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Pandemia, crisis y una educación regeneradora

Fuentes: Rebelión/Manuel Alejandro Ramirez Solorio

La actual pandemia que aqueja a todos los países del globo ha provocado una afectación en grandes dimensiones en los sistemas educativos. Aproximadamente 1500 billones de estudiantes y 60 millones de docentes han visto modificado su quehacer de forma radical.

El cierre de las escuelas y posteriormente la reapertura a través de metodologías distintas a la tradicional ha generado diversas problemáticas en el Proceso Enseñanza- Aprendizaje (PEA).  Sumado a ello, el contexto socioeconómico ha  tenido un papel trascendental, en América Latina el 45% de los hogares cuenta con acceso a internet, solamente el 42% de la población tiene conexión por medio de celulares y  37% tiene computadora.

En estas condiciones se han generado diversas problemáticas. El aprendizaje en casa ha afectado la salud, tanto mental como física, a causa de periodos de inactividad, mayor tiempo en las pantallas etc. Además de otros efectos que a largo plazo serán estudiados y se podrán ver  sus implicaciones más a fondo.

Los PEA  han sido impactados  en gran medida por el impacto social de la crisis, el estado de temor constante a la enfermedad,  cuadros de apatía, irritación y estrés.

Otros problemas aunados al Aprendizaje desde casa,  por la premura de la propia situación han sido la falta de medidas poco claras en la operatividad de la utilización de las herramientas tecnológicas (videoconferencia, correo electrónico, redes sociales etc.) y la congruencia entre los planes y programas de estudios estructurados para un PEA de forma presencial.

En el contexto mexicano, la problemática educativa se agrava al sumarse el clima de violencia que prevalece causado por más de 30 años de políticas neoliberales, y radicalmente acentuado desde la implantación de la “Estrategia de Combate a las Drogas” en el Sexenio de Felipe Calderón.

Además, es injusto olvidar que durante los gobiernos neoliberales, la educación fue asaltada por los tecnócratas. Se anuló toda filosofía pedagógica adversa a sus intereses (siempre afines a las grandes corporaciones) y se metió en el baúl de los recuerdos la experiencia histórica de la Escuela Mexicana.

Infiltrada la academia por las políticas de los organismos internacionales, se instituyeron medidas que nada tenían que ver con el contexto nacional, se importaron modelos arcaicos, se dio un giro en el concepto de escuela, transformándola en una especie de centro de adiestramiento para beneficio del sector privado, se mermaron los derechos laborales de los profesores y trabajadores de la educación y se fomentó consciente o inconscientemente en los niños y jóvenes un desinterés por la escuela.

No hay que dejar a un lado que en esa “transformación educativa” participaron las cúpulas empresariales y no pocas veces los elementos más conservadores y reaccionarios de la sociedad mexicana.

Envalentonados por mantener el poder político, los gurús neoliberales y sus lacayos impusieron gran carga administrativa a los profesores y administrativos escolares, su limitado enfoque cuantitativo fue entronizado a grado de dogma o canon incuestionable. La escuela como centro social, de solidaridad y diálogo fue relegada, y se convirtió en un enorme departamento de recursos humanos, saturado de gráficas, programas y formatos sin ton ni son.

Los resultados de la tragedia neoliberal y de la escuela tecnocrática se pueden ver sin necesidad de un profundo estudio; desinterés total de la escuela por parte de los “estudiantes”, violencia en las comunidades, un magisterio cada vez más paupérrimo y una estructura burocrática en el sistema educativo nacional que se resiste a la transformación.

En el marco de la Cuarta Transformación y del  próximo inicio a clases, es fundamental que el magisterio organizado, los padres de familia y los luchadores sociales busquen urgentemente una acercamiento con la Secretaría de Educación Pública, con los diputados progresistas y establezcan la necesidad de una transformación real en la concepción pedagógica en nuestro país.

Una educación alejada del neoliberalismo, una educación regeneradora, basada en el diálogo franco entre los actores sociales, con un enfoque crítico y social. Se implementen foros en todo el país, se visualicen las necesidades de cada contexto y se establezcan objetivos que puedan cumplirse. Se deje a un lado la simulación, se coloque una raya a grupúsculos reaccionarios ajenos y se dé el gran paso a una escuela transformadora y dialógica.

La Cuarta Transformación tendrá que darse en la escuela, con una educación regeneradora, con la experiencia de la historia pedagógica mexicana y forzosamente en un gran esfuerzo colectivo.

Manuel Alejandro Ramírez Solorio es Licenciado en Docencia en lengua y literatura, Maestrante en pedagogía, Subdirector de EMS y periodista independiente. 

Pandemia, crisis y una educación regeneradora

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En la Guajira la educación a distancia es un mito

Por: Radio Fe y Alegría

La educación a distancia está lejos de acercarse siquiera un poco a la educación presencial. Un reciente estudio de una universidad alemana lo confirma con una conclusión lapidaria: este proceso de estudio produce un efecto educativo similar al de las vacaciones, por lo cual el rendimiento y las competencias de los alumnos no progresan.

En algunos lugares la implementación de la educación a distancia, producto del confinamiento por el Coronavirus, es más difícil y precario que en otros. Por ejemplo, no es lo mismo la educación a distancia en Alemania que en Venezuela, un país que padece una Emergencia Humanitaria Compleja, según organizaciones no gubernamentales e informes de organismos internacionales. Peor aún, dentro del propio suelo venezolano, hay regiones donde las clases se hacen más cuesta arriba que en otras.

La Guajira venezolana lamentablemente se asoma como uno de los peores lugares dentro del país para llevar a cabo la educación a distancia, con zonas en las que hay apagones que llegan a superar las 72 horas, una señal telefónica prácticamente inexistente, hogares en los que no hay equipos tecnológicos para sobrellevar el proceso y profesores que caminan hasta 10 kilómetros hacia las escuelas, porque no cuentan con dinero para pagar transporte público, debido a que el sueldo que reciben apenas alcanza para comprar harina, arroz o azúcar.

“Yo creo que este año se debe repetir”

Liliana Vargas, una madre wayúu de dos niños pequeños, confiesa que la educación a distancia para ella no ha sido fácil, especialmente porque no tiene ni siquiera un teléfono inteligente para atender las tareas y actividades escolares de sus hijos.

“No recuerdo hasta cuándo tuve teléfono y tengo que visitar a las madres de los compañeritos de mis hijos y muchas me dicen ‘no tengo’, ‘no puedo’, ‘también estoy falla’. Entonces, bueno, hay veces que voy dos o tres veces a la escuela tratando de buscar, de resolver. Las actividades, de verdad, las entrego fallas. Y creo que no soy la única”, expresó Vargas.

“Somos muchas las representantes que estamos realmente tratando de resolver como se pueda. Escribiendo aquí, pidiendo por allá, prestando para poder copiar, para poder escribir, y de esa manera es lo que logramos entregar”, explicó.

Según Ricardo Reverol, jefe de circuito de educación de esta región, se han implementado guías pedagógicas preparadas y elaboradas por los docentes de grados y áreas, pero los padres y madres de este municipio que se ubica al norte del Zulia, aseguran que la educación se volvió fatigante y pobre, tanto para el estudiante como para el docente.

En la Guajira hay una matrícula de casi 24 mil alumnos desde preescolar hasta sexto año de bachillerato. Hay 174 escuelas. Sin embargo, el 80% de las que se encuentran en las zonas rurales permanecen cerradas, en su mayoría porque la conectividad es totalmente nula, lo cual ha puesto en peligro el año escolar 2020-2021.En los pueblos de Sinamaica y Paraguaipoa, algunos pagan tres mil (3.000) pesos colombianos, que al cambio equivalen a unos 3.000.000 de bolívares, por una hora de internet para poder descargar, investigar y enviar las actividades académicas. Otros pasan hasta cinco horas en las escuelas copiando las tareas por la falta de un teléfono inteligente.Cuando se le pregunta a la señora Liliana Vargas sobre qué opina del presente año escolar en líneas generales, no duda en responder que cree que hay que repetirlo. “Yo creo que este año, para mí como madre, se debe repetir. Los niños para mí no están aptos para el siguiente grado”, argumenta.

En esa misma línea, Josefina González, madre de una niña que cursa primer grado, manifestó que los niños en este año escolar 2020-2021 no han recibido el aprendizaje correspondiente, por lo cual hizo un llamado al Ministerio de Educación para evaluar las estrategias aplicadas en este municipio, ya que el resultado ha sido nulo para estas comunidades de difícil acceso. Podría decirse que la educación a distancia es un mito en el territorio Wayuú.

La educación a distancia está lejos de acercarse siquiera un poco a la educación presencial. Un reciente estudio de una universidad alemana lo confirma con una conclusión lapidaria: este proceso de estudio produce un efecto educativo similar al de las vacaciones, por lo cual el rendimiento y las competencias de los alumnos no progresan.

En algunos lugares la implementación de la educación a distancia, producto del confinamiento por el Coronavirus, es más difícil y precario que en otros. Por ejemplo, no es lo mismo la educación a distancia en Alemania que en Venezuela, un país que padece una Emergencia Humanitaria Compleja, según organizaciones no gubernamentales e informes de organismos internacionales. Peor aún, dentro del propio suelo venezolano, hay regiones donde las clases se hacen más cuesta arriba que en otras.

La Guajira venezolana lamentablemente se asoma como uno de los peores lugares dentro del país para llevar a cabo la educación a distancia, con zonas en las que hay apagones que llegan a superar las 72 horas, una señal telefónica prácticamente inexistente, hogares en los que no hay equipos tecnológicos para sobrellevar el proceso y profesores que caminan hasta 10 kilómetros hacia las escuelas, porque no cuentan con dinero para pagar transporte público, debido a que el sueldo que reciben apenas alcanza para comprar harina, arroz o azúcar.

“Yo creo que este año se debe repetir”

Liliana Vargas, una madre wayúu de dos niños pequeños, confiesa que la educación a distancia para ella no ha sido fácil, especialmente porque no tiene ni siquiera un teléfono inteligente para atender las tareas y actividades escolares de sus hijos.

“No recuerdo hasta cuándo tuve teléfono y tengo que visitar a las madres de los compañeritos de mis hijos y muchas me dicen ‘no tengo’, ‘no puedo’, ‘también estoy falla’. Entonces, bueno, hay veces que voy dos o tres veces a la escuela tratando de buscar, de resolver. Las actividades, de verdad, las entrego fallas. Y creo que no soy la única”, expresó Vargas.

“Somos muchas las representantes que estamos realmente tratando de resolver como se pueda. Escribiendo aquí, pidiendo por allá, prestando para poder copiar, para poder escribir, y de esa manera es lo que logramos entregar”, explicó.

Según Ricardo Reverol, jefe de circuito de educación de esta región, se han implementado guías pedagógicas preparadas y elaboradas por los docentes de grados y áreas, pero los padres y madres de este municipio que se ubica al norte del Zulia, aseguran que la educación se volvió fatigante y pobre, tanto para el estudiante como para el docente.

En la Guajira hay una matrícula de casi 24 mil alumnos desde preescolar hasta sexto año de bachillerato. Hay 174 escuelas. Sin embargo, el 80% de las que se encuentran en las zonas rurales permanecen cerradas, en su mayoría porque la conectividad es totalmente nula, lo cual ha puesto en peligro el año escolar 2020-2021.En los pueblos de Sinamaica y Paraguaipoa, algunos pagan tres mil (3.000) pesos colombianos, que al cambio equivalen a unos 3.000.000 de bolívares, por una hora de internet para poder descargar, investigar y enviar las actividades académicas. Otros pasan hasta cinco horas en las escuelas copiando las tareas por la falta de un teléfono inteligente.Cuando se le pregunta a la señora Liliana Vargas sobre qué opina del presente año escolar en líneas generales, no duda en responder que cree que hay que repetirlo. “Yo creo que este año, para mí como madre, se debe repetir. Los niños para mí no están aptos para el siguiente grado”, argumenta.

En esa misma línea, Josefina González, madre de una niña que cursa primer grado, manifestó que los niños en este año escolar 2020-2021 no han recibido el aprendizaje correspondiente, por lo cual hizo un llamado al Ministerio de Educación para evaluar las estrategias aplicadas en este municipio, ya que el resultado ha sido nulo para estas comunidades de difícil acceso. Podría decirse que la educación a distancia es un mito en el territorio Wayuú.

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Presencialidad en las aulas con docencia consistente

Por: Dinorah García Romero

En una docencia consistente importa mucho el aprendizaje que enseña a pensar creativamente. El pensamiento divergente se asocia con las artes para construir una nueva manera de aprender y de gestionar el aula.

Falta pocos días para que en la República Dominicana se inicien las clases presenciales. El MINERD ha aportado criterios para la participación en la nueva presencialidad. El relativo a la libertad que tienen las madres y los padres para enviar sus hijos a las clases es muy importante. Esperamos que el mayor porcentaje de niños participe en las clases. En este proceso que inicia el 25 de mayo, se ha de poner mucha atención a las condiciones en que los docentes vuelven a las aulas para que los estudiantes no resulten afectados. Hablamos de una nueva presencialidad, porque los tiempos han cambiado mucho a raíz de la pandemia. Se requiere un acompañamiento sistemático al estado emocional y a la práctica de los docentes. Respecto de la dimensión emocional, los docentes demandan asistencia para que las aulas guarden el equilibrio necesario. Un docente con inestabilidad emocional, no solo confunde al estudiante, sino que puede crear un ambiente depresivo en el aula. Las medidas que se puedan adoptar para prevenir este tipo de crisis son pertinentes y necesarias. Los docentes que disfrutan de ajuste emocional, siembran el aula de alegría y de estímulo constante al trabajo organizado y productivo. Urgimos al MINERD a que ponga en acción un plan de asistencia psicoafectiva que beneficie a los docentes. Las consecuencias de la pandemia COVID-19 se evidencian, entre otras cosas, en una fragilidad emocional fuerte; y los docentes no están exento de este problema.

Otro aspecto que necesita orientación y seguimiento es la consistencia profesional de los docentes que vuelven a las aulas físicas. De la virtualidad a la presencia física en las aulas hay una distancia significativa. La educación en este país, y en otros del planeta, se ha mantenido en la improvisación sostenida en este último año. Ahora, al establecer la vuelta a la presencialidad, se espera que los docentes muestren mayor consistencia profesional. La   presencialidad sin rigor y sin cuidado sistemático de las condiciones laborales, no tiene sentido. Sería saludable que el MINERD publique el programa de formación integral y de calidad que tiene para los docentes que van a reintegrarse al trabajo presencial. La presencialidad se esperaba, tarde o temprano. Pero surge la pregunta de qué han hecho, tanto el MINERD como la Asociación Dominicana de Profesores, para que los docentes se integren a las aulas con esquemas de pensamiento y lógica metodológica distintos. Sí. Los docentes no pueden entrar a las aulas pensando reproducir la misma rutina. A esto se añade la necesidad del trabajo de reaprendizaje y adquisición de nuevas claves educativas de los técnicos nacionales y distritales, que son los acompañantes directos de centros educativos y de docentes. No hay razones para justificar una docencia inconsistente y deformante de los estudiantes y de los mismos docentes.

Llegó la hora de convertir la planificación educativa en un eje permanente de construcción y de reconstrucción de la práctica de los docentes y de las instituciones educativas. Asumir la improvisación como cultura mata la creatividad; y convierte la docencia en una experiencia de instrumentalización de los procesos educativos y de los actores que participan en estos. Una docencia consistente requiere rasgos y procesos que son innegociables. La ausencia de estos en la presencialidad anunciada seguro que tendrá como razón principal que estamos en pandemia. Se justifican las improvisaciones con el manto de la pandemia. Esta es una farsa que revela cuán distante está el sector educativo de una previsión inteligente y sistémica.

Las características más notables de una docencia consistente se refieren a calidad integral con indicadores explícitos; asimismo, la pertinencia. Se necesita una docencia que responda a necesidades sentidas, reales. Se ha de alejar de la reproducción mecánica de ideas y de procesos desactualizados y desencarnados de la realidad del aula y de la comunidad. En una docencia consistente importa mucho el aprendizaje que enseña a pensar creativamente. El pensamiento divergente se asocia con las artes para construir una nueva manera de aprender y de gestionar el aula. La consistencia está muy unida a la perspectiva ética con la que funcionan los docentes y con la espiritualidad que los docentes nutren su espíritu para convertir este ejercicio en una misión transformadora de personas, contextos e ideas. Finalmente, una docencia consistente se caracteriza por la pasión con que se vive cada minuto, cada hora y hasta los tiempos que están por venir.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/presencialidad-en-las-aulas-con-docencia-consistente-8944783.html

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El autoaprendizaje va de la mano con el docente. Hoy somos 24/7.

Por:

Ludwing Vásquez Gálvez es el profesor de matemáticas de 38 estudiantes de sexto de primaria de la Escuela Oficial Rural Mixta “Adrián Recinos”, ubicada en la aldea Chimusinique, en Huehuetenango, Guatemala. Fue reconocido por REDUCA como docente innovador al haber creado la aplicación móvil MATExprésate, la cual se hizo para facilitar el aprendizaje de matemáticas entre sus estudiantes de primaria. Esta aplicación móvil fortalece las #habilidades21 y el pensamiento lógico en los estudiantes; además, es gratuita y está disponible en Internet para que también otros educadores puedan utilizarla.

En 2017, este maestro huehueteco sintió la exigencia de generar nuevas metodologías y herramientas aprovechando las ventajas de la tecnología. Con la llegada de COVID-19, MATExprésate les permitió a sus alumnos seguir aprendiendo a distancia, fortaleciendo de forma autónoma las áreas donde más se sienten necesidad y promoviendo el contacto continuo entre los padres de familia, el maestro y el estudiante. A través de esta aplicación, el docente involucra a los padres de familia para que sean partícipes de la importancia de la educación de calidad para sus hijos y promueve le desarrollo de herramientas útiles para que los docentes faciliten el aprendizaje, superando las barreras físicas.

Hablamos con Ludwing sobre sus prácticas innovadoras y metodologías en la enseñanza de las matemáticas y su contribución para que los estudiantes vean las matemáticas de forma amigable.

¿Qué es MATExprésate, cómo lograste desarrollar esta aplicación móvil y cuál ha sido su alcance durante el aprendizaje en casa?

MATExprésate, Edúcate, Esfuérzate es una aplicación diseñada y creada eminentemente con fines educativos, sin ánimo de lucro, con contenidos propios y con enlaces externos que fortalecen el aprendizaje. Cada uno de los videos, imágenes, documentos y enlaces externos se utilizan con el único fin de enriquecer el contenido de la aplicación. Cuenta con contenidos, juegos, videos y evaluaciones de conocimientos previos y conocimientos adquiridos que pueden ser inducidos por el docente o utilizados para promover el autoaprendizaje.

Surgió como un proyecto universitario y la aplicación fue totalmente funcional en el 2018 cuando iniciamos las pruebas digitales para mis estudiantes. Los alumnos estaban muy emocionados realizando las actividades en casa y en el teléfono de sus padres y me preguntaban cuándo se repetiría esta actividad, pero nunca me imaginé que tuviese tanta relevancia y alcance hoy en día. La pandemia vino a cortar el proceso educativo y no pudimos seguir de manera tradicional. Esta aplicación fue diseñada para mis estudiantes en Chimusinique, pero ya luego de esto se dio a conocer en muchos lugares y creció bastante. Yo no soy un desarrollador ni un ingeniero en sistemas, pero puedo decir que soy un maestro guatemalteco que desarrollé una herramienta que genera impacto.

¿Por qué una aplicación móvil?

No todos tienen la posibilidad de tener una computadora en casa y en un dispositivo móvil o teléfono es mucho más factible. Antes de desarrollar la aplicación, hicimos una encuesta y nos llevamos la gran sorpresa que la mayoría de los estudiantes tenía algún tipo de teléfono propio e internet.

¿Existen limitantes más allá de la tecnología para que los estudiantes puedan utilizar esta aplicación?

Sí, en definitiva, el tema del contenido es importante. Me gustaría poder producir videos propios en la aplicación y que sirvan a muchas más personas para mejorar el autoaprendizaje a distancia.

¿Cómo cultivas el autoaprendizaje, la autorregulación, el aprender a aprender y otras habilidades en tus alumnos?

Es un poco complicado pues considero que en nuestra cultura no planeamos, sino que hacemos las cosas como vayan saliendo. Hay una frase japonesa que dice: “tarde o temprano la disciplina vencerá la inteligencia” y no es que los japoneses sean mucho más inteligentes que nosotros, es simplemente que son mucho más disciplinados. Por eso es importante establecer canales de comunicación directa que conecten a los padres de familia y a los estudiantes, buscando horarios de trabajo que faciliten el aprendizaje y una rutina para mantener a los estudiantes motivados. El autoaprendizaje va de la mano con el docente. Es importante que el maestro establezca bien el apoyo incondicional de los padres de familia en el hogar, para así poder hacer de este autoaprendizaje y el poder de aprender a aprender una mejor manera de educación en un futuro cercano.

¿De qué manera tu rol como facilitador de aprendizaje también está impactando tu relación con los padres de familia? ¿Cómo acompañas sus procesos de aprendizajes?

Los padres de familia son nuestros maestros en casa, son quienes están desarrollando la labor ahora en el hogar. Ha sido admirable su compromiso. Al inicio, los padres me decían que cómo iban a lograr acompañar el aprendizaje de sus hijos si no eran maestros. Ha sido clave monitorearlos y acompañarlos en este proceso para generarles la confianza de que pueden hacerlo y que son capaces. Intenté motivarlos para evitar que generar ese “miedo a las matemáticas” y así sumamos otras áreas de aprendizaje en la aplicación. Tanto para padres como maestros, la pandemia nos ha retado y pero también nos ha brindado oportunidades para crecer y desarrollarnos mejor en el ámbito escolar.

¿Qué consideras que esta pandemia ha exigido más de los profesores?

Un profesor daba clases en la mañana y en la tarde hacía su planificación del siguiente día. De repente con la pandemia, todos los maestros se volvieron 24/7, disponibles 24 horas al día de los 7 días de la semana. Me llegan las tareas de los estudiantes a la 1 o 2 de la mañana. A veces, el padre de familia solicita al maestro apoyo en las noches. La pandemia nos ha exigido demasiado con relación a qué horas debemos conectarnos con los estudiantes y hasta qué horas debemos estar sentados frente a un computador; ha cambiado la relación interpersonal; y también nos ha hecho sacar lo mejor de nosotros como docentes porque estamos siendo más creativos, perfeccionando nuestras competencias, descubriendo algunas y explotando otras al máximo.

También, perderle el miedo a la tecnología es la manera más segura para sacar adelante los procesos educativos. Le hemos perdido el miedo a la cámara, al pánico escénico, ahora indagamos más, investigamos y decidimos cómo mejorar los procesos de enseñanza e, incluso, planificamos de una mejor manera. El aprendizaje a distancia necesita que la guía que preparamos vaya bien estructurada para que el padre de familia le entienda muy bien en su hogar y se cumpla con los logros y competencias que se tienen pronosticadas para los estudiantes.

El maestro tiene la primera fuente de información sobre lo que está pasando con sus estudiantes ¿Cuáles consideras que han sido los mayores impactos de tus alumnos?

Cuando indagaba por qué un estudiante se demoraba 2 ó 3 días en enviar una tarea, descubría que había fallecido un tío, el abuelito o, incluso, que la familia completa estaba contagiada de coronavirus. Algunos estudiantes me decían que encontraban más motivación en mí que en su casa. Por supuesto, tenían miedo y estrés de lo que les pudiera pasar en tiempos tan complejos. Ha sido una experiencia muy fuerte para la familia y, en particular, para los estudiantes. Cuando estemos de regreso presencialmente, nuestra labor es fortalecer la autoestima y la moral de los estudiantes, ya que -sin duda alguna- ha sido un año realmente complejo. El maestro es el que escucha y atiende en cualquier momento a un estudiante con problemas en la casa y es consciente que en la escuela tiene una persona que lo comprende.

En esta serie de blogs Voces de Maestros: trabajadores de primera línea compartiremos cada una de las voces de estos 16 docentes que son inspiración para nuestra audiencia en América Latina y el Caribe y que ponen en práctica las #habilidades21 dentro y fuera del aula. Encuentra la primera entrada de esta serie aquí. Mantente en sintonía siguiendo nuestra serie de blogs sobre educación y #habilidades21, descarga el Futuro ya está aquí y mantente atento a nuestras novedades!

Fuente e Imagen: https://blogs.iadb.org/educacion/es/el-autoaprendizaje-va-de-la-mano-con-el-docente-hoy-somos-24-7/

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‘No estoy aprendiendo nada’: América Latina enfrenta una crisis de educación pandémica

Por: www.nytimes.com/

Mientras las economías se tambalean y millones de niños y jóvenes están fuera de las aulas, los expertos advierten que los estudiantes latinoamericanos están abandonando las escuelas en cifras alarmantes.

SOACHA, Colombia — Dos de los hijos de Gloria Vásquez ya habían abandonado la escuela durante la pandemia, incluida su hija de 8 años, Ximena, que se había quedado tan rezagada que tenía problemas con la aritmética más básica.

“¿Uno más uno?”, preguntó Vásquez a su hija una tarde.

“¿Cuatro?”, aventuró la niña.

Ahora, Vásquez, una madre soltera de 33 años y ama de llaves de un motel que no pasó de quinto grado, se decía a sí misma que no podía dejar que su tercer hijo dejara la escuela.

“¿Dónde está Maicol?”, preguntó a sus hijos, al llamar a casa una noche durante otro largo turno fregando pisos. “¿Está estudiando?”.

Maicol, de 13 años, ciertamente no estaba estudiando. Frustrado por las hojas de tareas que sus profesores le enviaban por mensaje de texto —lo más parecido a la enseñanza que su escuela había podido darle en más de un año—, Maicol había acompañado a su tío al trabajo. Juntos arrastraban una carretilla gigantesca por las calles, rebuscando entre la basura, recogiendo botellas y latas para venderlas por unos centavos el kilo.

“No estoy aprendiendo nada”, dijo, mientras su madre lo volvía a regañar por ir a trabajar en vez de estudiar.

Ya avanzado el segundo año de la pandemia, América Latina enfrenta a una crisis educativa. Ha sufrido el cierre de escuelas más largo de cualquier región del mundo, según Unicef, casi 16 meses en algunas zonas. Mientras que muchos estudiantes de los países más prósperos han regresado a las aulas, 100 millones de niños de América Latina siguen estudiando total o parcialmente a distancia, o, como en el caso de Maicol, en una aproximación lejana a eso.

Los funcionarios y expertos en educación dicen que las consecuencias son alarmantes: con las economías de la región afectadas por la pandemia y las conexiones con las aulas tan desgastadas, los niños de primaria y secundaria están abandonando la escuela en gran número, a veces para trabajar donde puedan.

Según estimaciones del Banco Mundial, es posible que millones de niños en América Latina ya hayan abandonado el sistema escolar. En México, 1,8 millones de niños y jóvenes no retomaron sus estudios este año, lo que equivale a cerca del cinco por ciento de la población en edad escolar, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía del país.

Se calcula que Ecuador perdió 90.000 alumnos de primaria y secundaria. Perú dice que ahora hay 170.000 menos. Y a las autoridades les preocupa que las pérdidas reales sean mucho mayores porque innumerables niños, como Maicol, siguen técnicamente matriculados, pero tienen dificultades para continuar sus estudios. Más de cinco millones de niños en Brasil no han tenido acceso a la educación durante la pandemia, un nivel no visto en más de 20 años, dice Unicef.

El aumento del acceso a la educación ha sido uno de los grandes logros del último medio siglo en América Latina, con un incremento de la matriculación de niñas, estudiantes pobres y miembros de las minorías étnicas y raciales, que llevó a muchos a la clase media. Ahora, una avalancha de abandonos escolares amenaza con hacer retroceder años de progreso duramente conseguido, agudizando la desigualdad y posiblemente configurando a la región para las próximas décadas.

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Hacia una comunidad de vida ante el suicidio colectivo

Recientemente Katya Colmenares en el Seminario Permanente de la Asociación de Filosofía y Liberación y también en la Conferencia Internacional Pensando el Mundo desde la Vida, nos invitó a pensar “desde la vida”, lo cual supondría un cambio de paradigma. En ese sentido, ir más allá del fetichismo capitalista. Es decir, del orden vigente conducente al “suicidio colectivo” (como diría Franz Hinkelammert).

Somos testigos de cómo hemos convertido a la naturaleza en una mera mercancía y seguimos haciéndolo con minas a cielo abierto, afectando directamente nuestro medio y, también, cómo las relaciones sociales capitalistas son destructivas de la convivencialidad y sensibilidad ante el Otro. Ya no se trata de una crisis del capitalismo, estamos ante una crisis civilizatoria (como diría Renan Vega Cantor) en curso. De tal forma que, una reforma al sistema capitalista no es la solución, más bien sería parte del problema. Son esas relaciones y su modo de producción causantes del deterioro de la Madre Tierra y de la vida en ella.

Así como la sociedad experimentó el progreso, produjo abismales desigualdades y condiciones ecológicas pírricas para la existencia de la vida en general y de la especie humana en particular. La locomotora del capitalismo continua su acelerado rumbo al suicidio colectivo, urge como diría Walter Benjamin, un freno de emergencia.

Ante ese escenario poco optimista cuando vemos la espiritualidad capitalista desenvolverse plenamente, el pensamiento de Colmenares es una bocanada de esperanza. Como tarea nos dice: urge pensarse como “comunidad de vida”; esa es de las tareas políticas más sublimes, pensar y actuar como un gran nosotros. La pandemia nos desnudó aún más la necesidad de hacerlo. La posibilidad de pensar en estos términos supone las condiciones y utopías para hacerlo sin claudicar ante el suicidio colectivo.

Abdiel Rodríguez Reyes, Profesor de Filosofía en la Universidad de Panamá 

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Reseña: El desafío de aprender… el desafío de enseñar. Relatos para una educación más justa.

Por: Carlos A. Reyes

Lo que somos y hacemos como sujetos escolares, son formas de identificación de la enseñanza y aprendizaje en acción; nada es y nada se hace, sin la interlocución de quien profesa y aquel que apropia. Richards Torres, en su obra El desafío de aprender… el desafío de enseñar. Relatos para una educación más justa, plantea un incómodo pero necesario debate para los sistemas educativos contemporáneos, especialmente, para la región latina y caribeña. Una obra que aventura a conocer las fronteras y márgenes de la educación como derecho humano, de su accesibilidad y su desarrollo.

La educación desde su sentido escolar en América Latina y el Caribe, ha sido una disputa que ha generado encuentros entre el derecho y el privilegio, entre la responsabilidad y la obligación, entre la oportunidad y la negativa, entre la edificación y la ruptura y, entre el deber ser y lo que es. Una educación en supervivencia, ha sido la forma de nombrar la lectura que Richards Torres, nos propone, como un ejercicio de avistamiento en este mar de incertidumbres educativas. El abordaje de contenido plasma tres escenarios: el primero, aquel que sitúa la escuela como una entidad de desertores y excluidos, el segundo, aquel que (re)define los desafíos de la enseñanza y el aprendizaje y, un tercero, la valoración de las prácticas educativas en la política innovadora.

El análisis propuesto por la autora, señala que los desafíos más importantes que los sistemas educativos de la región latina y caribeña, no pasa por propuestas de innovación, que sitúan a las necesidades o emergencias educativas, en términos de contenido, sino en términos del capital escolar, específicamente, aquellas propuestas que dialoguen las condiciones del estudiante frente al escenario escolar: de su accesibilidad, su permanencia y culminación. Richards Torres, disemina el caso Chileno para responder sus múltiples interrogantes a partir de un revisionismo de documentos específicos de la política pública en materia educativa Chilena.

Salidas prematuras de las escuelas ¿desertores o excluidos?

La educación chilena, dirá Richards Torres, es un entramado de tensión política, económica y social. En este sentido, la autora se propone poner a revisión ese entramado causal de la educación Chilena a partir del análisis locales de la educación Chilena, particularmente, documentos en materia de la política educativa desarrollada en el siglo XXI. Esta primera parte, contempla cinco ensayos que manifiestan el desempeño profesional en torno a la temática de fracaso, abandono y reinserción escolar. Cada uno de los ensayos, constituye una mirada inacaba de análisis compartido, por quienes forman parte de este escenario tan rudimentario.

El primer ensayo, -titulado- “La Vivencia del Proceso de Fracaso Escolar”, es, una construcción a partir de diversos documentos de equipos de trabajo acerca de los asistentes a la escuela y la manifestación del fracaso escolar, asumiendo el fracaso escolar como una entidad de expresión por la repitencia, retiro y deserción. Este ensayo, tiene como punto de partida, la generación y recuperación de experiencias de los sujetos implicados en este complejo escenario educacional. No obstante, Richards Torres, no solo da lectura a tan enmarañado tema, también, propone directrices de intervención para contrarrestar el efecto que el fracaso escolar pueda representar para la sociedad, para el sistema educativo, para el sujeto.

Un segundo ensayo, -titulado-, “Saberes Pedagógicos Aprendidos desde los Proyectos de Reinserción Educativa”, aborda un cumulo de experiencias de Proyectos de Reinserción Educativa del Ministerio de Educación, en el trienio del 2007 al 2009. La recuperación de estas experiencias, permite plantear algunas perspectivas por parte de los educadores en función de las trayectorias escolares del estudiante. En este ensayo, Richards Torres profundiza sobre l concepto del abandono, descrito como un hecho doloroso y poco visible para la escuela. Desde este sentir, el estudiante pasa a ser un número para la escuela, un excluido de la periferia escolar y un olvidado para el Estado. Una dura y cruel realidad que los sistemas -no solo el Chileno-, acontecen día a día.

Un tercer ensayo, -titulado-, “Grandes Encuentros… Breves Recuerdos”, es un posicionamiento reflexivo sobre historias de estudiantes que formaban parte de los Proyectos de Reinserción Educativa desarrollados por el MINEDUC. El rescate de estas historias, puntualiza en la vida de los estudiantes participantes; la lectura de cada historia, -añade Richards Torres-, permite conocer facetas de las vidas de niños, niñas y adolescentes que han abandonado la escuela o han sido excluidos de esta, desde la visión de los profesionales protagonistas de los proyectos de reinserción educativa. A este nutrido tema, se suma la visualización de diversos factores que han incidido en decisiones de abandono como también de incorporación y permanencia en los mencionados proyectos.

Un cuarto ensayo –titulado, “La historia no se ha escrito sola: la hemos escrito entre todos”, es un ejercicio documental generado a partir del análisis de la información contenida en entrevistas realizadas a profesionales que trabajaron en reinserción educativa durante el período 2005/2009, pertenecientes a instituciones asignatarias del Fondo de Reinserción Educativa. El interés de Richards Torres, enfatiza cuatro interrogantes: a) ¿Quiénes son los niños, niñas y jóvenes que, habiendo abandonado la escuela, participaron en los proyectos de reinserción educativa?; b) Características del trabajo educativo realizado en los proyectos de reinserción; c) Pobreza y exclusión ¿cuánto inciden en las posibilidades de reinserción educativa?; d) Aportes para políticas públicas en el abordaje de la exclusión de la escuela.

Este ensayo, particularmente constituye una mirada crítica a la labor del educador que funge como salvaguardista del derecho de la educación, especificando su objetivo de recuperar socialmente, a los sujetos en condiciones de cursar la escolaridad. No obstante, la autora expone que el papel que juega este educador, es sumamente especial, por la complejidad que el escenario le representa; alinear esta labor a los objetivos educacionales, es otra forma de vivir la educación, pues la recuperación de un estudiante, tiene implicaciones que el Estado pocas veces asume como responsabilidad.

El quinto u último ensayo -titulado-, “Aportes para el currículo de las Escuelas de Reingreso/Escuelas de Segunda Oportunidad”, representa la discusión del equipo de Inclusión y Diversidad de la División de Educación General del MINEDUC. Esta propuesta se organiza siguiendo las indicaciones de las Recomendaciones para una Política Nacional de Desarrollo Curricular. El contenido que la autora recupera en este ensayo, es rico y nutrido para el desarrollo de propuestas de un curriculum orientado a las escuelas de reingreso, -asegurando, añade la autora-, en la pertinencia, vigencia y rigor; y recomendaciones vinculadas al fortalecimiento de las capacidades de desarrollo curricular de educadores y de comunidades educativas, y sobre evaluación curricular.

Esta primera parte, es, para la autora, el desenmascaramiento del fracaso escolar que permea el sistema educativo chileno, así, como sus alternativas que han surgido como un efecto que parece ser eterno; mientras el Estado -advierte Richards Torres-, no garantice una política social de desarrollo, con las directrices justas y libres de prejuicios, las generaciones escolares serán presa del fracaso escolar.

El desafío de enseñar, el desafío de aprender: relatos de prácticas profesionales

La tesis principal de Richards Torres, se halla en la segunda parte de su obra. Esta segunda parte, la autora aborda dos conceptos de suma relevancia para la educación, especialmente, porque son dos conceptos que aluden a las dos formas de identificación del quehacer educativo: la enseñanza y e aprendizaje. Tanto la enseñanza como el aprendizaje, constituyen dos conceptos entendidos como uno mismo, sin embargo, la mirada disciplinar que la autora le da a la enseñanza y al aprendizaje, permite la diferenciación y la comparación entre uno y otro proceso.

La revisión exhaustiva de la enseñanza y aprendizaje, planteada en esta parte, se aborda desde la construcción pedagógica y didáctica de un estudiante en ciernes, un estudiante que al mismo tiempo de aprender, enseña. Generar encuentros entre la enseñanza y el aprendizaje, es una asociación que solo puede desarrollarse desde la formación inicial del profesorado. Y es el profesorado, en formación inicial, quien puede establecer las pautas de la (re)laboración pedagógica y didáctica.

La recuperación de experiencias formativas de estos estudiantes, a partir de sus prácticas profesionales, es para Richards Torres, un acercamiento a la configuración profesional que estos perfiles tendrán en un futuro. Acercarse a ellos y darles el acompañamiento, nos habla de un proceso que tiene entre sus particularidades, desafíos propios, que hacen de su aprendizaje, el punto de partida para su futura enseñanza. En este caso, su aprendizaje versa en un ensayo de aprender, que se perfecciona a partir de la misma enseñanza.

Pero, ¿qué desafíos tiene la enseñanza y el aprendizaje? Hablar de desafíos para la enseñanza, nos habla de desafíos que atañen a las actuales generaciones escolares, generaciones que abren nuevas rutas de entender el mundo social. Por el contrario, los desafíos para el aprendizaje, implica también en las formas en que esas generaciones se adentran a ese mundo social, de su apropiación. Hacer una lectura de estos desafíos, señala Richards Torres, sitúa al educador, al formador de formadores, en un debate que deberá aceptar la diversidad como mecanismo de integración.

Aquellos formadores de formadores, dice Richards Torres, deben pensar que la formación del profesorado, es una formación de permanente actualización; enseñarles a (re)aprender lo aprendido, y aprender lo enseñado de una u otra forma, son desafíos específicos para quienes se dedican a esta labor humana. En este caso, la enseñanza y el aprendizaje encuentran puntos de encuentro donde uno es mientras el otro existe y viceversa.

Una evaluación diferente de iniciativas pedagógicas innovadoras

Los aportes de Richards y Torres en la parte uno y dos de su obra, termina con la articulación de la evaluación de iniciativas pedagógicas innovadoras. Para la autora, pensar en los desafíos de enseñanza y aprendizaje, conlleva a pensar también en la valoración de estos procesos. Sin embargo, esa evaluación diferente, conlleva establecer una estructura de pensamiento donde tanto el enseñante como el aprendiz, reconozcan la evaluación com medio de realización y no como fin. Desde una perspectiva crítica, las propuestas que se proponen, versan en dominios de desarrollo tendencial, pero con la contextualización de ejercicios de necesidad local.

Finalmente, la educación desde su sentido escolar, es, un desafío permanente para sus artificies: el que profesa la enseñanza y el divulgador del aprendizaje. En este sentido, tanto la persona que enseña como la que aprende, se convierte en los dos sujetos más importantes de la educación escolar, pues es y por ellos, donde residen los grandes objetivos que cada sistema educativo se propone. Sin embargo, son también los observados de las buenas o malas prácticas que definen el escenario de la educación, una educación que siempre está en una búsqueda de la igualdad, la libertad y la justicia.

Ficha técnica.

Autor(a): Cecilia Richards Torres.

Año: 2017.

Título: El desafío de aprender… el desafío de enseñar. Relatos para una educación más justa.

País: México.

Editorial: CREFAL.

Enlace de acceso: https://eldesafiodeaprender.cl/libro.pdf

Fuente: El autor escribe para OVE

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