Luis Hernández Navarro: periodismo para transformar conciencias

Texto: Kau Sirenio

Foto: Programa contracorriente de Rompeviento Tv

 

La trayectoria de Luis Hernández Navarro es también la historia de las luchas democráticas del país. Por su pluma se han narrado los movimientos magisteriales, obreros, campesinos e indígenas que han buscado la transformación de México. Hoy, el periodista recibe el premio Carlos Montemayor, un reconocimiento para un hombre que ha contado y acompañado las luchas por la justicia, la democracia y la dignidad.

CIUDAD DE MÉXICO. – Sentado ante la imagen de Ricardo Flores Magón del Colegio de San Ildefonso, como un niño regañado, Luis Hernández Navarro suelta a bocajarro: “Espero que el maestro Magón no me de un zape”.

Luis Hernández está presentando su nuevo libro La pintura en la pared: Una ventana a las escuelas normales y a los normalistas rurales, un trabajo de memoria que recupera las imágenes y símbolos de lucha del magisterio democrático.

Este tipo de trabajos son los que han caracterizado a Luis Hernández Navarro durante su trayectoria como periodista. Su compromiso con la memoria y las luchas sociales que buscan transformar el país.

Por eso, Luis Hernández ahora también recibe el premio nacional Carlos Montemayor, un reconocimiento a personas que han aportado a la lucha democrática de México.

Sin duda, Luis Hrnández es merecedor de este galardón, pues es uno de los intelectuales que más arraigo tiene con las organizaciones sociales y sindicales en el país. Sus artículos de opinión en La Jornada dan prueba de ello. En ellos, se centra en contrastar el discurso oficial, hablando del magisterio, los sindicatos y las luchas indígenas.

En entrevista con Pie de Página, el director de la sección de opinión de La Jornada ahonda en torno al premio Carlos Montemayor, así como su relación con los movimientos sociales, sindicales, magisteriales y estudiantiles.

«Este premio es un honor y una responsabilidad»

–¿Qué significa para usted recibir este premio?

–Es un honor y una responsabilidad. Carlos Montemayor fue un gran intelectual, un hombre que siempre buscó contrastar el discurso de poder con la realidad de los movimientos populares, dedicó buena parte de su vida a visibilizar la lucha de sus compañeros que participaron en el Asalto a Cuartel Madera, porque la prensa los atacaba como si fueran forajidos delincuentes. Eso cimbró a Carlos. Es realmente un honor y una responsabilidad para dar continuidad con las actividades qué el realizó.

Sin soltar la conversación, Hernández Navarro discurre habla sobre su trayectoria y el inicio de su carrera como periodista. Un camino que va desde los movimientos sociales y su relación con cada uno de ellos, hasta el periodismo deportivo.

“Mi labor de periodista comenzó en una revista deportiva, ahí trabajaba como reportero de nota de color, y una de mis primeras entrevistas fue con La Cobra Muñante, cuando le acababan de romper la nariz” recuerda Hernández Navarro.

Pero después de su paso por las canchas, Navarro llega a su trabajo con los movimientos sociales. Recuerda su labor como asesor de los movimientos obreros.

“Como asesor sindical escribía artículos para un periódico que se llamaba Trabajadores en Lucha, esas vertientes de colaborar con la prensa alternativa, independiente, crítica y ganarme la vida en medios comerciales me hizo comprometerme más con la lucha social”.

 

Luis Hernández Navarro

La pluma y la militancia

Su relación con las organizaciones políticas fue generacional, dice Luis Hernández. Primero, recuerda su paso por el movimiento del 68. En ese entonces Luis Hernández tan sólo tenía 13 años.

“Otra vivencia que me llevó a tener mayor compromiso social en mi generación fue mi participación directamente el movimiento 68. Yo tenía 13 años. Ese eco del 68 me llevó con mucho otros compañeros de generación a comprometerme con las luchas sociales, primero en el movimiento obrero en el Valle de México, en la zona de Ecatepec, con los trabajares de muebles”.

Posteriormente, Hernández Navarro llega al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Ahí, inicia su militancia sindical, en la base, y después como secretario general del sindicato. Esta posición le permitió participar en la fundación de la Coordinadora Nacional de Trabajares de la Educación (CNTE). Desde ese momento empezó a acompañar a maestros en sus compromisos con las luchas sindicales y campesinas.

Pero la actividad política de Luis Hernández no sólo fue con la Coordinadora, por ejemplo, también trabajó con organizaciones cafetaleras. Estando en el movimiento campesino Luis vivió de primera mano el surgimiento del movimiento de los 500 años, y después el zapatismo.

“Estaba acostumbrado a trabajar con los compañeros de pueblos originarios en su carácter de productores, pero hubo una transformación tremenda de conciencias, en esos procesos estuve pendiente hasta que entré a trabajar de tiempo completo en La Jornada, esto me permitió ejercer periodismo crítico, ético y ganarme la vida misma”.

Contar el magisterio

Si alguien quiere conocer la historia de las normales rurales en México, sin duda Luis Hernández Navarro es una fuente imprescindible. Su relación con el normalismo rural empezó por dos vías distintas. Luis cuenta:

“Muchos de los principales dirigentes de la CNTE de aquellos años eran egresados de normales rurales, algunos recién egresados y otros ya tenían más tiempo. Después de la plática con ellos supe de las normales rurales”.

Desde esa cercanía, Luis Hernández comenzó a sistematizar las experiencia de la Coordinadora.

“Ahí me di cuenta en la importancia de las normales rurales, así que empiezo a tener cercanía con una de ellas. Por ejemplo, cuando sale el libro sobre el magisterio en la época moderna que se llama Cero en Conducta y lo presentamos en varias normales rurales, una de ella es Ayotzinapa” dice.
Pero su trabajo no se queda ahí, sino que que empieza con el dialogo permanente.

“Una compañera investigadora, Tanalís Padilla, que trabajó un libro que está por aparecer en español, extraordinario sobre las normales rurales, ese dialogo de ida y vuelta que enriquece mucho sobre el normalismo rural” señala.

Un momento clave que retrata el compromiso que tiene Luis Hernández con los normalistas sucede con el asesinato de Jorge Alexis Herrera Pino y Gabriel Echeverría de Jesús en la Autopista del Sol, el 12 de de diciembre de 2011.

“El asesinato me impactó mucho, estuvimos cerca de ese proceso que por cierto hasta ahora no hay justicia. Luego viene el 26 de septiembre de 2014. Me avisaron los maestros de Iguala, yo estaba en el periódico, era muy confuso, hasta que nuestro compañero corresponsal en Guerrero, Sergio Ocampo Arista nos dio una idea más acabado de lo que estaba sucediendo”.

La charla sigue su cuso, y las anécdotas de Luis Hernández son innumerables. Desde su pluma se han narrado los movimientos magisteriales, obreros, campesinos e indígenas que han buscado la transformación de México. Su legado y aportación a la historia del país es basto, y seguirá escribiéndose.

“A la prensa escrita le dieron 15 años de vida, pero mira: aquí estamos” concluye Hernández Navarro.

Fuente de la información:  https://piedepagina.mx

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La cabeza en la arena

Por: Carolina Vásquez Araya

Cuando una persona decide no enterarse de las cosas que suceden a su alrededor, es como si éstas no existieran. Y las sociedades, a veces, actúan como las personas, por eso el periodismo es una de las profesiones más polémicas en cualquier sociedad: Porque tiene la vocación de descubrir secretos, de divulgar equivocaciones, de enfatizar precisamente en aquellos temas que algunos prefieren rehuir. El periodismo es un recurso poderoso para romper las barreras que limitan la libertad del ser humano, pero como todo instrumento de poder, puede también ser capaz de actuar en contra de esa libertad.

En todas las épocas de la historia han existido los temas prohibidos; así también, los encargados de realizar la función de informar se han visto involucrados en el juego tradicional de intereses encontrados. Para entender lo inevitable del proceso, es necesario remitirse a la estructura básica de la sociedad, que divide a sus integrantes en pequeños grupos de poder y grandes grupos subordinados.

Un esquema simplista de esta situación nos hace concluir en que para controlar a una comunidad basta con dosificar la información y manipularla a conveniencia de los grupos dirigentes, ya que es precisamente en ella donde reside la clave del máximo poder. Este solo hecho determina que cualquier tema crítico o capaz de provocar tensión social debe ser controlado como parte del juego social y político por constituir un vehículo idóneo para acallar la conciencia de unos y adormecer la rebeldía de los otros.

La evolución de los medios de comunicación, sin embargo, ha hecho que cada día sea más difícil tanto ocultar la información como ignorarla. Pero simultáneamente se ha propiciado la creación de focos de interés alternativos para distraer a la sociedad. Esto ha incidido en el desarrollo acelerado de los recursos tecnológicos apropiados para concentrar el poder en círculos cada vez más pequeños y gracias a este acto de prestidigitación, la sociedad se ha vuelto progresivamente más y más individualista y menos involucrada con los problemas que la afectan.

De esta forma, mientras el público cree que recibe lo que considera un universo abierto a todas las corrientes de pensamiento y provisto de todos los medios para obtener la información, por otro lado se encuentra sujeto a la manipulación que ejercen sobre ese mismo pensamiento pequeños grupos capaces de controlar los sofisticados mecanismos del manejo de opinión.

 Lo más terrorífico de este panorama es la forma en que se va condicionando la importancia de los temas según la conveniencia de algunos sectores; asuntos que revisten la mayor gravedad para el futuro de una sociedad, como el feminicidio, la discriminación por sexo o la falta de conocimiento sobre salud reproductiva que afecta a niñas, adolescentes y mujeres adultas, carecen de un tratamiento serio como resultado de políticas equivocadas de información. La responsabilidad de este silencio no apunta a la debilidad de comunidades temerosas e ignorantes; el peso de la falta, realmente, recae sobre sus líderes.

Cifras espeluznantes impresas en documentos de circulación oficial pero restringida, delinean un panorama medieval de muerte y desolación. Las consecuencias de la falta de información y la montaña de prejuicios que amenaza la vida de millones de seres humanos hacen de ese silencio un acto tan criminal como aquel que pretende ocultar la realidad de millares de niñas y adolescentes quienes, debido al abandono, se convierten en víctimas propiciatorias de un patriarcado cargado de violencia, prejuicios e ignorancia.

No se puede ignorar que nuestro actual comportamiento pasivo tendrá un impacto directo sobre una situación que tarde o temprano acabará afectándonos a todos. La solución de la mayor parte de los grandes males de la sociedad está ligada a un proceso educativo que propicie la apertura de canales de comunicación para acabar con la ignorancia y dejar de enterrar la cabeza en la arena para no saber. Es precisamente el universo mediático el responsable de romper la barrera de la intransigencia y el miedo que se han impuesto, cual consigna general, en amplias regiones del mundo; y a partir de ahí, cumplir con el papel informativo/educativo que le corresponde por naturaleza.

Para acabar con el hambre y el subdesarrollo es preciso acabar con la ignorancia.

Fuente de la información:  www.carolinavasquezaraya.com

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