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Argentina: Ley de Educación Ambiental dos años de muchas palabras y poca integración en las aulas

La norma aprobada en 2021 está lejos de ocupar la centralidad encomendada a los ministerios de Educación y Ambiente. El educador y especialista Pablo Sessano advierte que el Estado aún niega en la currícula la actual crisis ecosocial, al igual que los gremios docentes, y propone un giro en la matriz educativa para abordarla desde una perspectiva de los derechos humanos y de la naturaleza.

Por Pablo Sessano para Agencia Tierra Viva

Se cumple otro año más. El segundo desde que se sancionó la Ley de Educación Ambiental Integral. Era una buena idea que tuviera un espacio en el III Foro de Derechos Humanos, realizado entre el 20 y 24 de marzo, pero el hecho no se concretó porque su organización fue fallida a último momento (quizá estaba más pensado para la foto que para ampliar el necesario diálogo entre derechos humanos y educación ambiental).

Planteado como un encuentro interministerial para informar y exponer el estado de avance de la implementación de esa ley, el espacio en el Foro fue propuesto desde el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, y, como históricamente ha ocurrido, el Ministerio de Educación participaría, pero menos comprometidamente, pese a que la implementación de la educación ambiental depende de un área que trabaja los derechos humanos en esa cartera.

Más allá de la retórica desplegada por los gobiernos en sus informes oficiales, siempre condescendientes respecto de sí mismos (puede verse el informe sobre los avances de la ley presentado en 2022 al Congreso Nacional), lo que hacen ambos ministerios en términos de política educativa es todavía mucho menos que insuficiente e invisible para la sociedad.

¿Qué avances tuvo el Ministerio de Educación en la implementación de la Ley de Educación Ambiental?

El Ministerio de Educación ofrece, a través del Programa Nacional de Formación Docente, cinco cursos de capacitación, entre ellos, uno específico sobre el Riachuelo, a cargo de ACUMAR. No es poco contrastado con años anteriores, pero no es mucho si se evalúa la irrelevancia de la cuestión ambiental en el programa educativo oficial.

En tanto, la publicación aleatoria de efemérides ambientales popularmente conocidas en el Instagram oficial del Ministerio no logra poner de relevancia el tema. Es justo mencionar que el material sobre educación ambiental integrado al dossier por los 40 años de democracia, en la web del Ministerio, es, desde lo pedagógico, interesante, pero en modo alguno novedoso. Además de naturalizar la “problemática ambiental” como un hecho del presente, elude tomar posición frente a las causas, convalida la idea del subdesarrollo como estado transitorio, omite criticar en forma directa el modelo productivista y resulta ambiguo en la definición del cambio climático en tanto expresión del modelo civilizatorio. Se trata de un material bastante más neutral que los malogrados Manuales de Educación Ambiental censurados en 2011.

Por otra parte, la página oficial de la cartera educativa no refleja interés alguno por la educación ambiental y, si bien existe un Área de Educación Ambiental Integral, su importancia relativa dentro del Ministerio es nula y no responde ni de lejos al compromiso que la Ley de Educación Ambiental Integral derivó en ese Ministerio.


Todo revela que la gestión educativa no atina a darle la relevancia que ha adquirido de hecho en el presente o, en otras palabras, la crisis ecosocial no constituye para la autoridad educativa un suceso lo suficientemente significativo, en los términos de su impacto en la vida de las personas, especialmente de las que se educan, las nuevas generaciones, como para darle un tratamiento prioritario y específico dentro del programa educativo nacional.


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¿Qué avances tuvo el Ministerio de Ambiente en la implementación de la Ley de Educación Ambiental?

El Ministerio de Ambiente, por su parte, mantiene —no sin controversias internas— una cierta dignidad pública discursiva respecto al tema, algunas propuestas educativas y mejor visibilidad en su sitio web, aunque sin dejar de plantear enfoques clásicos y repetidos. Además, Ambiente sostiene la red de secretarías y ministerios homólogos provinciales que dan o deberían dar soporte y consenso a la política pública nacional. Pero se sabe que el Consejo Federal de Medio Ambiente (COFEMA) encuentra límites, también para la educación ambiental, en las conveniencias políticas poco sustentables de las provincias, amparadas en el desacertado artículo 124 de la Constitución Nacional sobre el manejo de los recursos naturales que se encuentran en sus territorios.

Pese a que la Ley de Educación Ambiental “establece el derecho a la educación ambiental integral como una política pública nacional”, propone “construir una cultura ambiental” y “defiende la sustentabilidad como proyecto social”; lo cierto es que, a dos años de su sanción, no puede decirse que haya una política pública de educación ambiental en el país. Ello implicaría un presupuesto que la Ley reclamó, pero no existe; una organicidad institucional que apenas avanza y debería incluir equipos de personas dedicadas —hasta el momento inexistentes— y un plan de trabajo, aún en ciernes, siempre en ciernes.

No obstante, vista en perspectiva, la sanción de la Ley constituye un avance en la concepción de la interrelación entre derechos humanos, educación y ambiente. Una relacionalidad fundamental que transforma la concepción hasta ahora sostenida sobre cada uno de estos temas por separado. Una cuestión clave del proceso de constitución de nuevos derechos, nuevos sujetos de derecho y de la educación ambiental, sobre lo cual el recientemente fallecido Antonio Brailovsky supo insistir enfáticamente.

Probablemente el espacio en el Foro de DD. HH. para la educación ambiental no hubiese sido propuesto siquiera si la Ley de Educación Ambiental Integral no hubiese sido aprobada hace dos años, abriendo definitivamente un espacio dentro de la política pública. En ese sentido es que reconocemos un avance, al menos en la intención del Legislativo, pero que espera su traducción en políticas y acciones concretas y sustantivas de parte del Poder Ejecutivo.

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El problema no es la Ley de Educación Ambiental, el problema es la negación de la crisis ecosocial

El problema no es la ley en sí, sobre cuya génesis, resultados, debilidades y potencialidades he opinado en anteriores columnas y artículos. El problema, obviamente, es la debilidad de la gestión pública, el no cumplimiento de las leyes, que es sin duda un síndrome que afecta a la democracia argentina y excede nuestro particular tema, pero impacta muy sensiblemente. La minimización de la relevancia de la crisis ecosocial resulta de entenderla apenas como un tema más de las problemáticas contemporáneas (un contenido) y no como el nudo subyacente de una crisis de civilización que, de no modificar su rumbo, se encaminará a la autodestrucción, según reconoce el consenso científico mundial, diluye los compromisos que la ciudadanía ha de adoptar para contribuir a reencaminar los procesos sociales hacia escenarios reconstitutivos y no meramente resilientes. Este no reconocimiento o negación por parte de la autoridad educativa y, en general, por el mundo pedagógico y docente constituye también una de las grandes debilidades del proyecto educativo progresista —si es que hay uno más allá de la resistencia— en América Latina y en Argentina en particular.

La Ley ya tiene dos años, pero la lenta y burocrática rutina de las instituciones —tanto nacionales como provinciales, más las de la misma sociedad civil, que debe participar de la gestión de la Ley, pero se muestra boba para asumir el compromiso— se constituye como el primer obstáculo en su cumplimiento. Muchas leyes no logran superar este primer escollo organizativo y, aún cuando ya rigen por estar sancionadas y publicadas, su concreción resulta fallida o nula. Ojalá no sea el destino de la Ley 27.621.

Depende en mucho o en todo del compromiso de las organizaciones de la sociedad. Porque, como también ya señalamos en las notas citadas, buena parte de las políticas de educación ambiental que la Ley ahora respalda legalmente pudieron ser llevadas a cabo sin necesidad de norma alguna. La superficialidad del compromiso que el Estado está, realmente, dispuesto a asumir no se ha modificado. Solo el empuje de las organizaciones sociales, que han quedado representadas y legitimadas para opinar y participar en la estructura de la Ley, será la clave para habilitar el debate y las prácticas necesarias que en el campo educativo deben desplegarse en torno a la crisis ecosocial.

Otro problema es que los gremios docentes, las universidades y hasta las organizaciones de la sociedad civil —pasando por los colectivos indígenas— asumen que la transformación integral del diseño educativo es un componente estratégico e indispensable de la tarea, de la lucha, por develar la posibilidad de un otro país y mundo posible. Ni que las modificaciones menores, retóricas, adición de contenidos e incluso invitaciones a interpretaciones alternas del mismo diseño curricular no solo son insuficientes, sino que terminan siendo funcionales al maquillaje educativo del extractivismo progresista o neoliberal.

A esta altura de la crisis ecosocial y dadas las connotaciones no cuestionadas que tienen los términos desarrollo y sostenibilidad, o la denominada Educación para el Desarrollo Sostenible, que bajo el eufemismo de educación ambiental integral se invoca en la Ley, es en sí un oxímoron, es decir, una contradicción en los términos. Sostener la ilusión de que bajo el mismo régimen formativo, que es funcional al productivismo ecocida, será posible desarmar las lógicas hegemónicas, que moldean hace siglos nuestra forma de entender el mundo y la vida, es una variante del negacionismo. O una “negación implicatoria”, según la expresión de Stanley Cohen, es decir, una negación “que no niega el problema (de la crisis ambiental y el cambio climático) ni sus causas –antropogénicas–, pero niega las implicaciones de esos hechos”. O acaso una variante más sutil de “amnesia intermitente”, por la cual “miramos (esa realidad) por una fracción de segundo y luego miramos hacia otro lado (…) o miramos, pero nos convencemos de que estamos demasiado ocupados para preocuparnos por algo tan distante y abstracto”, según lo explica Naomi Klein. Y sostenerlo desde el campo educativo es decepcionante.

Bien sabemos que los criterios de selección de formas y contenidos del saber, que será transmitido en el proceso de educativo, en especial, el instituido, son pautas que llevan implícitas las relaciones sociales (relaciones de poder) en las cuales se constituyen axiomas, prejuicios, mitos o sonseras (Jauretche/Merenson), que configuran esa óptica históricamente construida que oblitera toda opción de imaginar un mundo (y una educación) por fuera del instituido. Por eso, hemos insistido tanto en la responsabilidad compartida que el constructo educativo moderno, y al servicio del modelo hegemonizador, ha tenido en la crisis civilizatoria y en la importancia de un examen autocrítico hacia dentro.

Educar para un modelo extractivo o para otro mundo posible

Cada gobierno elige la educación que quiere, por acción u omisión. Y aunque, en democracia, el campo educativo debería contar con mayor grado de autonomía para desarrollar miradas no condescendientes con el status quo social, no es factible esperar que las políticas educativas de un gobierno contradigan las bases ideológicas que lo explican y sostienen.

Así, como dijera Ivan Illich hace 50 años: “Se mantiene la ilusión de que, pese a que se posea una economía precaria, la escuela [léase educación instituida] podrá producir una amplia clase media, con virtudes análogas a las que predominan en las naciones altamente industrializadas”. Lo que traducido a la actualidad equivale a mantener vivo el mito de un desarrollo con justicia, sobre la base de un perfil exportador de commodities —monocultivos, minería, madera, agua, recursos estratégicos— que supone necesariamente métodos de extracción destructivos e injustos.

El horizonte del desarrollismo —rico o pobre, facho o progresista— se ha topado con los límites de la naturaleza. La pregunta que subyace al problema entonces es si un Estado-Gobierno progresista-extractivista puede efectivamente desplegar una educación ambiental que contradiga esa lógica depredadora y excluyente de hacer uso de los bienes comunes. Más aún, la duda se extiende a si es posible, en ese marco, una educación ambiental definida como proceso de concienciación en defensa de la vida. E, incluso, si definida como “Educación para el Desarrollo Sostenible” es realmente educación ambiental. Es por eso que la Ley por sí misma no garantiza nada y librada a la decisión y voluntad gubernamental, en un contexto de gestión pública proclive a lógicas y métodos extractivistas y contrarios a la sustentabilidad, puede incluso resultar funcional a las mismas.

De hecho, la Ley no ha molestado a nadie. De allí la estratégica importancia de la participación consciente, activa, sostenida y no condescendiente de organizaciones de la sociedad civil que quedaron representadas y autorizadas a participar en la gestión de la Ley para hacer de ella, al menos, un instrumento útil para interpelar la conciencia social, especialmente en escenarios educativos.

Lo cierto es que en el complejo Educación-DD. HH.-Ambiente, la fragmentación persiste y, pese a las evidencias relacionales, no logra constituirse conceptualmente la amalgama que, en verdad, representan. Las reivindicaciones de género, mal que bien, ya son parte constitutiva en la concepción de los derechos humanos, las ambientales no. Es que no se trata de incluir a los derechos humanos a la agenda de minorías ambientalistas, sino de comprender que el derecho al ambiente sano consagrado constitucionalmente debe entenderse, no en forma limitada como la salud o conservación del entorno humano, sino extensivamente como el derecho de la naturaleza. O sea, la red de ecosistemas para conservar sanas y salvas las condiciones que garantizan su fisiología y reproducción, condición necesaria de la vida en general y de los humanos como parte de la misma.

Este “giro” conceptual es el núcleo de la educación ecosocial en la cual derechos humanos y derechos de la naturaleza son componentes del derecho a la vida como valor primordial, y, a partir del cual, habría que reordenar (refundar) la totalidad de los valores, derechos y obligaciones. Acaso una ética de mínimos que incluya a la naturaleza como sujeto de derecho.

En lo que a políticas públicas refiere, en Argentina, tanto en el campo de los derechos humanos como en el de la educación, todavía estamos lejos de asumir y, más lejos aún de practicar, esta concepción, los sucesos cotidianos lo demuestran. Pero lo más patético es corroborar cómo, más allá del Estado, el campo específicamente educativo, inconsciente o negligente frente a los tiempos en juego, cae en la “negación implicatoria”. Pues conviene recordar que los plazos para realizar las transformaciones necesarias, que también son técnicas, pero fundamentalmente sociales, para no ingresar en un proceso de colapso irreversible (según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) no rebasan el tiempo que ocupa en educarse una sola generación. Los plazos están vencidos, el dinero del mundo rico no llegará a tiempo y, si acaso lo hiciere, no será para transformar el modelo, sino para apuntalarlo. No necesitamos una educación que colabore a este reciclado hegemónico, sino una que lo desarme.

*Por Pablo Sessano (*) para Agencia Tierra Viva / Imagen de portada: Agencia Tierra Viva.

(*) Educador ambiental. Diplomado Internacional en Transformación Educativa. Máster en Eco auditorías y Planificación Empresarial del Medio Ambiente. Especialista en Gestión Ambiental Metropolitana y políticas públicas ambientales.

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Educación ambiental para cuidar a nuestra madre tierra

Por: David Auris Villegas

 

Desde 1970, cada 22 de abril, todos tenemos el deber ecológico de reflexionar sobre nuestras acciones humanas para cuidar mejor a nuestra madre tierra y así prolongar esta convivencia bajo la educación ambiental, como dijo el activista estadounidense, Bill McKibben: «La educación es clave para cambiar la mentalidad de las personas y hacer que comprendan la importancia de cuidar nuestro planeta», pues, si no la cuidamos y continuamos maltratándola, pronto perecerá y junto a ella todos desapareceremos.

Animándonos para revertir esta situación y consciente que la tierra está afiebrada debido a nuestras acciones depredadoras y consumistas, hace más de veinte años, Paulo Freire, alertaba: «La educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo», es por ello que es necesario fomentar la educación ambiental desde temprana edad, para que los niños y jóvenes del planeta, crezcan conscientes de la importancia de cuidar a nuestra mama pacha.

Mirando con pavor los reportes mundiales que dicen que Europa está viviendo la época más calurosa de su historia, la ambientalista Jane Goodall apuesta a la educación como una poderosa herramienta para cuidar al planeta y dice, «La educación es la clave para la conservación a largo plazo de la naturaleza», por lo que necesario que los programas educativos incluyan una formación en valores y prácticas sostenibles, para que los estudiantes desarrollen habilidades que promuevan la conservación del medio ambiente como estilo de vida.

En este sentido, la educación del cuidado de nuestra tierra ha de apoyarse en la ciencia para una restauración ecológica global y esta debe ser asumida como una política mundial de sostenibilidad de los gobiernos junto a la ONU, impulsando carreras y profesiones en todas las universidades dedicadas a salvar la tierra, asimismo, para afianzar la práctica ecológica ha de incrustarse como líneas de investigación en las universidades y escuelas superiores, como lo viene haciendo la Universidad de Wageningen de Holanda.

Además, la educación ambiental está obligada a fomentar en la sociedad a través de campañas ecológicas en alianza con los medios de comunicación, la cultura de sembrar árboles, consumir lo necesario, no ensuciar las aguas, cuidar la tierra, conservar los recursos naturales y promover el uso de energía renovable como parte de nuestro andar cotidiano.

En conclusión, la educación ambiental nos enseña que somos los únicos responsables del destino de nuestra madre tierra, por lo que es fundamental tratarla con amor y respeto como si tratáramos a nuestra madre carnal y es nuestro deber como seres pensantes, trabajar juntos, para crear una cultura de cuidado y protección del medio ambiente, y la educación es el primer aliado para lograr una armoniosa convivencia planetaria.

© David Auris Villegas. Escritor, columnista, pedagogo peruano y creador del ABDIV.

Fotografía: Asamblea nacional de nicaragua

Fuente de la información e imagen:  https://insurgenciamagisterial.com

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La ley mata, el espíritu vivifica una ley de educación ambiental

Por: Miguel Andrés Brenner

 

Dios de amor, muéstranos nuestro lugar en este mundo como instrumentos de tu cariño por todos los seres de esta tierra, porque ninguno de ellos está olvidado ante ti. Ilumina a los dueños del poder y del dinero para que se guarden del pecado de la indiferencia, amen el bien común, promuevan a los débiles, y cuiden este mundo que habitamos. Los pobres y la tierra están clamando: Señor, tómanos a nosotros con tu poder y tu luz, para proteger toda vida, para preparar un futuro mejor, para que venga tu Reino de justicia, de paz, de amor y de hermosura. Alabado seas. Amén.

Laudato Si, Alabado Seas. Párrafo 246.

 

Un eje fundamental de la institución de cualquier curricular en la escuela pública, hoy, es la educación ambiental. Desde este lugar, formulamos nuestros interrogantes.

Hay varias palabras claves que presentamos a modo de problemáticas: ¿el Norte político decide el sujeto del reclamo o de la crítica?, ¿innovación tecnológica o ecocidio?, ¿desarrollo?, ¿desarrollo sustentable?, ¿cultura-naturaleza?, ¿derechos de la naturaleza?, ¿ampliación de derechos?

Podemos plantear diferentes interrogantes.

  1. ¿Qué sentido tiene la educación ambiental y las leyes que se generen a tal efecto?
  2. Parecieran ser muy loables las mismas, y aún pertinente a las condiciones ambientales del presente histórico. Sin embargo, ¿no constituye una forma de ocultar la voracidad de ganancias y del ejercicio del poder político?
  3. Se ha escrito mucho acerca de las bondades de la educación ambiental y sus leyes, aunque poco o nulo efecto han tenido en el mundo.
  4. ¿No es un rasgo pesimista al respecto? ¿Acaso no es importante para alertar a las jóvenes generaciones acerca de una acuciante problemática?
  5. En la Conferencia Internacional sobre Cambio Climático celebrada en Egipto, enero de 2022, el Secretario General de la ONU, Antonio Guterrez, advirtió: “O cerramos un pacto de solidaridad climática o un pacto de suicidio colectivo[1].
  6. Sin embargo, reiterando, ¿no resulta sumamente importante que las nuevas generaciones conozcan la problemática?
  7. Obviamente que sí, aunque a partir de las luchas de los pueblos. Las luchas pueden llegar a torcer voluntades devoradoras de la dignidad humana.
  8. ¿Qué rol, en tal sentido, puede asignarse al respecto a los líderes juveniles?
  9.  Me pregunto quién desde el ámbito juvenil lidera las mismas. ¿Será Greta Thumberg[2] – [3], sobre quien pesan algunas dudas, más allá de su personal honestidad? ¿Será desde las voces negadas de los pueblos originarios? Ninguna voz debiera ser silenciada, pero dar pantalla a una en desmedro de otras, es problemático, radicalmente discriminatorio, discriminación cuyo objetivo es la cancelación de las mismas comunidades.
  10. Cuando se habla de la innovación tecnológica como una solución para superar la incertidumbre, como rezan tantas ONGs u organismos multilaterales, nunca la referencia es al medio ambiente. ¿Por qué?
  11. Por cierto, es así, tendencialmente en el plano económico y no en el ambiental, lo que hace a un ecocidio. Valga como ejemplo a la prestigiosa consultora McKinsey, quien sostiene la importancia de la innovación para la creación de valor económico y la resiliencia a largo plazo, en tanto apostar fuerte por la innovación ahora puede ser más seguro que invertir en cambios graduales[4]. Sin embargo, la percepción de la importante consultora internacional norteamericana deja de considerar la sustentabilidad de su propuesta desde la perspectiva ambiental. Es que la noción de innovación se aplica básicamente al reditúo de las tasas de ganancias, rédito que a largo plazo ingresa en zonas de turbulencia. Además, la misma noción “sustentabilidad” resulta engañosa, por cuanto la ambición desmedida de tasas de ganancias, en el plano real, hace a la insostenibilidad, como quien escupe hacia arriba y el esputo le cae sobre la propia cabeza, con lo que amerita preguntar “¿dónde se establece el límite entre lo sustentable y lo no sustentable, pues pasado el mismo, difícil es el retorno?”
  12. Es que existe una flagrante contradicción entre desarrollo económico/tecnológico y cuidado del medio ambiente. Sería como si intentara inflar un globo introduciendo aire en él, expandiéndolo, y por otro lado, ejercer una presión opuesta sobre el mismo para evitar que se expanda, por ende, se contraiga. Así, tendemos a generar un “suicidio colectivo”.
  13. Hay un caso muy interesante en la comparativa de Argentina y Australia. Se encuentran en la llamada zona sur del mapamundi, tienen recursos similares y ambientales. ¿Por qué las diferencias en favor de Australia en el plano del desarrollo económico capitalista? A su vez, en la cuestión ambiental, considerando los rankings que se ofrecen, Australia se encuentra mejor posicionada que Argentina, aunque aquella en franca zona de desastre a futuro, mientras que esta última se halla al borde del precipicio. Aquí hay dos cuestiones a tratar, primero “el desarrollo económico”, segundo “el ecocidio”

– Primero. Ante todo, aclaremos que el término “desarrollo” proviene originalmente del desarrollismo, originado en la CEPAL – Comisión Económica para América Latina y el Caribe creada por las Naciones Unidas hacia 1948- .  Es una especie de cliché incorporado en nuestras mentes, como si hubiera una especie de rollo que desplegándose alcanzaría un máximo de plenitud, prefijada anteriormente, que en realidad responde a una teoría economicista. Y desde esta consideración, valga la respuesta dada en una nota de prensa por la Universidad Torcuato Di Tella, la que sostiene entre otros, lo siguiente: Mientras la Argentina tenía una historia de conflictos (unitarios y federales, rebelión de caudillos, ausencia de institucionalización, guerra de la Triple Alianza), Australia se desarrollaba en paz (y no debemos olvidar hasta la actualidad yrigoyenistas/anti-yrigoyenistas, peronistas-antiperonistas, kirchneristas-antikirchneristas). Una diferencia es que ellos /Australia y su historia/ no tuvieron lucha por la independencia; hasta se verificó el interés de Inglaterra por el autogobierno australiano. Como es una isla, adicionalmente estaban más protegidos y aislados de posibles guerras. En ninguno de los dos casos -Argentina y Australia- hay un proceso temprano de industrialización. Lo que si hay en Australia tempranamente es una ampliación de la legislación social, del proteccionismo y de la redistribución, combinados con una consolidación institucional de la mano del parlamentarismo. En la Argentina se observa una demora social e institucional: las vacas engordaban, no se buscaban consensos y los conservadores gobernaban con baja legitimidad social.  La primera guerra mundial beneficia a Australia por su estrecha relación con Gran Bretaña. Aquel país parece tener cierta fortuna que explica parte importante de la divergencia posterior: en lo geográfico y político, le da impulso la preferencia británica, la demanda japonesa en la segunda guerra mundial, el haberse convertido en el país favorito de Estados Unidos en el Pacífico Sur (clave frente al fantasma comunista) y fundamentalmente su perfil productivo.  Los minerales e hidrocarburos australianos hacen la diferencia y generan una diversificación que la Argentina no tuvo. Además, el hecho de no producir sólo alimentos le permite -según razonan los autores del trabajo- disminuir las tensiones del conflicto distributivo. Como se sabe, el país que exporta lo que come su población tiene un problema social por el impacto de los precios internacionales[5], tendencia que, sí, se da en Argentina.

– Segundo. Sin embargo, vale recalcar la contradicción entre la perspectiva económica y la ambiental[6], aunque comparando Australia con Argentina en el cuidado del ambiente, aquel país de la región de Oceanía todavía se encuentra en mejores condiciones que aquel otro de la región de América del Sur[7], aún considerando la fuerte llamada de atención debido a sus condiciones de deterioro, las que en Argentina, empero, serían más dramáticas. Ante este panorama, vale precisar que la denominada “innovación tecnológica” no se ha hecho carne en el cuidado del medio ambiente.

7) Ahora bien, la pregunta que puede formularse es la siguiente: Dentro del presente panorama, ¿para qué sirve una ley de educación ambiental?

  • Respondo taxativamente: la ley mata, el espíritu vivifica. O sea, la ley debiera ser consecuencia de una voluntad política, real, efectiva, y no una simple promesa de dudoso cumplimiento. En particular, nuestras jóvenes generaciones dudan actualmente del derecho en tanto se relacione a cuestiones de poder. Es decir, una ley debiera ser consecuencia-de, y no meramente un a priori que no establece las condiciones de posibilidad-para.

8) Perplejidad. Entonces, ¿qué hacemos con los proclamados derechos de la naturaleza?

– Para el capitalismo actual la naturaleza no es la condición de vida de los seres humanos, sino un “recurso” para la maximización de ganancias.

– Y, al respecto, discurramos un poco más.

– Partimos de la noción del fetichismo de la mercancía, según Karl Heinrich Marx, en los “Manuscritos económico-filosóficos de 1844”. De allí, el significado “alienación”. El término alienación proviene de “alienus”. En el caso de Marx, significa fuera de sí, extraño a sí, pérdida de sí mismo. Lo que produce el trabajo se enfrenta al trabajador al modo de un ser extraño que lo domina, así por ejemplo, la inflación que domina al mismo trabajo, al trabajador, que produce objetos para satisfacer sus necesidades, necesidades convertidas inmediatamente en mercancías o valores de cambio, con el indefinido motivo de lucro.

– Podríamos decir que existe un proceso de fetichización de la naturaleza o sea de la naturaleza bajo el signo de la mercancía. ¿Mas no sería, acaso, éste un concepto erróneo, pues dicha naturaleza no es producto del trabajo que se enfrenta a él como algo extraño, una mercancía que lo domina?

– Sin embargo, no lo considero un error. Ocurre que desde la modernidad se comprende a la naturaleza signándola de “recurso”, éste es un medio “para”. En el caso de las economías de mercado, un medio para obtener “ganancias”. Entonces, si bien se encuentran interrelaciones, hay una separación entre naturaleza y cultura. Y en este hiato existe un serio problema.

– Es que aquello que se denomina naturaleza, en realidad, “no se denomina”. Algunos con la fuerza del poder hegemónico la denominan así, cuestión que se generaliza dentro de un fuerte cientificismo. Cuando se asigna un nombre, se lo hace desde una perspectiva, y desde una perspectiva cultural. Por lo que la mirada sobre la supuesta naturaleza, que la definiría como tal, no es natural, sino cultural.

– Por ende, si consideramos a la naturaleza a partir de otro lugar, la cosa cambia de sentido. Precisemos el lugar: percibo que la naturaleza es matriz, condición de vida, y en particular de vida humana. Es lo que nuestros ancestros llamaron “madre tierra”, condición de toda vida, y no meramente medio para un lucro, al que hasta no le interesa el hábitat de las futuras generaciones, pues lo único que importaría es la “puta común de todo el género humano”, el dinero – al decir de Carlos Marx, que cita la obra de William Shakespeare “El timón de Atenas”, “la puta universal”[8].

– Más aún, en la narrativa de la creación, Génesis 2: 4b – 3: 24, Adam (persona), sustantivo hebreo ādām, generalmente denota “ser humano”, “humanidad”. El término también se usa para el individuo masculino en la narrativa de la creación, Génesis 2: 4b – 3: 24. Hay un juego de palabras en Génesis 2: 17 y 3: 19 entre ādām (ser humano) y ădāmâ (suelo, tierra)[9]. El ser humano (ādām) y la tierra (ādām) no están lejos de los animales, de las plantas y del humus, ya que comparten el mismo sustrato, del que se nutren y del que provienen. En el Génesis, la humanidad, como el humus, sale del suelo[10]Humildad y “humus” comparten la raíz, al igual que el ser humano y la tierra. Humilde es quien proviene del “humus”, del suelo. Humilde es quien encuentra sustento en lo pequeño, en lo oculto, en lo terreno. Humilde es, en definitiva, quien germina y crece en el “humus”, en esa capa fértil del suelo donde nace la vida. Desde la presente explicación, si bien hay diferencias entre ser humano y naturaleza, esta última no podría comprenderse como tal, sin más, pues existe una unidad constitutiva. Es en el origen del mal, como aparece en el segundo relato de la creación, capítulo 2 del libro del Génesis, donde se presenta al hombre tratando a la tierra con sentido de omnipotencia, “querer ser como dioses”, ausencia de su cuidado que redunda en la ausencia de cuidado del otro, hasta su destrucción. Esto último se patentiza a continuación, en el capítulo 3 del libro del Génesis, con el relato del asesinato de Abel por parte de su hermano Caín, cuando Dios pregunta a Caín “¿dónde está tu hermano Abel?”, y Caín le responde elusivamente afirmando “¿acaso soy yo el guarda de mi hermano?” Es que, en realidad, sí lo es.

– A partir de aquí, vemos la relación entre culturas ancestrales y las comunidades nuestroamericanas con su mito de origen, la tierra madre. Y también cómo el hiato cultura-naturaleza es un corte exabrupto, construcción de ciertos humanos que se hizo propio del “sentido común”, amén que como hiato merece su crítica.

9) Precisando. Dentro de este panorama, ¿puede asignársele a la educación ambiental en la escuela pública algún rol importante?

– Obviamente, una ley de educación ambiental no está demás. Más vale el ser que la nada. Aunque, si la norma reemplaza a la madre tierra, caemos en la crítica del mero formalismo de la ley: la ley mata, el espíritu vivifica. No es cuestión de ampliar jurídicamente derechos, mas bien de luchar comunitariamente por la dignidad del ser humano. Así, la ley o norma sería una consecuencia.

– Si la ley es producto de las circunstancias que nos acosan, y no de una lucha frontal contra quienes defecan el universo, aunque individualmente se muestren pulcros, aseándose todos los días -típica pulcritud de clase media-, esa ley poca fuerza tendría, y sería una manera para dejar “tranquilas” a nuestras conciencias.

– La conciencia educativa se concretiza en la organización y lucha en contra de los depredadores del universo, que tienen nombre y apellido, Juan Pérez gerente de “x” empresa, sita en tal lugar, con ganancias en tales y cuales paraísos fiscales, que lesionan a determinadas personas, y en determinados espacios, etc., etc.

– Si se nos enseña que todos somos responsables de la misma manera, nadie lo es. Y este nadie es una especie de chip incorporado en la mente de todos para ocultar la hiper responsabilidad de algunos. La materialización de una ley debe enfatizar que la responsabilidad de un alumno no es la misma que la de quien defeca el universo. Hacer recaer la responsabilidad del cuidado en el eslabón más débil de la cadena, es una hipocresía.

– ¿Habrá alguna institución educativa pública o privada que bregue en tal sentido? ¿Será que dicho sentido solamente interese a los movimientos sociales populares, si es que les interesa efectivamente?

– Sería auspicioso incentivar el cuidado del ambiente en las jóvenes generaciones, tanto desde el punto de vista personal y comunitario a la vez, aunque también incentivar la denuncia de los actores prioritarios en la región donde la escuela se sitúa, como en el plano más macro, movilizando a toda la comunidad educativa, a las autoridades zonales, a los medios de comunicación. La citada denuncia adquiere un carácter profético, denuncia del ecocidio-anuncio de la dignidad humana, que se convertirá en la flagrante manifestación del pecado ambiental cuando haya palabras vacías de ética en los principales responsables de matar a Abel, queriendo ser como dioses.

CONCLUSIONES

Quien haya leído el presente texto, advertirá el sesgo esperanzador que adquiere una educación ambiental auténtica, desde las raíces de nuestro suelo, desde su más prístino hedor[11]. Más que palabras vacías o huecas, se constituye en hálito de vida, porque el ser humano es “vida que crea vida”[12].


[1]https://leonardoboff.org/2023/01/28/la-crisis-de-brasil-y-del-mundo-tragedia-o-drama/  (consulta: 18 febrero 2023)

[2]https://www.elmostrador.cl/generacion-m/2019/12/09/quienes-financian-la-lucha-de-greta-thunberg/    (consulta: 15 agosto 2022)

[3]https://www.elconfidencial.com/empresas/2019-12-06/vinculo-greta-thunberg-lobbies-financieros-internacionales-656_2367291/   (consulta: 15 agosto 2022)

[4] McKinsey, consultora. Innovación: Su solución para superar la incertidumbre | McKinsey  (consulta: 27 febrero 2023)

[5]https://www.utdt.edu/ver_nota_prensa.php?id_nota_prensa=1320&id_item_menu=6   (consulta: 27 febrero 2023)

[6]  https://www.swissinfo.ch/spa/australia-ambiente_australia-tiene-un-medioambiente–pobre-y-en-deterioro—seg%C3%BAn-informe/47763194 y https://www.carbono.news/economia/las-dos-caras-de-australia-inedito-exito-economico-y-record-mundial-de-contaminacion-ambiental-per-capita/   (consulta: 15 febrero 2022)

[7] Según un ranking general mundial, Australia se encontraría en el número 17, Argentina en el número 92. Center for International Earth Science Information Network Earth Institute, Columbia University.  https://epi.yale.edu/epi-results/2022/component/epi  (consulta: 25 febrero 2023)

[8] Marx, Carlos (1844). “Manuscritos económico-filosóficos.” Pg. 179. https://pensaryhacer.files.wordpress.com/2008/06/manuscritos-filosoficos-y-economicos-1844karl-marx.pdf

[9] https://www.biblia.work/diccionario-biblia/adam-persona-hb-adam-el-sustantivo-hebreo-dm-generalmente-denota-ser-humano-hu/ para una mayor ampliación cfr. Taub, Emmanuel (2013: 281-298). “La casa desterrada: notas para una ética desde la naturaleza del judaísmo.”  En Cuda, Emilce (coordinadora) “El futuro del trabajo y el cuidado de la casa común. Reflexiones latinoamericanas y caribeñas.” Ciudad de Buenos Aires. Poliedro Editorial y CLACSO.

[10] http://jesuitasaru.org/un-suelo-fertil/  (consulta: 28 febrero 2023)

[11] “Hedor”, según la noción ofrecida por Rodolfo Kusch.

[12] Marx, Carlos. “Manuscritos económico-filosóficos de 1844.” Capítulo I: El trabajo enajenado, parágrafo XXIV. https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/manuscritos/

 

Fuente de la información:  https://revistaaula.com

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Chile: Educación ambiental, inclusión de las comunidades y bosque nativo: las claves para disminuir los riesgos de incendio

Por:  Emilia Aparicio/elmostrador

En Chile existen más de tres millones de hectáreas de plantaciones forestales, principalmente de pino y eucalipto. Estas especies exóticas son altamente inflamables y constituyen uno de los factores de riesgo de los megaincendios que están afectando a la zona centro-sur del país. En 2020, el Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2 publicó el informe «Incendios en Chile: causas, impactos y resiliencia», donde afirma que «se hace necesario establecer políticas y acciones de manejo destinadas al control de las especies exóticas y la restauración de ecosistemas nativos para disminuir la probabilidad de eventos catastróficos». La recuperación de bosques nativos surge como un factor esencial en la prevención de incendios de gran magnitud y, en tal sentido, por ejemplo, la Fundación Núcleo Nativo trabaja desde 2014 en educación ambiental, así como en el fortalecimiento y conservación de la biodiversidad, a través de la promoción tanto de viveros locales como reforestación al sur del país.

Los incendios que afectan a la zona centro-sur del país ya han dejado 26 fallecidos, según el balance del Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred). También, el organismo informó de 1.559 viviendas destruidas, 3.276 personas damnificadas y 1.383 albergadas.

Ante esta dramática situación, la alcaldesa de Santa Juana –una de las zonas más afectadas por las llamas–, Ana Albornoz,  manifestó en el matinal de Chilevisión la urgencia que han vivido los habitantes de la comuna. “No hay un plan para el monocultivo, necesitamos que se regule y eso no lo hizo el Estado. La legislación que tenemos es horrible, no nos protege”, acusó.

“La Región del Biobío está entera plantada de monocultivos. A veces parece que solo importara Providencia, Las Condes y grandes ciudades, pero no las comunas que alimentan a nuestro país”, agregó.

Según datos de la Conaf, las plantaciones forestales cubren una superficie aproximada de 3,11 millones de hectáreas, equivalentes al 17,27% del total de bosques de Chile.

Según la actualización del Catastro de los Recursos Vegetacionales Nativos de Chile, aproximadamente el 60% de la superficie de plantaciones forestales corresponde a pino radiata, el 33% a especies del género Eucalyptus y el resto a otras especies, tales como Atriplex, tamarugo y pino oregón.

Los debates sobre las plantaciones de especies exóticas han estado al centro de la discusión en estos últimos días y es que especies como el pino y el eucalipto tienen características que las hacen potencialmente inflamables, sobre todo cuando existen otros factores determinantes, como los monocultivos, las sequías, las olas de calor y otras consecuencias de la crisis climática.

Plantaciones forestales, sequía y densidad poblacional

En 2020, el Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2 publicó el informe «Incendios en Chile: causas, impactos y resiliencia», donde explica que la presencia de plantaciones forestales, la megasequía que afecta a Chile hace más de una década y los territorios donde conviven comunidades humanas con ecosistemas vegetales sin planificación territorial son algunos de los factores que incrementan el riesgo de incendios.

«En Chile, en un escenario de cambio climático donde las condiciones de temperatura y humedad aumentarán la frecuencia, extensión e intensidad de los incendios forestales, la expansión de la vegetación exótica puede exacerbar los impactos de estos sobre los ecosistemas naturales y en el bienestar humano, aumentando el riesgo de incendios en áreas pobladas o zonas de cultivos», explica el documento.

Relacionado con estos factores que menciona el informe, es que en 2014 surge la Fundación Núcleo Nativo.

«La fundación surge como una necesidad de aportar al ecosistema desde un trabajo comunitario con árboles nativos. La idea nació hace más de 10 años, de la sequía de las norias (POZOS) en el sector norte de Chiloé a causa de la sustitución de bosque nativo por eucaliptus. Esta observación nos llevó a ejecutar acciones en conjunto con la comunidad para compartir experiencias sobre cómo funcionan los ecosistemas locales y cómo podemos cuidarlos», sostuvo el director de la fundación, Humberto Ulloa.

Justamente el documento del (CR)2 sostiene que «se hace necesario establecer políticas y acciones de manejo destinadas al control de las especies exóticas y la restauración de ecosistemas nativos para disminuir la probabilidad de eventos catastróficos».

«Las especies nativas se han ido adaptando a la par de los cambios de las condiciones climáticas, por esto poseen una mejor respuesta ante eventos extremos. Además, son las responsables de proteger las quebradas, lugares donde es posible encontrar pequeños afloramientos de agua, vitales para la supervivencia de fauna silvestre y comunidades. Además, disminuyen la radiación directa a los suelos y son un aporte nutricional permanente. En relación con los incendios forestales, los bosques nativos poseen una gran riqueza de biodiversidad, esto se traduce en distintos hábitos de crecimiento y propagación. Gracias a esto muchas especies tienen la capacidad de rebrotar rápidamente después de un incendio, facilitando el crecimiento de otras especies que requieren de sombra o protección para su desarrollo», explicó Humberto Ulloa.

Bosques nativos e inclusión de las comunidades

Uno de los ejes de Núcleo Nativo es la educación ambiental y el desarrollo de una transformación cultural, es por eso que los proyectos que realizan los hacen directamente junto a las comunidades.

«En el tiempo, el desafío ha sido propagar árboles nativos en viveros familiares a cargo de mujeres de zonas rurales, por lo que lo más relevante se ha centrado en el ámbito social, no solo entregando un aporte económico a familias vulnerables, sino también dando un nuevo y relevante propósito a esas mujeres adultas mayores. Además actualmente se han sumado a esta iniciativa viveros de árboles nativos que son cuidados por personas privadas de libertad, las que han propagado y donado miles de árboles para proyectos de restauración, arborización o educación ambiental del centro y sur del país», manifestó Ulloa.

Créditos Imagen: Fundación Núcleo Nativo

En ese sentido, el director de la fundación afirmó que, para generar procesos de restauración exitosos, es fundamental incluir a los territorios involucrados en los procesos de conservación, restauración y fortalecimiento de biodiversidad.

«Parte de los objetivos es restaurar el tejido social, recomponiendo las confianzas, visibilizando la importancia del ecosistema para esa comunidad. No vemos un cambio posible sin el relevante aporte de los ciudadanos, las comunidades, organizaciones, empresas, escuelas y Estado», señaló.

Créditos Imagen: Fundación Núcleo Nativo

Si bien espacios como Núcleo Nativo tienen un impacto a escala local, el modelo de trabajo promueve la restauración de la biodiversidad nativa junto al trabajo de las comunidades involucradas. Sin duda, es un ejemplo donde la educación ambiental se hace cargo de la gigantesca tarea de restaurar los ecosistemas del futuro.

Humberto Ulloa sostuvo que para eso es fundamental la «educación desde la escuela y una legislación comprometida no solo con el medio ambiente, como simplemente se habla, sino que con la ciudadanía y su entorno, en donde las empresas también deben contribuir para producir con sostenibilidad. No hay restauración posible si seguimos sobreexplotando recursos y destruyendo el entorno de quienes habitamos y DEPENDEMOS de él».

https://www.elmostrador.cl/cultura/2023/02/08/educacion-ambiental-inclusion-de-las-comunidades-y-bosque-nativo-las-claves-para-disminuir-los-riesgos-de-incendio/

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Natalia Rebolledo: la mujer que promueve la educación ambiental y combate la crisis hídrica en el norte de Chile

Según el Informe Anual de Medio Ambiente del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), se proyecta que durante los próximos años la crisis hídrica irá en aumento a lo largo del territorio. De hecho, en las zonas centro y norte del país ya se produjo una caída de entre 13% y 37% de disponibilidad de agua en las últimas tres décadas y se estima podría llegar hasta un 50%.

Esta preocupante situación fue la que motivó hace diez años a Natalia Rebolledo a impulsar causas de acción para combatir y mitigar la crisis hídrica en el norte del país. La activista, que es administradora pública de profesión, actualmente es directora ejecutiva de la Fundación Un alto en el desierto.

Desde la organización, Rebolledo se dedica a crear y difundir entre las personas herramientas concretas y efectivas para el reciclaje del agua. Esto, a la vez que se encarga de acercar la educación ambiental a todos y todas.

Por esto, en un nuevo Mujeres Inolvidables, el especial semanal en donde destacamos las importantes hazañas de mujeres chilenas de la historia y el presente, visibilizamos el impacto de la activista por el agua, Natalia Rebolledo, por su aporte a la concientización sobre la crisis hídrica y la creación de herramientas para enfrentar tal problemática.

Natalia durante al menos diez años se desarrolló en el sector público, allí trabajó en el Ministerio de Vivienda y el Fondo Nacional de Salud. Durante ese tiempo también desarrolló experiencia sobre la gestión y uso de agua.

Sin embargo, el año 2013 se acercó a la realidad del norte de Chile, conociendo así la crisis hídrica que afecta a la comunidad. En ese viaje, se dio cuenta de la ausencia de soluciones y herramientas concretas para mitigar esta problemática.

De esa forma, junto a un proyecto de recicladores de agua de la ciudad de Ovalle, formó la fundación Un alto en el desierto, organización sin fines de lucro que tiene como fin apoyar a personas, organizaciones y comunidades para desarrollar estrategias y adaptarse a la escasez hídrica.

Los principales ejes de la fundación son la educación ambiental, la innovación y el desarrollo de soluciones hídricas de bajo presupuesto adaptadas a los territorios.

“Nuestro mayor desafío es impactar en los hábitos de las personas. Cambiarlos en torno a la eficiencia hídrica, que sean duraderos y se vaya innovando de forma práctica y sencilla. Es increíble, pero en comunas donde existen decretos de escasez, se sigue regando a las tres de la tarde con agua potable e invirtiendo mucho dinero en camiones aljibe. Queremos incidir en soluciones de más largo plazo”, señaló Rebolledo a Mujer Impacta.

Entre las principales acciones de la fundación que preside Natalia, se encuentra el Programa de Educación Hídrico Ambiental, destinado a desarrollar aprendizajes sobre la escasez de agua y preparar a comunidades escolares de la Región de Coquimbo para que las y los estudiantes conozcan sobre esta temática.

A finales de 2019, el programa logró instalar sistemas de cosecha de aguas lluvias y reciclaje de aguas grises en más de 25 escuelas de la cuarta región. Además, realizaron más de 300 talleres hídricos ambientales donde los y las alumnas pudieron desarrollar investigaciones científicas.

Estos avances en relación con la preservación y reciclaje del agua, llevó a Natalia a ser reconocida por la Fundación Mujer Impacta el año 2020, debido a su iniciativa que se calcula ha ayudado a más de 20.000 personas.

La fundación también fue parte de la discusión de la Ley 21.075, de reutilización de aguas grises, que se promulgó el año 2018. Aunque Rebolledo valoró la legislación, la activista recalcó la urgencia de que se agilice el reglamento, la norma para que se incentive a la población a reciclar el agua. “Estamos en momentos claves, si no tomamos las riendas ahora, las consecuencias pueden ser fatales”, dijo a Mujer Impacta.

https://www.elmostrador.cl/braga/2023/01/10/natalia-rebolledo-la-mujer-que-promueve-la-educacion-ambiental-y-combate-la-crisis-hidrica-en-el-norte-de-chile/

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15 puntos clave a considerar en 2023 para la conservación de la Tierra

Por Daia Florios

Desde 2009, científicos y conservacionistas de todo el mundo se han unido bajo la dirección de investigadores de la Universidad de Cambridge, para plantear los principales temas relacionados con el medio ambiente , la ecología, la biodiversidad, la conservación, la crisis climática y similares, con el fin de ayudar a la sociedad ya los políticos a tomar acciones y decisiones que contribuyan a la sostenibilidad ambiental mitigando las amenazas climáticas.

Bueno, este año el grupo presentó 15 preguntas que se dividen en cuatro categorías principales :

  • el uso de recursos
  • Perturbación de organismos y hábitats.
  • innovaciones tecnológicas
  • políticas y leyes.

Estos son los 15 puntos principales a considerar en 2023 para la conservación de la Tierra. Este es un resumen de los puntos tomados de The Guardian.

Quitina extraída de conchas

Para reemplazar el plástico y otros artículos problemáticos para el medio ambiente, se ha incrementado la búsqueda de quitina, una molécula que se encuentra en moluscos, insectos y hongos, y que amenaza la biodiversidad al aumentar la cosecha de organismos marinos. Las estrategias proactivas, como la recolección de quitina de insectos alimentados con basura orgánica, podrían ayudar a maximizar los beneficios y minimizar los daños.

El lado oscuro del litio

La demanda de litio, un metal utilizado en la fabricación de baterías de automóviles eléctricos y dispositivos electrónicos, puede aumentar la minería o incluso formas más peligrosas de extracción, como hemos visto, la minería de aguas profundas .

Pero hay soluciones sostenibles, las revolucionarias baterías súper económicas hechas de sal marina.

Producción y eliminación de pilas y baterías.

La producción y disposición de baterías genera impactos ambientales porque involucran metales tóxicos y es un problema por resolver. Existen alternativas, por ejemplo, es posible crear baterías de base biológica que produzcan electricidad mediante el uso de moléculas biológicas para romper otras moléculas biológicas, liberando electrones en el proceso.

Reciclaje de orina

La orina puede reducir la necesidad de producir y transportar fertilizantes artificiales, que requieren energía durante todo el proceso de producción y dejan residuos en el medio ambiente.

Fertilizante natural

Los fertilizantes artificiales son fundamentales en la agricultura a gran escala pero tienen sus costos ambientales: requieren de combustibles fósiles para su fabricación, producen gases de efecto invernadero que calientan el planeta y contaminan el agua y el aire, causando daños a plantas y animales salvajes.

La solución de bricolaje es plantar cultivos que obtengan nitrógeno de las bacterias que viven en sus raíces o cerca de ellas, lo que literalmente puede extraer la sustancia del aire, un proceso conocido como ” fijación de nitrógeno “. Con una mayor inversión, esta tecnología se puede escalar para ser aplicada a mayor escala.

Calentamiento de agua de mar

El agua de los mares y océanos ayuda a equilibrar el clima de la Tierra además de distribuir nutrientes al propio ecosistema. Pero a medida que la atmósfera y la superficie del océano se calientan, el ciclo natural del agua salada que a través de su capa superior logra este equilibrio se ve comprometido.

Iluminación profunda

El uso de luz artificial para pescar en aguas profundas se ha incrementado, y puede poner en peligro una delicada biodiversidad, que se ha adaptado en la oscuridad de las profundidades.

Preservar los humedales

Los humedales que se encuentran a lo largo de las costas oceánicas, como manglares, lagunas, etc., además de albergar una gran variedad de plantas y animales, también benefician a los humanos al proteger la tierra de las tormentas y evitar el aumento del nivel del mar. Como los humedales están bajo constante amenaza, puede que sea demasiado tarde para contar con esta ayuda natural . La conservación es para ayer.

Conservando microcomunidades

La biodiversidad no es solo plantas y animales. Los microorganismos invisibles también forman parte de ella y también están siendo modificados por el hombre, con todas las implicaciones científicas y políticas que esto pueda tener.

Anfibios enfermos

Perkinsea, un protista que mata a los renacuajos, parece estar extendiéndose desde América del Norte a otras partes del mundo. El comercio de anfibios y el cambio climático están fomentando la aparición de enfermedades que pueden propagarse rápidamente y poner en riesgo la biodiversidad, con grandes problemas para todos. Recordando que los anfibios son comedores de insectos… ¿has pensado?

Soluciones personalizadas

Así como los medicamentos se pueden personalizar, ya sea en términos de curación o reacciones adversas, para los conservacionistas se podría estudiar un enfoque similar, con el fin de reducir los daños y las amenazas a las especies y los ecosistemas, causados ​​por productos químicos como los pesticidas, antes de que se aprueben para usar.

Almacenar energía en forma de calor.

Los científicos están trabajando para crear un nuevo tipo de batería que utilice calor para generar electricidad. Estos son los llamados sistemas termofotovoltaicos , y pueden ayudar a reducir la necesidad de combustibles fósiles, baterías convencionales y otros sistemas de generación de electricidad actuales, que causan daños ambientales. ¿Es posible una energía 100% limpia ?

Plástico rico en microorganismos

El plástico que se acumula en grandes cúmulos en los mares y océanos se denominan “parches de basura”. A pesar de ser dañinos para la vida marina, son ricos en organismos que viven en la interfaz del aire y el agua. Aunque no son naturales, estos organismos pueden servir como alimento para peces, tortugas y otros animales. Según los conservacionistas, los esfuerzos para eliminar los desechos del océano deben considerar cómo proteger a estos organismos del proceso.

Plantar árboles sí, pero…

Para secuestrar carbono y cultivar biomasa para combustible, los gobiernos están plantando grandes extensiones de árboles de una sola especie en tierras no boscosas . Obviamente, esto es peligroso ya que existe el riesgo de que se propaguen especies invasoras y no nativas a los bosques nativos, destruyendo los ecosistemas locales. Editar el genoma de estos árboles para esterilizarlos y evitar invasiones tampoco es una acción inocua. Plantar árboles es bueno, pero no siempre es genial o la mejor solución.

Conservación en aumento

Cada vez más personas y gobiernos están interesados ​​en invertir en la conservación del medio ambiente. Esta es una tendencia de 2023 que tiende a aumentar, por el bien de todos. ¡Esperanza y feliz año nuevo!

 Artículo en portugués

https://www.ecoportal.net/paises/conservacion-de-la-tierra/

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El cambio climático es una amenaza para la educación

Por: Paulette Delgado

Los efectos del cambio climático se sienten alrededor del mundo, sin embargo, en la mayoría de las discusiones se ignora el impacto que tiene en la educación.

Los estragos del cambio climático se están sintiendo en todo el mundo. Desde olas de calor y sequías hasta grandes incendios, ciclones y aumento del nivel del mar, es imposible negar que el futuro ya está aquí. Según un nuevo Reporte del Estado del Clima en América Latina y El Caribe 2020 de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), tan sólo en América Latina y el Caribe, se perdieron más de 312,000 vidas y más de 277 millones de personas se vieron afectadas entre 1998 y el 2020.

Muchos de los impactos del calentamiento global ya son irreversibles, y aunque se habla mucho de cómo el cambio climático ha afectado sectores como la agricultura, un tema igual de importante es el de la educación. No sólo porque es importante enseñar cómo atenuar y remediar sus efectos, y sensibilizar a las personas sobre las cuestiones relativas al desarrollo sostenible, sino también porque es una área que se ha visto gravemente afectada por estos cambios.

Los impactos del cambio climático en la educación

Cuando se trata de cambio climático, las necesidades educativas son invisibles en la mayoría de las discusiones. Los países normalmente no incluyen temas educativos al hablar de las acciones a tomar, no consideran cómo éste puede interrumpir el proceso de aprendizaje de los estudiantes. Muchas escuelas han sido destruidas o han tenido que cerrar en respuesta a incendios, calor extremo, inundaciones y otros desastres naturales que son cada vez más frecuentes. Además de destruir los caminos hacia las escuelas al tumbar puentes o carreteras y materiales de aprendizaje. Estas pausas han afectado el aprendizaje y la salud física y mental de los estudiantes. En otros casos, personal académico, estudiantes y familias se han lesionado o incluso fallecido como consecuencia de estos fenómenos naturales, lo que podría tener consecuencias devastadoras para la educación a largo plazo.

La crisis climática afecta la calidad del aire, el acceso a agua potable, la producción de alimentos y una vivienda segura, lo que sólo aumenta el ausentismo, la deserción y amenazan el aprendizaje, además que impactan negativamente en el bienestar y la seguridad de los estudiantes. Con este contexto, los sistemas educativos deben adaptarse para proteger a los estudiantes de tales casos, especialmente a los más vulnerables. Todos estos impactos, directos o indirectos, deben ser considerados en las discusiones del cambio climático y buscar cómo brindar acciones efectivas y preventivas.

Los efectos ya se están sintiendo. Según una encuesta representativa a nivel nacional de educadores estadounidenses realizada por el EdWeek Research Center, uno de cada cuatro maestros, directores y líderes distritales de Estados Unidos confirman que el cambio climático ha afectado su escuela o distrito hasta cierto punto. Un 18 % respondió que, si bien, aún no han sido afectados, ven los impactos como una amenaza inminente. Aún así, la mayoría de los distritos escolares de Estados Unidos no han tomado ninguna medida para prepararse ante cualquier desastre natural o golpes de calor. La respuesta más popular sobre el motivo de esta inacción es que el 36 % de los líderes escolares y distritales consideran que sus instalaciones están ubicadas en áreas que no esperan que sean afectadas por el cambio climático en el futuro cercano.

Creer que el cambio climático sólo afecta ciertas áreas geográficas sólo demuestra el malentendido sobre cómo los cambios en los patrones climáticos afectan y afectarán a todos. Panmao Zhai, copresidente del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) dijo a la ONU que “el cambio climático está afectando cada rincón del planeta de múltiples formas. Los cambios que experimentamos aumentarán con el incremento del calentamiento”.

Uno de los primeros ejemplos de cómo ningún lugar está exento fue el famoso “día cero” en la Ciudad del Cabo, Sudáfrica. A finales del 2017, la capital de Sudáfrica enfrentó una escasez de agua a tal punto que se amenazaba que llegarían al “día cero” donde su población de cuatro millones de personas se quedarían sin agua. Más allá de ser un inconveniente, esta situación se volvió una amenaza para la salud, higiene y el funcionamiento de la ciudad.

Durante esta época, se decidió que las escuelas debían permanecer abiertas ya que, para los gobernantes que tomaron esta decisión, los estudiantes deben poder aprender a pesar de las circunstancias. Incluso, la entonces primera ministra del Cabo Occidental, Helen Zille, declaró que su trabajo “es asegurarnos de que las escuelas permanezcan abiertas y operativas, con un suministro de agua alternativo adecuado para hacerlo”.

El Departamento de Educación de Western Cape (WCED) pensó en el peor de los casos y analizaron la capacidad de cada escuela de obtener y almacenar suministros de agua para poder satisfacer lo que ellos consideraron las tres necesidades principales: higiene, seguridad contra incendios y agua potable. Aún así, gran parte de la carga la tenían las madres, padres y familiares, ya que se les pedía que enviaran a sus hijos a la escuela con agua.

Un artículo de Daniella Cheslow publicado en 2018 por National Public Radio (NPR), reunió la opinión de varios ciudadanos enfrentando la situación, entre ellos Yoliswa Qomoyi, directora de una escuela primaria. Ella compartió que colocó cubiertas y candados sobre grifos exteriores y cerró todos los lavamanos menos uno en cada uno de los baños para cumplir con las restricciones, además de pedir a las familias que mandaran a los niños con agua.

La ciudad también respondió mandando camiones cargados con galones de agua así que cuando era el turno de la escuela de Qomoyim, los estudiantes formaban una cadena para pasar envases llenos de agua a sus compañeros, quienes lo llevaban a donde la almacenaban. El artículo también mencionó los casos de Hlomla Myendeki, de 12 años, quien tenía que caminar más de una milla para llegar a la escuela cargando agua desde su casa. Por su parte, Awonke Matinise, de la misma edad, confesó que la escasez de agua dificulta su aprendizaje. «A veces tengo sed y me doy cuenta de que no hay agua en nuestra escuela», dijo para NPR. «Así que solo tengo que quedarme allí y escribir».

Actualmente, la ciudad de Monterrey, en Nuevo León, México (donde se ubica el Observatorio y de donde es originario el Tec de Monterrey) está enfrentando una situación similar a la vivida en Ciudad del Cabo. La escasez de agua es tan grave que este pasado lunes 20 de junio, Sofialeticia Morales, Secretaría de Educación de Nuevo León dijo que “no se podrá garantizar el abastecimiento de agua potable en las escuelas” por lo que la asistencia no fue obligatoria. El pasado 3 de junio, Servicios de Agua y Drenaje de Monterrey anunció que sólo habrá agua de 4:00 a. m. a 10:00 a. m. todos los días, lo que obligó a las escuelas a modificar sus horarios para adaptarse.

La UNESCO reconoce que la educación es crucial para atender la crisis climática ya que “ayuda a las personas a comprender y abordar los impactos de la crisis climática, brindándoles el conocimiento, las habilidades, los valores y las actitudes necesarias para actuar como agentes de cambio”. Y organismos como la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, el Acuerdo de París y la agenda de Acción para el Empoderamiento Climático (ACE), coinciden y reconocen la importancia de la educación y la formación para hacer frente al cambio climático. Sin embargo, ignoran que esta área también está siendo afectada fuertemente por el cambio climático y los desastres naturales. Tan sólo en la región de América Latina y el Caribe 277 millones de personas se vieron afectadas por el cambio climático en los últimos 22 años. Y se espera que si la crisis climática continúa empeorando, será una de las regiones más afectadas.

Es momento de hablar de educación no sólo como una manera de hacer frente al cambio climático, sino también como un área fuertemente afectada.

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