre todo de la juventud, frente a unas relaciones estatales y burocráticas,. Al hacerlo, se pusieron en cuestión todos los derechos colectivos que permitían resistir a la pura lógica del beneficio mercantil, se tratara de los derechos laborales o los servicios públicos. La revolución tecnológica, la financiarización de la economía y la organización de la competencia de la fuerza de trabajo a nivel mundial se pondrán al servicio de ese objetivo. En paralelo, en esa misma fase histórica, las nuevas guerras de civilización camuflaron objetivos estratégicos de reconquista neocolonial para el control de los recursos energéticos. Estos no sólo eran (ni en principio) escasos, y por tanto caros, como afirman los esquemas dominantes: en primer lugar, se hicieron más caros para los países dominantes confrontados a la rebelión de los países productores frente a las multinacionales estadounidenses que durante décadas impusieron un precio administrado para la distribución del petróleo con el objetivo de maximizar sus beneficios.

Por tanto, la denominada crisis del petróleo de los años 1970 fue, de entrada, una crisis de la dominación imperialista de EE UU y del dólar en el contexto de un ascenso de las revoluciones anticolonialistas y de la guerra en Vietnam, que en esos años estaba muy cuestionada por la juventud en el seno de todas las grandes potencias capitalistas. Así pues, esta crisis encareció los costes del conjunto del aparato productivo y de consumo que a nivel mundial se basaba en un petróleo barato. Desgraciadamente, como se pudo comprobar después, los petrodólares derivados de esta nueva renta no beneficiaron a las poblaciones de los países productores. Y en los países dominantes la estanflación (ralentización del crecimiento + inflación debida a múltiples causas) reforzó la puesta en cuestión ideológica de las políticas de inspiración keynesiana, que habían sido dominantes hasta entonces, desde una perspectiva neoliberal. La dinámica antisocial y, por consiguiente, antidemocrática que se impuso durante los años 1980 se vio reforzada por la ausencia de una alternativa socialista coherente 2/.

Frente a una crisis del orden mundial derivada de la crisis de los beneficios en los países capitalistas dominantes, el contraataque a todos los niveles significó encaminarse hacia unas relaciones sociales propias del siglo XIX: el capitalismo del siglo XXI liberó a las grandes empresas y a los Estados de lo que se ha denominado cargas sociales y de una mentalidad asistencial, fruto de los derechos sociales conquistados con gran esfuerzo y lucha en el siglo XX. Quienes tomaban las decisiones sobre los intercambios internacionales siguieron con su acción filantrópica, pretendidamente para alimentar el planeta, como forma de acaparar mercados que hasta entonces habían escapado a los intercambios mercantiles internacionales; sobre todo, la agricultura, la posibilidad de extraer nuevas fuentes de energía y las inversiones financieras. Fuera cual fuera el coste social y medioambiental. Esta lógica destruyó la producción de alimentos, muchos bosques y cualquier posibilidad de soberanía alimentaria para los pueblos. Al mismo tiempo, trajo la privatización del agua y de las tierras más fértiles combinada con la puesta en cuestión de la relación con la naturaleza de las poblaciones indígenas que fueron pisoteadas para apoderarse de los recursos y sus saberes, que hasta entonces constituían un bien común.

Este sistema saquea y contamina los comunes naturales porque su fuerza motriz se encuentra en los valores mercantiles bursátiles, indiferentes a los derechos sociales y medioambientales. La raíz de estas políticas destructoras se encuentra ahí y en la medida quer no son fruto de ninguna fatalidad natural, se pueden combatir.

El origen de lo que se denomina antropoceno viene de más lejos

No hay necesidad de entrar en las controversias bizantinas sobre este tema. Deberíamos lograr un consenso sobre la cuestión principal, que combine la doble dimensión, física y socio-económica, de las grandes fases geo-políticas de transformación del mundo.

Este gráfico muestra en qué consistió el despegue del consumo de energía/persona desde 1860 a 2016 3/ (en un sentido amplio y material del consumo tanto productivo como improductivo); es decir, de la principal parte de los recursos naturales finitos. Abarca varias fases de la globalización a las que hay que caracterizar como capitalistas para distinguirlas de las épocas previas de la globalización colonial o pre-industrial asociadas, sobretodo a partir del siglo XVI, a las alianzas mercantiles entre grandes mercaderes y fuertes Estados monárquicos dotados de ejércitos y armadas, que gobernaban sociedades en gran parte pre-capitalistas. Estas potencias coloniales se vieron afectadas de forma desigual por las revoluciones burguesas anti-feudales y por la lógica de acumulación primitiva del capital mercantil 4/. En lo que respecta al saqueo colonial y a las relaciones sociales de los países afectados, estas épocas no fueron ni mejores ni menos violentas que las que les siguieron. Aquí solo tratamos de decir que no pudieron ejercer sobre los recursos naturales los efectos sin precedentes que imprimiría la industrialización capitalista.

En efecto, el despegue y las modalidades en la utilización de la energía del antropoceno puede relacionarse a tres dimensiones propiamente capitalistas de la industrialización del siglo XIX y a sus consecuencias posteriores: el productivismo, la necesidad de expansión imperialista y la generalización de las relaciones mercantiles. Es necesario traerlas a colación remarcando al mismo tiempo que el anticapitalismo no suficiente para ofrecer una alternativa socialista/comunista coherente. Así pues, hay que abordar los problemas de forma concreta.

¿Qué productivismo?

Una dinámica específica asociada a las relaciones sociales de propiedad y de clase empuja al capitalismo al desarrollo de las fuerzas productivas. Sobre todo a la innovación tecnológica y al maquinismo: ahí se encuentra el originen profundo del incremento sin precedente en el uso de las diversas fuentes de energía. Bajo la presión de la competencia entre distintos capitales, este sistema necesita aumentar la capacidad productiva del trabajo y reemplazar el trabajo vivo por máquinas cuando se imponen los incrementos salariales arrancados por la lucha; el paro(o la precarización masiva) se convierten en un arma para bloquear las reivindicaciones salariales. Esta es la primera dimensión capitalista de lo que se denomina de forma insatisfactoria productivismo.

Desde hace mucho tiempo, el movimiento obrero, sobre todo marxista, y también la experiencia de los países que se reclamaban del socialismo, han estado marcados por una visión insuficientemente crítica de este crecimiento de las fuerzas productivas (en su dimensión social, técnica y medioambiental) y la errónea hipótesis de una fase comunista en la que reinaría la abundancia como condición para superar las relaciones mercantiles. Hay que reconocerlo y hacerse cargo de ello a la hora de buscar alternativas anticapitalista a partir del balance de los defectos y fracasos de las revoluciones del siglo XX. Por una parte, el recurso a un acceso gratuito (no mercantil) a los servicios básicos –educación, sanidad, transporte…- no depende más que de opciones sociales y políticas en torno a la financiación de la producción y distribución de estos servicios, y no del nivel de desarrollo de las fuerzas productivas. Por otra parte, los recursos naturales, supuestamente abundantes, no son inagotables, y los principios de la economía deben integrarse plenamente en la producción y usos planificados a todos los niveles de la sociedad y a nivel internacional. Por último, la finalidad emancipadora de un proyecto anti-capitalista contra todas las formas de dominación, pueden y deben ser defendidas y aplicadas antes incluso que se de el cambio de sociedad –en y contra el capitalismo- para tener alguna opción de triunfar conscientemente después. Contra toda visión etapista y ciega, o contra toda jerarquía prefijada en el rechazo de las relaciones de dominación, de lo que se trata es de rechazar todas las relaciones de explotación, de opresión y discriminación, sin esperar a la revolución que al día siguiente solo celebraría el fin del reino del beneficio. El Manifiesto feminista para el 99% expresa bien esta exigencia.

Evidentemente, a nivel global es necesario aplicar la exigencia de poner en evidencia las lógicas socio-económicas concretas tras el mercado o el plan, en las instituciones y en las asociaciones, contra todo productivismo devastador, capitalista o no capitalista. Daniel Tanuro ha puesto de relieve los considerables estragos medioambientales (por ignorancia o por burocratización) que se dieron en las sociedades que se reclamaban del socialismo 5/. La lógica de la planificación socialista no estaba exenta de las ilusiones en lo que respecta a la abundancia de los recursos naturales, ni estaba protegida de la ignorancia sobre los ecosistemas; más aún en la medida en que el mundo y los saberes campesinos fueron denigrados o ignorados. Nada de todo ello deriva necesariamente del pensamiento marxista 6/, ni de la experiencia socialista; diríamos que incluso está en contradicción con ellos y los debilitan.

La expansión mundial (neo)colonialista del capitalismo

La dimensión capitalista del antropoceno abarca una segunda dimensión orgánicamente vinculada a la primera (productivista): la necesidad intrínseca de una internacionalización del sistema de dominación.

Es importante caracterizar la globalización capitalista del siglo XIX: se trata de enfatizar una nueva fase en la cual el motor de la expansión colonial se convirtió en la búsqueda de una solución a las crisis orgánicas (de sobreproducción de mercancías y de sobreacumulación de capital) del capitalismo industrial allí donde nació: las nuevas potencias rivales que estarán en el epicentro serán Francia y sobre todo el Reino Unido del siglo XIX y después EE UU en el siglo XX. Las diferencias internacionales se ampliarán históricamente por la combinación del colonialismo (o neo-colonialismo cuando los países dominados eran formalmente independientes) y las opciones y condiciones de producción e intercambio fundamentalmente determinadas por las necesidades específicas de los países industriales imperialistas dotados de su industria armamentística y su armada. La relaciones de dependencia económica van a marcar las condiciones de explotación (y de distribución mundial) de las materias primas: desde el trigo que determina el precio del pan y, con ello, el de los salarios, hasta las diferentes fuentes de energía, pasando por los metales preciosos.

A la legitimación racista de la esclavitud y los saqueos coloniales y a la relación de fuerzas mercantiles, se añadirán o se combinarán la fuerza devastadora de lo que se teorizó como una división de trabajo pacífica y justa, según las ventajas comparativas que poseían las distintas naciones en el marco de intercambios supuestamente igualitarios. Este supuesto librecambio fue teorizado por el economista británico David Ricardo (1772-1883): el comercio internacional se presentaba como una juego de suma positiva (donde todo el mundo gana). A menudo se olvida subrayar que Ricardo (o con él, el Reino Unido del siglo XIX) inventó el librecambio: se trataba de una nueva política económica de hecho (pero no explícitamente) asociada orgánicamente a la tendencia a la baja de la tasa de beneficio analizada por Ricardo antes que Marx, en el contexto de la lucha de clases. Ricardo enfatizaba sobre todo el impacto del ascenso del precio del trigo, por tanto del pan, en Inglaterra debido a la explotación de tierras cada vez menos fértiles: la razón para abolir las Corn Laws (Leyes sobre el trigo) fue importar trigo más barato.

Marx retendrá de Ricardo la teoría del valor-trabajo y el planteamiento sobre las clases para radicalizar el análisis de la explotación y las contradicciones capitalistas desde el punto de vista de las y los dominados. Pero hasta el presente, quienes defienden el orden capitalista dominante sólo retendrán la división internacional del trabajo y la cobertura ideológica de los intercambios internacionales propugnados. Es decir, las condiciones de extracción y apropiación de las materias primas en los países dominados. Sin embargo, también hay que subrayar que las tesis del librecambio de Ricardo –por consiguiente la puesta en cuestión teórica de las prácticas mercantilistas de los Estados hiper proteccionistas- fueron rechazadas por los países rivales de Inglaterra, fueran Estados Unidos o Alemania. El economista alemán Friedrich List fue, contra Ricardo, el gran teórico de la protección de las industrias nacientes. Pero se trataba de un punto de vista de clase y colonialista que se aplicará más allá de las condiciones limitadas de las industrias nacientes, y siempre limitadas a los países con pretensiones dominantes o civilizadoras. Así pues, en el siglo XIX, tanto las fuerzas políticas dominantes en Estados Unidos como en Alemania criticaron la política impulsada por el Reino Unido afirmando que abolirían su proteccionismo (o el equivalente a sus Corn Laws) cuando sus países alcanzasen la misma posición dominante que Inglaterra.

Lo que en la práctica caracteriza a un país del centro (dominante o imperialista según la concepción marxista), se reclame o no del librecambio, es la capacidad para decidir (y eventualmente camuflarlo ideológicamente) lo que quiere proteger en su país con todo el poder de un Estado fuerte y su capacidad económica, financiera y político-militar, al tiempo que impone a otros la supresión de barreras proteccionistas. De ahí los mitos y las paradojas de los intercambios internacionales analizados remarcablemente por Paul Bairoch en sus diferentes fases 7/.

Pero ello remarca también el carácter oscuro de la pseudo alternativa entre librecambio proteccionismo, mientras no se defina quién decidecon qué objetivos, prioridades y derechos en las relaciones de producción e intercambio nacionales y mundiales y, por consiguiente, en base a qué relación entre los pueblos y con la naturaleza. El rechazo progresista del librecambio debe plantearse como una puesta en cuestión de los criterios del derecho a la competencia por encima de las cuestiones sociales y medioambientales. Ahora bien, estas cuestiones también pueden ser dejadas de lado por los proteccionismos nacionales. Una población que quiera romper con (o no someterse a) los criterios de acumulación y a las relaciones de dominación capitalistas puede tener necesidad de intercambios con los países capitalistas, pero los mismos han de estar supeditados a la opción y el control soberano, democrático y popular. Lo que le enfrenta a las clases dominantes nacionales e internacionales. La noción –defendida fundamentalmente por La Vía Campesina- de la soberanía alimentaria pone el acento en las objetivos populares que pueden ser sociales y ecológicas, determinados de forma democrática, que pueden volverse incluso contra el agronegocio del país exportador.

Esta posición puede fortalecerse mediante alianzas internacionalistas y luchas supranacionales contra la mercantilización del planeta, del agua, de la energía, de la tierra, y por el respeto de los derechos de los campesinos y campesinas y la satisfacción de las necesidades básicas para todos y todas. Esta noción de soberanía alimentaria es mucho más pertinente y progresiva que el proteccionismo nacional, en la medida que se centra en un tema concreto, defendible desde un punto de vista no nacionalista sino universal y bajo el control solidario y popular de las decisiones. Decisiones que pueden abordar explícitamente las necesidades y los derechos esenciales que deben satisfacerse, incluido el respeto por los bienes comunes.

Queda por determinar en cada caso cuáles son los medios financieros, las técnicas, las alianzas sociales y el nivel territorial (o más bien los niveles territoriales articulados) adecuados para la satisfacción de las necesidades y los derechos específicamente determinados. Pero es necesario debatir más sobre los aspectos sociales y ambientales de la tercera dimensión de la globalización capitalista.

Mercado y mercados – valor y riqueza…

El mercado (la moneda) existía antes del capitalismo y poca gente pensaba que se podría prescindir de él después. Pero ¿qué mercado y qué moneda? ¿Para hacer qué? ¿En qué sistema? Como anotó Karl Polanyi, el capitalismo transformó en mercancía la fuerza de trabajo, la tierra (la naturaleza) y la moneda: se trata de tres ámbitos fundamentales e imbricados del modo de producción capitalista en cuanto tal, que transformó profundamente las sociedades, de forma diferente en el tiempo y el espacio según los contextos.

Es la generalización y el dominio de las relaciones mercantiles las que parecen imponer las leyes económicas que van a caracterizar el nuevo sistema en torno a la transformación específica de la moneda en capital dinero. Lo primero que hay que hacer es escribir mercado en plural, como lo dijo Diane Elson 8/ en el debate de Alec Nove con Ernest Mandel en la New Left Review sobre el socialismo en los años 1980. Pero es necesario hacerlo comenzando (como lo hizo Polanyi) por contraponer y poner en cuestión de forma consciente la mercantilización de los seres humanos, la naturaleza y la moneda. El post-capitalismo depende de ello. Y también depende de una vuelta al dominio de las opiniones y criterios sobre los valores de uso y las relaciones humanas concretas frente el reino del dinero y de las mercancías.

Al igual que lo hicieron los primeros teóricos del capitalismo industrial (Smith y Ricardo), Marx retomó de Aristóteles la distinción entre el valor de uso (susceptible de satisfacer necesidades concretas) y el valor de cambio de las mercancías dotadas de un precio. Igualmente distinguió, como Aristóteles, la moneda que servía al intercambio y la dedicada a la acumulación. Estas nociones permitían, por una parte, no asimilar la riqueza con la simple posesión del dinero y, por otro, no reducir toda riqueza a los valores de cambio (a las mercancías). Marx se opuso sobre todo a quienes consideraban que el trabajo era la única fuente de riqueza, destacando que la naturaleza lo era también y de manera preciosa 9/.

Los modelos económicos dominantes han tenido tendencia a considerar los recursos naturales como inagotables y, por consiguiente, sin precio. Y, como hemos dicho más arriba, la división internacional de trabajo derivada de las condiciones de expansión capitalista del siglo XIX, fue legitimada teóricamente en nombre de la abundancia del trabajo (es decir, un factor de producción barato) asociado a la producción de materias primas, contra la abundancia de capital asociada a la producción de bienes manufacturados. Pero los mercados de bienes de producción y de materias primas no desempeñan la misma función ni transformac-on en relación a sus precios. Y tras la producción de los bienes manufacturados y de la tecnología hay conocimientos: el desarrollo de la educación es totalmente fundamental para cualquier control a ese nivel.

En los años 1960 los teóricos de la dependencia analizaron el ascenso de la descolonización y la afirmación del Tercer Mundo, el desarrollo en el subdesarrollo. Esta fue la raíz de las contradicciones socialmente explosivas del desarrollo desigual y combinado, mezcla de una industrialización capitalista extravertida y de estructuras arcaicas, de regímenes dictatoriales que imponían el mantenimiento de condiciones sociales de explotación y opresión de la fuerza de trabajo obrera y campesina en condiciones de existencia e ingresos de miseria en esos modelos económicos debido a su abundancia. No se puede comprender por qué las revoluciones anticapitalistas del siglo XX resultaron victoriosas en la semi-periferia del capitalismo ocultando estas realidades.

Marcaron una ruptura con la fatal espiral de la dependencia hacia los créditos de los países dominantes (es decir, contra la deuda), que, mucho antes que existiera el FMI, permitió a los países dominantes ofrecer sus préstamos condicionados –no sin recurrir a la fuerza militar y política- facilitando que las potencias coloniales ganaran en distintos ámbitos:

· La sobreacumulación de capital encontró una salida bajo la forma de créditos hacia los países dependientes… condicionados a la compra de bienes manufacturados.

· De esta forma también garantizaban mercados para la sobreproducción de bienes

· Los países dependientes tenían que devolver los préstamos exportando sus materias primas –producidas en condiciones de sobreexplotación; es decir a precios muy por debajo de las producciones equivalentes en los países dominantes.

· Por tanto estos la importación de estos productos baratos contribuyó a reducir los costos de producción en los países imperialistas y a restablecer el beneficio…

Se trata de nuevas relaciones de dependencia orgánica (que legitiman la utilización del concepto de economía mundo de Immanuel Walleestein, incorporando en él una visión marxista 10/), de nuevas desigualdades y desposesiones impuestas por el imperialismo como fase del capitalismo, analizado desde el punto de vista anti-colonialista (o decolonial), marxistas o no.

Para concluir… Por una planificación socialista autogestionada por las comunidades afectadas y articulada a todos los niveles territoriales necesarios

En un artículo titulado –con razón- «Por qué el crecimiento verde es una ilusión» 11/, los investigadores Enno Schröeder y Servaas Storm nos decían: «Nada, salvo una movilización masiva a favor de una descarbonización profunda de la economía mundial, puede evitar la catástrofe climática inminente». Remarcaban que su «análisis estadístico mostraba que para evitar la catástrofe climática, el futuro debe ser radicalmente diferente al pasado. La estabilización del clima necesita perturbar de raíz la producción de la energía a base de hidrocarburos y de las infraestructuras de transporte, una puesta en cuestión total de los intereses acumulados en la energía y la industria de los combustibles fósiles, así como inversiones pública a gran escala; y todo ello en el menor tiempo posible». El problema de la mayoría de los economistas, añadían, es que todo esto «huele a planificación, coordinación e intervención pública», lo que, enfatizan, va contra las convicciones sobe la eficacia de la regulación a través del mercado que comparte la mayoría de entre ellos. No solo los economistas dominantes no poseen la solución, sino que son parte del problema 12/. Y con ellos, las grandes instituciones de la globalización.

Ahora bien, ¿de qué planificación se trata? ¿Controlada por quién y a qué nivel? Si se quieren establecer puentes (transición) entre la situación actual, de experiencias parciales, y el futuro deseado (de derechos y objetivos), es necesario tener un mínimo debate sobre estas cuestiones. Al igual que Daniel Tanuro, defiendo la idea de que una planificación socialista autogestionada es contraria al estatismo pero que tampoco se puede reducir a procesos de decisión descentralizados y atomizados, aunque sean autogestionados localmente. Todo eso hay que debatirlo en base a objetivos y experiencias concretas 13/.

Las luchas actuales forman parte de la experiencia. La de los chalecos amarillos, como también las explosiones sociales en el mundo entero, han puesto al descubierto que los gobiernos actuales (ellos también, no solo los economistas) son parte fundamental, del problema. Y no se pueden separar tres cuestiones fundamentales orgánicamente asociadas: la urgencia social, medioambiental y democrática. Los impuestos sobre los carburantes impuestos a la gente que tiene dificultades para llegar a fin de mes son injustos e ineficaces, sin que, por otra parte, ello garantice que este tipo de impuestos sirva para responder al desafío climático ni que serán utilizados en los presupuestos del Estado para responder a ese desafío.

«La historia nos ha enseñado que las soluciones vienen del pueblo», dice La Vía Campesina, añadiendo «pero demandamos que aquellos que deberían representarnos asuman sus responsabilidades en lugar de ser serviles al capital».

Esto quiere decir que las soluciones no pueden ser la suma de cambios individuales o locales o incluso fruto de una gestión de los comunes que se satisfaría con islas de bienestar para algunos y algunas, indiferentes a las catástrofes y miserias medioambientales. En todo caso, es crucial subordinar el dinero, las finanzas y la banca a la satisfacción de las necesidades sociales y medioambientales. Al igual que lo es el control plural y democrático de la sociedad sobre las decisiones a adoptar.

«Con derechos y en democracia, seguiremos haciendo justicia social y climática». Tenemos que hacerlo de fomra socialidaria, desde el ámbito local al planetario, pasando por el continental para que el mundo cambie de base.

Notas:

1/ Además de su trabajo principal «El imposible capitalismo verde» (2012, viento sur – La Oveja Roja), léase su entrevista en Ballast que sintetiza bien los principales problemas actuales: https://www.revue-ballast.fr/daniel-tanuro-collapsologie-toutes-les-derives-ideologiques-sont-possibles/

2/ En los países que se reclamaron del socialismo, la restauración capitalista fue facilitada por la represión burocrática de los movimientos destinados a reducir la brecha entre las promesas, las aspiraciones socialistas y la opresión del gobierno de un solo partido; cf. https://www.contretemps.eu/pologne-tchecoslovaquie-yougoslavie-1968/

3/ Tomo prestado este gráfico muy expresivo del ingeniero politécnico francés Jean-Marc Jancovici (cuyas interpretaciones «económicas» son más que ligeras, pero que enfatiza con razón la importancia de la energía mal evaluada por los economistas dominante) https://jancovici.com/transition-energetique/l-energie-et-nous/lenergie-de-quoi-sagit-il-exactement/

4/ Así, diferentes «mercantilismos» también se traducirán en una utilización diferente de las conquistas coloniales (y su saqueo) en las políticas de industrialización emergentes de acuerdo con lo que sucederá políticamente en las monarquías españolas, portuguesas, francesas o del Reino Unido …

5/ Desarrollé este análisis crítico de la noción de productivismo en las sociedades capitalistas o que se reclaman del socialismo en https://www.pressegauche.org/Des-degats-du-productivisme-a-la-planification-ecosocialiste-autogestionnaire-14790

6/ Leer en relación a Marx respecto a este tema, Michel Husson: https://www.vientosur.info/spip.php?article13543

7/ «Paul Bairoch analiza las islas de librecambio en el océano proteccionista del mundo desarollado mientras que el librecambio se impso en los países dependientes» Mythes et paradoxes de l’histoire économique, La Découverte, 2005.

8/ Diane Elson «Market Socialism or socialisation of the Market?«, NLR n° 172, 1988

9/ Además del artículo de Michel Husson ya citado, los trabajos de Jean-Marie Harribey sobre el valor y la riqueza; sobre todo: http://harribey.u-bordeaux4.fr/travaux/valeur/richesse-valeur.pdf

10/ El concepto de sistema mundo o de economía mundo capitalista de Wallerstein hay que diferenciarlo de la noción descriptiva de la economía mundial. Es interesante caracterizar como «todo» (sistema) la parte (evolutiva) del planeta que está orgánicamente integrada a las relaciones de dominación capitalista impuestas por los países del centro (estados dominantes rivales) a los países periféricas (colonias) o semiperificadas. Pero este concepto no es una teoría y puede usarse de acuerdo con enfoques divergentes sobre lo que caracteriza las relaciones capitalistas y, por lo tanto, también las periodizaciones de varias fases históricas. Los debates sobre este tema no pueden discutirse aquí. Utilizo este concepto para mí incorporando el análisis de las relaciones de producción específicamente capitalistas e imperialistas (y no solo el intercambio).

11/ «Why ‘Green Growth’ is an illusion», http://tankona.free.fr/schroderstorm18-.pdf.

12/ .En su trabajo «Comparaison des modèles météorologiques, climatiques et économiques : quelles capacités, quelles limites quels usages ?», los investigadores especializados en los temas energéticos, Alain Grandjean et Gaël Giraud subrayan hasta que punto los modelos económicos dominantes «recurren a teorías económicas no siempre explícitadas y cuya validez es más que discutible». http://www.chair-energy-prosperity.org/publications/comparaison-modeles-meteorologiques-climatiques-economiques/

13/ Comparto ampliamente los principios generales de planificación socialista democrática descritos por Pat Devine cf. https://www.oxfordhandbooks.com/view/10.1093/oxfordhb/9780190695545.001.0001/oxfordhb-9780190695545-e-45

Y planteo a debate mis propias contribuciones sobre este tema; en especial, «Décolonial Communism, Democracy and The Commons» y mi balance de la experiencia yugoslava.

Autor: Catherine Samary

 

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Economía mundial pierde $30 billones anuales por niñas sin escuela

19 Julio 2018/Fuente: Hispantv

La economía mundial pierde cada año hasta 30 billones de dólares por la falta de acceso de al menos 130 millones de niñas a la escuela en todo el mundo.

Según un informe publicado el miércoles por el Banco Mundial (BM), si todas las niñas del mundo recibiesen una educación completa de 12 años, los ingresos totales de las mujeres podrían aportar a la economía mundial entre 15 y 30 billones de dólares adicionales.

Los datos de la entidad global del 2016 indican que alrededor de 132 millones de niñas entre los 6 y 17 años no asisten a clases, reportó la agencia británica de noticias Reuters.

Nueve de cada diez niñas (89,3 por ciento) reciben educación primaria, pero solo tres de cada cuatro (77,1 por ciento) concluyen la enseñanza secundaria.

En los países de bajos ingresos, menos del 65 por ciento de las niñas termina la primaria y solo un tercio (34,4 por ciento) finaliza la enseñanza secundaria.

Las mujeres que terminaron la primaria ganan solo un 14-19 por ciento más que las mujeres sin instrucción.

Las muchachas que superaron la enseñanza secundaria (12 años, según el BM) pueden aspirar a un salario casi dos veces más alto que aquellas que no hayan estudiado, y las que tienen un título de la enseñanza superior hasta el triple que aquellas que no superaron la primaria.

Fuente: https://www.hispantv.com/noticias/economia/382364/educacion-ninas-perdidas-banco-mundial

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