Por: Jorge Eduardo Torres.
La educación es el camino para cumplir los sueños y proyectos de vida. Es el motor de la movilidad social para que las familias mejoren sus condiciones económicas hacia el progreso y la igualdad. La buena educación nos transforma como ciudadanos hacia el diálogo, la consecución de acuerdos y la expresión de genuina solidaridad. La educación es la llave de las oportunidades en una ciudad en la que Todos Podemos Ganar.
Nuestra mayor preocupación son los 411.000 jóvenes que no estudian ni trabajan, -los NINIS-, pues su situación los acerca a la ilegalidad y la delincuencia. En promedio, 1 de cada 2 estudiantes de colegios públicos y privados se quedan sin ingresar a la educación superior, agregando así 44 mil jóvenes cada año a la lista de los NINIS. A ellos se suman estudiantes que desertan, el 17,7 % de quienes ingresan a carreras universitarias, tecnológicas y técnicas.
Una parte de la solución consiste en fortalecer la jornada única en la matrícula oficial. Mientras los colegios privados cuentan con dicha jornada, sólo el 17 % de los estudiantes matriculados en colegios distritales gozan de ella. Y a menos horas de educación, menor rendimiento en las pruebas SABER. De hecho, apenas el 26 % de los estudiantes oficiales se ubicaron en los niveles superiores A y A+ en la prueba realizada en 2018, y están rezagados especialmente en áreas como Inglés y, en menor grado, Matemáticas, frente a los colegios privados.
La clave para alcanzar al 100 % jornada única y cerrar la brecha entre educación pública y privada es la construcción de nuevos colegios. Debemos resolver el déficit actual de cupos en localidades como Bosa, Suba y Kennedy, sino que debemos dar un salto cuantitativo en el total de colegios: 120 colegios nuevos son necesarios, lo que requiere una gestión rigurosa y transparente del suelo y la construcción.
Además de la infraestructura nueva debemos contar con suficientes maestros de calidad para lograr una jornada única de calidad. En Bogotá sólo el 37 % cuenta con formación en educación superior y el 4 % participa de la jornada única. El cuello de botella está en la vinculación de más maestros mejor formados en una jornada que alarga sus horas de trabajo oficial.
La otra cara de la moneda está en el hecho de que Bogotá se convirtió en La Meca de la Educación Superior del país, con más de 800 mil estudiantes matriculados, una tendencia creciente que contrasta con la tendencia a la baja de la matrícula en el resto del país. Sin embargo, el 83 % de IES pertenecen al sector privado, y acoge aproximadamente el 70 % de la matrícula, que sólo en una baja proporción pertenece propiamente a universidades, mientras que el resto hace parte de Instituciones Universitarias o Escuelas tecnológicas.
La apuesta clave consiste entonces en darle un impulso importante a la educación superior pública, y en Bogotá ello se traduce en la inversión decidida en la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Además, es necesario invertir más en becas de educación superior que apoyen financieramente las aspiraciones de nuestros jóvenes más pilos en las mejores universidades. En esa dirección, se dio un paso muy importante: fue aprobada la Nueva Estampilla Universidad Distrital, que no sólo salvó a esa institución de perder su principal fuente de financiación, sino que está inyectando $ 2,3 billones durante 30 años, como tal, a la Universidad Distrital (70 %) y a la sede Bogotá de la Universidad Nacional (30 %).
El siguiente reto que debemos abordar es el empleo de los jóvenes. Entre 2016 y 2017, el desempleo juvenil pasó de 15,1 % a 17,3 %, lo que en este último año representaba casi 235 mil jóvenes desocupados. Resulta frustrante para muchos que, tras largos años de formación, en su mayoría con un costo muy alto, el mercado laboral los reciba con tanta rudeza.
La educación técnica y tecnológica, y en general todas las Instituciones de Educación Superior –IES-, deben ampliar su oferta de cupos y permanecer conectadas a los nuevos retos del mundo empresarial, industrial y comercial. En este sentido, el papel del distrito consiste en orientar a los estudiantes en su tránsito escolar –desde la educación media- hacia la formación superior y el inicio del mundo laboral.
Por último, no siendo educación un privilegio, sino un derecho que nos debe abrir oportunidades a todos, también debemos apostar por los niños y jóvenes que por sus difíciles condiciones de vida se vieron expulsados del sistema educativo. Por esa razón, es necesario ampliar y fortalecer en este mismo sentido los modelos flexibles de educación para Extra-edad y la Escuela Pedagógica Integral del Instituto para la Protección de la Niñez y la Juventud –Idiprón-.
En conclusión, el mundo y las expectativas de las nuevas generaciones están en constante transformación, lo que nos exige repensar la educación bajo una visión que integre la realidad del mundo laboral y los sueños de todos. Pero, al mismo tiempo, la educación mantiene su valor por conducir a innumerables destinos en la vida gracias a que responde a una aspiración intrínseca a la humanidad, como lo es la búsqueda del conocimiento en la Ciencia, la Tecnología, la Ética y la Estética; en otras palabras, al desarrollo humano. Ese valor es el que debemos rescatar de la educación, con miras a no volver a ver a los jóvenes en la calle sin rumbo, con las manos en los bolsillos.
Fuente del artículo: https://www.kienyke.com/kien-escribe/educacion-de-calidad-la-llave-de-las-oportunidades-opinion-jorge-torres