¿Por qué impartir Educación Plástica en Inglés en Primaria?

Por: Educación 3.0

Mª Carmen Bou Martí, docente y coautora de ‘Arts, Crafts and Fun’, asegura que la fusión de artes plásticas e inglés ayuda a fortalecer y ampliar vocabulario y las habilidades orales y de escucha. Estos son sus argumentos.

Cuanto antes se aprenda una segunda lengua mejor. De hecho, hay muchos estudios e investigaciones que ratifican este pensamiento. Sin embargo, pienso que es muy importante crear un contexto que favorezca que la lengua extranjera se aprenda y se enseñe de manera eficaz.

He impartido clases de Inglés durante años (en InfantilPrimariaSecundaria y también a adultos en cursos de formación en empresas). Por esta razón, quiero aportar mi perspectiva como maestra.

Arte, cultura e inglés oral

Los alumnos pintan en el suelo del patio una flor entre todos

Así pues, impartir Educación Plástica en inglés dentro del currículum es un acierto porque, por una parte, acerca la cultura y el arte a los más pequeños y, por otra, facilita la adquisición del inglés oral dentro de un entorno flexible en el que no pasa nada si no saben pronunciar bien o no dominan el vocabulario.

Es fundamental que el alumnado diga en voz alta todo lo que va entendiendo. De esta manera, los niños empiezan a producir en inglés mientras se divierten, se socializan y se relajan dibujando, coloreando, haciendo manualidades y experimentando técnicas plásticas diversas. Aprenden y educan el oído mientras manipulan, tocan, experimentan, descubren…

El tratamiento integrado del lenguaje, como se hace en el Portfolio Europeo de las Lenguas, posibilita el aprendizaje de idiomas a través de contenidos de áreas lingüísticas y materias no lingüísticas.

Los alumnos hacen educación plástica en inglés

En Educación Primaria

La fusión de artes plásticas e inglés ofrece un espacio en el cual es posible fortalecer y ampliar vocabulario y las habilidades orales y de escucha. Es una opción muy recomendable exponer a los niños a las estructuras del inglés y su gramática de forma significativa y funcional. Y, por si esto fuera poco, contribuye a una buena salud emocional y potencia su creatividad. Por tanto, acercarles a la cultura, el arte y las diferentes técnicas plásticas mientras aprenden inglés y se lo pasan bien, parece un buen plan.

Además, la educación artística ayuda a nuestro alumnado en su desarrollo integral desde aspectos diversos:

  • Aspecto social: interacción con iguales, adquisición habilidades sociales, trabajar en equipo, por parejas, llegar a acuerdos juntos…
  • Aspecto emocional: los niños son los protagonistas del aprendizaje, todo lo que dicen importa: se expresan oralmente o bien a través del dibujo, se sienten valorados, importantes, se reconoce y se valora su esfuerzo y su creatividad, sus progresos. Todo esto aumenta y potencia su autoestima. Si tienen una buena autoestima, se aprende más y mejor.
  • Aspecto creativo: dan rienda suelta a la imaginación, favorece la creatividad (ser diseñadores, artistas, pintores, arquitectos, escultores, ilustradores, constructores, etc), aprenden a expresar sus gustos y experiencias respondiendo a estímulos para participar en la comunicación.
  • Aspecto cognitivo: aprenden a reconocer y a usar vocabulario y/o expresiones que facilitan la interacción, a usar y a desarrollar nuevas técnicas plásticas con materiales variados, manipulan, experimentan y descubren. También a fijarse en los detalles y trabajar la atención y la concentración. Aprenden a aprender.
  • Aspecto físico: desarrollo de las habilidades motoras finas y gruesas de coordinación, control, atención, manipulación y movimiento.
Clase de Educación Plástica en inglés

Si, además, se incorpora música, el resultado puede ser espectacular. Hay actividades, como las denominadas ‘Music painting’ o ‘Pintar con la música’ en las que el alumnado mientras escucha una pieza musical relajante, dibuja aquello que le inspira o le hace sentir en ese momento… Después, el que quiera puede explicar su dibujo en inglés. También podemos, por poner otro ejemplo, escuchar la música juntos y componer un cuadro en equipo después.

Es necesario plantearse la necesidad de momentos educativos en donde el aprendizaje sea menos dirigido y más libre, más lúdico y estimulante para el alumnado. Por todo esto, las clases de artística en inglés son un pretexto perfecto en la escuela para que los niños aprendan la lengua extranjera mientras experimentan y descubren sensaciones nuevas, motivadoras y diferentes. Estimular los sentidos es una manera de fortalecer la capacidad de aprendizaje de nuestro alumnado. Personalmente, pienso que cuantos más sentidos intervengan, más profundo será el aprendizaje.

Fuente: https://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/plastica-en-ingles/

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Educación para la aventura

Por: Samuel Gallastegui. 

Enseñamos a nuestros hijos a dar a los demás lo que haga falta para que les pongan buena nota. Sin embargo, alguien tendrá que enseñarles a creer en sí mismos: ya pueden saber tocar el piano, hablar cuatro idiomas, matemáticas y física nuclear que, sin pasión, todo eso no servirá para nada.

Sin darnos cuenta ya estamos en septiembre. Lejos queda el delicioso caos de los interminables días de julio y agosto en los que todo parecía posible. Ahora toca la vuelta al cole. Hay que encontrar la polvorienta maleta y después llenarla de equipajes: cuadernos, bolígrafos, rotuladores, tableta… para un viaje que las mamás y los papás  empezamos sin duda con mucha más ilusión, no solo porque estamos deseando que la rutina ordene los hábitos de nuestras asalvajadas fieras, sino también por todas las esperanzas que tenemos depositadas en la escuela.

Unas expectativas de las que seguramente fuimos conscientes por primera vez cuando se «graduaron» en la guardería y de la noche a la mañana nos encontrábamos en jornadas de puertas abiertas, escuchando proyectos pedagógicos y filosofías educativas con gran atención y algo de estrés… pues qué sabemos nosotras de educación. Queremos que sean felices, que tengan éxito, que se sientan realizadas, que sean personas justas, con valores, útiles para los demás. Todo demasiado abstracto y difícil de medir.

Los centros educativos tienen que ofrecer algo más concreto para llamar nuestra atención. Algunos usan reclamos cualitativos: métodos innovadores, implementación de nuevas tecnologías, respeto a la persona e incluso valores humanos. Pero la mayoría siguen enrocados en lo cuantitativo: aprenden a leer y sumar con 4 años, con 11 hablan fluidamente varios idiomas, una nota alta de selectividad, etcétera.

La educación parece estar imbuida del espíritu de nuestro tiempo: las escuelas tienen que captar clientes, les ofrecen preparación para el mercado de las universidades y luego estas para el laboral. Pero las calificaciones no son más que pruebas que objetivan el proceso de enseñanza en un momento dado, igual que un médico nos hará una radiografía del brazo para saber qué pasa. No me imagino a un paciente enorgulleciéndose de un TAC o por las cifras de una analítica de sangre, porque no lo representan a él, sino su salud puntual. Se pueden objetivar las cosas, los hechos y las situaciones, pero nunca una persona, porque eso supone eliminarla.

Cuando damos importancia exclusivamente a las calificaciones les estamos enseñando a buscar la fuerza y la seguridad fuera de sí mismas. Les estamos enseñando a dar a los demás lo que piden para obtener su reconocimiento -o lo que haga falta para que les pongan buena nota-. Sin embargo, alguien tendrá que enseñarles a creer en sí mismas, a valorarse por la intensidad de su compromiso. Porque ya pueden saber tocar el piano, el violín, hablar cuatro idiomas, matemáticas y física nuclear, que, sin pasión, todo eso no servirá para nada. Solo hay que pararse delante de ellas y reconocerlas: reconocer sus intereses, sus sueños, su pasiones, y alimentarlos para que crezcan, y con ellas su autoestima y fuerza personal. Algo que difícilmente podremos hacer si nos estamos fijando en lo que hacen otros niños. Pero conseguir anular nuestro ego de padres sí que es lo verdaderamente difícil (y el uso del plural aquí es dolorosamente sincero).

Toda fuerza personal que consigamos emerger en ellas será poca. La vida está llena de escollos, llena de peligros, de emociones dolorosas, llena de retos, de fracasos y de éxitos. La vida es una gran aventura en la que a veces -pocas- estarán completamente solas, sin nadie que les diga lo que pueden hacer, nadie que les ponga calificaciones para saber si lo están haciendo bien o mal. Entonces es cuando demostrarán verdaderamente su valor.

Sin embargo, necesitan mapas para su aventura, y estos se encuentran en la escuela. Cada uno de ellos interpreta el mundo de una forma distinta. Con números las Matemáticas, con datos las Ciencias, con palabras la Lenguas, con sonidos la Música, con formas y colores la Educación Plástica… Después, todos esos planos dibujados sobre papel transparente se superponen para formar un único mapa. Es importante que este sea lo más definido y completo posible, porque eso les ayudará a enfrentar la aventura en condiciones más ventajosas. Pero por muchas capas que le hayamos sumado a su mapa, sin curiosidad, sin pasión y sobre todo sin el valor y la voluntad necesaria no se moverán de casa. Nunca irán a puerto ni descubrirán nada. Y no hay mayor desperdicio que un mapa sin usar.

Más que nada porque todos los mapas esconden un tesoro que, si no hay nadie que lo busque, permanecerá irremediablemente oculto. Es importante darles buenos planos, sí, pero también el coraje necesario para usarlos. Recuerdo el consejo de un amigo sabio cuando nació mi primer hijo. Nos dijo que debemos ayudarles a emerger de dentro el pirata que se lanza al mar para encontrar tesoros, pero también al poeta que se deleita mirando las estrellas por la noche y se embriaga con el aroma de los puertos. A mí me parece que el ideal del aventurero aúna ambas figuras, pues se adentra en el mundo persiguiendo un sueño poético, un rayo de luna, pero en su día a día está continuamente tomando decisiones realistas, que son el auténtico material dorado de su aventura.

Para mí ese sería el mejor reclamo que puede hacer una escuela: educar para la aventura y no para el mercado, ni para la excelencia, ni siquiera para la sociedad. Educar para que nuestras hijas e hijos sean esos corazones locos que avanzan por la vida con los pies en la tierra y la cabeza en la nubes. Esos idealistas pragmáticos que no sólo son capaces de soñar otros mundos posibles, sino que además se atreven a realizarlos. Y tenemos que afanarnos en la tarea, porque antes de lo que imaginamos estarán llevando hacia adelante el proyecto de la humanidad. Sea este la igualdad jurídica de todos los seres humanos, la universalidad de los derechos o el equilibrio ecológico, o todos a la vez, el mundo necesitará muchos de estos locos con cordura, muchos rebeldes adaptados, muchos aventureros apasionados que transmitan su energía a los demás y los arrastren más allá de lo posible.

Fuente del artículo: http://insurgenciamagisterial.com/educar-para-la-aventura/

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