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La educación que queremos | Robots que escriben como humanos y humanos que escriben como robots

Por: Andrés García Barrios

En esta nueva entrega de “La Educación que queremos”, Andrés García Barrios responde a la pregunta sobre cómo enfrentar el riesgo de que los estudiantes usen un chatbot para escribir los que deberían ser sus propios textos.

Hace unos días se publicó aquí, en este Observatorio, mi artículo La educación que queremos: leer o no leer libros. Lo escribí sin saber que el tema estaba estrechamente relacionado con un asunto del que se empieza a hablar mucho en este espacio: al menos cinco textos publicados o citados aquí tratan de él (y no dudo que pronto se les sumen todo tipo reacciones y comentarios, dada su radical importancia).

El primero es la nota editorial firmada por Karina Fuerte, en la que explica el uso creciente de chatbots para la redacción de textos que parecen escritos por humanos. Karina concluye su nota abriendo una encuesta en la que nos pregunta si creemos que ese texto fue escrito por ella o en realidad es obra de un chatbot. Una semana después, en su siguiente editorial, nos da la respuesta: la nota había sido escrita por el programa de inteligencia artificial ChatGPT, y sin embargo más de la mitad de los encuestados la atribuyeron a la pluma de Karina. Anonadada, además de confesarnos que tendrá que tratar el duro shock con su terapeuta, la fingida autora se propone y nos propone hacer una seria autocrítica y preguntarnos si en nuestros textos en general no estamos recurriendo demasiado a un tipo de escritura claramente impersonal, al grado de que no se le puede distinguir de una redacción robotizada. Para dar un ejemplo, cita un artículo del Chronicle of Higher Education en el que se señala la larga tradición de impersonalidad que es ya parte de los textos académicos.

¿En qué se caracteriza un procesador de textos robótico? Trabaja de forma completamente estadística: empieza por seleccionar todas las ideas sobre el tema presentes en su base de datos; después las compara y las jerarquiza de acuerdo a nuestra solicitud, y vuelve a redactarlas, efectuando una síntesis gramaticalmente correcta (obviamente su base de datos puede llegar a ser tan vasta como todo el contenido de internet). Su segunda característica es que el texto resultante carece por completo de personalidad, es decir de una expresión propia.

Menciono arriba mi artículo sobre Leer no leer libros porque en él hablo justamente del valor de un tipo de escritura en la que el autor aprende a utilizar las reglas no para imitar modelos prestablecidos sino, por el contrario, para que sus escritos reflejen su personalidad, su individualidad humana. El estilo personal es algo vivo que no puede ni debe ser evitado. Aprendamos a llenar los textos de todo lo que somos nosotros mismos, digo ahí.

En su primera editorial, Karina alude también al peligro de que los estudiantes generen textos escolares con estas herramientas y los hagan pasar por propios. Es ahí donde Sofía García-Bullé toma la estafeta en otro texto y hace un acercamiento a este punto, poniendo énfasis en la opinión de algunos expertos en el sentido de que la solución a tales actos fraudulentos no es el castigo sino la aplicación de un código de honor que infunda en los estudiantes valores de dignidad y respeto a sí mismos (y a su trabajo, sus pares y maestros).

Uno de los ideales de toda sociedad es lograr este equilibrio entre tradición ética y avance tecnológico. Conseguirlo no es fácil: por lo general, el velocísimo desarrollo técnico no se sienta a esperar a que la tradición lo alcance. Más bien, suele alejarse de ella, insistiendo ─un poco a la ligera─ en que no dejará de tomarla en cuenta. Por eso, la tradición debe dejar de verse a sí misma como cosa del pasado para dar un raudo salto hacia el futuro y sorprender a la tecnología cuando sea ésta la que se la encuentre adelante.

Trataré de explicarme.

Empiezo por recordar cómo en mi adolescencia (ya lejana, como estoy a punto de evidenciar) las calculadoras electrónicas empezaron a inundar el mercado. Mi padre, un verdadero fan del razonamiento matemático, nos restringía su uso. Pensaba que ejercitar ese tipo de razonamiento era fundamental para alcanzar la autonomía como seres humanos. A la par, algunos de nuestros amigos argumentaban que a las calculadoras se les debía usar libremente y no desaprovechar ese otro tipo de desarrollo que permiten los avances tecnológicos. Creían que las calculadoras eran parte de una nueva cultura que llegaba para liberarnos de cargas como la de las operaciones matemáticas básicas y permitirnos concentrarnos en nuevos retos.

Algo de razón tenían ambas posiciones. La solución quizás era lograr un equilibrio entre ellas, y sin embargo la experiencia pronto nos dijo que la sociedad iría poco a poco abandonando la admiración por el razonamiento matemático y privilegiaría la del dedo índice que pulsa teclas y pantallas (mi tío Pepe, octogenario, dice que para recordar que no es tonto por no poder usar la computadora como lo hacen sus nietos, ha colocado a un lado de ésta una vieja regla de cálculo, herramienta de papel y cartón muchísimo más complicada de usar y que él dominaba con creces en su juventud).

El equilibrio entre pasado y presente, insisto, se logrará mirando ampliamente hacia el futuro. Pero el reto ─que no se nos oculte─ es inmenso, creo que mucho más que el que representa nuestra ya de por si enorme y legítima preocupación por el plagio robótico. Para comprender el tamaño de este desafío es preciso mencionar sus rasgos positivos y pensar en los beneficios que pueden traernos estos programas de redacción de textos (que sólo son, por cierto, una pequeña muestra de los avances de la inteligencia artificial). Uno muy claro para la investigación científica y social es que hoy por hoy podemos obtener en cuestión de segundos un informe tan breve o extenso como queramos, acerca de cualquiera de los temas que la humanidad tiene ya registrados de manera electrónica (la nota editorial de Karina es un ejemplo de 600 palabras). Esa información puede llegarnos jerarquizada en subtemas según el orden que escojamos, pero tiene un beneficio adicional: la capacidad de la herramienta de agrupar ideas según la cantidad de veces que se alude a ellas en la base de datos, nos puede añadir con una precisión sin precedentes aspectos subjetivos relativos a esa información, por ejemplo cuál era la idea más generalizada sobre cierto asunto en determinada época, información fundamental para el estudio de la historia (podemos hacer la pregunta ¿qué piensa la gente hoy acerca de los bots? o cambiarla para saber que se opinaba en el siglo XV sobre la invención de la imprenta).

Ahora imaginemos que los seres humanos encontramos la forma de programar un procesador para que imite todos los estilos de escritura que ha habido y sea capaz de producir textos que parezcan de verdad ejecutados por personas. Esto quiere decir textos no tan impersonales como los que hoy conseguimos sino unos de verdad «humanizados». ¿A qué me refiero con humanizados? En mi artículo Leer o no leer libros afirmo que todo texto «humano» se escribe en estados emocionales de incertidumbre y en diferentes contextos (algunos incluso tienen que ser escritos sobre las rodillas, en el camión, de prisa para entregarlo al editor); el resultado reflejará, aunque sea sutilmente, ese estado y ese contexto en el que fue escrito. El teórico Wolfgang Iser nos explica además que un autor nunca lo dice todo; consciente o inconscientemente deja abiertos algunos «espacios de indeterminación» que el lector debe llenar (la pericia del lector para llenarlos depende en parte de su familiaridad con el tema así como de su experiencia como lector). Esta personalísima forma de escribir de cada autor es lo que crea su estilo. Así pues, el chatbot que imagino es capaz de analizar, comparar y hacer quién sabe que otras operaciones sobre los textos, hasta delimitar todas estas sutilezas y reproducir el «estilo» de cualquier autor, incluso el de los modelos más sofisticados, como Homero o Shakespeare (con esas herramientas mi fantástico chatbot puede incluso ir más allá y descubrir en cuestión de segundos la influencia de esos dos autores en los escritores del romanticismo alemán, por ejemplo).

Está claro que mi chatbot no tiene por qué desarrollar lo que llamamos «un alma» ni adquirir la capacidad de un día engañarnos intencionalmente y hacerse pasar por nuestra abuelita, enviándonos un texto firmado por ella. Ciertamente, si lo programamos para que en determinadas circunstancias se haga pasar por nuestra abuelita, llegadas esas circunstancias obedecerá nuestra orden. Un bot así seguirá simplemente respondiendo a nuestra programación, por sofisticada que esta sea, de tal forma que aún en este caso el problema ético seguirá siendo el que señalan Karina Fuerte y Sofía García-Bullé de incurrir o no incurrir en fraude. Sin embargo ─y entro ya a la médula de este artículo─ me interesa sobremanera señalar cómo la complejidad ética del asunto crece hasta volverse inconmensurable si comparamos las habilidades de nuestro bot (insisto, imaginario) con lo que uno de los neurocientíficos más influyentes del momento piensa acerca de lo que somos los seres humanos. En su libro Neurociencia, los cimientos cerebrales de nuestra libertad, Joaquín M. Fuster plantea una de las más actuales teorías sobre la conciencia. En ella afirma (uso mis propias palabras) que nuestro cerebro ─que funciona como una unidad─ es capaz de recibir una cantidad inmensa de información y asociarla de formas prácticamente infinitas, para después ─en la corteza prefrontal─ revisar esas asociaciones, discriminar entre ellas y canalizar la más viable (la más pertinente, digamos) para ejecutar una acción.  Es lo que Fuster describe como «tomar una decisión». Si la cantidad de información ─y por lo tanto de asociaciones─ fuera muy reducido, la «decisión» tendría muchas limitaciones; sin embargo, como es «infinita», las posibilidades se extienden con tan magnificente amplitud que podemos decir que la corteza cerebral está dotada de libertad.

¿Cómo participamos nosotros en todo este asunto? Según Fuster, nosotros, nuestro «yo», nuestra conciencia, esa parte nuestra que tiene la experiencia de estar «viva», de ser «alguien», resulta sólo una especie de testigo sin mayor injerencia en el proceso. Somos meros observadores de lo que está pasando, como si miráramos desde atrás de un vidrio y no pudiéramos intervenir en lo que ocurre del otro lado. El término que emplea Fuster en algún momento es que somos un epifenómeno (una especie de efecto secundario) de esos procesos cerebrales. El término epifenómeno es difícil de explicar, pero podemos dar un ejemplo que nos lo aclare: se dice que nuestra sombra es un epifenómeno del hecho de que los rayos de luz alcancen nuestro cuerpo; es decir, un fenómeno secundario que no tiene incidencia sobre el fenómeno principal (el de la luz tocando nuestra piel, estimulando sus receptores, produciendo calor, etc). ¿Yo? Yo soy solo una especie de sombra de la actividad de un cerebro que interactúa con determinadas circunstancias. Como fenómeno secundario no tengo ninguna injerencia determinante en esa actividad mental ni en esta interacción (incluso mi lenguaje, mi propia manera de hablar, no es sino un recurso de la corteza prefrontal para procesar información y transmitirla a otros cerebros). En pocas palabras, como dice Fuster en alguna parte: «La corteza prefrontal es libre, nosotros no».

(Permítaseme abrir un paréntesis para remitir al lector a un texto del eminente filósofo español Juan Arana, donde revisa la edición española del libro de Fuster con todo cuidado y una severa aproximación crítica).

Según la estremecedora perspectiva filosófica de Fuster (cabe aclarar que, aunque él es un connotado investigador, las conclusiones aquí descritas no son una teoría científica), según esa filosofía, digo, Karina Fuerte no sólo no sería la autora real de su primera nota editorial sino tampoco de la segunda, pues al escribirla sólo habría tenido la impresión de serlo cuando en realidad sólo habría permanecido como observadora de la ejecución «libre» de su corteza prefrontal, verdadera autora del texto.

Como podemos ver, la dimensión más radical del problema ético no es la ya de por si difícil disyuntiva entre programar o no a un chatbot para que se haga pasar por nosotros, con la consecuente falta de respeto hacia nosotros mismos y nuestros pares; el dilema más trascendente en estos momentos es suscribir o no la propuesta de que nosotros mismos somos semejantes a un super bot cuya conciencia no es más que un epifenómeno relativamente inútil de los procesos cerebrales. En otras palabras, antes que el riesgo de la pérdida de nuestra dignidad esta la pérdida de nuestra identidad, justificada por una filosofía de la ciencia que parece rendirse a la impersonalización.

Ante ésta que para mí es una oscura fantasía, prefiero mirar al futuro y proponer y luchar por llevar hasta él la tradición ética de considerarnos seres capaces de interactuar con la realidad y modificarla (en una palabra, luchar por crear un futuro en el que los seres humanos también quepamos). Por eso, retomando el tema desde el principio, quisiera señalar con la mayor profundidad posible la oportunidad ética que se abre ante la pregunta sobre cómo enfrentar el riesgo de que los estudiantes usen el chatbot para escribir los que deberían ser sus propios textos.

Primero, es posible que ─lo mismo que aquellos amigos de mi juventud─ muchos estudiantes se nieguen a desaprovechar los avances por considerar éstos como elementos propios de la cultura y no sólo como recursos personales para el fraude. Si es así, sin duda podemos apostar a infundirles una ética que abogue por su dignidad y el respeto a sí mismos de tal manera que todos juntos descubramos un equilibrio entre los valores tradicionales y el desarrollo. En la búsqueda de este equilibrio tendremos que decidir si seguir pidiendo a nuestros alumnos ensayos académicos donde reproduzcan uno a uno lo aprendido (como enchufados a un procesador electrónico) o pedirles textos «personales» donde como autores doten a ese conocimiento de una perspectiva propia y viertan en él, de ser necesario, su intimidad. Si la escuela privilegia esto que nos identifica de fondo como seres humanos, estará apostando también, e inevitablemente, por una sociedad en la que la información y las decisiones que se desprendan de ella estarán siempre impregnadas de algo que podemos llamar personalidad o identidad humana, es decir, de esa parte de nosotros mismos en donde en última instancia se resguardan los valores éticos.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/la-educacion-que-queremos-robots-que-escriben-como-humanos/

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Inteligencia Artificial y educación

Por:  Eduardo Backhoff Escudero

 

El lanzamiento del programa ChatGPT (Chat Generative Pre-trained Transformer) ha causado un gran asombro mundialmente. “Chat” se refiere al diseño para interactuar con los usuarios a través de conversaciones en línea. “Pre-trained” significa que el sistema se entrenó previamente con una gran cantidad de datos para comprender el lenguaje natural y responder coherentemente. Y “Transformer” se refiere a la arquitectura de red neuronal que permite procesar y generar textos de manera eficiente. Este programa es producto de la Inteligencia Artificial (IA), que utiliza algoritmos y modelos matemáticos complejos para tratar de imitar la forma en que el cerebro humano funciona. La IA puede entrenarse para realizar ciertas tareas; a medida que se le da más información y entrenamiento, se vuelve más inteligente y puede realizar tareas más complejas.

La IA se puede dividir en dos grandes tipos. La IA-débil se enfoca a resolver problemas específicos en una variedad de campos, como la medicina. Por ejemplo, se le puede entrenar a reconocer imágenes de alteraciones morfológicas para identificar tempranamente algún tipo de enfermedad, como el cáncer. Por otro lado, la IA-fuerte se enfoca en crear sistemas inteligentes que puedan “pensar y aprender” como lo hacen los seres humanos; no obstante, este tipo de IA aún no está suficientemente desarrollado.

En el campo educativo, la IA tiene un gran potencial. Al estudiante le ayudará a: personalizar su aprendizaje de acuerdo con sus necesidades; recibir retroalimentación sobre su desempeño académico de forma inmediata; identificar sus progresiones de aprendizaje; contar con herramientas para superar las barreras de las necesidades especiales; contar con recursos didácticos para aprender fuera de la escuela. A los docentes les facilitará: buscar y organizar información sobre un tema en particular; sintetizar los aspectos esenciales de un texto complejo; traducir textos en cualquier idioma; elaborar presentaciones didácticas de todo tipo; formular preguntas claves sobre un tema; automatizar actividades rutinarias escolares. A las autoridades educativas les ayudará a: conocer el avance de los alumnos en tiempo real; identificar tendencias de aprendizaje de los grupos de estudiantes; conocer patrones de desempeño y comportamiento de los estudiantes, que permitan detectar temporalmente posibles fracasos escolares y abandono escolar; planificar programas y políticas basadas en evidencias.

Sin lugar a dudas, el arribo de la IA cambiará el mundo tal y como lo conocemos. Por ello, en un futuro cercano, la IA será una competencia muy importante en el mercado laboral. La incorporación de la IA en los sistemas educativos ayudará a los estudiantes a desarrollar habilidades importantes para el siglo XXI, como la solución de problemas, la creatividad, el pensamiento crítico, la colaboración y la comunicación. Los sistemas de IA pueden simular situaciones del mundo real y desafiar a los estudiantes a resolver problemas complejos utilizando un enfoque basado en datos. En síntesis, la IA ayudará a preparar a los estudiantes a trabajar en un mundo cuyo desarrollo depende cada vez más de la integración de la ciencia, la información y la tecnología.

Por desgracia, el gobierno cuatroteísta no parece estar interesado en el uso de este tipo de tecnología en el área educativa; al menos, eso se puede deducir de la propuesta curricular y libros de texto gratuitos de la Nueva Escuela Mexicana. Ésta no solo no toma en cuenta a la IA, sino que ni siquiera hace alusión a las tecnologías digitales más conocidas: ni como objeto de estudio de los alumnos, ni como instrumento pedagógico de los docentes. El proyecto educativo de México, lejos de mirar hacia el futuro (que ya nos alcanzó) voltea a ver al pasado de la educación socialista (de hace casi un siglo), para resucitarla en una versión trasnochada en el que se enarbola una bandera nacionalista, anticolonialista, neo marxista, regionalista, etnocéntrica y comunitaria. En esta visión educativa se estigmatiza la aspiración (motivación) y el esfuerzo (trabajo) individual de los estudiantes, necesarios para superarse y lograr tener éxito como persona y profesionista; valores que se asocian con el modelo “educativo neoliberal”. Lo mismo pasa con los avances científicos y tecnológicos que, en su opinión, tienen como fin último controlar a las mayorías y beneficiar a los más poderosos. Desde esta perspectiva, la IA no está en la mira del Sistema Educativo Mexicano, con lo que se pierde la oportunidad de modernizarla.

Presidente del Consejo Directivo de Métrica Educativa, A.C.

Fuente de la información: https://revistaaula.com

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¿Qué es tiflotecnología y cómo contribuye a la inclusión educativa?

Por: Nohemí Vilchis

 

Estas herramientas tecnológicas acercan a personas con ceguera o deficiencia visual a la educación de calidad, conoce cómo lo logran.

 

En ocasiones anteriores hemos hablado sobre cómo la tecnología ha sido un recurso relevante para lograr la inclusión educativa. Las propiedades de la tecnología apoyan en la integración de distintos estilos de aprendizaje en el aula, resuelven ciertas necesidades u optimizan procesos de evaluación; sin embargo estos estándares no siempre se adaptan y representan una barrera para personas con discapacidad.

La tiflotecnología surge para ayudar a personas con ceguera o deficiencias visuales a acceder a tecnologías electrónicas de información y comunicación con el fin de facilitar su independencia y autonomía personal.

Desde 2008, la Real Academia Española incorporó el término tiflotecnología al diccionario, “tiflo” proviene del griego tiflus que significa ciego. Varios investigadores la definen como un conjunto de métodos, conocimientos y medios dirigidos a proporcionar al colectivo de personas con ceguera y baja visión los recursos necesarios para el uso de la tecnología. La tiflotecnología permite que las personas puedan tener acceso a distintos ámbitos cotidianos, donde es posible interactuar y aprender.

Para evitar la segregación de personas con ceguera o deficiencia visual, la tiflotecnología existe en dos formatos: la tiflotecnología específica que incluye los dispositivos tecnológicos creados para el uso exclusivo de personas con discapacidad visual y la adaptada, que involucran el ajuste de un hardware y software con el objetivo de que personas con deficiencias visuales parciales o completas puedan usar un equipo estándar.

Los inicios de la tiflotecnología

Paola Pérez, tiflotecnóloga y analista programadora, explica que los inicios de la tiflotecnología pueden remontarse al primer prototipo de la máquina parlante de Wolfgang von Kempeken en 1791 o al Rafígrafo de Fouçault en 1841 para la comunicación entre personas invidentes. Por supuesto, con la influencia del sistema de lectura y escritura Braille, creada por Louis Braille en 1825.

Pérez expresa que al llegar la electricidad, las máquinas parlantes se transformaron en sintetizadores de voz. En 1939, el estadounidense Homer Dudley creó Voder, dando el primer paso a los sintetizadores actuales. Adicionalmente, en los cincuentas Frank Cooper logró la síntesis de voz por medio de un ordenador.

La profesora Caridad Hernández Pérez señala que el interés de educar a las personas con discapacidad visual se remonta a antes del siglo XVIII, que fue cuando se instauró la primera escuela para niñas, niños y adolescentes con ceguera en Francia. A partir de este hecho, dan inicio los primeros pasos hacia el desarrollo de la pedagogía especial para personas ciegas o tiflopedagogía.

Funcionalidades y ejemplos

Con el propósito de dotar a las tecnologías con accesibilidad para personas con discapacidad, se crearon y transformaron herramientas como: los sintetizadores de voz, lectores de pantalla, lectores ópticos de caracteres, teclado en Braille, magnificadores de texto e imagen, escáner parlante, entre otras soluciones.

Silvia Patricia Aquino Zúñiga, Verónica García Martínez y Manuel Jesús Izquierdo Sandoval, profesores-investigadores de la División Académica de Educación y Artes de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, indican que existen aditamentos que permiten las adaptaciones de materiales didácticos para la enseñanza, por ejemplo:

  • Los sistemas parlantes son dispositivos de apoyo de lectoescritura que favorecen la conversión de texto en voz y viceversa, el software lee en voz alta los escritos digitalizados en varios idiomas. Los programas apoyan en leer documentos, redactarlos por medio de dictado y brindan la posibilidad de navegar en internet, leer correos e interactuar en redes sociales. Algunos lectores de pantalla son: JAWS (Job Access With Speech), NVDA (NonVisual Desktop Access) Orca.
  • Los sistemas de grabación de audio incorporan dispositivos digitales que registran el sonido, creando archivos que son transferibles y descargables.
  • Los sistemas periféricos para ordenadores, como algunos teclados, tienen comandos especiales que la persona debe aprenderse. En el caso de Rivo, es un producto de apoyo que permite manejar teléfonos inteligentes con el uso del teclado. Existen otros sistemas como impresoras que pasan el texto a escritura de relieve.
  • Los sistemas ópticos sirven para quienes tienen baja visión, es decir personas que tienen un campo visual reducido pero logran ver parcialmente. Estos recursos los integran los amplificadores de pantalla y configuraciones de contraste (como Relumino) a fin de mejorar la visibilidad de distintos textos e imágenes. Los magnificadores resaltan la zona con una especie de lupa, como el SuperNova Magnifier 12.

Pilar Zamora López y Cristina Marín Perabá autoras del estudio “Tiflotecnologías para el alumnado con discapacidad visual”, describen que los recursos tiflotecnológicos se utilizan por parte de personas con discapacidad visual con la finalidad alcanzar una inclusión personal y como una alternativa que mejore su estilo de vida. Igualmente, definen que estas  herramientas se categorizan en cinco subgrupos:

  1. Audiodescripción: las personas con ceguera o visión reducida pueden contemplar una película con apoyo de un narrador que describe lo que sucede en el  video. La aplicación AudescMobile actualmente se encuentra disponible para dispositivos con sistema operativo Android.
  2. Material en relieve y de Braille: el Braille es el alfabeto que comúnmente utilizan las personas con discapacidad visual para leer o escribir, no obstante existen métodos de relieve con ayuda de reglas o ruedas dentadas para dibujar o trazar imágenes.
  3. Materiales tiflotecnos para juegos y deportes: consisten en actividades de ocio hechas o adaptadas a personas con deficiencias visuales, como jugar ajedrez con diferentes relieves entre las casillas blancas o negras o jugar goalball (deporte paralímpico donde se identifica la trayectoria de la pelota de manera auditiva).
  4. Material de vida diaria: es un apoyo que contribuye a la autonomía personal, por ejemplo un bastón para la movilidad en el entorno. Otro ejemplo sería la marca Eone, la cual crea relojes funcionales que no tienen fragilidad táctil ni son intrusivos.
  5. Altatecnología: tiene que ver con materiales que son últiles para el trabajo o la lectura, como una telelupa que amplía un documento o una máquina que lee información escrita en tinta.

Las autoras mencionan que actualmente los dispositivos móviles y los ordenadores permiten que las personas con ceguera o deficiencias visuales realicen y conozcan la misma información que las personas normovisuales. A través de aplicaciones en smartphones, los datos sonoros se obtienen mediante sintetizadores de voz. Además, estos teléfonos cuentan con funciones internas preestablecidas que sirven de apoyo como descripciones de audio, zoom, lectura de pantalla en voz alta, comandos de voz, entre otras utilidades.

Hacia una educación incluyente

La tiflotecnología ha representado un gran avance en la inclusión de las personas con ceguera y visión reducida en la sociedad, cerrando brechas de acceso a la información. Estos recursos logran integrarse al aula y a diversos ámbitos de una misma persona. En el contexto educativo, Zamora López y Marín Perabá sugieren que el profesorado debe actualizarse constantemente a fin de ofrecer una enseñanza de calidad para todo el estudiantado por igual.

La tecnología promueve el fácil acceso a procesos de aprendizaje, reduce obstáculos y garantiza la evolución de procesos incluyentes, establecen las autoras. Emplear tiflotecnologías en el ámbito escolar no se basa solamente en introducir y adoptar estos elementos, sino que resultan valiosos cuando son acompañados por un diseño didáctico y recursos formativos donde las aplicaciones son pensadas para un práctico acceso al conocimiento.

Además, es necesario precisar las diferencias entre personas con ceguera y personas con dificultades visuales con el propósito de atender de manera adecuada las necesidades del alumnado. Zamora López y Marín Perabá aclaran que la discapacidad visual puede presentarse en cualquier persona sin importar su edad, para ciertas tiene que ver con su nacimiento, otras por un accidente o incluso por el envejecimiento.

Existen diferentes tipos de deficiencias visuales que afectan distintos niveles o grados de visión. La baja visión contempla una restricción que limita las funciones del ojo, esta puede implicar una deficiencia leve hasta la ceguera total. Aunque cualquier grado de dificultad visual tiene una influencia en la vida cotidiana de una persona, las afectaciones son distintas. Anteriormente, se consideraba como una persona invidente a un individuo con visión reducida en el campo educativo, lo que cierra ciertas oportunidades.

Ely García, representante de América Latina para la empresa Sunu, creadora de la pulsera con radar Sunu Band, dice en su blog que la discapacidad visual afecta la percepción de las imágenes en su totalidad o en parte. Las personas entonces descubren el mundo a través de sensaciones, olores, sabores, sonido, el tacto o quizás imágenes segmentadas. La tiflotecnología favorece el desarrollo académico, laboral y social de las personas.

En otra serie de entradas de blog, Ely García comparte distintas opciones para facilitar el uso de las redes sociales a personas con debilidad visual mediante la habilitación de cierta configuración dentro de las aplicaciones. En el caso de Instagram, recomienda actualizar preferencias como la función de Zoom para hacer más grandes los textos e imágenes o generar descripciones automáticas.

Un estudio sobre tiflotecnología e inclusión en Ecuador realizado por Carlota María Bayas Jaramillo de la Universidad César Vallejo, encontró una relación significativa entre la tiflotecnología, el respeto por las diferencias y confianza en las capacidades de las personas y la equidad en la enseñanza. Tras conducir la investigación se emitieron algunas recomendaciones como que el personal directivo en las universidades debe adoptar programas que fortalezcan el uso de tiflotecnología por medio de estrategias que incluyan al alumnado. También se aconseja que los docentes promuevan talleres de intercambio de experiencias de aprendizaje con recursos tiflotecnológicos y prácticas exitosas.

La tiflotecnología brinda instrumentos para tomar en cuenta las necesidades de personas con ceguera o limitantes visuales y dar una respuesta a sus desafíos diarios. De esta manera las personas tienen acceso al mismo conocimiento, información o gustos, poniendo al alcance de todas y todos las mismas oportunidades. ¿Qué prácticas cambiarías de tu plan de formación? ¿Qué herramientas ayudarían a potenciar tu método de enseñanza?

Fuente de la información e imagen: https://observatorio.tec.mx

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Mexico: La educación en la agenda feminista

Por: Magda Coss

—Los maestros y maestras son los agentes socializadores más importantes en la infancia después del núcleo familiar más inmediato: más allá de colores, números y letras, te enseñan cómo aprender a aprender, cómo relacionarte con los demás, y sobre todo las herramientas para encontrar tu lugar en el mundo y de preferencia, que ese lugar sea en un mundo más justo, donde quepan todos.

—Maestros y maestras son clave para poner ejemplos, visibilizar lo importante, reforzar los sistemas de valores que enseñamos en casa. Es por eso que en la educación básica, es crucial formar a los niños y niñas en los derechos humanos fundamentales. Uno de esos es la igualdad de género, una condición indispensable para alcanzar un desarrollo sostenible e inclusivo. Pero sobre todo, un tema indispensable en un país en el que matan a diez de sus mujeres cada día.

Seguramente has escuchado que nuestro sistema de salud será como el de Dinamarca en el 2024, pero ¿el educativo será como el de Dinamarca, Finlandia o Suecia algún día?

Pues parece que no pronto. —En general, los países con mejores sistemas educativos valoran a sus docentes, lo cual se refleja en una remuneración competitiva y una serie de incentivos. Por ejemplo, en Finlandia la mayoría del profesorado tiene una maestría en educación, lo cual les permite crear experiencias innovadoras de aprendizaje ajustadas a las necesidades de sus estudiantes. Además, en países como Singapur o Canadá se recompensa la capacitación y la mejora continua. Todo esto sin contar que en las sociedades de esos países se les reconoce, admira y respeta.

—Las condiciones laborales del profesorado en México pueden variar dependiendo del nivel y la región en la que trabajan. En general, las maestras en México tienen un salario relativamente bajo en comparación con otros profesionales con estudios universitarios. Además, tienen contratos temporales y no tienen acceso a prestaciones laborales como seguro de salud, vacaciones pagadas o jubilación. También enfrentan problemas de falta de recursos y materiales educativos, que muchas veces ponen de su bolsa. Y por si fuera poco, pueden enfrentar situaciones de violencia y amenazas por parte de grupos delictivos en algunas zonas del país.

¿Cómo podemos exigir que enseñen a las infancias a ser buenas personas cuando subsisten en situaciones de precariedad? ¿Cómo podemos pedirles que les enseñen a no discriminar cuando ellos y ellas son discriminados a diario por padres y madres de familia que les insultan, ignoran su autoridad e incluso les amenazan?

—En Suecia, la educación sobre temas de género se aborda desde la educación básica. Se considera una parte importante del currículo escolar y el profesorado está capacitado para impulsar la igualdad entre mujeres y hombres, así como la no discriminación.

Por ejemplo, en las escuelas suecas, se utilizan materiales didácticos que incluyen numerosas imágenes de personas que desafían los roles de género tradicionales y se les enseña a los niños que ambos sexos pueden desempeñar cualquier tipo de trabajo. Se anima a las niñas a estudiar ciencias, matemáticas e ingeniería, mientras que se anima a los niños a explorar las artes y las ciencias sociales.

La educación en género permite a niños y niñas comprender y apreciar la diversidad y la complejidad de las identidades de género, así como reconocer y desafiar el sexismo, la discriminación y la violencia de género. También, está demostrado que la educación en género mejora los resultados académicos y emocionales de los estudiantes, lo que los prepara mejor para ser activos y responsables en una sociedad igualitaria.

¿Qué nos falta para llegar a eso? Necesitamos una transformación que nos compete a todos. Si bien el Estado tiene una deuda histórica con la mejora de la educación para fortalecer la formación inicial y continua de docentes, mejorar la calidad de las escuelas y la infraestructura, aumentar la inversión, empezando por el pago de salarios justos y adecuados de quienes se dedican a la docencia, es también trabajo de toda la sociedad redignificar la profesión de la enseñanza y exigir mejores escuelas donde todas las personas se sientan valoradas y respetadas, empezando por los maestros y las maestras.

La educación en la agenda feminista

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Argentina: Ley de Educación Ambiental dos años de muchas palabras y poca integración en las aulas

La norma aprobada en 2021 está lejos de ocupar la centralidad encomendada a los ministerios de Educación y Ambiente. El educador y especialista Pablo Sessano advierte que el Estado aún niega en la currícula la actual crisis ecosocial, al igual que los gremios docentes, y propone un giro en la matriz educativa para abordarla desde una perspectiva de los derechos humanos y de la naturaleza.

Por Pablo Sessano para Agencia Tierra Viva

Se cumple otro año más. El segundo desde que se sancionó la Ley de Educación Ambiental Integral. Era una buena idea que tuviera un espacio en el III Foro de Derechos Humanos, realizado entre el 20 y 24 de marzo, pero el hecho no se concretó porque su organización fue fallida a último momento (quizá estaba más pensado para la foto que para ampliar el necesario diálogo entre derechos humanos y educación ambiental).

Planteado como un encuentro interministerial para informar y exponer el estado de avance de la implementación de esa ley, el espacio en el Foro fue propuesto desde el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, y, como históricamente ha ocurrido, el Ministerio de Educación participaría, pero menos comprometidamente, pese a que la implementación de la educación ambiental depende de un área que trabaja los derechos humanos en esa cartera.

Más allá de la retórica desplegada por los gobiernos en sus informes oficiales, siempre condescendientes respecto de sí mismos (puede verse el informe sobre los avances de la ley presentado en 2022 al Congreso Nacional), lo que hacen ambos ministerios en términos de política educativa es todavía mucho menos que insuficiente e invisible para la sociedad.

¿Qué avances tuvo el Ministerio de Educación en la implementación de la Ley de Educación Ambiental?

El Ministerio de Educación ofrece, a través del Programa Nacional de Formación Docente, cinco cursos de capacitación, entre ellos, uno específico sobre el Riachuelo, a cargo de ACUMAR. No es poco contrastado con años anteriores, pero no es mucho si se evalúa la irrelevancia de la cuestión ambiental en el programa educativo oficial.

En tanto, la publicación aleatoria de efemérides ambientales popularmente conocidas en el Instagram oficial del Ministerio no logra poner de relevancia el tema. Es justo mencionar que el material sobre educación ambiental integrado al dossier por los 40 años de democracia, en la web del Ministerio, es, desde lo pedagógico, interesante, pero en modo alguno novedoso. Además de naturalizar la “problemática ambiental” como un hecho del presente, elude tomar posición frente a las causas, convalida la idea del subdesarrollo como estado transitorio, omite criticar en forma directa el modelo productivista y resulta ambiguo en la definición del cambio climático en tanto expresión del modelo civilizatorio. Se trata de un material bastante más neutral que los malogrados Manuales de Educación Ambiental censurados en 2011.

Por otra parte, la página oficial de la cartera educativa no refleja interés alguno por la educación ambiental y, si bien existe un Área de Educación Ambiental Integral, su importancia relativa dentro del Ministerio es nula y no responde ni de lejos al compromiso que la Ley de Educación Ambiental Integral derivó en ese Ministerio.


Todo revela que la gestión educativa no atina a darle la relevancia que ha adquirido de hecho en el presente o, en otras palabras, la crisis ecosocial no constituye para la autoridad educativa un suceso lo suficientemente significativo, en los términos de su impacto en la vida de las personas, especialmente de las que se educan, las nuevas generaciones, como para darle un tratamiento prioritario y específico dentro del programa educativo nacional.


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¿Qué avances tuvo el Ministerio de Ambiente en la implementación de la Ley de Educación Ambiental?

El Ministerio de Ambiente, por su parte, mantiene —no sin controversias internas— una cierta dignidad pública discursiva respecto al tema, algunas propuestas educativas y mejor visibilidad en su sitio web, aunque sin dejar de plantear enfoques clásicos y repetidos. Además, Ambiente sostiene la red de secretarías y ministerios homólogos provinciales que dan o deberían dar soporte y consenso a la política pública nacional. Pero se sabe que el Consejo Federal de Medio Ambiente (COFEMA) encuentra límites, también para la educación ambiental, en las conveniencias políticas poco sustentables de las provincias, amparadas en el desacertado artículo 124 de la Constitución Nacional sobre el manejo de los recursos naturales que se encuentran en sus territorios.

Pese a que la Ley de Educación Ambiental “establece el derecho a la educación ambiental integral como una política pública nacional”, propone “construir una cultura ambiental” y “defiende la sustentabilidad como proyecto social”; lo cierto es que, a dos años de su sanción, no puede decirse que haya una política pública de educación ambiental en el país. Ello implicaría un presupuesto que la Ley reclamó, pero no existe; una organicidad institucional que apenas avanza y debería incluir equipos de personas dedicadas —hasta el momento inexistentes— y un plan de trabajo, aún en ciernes, siempre en ciernes.

No obstante, vista en perspectiva, la sanción de la Ley constituye un avance en la concepción de la interrelación entre derechos humanos, educación y ambiente. Una relacionalidad fundamental que transforma la concepción hasta ahora sostenida sobre cada uno de estos temas por separado. Una cuestión clave del proceso de constitución de nuevos derechos, nuevos sujetos de derecho y de la educación ambiental, sobre lo cual el recientemente fallecido Antonio Brailovsky supo insistir enfáticamente.

Probablemente el espacio en el Foro de DD. HH. para la educación ambiental no hubiese sido propuesto siquiera si la Ley de Educación Ambiental Integral no hubiese sido aprobada hace dos años, abriendo definitivamente un espacio dentro de la política pública. En ese sentido es que reconocemos un avance, al menos en la intención del Legislativo, pero que espera su traducción en políticas y acciones concretas y sustantivas de parte del Poder Ejecutivo.

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El problema no es la Ley de Educación Ambiental, el problema es la negación de la crisis ecosocial

El problema no es la ley en sí, sobre cuya génesis, resultados, debilidades y potencialidades he opinado en anteriores columnas y artículos. El problema, obviamente, es la debilidad de la gestión pública, el no cumplimiento de las leyes, que es sin duda un síndrome que afecta a la democracia argentina y excede nuestro particular tema, pero impacta muy sensiblemente. La minimización de la relevancia de la crisis ecosocial resulta de entenderla apenas como un tema más de las problemáticas contemporáneas (un contenido) y no como el nudo subyacente de una crisis de civilización que, de no modificar su rumbo, se encaminará a la autodestrucción, según reconoce el consenso científico mundial, diluye los compromisos que la ciudadanía ha de adoptar para contribuir a reencaminar los procesos sociales hacia escenarios reconstitutivos y no meramente resilientes. Este no reconocimiento o negación por parte de la autoridad educativa y, en general, por el mundo pedagógico y docente constituye también una de las grandes debilidades del proyecto educativo progresista —si es que hay uno más allá de la resistencia— en América Latina y en Argentina en particular.

La Ley ya tiene dos años, pero la lenta y burocrática rutina de las instituciones —tanto nacionales como provinciales, más las de la misma sociedad civil, que debe participar de la gestión de la Ley, pero se muestra boba para asumir el compromiso— se constituye como el primer obstáculo en su cumplimiento. Muchas leyes no logran superar este primer escollo organizativo y, aún cuando ya rigen por estar sancionadas y publicadas, su concreción resulta fallida o nula. Ojalá no sea el destino de la Ley 27.621.

Depende en mucho o en todo del compromiso de las organizaciones de la sociedad. Porque, como también ya señalamos en las notas citadas, buena parte de las políticas de educación ambiental que la Ley ahora respalda legalmente pudieron ser llevadas a cabo sin necesidad de norma alguna. La superficialidad del compromiso que el Estado está, realmente, dispuesto a asumir no se ha modificado. Solo el empuje de las organizaciones sociales, que han quedado representadas y legitimadas para opinar y participar en la estructura de la Ley, será la clave para habilitar el debate y las prácticas necesarias que en el campo educativo deben desplegarse en torno a la crisis ecosocial.

Otro problema es que los gremios docentes, las universidades y hasta las organizaciones de la sociedad civil —pasando por los colectivos indígenas— asumen que la transformación integral del diseño educativo es un componente estratégico e indispensable de la tarea, de la lucha, por develar la posibilidad de un otro país y mundo posible. Ni que las modificaciones menores, retóricas, adición de contenidos e incluso invitaciones a interpretaciones alternas del mismo diseño curricular no solo son insuficientes, sino que terminan siendo funcionales al maquillaje educativo del extractivismo progresista o neoliberal.

A esta altura de la crisis ecosocial y dadas las connotaciones no cuestionadas que tienen los términos desarrollo y sostenibilidad, o la denominada Educación para el Desarrollo Sostenible, que bajo el eufemismo de educación ambiental integral se invoca en la Ley, es en sí un oxímoron, es decir, una contradicción en los términos. Sostener la ilusión de que bajo el mismo régimen formativo, que es funcional al productivismo ecocida, será posible desarmar las lógicas hegemónicas, que moldean hace siglos nuestra forma de entender el mundo y la vida, es una variante del negacionismo. O una “negación implicatoria”, según la expresión de Stanley Cohen, es decir, una negación “que no niega el problema (de la crisis ambiental y el cambio climático) ni sus causas –antropogénicas–, pero niega las implicaciones de esos hechos”. O acaso una variante más sutil de “amnesia intermitente”, por la cual “miramos (esa realidad) por una fracción de segundo y luego miramos hacia otro lado (…) o miramos, pero nos convencemos de que estamos demasiado ocupados para preocuparnos por algo tan distante y abstracto”, según lo explica Naomi Klein. Y sostenerlo desde el campo educativo es decepcionante.

Bien sabemos que los criterios de selección de formas y contenidos del saber, que será transmitido en el proceso de educativo, en especial, el instituido, son pautas que llevan implícitas las relaciones sociales (relaciones de poder) en las cuales se constituyen axiomas, prejuicios, mitos o sonseras (Jauretche/Merenson), que configuran esa óptica históricamente construida que oblitera toda opción de imaginar un mundo (y una educación) por fuera del instituido. Por eso, hemos insistido tanto en la responsabilidad compartida que el constructo educativo moderno, y al servicio del modelo hegemonizador, ha tenido en la crisis civilizatoria y en la importancia de un examen autocrítico hacia dentro.

Educar para un modelo extractivo o para otro mundo posible

Cada gobierno elige la educación que quiere, por acción u omisión. Y aunque, en democracia, el campo educativo debería contar con mayor grado de autonomía para desarrollar miradas no condescendientes con el status quo social, no es factible esperar que las políticas educativas de un gobierno contradigan las bases ideológicas que lo explican y sostienen.

Así, como dijera Ivan Illich hace 50 años: “Se mantiene la ilusión de que, pese a que se posea una economía precaria, la escuela [léase educación instituida] podrá producir una amplia clase media, con virtudes análogas a las que predominan en las naciones altamente industrializadas”. Lo que traducido a la actualidad equivale a mantener vivo el mito de un desarrollo con justicia, sobre la base de un perfil exportador de commodities —monocultivos, minería, madera, agua, recursos estratégicos— que supone necesariamente métodos de extracción destructivos e injustos.

El horizonte del desarrollismo —rico o pobre, facho o progresista— se ha topado con los límites de la naturaleza. La pregunta que subyace al problema entonces es si un Estado-Gobierno progresista-extractivista puede efectivamente desplegar una educación ambiental que contradiga esa lógica depredadora y excluyente de hacer uso de los bienes comunes. Más aún, la duda se extiende a si es posible, en ese marco, una educación ambiental definida como proceso de concienciación en defensa de la vida. E, incluso, si definida como “Educación para el Desarrollo Sostenible” es realmente educación ambiental. Es por eso que la Ley por sí misma no garantiza nada y librada a la decisión y voluntad gubernamental, en un contexto de gestión pública proclive a lógicas y métodos extractivistas y contrarios a la sustentabilidad, puede incluso resultar funcional a las mismas.

De hecho, la Ley no ha molestado a nadie. De allí la estratégica importancia de la participación consciente, activa, sostenida y no condescendiente de organizaciones de la sociedad civil que quedaron representadas y autorizadas a participar en la gestión de la Ley para hacer de ella, al menos, un instrumento útil para interpelar la conciencia social, especialmente en escenarios educativos.

Lo cierto es que en el complejo Educación-DD. HH.-Ambiente, la fragmentación persiste y, pese a las evidencias relacionales, no logra constituirse conceptualmente la amalgama que, en verdad, representan. Las reivindicaciones de género, mal que bien, ya son parte constitutiva en la concepción de los derechos humanos, las ambientales no. Es que no se trata de incluir a los derechos humanos a la agenda de minorías ambientalistas, sino de comprender que el derecho al ambiente sano consagrado constitucionalmente debe entenderse, no en forma limitada como la salud o conservación del entorno humano, sino extensivamente como el derecho de la naturaleza. O sea, la red de ecosistemas para conservar sanas y salvas las condiciones que garantizan su fisiología y reproducción, condición necesaria de la vida en general y de los humanos como parte de la misma.

Este “giro” conceptual es el núcleo de la educación ecosocial en la cual derechos humanos y derechos de la naturaleza son componentes del derecho a la vida como valor primordial, y, a partir del cual, habría que reordenar (refundar) la totalidad de los valores, derechos y obligaciones. Acaso una ética de mínimos que incluya a la naturaleza como sujeto de derecho.

En lo que a políticas públicas refiere, en Argentina, tanto en el campo de los derechos humanos como en el de la educación, todavía estamos lejos de asumir y, más lejos aún de practicar, esta concepción, los sucesos cotidianos lo demuestran. Pero lo más patético es corroborar cómo, más allá del Estado, el campo específicamente educativo, inconsciente o negligente frente a los tiempos en juego, cae en la “negación implicatoria”. Pues conviene recordar que los plazos para realizar las transformaciones necesarias, que también son técnicas, pero fundamentalmente sociales, para no ingresar en un proceso de colapso irreversible (según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) no rebasan el tiempo que ocupa en educarse una sola generación. Los plazos están vencidos, el dinero del mundo rico no llegará a tiempo y, si acaso lo hiciere, no será para transformar el modelo, sino para apuntalarlo. No necesitamos una educación que colabore a este reciclado hegemónico, sino una que lo desarme.

*Por Pablo Sessano (*) para Agencia Tierra Viva / Imagen de portada: Agencia Tierra Viva.

(*) Educador ambiental. Diplomado Internacional en Transformación Educativa. Máster en Eco auditorías y Planificación Empresarial del Medio Ambiente. Especialista en Gestión Ambiental Metropolitana y políticas públicas ambientales.

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Presidente de Brasil lanza programas para mejorar la educación

El programa Escuelas de Tiempo Integral se propone ampliar en un millón de matrículas la oferta de tiempo completo en los centros de educación básica del país.

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, visita este viernes el estado norteño de Ceará, a más de 500 kilómetros de la capital federal, donde anuncia planes en educación, según informó la presidencia del país latinoamericano a través de su cuenta en Twitter.

En Fortaleza, la primera ciudad de su recorrido, el gobernante asistió a la escuela secundaria, Johnson, donde intercambió con sus estudiantes y se interesó por las asignaturas electivas.

Posteriormente, presidió la ceremonia de lanzamiento del programa Escuelas de Tiempo Integral, acompañado por el ministro de Educación y exgobernador de Ceará, Camilo Santana, quien realizó el anuncio.

Esta iniciativa se propone ampliar en un millón de matrículas la oferta de tiempo completo en los centros de educación básica del país y cuenta con un presupuesto de 4.000 millones de reales (800 millones de dólares). Tal inversión se transferirá a los estados y municipios para ampliar las inscripciones en las redes.

De acuerdo con la nota divulgada por el Palacio del Planalto, sede del Poder Ejecutivo, en la primera etapa, la cartera establecerá, junto a estados y municipios, las metas de jornada escolar igual o superior a siete horas diarias o 35 horas semanales.

Con ello, el actual Gobierno se propone cumplir el Plan Nacional de Educación (PNE), el cual establece que la oferta educativa de tiempo completo debe estar presente en al menos el 50 por ciento de las instituciones educativas, y atender al menos al 25 por ciento de los estudiantes de educación básica.

En la segunda etapa del programa, el Estado brasileño procura implementar acciones para la formación de educadores, la protección social y el mejoramiento de infraestructuras, entre otras.

En la jornada de la tarde Lula se dirigirá a Crato, donde lanzará un programa para la reanudación de las obras de la Educación Básica. En total, se restablecerán 3.500 de infraestructura escolar paralizadas o inconclusas.

Se prevé que el Gobierno, la entidad federativa y el Fondo Nacional de Fomento de la Educación (FNDE), que libera fondos para la construcción, firmarán un nuevo contrato al efecto, con nuevos montos de inversión y plazos. A partir de entonces, la construcción demorará 24 meses, plazo prorrogable por el FNDE por el mismo período, por una sola vez.

Actualmente, hay más de 3.500 obras escolares que han recibido financiación del FNDE. Con la reanudación de esta totalidad, el Gobierno de Brasil espera entregar 1.200 unidades de educación inicial, entre guarderías y preescolares; casi 1.000 escuelas primarias; 40 escuelas de formación profesional; 86 obras de renovación o ampliación y más de 1.200 nuevas pistas deportivas o cubiertas de pista.

https://www.telesurtv.net/news/brasil-presidente-lanza-programas-mejorar-educacion-20230512-0020.html

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Brasil: SINASEFE y FPMSP articulan reanudación de la lucha contra la Reforma Administrativa

América del Sur/Brasil/12-05-2023/Autoría y Fuente: sinasefe.org.br

El SINASEFE participó en la reunión del Frente Parlamentario Mixto de Servicios Públicos (FPMSP) que discutió el relanzamiento del Frente y la rearticulación de las luchas contra la Reforma Administrativa  ( PEC 32/2020 ).

La reunión fue realizada anoche (10/05), en el Pleno 4 del Anexo II de la Cámara de Diputados, en Brasilia-DF, en razón del reciente discurso del Presidente de la Cámara Federal, Arthur Lira (PP-AL), quien afirmó que la PEC 32/2020 “está lista para ser votada en el Pleno” .

También aseguró que la PEC 32/2020 “no interfiere con el derecho adquirido de los servidores públicos, sino sólo con las condiciones de quienes en el futuro accederán a los cargos” , dejando en claro que el objetivo de la Reforma Administrativa es hacer Relaciones laborales en el servicio público precarias .

Esa agenda es uno de los principales chantajes de quienes quieren poner de rodillas al gobierno de Lula, como lo fue en la relación con el gobierno de Bolsonaro, cuando Lira comandaba el Presupuesto Secreto .

Debates

Para el relanzamiento de la FPMSP , los parlamentarios reafirmaron que necesitan el apoyo de las entidades gremiales en la recolección de firmas de diputados y senadores, informando además sobre la dificultad de la correlación de fuerzas en el Congreso Nacional por el recrudecimiento de la disputa entre los Gobierno Lula y la Derecha/Derecha de Extrema Oposición.

Luego del relanzamiento de la FPMSP, se debe conformar una coordinación de entidades gremiales que se haga cargo de la agenda, eventos y actividades del Frente.

En cuanto a la Reforma Administrativa , el análisis de la coyuntura realizado por el Frente, en el discurso de Vladimir Nepomuceno , dialogó en el sentido de que el Gobierno Lula debe solicitar la devolución de la PEC 32/2020 a la Cámara, donde está siendo procesada, y que esta vuelta necesita ser aprobada en votación plenaria –mayoría simple suficiente para resolver la situación y extinguir definitivamente la amenaza de la PEC Guedes/Bolsonaro.

Sin embargo, ante la alertada complicada correlación de fuerzas en la Cámara Legislativa, es necesario construir una coyuntura que permita la victoria en la votación del pleno para, posteriormente, pedir el regreso de la PEC, ya que una derrota en esta votación agravaría la situación aún más. Es por ello que la FPMSP indicó que las entidades deben intensificar la presión sobre los parlamentarios, principalmente sobre sus bases electorales.

Participantes de la reunión

A la reunión asistieron varios parlamentarios y varias representaciones de entidades de clase de la función pública, tanto sindicatos nacionales como centrales sindicales.

Los parlamentarios que estuvieron en la reunión y pronunciaron discursos fueron Alice Portugal (PCdoB-BA), Juliana Cardoso (PT-SP) y Rogério Correia (PT-MG).

El SINASEFE estuvo representado en el encuentro por João Cichaczewski (Secretario de  Políticas Educativas y Culturales ), Lucrécia Iacovino (Coordinadora de  Personal  Técnico-Administrativo ) y Maíra Martins (Secretaria de  Políticas para la Mujer ), quienes pronunciaron los discursos contenidos en el video en la parte superior de este asunto

Imágenes

Vea las fotos de la reunión de la FPMSP del 10/05 disponibles en nuestra galería :

Fuente e Imagen: https://sinasefe.org.br/site/sinasefe-e-fpmsp-articulam-retomada-da-luta-contra-a-reforma-administrativa/
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