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España: Izquierda Unida apuesta por reducir la precariedad laboral y aumentar la inversión en la escuela pública en el Día Internacional de la y el Docente

Europa/España/06-10-2019/Autor y Fuente: www.tercerainformacion.es

Por: tercerainformación

  • El 5 de octubre se celebra en todo el mundo el Día Internacional de las y los Docentes. Con motivo de esta efeméride, el Área Federal de Educación de Izquieda Unida, apuesta por poner en valor más que nunca su labor y su papel en la sociedad como referencia de una profesión que trabaja por el bien común y el desarrollo de las jóvenes generaciones y la mejora de la sociedad a través de la educación.

  • Por eso reclama medidas urgentes y fundamentales al nuevo gobierno que se forme en las próximas elecciones: reducir drásticamente la tasa de interinidad que precariza las condiciones laborales del profesorado y afecta a la calidad de la educación, así como una inversión real del 6% del PIB, tal como recomienda la UNESCO, que permita mejorar las condiciones y el trabajo efectivo del profesorado en la educación pública.

El 5 de octubre es la fecha en que la Unesco y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), decidieron rendir homenaje a una de las profesiones más valiosas dentro de cualquier sociedad. Las y los docentes. Esas personas que tienen el deber y la pasión de formar a las generaciones futuras y así garantizar el desarrollo vital y social de los países.

Cada año en esta fecha se realiza un análisis de la situación educativa a lo largo y ancho del planeta, se hace un balance de los logros y los principales problemas a los que abordar. Desde el Área de Educación de Izquierda Unida, y en torno a esta efeméride queremos llamar la atención sobre algunas cuestiones que son necesarias y urgentes si queremos apoyar realmente la labor de los profesionales de la educación, pilar fundamental de la educación pública, laica e inclusiva, y no solo hacer declaraciones bienintencionadas.

La tasa de eventualidad entre el profesorado de nuestro país debe ser abordada de inmediato por el nuevo gobierno. A pesar de las recientes Ofertas Públicas de Empleo, en el segundo trimestre del año 2019, la tasa de temporalidad entre los y las docentes de la Escuela pública superó el 26%. Marcando un nuevo récord, siendo, incluso, más elevada que la tasa de temporalidad del sector privado (25,9%). Esta situación se agrava entre los más jóvenes del conjunto de los empleados públicos, y no solo entre quienes acaban de llegar al mercado laboral, sino también entre quienes aún no han cumplido los 40 años. En este grupo, las y los trabajadores eventuales son más de la mitad (55%), según la encuesta de población activa del INE. En la provincia de Cádiz, por ejemplo, “en algunos centros de secundaria de nuestra provincia la tasa de interinidad es del 80%”. Esta enorme tasa de interinidad, no sólo es un importante problema laboral y social, sino que perjudica directamente la calidad de la educación.

El sector educativo es uno de los más importantes para el desarrollo social, la corresponsabilidad y la sostenibilidad de los pueblos y las naciones y el planeta. Por ello es uno de los que mayor relevancia debería tener dentro de los programas de cada Estado. Para Izquierda Unida es inaplazable un pacto de Estado por la Educación Pública, Laica e Inclusiva, que establezca un horizonte de inversión de al menos el 6% del PIB, tal y como recomienda a nivel mundial la UNESCO. Y no el 3,1% del PIB invertido el curso pasado en España.

En este día mundial del docente es también importante destacar el papel desempeñado por el profesorado en el desarrollo y la conciencia de una sensibilidad y cuidado de los jóvenes sobre los problemas medioambientales y la prevención del cambio climático. Por eso, el personal docente debe tener un protagonismo esencial en el cambio y mejora que debe darse en los contenidos de nuestro sistema educativo, que a nuestro entender deberán orientase a un nuevo modelo productivo y de relaciones con el entorno, definido por el decrecimiento.

En este día de la y el docente no podemos olvidar que las Naciones Unidas calculan que hacen falta 69 millones de profesoras y profesores en el mundo para garantizar la educación universal. Porque todavía unos 263 millones de niñas y niños en todo el mundo se encuentran aún sin escolarizar. Así se podría garantizar una educación gratuita, inclusiva y equitativa, en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de cara a 2030. Y nuestro país y Europa deberían convertirse en líderes de esta demanda y este proyecto, exigiendo cambiar el marco de relaciones internacionales y abordar un nuevo orden económico y social mundial basado en la cooperación, la solidaridad, la transferencia tecnológica abierta, sustituyendo la competencia feroz y las guerras (las comerciales y las otras). Exportando educación y no armas.

Fuente: https://www.tercerainformacion.es/articulo/actualidad/2019/10/05/izquierda-unida-apuesta-por-reducir-la-precariedad-laboral-y-aumentar-la-inversion-en-la-escuela-publica-en-el-dia-internacional-de-la-y-el-docente

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¡Los maestros también sufren de bullying!

Por: Paulette Delgado

La enseñanza es una de las profesiones que más sufre de acoso y hostigamiento por parte de colegas, junto con enfermería y trabajo social, según el Centro de Investigación, Recursos y Recuperación de Acoso de Alberta.

No solo los estudiantes sufren de intimidación o acoso escolar, sino que los maestros también son víctimas de la intimidación en algún momento de sus carreras. Según un informe de Blackboard , entre el 24% y el 46% de los maestros encuestados admitieron haber sido acosados ​​y acosados ​​en algún momento de sus carreras. Además, el 89% de los maestros dijeron que presenciaron acoso por parte del personal de su escuela. El tipo más común de intimidación (67-75%) es el tipo «de arriba hacia abajo» , es decir, el acoso laboral que los administradores superiores infligen a los trabajadores de menor rango.

La cultura del chisme y la formación de grupos y camarillas a menudo se encuentran en las aulas y pasillos de las escuelas. En este tipo de ambiente, las actitudes formadas resultan en daño para los maestros, incluso causando sus despidos o renuncias debido a los chismes y otras formas de intimidación.

Para comprender el problema en profundidad, uno debe comprender qué es el acoso escolar .  La intimidación o el acoso escolar es un patrón de abuso que ocurre durante un período de tiempo y se caracteriza por un deseo de lastimar, degradar, humillar o aislar a otra persona. Para lograr la intimidación, el acosador puede usar varias técnicas como exclusión, insultos, agresión física, abuso verbal, humillación o destrucción de la reputación de la víctima, todo con el objetivo de causar daño psicológico o físico a la persona a la que está siendo acosado.

Señales que pueden indicar que estás siendo intimidado

Según Linda Crockett, fundadora de Alberta Bullying Research, Resource and Recovery Center, Inc. (ABRC) , existen cuatro tipos de  bullying:

  1. Acoso psicológico: implica ataques psicológicos que usan exclusión, palabras hirientes, ignorar a la otra persona o técnicas pasivo-agresivas.

  2. Acoso verbal: se produce mediante la difusión de rumores, insultos, acusaciones falsas e intercambio de información confidencial.

  3. Intimidación física: incluye empujar, golpear, tropezar y otros tipos de acoso físico.

  4. Cyberbullying: es difamación en línea.


¿Por qué los matones actúan de esa manera?

Según Crockett, la frase «lastimar a la gente … herir» es correcta. Muchos « matones « son personas estresadas, agotadas, inseguras, desempleadas, no atienden sus enfermedades mentales, son víctimas de intimidación y acoso (o lo han estado) o están frustrados con sus vidas. Para ellos, acosar a otros es una distracción de sus propios problemas.

Sin embargo, esta no es la única razón; Algunos están motivados por el poder. Este tipo de matones pueden ser narcisistas, personas muy competitivas que buscan avanzar a expensas de sus compañeros, personas moralmente desconectadas o aquellos que simplemente están acostumbrados a actuar de esa manera.

¿Qué hacer si estás siendo intimidado?

Según Linda Crockett, hay cuatro cosas que un maestro debe hacer en caso de ser intimidado por otro asociado:

  • Documente cada incidente. Si un maestro sufre algún tipo de intimidación, es mejor registrar en un diario o algún documento lo que sucedió. Es de suma importancia mencionar la fecha, la hora, el lugar, las personas que estuvieron presentes, qué tipo de acoso o intimidación fue, qué se dijo o se hizo, y qué sintió la víctima en ese momento. Esto se hace para tener un registro del incidente y poder recrearlo incluso un año después.

  • Póngase en contacto con una autoridad. Linda Crockett recomienda buscar una autoridad, especialmente un sindicato, para obtener la política actual de acoso escolar. Esto ayudará al maestro a saber qué hacer.

  • Ignorar. Como se mencionó anteriormente, una de las razones por las que las personas intimidan es por el poder, por lo que, en la medida de lo posible, tratar de no caer en las provocaciones de un acosador puede ayudar a disminuir el problema.

  • Enfrentar al delincuente directamente. Si la víctima se siente segura, confrontar al acosador puede hacer que retroceda, según Crockett, porque el acosador no espera ser confrontado. El enfrentamiento puede ocurrir solo o acompañado por alguien. Es esencial documentar la interacción a través de un correo electrónico al acosador discutiendo la conversación y declarando que si las cosas no cambian, se tomarán medidas formales. De esta manera, en caso de mayor intimidación, hay evidencia de que hubo un intento de cambiar las cosas.

Además, es crucial no aislarse, por lo que se recomienda hablar sobre la situación con alguien; podría ser un amigo cercano, pareja o familiar. Otra recomendación es buscar un terapeuta y concentrarse en mantener una buena salud mental. La intimidación y el acoso pueden resultar en un desempeño laboral deficiente y la insatisfacción con el trabajo, así como problemas graves como ansiedad, depresión, tensión, dolores de cabeza y pensamientos suicidas, entre otros.

También hay innumerables blogs y sitios web dedicados a problemas de acoso en el trabajo. Estos tipos de recursos pueden ayudarlo a lidiar con la situación y no sentirse aislado.

¿Has sido o eres víctima de acoso por parte de otro maestro? ¡Consigue ayuda! Asociaciones como el  Centro de Investigación, Recursos y Recuperación de Intimidación de Alberta (ABRC)  están ahí para ayudarlo. También hay grupos de Facebook donde puedes encontrar el apoyo de otros maestros. ¡Recuerda, no estás solo!

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/los-docentes-tambien-sufren-de-bullying

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Entrevista a Víctor Cuevas. “El movimiento por el clima no es una moda, una moda es estudiar robótica. Esto es una necesidad social”

Europa/España/06-10-2019/Aturo: Daniel Sánchez Caballero/Fuente: eldiariodelaeducacion.com

Por: Daniel Sánchez Caballero

Una parte del profesorado está muy preocupado por la crisis climática. Prueba de ello es la visita que hicieron hace unos días al Ministerio para entregar un programa completo de actividades para los centros educativos. Defienden así la vuelta de la educación ambiental al sistema educativo.

Víctor Cuevas ha conseguido hacer lo que todo profesional de la educación debe soñar: plantarse en el Ministerio y contarle a la ministra, Isabel Celaá, sus propuestas para mejorar el sector. Cuevas es orientador en el Centro de Educación Para Adultos (CEPA) Hermanos Correa, en Valdemoro (Madrid), pero acudió al Ministerio en calidad de miembro de la sección española de Teachers for Future (Profes por el futuro) junto a sus compañeras Miriam Leirós, impulsora del movimiento en España, e Isabel Rey. Esta agrupación de docentes contra el cambio climático, involucrada en las convocatorias de huelga Fridays for future, lamenta que se perdiera la educación ambiental en la escuela tras la LOGSE en favor de “otras cosas más pragmáticas”, y le pidieron a Celaá que la recupere de manera transversal a lo largo de todo el ciclo educativo. También cree que los pequeños gestos cuentan y alaba que los jóvenes se involucren en la lucha contra el cambio climático.

¿Cómo fue en el Ministerio?

Le llevamos a la ministra un programa educativo para abordar el cambio climático. El programa se llama 28.000 por el clima, que es el número de centros no universitarios que hay y nuestro objetivo es que llegue a todos.

También nos hemos reunido con el Ministerio de Transición Ecológica. A la ministra Celaá le pedimos que la educación ambiental recupere el peso que tenía antes de la LOGSE y que se perdió, de manera que sea un contenido transversal del currículo. No pensamos que una asignatura específica sea válida para abordar el tema. Acaba de terminar la cumbre en Nueva York y ya estamos viendo en las noticias que la situación puede ser irreversible en los océanos. Los docentes tenemos que ser responsables con los alumnos que van a vivir aquí. Necesitamos naturalizar el currículum y que los alumnos sepan habitar un planeta con un estado distinto al que habitamos ahora. Queremos abarcar todas las etapas, que se hagan actividades concretas en todas, que exista un plan de sostenibilidad con un coordinador, igual que hay un plan de convivencia. Queremos implementar programas de residuos cero en los recreos. No programas de reciclaje, sino de no generar residuos. También queremos recuperar el contacto con la naturaleza más cercana, comprenderla para aprender a cuidarla. Estamos hablando igualmente de un programa llamado Camino Seguro. Queremos que el Ministerio lo lleve a los ayuntamientos para que los alumnos vayan andando o en bicicleta al colegio. Es un programa europeo, pero en España vamos muy retrasados respecto a Europa.

Somos conscientes de que el Ministerio no tiene competencias, pero puede convocar a las comunidades autónomas para ver cómo se implementa el plan de sostenibilidad en los centros. La ministra también nos aseguró que comparten esta preocupación por el currículum ambiental y que incorporarían los contenidos ecosociales en los decretos cuando hagan los currículos.

¿Qué pueden aportar los colegios e institutos a este movimiento por el clima?

Queremos apoyar la huelga simbólica en los centros el próximo viernes haciendo parones o vistiendo de verde para reivindicar ante la sociedad que la emergencia climática está aquí y no podemos permanecer impasibles. Esta parte de apoyo también es muy importante para nosotros. ¿Cómo hacemos con los alumnos de diez años que empiezan a tener esta preocupación? Tenemos que apoyarlos. Estamos promoviendo también que los centros educativos hagan una declaración de emergencia climática con el objetivo de que tomemos medidas, no solo desde el punto de vista educativo sino también de gestión de los centros. Gestionemos de manera eficiente: el gasto de papel, de plástico, de materiales de un solo uso. Es una forma también de involucrar a las familias, a la comunidad cercana, y vamos haciendo un papel de difusión de una educación ambiental hacia fuera del centro.

En el caso de Residuos cero, no generar residuos, el éxito es brutal allí donde se está realizando. Los niños están volviendo a casa a concienciar a sus familias. Pero nos damos cuenta de que reciclar no es suficiente, hay que reducir. Todo esto hay que llevarlo a la práctica en los residuos que generamos, en el agua que gastamos o las luces que encendemos. Estamos concienciados ante un problema que es global y tenemos que dar una respuesta desde cada centro con una mirada global. Cientos de ellos se están uniendo a esta iniciativa de semana por el clima, se están apuntando a Residuos cero, en definitiva a poner en el centro de los colegios la agenda climática. Igual que hay otros problemas sociales a los que no somos ajenos, como la diversidad o la violencia machista, este también es un problema de calado, nos estamos jugando el futuro de nuestros hijos, hijas.
Algunos miembros de Teachers for Future se reunieron hace unos días con la ministra Isabel Celaá. Fotografía: Ministerio de Educación y FP

¿Le habéis hecho al Ministerio propuestas concretas o de un currículum?

Hemos hecho este año unas propuestas concretas llamadas 28.000 por el clima, con actividades todos los meses, pero no hemos hecho un currículum de educación ambiental. Hay colectivos que están en ello, por ejemplo, la Fuhem tiene muy avanzada una propuesta de currículo ecosocial. Nosotros no hemos llegado ahí, lo que hacemos más es aportar prácticas más que el desarrollo curricular. Pero en la propuesta de actividades para todo el curso sí que proponemos cosas. En el blog El Guiño Verde, de profesores, se pueden ver experiencias de educación ambiental. Por ejemplo, hemos hecho un hotel de insectos o cómo se trabaja una compostera. Hacemos más cosas desde la práctica. Tenemos otra actividad con un documental, Before the flood, que estamos poniendo en los centros educativos para alumnos a partir de 5º o 6º de Primaria, para verlo y después reflexionar. Para los más pequeños hay que hacer cosas más vivenciales. Estos documentales se pueden ver en casa, sí. Pero en la escuela está mediado, propones una reflexión y una acción posterior.

Un alumno de diez años, ¿entiende la complejidad del cambio climático?

Lo entiende. Están impactados por las imágenes de los osos polares famélicos, de los océanos llenos de plástico o por las imágenes de las inundaciones. En cuanto les das cuatro claves empiezan a interpretar. Empiezan enseguida a decir: “Aquí está habiendo un problema”. Les pedimos que le pregunten a sus abuelos cómo era la temperatura antes, cuándo nevaba en el pueblo o cómo son los veranos en Madrid y cómo eran. El concepto global abstracto es más difícil de entender, pero con diez años van construyendo una imagen mucho más amplia de un fenómeno global y algo más abstracto. Si hablamos de cambio climático alguien lo puede confundir con que haga más calor o que llueva, pero hablamos de otras cosas.

¿Cree que este movimiento va a tener recorrido o teméis que pueda ser una moda que se desinfle?

Creo que va a ir más porque responde a una necesidad social. Estamos ante un problema global y social. Greta Thunberg [la adolescente sueca que se ha convertido en el rostro de las protestas por el cambio climático] es un símbolo, pero hay muchos intereses para que se hable de Greta y no de lo que está ocurriendo. Creo que no es una moda, una moda es hablar de otras cosas. Cuando hablamos de una circunstancias que está afectando a nivel planetario no puede ser una moda. Nuestro reto es ser capaces de cambiar la sostenibilidad de la escuela desde la escuela y cambiar los contenidos relacionados con la sostenibilidad ambiental a nuestra práctica diaria. Una moda es estudiar robótica. ¿Por qué hay que estudiar robótica? ¿Vamos a ser todos programadores? Nosotros no hablamos de una asignatura, hablamos de cuestiones globales. Desde la escuela vamos a ayudar a que los políticos tomen medidas que no han tomado. Hablamos de lo mencionado: gestionar mejor los centros educativos, reducir residuos, que el vehículo privado no sea el elemento principal para llevar a los niños. Esto no es el punto de llegada, es el punto de partida. Lo que puede ser una moda es que haya discursos que se acerquen más o menos a las ideas climáticas. Lo que no es ninguna moda es que necesitamos que todas las personas entiendan que así no llegamos a ningún lado y tenemos que hacer algo.

¿Cuánta parte de responsabilidad tenemos los individuos en esto? En ciertos sectores hay escepticismo con la utilidad de estos movimientos porque la mayor parte de la contaminación la producen organizaciones como las grandes empresas o los ejércitos y no los individuos.

Nosotros decimos que cada decisión personal cuenta. Una merienda con un papel de plata menos hace mucho por el planeta. Si se hace en 28.000 centros… Si conseguimos que los ayuntamientos empiecen a creerse que a las escuelas se va andando… Cada gesto cuenta, y con nuestros gestos demandamos propuestas políticas. Aunque haya una huelga simbólica este viernes no se trata de la huelga en sí, pedimos medidas efectivas contra el cambio climático. Nosotros no podemos legislar sobre combustibles fósiles, claro, pero estamos llamando la atención sobre un problema. Como cada detalle cuenta, empezamos nosotros y, además, exigimos a los políticos y hacemos un llamamiento social para que haya cambios. La huelga mundial del viernes 27 la hacemos más de 300 organizaciones, no somos solo los profesores. Hace falta una respuesta individual y colectiva. Tengo la sensación de que en no mucho tiempo las empresas y cualquier organización van a tener que plantearse un plan de sostenibilidad, cómo reducir y cómo tener un menor impacto en el planeta.

Has mencionado que la educación ambiental desapareció del currículum tras la LOGSE. ¿Qué pasó?

La educación ambiental era uno de los ejes de la LOGSE. Era transversal y se desarrollaba, en teoría, diseminado por las distintas áreas. Tras la LOGSE se perdió. En los últimos años, también por la visión tan neoliberal de las leyes educativas, se ha buscado algo más pragmático. Vamos a los estándares de aprendizaje y lo que no se puede medir no existe. La educación ambiental tiene un componente de valores muy importante: de compromiso, de cuidado, de conocimiento… cosas que no son evaluables. Si haces una plantación de árboles con tus alumnos no se evalúa. Estas cosas no medibles no interesaban. La educación ambiental debe estar en todos los ámbitos de la sociedad, pero en la escuela los docentes debemos asumirlo. También le decimos a la ministra que para hacer educación ambiental necesitamos formarnos. El papel lo aguanta todo y si mañana sale una ley que dice que la educación ambiental es un eje básico del currículum, estaremos igual si no nos hemos formado. No pretendemos una asignatura específica, sino que en todas las etapas lo ambiental está presente, igual que no hay dudas de que todo el mundo tenga que saber inglés. Un alumno puede estar toda la vida en el sistema educativo sin tener ni idea del impacto sobre los recursos del planeta, de reciclar, etc. Y en un país sin recursos tan importante es saber inglés como tener nociones ambientales.

¿Os da miedo que si entra un gobierno con otras sensibilidades e intereses se caigan este interés del Ministerio?

Si de las urnas en noviembre sale un Gobierno que no tiene en la agenda el cambio climático nos da igual. Vamos a ir a hablar con ellos y decirles lo mismo que al Gobierno en funciones: esto no es un tema de moda y nos afecta a todos. Nosotros seguiremos reivindicando y haciendo cosas en la escuela. Si no tenemos el apoyo del Ministerio no va a ser nuestro problema. Será el Ministerio el que responda ante la sociedad del tipo de escuela que tenemos y de ciudadanos que estamos formando. Es imposible que en el SXXI, cuando anteayer se dijo en la cumbre de Nueva York que estamos en una situación crítica, el partido que sea diga que esto no está en la agenda. No es porque lo diga Teachers, lo dicen los científicos. Hay que actuar. Y nuestra manera de actuar es desde la educación. Lo dice la ONU: la educación es clave, para cambiar hábitos tenemos que educar.

Greta Thunberg ha recibido ciertas críticas, quizá no tanto ella personalmente como el hecho de que una adolescente de 16 años esté siendo el rostro visible de esta protesta. ¿Qué opinión te merece la situación? ¿Es adecuado que lo sea?

Que sea una adolescente la que pone cara y lidera un movimiento global indica que otras organizaciones y los políticos no están actuando correctamente. Que vengan adolescentes y nos digan a los mayores que les estamos negando el futuro nos tiene que hacer pensar. Si yo soy negacionista del cambio climático puedo buscar aristas y criticar que haya venido en un barco que ha pagado no sé quién. Son argumentos tangenciales para negar el problema mayor y no abordarlo. La realidad es que el cambio climático no es actual. Al Gore lo reivindicó de otra manera y el efecto fue ninguno. Los menores son conscientes de que esto va mal. Nos dicen que les robamos el futuro y que también tienen derecho a ello. Me parece vergonzoso que haya gente que hable de forma despectiva de Greta por ser Asperger o criticando que no esté yendo a clase. Estamos matando al mensajero, pero el problema está ahí. Y respetamos y apoyamos que alguien de fuera del estatus, una chica adolescente de Suecia, sea consciente de la problemática mundial y haga que la gente quiera moverse. Nos quejamos de que la juventud no se mueva, pues aquí están. Me gusta que alguien joven esté llevando la bandera del movimiento. Nosotros solo estamos recogiendo el guante.

Fuente e imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/09/26/el-movimiento-por-el-clima-no-es-una-moda-una-moda-es-estudiar-robotica-esto-es-una-necesidad-social/

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Argentina: Lo que falta para educación

América del Sur/Argentina/06-10-2019/Autor: Ricardo Braginski/ Fuente: www.clarin.com

Por: Ricardo Braginski

En los últimos 10 años casi nunca se llegó al 6% del PBI en educación, como establece la ley. Es una deuda con toda la comunidad educativa.

Esto es como si fuera un enorme container repleto de útiles escolares, pizarrones, dinero para sueldos docentes y para arreglar las escuelas, y otros tantos recursos educativos. Imaginemos que cada año llega al país un nuevo container, pero resulta que trae menos de lo que indica en los registros. Trae menos un año, trae menos el otro… Y así, lo mismo, durante diez años.

La figura hace referencia a las leyes nacionales que obligan al Estado a invertir el 6% de la suma del valor de todos los bienes y servicios que se producen cada 365 días en el país (el famoso PBI) en educación. Un reciente trabajo, realizado por el economista Agustín Claus, mostró que desde 2010 (año desde el que rige esto del 6%) prácticamente nunca se llegó a esa cifra.

Otro economista, Juan José Llach, hizo la cuenta y estimó que en estos 10 años lo que dejó de invertirse en educación fue el equivalente al 4,38% de un PBI. Visto de otro modo, la deuda que tiene el Estado con la comunidad educativa es tres cuartas partes de lo que corresponde a un año. Casi, casi, nos está faltando un container entero.

¿Cómo estaría la calidad educativa argentina hoy si esa “encomienda” hubiera llegado a destino? Difícil saberlo. Está visto, a partir de diferentes experiencias internacionales, que mayor inversión no necesariamente se refleja más adelante en mejores aprendizajes. Pero esa plata, por ley, es para los pibes, para los maestros, para las familias. Y sería bueno que alguien cuide que el destino de ese dinero sea respetado.

Flojos también con las metas

La ley de Financiamiento Educativo –la que estableció el 6% del PBI- ya tiene más de 10 años. Además de inversión hablaba de metas que debían cumplirse con ese dinero.

Desde llegar al 30% de alumnos primarios de escuelas públicas con jornada extendida, hasta la universalización de la secundaria, incorporación creciente de chicos de 3 y 4 al jardín – priorizando los sectores sociales más desfavorecidos-, mejorar la infraestructura de las escuelas y las condiciones laborales y salariales de los docentes.

Parece que no fue sólo en el financiamiento donde nos quedamos cortos.

Fuente: https://www.clarin.com/opinion/falta-educacion_0_cUCCdHRr.html

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Tecnología, economía y sociedad

Por: Alfons Barceló

En su versión primigenia el siguiente escrito fue redactado en catalán a demanda de Antoni Hernández-Fernández, para que sirviera como Presentación de una selección de textos de Mario Bunge relativos al asunto Filosofía y tecnología, textos que estaba acabando de traducir y pensaba publicar pocos meses más tarde.

De hecho, había ido perfilando este proyecto a lo largo del año 2018, con la vista puesta en que coincidiera la publicación de este libro con la pronta celebración del “cumpleaños feliz” dedicado al maestro Bunge, en su primer siglo de existencia terrenal (nació el 21 de septiembre de 1919).

El objetivo principal era sencillamente materializar este homenaje del Centenario con una aportación valiosa y duradera en catalán orientada a examinar uno de los pilares más sólidos del mundo moderno. O sea, una selección de ensayos en sintonía con los tiempos (por la temática) y de cosecha reciente y novedosa (en cuanto a terrenos explorados por nuestro autor en los últimos lustros). Pues bien, el coordinador del homenaje no sólo asumió la puesta a punto y edición de esta antología, sino que logró además el apoyo de entidades señeras de la cultura catalana en pro de este género de iniciativas. A saber, y en concreto, la Universitat Politècnica de Catalunya y el Institut d’Estudis Catalans (sobre todo a través de su filial, la Societat Catalana de Tecnologia). El final de la primera etapa de ese trayecto fue celebrado con la presentación oficial de dicho libro el 3 de octubre de 2019, en Barcelona, en la sede del Institut d’Estudis Catalans.

Un último detalle, intrascendente y tal vez innecesario. La presente versión en castellano de este Prólogo ha sido realizada por mí mismo, en formato de traducción libre, con leves retoques y sin complejos, dadas las metas y circunstancias, durante el mes de septiembre de 2019.

Alfons Barceló

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El hombre pensante

He aquí una obra que puede marcar un jalón en el modesto y complejo territorio de la cultura catalana. No le faltan merecimientos para cumplir tan ambicioso objetivo. En síntesis, tenemos aquí una recopilación de trabajos originales y luminosos de un autor gigantesco sobre una problemática notable: las gracias y desgracias de la tecnología. Un asunto de primera magnitud tanto para hoy como para nuestro futuro. Por supuesto, no hace falta hacer hincapié en que nuestra vida cotidiana está envuelta y condicionada por objetos y servicios buena parte de los cuales han sido producidos y distribuidos con el auxilio de una abundante tecnología. Tampoco es preciso subrayar que los artefactos que de ella han ido emanando se proyectan por doquier y experimentan una expansión inacabable en casi todos los dominios. El asunto, en suma, merece ser examinado con atención y desde diversos ángulos. Pues bien, de esos menesteres se ha venido ocupando de refilón Mario Bunge desde hace décadas, con mente despejada, mirada de aguilucho e inmenso cúmulo de conocimientos científicos.

Pero, ante todo, una escueta presentación de nuestro autor. Mario Bunge (Buenos Aires, 1919) ha sido uno de los filósofos más creativos y curiosos de nuestra época. Uno de los grandes pensadores contemporáneos, sin rival en lo que se refiere a laboriosidad y amplitud de los campos que ha ido roturando sin hacer mutis por el foro. No sólo por la inmensa temática abordada (más de un centenar de libros que son vivo testimonio de una ambición filosófica un tanto desmesurada, siempre dispuesto a examinar las ramas —viejas o nuevas— del árbol de las ciencias naturales y sociales), sino también por el carácter sistemático y riguroso de esta producción, que no deja herencias intelectuales sin revisar, ni tesis consagradas sin someter a juicio y escrutinio. Y por otra parte me atrevo a pronosticar que el legado intelectual de Bunge tiene futuro: no envejecerá en seguida, sino que continuará estimulando a librepensadores de todas las tendencias durante mucho tiempo. Conviene señalar, no obstante, que don Mario no goza de admiración unánime, sino que también es objeto de antipatía en ciertos medios donde no se ve con buenos ojos su talante crítico contra idealismos, subjetivismos e irracionalismos, ni su beligerancia de intelectual bien informado, moderadamente escéptico y radicalmente cientificista contra aquellos discursos trufados de ocurrencias poco fundadas o de oscuras logomaquias.

Procede advertir, por lo demás, que las aportaciones intelectuales de Bunge no tienen como destinatarios principales a expertos o especialistas en filosofía (sean profesores o simples graduados en esta materia). Sin caer en banalidades ni retóricas, lo cierto es que ha procurado exponer con rigor y claridad sus reflexiones metafísicas y críticas, con la intención de transmitir sus planteamientos filosóficos a las inmensas minorías, al mismo tiempo que sostenía valores éticos y solidarios, con humanismo y racionalidad. Como hecho un pelín anecdótico, pero bien significativo, conviene anotar que no sólo ha despotricado contra el lenguaje críptico y los planteamientos oscuros cuando no insondables, sino que siempre procuró echar un vistazo colateral a los problemas sociales de relieve, tanto materiales como éticos, ya fueran de carácter estratégico o cotidiano. Vale destacar, a ese respecto, que rondando los 90 años se aventuró en un viaje exploratorio por los andurriales de la “filosofía política” (con un libro de 600 páginas, de las que cuarenta estaban dedicadas a referencias bibliográficas), a la vez que tomaba partido y defendía como objetivo (ideal, pero no imposible) una democracia integral, sustentada sobre un régimen económico basado en un mar de cooperativas de producción y distribución de bienes y servicios, al tiempo que sostenía que la diana de dicho régimen debía centrarse en la satisfacción de las necesidades y deseos legítimos de las personas y de sus agentes o representantes.

El periplo ha sido largo. Tras doctorarse en Ciencias Fisicomatemáticas por la Universidad Nacional de La Plata, fue durante un tiempo profesor tanto de Física Teórica como de Filosofía. Luego, tras diversos avatares, y hasta su jubilación, fue catedrático de Lógica y Metafísica en la Universidad McGill en Montreal. O sea que, tras doctorarse en física (cuántica), orientó sus estudios hacia la exploración de la investigación científica en todas sus vertientes. Asumió y sostuvo, como grandes pilares y quintaesencia del método científico, la racionalidad, la objetividad y la sistematicidad. En general y en cualquier caso, defendió combinar la visión ideal que combinaba análisis con síntesis, todo adobado con buenas dosis de escepticismo moderado, dado que —como ha recordado a menudo— todo es falible y perfectible. Y, por añadidura, siempre estuvo dispuesto a subrayar que jamás se llega a un estadio genuinamente terminal, puesto que el conocimiento no tiene límites.

En resolución, merced al combinado de una inagotable curiosidad y una vida centenaria, Bunge se ha ocupado de estudiar los variados trayectos y los frutos de un gran abanico de exploraciones científicas de todo tipo, atendiendo no sólo a los resultados más o menos asentados, sino también a los procesos de la formación y consolidación de las diversas disciplinas, con sus logros y sus fracasos. Y, sobre todo ha subrayado el papel de diversos referentes, como el juego entre preguntas y problemas, la emergencia de hipótesis, la valoración de observaciones, el diseño de pruebas y experimentos, la exploración de los confines y campos vecinos, la busqueda de pruebas e indicios colaterales, todo ello y más formando la sustancia esencial de un método científico, sometido de continuo a revisión crítica y acompañado de una caja de herramientas auxiliares en expansión y revisión permanente. Esas exploraciones le han servido para hacer balance de las estrategias de la investigación científica y de la modificación (paulatina o veloz, según las etapas históricas) de las cosmovisiones dominantes. Llegó así a una síntesis exigente y a la vez abierta, en la que se aceptaban todas las pruebas e indicios razonables, así como la pluralidad de métodos y enfoques, aunque exigiendo respeto por aquellos irrenunciables principios constitutivos señalados más arriba, así como atención a las interacciones entre los diversos planos, enfoques e ideales (o de los grandes conglomerados reales o mentales: ciencias, técnicas, colectividades humanas, tradiciones culturales, sistema de valores).

A modo de resumen, he aquí los seis pilares que reconocía como basamento estructural de su largo periplo: *materialismo emergentista; *realismo científico; *rigor, exactitud, precisión; *sistemismo; *dinamicismo, historicismo; *humanismo. (Bunge, 2009, 33). Y un año más tarde (en Matter and Mind, pXI) sintetizaba así su opinión general sobre las principales áreas del gran territorio de la filosofía: “Creo que una filosofía sin ontología es una filosofia invertebrada; sin semántica es una filosofía confusa; sin gnoseología es acéfala; sin ética es sorda, paralítica sin filosofía social y obsoleta si no goza del respaldo de la ciencia; y no es filosofia en absoluto si carece de todo lo anterior” (Bunge, Materia y mente, p. 16).

En suma, y añadiendo unas pinceladas coloristas, podemos afirmar que Mario Bunge es un pensador original y un filósofo eminente de primera categoría; un intelectual revisionista modélico, si bien poco diplomático; un hombre sabio y humanista, aficionado a añadir algún toque de humor cuando se tercia; un ciudadano cosmopolita cooperador y solidario, a la vez que defensor de todas las causas que considera justas y cívicamente merecedoras de apoyo.

Un mundo en ebullición

La humanidad vive, hoy por hoy, en el planeta Tierra, y sobrevive, en última instancia, merced a la energía solar y al aprovechamiento de gran cantidad de recursos naturales sobre los que practica un dominio colosal. Pero en tiempos lejanos las cosas no habían funcionado así. Durante muchos siglos la gran mayoría de recursos se iban reponiendo de foma espontánea, y casi todos los residuos se reincorporaban al medio ambiente sin alterar de forma significativa los ciclos naturales. Sin embargo, primero con el dominio del fuego, después con las secuelas de la revolución neolítica, más tarde —en simbiosis con la revolución industrial— merced al uso desbocado de minerales energéticos, y finalmente con la generación creciente de desechos y residuos de todas clases, aquel panorama beatífico quedó sustancialmente modificado. En síntesis, la comunidad humana terrenal es hoy una pieza esencial de un único supersistema global que está alterando el ambiente secular del planeta, sin que asomen en el horizonte proyectos creíbles de corrección del rumbo, a pesar de las amenazas que tales cambios inducen sobre el buen andar de los ecosistemas globales y locales de la biosfera terrestre.

Verdad es que, a escala cósmica, el modo en que la humanidad se ha adueñado del planeta Tierra durante los últimos siglos (un lapso insignificante de acuerdo con las escalas temporales estándar de la geología) constituye una singularidad curiosa y seguramente con poco futuro (sobre todo en comparación con el exitazo de los 300 millones de años que duró la era de los trilobites). En cualquier caso lo cierto es que desde hace unas cuantas generaciones las diversas comunidades humanas —combinando variadísimas modalidades de cooperación y conflicto, y la subsiguiente emergencia de determinadas propiedades sistémicas bien complejas— han ido transformando y colonizando en beneficio particular (y por lo común de manera muy poco igualitaria) las áreas y regiones que iban ocupando, y sometiéndolas a los intereses de los mandamases o de las clases hegemónicas de cada formación social. Pues bien, cada vez resulta más obvio que no se puede continuar por esa ruta, y que pronto será ineludible tomar medidas a escala mundial. Esto es, las nuevas circunstancias ambientales harán patentes los límites de las fronteras políticas hoy dominantes, y se impondrá la necesidad de remozar a fondo la arquitectura política de la actual “economía mundo” (estructura que resulta hoy periclitada y claramente inviable), es decir, un supersistema federal con unas fronteras y soberanías reconocidas por la legalidad internacional, pero sometidas de hecho a importantes límites y servidumbres, “por el bien del imperio” (o de alguna de las unidades imperiales supervivientes, estén en fase de auge o de declive).

Bunge ha explicado muy bien (y repetido a menudo) que los sistemas sociales son cosas concretas y no entes de razón ni tipos ideales de carácter platónico. Por descontado, siempre conviene tener presente la máxima que afirma “La palabra ‘perro’ no muerde y el concepto de “perro” ni muerde ni come ni ladra”. En resumidas cuentas, una sociedad no es un mero conglomerado de individuos, como se ha sostenido desde un enfoque de individualismo metodológico doctrinario, sino una retícula de personas y artefactos, con nódulos, conexiones varias y un envoltorio natural. Es decir, un sistema estructurado que se reproduce con estabilidad y mutaciones y cambios y algún eventual colapso. Y resulta patente que esos sistemas no son ni entidades simples ni inmutables: a lo largo de sus trayectorias temporales van emanando de ellos propiedades emergentes, al tiempo que se suelen poder distinguir diferentes planos (o facetas o niveles), con algún grado de autonomía. No es ahora el momento de adentrarse en estos asuntos, pero nunca hay que olvidar que las estrellas pueden ser enormes, pero no pueden pensar ni amar. Sea como fuere, y en este sentido, parece oportuno hacer hincapié en que es aconsejable evitar los disparates ontológicos. Con ejemplos: la clase obrera no piensa, porque no tiene cerebro; el capitalismo no es malvado, porque no es un sujeto moral, los mercados no aprenden ni enseñan porque no tienen memoria ni inteligencia; la naturaleza no es sabia ni aborrece el vacío; ni la Tierra ni ningún planeta gozan de buena salud ni pueden estar enfermos. Por supuesto no siempre son torpes o estúpidas las metáforas de esta calaña. Cierto: a veces pueden ayudar a percibir problemas o sensibilizar sobre asuntos serios. Pero no son compañeros de viaje recomendables, con los que uno puede arrejuntarse sin adoptar ciertas cautelas.

En cualquier caso, y en sintonía con las reflexiones de Bunge, me parece una buena hipótesis de trabajo postular que todo sistema social se puede analizar considerando de entrada que está formado por cuatro subsistemas: biológico, económico, político y cultural. A eso hay que añadir, obviamente, que todo sistema tiene un entorno que lo envuelve y del cual obtiene recursos y sobre el cual excreta sus residuos y desechos. Cierto que hoy parece que se ha alcanzado un consenso prácticamente unánime respecto a que estamos a las puertas de una fase crítica de este colosal proceso de modificación del ambiente y los paisajes. Y al mismo tiempo conviene recordar que jamás la población humana había tenido a su alcance tanta cantidad de recursos y artefactos, a punto para planear un mejor entorno para las generaciones venideras. Pues bien, detrás de todo eso se halla agazapado un aspecto esencial, a saber, ¿cómo se rige la distribución de la renta nacional o producto social neto? El meollo de la cuestión estriba en conocer y comprender qué parte reciben los trabajadores (asalariados o no) del producto neto que van generando con sus manos y su cerebro (vía salarios, honorarios, donaciones, jubilaciones, prestaciones sociales, servicios educativos y sanitarios, bienes públicos, …) y quién se apropia del resto (y por qué vías). En definitiva, un asunto clave estriba en averiguar cómo se materializa y entre quiénes se reparte el excedente económico y social, año tras año.

Sociedades y tecnologías

En definitiva, si se quiere entender cómo funcionan las comunidades humanas, o sea, cuál es su estructura y cómo se orienta su trayectoria, hará falta estudiar las propiedades de sus componentes esenciales, esto es los determinantes físicos, biológicos y sociales que rigen las modalidades de interacción de los seres humanos entre sí, junto con la coevolución con el ambiente que les rodea. Sin duda, todo va cambiando y envejeciendo de manera que será obligado promover mecanismos que vayan remozando y reajustando las diversas piezas del sistema, salvo para aquellas que merecen ser rechazadas sin remilgos. Desde luego, resulta obvio que desde hace unas pocas generaciones las sociedades humanas más desarrolladas han ido modificando los entornos (propios y ajenos) en beneficio particular (sobre todo, en favor de los grupos o estratos sociales dominantes, conviene no olvidarlo).

Pues bien, opino que una buena manera de bosquejar el perfil básico de cualquier sistema económico consiste en imaginarlo como un cúmulo de procesos reproductivos interconectados que generan un excedente período tras período, evidentemente con diferentes grados de estabilidad y de cambios para cada proceso singular. Para acercarnos algo más al plano de la realidad observable: podemos distinguir varios bloques de elementos a considerar, a saber, un substrato de espacios y recursos naturales juntamente con un enorme abanico de artefactos (edificios, maquinaria, fuentes energéticas) que coadyuvan a la manipulación, transporte y transformación de objetos de trabajo, todo ello sometido a la actividad de colectivos de trabajadores que operan con estos artefactos y con los objetos de trabajo a fin de conseguir objetos útiles, bien sean como productos finales o bienes intermediarios de todas clases. Así pues, de forma sintética, todo ciclo económico estándar combina recursos naturales, medios de producción y fuerza de trabajo.

Desde luego es evidente que la revolución industrial y sus secuelas no han asegurado el pan y la paz para todos, pero también resulta patente que se han producido sensacionales mejoras en el confort y en el nivel de vida material de amplios sectores de las poblaciones humanas (e incluso para buen número de sus animalitos de compañía). Asimismo cabe reconocer que las cosas tampoco han ido del todo mal en lo que se refiere a las coexistencia de las aspiraciones democráticas y autonómicas de las personas civilizadas. Bien es verdad que para condensar en un balance global todas las partidas habría que considerar también un gran número de situaciones obscenas (como la marginación y sojuzgamiento de las mujeres, indigencia de millones de personas, vulneración de derechos humanos esenciales) hasta aspectos colaterales extremadamente perversos, como el imperialismo, las guerras y el terrorismo de estado, la explotación, la opresión, el desperdicio de recursos materiales y de fuerza de trabjo, la degeneración de muchos sistemas judiciales, el auge del parasitismo y el engaño (desde la hipocresía y la falsedad en la política, hasta los fraudes económicos descomunales o la publicidad engañosa), así como la erosión de buenos valores ancestrales como la confianza, la lealtad y la solidaridad.

Un futuro extraño y confuso

Con todo y con eso no cabe duda que nuestra especie jamás había gozado de tal abundancia de recursos y artefactos con vistas a programar un medio mejor para las nuevas generaciones. Pero la tarea no se presenta nada fácil. Por diversos motivos. En primer lugar, por la falta de consenso político en los principales niveles de intervención: tanto en el plano estatal (debido a las rivalidades y conflictos interclasistas), como en el plano del concierto de las naciones. Y aquí, tanto si el campo de confrontación y de eventuales acuerdos fuese la ONU (que es más bien una confederación de Estados con pesos políticos indefendibles en términos racionales), como si se plantea sobre la base de bloques regionales de carácter específico y singular (por ejemplo: geopolítico, económico, militar, ideológico). El corolario es que tenemos un “concierto” con demasiada improvisación, poco debate riguroso y muchos intereses más bien repelentes (de cariz burocrático, o muy miopes, o sesgados en favor de los Estados imperiales, de las clases privilegiadas o de de los grandes grupos de presión económicos, culturales o militares).

En fin de cuenta, pues, muchas naciones desafinan, mientras que otras ejercen un protagonismo en consonancia con la ley del más fuerte, o amparados en reglamentos hechos a su medida y todavía vigentes, a pesar de estar caducados en términos racionales. Por otro lado hay que hacer hincapié en que las fórmulas para enfrentarse a los retos sistémicos graves pueden ser de muy difícil diseño y articulación, a la vez que pueden resultar aparcadas a medio camino, o quedar muy lejos de las soluciones óptimas (las cuales a menudo son difíciles de detectar o quizás sólo resultan bien visibles a posteriori). Pero no es mala cosa proponer una lista indicativa de algunos retos sistémicos enormes, como el cambio climático, la contaminación, la pobreza, las migraciones, la salud básica, los conflictos armados, la escolarización elemental para todos, las redes de protección contras grandes desastres (naturales o no), la protección de los derechos humanos consagrados o la justicia universal contra la macrocorrupción y los crímenes de lesa humanidad.

En definitiva, sin embargo, no parece muy complicado ponerse de acuerdo, al menos en términos especulativos, sobre determinados objetivos estratégicos fundamentales, como los indicados sintéticamente como “paz y bien”, “felicidad”, “bienestar y buena vida”, “prosperidad sostenible” o ideas similares. El maestro Bunge desarrolló todo un tratado de ética en el que adoptaba como núcleo fundamental o pilar básico el principio “Goza de la vida y ayuda a vivir a los demás”. En un plano más tradicional y clásico se puede subrayar que si bien conservan su validez y atractivo los grandes lemas de la revolución francesa (Libertad, Igualdad, Fraternidad), convendría añadir al menos algunas referencias más “modernas” como la eficiencia y la sostenibilidad ambiental.

Economía y tecnología

De todos modos conviene desconfiar un tanto de las recetas demasiado ambiciosas. A mí me place sobremanera la máxima “Más ciencia y más democracia”, como principio estratégico de validez presuntamente universal. Pero reconozco que es muy dudosa su capacidad movilizadora, dado que en mi opinión tiene escaso gancho como consigna adecuada para enardecer a multitudes.

Sin pretender acertar, me atrevería a sugerir descender a un terreno más a ras de suelo. Quizá bajando de las alturas podríamos ir a parar a dos campos de cultivo esenciales y no tan etéreos: por ejemplo, economía y/o tecnologia. Desde luego, al hablar de “economía” me refiero a una disciplina ideal con buena fundamentación conceptual y empírica, capaz de exhibir algunos resultados positivos (como tendencias y leyes verificadas), a la vez que atenta a los problemas ecológicos y antropológicos de las personas en sociedad, a los aspectos institucionales y a los sistemas de valores de cada una de las diversas comunidades que han existido a lo largo de la historia.

Conviene puntualizar, no obstante, que este proyecto de una economía inclusiva (o de una economía política actualizada) no sólo está hoy por hoy en mantillas, sino que en realidad está lejos de lo que todavía se enseña en los primeros cursos de la gran mayoría de facultades de economía. En efecto la enseñanza estándar de los “principios de economía” constituye una mezcolanza pasteurizada de ciencia, tecnologia e ideología individualista y librecambista. Más grave aún es que casi no interactúa con las disciplinas vecinas (psicología, antropología, sociología, historia económica y social, tecnología, ecología, politología), a la vez que maneja categorías deficientes o poco exploradas o tratadas escolásticamente (por ejemplo, valor económico, utilidad, mercado, inversión, capital, beneficios, producción, cambio técnico, crecimiento, consumo, expectativas, probabilidades, son conceptos que se caracterizan, en general, de forma difusa, cuando no se definen o manejan falaciosamente). Aprovecho la ocasión para denunciar asimismo la pseudoexactitud de la mayoría de las variables económicas que se presentan en sociedad. A menudo se da por sobreentendido que se trata de “mediciones” refinadas y hasta se emperifollan con cifras de 3 y más digitos aparentemente significativos, cuando en realidad se trata de datos recogidos y cocinados a partir de observaciones poco fiables y sobre la base de medidas e indicadores más bien imaginativos, cuando no ilusorios.

Algún lector ingenuo puede sospechar que exagero. Seguramente hay una pizca de retórica en este escueto memorial de críticas: cierto que no para todas las quejas citadas se pueden aducir indicios y pruebas resolutivas. Pero al menos insistiré en dos casos bien claros y contundentes, aceptados por representantes de todas las escuelas o corrientes de opinión académicamente respetables. Así, por ejemplo, aunque está demostrado que el concepto de “capital agregado” (como magnitud objetiva de carácter técnico) es inválido, continúa infestando los manuales de teoría económica y los trabajos de econometria. De manera parecida, muchos profesionales y políticos se refieren al PIB o a la renta nacional de un país, como si se tratara de conceptos bien perfilados y dando a entender que la cuantificación de estas magnitudes se lleva a cabo por medio de mediciones rigurosas y fiables. Pues bien, habida cuenta de que no se computa de manera seria la destrucción del “patrimonio natural” (en especial, la extraccción de carbón, petróleo, uranio, conjuntamente con la irreversibilidad de muchos de los procesos en los que intervienen estas materias primas), resulta que las cifras referentes al crecimiento económico del siglo XX de cualquier país están considerablemente hinchadas (y sin posible remedio, puesto que parece que no existe ni existirá ninguna forma impecable de calcular el valor de los recursos energéticos destruidos irreversiblemente, mediante su uso y abuso en sectores como los transportes colosales de todo género de mercancías, los desplazamientos masivos de turistas por todos los confines del planeta o los consumos desbocados de las industrias petroquímicas y eléctricas).

No es ahora el momento de explorar esta situación ni de insistir sobre estas cuestiones. Solamente, para uso privado de los tecnólogos más inocentes, recomendaré que no se fíen de las estadísticas sobre “crecimiento” o “productividad”, sobre todo cuando no se expresan de forma desagregada y en términos físicos claramente controlables. Nótese que en algunos casos sumar peras y manzanas tiene sentido (por ejemplo, cuando se planea el menú semanal de una familia numerosa o para el gerente de una cantina de fábrica, sobre todo si el precio de los dos productos es similar), pero no he sido capaz de imaginar ninguna situación en la que sea legítimo sumar melones y cerezas, por muy caras que sean las cerezas en un momento dado (¡Ojo! Para una empresa de transporte puede ser perfectamente razonable sumar quilos de melones y quilos de cerezas, cuando se trata de hacer una factura referida al transporte por vía aérea de ambos productos).

Echemos ahora un vistazo al segundo tema, la tecnología. Digamos ante todo que para muchos el término “tecnología” sirve de comodín detrás del que se cobijan un conglomerado variopinto de adelantos científicos, técnicos y organizativos, sobre todo si uno quiere sortear ciertas dificultades y complejidades analíticas. Hasta cierto punto se trata de una simplificación válida, pero tiene costes ocultos: distorsiona y escamotea ciertos rasgos que pueden ser importantes, a veces esenciales. Así que vamos a apuntar brevemente algunas observaciones.

Empecemos por unas consideraciones básicas. En primer lugar tenemos la naturaleza como fuente primigenia de todos los recursos y sumidero de todos los residuos. Sobre esta naturaleza se proyectan las técnicas artesanales y/o las tecnologías científicas de cada época (materializados en utensilios de todas clases y en la transmisión de habilidades y conocimientos, ya sea por aprendizaje familiar, instrucción formal o estudio de los manuales de uso). Ciertamente, detras de las tecnologías actuales hay una enorme acumulación (y acoplamiento) de resultados obtenidos por variadas ciencias y técnicas a lo largo de trayectorias dilatadas. No hace falta resaltar que la expansión de esos conocimientos prácticos ha sido enorme y en general acumulativo; por otra parte, no parece aventurado afirmar que en el horizonte inmediato de sucesos plausibles no se adivinan señales de inevitable agotamiento, aunque puedan darse (temporal o localmente) desviaciones, frenazos o incluso retrocesos. Pero los frutos del árbol de la ciencia son demasiado apetecibles para que sean menospreciados por pueblos hartos de pasar hambre o de padecer frustraciones por mor de necesidades insatisfechas (o de apetencias imperiosas).

Pero hay que estar al tanto. Son enormes en estos dominios la variedad y la complejidad de objetos implicados. Por ejemplo, humildes inventos como la fregona con su palo y su cubo adaptado, o la maleta con ruedas, son sensacionales tanto desde el punto de vista del bienestar humano (una notable mejora del confort de muchísima gente) como de los rendimientos económicos de ambas innovaciones, a pesar de que sea ridículo su contenido científico o tecnológico. También es cierto que frente a la vieja contraposición tópica entre “teoría “ y “práctica”, la balanza se decanta hoy en día claramente por la teoría. Ahora bien, es indiscutible que, cada vez más, detrás de las tecnologías hay mucho conocimiento científico. Con todo y con eso, más que dar prioridad absoluta a uno de los dos polos o contraponerlos, lo que conviene es promover la cooperación, la interacción y hasta el control mutuo en todas las vertientes en las que parezca conveniente u oportuno.

En síntesis, el campo científico està colonizado por una red de disciplinas en expansión (con diferentes grados de robustez analítica y de proyección práctica), en general bien consolidadas e interconectadas. Cuando se acoplan y armonizan adquieren, en su conjunto, una sensacional potencia capaz de abordar y resolver muchísimos problemas (y tambien con una capacidad destructiva que da pavor). Sin embargo, nunca hay que olvidar que hay límites y, por consiguiente, que no todo es posible. Por ejemplo, no pueden alcanzarse (a medio plazo) tasas de crecimiento o de beneficio que superen las tasas de reproducción neta de los seres vivos sobre los que se sustenta directa o indirectamente la vida humana. Tampoco pueden dejarse fuera del escenario los límites ocasionados por la destrucción desenfrenada de los bienes no reproducibles (sobre todo los energéticos), ni por la acumulación desbocada de residuos y desperdicios.

En resumen, y en fin de cuenta, para entender nuestra realidad y actuar con eficacia con vistas a lograr un mundo más justo, solidario y perdurable, es preciso mejorar y expandir una ingeniería social, técnica y económica que tenga muy en cuenta esas características, así como los límites ecológicos básicos y las propiedades esenciales de la naturaleza humana.

Y, antes de concluir, quisiera indicar —sólo indicar— un aspecto asociado a todo lo que acabamos de exponer. En concreto deseo curarme en salud subrayando la importancia de las cosmovisiones y los sistemas de valores que cada sociedad sostiene y va revisando a su aire. Y la verdad es que ignoramos muchísimos aspectos de los procesos de constitución, consolidación y derrumbe (o enaltecimiento, cuando alguna llega a disfrazarse de concepto científico acotado y bien consolidado, o convertida en dogma sostenido por un poder político autocrático) de las creencias e ideologías en boga. Si se me permite la confidencia, anotaré que para mí es un misterio la vitalidad de ciertas supersticiones y de muchos dislates intelecuales (desde humildes crencias erróneas sobre aspectos de la vida cotidiana hasta los sistemas filosóficos disparatados, pasando por las imposturas intelectuales de académicos oportunistas [Cf. Shermer, 2008; Sokal i Bricmont, 1997]).

A modo de colofón irreverente

No querría concluir sin poner en solfa algunas tesis que podrían poner en peligro aquellas buenas intenciones que se proponen a la brava, pero que no suelen ir acompañadas de una buena cosecha de emoticones de carácter materialista vulgar. La excusa es muy simple: una excesiva carga de ingenuidad bonachona puede desembocar en la inoperancia y el ridículo. Me limitaré a recoger un par de anécdotas de cosecha propia, pescadas en entornos cercanos y en tiempos recientes. El primer ejemplo se refiere a un libro de texto que se supone que ha pasado la tira de controles previos, por parte de agentes literarios serios y responsables, dotados de sentido común y de capacidades pedagógicas y didácticas. Pues bien, he aquí el hallazgo, detectado a principios del año 2017, en el manual escolar de Llengua (editorial Teide, 2014) destinado a alumnos de 5 curso de Primaria. El tema 15 de este libro (el último tema, tal vez para celebrar la apoteosis de la asignatura y remachar el clavo de su importancia social y cultural) está íntegramente dedicado al Horóscopo, al conocimiento de estos símbolos y a exponer consideraciones sobre los límites de las predicciones que en ellos se pretenden cimentar. Sin duda se trata de un asunto tan apasionante como conocer la lista de los reyes godos, escudriñar la política matrimonial de los Reyes Católicos o memorizar el nombre de las comarcas de Cataluña.

Pero conviene ser ecuánimes y mostrar que estos pozos negros se pueden encontrar en muchos sitios: no son exclusivos de una determinada etapa escolar o nivel educativo. Unos años antes (principios de 2012) ya me había asombrado e indignado (y protestado por escrito) a causa del aval y apoyo que la Universidad de Barcelona daba por las buenas al Chi Kung y a la Medicina tradicional china, en una comunicación oficial de su Comissionat per a la Societat i l’Envelliment. Me pareció escandaloso y vergonzoso que mi Universidad cayera en la tentación de ser neutral ante las pseudociencias y las pseudotécnicas. Estimulado por el dislate, se me ocurrió sugerir que quizá se podría analizar en términos de coste / beneficio si era apropiado organizar algún máster de “Prácticas de exorcismo” o algún taller sobre “Teoría y práctica de la lluvia artificial” (cotejando, por ejemplo, la eficacia de las rogativas al santo patrón de la comarca frente a la práctica de las danzas rituales precolombinas). Algún optimista podría puntualizar que recientemente las universidades y el gobierno han empezado a tomar medidas para corregir perversiones de esta índole. Esperemos que continúen avanzando por el buen camino y que todos podamos verlo, vivirlo y celebrarlo.

De momento, sin embargo, vale más ser un tanto desconfiados. Al fin y al cabo, conviene no olvidar que el diario de mayor circulación en Cataluña adoctrina día tras día a los románticos un pelín ingenuos con una atractiva columna de refinados vaticinios astrológicos. Y con cierta frecuencia ofrece para lectores más instruidos, o algo más exigentes, artículos de opinión o entrevistas en las que se explanan tesis y ocurrencias con aroma New Age y/o en buena sintonía con las modas postmodernas. A veces los asuntos a los que aludimos pueden ser más bien concretos y singulares, como las “medicinas alternativas”, o más bien de carácter generalista y global, como serían las “cosmovisiones” (ya se hallen en proceso de construcción, como la “cienciologia”, o bien en proceso de refundación a base de materiales de derribo procedentes de arcanas doctrinas orientales prestas a ser recicladas a bajo costo). En todo caso, como indicio probatorio y botón de muestra, sugiero la lectura del artículo “Homeopatía acosada” (La Vanguardia, 30.11.2018, pág. 25, sección Opinión), en el que la socióloga y escritora Eulàlia Solé se lamenta de que los poderes públicos estén montando un “implacable combate contra este tipo de medicina”, siendo el caso que —según recoge y suscribe la autora— “una cuarta parte de los españoles confían en la homeopatía, y la utilizan porque han constatado su eficacia”.

Verdad es, por lo demás, que no desentonan estas posiciones “vanguardistas” de las de otros notables diarios celtibéricos, como El País. Así, por ejemplo, en el suplemento “Ideas” correspondiente al domingo 16 de diciembre de 2018, en un artículo titulado “El aislado títere de Puigdemont” (Sección: “Séptimo día”; Apartado: “La cara de la noticia”), se pueden leer esas inspiradas reflexiones sobre datos arcanos y de relevante trascendencia tanto para proceder al examen de ingenios como para el avance de la psicología científica:

Impresionan las coincidencias entre Torra y Puigdemont, hasta el extremo de que nacieron el mismo año (1962) y casi el mismo día. Torra el 28 de diciembre, y Puigdemont, el 29. Ambos son Capricornio. Y responden al estereotipo zodiacal: determinantes, pacientes, leales, pero también autocráticos, suspicaces y vanidosos” (pág. 12).

Barcelona, diciembre de 2018

Referencias bibliográficas

Bunge, Mario (2009): Filosofía política. Solidaridad, cooperación y Democracia Integral. Barcelona, Gedisa.

Bunge, Mario (2010): Matter and Mind. A Philosophical Inquiry. Springer (Boston Studies in the Philosophy of Science, vol 287).

Bunge, Mario (2010): Las pseudociencias ¡vaya timo! Pamplona, Laetoli.

Sauvy, Alfred (1986): La máquina y el paro. Empleo y progreso técnico. Madrid, Espasa Calpe.

Shermer, Michael (2008): Por qué creemos en cosas raras. Pseudociencia, superstición y otras confusiones de nuestro tiempo. Barcelona, Alba.

Sokal, Alan & Bricmont, Jean (1997): Impostures intellectuelles. Paris, Odile Jacob.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=261071

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Una educación para rehacer nuestro mundo

Por: Juan Alberto Sánchez Marín

Carta Maior, el prestigioso portal de izquierda brasileño, me invitó a compartir una reflexión sobre interrogantes relacionados con la educación en América Latina . Se trata del proyecto Sua voz na conjuntura que en su primera edición trató sobre la defensa de la educación pú blica. Atendí el llamado y compartí algunas ideas generales sobre el tema pensando en las dif í ciles circunstancias que afronta Brasil en la actualidad y con el respeto que me inspira la patria natal de Paulo Freire , sin duda, el más relevante pedagogo contemporáneo. De esa fuente proviene este texto.

 

En la transformación de la educación ganarán también, y aún más quizás, quienes ahora la obstaculizan con vehemencia.  

¿Qué sociedad se desea construir para enfrentar los graves desequilibrios locales y globales del siglo XXI?  La sociedad deseable no es la imposible de la utopias renacentistas, pero está lejos de serlo la tangible de nuestra época, menos aún cualquiera de sus múltiples ficciones. La necesaria, a mi parecer, es aquella capaz de diferenciar los hechos de su simulacro, la interacción de la dependencia, el proceso de lo contingente, el auxilio del saqueo o la justicia de los caprichosos marcos legales. Mejor dicho, como en una prueba de escuela, la que esté capacitada para distinguir lo verdadero de lo falso, aunque le cueste el saldo en el banco o la vida. La sociedad a la altura de sus miembros marginados y desamparados, antes que solazada en la bajeza de las élites.

Hace falta una sociedad en condiciones de interpretar el mundo alrededor, en sus cualidades y sentidos, gritos y silencios, nexos e implicaciones, desde una perspectiva ética e integral, preparada para verse en el espejo de sus acciones, con la entereza suficiente para reconocerse en las armonías, pero también en su profunda inestabilidad.

Una sociedad que yace distante, y que a la vez está a la mano, porque la nación del futuro no es otra que la constituida y construida ahora mismo, día a día, con fortuna y errores, satisfacciones y desagrados. Lo mal hecho en este momento se pagará caro mañana, mas lo dejado de hacer costará el doble.

Hace dos o tres mil años, o varios siglos hacia acá, los pueblos se daban el lujo de proyectarse al porvenir en sus sagas y descendencias, y confines y territorios. Los mitos fundacionales eran perceptibles. El futuro, casi medible; los hados lo volvían destino y en no pocas oportunidades lo hacían cierto. O eso se figuraban los antepasados.

Cuando no era así, el mundo se llenaba de señales, códigos subrepticios, representaciones poéticas, claves alegóricas, milagros. Hoy en día, en cambio, lo venidero es débil y volátil, y las predicciones no cruzan el cierre de una bolsa o los trinos perturbadores de algún infeliz con ascendencia.

Cómo desciframos la sociedad que no cesa de hacerse y deshacerse ante nuestros ojos, de cuál modo aprehendemos cada una de sus entidades y relaciones. Cuestión esencial. Los ciudadanos que saben interpretarse en posibilidades, responsabilidades y derechos; en sus estructuras y nexos, intereses e interesados; autenticidades e invenciones, certidumbres y manipulaciones, son los cimientos de esa sociedad imprescindible. En otras palabras, los que saben dónde están, lo que hacen y para qué (mejor aún, para quién).

Una capacidad interpretativa que, entre otras cosas, es criterio, expresión y comunicación, participación, organización. Factores, desde luego, demasiado riesgosos para el establecimiento. De ahí que a la educación se la mantenga bajo el estricto control del poder con mecanismos nunca cuestionados y nombres instituidos, que estimamos favorables e, inclusive, liberadores.

Pareciera que no se advierte el grande daño que sus exclusivos límites conllevan: caudal de conocimientos (indigestión mental), conjunto de reglas y comportamiento (sumisión), urbanidad y buenas maneras (capitulación), experiencia acumulada (manías), desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o del joven por medio de preceptos, ejercicios, ejemplos (¡una verdadera broma!).

Nada tan alejado del concepto de educación como las cuatro significaciones que le asienta el diccionario de la RAE como una cachetada en los carrillos. Anacrónicas, utilitarias, definen con turbadora exactitud lo que no es ni debe ser. Un compendio de rudimentos que, justamente, altera cualquiera de los sentidos que sí debe tener: franca y emancipadora, indomable y punzante, conmovedora y sugerente, particular y colectiva, bidireccional y transversal. Sobran los calificativos.

Y el poder no es un gobierno, a lo sumo, ejecutor; por lo general, no más que mandadero. La fuerza que mueve los hilos está detrás de las fachadas democráticas de sainete, a buen recaudo dentro de los bastiones económicos y financieros del progreso. Pero se trasluce nítido en modas pedagógicas que se cumplen porque son la directriz, metodologías gastadas encajonadas en palabras relucientes, e innovaciones que resguardan las orientaciones.

La educación funge como el abastecedor de siervos debidamente adoctrinados del sistema. Un planteamiento que no por viejo pierde su aire de fehaciente. Las ciudades inteligentes (Smart cities) continúan educando al Emilio (Rousseau, 1762) de hace dos siglos y medio, que apenas si accedía a la modernidad. De ese Emilio del cual procede un axioma eludido por el mundo en que vivimos: “Se debe adaptar al hombre la educación del hombre y no a lo que no es él”. Menos aún, digo yo, a lo que unos cuantos ambiciosos necesitan que él sea. En todo caso, fatal ese olvido de poquito parentesco con la amnesia.

La educación no es más que otro instrumento de dominio, al igual que las farsas y los señuelos sistémicos que nos hacen pensar que somos algo: la alcahuetería política, canjeando porvenires por zanahorias; la simulación mediática, persuadiéndonos de la realidad que no habitamos; los terrores sociales de las agendas gubernamentales, abriéndole paso a las legislaciones coactivas y otras represiones, o las potentes redes y los sistemas de información, gracias a los cuales las máquinas se conectan y los teclistas de teléfono o computadora que somos nos enfrentamos y disociamos.

La sociedad que hay que construir tiene que estar enterada, cuando menos, de la clase de mundo que habita. Saber bien la dimensión de las fragilidades locales y globales que la menoscaban a diario y entorpecen su genuino desarrollo; tener claros los vínculos envilecidos que priman en la interacción del presente, y filtrar los engaños que la desbordan.

-¿Qué tipo de proyecto de desarrollo –y de Estado- es necesario para alcanzarla?  

Este sosiego insoportable, esta calma fastidiosa, son posibles por la ignorancia en la que las sociedades se hayan sumidas. Resulta inconcebible la tranquilidad cuando se comprende lo que ocurre a lo largo y ancho del planeta y se discierne la razón de los horrores acometidos en su nombre. La inconsciencia social, junto a la apatía, son tan oportunas para las oligarquías como la paz de los sepulcros que ellas mismas imponen.

El individuo se entera de algo y no sabe qué pasa. Una multitud cree saber lo que acontece y despliega su odio cerril contra el inocente y lo distinto, lejos de las verdaderas causas del desbarajuste. La manipulación hace lo suyo, por supuesto, pero menos en la acción episódica o a modo de operación particular, y sí más como algo intrínseco metido adentro al pisar la escuela inicial o atender el primer sonsonete mediático.

No llegamos a ser los pobres de espíritu a los que se refiere el Sermón de la Montaña de Jesús de Nazaret (Mt 5, 1;7). No reconocemos siquiera las tremendas flaquezas propias, ni tenemos la bienaventuranza ni será nuestro el reino de los cielos. La pobreza espiritual de nuestras sociedades no se constituye por la percepción de los límites, sino que se alza del oscurantismo dominante. Y la educación cercena más quizás que las demás piezas mohosas de la castración.

El que estudia hasta el empacho más desdeña y desecha; el docto termina siendo otro pobre cretino. Abunda la ignorancia consentida, claro está, la barbarie por conveniencia, que se busca y cultiva porque con ella se cree lograr cierta aquiescencia moral o conseguir alguna clase de amnistía ética. Nada más errátil. Proliferan, de otra parte, los ignorantes infiltrados, resbaladizos, traidores; quienes convencen al iletrado (deslustrado) de su erudición y tino. O sociedades enteras, que sabiendo cuánto mienten sus dirigentes y cuán criminales son, siempre están dispuestas a avalarlos con el voto.

Por ejemplo, en Colombia, país en el cual la derecha y la ultraderecha eligen y reeligen a un líder como Alvaro Uribe Vélez o a su escogido, con plena consciencia de las ataduras delincuenciales de su estructura política. O en España, a cuya población José María Aznar le mintió de frente con sus fidedignos informes de que Sadam Hussein contaba con armas de destrucción masiva. Nunca hallaron tales armas en Iraq. “No sólo no las había, sino que siempre se supo que no las había. (…) Pese a todo, a los votantes del PP no les pareció motivo suficiente para cambiar su elección” ( Fernández Liria, 2007). No les importaron entonces ni habrían de importarles después los dos millones cuatrocientos mil muertos (Davies, 2010), y que un país hubiera sido destruido por completo.

En el mismo Brasil, digamos, casi cincuenta y ocho millones de personas votaron por Jair Bolsonaro en la segunda vuelta, quien en la campaña dejó patente el talante homófobo, misógino y racista. Algo añadió clarísimo: “Hay que expurgar a Paulo Freire”. Y esa afluencia de pueblo que votó por Bolsonaro no votó contra Freire (o Lula da Silva o Dilma Rousseff), sino contra la educación popular que la tuvo en cuenta. Es decir, la emprendió en contra de sí misma. Los electores lo sabían y lo votaron, y el excapitán retribuye del modo que la genética le manda: con la militarización escolar.

O en los propios Estados Unidos, cuyos políticos se ufanan tanto del sistema que todavía creen que inventaron y al que sólo le prendieron las arandelas que los ingleses no alcanzaron a incluirle, y que no deja de ser una más de las tóxicas democracias occidentales, donde 65 853 516 de personas votaron por la señora Clinton a sabiendas de las crueldades de que fue capaz y 62 984 825 votaron por el señor Trump teniendo claridad acerca de las que no tardaría en perpetrar. Donde, además, otra vez y gracias a esas tretas anexas, la cifra inferior de votantes resultó superior a la más elevada. Y he ahí a Trump gobernando.

En todos estos casos, así como en muchos otros, una ignorancia comprometida y egoísta que tampoco exculpa a una sociedad, o a una parte considerable de ella.

Unos desequilibrios que son factibles y no dejan de crecer porque quienes forjan las estructuras políticas, económicas y sociales lo han hecho a su manera y conveniencia a lo largo de los años. O de los siglos, porque se trata de una práctica que viene de la remota antigüedad.

Pero en los sustentos de la opresión están, también, las potencialidades para la liberación. Habremos de hallarlas en los mecanismos de la participación, ahora establecidos para todo lo contrario; en la educación, la gran utilitaria del sistema, y, desde los albores del siglo XIX, la guarda principal y cínica del statu quo; en los medios dominantes, actualmente, con la irremplazable función de acomodar los acontecimientos a la narrativa dispuesta. Y así.

Los entornos de autonomía son incómodos para el poder, que advierte en ellos los escenarios más desafiantes. Por eso, los planes de las instituciones educativas permanecen bajo rigurosa inspección. Por lo mismo, son promulgadas leyes que socavan la educación pública.

Los presupuestos de las instituciones educativas públicas son reducidos; a las universidades se las conduce a la ruina para facilitar su privatización o, lo que es igual, se involucra a la empresa privada en la adecuación de los currículos, es decir, se efectúa una modernización educativa que lleva de cabeza a los tiempos de la Revolución Industrial, cuando el sistema educativo le manufacturaba obreros a la fábrica.

No se conquistará una sociedad distinta mediante esquemas supeditados a finalidades particulares, de clase social o sectoriales. Mucho menos, partiendo de la actual situación de carencia de soberanía, ausencia de fines comunes y perspectivas humanas (humanitarias y humanistas).

La naturaleza del plan educativo corresponde a un cálculo económico y político. El currículo no es la concreción de determinada cultura ni el sitio excepcional donde confluyen nociones epistemológicas con saberes ancestrales, el barniz sociológico con los vuelos de la praxis, la conjetura antropológica con las fisonomías específicas del educador y el educando. No puede suceder de otro modo toda vez que la intencionalidad del sistema educativo, corrompida en el fondo, no luce diferente en la forma.

El estado que apunte a encarar los desequilibrios, no queda otra, deberá comenzar por confrontar su armazón y el propio carácter. El primer paso no es saber quienes son los ciudadanos, lo que sin duda es útil para la coacción y las cargas impositivas, sino allanar el camino para que los propios ciudadanos se conozcan a sí mismos: que sepan dónde habitan y de dónde vienen, por qué están como están, para qué son buenos. Fértiles sembradíos de la educación.

Y donde comienza la entereza de un pueblo. Sólo los ciudadanos que tienen idea de dónde están parados le otorgan la cualidad de digna a una sociedad. La conversión que se plantee en términos distintos, o la propuesta bajo los estados hostiles que imperan hoy en día, ha de ser fraudulenta y han de ser endebles, si no aleves, los objetivos.

-¿Qué es lo que se espera de la Universidad en esta travesía?  

Ya es hora de que las universidades en nuestras sociedades no sean los centros de moldeo de sujetos fragmentados y portadores del virus del conocimiento por segmentos. Mientras la universidad siga siendo un centro de la instrucción, ese eufemismo que abarca la exhumación lenta y pertinaz de la sabiduría, será difícil la conquista de condiciones de vida distintas. Y la concreción de otro mundo difícilmente será posible.

El impacto de una renovación educativa trascendente se tomará su tiempo, seguramente, y puede ser un proceso de años. Pero la modificación de un currículo y de un pénsum, los primeros pasos, sería algo breve, inmediato, si existiera la voluntad política para hacerlo. Algo elemental que no hay ni habrá en sociedades regidas por las lógicas perversas y utilitarias del capital.

En la universidad, la escuela, el colegio, yacen los soportes de la transformación auténtica. El centro educativo tendrá que ser un centro de cuestionamientos; en esa articulación, la universidad no puede ser otra cosa que el generador mayor de pensamiento crítico, que no es solamente el desmonte o la digestión de una realidad, sino, ante todo, la puerta abierta para la proposición y la construcción sociales.

La potencia y vigencia de datos, retentivas e hipótesis jamás está en las letras muertas que los consignan o formulan, sino en la capacidad que tengamos para desglosar sus sentidos y verlos moverse a través de la ventana. La sociedad requiere de seres suspicaces, esquivos frente a lo que oyen y ven, y recelosos a profundidad del conocimiento enlatado, de las estupendas ideas empacadas al vacío y de los artificios de manual para triunfar. No hay tales.

La duda es una herramienta útil para ser arte y parte de la realidad que tenemos por nuestra, en unas ocasiones, escurridiza, en otras, efectista. En esos reparos angustiantes puede radicar el secreto para que no seamos simples recitadores de sus bocadillos teatrales. En la universidad se construyen los interrogantes, y, cuanto antes, se desarman las geniales respuestas alcanzadas.

-¿Cómo deben actuar los intelectuales y las fuerzas democráticas en la construcción de este reordenamiento?  

El papel de los intelectuales y de las fuerzas democráticas, en ese reordenamiento, tiene mucho que ver con proyectar los énfasis debidos y fomentar la reflexión en torno al único asidero efectivo que tiene lo trascendental en la tierra: lo cotidiano. Cada quien desde su perspectiva, ámbitos y competencias.

Ahí yacen las claves, las metafóricas, las alegóricas o las simbólicas, las que se quieran y a la vista, como La carta robada (Allan Poe, 1844), en “un tarjetero de cartón con filigrana de baratija, colgado por una cinta azul sucia de una anilla…” El quid para entender mejor lo que somos y lograr el inequívoco compromiso con lo que hacemos.

La actitud del intelectual no es conformidad porque sí ni discrepancia porque no. Más bien le corresponde la disputa sin tregua contra las iniquidades; resistencia contra las injusticias y rabia con la sinrazón del día a día.

De su expresión deberían despuntar las alarmas, los desasosiegos, la desesperanza y la esperanza en una sola frase. La conmoción de los intelectuales debería ser el lastre a cuestas de las sociedades, y, en especial, de la academia. Pero escasas veces es así.

Muchos intelectuales, escritores, pensadores, cuentan con gran capacidad de convocatoria, y sus reflexiones podrían avivar aquel impulso sin el cual es inviable cualquier transformación auténtica: la motivación. Y en este mundo de inseguridades, exclusión, fascismo, racismo, supremacías y todos los desajustes concebibles, las transformaciones sociales son cada vez más ineludibles y urgentes, comenzando por la cultural.

Pareciera que la integración es propugnada y alabada en innumerables textos por escritores recluidos e incomunicados. No es tan tarde como para no darnos cuenta que se están yendo las horas y los años.

La pugna por la transformación de la educación, sea como sea, como determinante para el futuro que le espera al ser humano, no dejará de ser una batalla de aquella categoría definida con acierto por Flaubert (1911): “Siempre sangrienta” y siempre con dos vencedores, “el que ganó y el que perdió”. Porque en esa consecución ganarán también, y aún más quizás, quienes ahora la obstaculizan con vehemencia.

Bibliografía

Davies, Nicolas J.S . (2010). Blood on our Hands: the American Invasion and Destruction of Iraq . 440 págs. Nimble Books LLC .

Fernández Liria, Carlos; Fernández Liria, Pedro y Zahonero, Luis Alegre. (2007). Educación para la Ciudadanía. Apple Books.

Flaubert, Gustave. (1911). “Diccionario de los lugares comunes”. (2019). Titivillus . Apple Books.

Poe, Edgar Allan. (1844). Cuentos completos. (2016). Penguin Clásicos. Apple Books.

Rousseau, Jean-Jacques. (1762). Emilio o De la educación. (2017). Edu Robsy: Menorca.

AA. VV. (2012). Sagrada Biblia. “Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mt 5, 3). Biblioteca Autores Cristianos : Madrid.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=261037&titular=una-educaci%F3n-para-rehacer-nuestro-mundo-

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México: IPN anuncia colaboración con universidades del Reino Unido

América del Norte/México/04-10-2019/Autor y Fuente: www.jornada.com.mx

El Instituto Politécnico Nacional (IPN) fortalece la enseñanza del idioma inglés con universidades británicas.

En colaboración con las instituciones de educación superior inglesas Queen Mary University of London, University of Leeds y Durham University, así como de Compromiso Social Citibanamex, el IPN, Instituto será sede del programa “Jóvenes de Excelencia”, mediante el cual estudiantes sobresalientes tendrán la oportunidad de cursar contenidos avanzados del idioma inglés con un enfoque académico especializado, que fortalecerá su proyecto de posgrado en México o en el extranjero, señalo la secretaria General del IPN, María Guadalupe Vargas Jacobo.

Esta vinculación interinstitucional se inserta en el modelo educativo de la Nueva Escuela Mexicana, impulsado por el Secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán, en donde el reto es que el alumno logre su máximo aprendizaje, se mejore la calidad de la enseñanza y la educación se integre a los cambios tecnológicos y a toda a la demanda que viene del mundo global.

Durante la ceremonia inaugural en la sala de ex rectores en Zacatenco, en representación del Director General, Mario Alberto Rodríguez Casas, Vargas Jacobo resaltó que el Politécnico se complace en ser una de las dos sedes, junto con la Universidad Autónoma de Chihuahua, para la realización de este curso con duración de 8 semanas, que será impartido a cerca de 200 becarios del IPN y de otras instituciones del país, como la Universidad Politécnica del Valle de México, la Universidad Pedagógica de Sinaloa y la Universidad Tecnológica de Culiacán.

Ante Colin Bailey, presidente de Queen Mary University of London, y Andrés Albo Márquez, director de Compromiso Social Citibanamex, explicó que los estudiantes que aprueben el curso y cumplan con los requisitos académicos para ingresar a cualquiera de estas tres universidades del Reino Unido contarán con la carta de aceptación, primer peldaño para acceder a los estudios de posgrado.

“Jóvenes de Excelencia” recibe financiamiento, mediante becas a los estudiantes, de Compromiso Social Citibanamex y los estudios de posgrado son apoyados por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

“Reconozco la gran visión de las instituciones de educación superior inglesas participantes, son ustedes un ejemplo de globalidad educativa, acciones como estas no sólo trascienden fronteras, también integran a comunidades multiculturales a un solo bloque que produce y difunde el conocimiento con alcance universal”, afirmó.

Asimismo, la Secretaria General agradeció a Compromiso Social Citibanamex por la gran inversión que realizan en el ámbito educativo, especialmente, en este programa, que generará altos rendimientos tanto en el mediano plazo, al contribuir a la movilidad social de los jóvenes beneficiados; como en el largo plazo, al fortalecer a la educación como una palanca del desarrollo nacional.

“Quienes aspiramos a acercarnos al conocimiento y a participar en la generación de nuevo conocimiento, no sólo debemos conocer y dominar nuestra lengua, debemos también conectarnos con el mundo a través de otras, recordemos que el inglés es el idioma de la ciencia”, aseguró.

Guadalupe Vargas hizo un reconocimiento a los estudiantes seleccionados, quienes tendrán una oportunidad extraordinaria ganada con su esfuerzo, “los invito a aprovechar los recursos lingüísticos, pedagógicos y humanos que se ponen a su disposición para fortalecer su futuro académico”.

Agregó que para el IPN es importante responder a las demandas del mercado laboral, por ello se ha trazado un mapa de ruta denominado Agenda Estratégica de Transformación, cuyo eje central es la Educación 4.0, para brindar una formación integral a los estudiantes, así como la vinculación con otras organizaciones académicas, sociales y productivas.

“El lazo que hoy establecemos con the Queen Mary University of London, the University of Leeds y the Durham University y Compromiso Social Citibanamex, es un importante nodo en esta gran red, de relaciones institucionales del Politécnico, que tejemos en beneficio de la comunidad politécnica”.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/ultimas/sociedad/2019/10/03/ipn-anuncia-colaboracion-con-universidades-del-reino-unido-9327.html

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