España: La educación de hombres y mujeres, clave para acabar con violencia de género

España/Abril de 2017/Fuente: Terra

El trabajo activo de las mujeres en la lucha contra la violencia de género es tan importante como la educación de los hombres y de la sociedad en general, con el fin de eliminar las relaciones de poder basadas en la desigualdad.

Así lo resumieron hoy un grupo de expertas internacionales, con notable presencia latinoamericana, durante el I Foro de Violencias Urbanas, que acoge Madrid y donde se analizó la violencia contra la mujer en el entorno urbano, tanto a nivel público como privado.

Para la secretaria de la Mujer de la alcaldía de Bogotá, Cristina Vélez Valencia, la clave está en educar al hombre, pero desde la perspectiva del humor, como ha hecho su ayuntamiento durante los últimos meses con la campaña «Sin Vergüenza», que les anima a no sentirse avergonzados de ayudar en el hogar.

«No podemos hacer a los hombres conscientes de su posición privilegiada llamándoles asesinos, tenemos que utilizar el humor», explica Vélez, quien apuesta por una visión transversal de las políticas públicas para luchar contra la violencia machista.

Las expertas analizaron tanto la violencia que sufre la mujer en el entorno privado – la perpetrada por familiares y parejas-, como la que padecen en lo público, tales como la trata y la mutilación genital femenina que, según denuncian, «está a vista de todos».

La activista contra la ablación en Kenia y Tanzania Nice Nailantei narró cómo tuvo que huir en varias ocasiones para evitar esta mutilación de la que, según lamenta, muchas de sus amigas y hermanas no pudieron escapar.

«Yo creo que hay que involucrar a los hombres, educarles para que rechacen estas prácticas y no marginen a las mujeres que no se someten a la circuncisión femenina», afirmó Nailantei, quien ha luchado durante años para hacer entender a niños y mayores que la ablación es un tipo de violencia de género.

Todas las expertas coincidieron en involucrar a los gobiernos locales, aunque también a los estatales, para que tomen medidas valientes.

Las mujeres refugiadas y las desplazadas internas son las mayores olvidadas de estas políticas, explicaron las ponentes, ya que sólo las iniciativas civiles se hacen cargo de su bienestar.

Este es el caso del proyecto colombiano «La ciudad de las mujeres», que lleva dieciocho años trabajando en la región de los Montes de María para dar sustento y refugio a mujeres desplazadas por el conflicto armado y por las violaciones sistemáticas de sus derechos humanos.

«Estas mujeres y niños se estaban muriendo por la desnutrición, pero eran invisibles para el Estado», explica Patricia Guerrero, fundadora de la Liga de Mujeres Desplazadas y gestora del proyecto.

En el caso de España, el problema no que si bien hay legislación que protege a las mujeres contra la violencia, ésta no cuenta con los recursos suficientes para que se desarrolle.

«Ahora hay una necesidad de ver un impacto positivo en la mujer de las políticas públicas que emprendemos», afirmó la alcaldesa de la localidad catalana de Badalona (noreste de España), Dolors Sabater Puig, quien apostó por una gobernanza compartida con la población y que involucre a las mujeres.

La educación para que las mujeres emprendan una política activa en la lucha por sus derechos y de los hombres para que adquieran conciencia de sus privilegios son, unidos a la inclusión de la perspectiva de género en la política, algunas de las claves para combatir la violencia de género, según concluyeron.

Fuente: https://www.terra.es/noticias/espana/la-educacion-de-hombres-y-mujeres-clave-para-acabar-con-violencia-de-genero,359e8f1af5989c56d6f28a3b5e4dd188nxunlq5y.html

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España:La tasa de ocupación de mujeres con formación superior es del 78% en Extremadura en 2016

España / www.20minutos.es / 8 de Marzo de 2017

La tasa de ocupación de mujeres con formación superior en Extremadura se ha situado a cierre del pasado ejercicio 2016 en el 78 por ciento, la «tercera cifra más alta de toda la serie histórica» extremeña, según un informe de Randstad elaborado con motivo del Día Internacional de la Mujer, que se celebrará este miércoles.

En Extremadura, según ha informado Randstad en nota de prensa, más de 62.500 mujeres en la región con estudios superiores se encuentra trabajando, la «tercera cifra más alta de toda la serie histórica», y el 43 por ciento de las trabajadoras extremeñas tiene educación universitaria, «cinco puntos porcentuales menos que la cifra registrada a nivel nacional». A nivel nacional, el 2016 también ha registrado el «mayor volumen» de trabajadoras con educación universitaria de la historia en España, al superar por «primera vez» la barrera de los cuatro millones, y la cifra de estas trabajadoras ha aumentado durante 14 de los últimos 15 años de la serie histórica. De esta forma, este porcentaje supone que «casi nueve de cada diez» mujeres con estudios universitarios está trabajando en la actualidad, y en 2015 la proporción de mujeres con formación superior que tenía empleo era del 85,9 por ciento. Por otra parte, el informe ha destacado que entre 2003 y 2008 este indicador «creció de manera constante», pero a partir del año 2009 empezó a caer hasta situarse en el 84,4 por ciento en el año 2014. No obstante, con los «aumentos logrados» en 2015 y 2016 la tasa de ocupadas con formación universitaria ha vuelto a niveles de 2010. Asimismo, en términos absolutos, el número de trabajadoras con formación académica superior alcanzó en el cuarto trimestre de 2016 su valor más alto de los últimos ocho años, con algo más de cuatro millones, un 2,3 por ciento más que en 2015, y un 70,4% superior en comparación con el mismo periodo de 2002. DATOS POR REGIONES Por comunidades autónomas, Madrid (755.700), Cataluña (755.200) y Andalucía (526.100) son las que cuentan con más ocupadas con educación superior, y estas tres regiones representan el 50 por ciento del total de este colectivo de profesionales. En el lado contrario de la tabla, con el menor número de trabajadoras con educación universitaria, se sitúan Baleares (90.300), Navarra (73.800), Cantabria (58.200) y La Rioja (31.100). Del conjunto de mujeres ocupadas en España, el 47,8 por ciento dispone de estudios superiores, el 46,8 por ciento cuenta con educación secundaria y el 5,5 por ciento tiene estudios primarios como formación máxima alcanzada. Por otra parte, el País Vasco y Navarra son las regiones donde las trabajadores con formación académica superior tienen «mayor peso», con un 59,2 por ciento y un 57,5 por ciento, respectivamente. A continuación se sitúan Madrid (54,6 por ciento), Asturias (53,1 por ciento) y Cantabria (51,8 por ciento). Por encima de la media nacional (47,8 por ciento) se encuentran también La Rioja (50,5 por ciento), Cataluña (50,3 por ciento), Castilla y León (48,3 por ciento) y Galicia (48,2 por ciento). En el lado contrario, con menor peso de estas trabajadoras, están Comunidad Valenciana (40,7 por ciento), Canarias (38,8 por ciento) y Baleares (38,4 por ciento).

Fuente:http://www.20minutos.es/noticia/2977232/0/tasa-ocupacion-mujeres-con-formacion-superior-es-78-extremadura-2016/#xtor=AD-15&xts=467263

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Las mujeres, por delante en la escuela, por detrás en el trabajo

Por: Elena Simón

El acceso de niñas y jóvenes a la educación es indudable, ahora hay un nuevo reto, que haya un correlato con el nivel de empleo, de remuneración y de reparto de tiempos.

El desequilibrado reparto de bienes, riquezas, poder, voz, tiempos y espacios entre hombres y mujeres de todo el mundo, la falta de reconocimiento hacia las mujeres y el déficit de representación cultural, social y simbólica, hace que no progresemos adecuadamente hacia la igualdad, aunque existen algunas condiciones materiales e ideológicas que han hecho cambiar la vida de millones de mujeres en este mundo de hoy tan multicomplejo y difícil de escudriñar.

La filosofía de los derechos humanos referida a las mujeres ha dado la vuelta a un discurso de misoginia y de machismo institucionalizado, reglamentado y legalizado. Solo le ha dado la vuelta al discurso, porque las prácticas y las conductas, los pensamientos y los actos, las relaciones y las costumbres, en todas las culturas del mundo, siguen siendo androcéntricas, sexistas, misóginas y machistas.

Sabemos que para que cambie algo ha de extenderse un nuevo pensamiento y el de las mujeres y hombres feministas es aquel al que me refiero, en toda su pluralidad y en toda su amplitud. La extensión de las nuevas cosmovisiones de lo humano han estado presentes en todos los estadíos de evolución de la humanidad y han hecho posible con su insistencia que se pusiera en solfa el esclavismo, la servidumbre, el colonialismo o la explotación. Con estas nuevas ideas en cada tiempo y lugar, acumuladas aquí y ahora, en el planeta multicultural y globalizado, vivimos vidas muy distintas a las que nos precedieron.

¿No siempre para bien? Ciertamente. Depende del lado del mundo en el que te halles: en cuanto al territorio, a las religiones, a la riqueza, a la raza y etnia, al sexo y al género, al conocimiento. Pero lo que sí es cierto es que hemos avanzado enormemente en la descalificación de la idea de “inferioridad natural” de algunos seres humanos respecto a otros: los negros, las mujeres, los pobres, las personas discapacitadas, etc…

Pero hemos avanzado y podemos señalar y exigir su corrección -incluso ante la ley- de los discursos y las prácticas de sometimiento, de la misoginia y del machismo, del desprecio y persecución de algunas poblaciones.

En este avance tiene un papel fundamental el acceso a la alfabetización, al conocimiento, a la capacitación para diversas tareas que nos permitan ganar nuestra vida sin ser burros de carga u objetos útiles para quienes tienen poder y dinero. En este atisbo de avance tiene un papel fundamental la escolarización, considerada esta como un bien que ha de alcanzar a todas las gentes de mundo. Este es uno de los objetivos del milenio, incumplido en su totalidad, por supuesto, pero colocado en el punto de mira del bienestar y de la justicia, como uno de sus pilares fundamentales.

El acceso masivo de las niñas y las jóvenes a la escolarización cambiará el mundo a medio y largo plazo. Ellas ya no podrán ser consideradas como simples objetos de transacción ni como simples máquinas sexuales y reproductivas. La educación prolongada abre las perspectivas de proyectarse hacia el exterior y alimenta la libertad de pensamiento y de elección.

Este proceso está siendo demasiado largo y lleno de obstáculos y dificultades, de palos en las ruedas, de piedras en el camino, de asesinatos y castigos para las que vayan un poco más rápido o un poco más lejos de lo que estaba previsto. Pero, al mismo tiempo, está abriendo puertas y ventanas para las niñas y las jóvenes. Puertas y ventanas de diversa índole según en qué posición se halle cada una de ellas respecto a la igualdad: oportunidades, condiciones, trato, ejercicio efectivo de los derechos humanos, acceso a bienes y servicios, posibilidades de trasgresión de los preceptos patriarcales.

Pero, cabe considerar aquí que en unos cincuenta años, la proporción de niñas escolarizadas y de jóvenes universitarias no ha hecho más que crecer respecto a sus iguales los varones y en todo el mundo. Y, sobre todo, ha hecho que se considere bueno para ellas y para sus familias, sociedades y países. Para lograr esto hubo que esperar, presionar, trabajar y hasta luchar e inmolarse durante siglos. Pero una vez que se abrieron las compuertas, las niñas y las jóvenes están respondiendo con competencia y motivación a las oportunidades educativas y de titulación. Hoy día ya son más de la mitad de la población universitaria en gran parte del mundo, del mundo que les permite entrar en la Universidad. Eso indica que han sido buenas estudiantes también en los estadíos de Primaria y Secundaria.

Y, ahora tenemos una nueva meta y un nuevo reto: conseguir que este óptimo nivel de escolarización, de cualificación y de especialización tenga su correlato en un óptimo nivel de empleo, de remuneración y de reparto de tiempos de trabajo, de cuidados y lúdicos. Las mujeres de este mundo, como seres humanas y completas debemos ser acreedoras de respeto, solidaridad y reconocimiento y que los trabajos que realizamos sean considerados de igual categoría que los masculinos. Asignatura pendiente para el siglo XXI.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/01/09/las-mujeres-por-delante-en-la-escuela-por-detras-en-el-trabajo/

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Vietnam y ONU Mujeres colaboran por impulso de igualdad de género

Asia/Vietnam/18 Diciembre 2016/Fuente: vietnamplus/Autor:DƯƠNG QUANG

El Ministerio vietnamita de Trabajos, Inválidos de Guerra y Asuntos Sociales (MTIGAS) y la ONU Mujeres reiteraron hoy sus compromisos del respaldo mutuo en el impulso de la igualdad de género, en contribución a la construcción de una sociedad equitativa, justa y esencial.

Al revisar hoy en Hanoi su proyecto conjunto del mejoramiento de capacidad nacional de Vietnam sobre la igualdad de género, realizado desde el noviembre del 2012 hasta el enero de este año, reconocieron que el programa obtuvo logros alentadores.

A pesar de numerosas dificultades, el plan logró ayudar al gobierno vietnamita en la búsqueda de mejores mecanismos para elevar la capacidad nacional sobre la igualdad de género, el empoderamiento de la mujer y las actividades concernientes.

Observaron que el mencionado proyecto también contribuyeron al despliegue de la Estrategia Nacional sobre la Igualdad de Género para el período 2011-2020 y el Programa Nacional al respecto para el lapso 2011-2015.

Participantes en el evento sugirieron que el gobierno debe incrementar asistencias financieras para actividades relacionadas.

En la ocasión, el MTIGAS también publicó un informe sobre el estado y los datos de géneros en Vietnam en el quinquenio 2010-2015.

El reporte, producto del mencionado proyecto, se centra en los temas de población, familia, educación, salud, trabajo, liderazgo y gestión. – VNA

Fuente de la noticia: http://es.vietnamplus.vn/vietnam-y-onu-mujeres-colaboran-por-impulso-de-igualdad-de-genero/68847.vnp

Fuente de la imagen:http://img.es.vietnamplus.vn/t660/Uploaded/wbxx/2016_12_16/anh.JPG

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Una voz unánime contra la violencia de género

Por: Leidys María Labrador Herrera

Se deshace, mira el espejo y no reconoce la imagen de lo que fue una vez. El significado de la palabra amor se confunde en su cabeza. Está atrapada, el mundo se achica a su alrededor. No hay salida, no hay luz, solo oscuridad la rodea. Acalla los sollozos, llora en silencio, llora sola…

Así de dolorosas son las historias de violencia, las que ocurren en un barrio marginal, en una humilde casa o entre los muros de una espléndida mansión. La verdadera realidad es que, según expone el sitio oficial de la Organización de Naciones Unidas, hasta el 70 % de las mujeres ha sido violentada al menos una vez en su vida, por lo que este fenómeno califica como una pandemia global.

Esta alarmante cifra es la prueba de que los esfuerzos mundiales por frenar el problema aún son insuficientes, sobre todo, porque esta no es una cuestión solo de activismo y voluntad, sino de políticas y leyes que protejan a un sexo, que no es para nada débil, pero sí vulnerable.

Las alarmas encendidas alrededor del mundo sobre la situación de este sector poblacional, dieron lugar a las Conferencias Mundiales sobre la mujer, que tuvieron su primera edición en México (1975). Como reuniones de alto nivel, auspiciadas por la Organización de Naciones Unidas, cuentan con representantes de todas las naciones miembros, y persiguen la reivindicación de los derechos femeninos, sobre la base del compromiso de los estados con el pleno desarrollo de la mujer en la sociedad.

La segunda y tercera conferencias, celebradas en Copenhague 1980 y Nairobi 1985, respectivamente, significaron una continuidad de los esfuerzos por enfrentar no solo la violencia de género, sino limitantes que se evidencian en ámbitos como la salud, el empleo, la economía, o acceso a la educación. Sin embargo, la Declaración y Plataforma aprobadas en la cuarta conferencia, Beijing 1995, constituyeron la expresión más significativa de los empeños por cambiar la realidad de millones de mujeres y niñas.

Según expresa el portal web ONU Mujeres, «el proceso de Beijing desencadenó una voluntad política notable y la visibilidad mundial. Conectó y reforzó el activismo de los movimientos de mujeres a escala mundial. Las personas que participaron en la conferencia volvieron a sus hogares con grandes esperanzas y un claro acuerdo, acerca de cómo lograr la igualdad y el empoderamiento».

Desde entonces hasta hoy han transcurrido poco más de 20 años, y aunque la plataforma de acción de la cuarta conferencia sigue siendo un paradigma para el logro de la equidad de género, resulta imprescindible visibilizar y darle voz a quienes aún no gozan de esos privilegios.

Nuestro país, dado el carácter de equidad entre géneros que defiende la Revolución Cubana, aprobó en 1997, como acuerdo del Consejo de Estado, lo que fuera denominado como Plan de Acción Nacional de la República de Cuba de Seguimiento a la IV Conferencia de la ONU sobre la Mujer, que tuvo a nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz como principal defensor y a la Federación de Mujeres Cubanas como guardiana de su cumplimiento.

Hoy en Cuba, como en el resto del mundo, existe una visión más clara y profunda acerca de los disímiles conceptos y formas de violencia, aunque ha quedado claro que la de género hacia las mujeres, es aquella que se les infringe por el solo hecho de ser mujer.

Desgarradoras son las historias que ilustran este fenómeno, sobre todo porque laceran la voluntad, destruyen psíquicamente a las víctimas y pueden incluso privarlas del derecho más elemental: su propia vida.

Lamentablemente, de acuerdo con cifras publicadas en septiembre de este año por la Organización Mundial de la Salud, un 38 % de los asesinatos de mujeres que se producen en el mundo, son cometidos por su pareja. Ello demuestra que aunque desde 1993 existe, aprobada por la ONU, la Declaración sobre la eliminación de la Violencia contra las Mujeres, la pandemia sigue creciendo.

Fue esta la razón esencial para que el mundo marcara una fecha en la que, de forma unánime, se hiciera patente el rechazo a este flagelo y la historia, puso el dedo sobre el calendario.

El 25 de noviembre de 1960, esbirros del tirano Rafael Leónidas Trujillo ejecutaron la orden. Sin que sus manos temblaran ni un solo instante, cegaron la vida de Patria, Minerva y María Teresa Miraval, quienes se habían enfrentado valientemente a las injusticias de la dictadura. La impunidad de quienes acabaron con sus vidas, es una herida abierta que aún sangra, y por eso las hermanas devinieron símbolo para enfrentar actos violentos que tengan como blanco a las mujeres, y el 25 de noviembre quedó marcado como Día Internacional de la No Violencia

La propuesta, hecha por los entonces representantes de República Dominicana ante la ONU, fue aprobada el 17 de diciembre de 1999, y fue respaldada por 80 países. La jornada que acompaña a la fecha, se extiende hasta el 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos, precisamente porque, como afirma el informe final de Beijing, «las normas internacionales sobre derechos humanos aún no han sido aplicadas de forma efectiva, para reparar las desventajas e injusticias que experimentan las mujeres».

Esta jornada cuenta cada año con campañas que abarcan diversos sectores sociales, medios de comunicación y otras iniciativas dirigidas no solo a la comprensión del problema, sino a demostrarles a las mujeres violentadas que siempre hay una oportunidad de salir adelante.

En nuestro país, por ejemplo, existen instituciones como la Casa de orientación a la mujer y la familia, que ofrecen consejerías y apoyo a quienes llegan hasta ellas en busca de ayuda. También es destacable el trabajo del Grupo de Reflexión y Solidaridad, Oscar Arnulfo Romero, promotor de las campañas cubanas contra la violencia de género, y de acciones de superación que permiten elevar la cultura popular acerca de este tema tan sensible.

Hechos y cifras publicados por el sitio web Onu Mujeres, demuestran que menos del 40 % de las que sufren violencia busca ayuda. Eso quiere decir que aún son muchas las víctimas silenciadas y, mientras exista una de ellas sobre la faz de la tierra, habrá que seguir luchando.

La violencia no es privativa de mujeres sin estudios o de pocos recursos, puede sufrirla cualquiera y sea cual sea el caso, las consecuencias son igual de dolorosas. Sin embargo, hay miles de historias de superación que demuestran que no todo está perdido, pero la meta verdadera es la completa eliminación de un flagelo que deja marcas imborrables.

El miedo es una barrera, como los estigmas asociados a patrones culturales arcaicos, que determinan la obediencia absoluta y la subordinación de los intereses de una mujer a su pareja del sexo opuesto, pero todas pueden ser franqueadas. Nadie es capaz de probar su valor hasta que no se lo propone. Juntos podemos decir ¡Basta!, no como una súplica, sino como la más firme exigencia.

Fuente: http://www.granma.cu/opinion/2016-11-24/una-voz-unanime-contra-la-violencia-de-genero-24-11-2016-21-11-06

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El sexismo público educativo: cambiarlo sin oportunismo idealista

Por: Iván Salinas

«La crisis de la educación pública hay que enfrentarla desde cimientos más radicales que los que ofrece nuestro tiempo, pero también sobre condiciones materiales más adecuadas. La acogida de la demanda por una educación no sexista debiese apuntar hacia el cuestionamiento de la existencia de la educación particular pagada, y también de la particular financiada con fondos públicos (hoy mayoría del sistema)».

Asumiendo el ejercicio mental –el ideal liberal- de que todos somos iguales ante la ley, se vería muy injusto que un individuo tuviere más privilegios que otro cuando se enfrenta a la institucionalidad, al derecho. De allí que lo público, lo que se ajusta al contrato social que asume tal “igualdad ante la ley” tenga que ser enjuiciado por el incumplimiento de tal ideal.

Una niña de 11 años envió una carta a la Presidenta de la República pidiendo entrar al Instituto Nacional. Lo hace con la racionalidad obvia de quien siente vulnerado un derecho: el derecho a recibir la educación que reciben los estudiantes del Instituto Nacional, que son individuos con pene, con más de 200 años de tradición de ser educados así, entre otros que igualmente tienen pene. Esa gran diferencia biológica es inaceptable como excusa para negar el derecho, y abre un flanco muy necesario de debate sobre la posibilidad de pensar una educación pública inclusiva, y no sexista. Bien por el debate, y ojalá que se profundice.

La izquierda criolla actual, como es razonable y esperable, ha actuado condenando la segregación por género. Es una demanda de años, pero que ha adquirido más notoriedad a partir de los movimientos estudiantiles del 2006 y gracias al incansable y crecientemente organizado movimiento feminista chileno. Sin embargo, en todo esto hay una precaución que debe tomarse, y debe tomarse en serio si es que se buscan cambios serios.

Una pregunta de fondo que debemos hacernos sobre el espacio escolar es sobre su sentido de inclusión social. Por diseño, en Chile sabemos que las escuelas más que inclusión social lo que hacen es separar socialmente a quienes en ellas ingresan. El prolífico filósofo educativo John Dewey solía decir que la escuela no es un lugar en el que se prepara para la vida, sino más bien es la vida misma. Y hoy en Chile esa certeza filosófica tiene una profunda expresión material: niñas y niños pasan muchísimo tiempo en la escuela, donde comparten, hacen sus amigas y amigos, aprenden lo que les enseñan y lo que no les enseñan, y generan sus relaciones y afectos de largo plazo. Una escuela segregada es una receta para crear comunidades segregadas, y en Chile esas comunidades se definen por la plata que tiene tu familia (o cualquier otro marcador social que quepa en la nueva legalidad del voucher refundado de la Nueva Mayoría).

Hace unos años salió un estudio que hizo el mismo diario que publicó la carta de la niña que quiere entrar al Instituto Nacional. El estudio decía que la mayoría de los gerentes en Chile había egresado de colegios privados. No se trataba de una mayoría relativa: el 84% de los gerentes de las empresas que venden más de US$80 millones por año eran egresados de colegios privados. La otra cifra: el 50% de los gerentes había egresado de solo cinco colegios privados donde la mensualidad supera el sueldo mínimo: El Verbo Divino, Sagrados Corazones de Manquehue, Saint George, San Ignacio, y Tabancura. El primero es, por cierto, católico y sexista. De esta lista también egresan una gran cantidad de políticos actuales, según la misma fuente. Si asumimos la noción Deweyana de que la escuela es la vida, podemos asumir que la política y los negocios en Chile están controlados por un mismo sector social que crece segregado y separado de la educación pública. El sexismo en esta segregación es rampante en la educación a la cual el Estado no puede intervenir pero de la cual egresan sus dirigentes políticos. Bonito corolario de la “libertad de enseñanza”: que viva para el poder, que se norme para el resto.

Que la educación pública hoy represente el 38% de la matrícula escolar también representa una limitación al Estado y su capacidad de hacer realidad modificaciones ultra necesarias en la inclusión social de grupos históricamente oprimidos. Si a los 11 años una niña escribiera a la presidenta queriendo entrar al Verbo Divino, acusando la extremadamente evidente desigualdad que no solo se debe al sexo, sino también a la cuna, quizá estaríamos hablando de otro conflicto: uno inexistente y sin posibilidad de expresión mediática. Pero como ocurre con el baluarte de la educación pública, un liceo emblemático, la cosa toma otro cariz. El liberalismo del “buen sentir” se toma la palabra y se une a una izquierda que se lanza, idealista como el liberalismo mismo, a “normar” el deber ser de esa educación pública, una que quizá no han vivido. Allí está la trampa de asumir como imposición una demanda que debiese surgir desde la organización de sus actores centrales: la comunidad escolar.

Pero hay limitaciones obvia a las capacidades actuales de las comunidades escolares en la educación pública. El abandono sostenido de parte de gobierno tras gobierno, la precarización de sus docentes (puestos hoy a competir entre ellos y con colegios desde donde salen los gerentes de Chile), su financiamiento-voucher(o continuo desangramiento del Estado hacia los privados), el despojo del profesionalismo pedagógico (a través de su formación entregada al mercado, la constante responsabilización de la calidad educativa, y la externalización privada de la mejora escolar mediante asesorías técnicas educativas), se cuentan entre las limitantes estructurales para el desarrollo de capacidades en la comunidad escolar. Nuestra educación pública debe reconstruirse, de eso no hay duda. La izquierda está llamada a contribuir a esa reconstrucción. Pero para eso, es relevante tomar en su peso el contexto histórico y las posibilidades de desarrollo y éxito de una demanda tan racional y necesaria como la educación no sexista.

El sexismo en la educación pública tiene que acabarse. Pero para eso no es necesario poner al Instituto Nacional o los liceos emblemáticos como blanco. Las balas de los enemigos de la educación pública disparan contra tales blancos, generando una onda expansiva difícil de detener cuando la izquierda se asume tras esas balas. Lo que necesitamos es educación pública en serio, fortalecida, bien financiada, que permita que los proyectos educativos acojan demandas de educación integral, no sexista, con modernización y sentido, en comunidad y en colaboración. No queremos más competencia, ni entre las escuelas por estudiantes-voucher, ni entre los docentes por un sueldo decente. La izquierda podría tener eso en su centro para evitar el oportunismo de usar al Instituto Nacional, o cualquier liceo emblemático, como el blanco perfecto de autodestrucción cultural y política.

La crisis de la educación pública hay que enfrentarla desde cimientos más radicales que los que ofrece nuestro tiempo, pero también sobre condiciones materiales más adecuadas. La acogida de la demanda por una educación no sexista debiese apuntar hacia el cuestionamiento de la existencia de la educación particular pagada, y también de la particular financiada con fondos públicos (hoy mayoría del sistema). Emanciparse de la opresión también implica emanciparse de sus formas de procesar los conflictos. Discutamos cómo hacemos una educación pública no sexista, pero no hagamos que sea la izquierda la que termine sepultando a la educación pública sumándose con oportunismo a los idealistas del mercado.

Fuente: http://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/2016/09/28/el-sexismo-publico-educativo-cambiarlo-sin-oportunismo-idealista/

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África: El Programa de Formación de Postgrado de Ingeniería de GE les dará a las mujeres la oportunidad de inclusión.

África/Septiembre 2016/Noticias/ http://allafrica.com/

Resumen:

El Programa de Formación de Postgrado de Ingeniería, está abierta a hombres y mujeres por igual. Sin embargo. Los cargos de mujeres han dismunuidos , se converso con  con dos mujeres y ver su experiencia : Ellas ven la oportunidad de aplicar sus conocimientos técnicos en su país de origen, donde el gas es un sector significativo.Tambien señalan que: «El programa ha sido una gran oportunidad para aumentar mis conocimientos técnicos y de establecer contactos con diversos líderes de negocios. Definitivamente ha sido un reto, pero he utilizado estos desafíos como una oportunidad para aprender y crecer, » En este sentido finalizan con la experiencia y la convicción de estar aportando a su país desde su genero asi como aumentar la participación de mujeres en la ingeniera.

Fuente:

http://allafrica.com/stories/201609081071.html

Fuente imagen:

https://lh3.googleusercontent.com/dkIa-r7bDjDUuQ7VyGgzXpn4IrmUZhAMepm5-OovB_jVTvRodPRSYaUFapNaP7B_LRUp=s138

 

 

GE’s Graduate Engineering Training Programme Is Giving Women The Opportunity To Excel

GE’s offer of best-in-class training for young engineers, known as the Graduate Engineering Training Programme, is open to women and men alike. However, women in technical positions the world over are  frequently in the minority. We recently caught up with two female  participants to chat about their experience and to hear their take on women  involvement in the sector.

Claudia Giurriuta, 31, is from Mozambique and has an interest in subsea drilling. She sees an opportunity to apply her technical knowledge in her home country, where gas is a significant sector.

“My father is an auto electrician. When I  was a child, I used to see my father working at home on weekends and I used to ask questions and spend my time with him. So I realised that I liked what he was doing because it involves technology. It’s not just about using tools. There was more to what he was doing, so my passion for engineering started then,” she says.

She’s one of only two women in the programme. “At the university, we were only two girls in the class with about 30 boys and I got used to the situation. Even as a woman, I have knowledge and the ability to face any professional situation the same way men do,” she says.

Giurriuta faced significant opposition in her career choice. “My father didn’t agree about my choice to be an engineer. He said engineering is not for women and my mother wanted me to be a lawyer. So I had to lie for one year that I was studying to be a lawyer. When I told them I was studying engineering, they didn’t support me at first, so I explained to them that it’s what I want to do professionally and it’s what I’m happy doing. Nowadays, they are proud of me. I am the only woman engineer in my family.”

Marian Muthui, 26, from Nairobi, Kenya, was attracted to engineering because she believes it is a field that has the greatest potential for social impact as it seeks to solve the world’s most “pressing issues”.

“From a young age, I loved science-based subjects and would often tinker with everything I could get my hands on. I would take things apart and put them back together just to try to understand their intricacies and how they worked,” she says.

When she has completed the GETP,  Muthui would like to focus on the energy field as she believes there is a proven correlation between energy security and economic development. “My  future interests are in research and development of various microgeneration technologies in renewable power and transportation,” she says.

Muthui has a mechanical  engineering degree and joined the GETP when it was still being conceptualised. She says she expected to be in the minority. “Sadly, this is not a strange phenomenon. It has been this way since my days in university and it still persists now in the job  market. But, I am optimistic that this will change as the number of women in engineering increases,” she says.

“The programme has been a great opportunity to increase my technical skills and to network with various business leaders. It has definitely been challenging, but I have used those challenges as an opportunity to learn and grow,” she says.

Luckily, Muthui has always had the support of her family to rely on. “Despite the fact that we did not know a single engineer, we educated ourselves on the topic  and saw it as a perfect fit for me in accomplishing my future goals,” she says.

To encourage more girls and young women to study science and engineering, Muthui says exposure is the key factor. “Most young women do not know what exactly engineers do and some believe that it is a  field just for men. In my downtime, I hold workshops with young high-school girls to mentor and encourage them to pursue careers in science, technology, engineering and mathematics. This is my personal contribution to increasing  the number of women in engineering,” she says.

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