Por: Victor Montoya
Aunque todos los medios son válidos para la promoción y difusión de la literatura infantil y juvenil, como los talleres literarios, títeres, artes plásticas y musicales, se debe hacer hincapié en incentivar con mayor ahínco las artes escénicas, puesto que el teatro es un excelente medio para representar las obras escritas para los tablados y uno de los terrenos más apropiados para la adaptación de cuentos y poemas.
Por otro lado, es necesario incentivar el teatro escolar para impulsar el desarrollo integral de los niños y jóvenes, conscientes de que a través del teatro escolar se les estimula a los niños a forjar una personalidad con mayor autoestima. El teatro les sirve para aprender a modular la voz, interactuar con sus semejantes, domar los nervios, poner de manifiesto su expresividad mediante el movimiento corporal y la actuación.
El teatro les permite comprender mejor, en cada una de las escenas de las piezas representadas, los aspectos relacionados con los instintos naturales de la condición humana, el origen de los conflictos sociales, raciales, religiosos, culturas y otros, y, lo más importante, las posibles soluciones de los mismos. No pocas veces, los temas que se representan en los tablados, les enseñan nociones acerca de la realidad natural, histórica, social y cultural de un determinado país.
El teatro no les es ajeno a los niños, desde el instante en que ellos mismos, de manera natural y desde su más tierna infancia, introducen el teatro en sus juegos, asumiendo las características más peculiares de los personajes adultos de su entorno para luego representarlos tal como ellos los perciben en su vida cotidiana y en el desempeño de sus funciones laborales; es más, los niños tienen la enorme capacidad de representar, durante sus actividades lúdicas, no sólo a personajes del mundo real, sino también del mundo ficticio, por cuanto su fantasía natural es un poderoso recurso que debe ser aprovechado por los maestros y directores de teatro infantil.
Se debe considerar, asimismo, que el teatro es una materia y un área del arte que tiene la particularidad de reunir e integrar a otras artes como la literatura, la pintura, la música, la danza, aunque el lenguaje dramático tiene sus propios signos, sintaxis, estructura y también su manera propia y peculiar de organizarse, pero que, sin embargo, no es estático o inamovible; por el contrario, es una de las manifestaciones artísticas que mejor se presta a la constante innovación, dependiendo del lugar, el tiempo y las circunstancias.
Aquí es imprescindible subrayar que, a pesar de que la finalidad principal del teatro es que la obra representada alcance una belleza expresiva y un significado trascendente tanto para los actores como para los espectadores, el teatro escolar o infantil no tiene por qué sujetarse a las exigencias que tiene el teatro protagonizado por actores profesionales y dirigido al público adulto, ya que la principal función del teatro hecho por y para niños reviste otras particularidades que forman parte del proceso de enseñanza/aprendizaje dentro del sistema escolar, cuya principal función consiste en formar a ciudadanos con conocimientos sólidos, personalidad independiente y valores democráticos, en provecho de una colectividad que requiere del concurso de todos para el bienestar del país.
El teatro infantil tiene, en primer lugar, el propósito de estimular al niño a poner de manifiesto su expresividad mediante el gesto, la palabra, el movimiento y la actuación. Instalados ya en esta perspectiva es importante producir mensajes, ideas y, en el mejor de los casos, debe alcanzar belleza expresiva y un significado trascendente, que les sirva, tanto a los que actúan como a los que observan, para reflexionar sobre diversos aspectos de la realidad circundante, aunque no por esto, el teatro infantil debe someterse al didactismo escolar, ya que una de sus principales funciones es promover la formación integral del niño a partir de los elementos lúdicos que, a veces, son más efectivos que los métodos didácticos elaborados por los tecnócratas de la educación.
En este contexto no es menos importante el teatro radial, como el que se viene desarrollando en la ciudad de Oruro, por medio del programa “El Mágico Mundo de los Cuentos”, que se difunde en radio Mediterráneo FM 96.3, bajo la entusiasta conducción del profesor Javier Tarqui Maldonado. El teatro radial es, así esté en competencia con las nuevas tecnologías, un excelente medio para mantener viva la tradición de los programas radiales destinados a los jóvenes y niños, sobre todo, si se los realiza de manera colectiva, integrando a todos los actores regionales en una misma organización, que tenga el objetivo primordial de promover el hábito de la lectura entre los principales destinatarios que, estén donde estén, son los jóvenes y niños.
Tampoco está por demás recordar que los escritores de teatro infantil, que dedican su tiempo y talento a cultivar esta manifestación artística, deben tener mayor espacio en los establecimientos educativos. No en vano tenemos en Bolivia a varios escritores que, durante años y como parte de su vocación de educadores, se han dedicado a escribir obras de teatro para jóvenes y niños, como Rosa Fernández de Carrasco, Joaquín Gantier, Antonio Díaz Villamil, Oscar Aparicio Suárez, Antonio Paredes-Candia, Luis Fuentes, Valentín Meriles, Marcelino Guibarra, Isaac Portocarrero, Rosalba Guzmán Soriano, entre otros.
Ya se sabe que, tradicionalmente, para la puesta en escena de una obra o pieza teatral hay un director que, por razones lógicas, es el mismo maestro de la clase, quien da las pautas de cómo se debe actuar, incluso él mismo representa primero cada pasaje y a cada personaje, con la finalidad de que el alumno-actor imite o tenga como referencia el modelo que el maestro desarrolla ante los alumnos que se inician en este maravilloso arte, que les permite: a. Expresarse con soltura, b. Ganar en autoestima, c. Sentir reconocimiento, d. Superar incertidumbres.
Los jóvenes y niños, gracias al teatro escolar, ejercitan su sistema motriz, la respiración adecuada para expresar sus sentimientos y pensamientos, la prosodia y vocalización de las palabras, pero, además, el teatro les proporciona varias herramientas para comprender mejor los fenómenos de la realidad y la fantasía, destacando los valores humanos positivos, conductas de comportamiento ejemplares y, finalmente, les ayuda a conocer desde dentro los conflictos psicosociales y darles posibles soluciones con los recursos de su intelecto e imaginación.
A pesar de estas consideraciones, y en pleno siglo XXI, existen todavía algunos maestros que desmerecen la importancia del teatro escolar, considerándolo un pasatiempo carente de objetivos didácticos y, en el peor de los casos, una pérdida de tiempo en el proceso educativo; cuando en realidad, el teatro contribuye no sólo a estimular el hábito de la lectura, sino también a formar el espíritu crítico y autocrítico de los jóvenes y niños.
Publicado primeramente en: http://www.educabolivia.bo/index.php/docente/practica-docente/4632-el-teatro-escolar