España/11 agosto 2016/Fuente: La Razón
Hace sólo una década, el número de alumnos que abandonaba los estudios de forma prematura se situaba en más del 30 por ciento. Una cifra muy por encima del resto de países de la Unión Europea (UE) que, en ese mismo año, 2006, se situaban en una cifra muy por debajo de la mitad. Grecia, por ejemplo, contaba con una tasa de abandono escolar temprano del 15 por ciento y ahora ya está en el 8 por ciento. España, de acuerdo con los últimos datos que ha hecho públicos el Ministerio de Educación, también ha ido reduciendo su índice, pero no tanto. Eso sí, por primera vez, la cifra baja del 20 por ciento dentro de nuestra serie histórica. Según Educación, el abandono educativo temprano se ha situado, durante el segundo trimestre del año, en el 19,7 por ciento, «la cifra más baja jamás contabilizada en nuestro país», aseveran desde esta cartera.
Educación también insiste en que «en el transcurso de la última legislatura se ha producido un descenso de 6,62 puntos en la tasa de abandono educativo temprano». De este modo, se puede afirmar que España, en diez años, ha conseguido reducir en 10 puntos el número de estudiantes que, tras superar la Secundaria, deciden dejar los estudios. Normalmente no existe un único motivo que explique el porqué de esta bajada, pero, ¿cuáles son las claves que han motivado este descenso? Los expertos apuntan a un mismo motivo: la flexibilidad.
Felipe de Vicente, presidente de la Asociación Nacional de Catedráticos de Instituto (Ancaba), apunta a la apuesta por la Formación Profesional (FP) Básica como uno de los pilares del éxito. De Vicente reconoce que la Lomce –la norma aprobada por el actual Gobierno en funciones– tiene muchos defectos, «pero su apuesta por la FP es uno de los más positivos porque ha ayudado a los alumnos que se embarrancaban a salir de su atolladero». De acuerdo con este experto, «los programas de cualificación que existían previamente no atraían a los estudiantes porque no les ofrecían una vía alternativa para seguir estudiando, una cualidad que sí tienen estos nuevos itinerarios». El problema de la LOE –la ley educativa anterior– «es que optar a la FP Básica con 15 años era difícil, sólo se podía hacer de forma excepcional y ahora esa barrera se ha eliminado», sostiene el catedrático.
Países como Alemania o Bélgica, que cuentan con índices de fracaso escolar de alrededor del 10 por ciento –una tasa a la que quiere aspirar España, pero que aún queda muy lejos– «abren muchas más puertas a sus alumnos. Les plantean diferentes vías para que encuentren la que más se adecue a sus circunstancias y, de esta manera, no opten por dejar de estudiar», explica De Vicente. Es por ello que este experto insiste en que la vía para seguir con la reducción del fracaso en las aulas se debe seguir flexibilizando.
La idea del catedrático también la comparte José Manuel Lacasa, director del Instituto F de Investigación Educativa (Ifie) que insiste en que «todo lo que consiga romper esa barrera con la que chocan los alumnos y que les obliga a salir del sistema es positivo y es en lo que debemos seguir trabajando». Lacasa es optimista y cree que a final de año, la cifra total de fracaso «seguramente sea algo más baja. Un dato que, obviamente, es positivo, pero que no nos debe hacer bajar la guardia, porque el año que viene, gracias a la recuperación económica, podría volver a subir algunas décimas, un dato que tampoco será alarmante», añade. Pero Lacasa, al contrario que De Vicente, sí considera que parte del mérito de los buenos resultados se deben a la LOE, ya que «fue esta norma la que empezó a incluir programas de flexibilización. Poco a poco hemos ido dulcificando el sistema, hemos creado más puertas de salida, lo que ha ayudado a ese descenso tan marcado». No obstante, mientras las bajadas en 2012 y 2013 –plena recesión económica– fueron muy marcadas porque descendió unos tres puntos, la realidad actual es algo diferente, porque sólo se han bajado tres décimas entre 2015 y 2016. ¿Nos enfrentamos ante una situación de estancamiento?
Lacasa cree que sí. Considera que forma parte de la tendencia educativa, del agotamiento de un modelo. «Es normal que pasados seis años el descenso no sea tan marcado e, incluso, pueda haber algún repunte. Pero todo es cuestión de seguir trabajando». Julio Carabaña, catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y experto en Educación, sí que considera que la reducción ha tocado fondo. «Se ha moderado mucho la bajada de alumnos que permanecen en las aulas», pero insiste en que esta tasa no debe ser la principal vara de medir nuestro sistema educativo. «Si nos comparamos con otros países como Grecia o Croacia, llama la atención que sus porcentajes sean mucho menores que los nuestros. La diferencia está en la facilidad de otorgar los títulos», asevera el catedrático. «Nuestros alumnos pasan el mismo tiempo en la escuela que los países de nuestro entorno, pero les es mucho más complicado obtener el título. De esta forma, nosotros exigimos mucho más que otros países del entorno», añade.
Los expertos también aportan soluciones para que no lleguemos a ese probable estancamiento. Lacasa piensa que lo más importante es reformar la Educación Primaria, pero «para ello necesitamos que los políticos tengan claro que serán necesarios seis años para mejorarla y la mayoría no están dispuestos a hacer ese sacrificio electoral». De Vicente, por su parte, insiste en la necesidad de «seguir flexibilizando los estudios, ampliar las opciones y las vías que les damos a los alumnos para que no opten por salirse del sistema».
Sin impulso para alumnos excelentes
Desde la Asociación Nacional de Catedráticos de Instituto (Ancaba) también destacan que «España está perdiendo el carro de la excelencia», afirma su presidente, Felipe de Vicente. Así lo demuestran los resultados que obtiene nuestro país de los informes PISA, que «nos colocan por debajo de los niveles medios del resto de la Unión Europea». De Vicente afirma que, mientras países vecinos como Francia «son capaces de implantar un sistema en el que se apueste por la equidad y la búsqueda de la excelencia, en el nuestro sólo optamos por lo primero y olvidamos que también debemos apostar por tener los mejores estudiantes».