Emilia Ahvenjärvi es el puente entre la educación finlandesa y la latinoamericana; su trabajo buscará impulsar alianzas entre los distintos países.
Emilia Ahvenjärvi llegó a América Latina desde Finlandia; la experta en calidad educativa es representante en la región de Team Finland Knowledge, una red del país europeo que propone hacer alianzas con el extranjero sobre temas relacionados a la educación superior y la investigación. Es magíster en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y profesora de Ciencias Sociales, llegó a fines de 2018 y está haciendo un diagnóstico de los países latinoamericanos en los que hay embajada finlandesa, al tiempo que se reúne con las autoridades de cada país y se familiariza con los modelos educativos. En su paso por Montevideo conversó con la diaria sobre su rol como puente entre un continente y otro, las características del modelo educativo finlandés que se pueden aplicar en la región y las posibilidades de intercambio para investigadores de todos los niveles.
En particular comentó sobre Uruguay que está conversando con la Agencia Nacional de Investigación e Innovación y la Universidad de la República para dar a conocer posibilidades de estudio en Finlandia. Asimismo, junto con la embajada uruguaya en el país europeo trabajan con una red de estudiantes uruguayos en Finlandia. Además, señaló que la Administración Nacional de Educación Pública y la Agencia Nacional de Educación de Finlandia tienen un acuerdo de colaboración, en cuyo marco se llevan a cabo actividades de intercambio dirigidas a docentes, estudiantes e investigadores de posgrado.
Tu trabajo gira en torno a la calidad educativa. ¿Cuáles son los puntos claves para lograr una buena calidad educativa?
A nivel país es muy importante el elemento de igualdad de oportunidades. Es muy difícil tener un sistema educativo de calidad si no existen posibilidades equitativas de llegar a una buena enseñanza; si la segregación es muy elevada, eso normalmente lleva a una situación en la que unos estudiantes acuden a centros que tienen peor nivel, mientras que otros concurren a centros de enseñanza de mejor nivel. Eso no puede pasar. Por otro lado, la formación de todos los que trabajan en la comunidad escolar es crucial. Es necesario que todas esas personas sepan de lo que están hablando para que no las manden los directores, sino que realmente cuenten con la formación necesaria para influir en su trabajo. Un tercer punto relevante es el entorno de aprendizaje; vivimos en una sociedad cada vez más tecnologizada, y eso tiene que verse en el entorno. Entiendo que Uruguay en este sentido está bastante avanzado en virtud del Plan Ceibal.
Parte de tu trabajo en la región es la unión de educación e investigación. ¿Cuáles son tus primeras impresiones sobre el tema en la región?
En Finlandia tenemos claro que ninguna de las dos cosas puede existir sin la otra; son un conjunto, una simbiosis en la que las dos partes se necesitan. La enseñanza que se ofrece en las universidades siempre se basa en la actividad de investigación. Desde mi punto de vista, una formación universitaria, basada en la investigación, es un requisito sine qua non para que haya calidad en la formación docente. Tampoco se trata de ir al otro extremo, en el que sólo se estudien teorías. Siempre la formación docente tiene que tener una vertiente importante de práctica, para que esa persona que se está formando pueda aplicar diferentes teorías a diferentes situaciones de aprendizaje.
Finlandia es un país con muchos más recursos que los latinoamericanos. ¿Cómo se pueden trasladar a Uruguay las experiencias finlandesas, que tienen su costo y estructura pensadas para ese país?
Es importante recordar que Finlandia no fue siempre un país del primer mundo, sino que hemos subido, hemos creado todo ese bienestar después de la Segunda Guerra Mundial. Allí hubo una decisión como país de invertir en educación en todos los niveles y tener mucho aprecio a la actividad de investigación, sabiendo que no están separadas, y que ambas hacen al desarrollo del país. Creo que antes de llegar a los recursos hay que tomar una decisión y tener la convicción de que esa vía puede aportar al bienestar del país. Los mejores especialistas para el desarrollo educacional de este país están acá; nosotros podemos aportar nuestra experiencia y conocimientos, pero nunca vamos a estar en el rol de decir lo que tendrían que hacer los gobiernos, porque cada país tiene sus estructuras y desafíos. Pienso que es un tema que hay que afrontar con humildad, no desde una posición en la que Finlandia sabe lo que Uruguay necesita.
Una de las claves del éxito finlandés es la confianza de la sociedad en el docente y en el sistema educativo. En Uruguay hay un control más importante del docente. ¿Creés que sería un buen camino empezar a darles más libertad a los docentes?
Sí y no. Esa confianza se basa también en la alta formación de los docentes, una formación universitaria, que llega obligatoriamente hasta el nivel de maestría. Esos docentes han dado una muestra bastante exigente de investigación, saben lo que son las teorías de su área, cómo se aplican a la enseñanza; durante su formación han implementando las teorías en diferentes situaciones de aprendizaje. Es importante que confiemos más en los docentes, sin duda, pero esto tiene que ir acompañado de unos medios o instrumentos para que puedan hacer mejor su labor. Porque si una persona no tiene la formación para actuar de manera independiente, probablemente esa libertad de toma de decisiones puede ser más agobiante que productiva.
El sistema educativo finlandés los ha puesto en los primeros puestos de muchos rankigs internacionales, pero en los últimos años han bajado el desempeño. ¿A qué atribuís esa baja?
La bajada puede tener que ver con que otros países suben y se dedican más a conseguir buenos resultados. Pero, por otra parte, en Finlandia hay unas tendencias que nos han preocupado y que también se ven reflejadas en las pruebas. Una de ellas tiene que ver con la falta de lectura de los jóvenes, en un mundo digitalizado que está cambiando la forma en que los jóvenes aprenden. Aún no tenemos una combinación que funcione bien para insertar en el aprendizaje todas las redes sociales y los medios digitales. Nos enfocamos en el alfabetismo múltiple, pero aun así falta intensidad y práctica, porque nuestros jóvenes no están tan interesados en leer como antes. Aquí se ve una brecha de género muy importante: nuestros varones leen mucho menos que las mujeres, y, de hecho, si las pruebas finlandesas las dieran sólo mujeres seguiríamos en el top.
En Finlandia el mundo del trabajo está muy unido con la educación. ¿Ves en esa unión un camino a seguir para América Latina?
Es muy importante que toda la formación tenga un reflejo y una implicación en el mundo laboral. Lo que necesita el mundo del trabajo es crucial; la academia no puede estar separada de lo que está pasando en ese ámbito. En Finlandia la manera de que estas dos partes estén en una sinergia es que gran parte de la formación se realiza en las empresas, también combinando la teoría con la práctica. Dentro de las empresas hay personas formadas para ser instructores de trabajo para los estudiantes y también para la labor de evaluación. En cuanto a la región hay mucha diferencia entre los distintos países, pero algo que es general a todos es que se han enfocado muy poco en la formación de los trabajadores, y eso afecta mucho la productividad de los países. La formación se ha visto como algo que dirige a una carrera académica y no se le ha visto el valor a formar bien a personas que hacen trabajos prácticos, algo que es crucial en la sociedad, para que ellos puedan ser autónomos dentro de su rol profesional.
Una de las críticas que surgen cuando se habla de unir el mundo del trabajo con la educación es el riesgo de la mercantilización de la educación. ¿Cuál es la postura finlandesa ante esto?
Nosotros pensamos que la función del sistema educativo es asegurar que todos y cada uno de nuestros ciudadanos puedan ser útiles para nuestro país y aportar desde su labor. Esto es muy importante desde todos los puntos de vista relacionados con la economía y con el bienestar de la población. La enseñanza básica ofrece conocimientos del mundo en general, y también capacidad de pensamiento y reflexión; la persona formada en un rol técnico de nivel medio podrá trabajar en su sector, y esa formación ya es suficiente. Además, tenemos una red de bibliotecas municipales en todo el país, tenemos escuelas de pueblo en las que todas las personas, por un costo muy bajo, pueden hacer cursos. No creo que sea función de la academia y del gobierno obligar a que todas las personas estudien hasta un nivel superior o estar muy académicamente inclinados. Obvio que es importante que todos tengan la enseñanza obligatoria y que tengan también una titulación de nivel medio, pero no está mal que continúen su formación en el mundo laboral.
La educación basada en el juego
La especialista europea explicó que el aprendizaje basado en el juego integra elementos cruciales para el alto rendimiento. Desde el punto de vista docente, “el rol del profesor es el de una guía de aprendizaje: no se para como la fuente de información”. El alumno, por su parte, “tiene un rol activo en el proceso, tanto en diseñar lo que va a aprender como en desarrollarlo y evaluarlo”. Además, al aplicar esta teoría “se integra el trabajo en equipo, el procesar la información con compañeros y también evaluarse entre compañeros”.
El aprendizaje basado en el juego apuesta a que el niño aprenda mediante sus emociones. “Esta teoría defiende que el aprendizaje es efectivo cuando llega de muchas maneras diferentes, a través de nuestras emociones, de nuestro cuerpo, de nuestra comprensión”, comentó Ahvenjärvi. Agregó que “aunque esté más generalizado y desarrollado en el nivel inicial, es muy importante también en los niveles posteriores, e incluso para los adultos es una manera muy buena de aprender, quizá con otro nombre, como ‘pedagogía de simulación’, pero con los mismos principios”.