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Balance del «curso covid»: docentes, familias y sindicatos ponen nota

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  • La comunidad educativa tilda de «éxito» un curso marcado por la pandemia del coronavirus y, al mismo tiempo, exige a la Administración más inversión para mantener las medidas en el curso 21-22. Todo apunta a que, al menos en cuestión de ratios, no será así.

Toca a su fin el curso escolar 2020-2021. Un año marcado, sin duda alguna, por la pandemia. También por las medidas de higiene y seguridad para la prevención de contagios y las múltiples restricciones que de ellas derivan. El coronavirus nos ha cambiado la vida a todos. Ha afectado, en mayor o menor medida, a la totalidad de los ámbitos de nuestra sociedad. Por supuesto, el sector educativo no ha sido una excepción.

El curso arrancó con dudas y recelos. Muchos. El futuro era incierto. Un mar de inquietudes con respecto a si las medidas adoptadas en los centros educativos, tales como la reducción de ratios o el establecimiento de grupos burbuja, serían suficiente para evitar contagios masivos entre los docentes, el alumnado y sus familias. Los acontecimientos marcarían la pauta: vuelta a la presencialidad o resignación remota frente a la fría pantalla del ordenador.

La predisposición y el trabajo duro de todos los miembros de la comunidad educativa permitió finalmente que el curso escolar transcurriese siguiendo las directrices de la «nueva normalidad». De la mejor manera posible. Tanto es así que, a pesar de los duros momentos atravesados, especialmente tras las vacaciones de Navidad cuando el repunte de casos obligó a activar la modalidad a distancia en algunos centros, existe un cierto consenso en tildarlo de “éxito”.

También se ha alcanzado un acuerdo generalizado en alabar el esfuerzo de docentes, equipos directivos, familias y alumnos que, a pesar de los vaivenes e indecisiones que caracterizaron a determinadas administraciones autonómicas, supieron dar lo mejor de sí para desencallar el barco y hacerlo navegar, incluso a contracorriente.

Es momento ahora de hacer balance. De pararse a pensar. De analizar y reflexionar. Valorar los aspectos positivos, aquello que se ha hecho bien. También los errores, pequeños y grandes.

La pandemia no ha terminado. El curso 2021-2022, aunque la situación sanitaria haya mejorado como resultado de las campañas de vacunación masivas, no será “normal”. Y es precisamente en esa línea en la que se debe trabajar. Comprender que, le pese a quien le pese, la escuela no volverá de inmediato a ser lo que era antes. Un periodo de tránsito es necesario. Es momento de estar alerta. Cuidar y cuidarse. Seguir haciéndolo. Para evitar males mayores. Eso sí, la luz al final del túnel está, cada día, más y más cerca.

Docentes y equipos directivos, en guardia

“Hacemos una valoración muy positiva del curso. Las medidas de distancia interpersonal entre el alumnado, así como la ventilación y el establecimiento de grupos burbuja han sido claves para conseguir que los centros educativos sean espacios seguros”, argumenta el secretario de la Fedadi y director del IES Pare Vitòria de Alcoy (Alicante), Antonio González.

“El aspecto negativo más relevante ha sido la semipresencialidad. Lo complica todo muchísimo. Es por ello que el principal objetivo que se debe marcar ahora la Administración es garantizar la presencialidad en educación secundaria y bachillerato con vistas al próximo curso”, añade.

Vicent Manyes es director en el CEIP Bertomeu Llorens i Royo de Catarroja, en Valencia. Además, es presidente de la Federación de Asociaciones de Directivos de Centros Educativos Públicos de Educación Infantil y Primaria (Fedeip). Si algo destaca del recién finalizado curso es “el gran esfuerzo realizado por toda la comunidad educativa. En primer lugar, los alumnos, que se han adaptado muy bien. También sus familias, incluso las que se mostraban recelosas a la presencialidad al principio. Por último, los maestros y directivos de los colegios, que han dado lo mejor de sí para que este curso fuera un éxito”.

Aunque se muestra, en líneas generales, satisfecho con los planes de contingencia diseñados por la Administración, reconoce su preocupación por la previsible reducción de recursos de cara al curso académico 21-22. “El próximo año tendremos más recursos que hace dos, pero menos que en el pasado. Es clave mantener las medidas el próximo curso, porque no habrá normalidad total. Confío en que los grupos burbuja se mantengan, pero la cuestión se complica si no hay profesores suficientes…”, afirma.

Otra cuestión de relevancia con respecto al siguiente año académico es la aplicación de la nueva ley educativa, la Lomloe. Ideada por Isabel Celaá, será la nueva ministra de Educación y Formación Profesional, Pilar Alegría, quien deba ponerla en marcha. “Consideramos que la nueva ley educativa es un avance en comparación con la anterior. No obstante, seguimos detectando carencias: falta de consenso entre las diferentes fuerzas políticas, un currículo demasiado cargado de contenidos, la ausencia de obligatoriedad de la educación infantil, la falta de desarrollo en cuanto a la función directiva, entre otras”, lamenta Manyes.

Las familias, a la espera

“Ha sido un año muy duro. Durísimo. Una prolongación del anterior, que también lo fue. Pero también ha sido un año que nos ha permitido localizar debilidades y propuestas de mejora para los problemas y las deficiencias de nuestro sistema educativo, tanto anteriores como nuevas”, señala la presidenta de la FAPA Francisco Giner de los Ríos de Madrid, Carmen Morillas.

Morillas sostiene que “la educación es un derecho fundamental que, en estos años de pandemia, se ha vulnerado”, motivo por el cual el próximo curso será clave para revertir la situación. “Es fundamental mantener la presencialidad y aumentar la inversión si queremos que haya equidad. La crisis ha traído consigo un incremento de la desigualdad, de la brecha social. De ahí la importancia de mantener medidas como la bajada de ratios, que ha mejorado los resultados académicos y la convivencia en el aula”, apostilla.

Pese a que las fallas del sistema educativo son palpables, Morillas reconoce que “como consecuencia de la incapacidad de los partidos políticos, de uno y otro signo, para aparcar sus diferencias, lo cierto es que ya vamos un poquito tarde con el inicio del nuevo curso. Aunque en otras comunidades se va arrojando algo de luz, en Madrid aún no sabemos qué medidas nos vamos a encontrar en cuanto a la organización de los centros para el curso 21-22”, concluye.

Los sindicatos, preocupados

“El curso nos deja un sabor agridulce. Cosas buenas como el regreso a la presencialidad, al menos en infantil y primaria, y cosas malas, como la deficiente labor de la Administración. Las ayudas y la inversión que se han hecho en educación se quedan en nada si la comparamos con otros sectores”. El responsable de Política Educativa en la Confederación STEs, José Ramón Merino, apunta y dispara.

Coincide a este respecto el secretario general de la Federación de Enseñanza de Comisiones Obreras, Francisco García: “La Administración actuó de manera razonable, aunque en la mayoría de las comunidades lo hizo de manera tardía e insuficiente. Pedimos la contratación de 72.000 profesores para garantizar la presencialidad de la enseñanza no universitaria. Se contrató, finalmente, a la mitad, lo que impidió garantizar la presencialidad en secundaria y bachillerato. Nos parece un error tremendo”.

Ambos consideran precipitada la decisión de volver a las ratios prepandemia. “Para el nuevo curso se deberían mantener e, incluso, ampliar las medidas del pasado con el objetivo de garantizar entornos seguros, pero las comunidades están haciendo lo contrario para ahorrarse unos euros. Van contra el sentido común y la lógica, pues los jóvenes, al no estar vacunados, son quienes se están contagiando más en estos momentos”, advierte García.

La desigualdad social derivada de la crisis económica es un asunto que también preocupa a los sindicatos. “Es necesario más apoyo a la enseñanza pública, que es donde se encuentran escolarizados los hijos e hijas de las familias más humildes, las que verdaderamente están pagando el pato de esta crisis. Son necesarios más medios y más ayudas, al igual que están haciendo el resto de las potencias europeas”, asevera Merino.

La atención a la diversidad es otra de las asignaturas pendientes en el curso covid. “Debemos seguir dando pasos adelante en materia de atención a la diversidad. Lo hecho hasta ahora resulta insuficiente, pues quien antes ya era vulnerable ahora lo es aún más. La cuestión de las ratios no responde meramente a una cuestión sanitaria, que también, sino a una mejor respuesta a las necesidades educativas del alumnado. Además, hacen falta más políticas educativas: más becas, más ayudas…”, destaca García.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/2021/07/16/balance-del-curso-covid-docentes-familias-y-sindicatos-ponen-nota/

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Deseo una Cuba para Lazarito

Por: Hayled Martín Reyes Martín 

Desde hace un mes estoy por los pueblos de la montaña alta de Guerrero; específicamente, los municipios de Cochoapa el Grande y Metlatónoc, los más pobres de México. En muchas de estas regiones no hay comunicación, internet; en otros, ni siquiera electricidad —cargamos nuestros celulares y demás equipos con baterías de carros.

Varios amigos, compañeros y conocidos de Cuba y Latinoamérica me han enviado mensajes preocupándose por mi incomunicación, pero sobre todo, por lo sucedido en la Patria el pasado 11 de julio. Tengo que confesar que desconozco las particularidades de los hechos. Más bien sus mensajes son los que me han informado. He tratado de escuchar todas las posiciones. Recién ahora es que puedo escribir algo, puesto que hoy bajé a una comunidad en la que hay servicios de internet. Incluso, algunos amigos me pidieron escritos, los cuales todavía debo. Espero responder a esta demanda en los próximos días. Habiendo dicho esto quiero dar mi impresión sobre lo visto en estas pobrísimas comunidades mexicanas; si bien no es directamente sobre Cuba, guarda estrecha relación con el proyecto social cubano.

Este niño que ven en la foto se llama Lázaro. Tiene unos 5 o 6 años (el rango de edad no es por no preguntar, se debe a que en la montaña la gran mayoría no sabe su edad). Vive en Xalpa, comunidad mixteca o Ñuu Savi del sureste montañoso de México. Este muchachito fue nuestro guía por tres días en Xalpa. No habla español, sólo mixteco. Apenas nos comunicábamos por señas. El pueblo tiene unos 200 habitantes. De ellos apenas cuatro terminaron la primaria. Uno completó el sexto grado, otra llegó hasta el primer año de la secundaria; los otros dos aún siguen estudiando la preparatoria. En todos los casos, se tuvieron que trasladar hasta la ciudad más cercana, Tlapa de Comonfort, para estudiar. Fuera de estos cuatro, los demás firman con la huella. Lo que refleja que sólo un 2% completó el nivel primario de educación y que por estas geografías no hay escuelas. Situación que contrasta bastante con la realidad cubana, ya que la educación es obligatoria hasta la secundaria, por lo que no hay analfabetos, además es pública y llega a todos sin distinción social, racial o cultural; mucho menos diferencia entre la ciudad y el campo. Es sabido que Cuba es potencia en la enseñanza universitaria, y que dicho nivel está al alcance de todos de forma gratuita; sólo depende del esfuerzo de cada joven estudiante. Si el pequeño Lazarito no comienza a estudiar próximamente, se incluirá en la gran masa de pobladores analfabetos y desempleados, cuyo único objetivo en la vida será emigrar hacia los Estados Unidos a que lo explote algún patrón en la agricultura. Dicha utopía no es general, sino que está presente en los hombres más “decididos” del pueblo. A la pregunta sobre si les gusta estudiar, todos responden que no. A la temprana edad de Lazarito, niñas y niños, acompañan a sus padres o abuelos a trabajar al campo. Esto es, el que trabaja, porque la gran mayoría no produce la tierra. Si el analfabetismo es casi total, el desempleo no se queda atrás. Es un callejón sin salida, en el que no queda otra opción que emigrar.

Si no mencionamos la cultura es porque prácticamente no existe en estas comunidades. Fuera de la lengua que hablan, símbolo de resistencia por quinientos años, el cultivo por parcelas de maíz y los huipiles que confeccionan las señoras como recreación, no hay rastro de cultura.
El sistema de posesión de la tierra es individual y hereditario. Sobre esto quiero agregar que la posesión de la tierra al ser individual y heredada, muchos no la trabajan. Esto responde a dos cuestiones fundamentales: primero, al ser transmitido de generación en generación se pierde el valor de producir, o sea la valorización del trabajo, y apenas cultivan un porciento mínimo de parcelas de milpa para su autoconsumo; y segundo, la individualidad de la tierra no permite el trabajo comunal, o mejor dicho, no establecen un sistema comunitario de trabajo que beneficie a la propia comunidad. Lo que es mío es mío y no lo presto ni hago alianzas. Esta es la triste realidad de Lazarito y muchos otros niños, ya que las niñas tienen un destino aún más duro: apenas llegan a la adolescencia son vendidas como animales al mejor postor. Muchachitas de doce, trece y catorce años son entregadas como esposas a hombres maduros, muchas veces ancianos. Así de cruda es la situación en estos recónditos lugares.

Si la educación es un problema, la salud no deja de ser otro bien grande. Los enfermos en el pueblo son “curados” con rezos y sacrificios. No hay sistema de salud ni farmacia o consultorios por estas regiones. Los enfermos graves o agonizantes serán trasladados durante cinco horas hasta el hospital más cercano: que otra vez, como en la educación, queda en Tlapa de Comonfort. Los pobladores me dijeron que esto casi nunca lo hacen o lo logran, ya que la mayoría llegan muertos a la ciudad. Debido a esta situación las mujeres paren en la comunidad, con una tasa de mortalidad de un muerto por cada diez nacidos. Si esta cifra la llevamos a los parámetros que establece la OMS, tendremos un índice de cien niños muertos por cada mil nacidos. De más está decir que son números elevadísimos si los comparamos con la mortalidad infantil del año pasado en Cuba, que reflejó una tasa de 4,9 infantes muertos por cada mil nacidos vivos. La vida en estas comunidades no es una bendición si naces enfermo o con algún padecimiento. Enfermedades curables se vuelven mortales. Los discapacitados no tienen cabida en esta sociedad. Los niños mixtecos recuerdan las imágenes de los infantes africanos, con sus pancitas infladas debido a los malos hábitos higiénicos y alimentarios. Gracias a la vida, nuestro Lazarito no está así y goza de excelente salud. Es un niño alegre que siempre está riendo; con mucha energía, diría incansable para subir los empinados cerros. Piernas cortinas, pero fuertes. Sus ojitos negros, que imitan al capulín, brillan como dos luceros. Es la mirada inocente de un niño que merece un mundo mejor.

Por último, y no menos importante, me referiré brevemente al problema de la alimentación. La comida en estos lugares se basa fundamentalmente, como en todo México, en las ricas tortillas de maíz y la picante salsa de chile. Esto no es un secreto para nadie ni estoy diciendo nada nuevo. Sin embargo, aquí la escasez alcanza hasta el básico y tradicional generador de energías humanas. Me plantean que las pocas siembras de maíz que tienen no se dan porque las arrastran los torrenciales aguaceros o las ataca una plaga en la tierra llamada “gallina ciega”. Por solo poner un ejemplo en tres días y tres noches mi compañera y yo sólo comimos una tortilla. El segundo día, después de una larga caminata de tres horas a punto de mediodía, pedimos tortilla a uno de los habitantes y la negó. No pienso como otros que sean ridículos; creo que la razón de esta actitud está en la escasez de alimentos en la comunidad. Tampoco tomamos el delicioso café por las mañanas, en una tierra en que se da su fruto de forma silvestre. Lo pudimos constatar. Comen muy poca carne, para no decir que ninguna, y en la mayoría de los casos la carne mantenida por largo tiempo con sal está descompuesta. Resisten las largas caminatas por los cerros consumiendo el tronquito de la yerba santa, las vainas de cuajinicuil o alguna guayaba que encuentran en el camino. Así nos mostró nuestro aguerrido guía Lazarito. No hay agua potable ni envasada, consumen la del río. En el pueblo sacian la sed con Coca-Cola. Toman entre 5 y 10 botellas del refresco al día, lo cual responde a la cantidad de diabéticos que hay en la comunidad. No existen tiendas donde el viajero se pueda surtir. Tampoco hay transporte ni público ni privado en que trasladarse dentro del pueblo o viajar a otras ciudades. Llevan y traen las mercancías en burros. La economía en estas tierras se basa fundamentalmente en lo que puedan mandar sus familiares de los Estados Unidos y en los programas de ayuda que el gobierno mexicano les otorgue.

Dolor debería ser el nombre de estas palabras, porque con ellas fue escrito. Nunca mis ojos vieron tanta pobreza y sufrimiento antes. Qué dirían nuestros libertadores que una vez lucharon y dieron sus vidas por un México y una América mejores. Me llevó un tiempo escribir estas líneas, no por falta de argumentos, sino porque el sentimiento se impone a la razón y se aprieta el pecho a la hora de pensar. Pero se me aparecía una y otra vez Lazarito, y su mirada me interpelaba: no podía dejar de escribir. ¿Cuántos niños en nuestra querida y sufrida América están en la misma situación de Lazarito? Pienso que millones, y me atormenta aún más desconocer, no saber la terrible situación en que viven el futuro de nuestros pueblos. Y pensaba: qué sería de la vida de Lazarito en Cuba donde pueda asistir a la escuela, jugar con sus amiguitos, y no tenga que ir forzosamente al campo, o tener derecho a la salud y a la seguridad, el bienestar social. Si algo tiene el proyecto social cubano es que no deja desamparado a niños como Lazarito, sea de la comunidad que sea. Pensaba y pensaba…

Cómo sería esa otra vida en Cuba para Lazarito en la que el brillo de sus ojos no se apague y aumenten los sueños, las ilusiones. Ahora que algunos piden libertad en mi país, mirando al Norte, yo les pregunto ¿cuándo vamos a pedir libertad para niños como Lazarito? ¿cuándo vamos a dejar de mirar a otros lados para mirar a los nuestros? Se pide “ayuda humanitaria”, ¿quién ayuda a Lazarito? ¿será que no tendrá derechos? ¿al mismo tiempo que asesinan al presidente del país más pobre de América Latina piden intervención humanitaria en Cuba? ¿quién responde por los masacrados chilenos y los muertos de Colombia? ¿o será que la ayuda humanitaria que piden para Cuba es como la masacre sionista al pueblo palestino? Como mismo criticamos la violencia repudiamos la injerencia extranjera en asuntos cubanos. La Revolución cubana y su pueblo sabrán cómo salir de los problemas actuales. Nadie de afuera tiene derecho a interceder en la patria. Cuando dos amigos se pelean, y sólo en ese momento, comprenden qué es la amistad; algo parecido sucede en Cuba y es que no saben lo que tienen (tenemos). No es necesario perderlo para saber lo que tenemos: sólo basta dejar de mirar a otros lados para comprender lo que tenemos. Mientras los días pasan, habiendo estado en muchos lugares, sigo deseando una Cuba para Lazarito.

Fuente de la Información e imagen: https://rebelion.org

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Discriminaciones en la educación: Los sesgos sociales y de género que viven los niños y niñas en América Latina

Por: El Mostrador

Los sistemas escolares reflejan las sociedades sumamente desiguales de los países en los que están situados. América Latina y el Caribe sigue siendo la región más desigual del mundo. En 21 países, las probabilidades de que los alumnos y las alumnas del 20% más rico de la población finalicen el segundo ciclo de secundaria son, en promedio, cinco veces más altas que las de los alumnos y alumnas del 20% más pobre. En Chile y en México, para conseguir una mezcla socioeconómica uniforme, habría que reasignar la mitad del alumnado a otras escuelas.

De acuerdo al “Informe de seguimiento de la educación en el mundo, 2020, América Latina y el Caribe: inclusión y educación: todos y todas sin excepción” de la UNESCO, en donde se señala que cerca de un 2,6% de los alumnos y alumnas de secundaria no volverán a clases debido a la crisis sanitaria.

“América Latina y el Caribe es una de las regiones más desiguales del mundo, lo que constituye uno de los obstáculos centrales para avanzar en el camino del desarrollo sostenible y realizar el derecho a la educación para todos, sin “que nadie se quede atrás”. La región se caracteriza por una matriz de la desigualdad social, cuyos principales ejes incluyen el nivel socioeconómico, así como las desigualdades de género, étnicas y raciales, las territoriales y aquellas relacionadas con el ciclo de vida, entre otras. Estos ejes se encadenan, entrecruzan y potencian entre sí y se manifiestan en todos los ámbitos del desarrollo y los derechos, incluyendo la educación”, indicó la secretaria ejecutiva, comisión de economía de la CEPAL, Alicia Bárcen.

Además de las dificultades que viven los niños y niñas debido a la pandemia del Covid- 19, el origen y las identidades determinan la oportunidad de la educación, por ejemplo, en Paraguay y en Honduras, el 32% de los y las indígenas son analfabetos. En 2015, las personas afrodescendientes tenían un 14% menos de probabilidades de finalizar sus estudios secundarios que sus pares no afrodescendientes en el Perú y un 24% menos en el Uruguay. En promedio, los adolescentes de entre 12 y 17 años con discapacidad tenían un 10% menos de probabilidades de asistir a la escuela que los que no tenían ninguna discapacidad.

Con respecto a las discriminaciones de género, en siete países del continente, las lesbianas, gay, bisexuales y trans dijeron que enfrentan hostilidad en la escuela; los alumnos y alumnas que padecían mayores niveles de victimización eran como mínimo dos veces más propensos a faltar a la escuela.

Si bien algunos países están evolucionando hacia la inclusión, todavía abundan las percepciones erróneas y la segregación, incluso el 60% de los países de la región tiene una definición de educación inclusiva, pero solo el 64% abarcan los grupos marginados. Los ministerios de educación de los países de América Latina y el Caribe han sido los más activos en la formulación de leyes relativas a grupos individuales, por ejemplo, con relación a la discapacidad (95%), al género (66%) y a las minorías étnicas y los pueblos indígenas (64%). Pero en el caso del alumnado con discapacidad, en un 42% de los países las leyes prevén brindarles educación en instalaciones separadas y solo en un 16% promueven la educación inclusiva; el resto opta por combinaciones de segregación e integración.

En el ámbito de la docencia, gran parte de las y los profesores no posee una capacitación profesional para la inclusión a pesar de que en el 70% de los países de la región hay leyes o políticas que prevén en materia de inclusión, más del 50% de las y los docentes en el Brasil, Colombia y México informaron que carecían una capacitación profesional para enseñar a alumnos y alumnas.

https://www.elmostrador.cl/braga/2021/07/27/discriminaciones-en-la-educacion-los-sesgos-sociales-y-de-genero-que-viven-los-ninos-y-ninas-en-america-latina/

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¿Una pedagogía del adoctrinamiento? La potencia escolar y los intentos por cancelarla

Por: Antonio Pinilla

Las polémicas mediáticas alrededor de las denuncias por adoctrinamiento en colegios colombianos nos invitan a preguntarnos sobre las amenazas y retos de las escuelas hoy.

El estallido social y la emergencia sanitaria que vive Colombia no han sido indiferentes con las escuelas. Entre una pandemia que ha revelado –para quienes no han estado prestando atención– la vulnerabilidad de un sistema desfinanciado, desigual y precarizado y un aparato mediático empeñado en sus ataques a los docentes movilizados por la educación y la justicia social, una serie de polémicas pedagógicas –sobre los contenidos y las formas de los espacios escolares– han llegado a los titulares noticiosos. En efecto, la situación no solo ha obligado a cambiar la arquitectura de salones, corredores y canchas a celulares, tabletas y computadores sino que ha significado una transformación de “lo escolar”. En línea con el análisis de los profesores belgas Maarten Simons y Jan Masschelein en Defensa de la escuela. Una cuestión cuestión pública (2014), esto puede constituirse en un intento por domesticar su potencial revolucionario y comunizante, esto es, la potencia de crear un espacio y un tiempo que se hace libre de las ataduras del mundo para posibilitar la aparición de una nueva generación que pueda renovar (su relación con) el mundo.

Parte de dicha amenaza ha tomado forma bajo las denuncias de “adoctrinamiento” que padres de familia y grupos políticos afines al gobierno han realizado durante los últimos meses. A finales de junio estuvo circulando un video en el que un padre de familia confrontaba a un profesor del Colegio La Merced de Cali en medio de una actividad sobre el paro nacional. El adoctrinamiento, sugería el padre de familia, se daba por el afán de un profesor que traspasaba los límites de lo que debe ser enseñado: “usted tiene toda la libertad de cátedra, pero no con ese tema”, resonó en el salón virtual. Otra reciente polémica sobre el adoctrinamiento en las escuelas ocupó titulares en abril, también en Cali, con un taller escolar de ciencias sociales sobre los crímenes de estado conocidos como “falsos positivos”. Las preguntas que pedían a los estudiantes investigar los hechos, sus responsables y consecuencias, fueron la excusa para que una senadora del partido de gobierno invocara la manipulación y el abuso de la autoridad pedagógica en contra del “deber ser” de la educación. Estos términos fueron, además, retomados por el aparato mediático para la fabricación de una “polémica” entre adoctrinamiento politizado e instrucción propiamente escolar.

FOTOGRAFÍA: @MAZULUR

BOGOTÁ, COLOMBIA

Como punto de partida para contrarrestar la interpretación que surge a partir de la fabricación mediática de estos hechos, es posible hacer uso de los anteriores ejemplos para identificar –y denunciar– un patrón por medio del cual se justifica un supuesto enfrentamiento entre los “defensores desinteresados” del deber-ser de las escuelas y las transgresiones adoctrinadoras de profesores con pretensiones políticas: ¿no atenta acaso este adoctrinamiento contra una institución educativa que simplemente pretende equipar a los estudiantes con lo que deben aprender para encontrar su lugar en la sociedad? ¿Para qué referirse al paro nacional o al conflicto armado si esto no contribuye al aprendizaje de los estudiantes y antes bien es un intento por politizar un espacio y un tiempo que debería estar por fuera de la política? Es una disputa, sugiere la matriz mediática, que pretende salvaguardar los prístinos terrenos escolares del embate de los intereses políticos.

Sin embargo, la relación que las denuncias de adoctrinamiento establecen con la realidad pedagógica que nos ocupa –la de cómo se “hace escuela”– devela una operación que pretende cancelar el acto pedagógico que fundamentalmente da lugar a lo escolar. De manera concreta, la reacción que fabrica estas “polémicas” alrededor del adoctrinamiento, la que se pretenden des-interesada o “neutral” ante el mundo, es precisamente la que se formula desde esferas ajenas a lo pedagógico buscando determinarlo a partir de preconcepciones sobre lo que ello debería ser. Volviendo sobre el trabajo de Simons y Masschelein, dicha reacción se constituye como amenaza al acto que, por un lado, crea un tiempo libre al entablar una relación abierta con el mundo como objeto de estudio y práctica y, por el otro, suspende el orden de la sociedad y de la familia para, de esta manera, democratizar la reivindicación de una generación que pueda revolucionar el actual estado de cosas. Atentar contra dicho acto equivaldría, entonces, a renunciar a la especificidad que separa a la escuela de otros entornos de aprendizaje, socialización o iniciación; significaría, en otras palabras, perder la escuela y lo que ella contribuye al mundo. Para sorpresa de pocos –¿de nadie?– los desinteresados defensores de nuestras escuelas son en realidad sus más acérrimos enemigos.

Tampoco nos debe sorprender que las denuncias provengan específicamente desde sujetos que se presentan como padres de familia o como defensores del status quo mediante sus afiliaciones políticas. Como afirman Simons y Masschelein, la escuela crea un espacio y un tiempo en el que los estudiantes se pueden encontrar como iguales que, escindidos de sus condiciones familiares o sociales, tienen la oportunidad de ocuparse del mundo para hacerlo común. Así, dichos actores se destacan en su reacción ante la escisión escolar para insistir en las condiciones y en las ataduras de los roles que las acompañan. Si tenemos en cuenta que, en el contexto de la pandemia, el “mejor” de los casos se ha presentado como uno que logra sintetizar el espacio-tiempo escolar y el espacio-tiempo familiar (estudiantes conectados desde sus hogares, miembros del ambiente familiar como tutores, etc.), lo que las escuelas se arriesgan a perder no son –solo– las habilidades y competencias que tanto se mencionan en el discurso mediático sobre el aprendizaje, sino la posibilidad de ver surgir una nueva generación.

En otras palabras, las denuncias que se fabrican al calor de los gritos contra el adoctrinamiento y la manipulación –las que precisamente no toman forma desde el espacio-tiempo pedagógico– pretenden domesticar la escuela para determinarla de acuerdo a nociones de un “debe ser” ajeno a lo propiamente escolar, nociones provenientes de otras esferas de la sociedad como la familia, los conglomerados económicos o las instancias del poder político. Con ello, su éxito solo puede llegar si logran cooptar la escuela para sí mismos, es decir, si logran encausar la potencia de libertad que constituye lo escolar, así como a la nueva generación que tiene la oportunidad de surgir gracias a ella, contra sí misma.

FOTOGRAFÍA: @MAZULUR

BOGOTÁ, COLOMBIA

Lo que estas denuncias comparten con otras “cruzadas” pedagógicas como Escola Sem Partido, en Brasil, o las recientes campañas contra la Critical Race Theory en los EEUU, es una profunda animosidad hacia la posibilidad de que las escuelas puedan hacer surgir una renovada relación con el mundo. Como afirman Simons y Masschelein, la forma escolar hace posible una potencia radical: la de “poner en juego” el mundo tal cual es para que, por medio del estudio y la práctica, sea ofrecido a los estudiantes para re-crearlo como interés común. La complejidad del escenario colombiano y latinoamericano hace aún más imperante este llamado por defender la escuela y experimentar con su radical potencial revolucionario. Al decir de los profesores belgas, hoy, más que nunca, debemos insistir, ante las fuerzas que pretenden cancelarla, en la tarea esencial de la escuela y de la educación: la renovación de la sociedad a través de la nueva generación.

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600 millones de niños siguen sin poder recibir educación por la pandemia

Por: swissinfo.ch

Unos 600 millones de niños en distintas regiones del mundo siguen sin recibir educación debido al cierres de sus colegios por la pandemia, alertó hoy UNICEF, que pidió que no se espere a que los alumnos y profesores estén vacunados para reabrir los centros escolares, que no fueron lugares de propagación del coronavirus.

“Educación, seguridad, amigos y comida han sido remplazados por ansiedad, violencia y embarazos entre adolescentes”, dijo el portavoz del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), James Elder, en una rueda de prensa en Ginebra.

UNICEF aseguró que hay evidencias claras de que los colegios de primaria y secundaria no estuvieron entre los principales espacios de transmisión del virus, mientras que las pérdidas que sufrirán niños y jóvenes por no asistir a la escuela puede que no se recuperen nunca.

“Si bien reconocemos que los líderes de todo el mundo se han visto obligados a elegir entre encerrar a sus comunidades o facilitar la propagación de una enfermedad peligrosa, las escuelas deberían ser las últimas en cerrar y las primeras en reabrir”, afirmó Elder.

En casi la mitad de países de Asia y el Pacífico los colegios llevan cerrados más de 200 días, y tras algunas de las suspensiones de clases más largas y algún retorno, en Latinoamérica y el Caribe hay 18 países y territorios donde las escuelas siguen sin abrir sus puertas tras 19 meses de pandemia.

Sin embargo, la región más afectada es África, donde unos 32 millones de niños han quedado fuera de la escuela debido a la pandemia, ya que los colegios volvieron a cerrar a mitad de año por el aumento de los contagios. Muchos menores ni siquiera habían podido regresar a las clases tras los primeros cierres.

A esas cifras se suman los 37 millones de niños que no recibían educación antes de la pandemia, por lo que el 40 % de los niños en edad escolar en África Oriental y del sur no van al colegio, con las consecuencias que ello conlleva, detalló el representante de UNICEF.

“En Uganda, entre marzo del año pasado y este junio se produjo un aumento de más de un 20 % en los embarazos de mujeres entre 10 y 24 años”, mencionó Elder como ejemplo de una de las consecuencias más graves que ha tenido esta pandemia para niñas y adolescentes, en particular en países pobres.

A estas alturas se sabe que la educación virtual no es una opción para al menos un tercio de los niños en el mundo, que carecen de equipamiento tecnológico y otras condiciones que les permitan seguir las clases desde sus casas.

UNICEF reconoció que la manera más rápida para que los niños vuelvan a las escuelas es acabar con la pandemia, por lo que ha pedido a sus donantes 659 millones de dólares para ayudar a los países con la distribución de vacunas, tratamientos y herramientas de diagnóstico en lo que queda de 2021.

https://www.swissinfo.ch/spa/coronavirus-educación_600-millones-de-niños-siguen-sin-poder-recibir-educación-por-la-pandemia/46820794

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Pim Pau: «El juego habilita y construye vínculos para apropiarnos del mundo y poder intervenirlo»

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