Renuncia ministra de Educación chilena Marcela Cubillos

América del Sur/ Chile/ 01.03.2020/ Fuente: www.telesurtv.net.

Según el presidente del Colegio de Profesores, Mario Aguilar, la ahora exfuncionaria representó un obstáculo durante su periodo como titular del ramo, más que un aporte para avanzar.

La ministra de Educación de ChileMarcela Cubillosrenunció a su cargo este viernes a dos días para el inicio del curso escolar, cargo que será asumido por el subsecretario de esa cartera, Raúl Figueroa.

Según el presidente del Colegio de Profesores, Mario Aguilar, esto coincide con una fuerte demanda levantada por esa institución, un acuerdo de la Asamblea Nacional que consistía precisamente en la renuncia de Cubillos.

Aguilar asegura que la ahora exfuncionaria representó un obstáculo durante su periodo como titular del ramo, más que un aporte para avanzar en materia educativa.

El profesor también se refirió a los serios problemas no resueltos en la actual coyuntura, cuando hay una amenaza de epidemia con por el coronavirus, pues a pocos días de empezar las clases no existen protocolos, medidas ni planes de contingencias para abordar esa problemática en los colegios.

“La ministra Cubillos deja un triste recuerdo a su paso por el ministerio de educación, una ministra autoritaria, prepotente, sin capacidad de diálogo, que en todos los meses que estuvo en el cargo no impulsó un solo proyecto para mejorar la educación chilena», dijo Aguilar.

Además, aseveró que la ahora exfuncionaria solo habría impulsado «proyectos represivos y tenía una ausencia total en cada uno de los temas, por lo tanto nosotros creemos que es una buena noticia y vamos a ver cual es la forma en que va a abordar el nuevo ministro”, refirió.

Por su parte, sobree la renuncia de Cubillos, el mandatario chileno comentó que Cubillos “defendió lo esencial, porque la educación tiene que ser una educación de calidad, universal y con principios. Entregó lo mejor de sí misma”.

Fuente de la noticia: https://www.telesurtv.net/news/chile-renuncia-ministra-educacion-marcela-cubillos-20200228-0036.html

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Para el nuevo Chile, una mejor educación

Por: María Victoria Peralta. 

En estos complejos días aún de incertidumbres y de búsqueda de las mejores propuestas y caminos para avanzar en justicia social en nuestro país, han tenido lugar diversas formas de recibir la opinión ciudadana tanto en encuentros reales como virtuales. Cabildos, asambleas, encuestas diversas, se han realizado tratando de recoger el sentir y pensar de las chilenas y los chilenos.

Los temas han surgido de diversas formas: unos han sido propuestos y otros han emergido de los propios autoconvocados, conociéndose resultados aún parciales y difíciles de sistematizar en un corpus común dadas las diversas metodologías empleadas y su extensión nacional.

En estos primeros intentos de síntesis, se observan ciertas tendencias: los temas salariales, previsionales y de salud, parecen puntear las inquietudes ciudadanas. Los referidos a educación también aparecen, pero en menor grado y centrados básicamente en cómo superar problemas económicos como el CAE, o los sueldos de los profesores. (ver Chilecracia.org)

Pero la educación chilena tiene muchos problemas que resolver en términos de cobertura, equidad, gestión, calidad, pero sobre todo en los temas de fondo, qué tipo de educación deseamos favorecer para propiciar una mejor sociedad, más justa, más humana y que aporte al bienestar de todos.

En estas columnas, hemos sido reiterativos a lo largo del tiempo, de la necesidad de repensar la educación, los hechos producidos son una muestra más de lo urgente que ello era y es.

Si bien hay sectores importantes de jóvenes y adultos que han demostrado actitudes ciudadanas de participación, solidaridad, responsabilidad, respeto a las diversidades, cuidado de los bienes públicos, entre otros, también observamos otros grupos menores, pero con mucha fuerza, en los cuales estos valores no se observan mayormente cayendo en la anarquía, en la insensibilidad o en la desidia.  Y todo ello, no es producto de un actuar aislado y tampoco es unicausal; estos jóvenes y adultos también han tenido una familia que se supone que ha sido la formadora y orientadora principal en sus vidas y han pasado por diversas “escuelas” como instituciones educativas extrafamiliares que se supone que aportan también en lo formativo.

Señalamos esto, porque las injusticias y estancamientos sociales no existen per se, aunque sea de perogrullo decirlo; los generan condiciones, personas e instituciones en los diferentes ámbitos del quehacer perpetuando intereses o visiones de ciertos grupos, que no siempre tienen presente el avance social y el bien común.

Por lo expresado, se hace necesario revisar profundamente el sistema educativo que tenemos y sus múltiples actores, expresiones y extensiones políticas, leyes, normativas, Consejos, Agencias, Intendencias, Centros, etc., junto con los sistemas de financiamiento, monitoreo y evaluación, y lo más de fondo, las definiciones curriculares.

Estas últimas expresadas en bases, programas, recursos didácticos, conllevan visiones sobre el tipo de sociedad y de las personas que son muchas veces parciales y restrictivas y que se contradicen con las grandes aspiraciones que pretendemos.

Sin la revisión del aparataje educativo en su conjunto, seguirán perpetuándose las inequidades, la pasividad, la falta de diálogo y reflexión, la educación sesgada y discriminatoria; en fin, todo lo negativo de lo que hemos sido testigos desde hace décadas y que hoy aflora brutalmente.

Chile necesita una mejor educación acorde al proyecto país que queremos, y si bien es cierto que hay urgencias para muchos en el plano del diario vivir, no puede quedarse la revisión del nuevo Chile, sólo en eso.

Por ello, con el pensar de todos, incluyamos en la nueva Constitución y en sus derivados a elaborar, la educación como un Derecho social con cualidades realmente humanas en todos los niveles del sistema educativo, como eje central de las aspiraciones ciudadanas, para un Chile mejor.

Sólo así, podrán las nuevas propuestas sociales sostenerse y desarrollarse en su plenitud.

Fuente del artículo: https://opinion.cooperativa.cl/opinion/educacion/para-el-nuevo-chile-una-mejor-educacion/2019-11-15/085121.html

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Sobre la huelga de los profesores

Por: Hervi Lara B.

Con una visión del mundo, de la educación y de la democracia, opuestas al sistema establecido, los profesores de Chile culminaron siete semanas de paralización de actividades. El profesor Mario Aguilar, Presidente del Colegio de Profesores de Chile, quien encabezó la movilización de manera hábil, firme y serena, en dos oportunidades sometió a votación universal la continuidad o término del paro. Finalmente, el 23 de julio la mayoría del profesorado optó por el término de la huelga y el propósito de continuar con la lucha por el derecho a la educación. Aguilar ha valorado la cohesión del gremio en medio del conflicto. Además, el movimiento recibió un abierto respaldo popular, poniendo a la educación en el centro del debate, lo que obligó al gobierno a ceder en la mayor parte de los planteamientos del magisterio.

“Nuestra visión sobre la educación chilena” es el título del excelente diagnóstico elaborado por el Departamento de Educación y Perfeccionamiento del Colegio de Profesores de Chile y que me permito reseñar. En el documento, el profesorado plantea que el fondo de las demandas se ha centrado en la necesidad de la generación de un nuevo sistema educativo para el país, poniendo como núcleo a la educación. Esto, porque las transformaciones neoliberales llevadas adelante por la dictadura y profundizadas por los gobiernos post dictatoriales, desembocaron en un sistema educativo orientado por el mercado y los incentivos a la privatización, desmantelando así la tradición de educación pública que se había forjado en Chile.

La esencia de los cambios ejecutados por el neoliberalismo en el sistema educativo puede sintetizarse sobre tres pilares:

1º La noción de subsidariedad y libertad de enseñanza, entendidas como la promoción de proyectos educativos privados, con baja regulación pública y énfasis en la libertad de emprendimiento como manifestación de libertad económica, lo que se instala por encima del derecho a la educación.

2º La estandarización como perspectiva educativa y estrategia de los proyectos escolares.

3º El gerenciamiento como concepción de diseño, organización y gestión educacional.

La subsidiariedad ha reducido el derecho a la educación a su mínima expresión, porque ha permitido que el Estado establezca igualdad de trato a instituciones y proyectos privados bajo el supuesto de mayores grados de libertad para los individuos. Este planteamiento ha sido crucial para abrir paso a la privatización del sistema educativo y, como corolario, para el deterioro de la educación pública, conduciéndose a la mercantilización de la educación y el afán de lucro.

La mercantilización de la educación ha roto la implicancia entre educación y proyecto de país, al convertir a aquella a una expresión de las decisiones del mercado y a intereses de los agentes económicos involucrados. En consecuencia, se ha desregularizado la finalidad de la educación, porque la propiedad privada carece de responsabilidad social y sentido de bien común.

Por otra parte, la libertad de enseñanza se ha traducido en la posibilidad indiscriminada de la instalación de instituciones que imparten educación, la que es responsabilidad del Estado y éste ha abandonado. Otro aspecto ligado a lo anterior ha sido el sistema de pago por matrícula-asistencia, lo que ha permitido a privados contar con recursos para sus proyectos, sin exigencias de inversión ni de control, a diferencia de los centros de educación municipal.

La estandarización ha generado una noción restringida de calidad educativa, al reducirla a certificaciones de atributos “objetivados” de los “servicios” producidos, constituyéndose en un instrumento de presión que distorsiona las prácticas pedagógicas y evaluativas, porque no se condicen con los problemas cotidianos que enfrenta la labor educativa. La evaluación a través de pruebas estandarizadas es sólo medición del desempeño, alejada de la diversidad cultural y de contextos. La estandarización reduce el ejercicio pedagógico a la homogeneización cultural y a la adaptación pasiva a las necesidades empresariales. Es así como la labor pedagógica ha quedado reducida a ejercicio técnico desprofesionalizado y de ejecución individual. De esta manera se dificulta la formación integral, perdiéndose el sentido de la educación al vaciarse de lo público y, por tanto, reafirmándose la mercantilización.

La organización gerencial ha diseñado las escuelas como espacios de rendimiento productivo y de eficiencia en la gestión de los procesos mercantiles, basado en el éxito de la demanda. Por ello, los “nuevos fines” de la educación ya no radican en la humanización sino en metas cuantificables, bajo un “liderazgo” de gestión eficiente. Los desafíos de la gestión se han organizado en torno a un “sistema de aseguramiento de la calidad”, para producir “eficacia escolar” en base a “criterios de productividad” que no consideran el carácter específico de los procesos educativos. La idea de “aseguramiento” desconoce que la formación en el espacio escolar es más que aprendizaje de disciplinas y que los factores de su apropiación son extensos y de diversa profundidad

La auténtica educación no puede desarrollarse en torno al cumplimiento de metas de desempeño ni sujetarse a procesos de supervisión, vigilancia y rendición de cuentas. Los principios del neoliberalismo en la educación han tenido como objetivo el empobrecimiento de la educación pública y el estímulo de sus estudiantes hacia el sector privado, basándose en un juicio de calidad impreciso. El énfasis en la calidad y la eficiencia de los empresarios privados no ha considerado que hay un promedio de once horas semanales de los profesores trabajando fuera del espacio laboral. Tampoco se ha considerado a los profesores en los procesos de discusión de la educación, sino que se les cataloga como ejecutores de un trabajo genérico y técnico, acrecentándose así la precariedad laboral y la pérdida de la identidad profesional.

Frente a este panorama, el profesorado de Chile ha dado muestras de su decisión de que, como afirmara Albert Camus hace ya setenta años, “la virtud de la resistencia y el valor de la libertad otra vez nos brindan una razón para vivir”.

Fuente del artículo: https://www.alainet.org/es/articulo/201389

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Aquiles contra el Mineduc

Por: Pablo Ortúzar.

La educación es una labor social y política. Ella es el medio por el cual nuestra humanidad adquiere forma, carácter y contenido. Es el principal vehículo de la cultura. Y ya que el rol educador le cabe en primer lugar a la familia, los expertos educacionales, los funcionarios del Mineduc y los teóricos del currículum no tienen autoridad alguna para decir a los ciudadanos que estos asuntos no nos competen.

La mera existencia de un currículum nacional, de hecho, tiene mucho más que ver con decisiones políticas que con razones pedagógicas. La homogeneización cultural de la población es uno de los mecanismos fundamentales de dominación de los Estados nacionales. Luego, debemos asumir también que la disputa por la configuración de dicho currículum es, aunque no abiertamente partidista, política e ideológica. Esto, porque ella está motivada, en lo principal, por proyectos de sociedad y de país, y no por conocimientos expertos asibles solo por algunos especialistas. Cuando se discute sobre qué deberían saber todos los chilenos y cómo deberían aprenderlo se está discutiendo, en realidad, sobre lo que Chile es y debería ser.

Por supuesto, existe en paralelo a este debate una realidad educacional mucho más concreta. La vida cotidiana de estudiantes, profesores y establecimientos. Un mundo cargado de inercia. Por eso a veces parece ocioso discutir si tal ramo debería llamarse de una forma u otra, considerando lo resistentes que son los hechos a las disquisiciones de papel. Pero lo cierto es que estos esquemas generales pueden tener efectos de largo plazo, abriendo o cerrando la puerta a distintas posibilidades. Aunque los contenidos sean, al principio, iguales, es distinto estudiar “ciencias naturales” que “ciencias para la ciudadanía”.

Pero no solo la configuración de cada ramo abre y cierra opciones, sino que el esquema general del currículum impone una visión de mundo. Nuestro modelo actual, con su enorme cantidad de ramos sobre asuntos parciales, obedece, por ejemplo, al modelo profesionalizante que reemplazó al currículum clásico, considerado elitista. Así, de una formación anclada en las “artes liberales”, sostenida en los clásicos griegos, romanos y judeo-cristianos, pasamos a una orientada al civismo y la industria.

Asumiendo todo esto, creo que la situación crítica de la educación chilena exige no solo discutir públicamente sobre si historia debería ser o no un ramo obligatorio, sino derechamente sobre si tiene sentido mantener el modelo profesionalizante de organización del saber, por un lado, y la facultad del Estado para imponer un currículum kilométrico, por otro.

El principal producto de nuestro sistema educacional actual son analfabetos funcionales, poco productivos y sin sentido histórico. Una versión degradada de los ya degradados especialistas sin espíritu y hedonistas sin corazón que imaginó Max Weber como producto de la modernidad. ¿No es quizás el momento de evaluar lo que estamos haciendo, e imaginar un futuro donde, en vez de tribus de encapuchados balbuceantes, el latín y el griego, junto con todos los clásicos de ambos idiomas, retomaran el sitial civilizatorio que les corresponde en nuestras aulas y espíritus?

Fuente del artículo: https://www.latercera.com/opinion/noticia/aquiles-contra-el-mineduc/710908/

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Columna de Educación: El mito de la educación basada en el cerebro

Por Paulo Barraza Rodríguez

Uno de los mayores problemas que enfrenta hoy la educación chilena en términos de calidad, es la proliferación e inserción en la práctica escolar cotidiana, en la academia y en políticas educativas, de técnicas pedagógicas pseudocientíficas basadas supuestamente en el estudio del cerebro

¿Estoy dispuesto como apoderado a que el dinero que gasto en la educación de mis hijos sirva para financiar una educación basada en creencias pseudocientíficas? ¿Estoy dispuesto como directivo de establecimiento educacional a pagar grandes sumas de dinero por seminarios o talleres que van a desinformar o peor aún mal-informar a mis docentes? ¿Están dispuestas las universidades a contratar académicos que transmitan contenidos sin sustento empírico a futuros profesionales de la educación? ¿Está dispuesto el Ministerio de Educación a que la política pública en educación se base en conjeturas y no en evidencia? Estas preguntas reflejan muy bien uno de los mayores problemas que enfrenta hoy la educación chilena en términos de calidad: la proliferación e inserción en la práctica escolar cotidiana, en la academia y en políticas educativas, de técnicas pedagógicas pseudocientíficas basadas supuestamente en el estudio del cerebro.

Para que se haga una idea de cuál es la situación actualmente, al año son muchos los docentes que asisten a seminarios de “neurociencia y educación” y varios los establecimientos educacionales que pagan mucho dinero por charlas y talleres dictados por personas sin formación alguna en el área, pero que se autodenominan “especialistas en neurociencias”, en los que se promete explicar cómo lograr en simples pasos que los alumnos aprendan “más” o cómo enseñar “mejor” en base a supuestos hallazgos neurocientíficos.

Un ejemplo prototípico del negocio detrás de estos cursos, se refleja en un taller de “neuroeducación” dirigido a docentes que se ofreció hace un tiempo atrás en Santiago, con contenidos que mezclaban psicología popular y pseudociencia, a un valor de 10 UF por asistente (con un promedio de 80 asistentes, calcule Ud.). Súmele a esto el perjuicio educacional que significa mal-informar a profesores que volverán a sus aulas a aplicar estos supuestos conocimientos neuroeducativos con sus alumnos, perdiendo tiempo y recursos valiosos.

Para ser aún más claro, lo que habitualmente se vende como técnicas educativas basadas en hallazgo neurocientífico no son más que una sarta de neuromitos o creencias pseudocientíficas que afectan negativamente el quehacer educacional (Pashler, McDaniel, Rohrer, & Bjork, 2008). De acuerdo con la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE, 2002) los neuromitos se definen como un error de interpretación que encuentra su origen en malas citas o un mal entendimiento de hallazgos científicos, los cuales generalmente son aplicados en educación u otros contextos. Ejemplos de neuromitos que actualmente están insertos en nuestros colegios son los “estilos de aprendizaje”, la “gimnasia cerebral” (BrainGym), la idea de que hay estudiantes “cerebro-izquierdo o cerebro-derecho”, el “efecto Mozart”, entre otras excentricidades (Howard-Jones, 2011).

Aunque cueste creer, la penetración de estas creencias pseudocientíficas no solo llega a los colegios, sino también a las universidades. En Chile existen planteles de educación superior que ofrecen Diplomados y Magíster en Neurociencias con aplicación a la Educación. Aunque llamativas, estas ofertas académicas hay que tomarlas con pinzas. Las razones de tal precaución son diversas: la nula formación o trayectoria profesional en neurociencias de algunos docentes de estos programas y la debilidad de sus contenidos. Solo como ejemplo, en uno de estos programas se imparte la asignatura “antroposofía y neurodesarrollo”. De más está decir que el concepto “antroposofía” no tiene nada que ver con el ámbito investigativo de las neurociencias.

Como guinda de la torta, tenemos que los neuromitos en la educación chilena incluso están presentes en decretos ministeriales. Concretamente, los decretos 170 y 83 (Mineduc, 2009; 2015) mencionan los “estilos de aprendizaje” y sugieren adaptar las prácticas educativas a los “estilos” de los estudiantes. Al respecto, la evidencia científica acumulada desde hace más de cinco décadas (Arbuthnott & Krätzig, 2015; Cuevas, 2015) es enfática en demostrar que adaptar las clases según el estilo de aprendizaje de los estudiantes no tiene ningún efecto sobre el rendimiento académico. A pesar de la gran cantidad de evidencia científica existente, cada año cientos de profesores asisten a cursos de capacitación para aprender a detectar diferentes estilos de aprendizajes y conocer las últimas técnicas para hacer clases adaptadas a cada estilo, y así poder dar cumplimiento a los decretos del Mineduc.

El mensaje final es poner fin de una vez por todas al negocio de la pseudociencia en educación. Es crucial que docentes y directivos de colegios denuncien a quienes, aprovechándose del gran interés que despierta la neurociencia en el público general y en la educación en particular, quieran lucrar con sus anhelos ofreciendo recetas mágicas vestidas de cientificismo para aprender y enseñar mejor. Se insta a la cautela y a cultivar una actitud crítica respecto de este tipo de intervenciones fraudulentas que sobre-simplifican un problema muy complejo como es el aprendizaje en contextos escolares. Tal como señala Hyatt (2007), es tiempo de que los educadores y otras entidades formativas en el ámbito educativo –sean universidades u otras entidades– se aseguren de que las prácticas que no estén basadas en evidencia se dejen de usar con niños, con la esperanza de mejorar aprendizajes. Esto último es también una invitación al Mineduc a revisar el sustento empírico de las intervenciones educativas que mandata por decreto, con el objetivo de derribar falsas creencias y construir entre todos una educación de calidad, a escala humana y basada en evidencia.

Fuente del artículo: https://www.latercera.com/tendencias/noticia/columna-educacion-mito-la-educacion-basada-cerebro/280421/

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