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República Dominicana: Convocan a concurso de oposición docente

América Central/República Dominicana/25-06-2021/Autor(a) y Fuente: acento.com.do/

La convocatoria abarca los niveles de inicial, primaria y secundaria en todas sus modalidades, además a psicólogos educativos y orientadores y a directores de centros educativos, que entrarán al sistema preuniversitario para el próximo año escolar 2021-2022.

SANTO DOMINGO, República Dominicana.- El Ministerio de Educación dejó abierta desde este lunes hasta el 20 de julio la convocatoria al concurso de oposición docente 2021-2022 dirigida a profesionales de la educación, para la selección del «personal requerido» que cubrirá las vacantes en los centros educativos públicos del país.

La convocatoria abarca los niveles de inicial, primaria y secundaria en todas sus modalidades, además a psicólogos educativos y orientadores y a directores de centros educativos, que entrarán al sistema preuniversitario para el próximo año escolar 2021-2022, según sus calificaciones hasta completar las plazas disponibles.

El anuncio fue dado a conocer por la comisión del concurso en rueda de prensa acompañada por el ministro de Educación, Roberto Fulcar, destacó su oficina en un comunicado.

«El concurso de oposición docente es la regla y ha debido ser la regla siempre, de acuerdo a lo que establece la Ley General de Educación 66-97, a lo que manda el estatuto del docente y el Pacto por la Educación», afirmó el funcionario.

La información aseguró que presidenta de la Asociación Dominicana de Profesores, Xiomara Guante, valoró el anuncio.

«Saludar este importante momento, ha sido una demanda reiterativa. Hoy estamos retornando a la institucionalidad, a la forma de ley, a la normativa que es el ingreso y el ascenso en la carrera docente. El concurso es lo que nos garantiza que entre lo mejor al sistema educativo nacional», precisó Guante.

Para cumplir las medidas de bioseguridad requeridas por las autoridades de Salud Pública a fin de evitar el contagio del Covid 19, el concurso se realizará de manera simultánea en las 18 regionales, iniciando con el nivel primario, siguiendo con el inicial, y luego con el secundario y los directores de centros educativos.

A los concursantes se les aplicará una evaluación que consta de una prueba de habilidades cognitivas generales y otra de conocimientos disciplinares y pedagógicos. Los concursantes que como promedio de esas dos pruebas alcancen una puntuación igual o mayor a 70 puntos, pasarán a la siguiente etapa, que es la entrevista por competencia, que tendrá un valor de 30 puntos.

De los que resulten aprobados en el concurso, se irán escogiendo los de más altas calificaciones hasta completar la cantidad de plazas disponibles.EFE

Fuente e Imagen: https://acento.com.do/actualidad/convocan-a-concurso-de-oposicion-docente-8957107.html
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Presentación de la Agenda de la Infancia para mejorar la vida y la educación de niñas, niños, adolescentes y jóvenes

Por: Tercera Información

El 15 de junio de 2021 a las 18h en la sede de la UNED de la calle Tribulete de Madrid se presentó la Agenda de la Infancia para mejorar la vida y la educación de niñas, niños, adolescentes y jóvenes.

Comunicado Secretariado STEs-i

El Informe sobre los progresos en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 20201 señala que el cierre de escuelas en todo el mundo puede revertir años de progreso en el acceso a la enseñanza; que sin medidas correctivas, los efectos de la COVID-19 solo se sumarán a los obstáculos que ya enfrentan los niños y niñas pobres para completar su educación; que la enseñanza a distancia continúa fuera del alcance de la mayoría de los alumnos y alumnas de los países más pobres; que el cierre de escuelas genera riesgos adicionales para la salud y la seguridad de los niños y niñas vulnerables; y que la falta de infraestructura básica en las escuelas, como instalaciones para lavarse las manos, dificultará la recuperación ante la COVID-19. En definitiva, la pandemia está profundizando la crisis de la educación y ampliando las desigualdades educativas existentes.

El Informe enviado al Consejo de Derechos Humanos por el Relator Especial de Naciones Unidas sobre la extrema pobreza y los derechos humanos, Philip Alston, tras su visita a España, en enero y febrero de 2020, recogía la cruda realidad: “el 29,5 % de las niñas y niños estaban en riesgo de pobreza o exclusión social en 2018, y el 6,5 % sufría de carencia material severa. Las tasas de pobreza infantil son aún más intensas en las zonas rurales, en la población inmigrante, refugiada y romaní, y en las familias con personas con discapacidad. Los hogares con niñas, niños o adolescentes corren un mayor riesgo de pobreza o exclusión social, y el 29 % de los hogares con hijas o hijos tienen “grandes dificultades” para llegar a fin de mes. Las políticas adoptadas en España para eliminar la extensa pobreza infantil, señalaba Philip Alston, son vergonzosamente insuficientes y representan tanto un fracaso moral como una herida económica autoinfligida.

La educación y la pobreza están estrechamente vinculadas: “el 33,7 % de las personas con el nivel más bajo de educación (enseñanza primaria como máximo) corrían riesgo de pobreza o exclusión social en 2018, en comparación con solo el 12,6 % de las personas con educación superior; sin embargo, la inversión pública absoluta en educación, expresada como porcentaje del PIB, se redujo significativamente entre 2009 y 2017, y que existen auténticos problemas con el coste y la calidad de la educación, además de la segregación por nivel socioeconómico y etnia.

Según datos de la Comisión Europea relativos a 2017, el 25,7 % de los hogares con niñas o niños en riesgo de pobreza tenían grandes dificultades para pagar los gastos de educación.

Sigue recogiendo el informe Alston que, en 2018 España fue el país de la Unión Europea con la mayor tasa de abandono escolar temprano (17,9 %). Esa realidad tiene un costo estimado de entre el 5,9 % y el 10,7 % del PIB total. El país también tiene el segundo índice más alto de repeticiones de curso de la Unión Europea, y el alumnado más desfavorecido económicamente repite curso en un porcentaje seis veces mayor que los demás grupos. Estas preocupantes cifras ponen en entredicho la totalidad del sistema educativo y representan una sangría para la economía.

No es casual que la LOMLOE recoja en su preámbulo “el enfoque de derechos de la infancia entre los principios rectores del sistema educativo, según lo establecido en la Convención sobre los Derechos del Niño de Naciones Unidas (1989), reconociendo el interés superior del menor, su derecho a la educación y la obligación que tiene el Estado de asegurar el cumplimiento efectivo de sus derechos.”

Así mismo la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible señala como uno de sus objetivos ‘garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos’ (ODS4).

Por todos estos motivos desde STEs hemos elaborado esta agenda. Se han desarrollado en tres bloques principales:

Prioridad 1: Pobreza infantil, violencia contra la infancia y derechos de la infancia que son derechos humanos.

Prioridad 2: La participación de la infancia en los temas que les afectan directamente o son de su interés.

Prioridad 3: La insistencia en la garantía y reconocimiento de la educación como derecho universal.

Desde el análisis, el debate, el diálogo entre expertas y expertos se han extraído 115 recomendaciones para ayudar a nuestras Administraciones a elaborar Políticas Públicas que mejoren la vida y la educación de la Infancia, sin exclusiones, sin excusas y sin demora.

Fuente e Imagen: https://www.tercerainformacion.es/articulo/actualidad/21/06/2021/presentacion-de-la-agenda-de-la-infancia-para-mejorar-la-vida-y-la-educacion-de-ninas-ninos-adolescentes-y-jovenes/

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Argentina: Ideas de estudiantes para mejorar el turismo

América del Sur/Argentina/25-06-2021/Autora: Fabiana Juarez/Fuente: www.diariodecuyo.com.ar

El año pasado no pudieron desarrollar a pleno la modalidad que eligieron, debido a la pandemia. Por eso este año, con el regreso a clases presenciales, se propusieron hacerlo de manera productiva. Son los alumnos de 6to año de la Escuela Secundaria Faustina Sarmiento de Belín, con orientación en Turismo, que aportaron ideas para mejorar esta actividad en la provincia.

Crearon diferentes proyectos que van desde el alquiler de casas rodantes hasta la realización de un bicitur en bicicletas adaptadas para personas con discapacidad. Si bien estas propuestas forman parte de sus estudios, tienen la esperanza de que las autoridades las conozcan y las pongan en práctica.

A Mateo Arroyo le encanta el trap y con sus amigos se dedica a hacer este estilo de música. Por eso su proyecto, llamado «Tour Trap», combina esta pasión con el turismo. Se trata de un bus turístico que traslade a adolescentes y jóvenes a diferentes lugares de interés histórico y cultural, pero con varias particularidades. Propone que esté ambientado como boliche y que en su interior, y durante el circuito, se desarrollen competencias de trap de artistas sanjuaninos para, al mismo tiempo, difundir el arte local. «La propuesta desde la materia Proyecto Turístico es generar proyectos propios, innovadores y que tengan la impronta de cada alumno, y hacer que cada uno conozca de planificación, relevamiento, organización y ordenamiento de un proyecto que tenga impacto en su comunidad y pueda de alguna forma generar un ingreso propio. Y los chicos se entusiasmaron mucho con esta posibilidad», dijo Pablo Sosa, licenciado en Turismo y profesor de estos estudiantes.

Ante la compleja realidad socioeconómica, financiera y de salud en el marco de la pandemia por covid-19, y a los efectos negativos que generaron sobre el turismo, estos alumnos consideraron necesario idear propuestas para revertir la situación. Consideraron que la originalidad y la calidad de servicios son dos factores fundamentales para lograrlo y los tomaron como base para organizar sus proyectos.

En la provincia hay diferentes empresas que ofrecen bicitur por diferentes lugares, pero sin tener en cuenta la inclusión. Por eso, Marcela Pizarro ideó el emprendimiento «Bicis adaptables y para todos», que consiste en el alquiler de bicicletas adaptadas para que los adultos mayores y personas con discapacidad física también puedan participar de los paseos en estos vehículos, priorizando el turismo accesible. A esta iniciativa se sumó la de la alumna Valentina Molina quien propuso también alquiler de bicicletas, pero ecológicas y construidas con partes recicladas para fomentar el ecoturismo y el turismo sustentable. Además propuso que estos vehículos sean construidos por alumnos de las escuelas técnicas (EPET) para involucrarlos en la actividad.

Por su parte, Celina González también hizo una propuesta de alquiler, pero en este caso de casas rodantes para visitantes que quieren recorrer diferentes lugares con comodidad e independencia. El fundamento de su proyecto se basó, según dijo, en que no hay una empresa de alquiler de estos vehículos en San Juan. «Para crear sus proyectos, los alumnos tuvieron en cuenta los gustos y necesidades de los turistas que visitan la provincia. De esta manera se convirtieron en actores principales y activos a través de propuestas innovadoras y fáciles de concretar. Estarían muy orgullosos de que alguna autoridad tuviera en cuenta estos proyectos y los ayudara a ponerlos en práctica», dijo el profesor.

Fuente e Imagen: https://www.diariodecuyo.com.ar/sanjuan/Ideas-de-estudiantes-para-mejorar-el-turismo-20210620-0048.html

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Mundo: Acoso escolar con niños, niñas y jóvenes con discapacidad – Reunión temática internacional sobre el acoso escolar #3

Mundo/25-06-2021/Autor(a) y Fuente: unesco.org

La UNESCO y el Foro Mundial contra el Acoso Escolar (WABF) están celebrando en 2021 una serie de reuniones internacionales sobre el acoso escolar, que contribuirán a la celebración del Foro Mundial contra el Acoso Escolar en Estocolmo del 1 al 3 de noviembre. La tercera de la serie, «El acoso que afecta a los niños, niñas y jóvenes con discapacidad», examinará el alcance y la naturaleza del acoso escolar que afecta a los niños y niñas con discapacidad, los factores que aumentan su vulnerabilidad y exposición al acoso y ejemplos de medidas puntuales.

En las escuelas y otros entornos de aprendizaje, el estigma social y las actitudes negativas hacia los alumnos con discapacidad pueden hacer que los niños, niñas y jóvenes con discapacidad sean más vulnerables al acoso, vulnerando su derecho a la educación. Durante la reunión se presentará por primera vez un nuevo informe que resume las principales conclusiones de un estudio bibliográfico encargado por la UNESCO.

Basado parcialmente en la investigación encargada por la UNESCO sobre este tema y en el posterior informe de la UNESCO que se publicará en 2021.

Guarde la fecha

Calendario de reuniones internacionales de 2021:

Fuentes

Fuente: https://events.unesco.org/event?id=3608339157&lang=3082

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Insistiendo, la educación es la clave

Por: José Palos

Asegurar la educación básica y media para toda la población en los países más pobres es fundamental para su desarrollo económico y social y es un deber para sus gobiernos. Pero no lo es menos para los países más ricos que tenemos una deuda y obligación moral y económica con ellos. Una educación que genere conciencia social sobre el origen de estas desigualdades y la necesidad de cambiar el modelo de desarrollo economicista que lo genera.

La crisis generada por la Covid19 ha paralizado y obligado a revisar casi todo. Pero, cuando se supere la pandemia, casi todo se volverá a reiniciar y posiblemente no haya servido para corregir un modelo que ha generado, ciertamente, mejoras para una pequeña parte de la población del planeta, pero la agudización de muchos problemas para muchos millones más de habitantes. Problemas y riesgos antiguos que se van arrastrando como el incremento de la brecha digital, la educación básica para los países pobres, la intensificación de la competencia entre superpotencias, la neocolonización, las pandemias o el cambio climático.

Este último, de carácter sistémico, ha sido considerado por la ONU como la mayor amenaza para el futuro mundial. La ONU, en vistas a la Conferencia del Cambio Climático reprogramada para este año 2021, apunta con urgencia que la economía del S-XXI sea limpia, verde, saludable, justa y segura. Un objetivo antiguo que obliga a revisar el modelo de desarrollo y a insistir en la educación como un pilar básico para conseguirlo, sobre el que también hace años se viene insistiendo en muchos foros.

En el Foro Mundial sobre la Educación en Incheon (República de Corea) celebrado en 2015 se establecía el Marco de Acción para Educación 2030. La declaración de Incheon recogía la “Base de los objetivos de Desarrollo Sostenible” que se ha focalizado en la “Educación inclusiva” como objetivo central y se insiste en la idea de que “la Educación es la clave para la paz global y el desarrollo sostenible”. Una idea que se viene postulando desde el Foro de Jomtien (1990), en el Foro de Dakar (2000), así como en la Cumbre sobre el Desarrollo Social de Compenhague (1995). Sin olvidar los apuntes que ya se hacían en el mismo sentido desde la educación ambiental (Estocolmo,1972; Tbilisi,1977; Rio, 1992). Pero la UNESCO en su “Informe de Seguimiento de la Educación en el mundo, 2020” dice que en la actualidad, salvando las dificultades para obtener información en muchos países, más de 250 millones de niños, niñas y jóvenes continúan sin estar escolarizados y que en 2016 trabajaban 114 millones de niños y niñas entre 5 y 14 años, la mayoría en los países más pobres. En positivo, es cierto que entre 1990-2017 la tasa de escolarización en los países pobres había aumentado pero la cantidad de niños y niñas sin escolarizar prácticamente es la misma. Las altas tasas de natalidad y la falta de recursos e inversiones en educación básica hacen difícil acercarse al objetivo de una educación para todos. Como consecuencia, las tasas de analfabetismo en la población adulta continúan prácticamente inamovibles, con especial incidencia en las mujeres. La pandemia de la Covid19 ha agravado aún más esta situación con el aumento de la pobreza que se ha enconado como problema de salud pública, especialmente en los países más pobres.

Así se va manteniendo un consenso y un convencimiento, que viene de lejos, de que el desarrollo de la educación favorece directamente el desarrollo social y económico de cualquier región o país. En este sentido se puede decir que la educación es parte intrínseca e indisociable del desarrollo en el que tiene una función importante como generadora de conocimiento científico, ideas y capacidades y como catalizadora de cambios sociales. Pero la brecha, a pesar de la renovación de los grandes objetivos en los Foros, parece ser cada vez mayor entre los países ricos y los más pobres que siempre se quedan para el final en la solución de sus problemas. A título informativo en 2020, según el informe del PNUD, la media de la renta de los países con el Indice de Desarrollo Humano (IDH) bajo es 17 veces inferior a la media de la renta de los países con el IDH alto, o la esperanza de vida es de casi 20 años menos y los años de escolarización entre 7 u 8 años menos. Siempre considerando que los datos estadísticos medios esconden grandes desigualdades y más en los países pobres. O la evidencia cotidiana de la persistencia y el incremento de las emigraciones a cualquier precio desde los países más pobres.

Asegurar la educación básica y media para toda la población en los países más pobres es fundamental para su desarrollo económico y social y es un deber para sus gobiernos. Pero no lo es menos para los países más ricos que tenemos una deuda y obligación moral y económica con ellos. Una educación que genere conciencia social sobre el origen de estas desigualdades y la necesidad de cambiar el modelo de desarrollo economicista que lo genera.

Aunque esto no se hace sin voluntad política ni inversión económica es necesario continuar incidiendo, desde el conocimiento científico y desde la dimensión ética de la educación, para conseguir un cambio hacia una concepción de un desarrollo más humano, solidario, equitativo y sostenible en nuestro planeta. Y esto también lo venimos repitiendo desde hace muchos años, desde antes de los primeros foros mundiales que apuntábamos al principio.

Sigue siendo necesario insistir pues en que el problema es el modelo de desarrollo. Como lo es que el modelo, que se va reinventando, encuentre la resistencia de procesos de concienciación y de cambio de mentalidad desde todos los frentes, pero fundamentalmente desde la educación.

Se ha dicho siempre que este modelo de desarrollo es insostenible desde una perspectiva planetaria, aunque la tecnología se nos presente como la solución a todos los problemas que aquel va generando. La forma de crecimiento y los estilos de vida que se fomentan desde el sistema se fundamentan en una interdependencia entre pobreza y riqueza que genera tensiones sociales insostenibles e injustas en todas las escalas. En realidad lo que se cuestiona son las bases estructurales del modelo de desarrollo, tal como el productivismo, la regulación natural de la competencia económica, la fe ciega en la tecnología, los recursos ilimitados en el planeta, la externalización de los problemas, la ciencia y economía al servicio del crecimiento, etc.., y en consecuencia los valores que presiden este modelo y sus estructuras, tal como el utilitarismo, el economicismo, individualismo, explotación, desigualdad, insolidaridad, marginación, competitividad agresiva, etc..

Como se decía anteriormente se han de generar y mantener procesos de concienciación, de cambio de mentalidad y los movimientos de acción y resistencia desde todos los frentes. En ese sentido la educación es fundamental para la construcción de valores, contrarios a los dominantes, que apuntalen un concepto de desarrollo socialmente justo, equitativo, sostenible y pacífico y una política que lo apliquen. Insistimos, la educación es la clave, pero la solución no depende solo de ella.

Fuente e imagen: https://eldiariodelaeducacion.com

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Escuelas que nos den de vivir

Por: Marta Pascual Rodríguez

La escuela es un arma cargada de futuro. Pero no podemos olvidar qué ocurre y se construye en el presente. Tanto el futuro que atisbamos como el presente que nos asola nos piden con urgencia dar un golpe de timón en la historia. El objetivo: sobrevivir en condiciones de justicia social y ambiental.

Cuando comenzó 2020, llevábamos años hablando de una crisis civilizatoria de múltiples dimensiones. La preocupación por el colapso ecosocial había empezado a calar en discursos de colectivos diversos. Jóvenes, en muchos casos adolescentes, se organizaban bajo el nombre de Fridays for Future para denunciar los riesgos derivados del cambio climático y exigían justicia climática. Algunos colegios dedicaban tiempos y organizaban acciones colectivas en defensa de un futuro sostenible.

La huella ecológica sobrepasada, la crisis energética, la pérdida de biodiversidad, las migraciones ambientales o la extensa presencia de tóxicos empezaron a ocupar tímidamente espacio en las preocupaciones sociales y en el mundo educativo. Al tiempo llegaban hasta algunas aulas las reflexiones del feminismo, el reconocimiento de identidades diversas o los malestares de personas racializadas.

La irrupción de la covid-19 impactó en nuestra sociedad de forma inesperada, colocando en segundo término preocupaciones anteriores y visibilizando momentáneamente algunas verdades indiscutibles: nuestra imperiosa necesidad de cuidados y compañía, y nuestra clara dependencia de abastecimientos y suministros esenciales. Más que cambiarlo todo, se convirtió en una prueba de esfuerzo que puso al descubierto patologías previas. Mientras echábamos de menos a las abuelas y multiplicábamos las funciones de los hogares, nos hacíamos conscientes de cómo el aire se volvía más limpio y algunos animales se atrevían a acercarse a lugares antes devorados por la hipermovilidad. Pudimos atisbar nuestra condición de seres humanos vulnerables, necesitados de otros seres humanos y sujetos también a la dependencia de los sistemas naturales. También vislumbramos la difícil gestión de esa interdependencia y esa ecodependencia en un orden económico que necesita crecer sin límite arrasando a personas y territorios.

La crisis pandémica, con el cierre de muchos negocios, ha hecho patente el laberinto en el que nos encierra nuestro sistema económico, con o sin covid: si no alimentamos a los grandes negocios, muchas personas quedan sin empleo y en consecuencia sin acceder a recursos básicos; por tanto, abocadas a la exclusión. Si alimentamos los grandes negocios, alimentamos sus prácticas de devastación del medio natural y explotación laboral, por lo que muchas personas son empujadas a la precariedad y a la pobreza ambiental, y finalmente abocadas a la exclusión. Parece un laberinto sin salida, y lo es si no se cambian las reglas del juego económico del neoliberalismo, un juego que hemos aceptado como si fuera inevitable.

Mirando desde la educación, el diagnóstico de la crisis socioambiental nos coloca ante un dilema: si nos atrevemos a desvelar los pronósticos de futuro más probables, mostraremos un paisaje amenazante y desesperanzador. El pico del petróleo, la destrucción y fragmentación de los ecosistemas o el cambio climático parecen situarnos ante un horizonte de enorme dificultad material. Tememos que este paisaje doloroso pueda paralizar a nuestro alumnado. La alternativa entonces es ocultarlo, edulcorarlo o minimizar los problemas y transmitir la confianza en el advenimiento de una salvación tecnológica. Aunque esto no evite la llegada de ese futuro de conflictos y escasez. Pero entre el miedo paralizante y la ceguera suicida existe un camino: la esperanza consciente y activa. Comprender con responsabilidad lo que está ocurriendo, asumir la incertidumbre y ponerse en marcha para intentar enfrentarse a la inequidad, la escasez de recursos y las tensiones sociales que nos esperan si no viramos el rumbo de las cosas.

La escuela presencial no fue actividad esencial

En los primeros meses de la pandemia, los centros educativos cerraron y se hizo patente la centralidad de su función socializadora y las potencialidades de la enseñanza presencial (entre seres humanos en interacción directa), que la online no cubría. También se visibilizó –por negativo– el papel igualador de la escuela pública, al comprobar que los hogares en los que pequeñas y grandes se confinaban, constituían realidades vitales profundamente desiguales. Con o sin ADSL, con o sin ordenador o habitación propia, con o sin ambiente de calma, con o sin violencias, con o sin calefacción, con o sin personas adultas disponibles y formadas para ayudar al estudio…

El confinamiento constituyó una experiencia de encierro y de miedo a las personas, a las cosas, al aire que respiramos. Esa humanidad que somos y nos atrae se convirtió en un peligro del que protegerse. Hasta las criaturas más pequeñas lo aprendieron. Con la restricción de la cercanía física, se delegó la experiencia educativa en el acompañamiento de las familias –madres–, y en las pantallas para quienes tenían más años.

Aplaudíamos por primera vez a quienes realizaban actividades esenciales (mayoritariamente en manos de mujeres) en espacios públicos como los hospitales o supermercados, pero no a quienes las hacían dentro de las casas soportando equilibrios imposibles en esos espacios de regeneración de la supervivencia, donde no se han renegociado las corresponsabilidades. Los meses de confinamiento devuelven la enseñanza al ámbito privado de los hogares, lo que significa un paso atrás en la responsabilidad pública sobre la educación, que constituye un derecho desde hace más de un siglo.

La educación presencial no formó parte de estos servicios esenciales, quizá porque la cercanía social aumentaba el riesgo de contagio y, quizá también, porque se contaba con esa fuerza de trabajo gratuito de las mujeres.

Posteriormente, la semipresencialidad se normaliza. En algunos casos esto significa reducción del tiempo de atención y en otros una mitad del tiempo ante la pantalla, con los desequilibrios que esto supone. Incluso se llegan a crear escuelas infantiles virtuales en las que cada criatura se coloca frente a la pantalla para seguir –o no– las propuestas de una educadora, o jugar desde su casa en paralelo a otras criaturas, también aisladas de la compañía y de los virus, todas ellas supervisadas, claro, de esa persona adulta, madre casi siempre.

Una parte de ese avance de la enseñanza online se ha mantenido al terminar el confinamiento, dicen que para quedarse. Esto significa, entre otras cosas, que el abandono –aunque sea parcial– a la suerte de las condiciones de cada hogar, y la distancia social que alimentan las pantallas, serán rasgos esenciales de la educación del futuro. El contexto de distancia social, la escasa relación entre iguales, la comunicación a través de los chats o las redes sociales, son caldo de cultivo de conflictos, tensiones y discrepancias difíciles de resolver sin el lubricante del cara a cara y sin el aprendizaje de la resolución cotidiana de conflictos. Todo ello sumado a la cultura de la bronca y el espectáculo que alimentan los medios de comunicación virtuales. No parecen las mejores condiciones para afrontar con solidaridad y justicia una crisis civilizatoria.

El sistema educativo recoge más o menos a la quinta parte de la población, en un periodo especialmente sensible en el que se incorporan las experiencias e interpretaciones que constituyen las verdades de la cultura. Lo que se transmita cotidianamente a lo largo de trece o más años a esos millones de personas es clave. Lo saben las instituciones que regentan los centros privados. La educación es un pedazo de realidad a disputar que no podemos abandonar a la inercia y a los intereses de la cultura desarrollista y del mercado. Necesitamos una educación que reúna la cordura y la valentía necesarias para mirar a ese futuro sombrío y para intentar girar su curso.

Una mirada que fabrica ceguera

El dilema de Matrix (ignorancia, o conocimiento, pero en cualquier caso destrucción) ha sido saldado por el sistema cultural dominante, y por buena parte del sistema educativo, creando una realidad edulcorada, un bienestar supuestamente mercantilizable y un futuro tecnológico redentor.

Pero hay situaciones dramáticas (por ejemplo las colas del hambre, los cortes de luz o las estadísticas de pobreza infantil en nuestras ciudades) que ya no se pueden esconder.  Sabemos de las posibles consecuencias de la crisis climática, del problema que suponen los residuos, de los millones de personas que son desplazadas porque sus hábitats se vuelven inhabitables… ¿Por qué no estamos en las calles exigiendo un cambio de la historia? Existen distorsiones culturales que nos impiden ver los riesgos de seguir en el mismo camino. Algunas de ellas son la economía desarrollista, la realidad virtual, la fe ciega en la tecnología, el sesgo metropolitano y la omnipresente cultura patriarcal.

La economía neoliberal defiende el crecimiento infinito en un planeta finito y distorsiona la realidad enseñándonos que la riqueza está en el dinero y no en los recursos que nos mantienen con vida. Viendo miseria en los modos de vida cercanos a la tierra. Esa economía nos impide leer como pobres los territorios cementados o los ríos muertos por vertidos venenosos, y entiende que un buen trabajo no es el que resuelve necesidades sino el que proporciona un salario alto. Para ella, y para los currículos y los libros de texto, la destrucción ecológica se llama progreso.

Otra de las ocultaciones proviene de la realidad virtual, que nos atrapa la mirada, secuestra el pensamiento a la deriva y reconduce nuestros intereses hacia necesidades del mercado dejando en la sombra la destrucción del territorio. Trastoca nuestras preocupaciones y nuestros deseos. La adicción a las pantallas, a la comunicación sin presencia y a las realidades fabricadas en lo virtual, se ha adueñado de un enorme bocado del tiempo de nuestra vida. Como otras adicciones, nos desvincula de aquello que necesitamos para sobrevivir, pero frente a otras dependencias, que pueden resultar parcialmente desadaptativas para el sistema económico, esta adicción es profundamente sinérgica con él. La educación lleva años promoviendo la virtualización y alimentando la dependencia tecnológica de los aprendizajes.

La devoción por lo virtual engancha con la fe tecnológica: ya inventarán algo que lo solucione. Gracias a ella fiamos a un futuro incierto la solución de cualquier problema que no queremos dejar de generar, sin más certeza que nuestro deseo de que esta tecnología imaginada funcione.

La distorsión de la mirada metropolitana de los habitantes de las ciudades les vuelve ciegos a la tierra que está debajo del asfalto, ignorantes de la procedencia y el destino de aquello que utilizan. Las grandes urbes se muestran como culturalmente superiores, pero desconocen su profunda dependencia de las periferias y de las tierras que las abastecen. Una ceguera por la que, por ejemplo, se llamó ciudadanía a una asignatura que hablaba esencialmente de derechos humanos. Las escuelas rurales se cierran progresivamente y empujan al abandono de los pueblos.

La cultura patriarcal es la más antigua –y quizá dolorosa– de las vendas colocadas en nuestros ojos. Se ocupa de normalizar un orden dual generalizado, jerárquico e injusto, que nos encierra en dos roles inamovibles. Un orden que impone a una mitad de la población trabajar de forma gratuita y someterse a la otra mitad, bajo el supuesto de la aceptación voluntaria (patriarcados de consentimiento) o de la imposición cultural (patriarcados de coerción). Esta misma distorsión otorga al hombre el papel de patrón –en sus dos acepciones–, el papel de juez, creador del conocimiento y protagonista de la Historia.

De forma similar se naturalizan las jerarquías clasista, racista y colonial. Con estos anteojos se define cuál es el conocimiento culto que merece entrar en la escuela y cuál no, y quiénes serán los sujetos que merecen tener éxito.

Esta cultura de dueños se reproduce desde la infancia y atraviesa las relaciones entre niños y niñas, adultas y adultos. No solo invisibiliza saberes y prácticas esenciales y sostenibles, desarrolladas por las mujeres y por pueblos indígenas (que la escuela también desprecia), sino que, tal como nos plantea el ecofeminismo, es una cultura que se apropia y ejerce violencia sobre cuerpos, recursos y territorios. Apuntala una mirada que desprecia los límites y el frágil equilibrio de las vidas humanas y de los sistemas vivos. Esa mirada que está en el corazón de la actual crisis ecosocial.

Estas distorsiones llegan todos los días a la escuela a través de un currículo oculto o explícito de medias verdades, omisiones y falsedades. La idea de los pueblos atrasados, las mujeres como población inactiva, la exaltación incondicional del crecimiento o la invisibilidad de las empresas transnacionales son ejemplos de este currículo insostenible.

La escuela reúne, desde hace más de un siglo, algunas condiciones estructurales que favorecen estas distorsiones:

Todas estas cegueras alimentan un mundo traslimitado e injusto que se está acercando a un colapso socioecológico

Los centros educativos son espacios de confinamiento, cercados por una valla y cerrados al territorio físico exterior y a la tierra viva. Transmiten (y reconocen como valioso) un saber culto que relega los conocimientos populares, los aprendizajes prácticos cotidianos, el desarrollo de la cooperación o el ejercicio de los cuidados. Un colectivo de especialistas es el encargado de transmitir el conocimiento validado, que excluye los saberes de otras personas de la comunidad. La valla física pone difícil salir, pero también entrar a vecinas, asociaciones o luchas sociales. Los agrupamientos se crean con el criterio de la homogeneidad (de edades, de capacidades) supuestamente para economizar esfuerzos, practicando una educación de talla única. En el mejor de los casos, en sus actividades crean un mundo de simulaciones, que no alcanzan a transformar la realidad real y que, en su versión virtual, nos separan más del frágil territorio. En los centros educativos apenas se estudia qué está ocurriendo con los procesos ecosistémicos que nos mantienen con vida.

Todas estas cegueras alimentan un mundo traslimitado e injusto que se está acercando a un colapso socioecológico. Por eso es urgente desmontarlas y construir una cultura que se ajuste a los límites de nuestro planeta y nos permita vivir en un mundo justo y sostenible. La pandemia puede ser ese zarandeo social que nos abra a otras formas de entender la historia y de comprendernos como seres humanos.

Necesitamos una nueva cultura de la tierra

Buena parte de lo que aprendemos en las escuelas nos desadapta a la realidad. Tenemos que aprender a vivir en ese espacio cada vez más estrecho que queda entre el techo ecológico (los límites materiales que nos marca la tierra) y el suelo social (los mínimos que todos los seres humanos necesitamos para tener vidas dignas). Estos son algunos de los aprendizajes urgentes que tendrán que entrar en el sistema educativo:

Es prioritario comprender el concepto de sostenibilidad y las implicaciones que este tiene. Muchas culturas llevan haciéndolo siglos. Necesitamos conocer el actual estado de insostenibilidad (en suelos, aguas, clima, biodiversidad…), sus magnitudes, sus causas y su incidencia en las poblaciones humanas. Es importante visualizar en toda su magnitud la crisis ecológica y sus verdaderas responsabilidades.

Habrá que hacer frente al problema de las necesidades humanas y discutir las consecuencias para la sostenibilidad de diferentes estrategias escogidas para resolverlas. Reflexionar sobre cómo sería un bienestar equitativo y ambientalmente sostenible. Es preciso replantear el problema de la pobreza y la desigualdad y entenderla como pobreza ecológica y deterioro de las condiciones de vida, más que como un asunto de renta monetaria. La riqueza y el despilfarro, en el contexto de traslimitación ecológica, son formas de acaparamiento inaceptables.

Será necesario explicar el enorme trabajo de mantenimiento de la vida que realiza la naturaleza y la interdependencia de todos los seres vivos, incluidas las comunidades humanas. El concepto de ecodependencia habrá de estar en el centro de la comprensión del mundo.

Recogiendo enseñanzas de la economía feminista, es clave releer el concepto de trabajo e introducir diferencias entre trabajo monetarizado y no monetarizado, productivo y reproductivo, trabajo útil y trabajo inútil, trabajo para la sostenibilidad y trabajo contra ella. Hay que visibilizar el papel de las mujeres y su contribución a la cultura, a la historia y al mantenimiento de la vida y denunciar el sometimiento y las violencias que se ejercen sobre ellas. Una relectura de la sostenibilidad con enfoque de género podría resultar muy reveladora y ayudar a la revisión de valores dominantes insostenibles.

También es clave reconocernos como seres interdependientes y denunciar la irresponsabilidad que supone desentenderse de los trabajos de cuidados y los enormes desequilibrios sociales que esto genera. Respetar y valorar la diversidad en las formas de ser, hacer, querer, y relacionarse, reconociendo la diversidad como una de las claves de la supervivencia de los ecosistemas y de la riqueza de los grupos humanos.

Urge relacionar el concepto de salud individual con el de salud colectiva y de los ecosistemas. La covid y sus enseñanzas de cómo nos afectan las zoonosis (infecciones que pasan de animales a humanos por destruirse las barreras ecosistémicas) es buen ejemplo de ello.

Necesitamos relacionar el deterioro ecológico con el crecimiento económico. Nombrar al desarrollo como destrucción y poner las bases de la riqueza de la vida en el territorio y su capacidad para mantener la vida, y no en los indicadores monetarios que tanta distorsión producen. Para conocer cómo funciona el mundo es necesario visualizar el poder de las empresas trasnacionales en la transformación del territorio, de las sociedades, de las políticas, de las leyes, de la cultura misma y su contribución a la insostenibilidad.

Habrá que estudiar una historia del territorio local y global que muestre las transformaciones físicas y biológicas, sus causas y sus consecuencias. Las relaciones coloniales han de entenderse como procesos de dominación en los que existe una transferencia de la periferia al centro de materiales ricos –desde el punto de vista orgánico– y de fuerza de trabajo. En la dirección contraria, una transferencia de residuos y entropía que se refleja en la degradación de los territorios.

Un currículo para la sostenibilidad tendrá que incorporar las enseñanzas de la economía ecológica: la producción de la naturaleza, el metabolismo de la sociedad industrial, los ciclos de materiales y de energía, la distinción entre producción y extracción, la monetarización, el concepto de límite. En definitiva, la relación entre economía y ecología.

En necesario releer con las gafas de la sostenibilidad social y ambiental todas las prácticas de nuestra cultura, como son las vinculadas a la alimentación, los usos de la tecnología o la movilidad.

Mostrar la diferencia entre los procedimientos de la agroecología y los de la agricultura y ganadería industriales. Reconocer las tecnologías que favorecen la sostenibilidad y las que la impiden, las que concentran poder y las que lo distribuyen, las que crean dependencia y las que favorecen la autonomía, las que permiten la participación y las que la eliminan, las que crean equidad y las que la destruyen. Incorporar el concepto de principio de precaución ante tecnologías de efectos aún desconocidos. Frente al modelo de hipermovilidad motorizada basado en el consumo de combustibles fósiles reivindicar el valor de la proximidad, del camino a pie o en bicicleta, que hemos experimentado en tiempos de confinamiento y que muchas escuelas conocen bien.

Todas las prácticas de nuestra vida y las premisas de nuestra cultura tendrán que ser revisadas bajo el foco de la justicia ecosocial para visibilizar su inviabilidad y recuperar o inventar culturas sostenibles, conocer y ensayar alternativas, comprender y sumarse a luchas en el norte y en el sur.  También eso tendrá que ocurrir en las escuelas.

CSE: Centro Social Educativo

La educación está obligada a mirar al futuro, pero ocurre en el presente. Y este nos coloca ante situaciones de emergencia social. ¿Qué presente tiene construir la educación para cargarse de sentido y de credibilidad en este momento de la historia?

En un contexto de desestructuración social, de polarización ideológica y de pobreza creciente, es posible que las escuelas, que reúnen cotidianamente a personas en un lugar físico real, sean de los pocos espacios sociales no mercantilizados ni criminalizados que nos queden para mantener o reconstruir redes de ayuda mutua. Que devuelvan el sentido a ese viejo término de comunidad educativa y puedan convertirse en un vivero de grupos humanos resilientes. Y esto no solo para los sectores de población más concienciados o con más recursos culturales. La universalidad de la educación hace posible que todos los grupos sociales acudan a la escuela y por eso es un recurso potencialmente próximo, cotidiano y universal para tejer red, para apoyarse en la resolución de necesidades y construir colectividad en un marco de justicia y sostenibilidad.

Las escuelas pueden cobrar un profundo sentido convirtiéndose en una suerte de centros sociales

La educación, a pesar de vertebrarse en torno al aprendizaje de ideas, inevitablemente se desarrolla en un medio físico, una materialidad que no escapa a las reglas de la ecodependencia y la interdependencia. Ese medio físico está formado por infraestructuras, en las que se gestionan suministros de energía, agua, alimentos o telecomunicaciones. Y esta gestión puede hacerse desde el ahorro, la participación comunitaria, el principio de precaución, el cuidado de la salud y la responsabilidad ecológica. En ella podemos aprender a construir, a arreglar lo que se rompe y a organizar usos de recursos compartidos.

En momentos de desmoronamiento social, las escuelas pueden cobrar un profundo sentido convirtiéndose, más allá de esa cocina de aprendizajes necesarios para la sostenibilidad, en una suerte de centros sociales, espacios físicos para la cultura y para la resistencia, donde grupos de personas, pequeños y grandes, se encuentren también para resolver colectivamente necesidades básicas como la protección, el afecto, la alimentación o el abrigo. Quizá ese lugar donde se gestiona un banco de alimentos o se organiza una acción que planta cara a un desahucio o se da soporte a redes de intercambio y de economía social; donde aprender a cultivar un huerto y a alimentar a los pájaros, a resolver conflictos y a reparar los daños, a enfrentar las violencias y a esperar a quien va más despacio. Un lugar donde hacerse cargo colectiva y solidariamente de nuestra vulnerabilidad. Algunas de estas iniciativas han sido puestas en marcha por AMPAS, equipos de orientación, grupos de profesoras y equipos directivos comprometidos. En muchos casos enfrentándose a normativas y directrices institucionales. Falta que se reconozcan, no como funciones extraordinarias, sino como actuaciones educativas esenciales.

A ese espacio físico acudimos diariamente con nuestros cuerpos, esos cuerpos también materiales y dependientes, que pueden sufrir cansancio, enfermedad, violencia o hambre. La escuela puede ser el espacio en el que se resuelva, por ejemplo, la necesidad cotidiana de comer sano. O el lugar donde se cuida la salud individual y colectiva. También puede ser ese espacio donde acudimos con nuestros miedos, nuestras diversidades, nuestras mochilas vitales y encontremos consuelo, aceptación, acogida y apoyo integral.

Si la cultura es el conjunto de saberes y formas de hacer de una sociedad, la escuela, en tiempos crisis, puede ser ese nido donde se alimenta y se practica una cultura que haga posible la supervivencia comunitaria en condiciones de justicia ecosocial. ¿Para qué queremos una escuela si no nos da de vivir?

Marta Pascual es profesora de Intervención Sociocomunitaria, activista de Ecologistas en Acción y de Feministas por el Clima

https://vientosur.info/escuelas-que-nos-den-de-vivir/

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Organizaciones de América Latina y el Caribe promueven movilización por el Cuidado y la Educación en la Primera Infancia

Por: CLADE

Diálogos con especialistas, intercambios de experiencias, talleres y lanzamientos de informes son algunas de las acciones que se realizarán en el marco de la campaña

Durante todo el mes de junio, organizaciones, redes y activistas que defienden el derecho a la educación se movilizarán para llamar la atención de la sociedad civil hacia el tema de la Educación y el Cuidado de la Primera Infancia (AEPI) en América Latina y el Caribe.

La CLADE, en alianza con EDUCO, OMEP, Marcha Global contra el Trabajo Infantil, Instituto Interamericano del Niño, la Niña y Adolescentes (IIN) y foros nacionales que forman parte de la CLADE lanzó hoy (1/6) la Campaña “Junio por la Educación y el Cuidado de la Primera Infancia” que reunirá a especialistas, activistas, educadores y educadoras para discutir los retos y la situación de la educación y del cuidado de niños y niñas pequeños/as en la región, y además quiere poner el tema en la agenda pública de los países latinoamericanos y caribeños, presionando por un mayor compromiso de los gobiernos con esta etapa educativa. Talleres, intercambios de experiencias, lanzamientos de informes y en vivos en instagram con entrevistas a especialistas son algunas de las acciones que se han planeado como parte de la campaña.

De iniciativa de la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE), en alianza con EDUCO, OMEP y foros nacionales que forman parte de la CLADE, la Campaña “Junio por la Educación y el Cuidado de la Primera Infancia” reunirá a especialistas, activistas, educadores y educadoras para discutir los retos y la situación de la educación y del cuidado de niños y niñas pequeños/as en la región, y además quiere poner el tema en la agenda pública de los países latinoamericanos y caribeños, presionando por un mayor compromiso de los gobiernos con esta etapa educativa. Talleres, intercambios de experiencias, lanzamientos de informes y en vivos en instagram  con entrevistas a especialistas son algunas de las acciones que se han planeado como parte de la campaña.

La ampliación de la presencia y prioridad de la Atención y Educación de la Primera Infancia (AEPI) desde una perspectiva de derechos; el trabajo infantil; el alineamiento de la legislación y las políticas de AEPI; y la puesta en marcha de procesos formativos y de incidencia social para promover cambios en las prácticas educativas de la primera infancia son algunos de los temas que estarán presentes en acciones y difusiones de la iniciativa.

A continuación, presentamos algunos de los principales eventos que serán realizados en el marco de la campaña.

Encuentro Regional: Marco político y normativo de la Educación y Cuidado de la Primera Infancia
Fecha: 2 de junio
Hora: de 11:00 a 13:00 (Brasil/Argentina/Uruguay)
Organizadores: CLADE y EDUCO
Más información: En el evento se compartirán reflexiones sobre agendas, prioridades y retos nacionales; cambios normativos, así como financiamiento de la educación y del cuidado en la primera infancia en la legislación de Brasil, El Salvador y República Dominicana.
Inscripciones: http://bit.ly/inscripcionInfancia

Encuentro Regional: Experiencias locales de la Educación y Cuidado de la Primera Infancia
Fecha: 9 de junio
Hora: de 11:00 a 13:00. (Brasil/Argentina/Uruguay)
Organizadores: CLADE y EDUCO
Más información: El encuentro analizará las acciones, programas y proyectos generados desde y en los territorios, además de debatir la importancia estratégica de los actores locales, en particular gobiernos. Esta sesión tendrá la presencia de autoridades locales y se formulará un pronunciamiento colectivo.
Inscripciones: http://bit.ly/inscripcionInfancia

Evento virtual de presentación de información sobre trabajo infantil, educación y pandemia en países de Sudamérica
Fecha: 9 de junio
Hora: 12:00 (Brasil/Argentina/Uruguay)
Organizador: Marcha Global contra el Trabajo Infantil
Más información: El evento tiene el objetivo de presentar información y dialogar sobre el impacto de la pandemia de la COVID-19 en el incremento del trabajo infantil y la exclusión educativa de niños, niñas y adolescentes en países de Sudamérica, así como sobre la respuesta política e institucional.
Inscripciones: http://bit.ly/inscripcionInfancia

Encuentro Regional: La Educación y Cuidado de la Primera Infancia – respuestas a la pandemia
Fecha: 16 de junio
Hora: de 11:00 a 13:00. (Brasil/Argentina/Uruguay)
Organizador: CLADE y EDUCO.
Más información: El encuentro presentará experiencias, acuerdos y respuestas de los países frente a la pandemia, desde una mirada que se centra en las oportunidades y respuestas positivas.
Inscripciones: http://bit.ly/inscripcionInfancia

Diálogos estratégicos por la educación y cuidado de la primera infancia
Fecha: 23, 24 y 25 de junio
Organizadores: CLADE, OMEP e IIN.
Hora: 11:00 (Brasil/Argentina/Uruguay)
Más información: Poner la educación y el cuidado de la primera infancia en el centro del debate es el objetivo de los diálogos estratégicos, que contarán con la participación de especialistas en el tema para debatir los principales retos para garantizar el derecho a la educación inicial de niños y niñas en América Latina y el Caribe.
Inscripciones: http://bit.ly/inscripcionInfancia

Live: Lanzamiento de estudios de caso/experiencias de primera infancia en contexto de pandemia
Fecha: 29 de junio
Organizador: CLADE
Hora: 17:00 (Brasil/Argentina/Uruguay)
Más información: En formato de entrevista, la Live tiene como objetivo presentar estudios de caso/experiencias de primera infancia en contexto de pandemia.

 

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