100 años de la SEP: ¿mucho que celebrar, poco que aplaudir?

Por: Abelardo Carro Nava

«En los últimos 10 años han transitado por la SEP, poco más de 10 Secretarios de Educación; ello es un fiel reflejo de la escasa importancia que se le da a la educación en nuestro país…»

Como bien sabemos, el 25 de julio de 1921 el presidente Álvaro Obregón, decretó la creación de la Secretaría de Educación Pública (SEP), medida que fue aprobada días más tarde por la Cámara de Diputados. De esta forma, el 3 de octubre de ese mismo año, se publicó la creación de esta Dependencia en el Diario Oficial de la Federación (DOF). Y bueno, para el 12 de octubre, José Vasconcelos asumió el cargo como Secretario de Educación Pública, siendo el primero en tomar las riendas de esta importante y trascendental institución educativa en la vida de los mexicanos. La historia, así lo demuestra.

Cien años han pasado desde su creación y, desde luego, hay motivos suficientes para celebrar este hecho, sin embargo, no está por demás, propiciar una serie de reflexiones en torno a los distintos eventos que han marcado la historia de esta Dependencia. Por principio de cuentas, deseo plantear dos afirmaciones y/o provocaciones que me parecen harto pertinentes pues, la comprensión de esos acontecimientos, no se logra sin analizar la época y circunstancias políticas, sociales, económicas y culturales que caracterizaron ciertos periodos de tiempo: a) la historia de la educación en México, ha estado enmarcada por grandes desigualdades y por inequidades que han evidenciado los intereses políticos (estatales, nacionales e internacionales) que han propiciado la “imitación” de diversas figuras, modelos o políticas que han sido, muchas de ellas, fallidas en nuestro territorio; b) la SEP ha sido maniatada por los gobiernos de todos los colores y sabores quienes, anteponiendo sus propios intereses o los del partido político que los llevó al poder, se olvidaron de un interés supremo: el del estado mexicano. Me explico.

Un ejercicio que, en algunas ocasiones he llegado a implementar en el aula, con mis alumnos, dependiendo del tema y asignatura que hemos trabajado en algún momento del ciclo escolar, ha sido la construcción de una línea del tiempo para conocer y comprender los distintos proyectos educativos nacionales que se han puesto en marcha en nuestro país, a partir de 1921, para garantizar el derecho a la educación del pueblo mexicano, derecho que, como bien sabemos, está plasmado en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Hemos observado con detenimiento esa línea, y hemos identificado diversos proyectos educativos nacionales: el de la educación nacionalista (1921-1924), el de la educación rural e indígena (1924-1942), la educación socialista (1934-1942), la educación técnica (1915-1993), el de la unidad nacional (1942-1970), la descentralización educativa (1970-1995), las reformas educativas de la década de los 90 (1990-2000), el compromiso social por la calidad de la educación (2000-2006), la alianza por la calidad de la educación (2006-2012), la reforma educativa (2012-2018), la otra reforma educativa (2019-    ). Línea del tiempo que, como podrá deducirse, refleja con mucha claridad el tránsito de las distintas visiones que han permeado el Sistema Educativo Mexicano y, por las cuales, se han implementado diversas políticas cuyo tratamiento analítico nos llevaría muchas cuartillas pues, cada una de ellas, contendría información valiosa que aportaría elementos para un diálogo en cada uno de los salones de clase.

Desde mi perspectiva, considero que hay dos periodos importantes que marcan un parteaguas en la historia educativa de nuestro país y cuyos resultados están a la vista de todos: el que acompaña la creación de la SEP hasta la década de los 90, y el comienza a partir de esta década hasta nuestros días; este último, evidencia el declive y desastre educativo que los gobiernos, desde la era modernizadora salinista hasta nuestros tiempos, han generado en razón de esa cosa extraña que algunos llaman “calidad educativa”, ¿qué es lo que se ha implementado en nombre de esa calidad educativa?

Ahora bien, si a esa misma línea de tiempo le colocamos los distintos Secretarios que han dirigido los destinos de la educación en México, encontraríamos diversos nombres, desde José Vasconcelos, José Manuel Puig, Moisés Sáenz, Narciso Bassols, Jaime Torres Bodet, Luis Sánchez Pontón, Fernando Solana, hasta un Manuel Bertlett, Emilio Chuayffet, Aurelio Nuño, Otto Granados, Esteban Moctezuma y, hoy día, la profesora Delfina Gómez. Desde luego que, como hemos observado, hay diferencias importantes en cuanto a su trayectoria académica, profesional o política, un hecho que es indiscutible porque, con esos referentes, entenderíamos algunas de las acciones, traducidas en obras, que nos llevarían a celebrar los cien años de fundación de esta institución educativa mexicana, pero, también, a ser lo suficientemente objetivos para mirar, desde una perspectiva crítica, los desaciertos que se han cometido. Y no es para menos, reitero, la SEP ha sido maniatada por los gobiernos en turno en las últimas décadas.

Algunos de los motivos que nos llevarían celebrar su creación son: las misiones culturales, la creación de cientos de bibliotecas como complemento a la escuela, las escuelas normales, la disminución del analfabetismo a través de intensas campañas, el establecimiento del Consejo Nacional de Fomento Educativo, los libros de texto gratuitos, el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos la cobertura educativa nacional, la educación obligatoria, entre otros. Pero, por otra parte, algunos que no más no acaban de entenderse, porque su concepción misma no corresponde del todo a la realidad mexicana, son los que se desprenden de la implementación de ciertos modelos o políticas cuyo origen se halla en la globalización y en ciertos organismos internacionales que han dado al traste en el quehacer cotidiano que se vive en cada uno de las escuelas y salones de clase.

Aciertos y desaciertos que hoy día nos permiten comprender los enormes retos que se tienen en materia educativa en nuestro país.

Hace unos días, en un foro que organizó grupo Milenio denominado 100 de la SEP, con la periodista Alma Paola Wong (https://www.youtube.com/watch?v=SwMonVXbHAM), dialogamos sobre este tipo de cuestiones. Me pareció interesante que, en dicho foro, se contara con la presencia de la actual Secretaria de Educación. Ojalá, tal y como lo planteé en este espacio, esta funcionaria se diera la oportunidad de escuchar al magisterio mexicano. No basta con reconocer que, en nuestros días, nuestro sistema educativo pasa por enormes retos derivado de los problemas que le aquejan desde hace años. Se agradece, desde luego, dicho reconocimiento. No obstante, considero se tiene que transitar del discurso a los hechos, por ejemplo, para nadie es desconocido que, en educación básica, los profesores siguen realizando su quehacer docente con base en el plan de estudios 2011 y 2017, ¿por qué no se ha concretado eso que algunos llaman Nueva Escuela Mexicana?, ¿por qué, después de tres años de gobierno autodenominado de la cuarta transformación, aun no se cuenta con un plan de estudios?, ¿por qué, después de tres años de este gobierno, aun no se cuenta con un proyecto educativo nacional que delineé las acciones a implementar en el Sistema Educativo?

En los últimos 10 años han transitado por la SEP, poco más de 10 Secretarios de Educación; ello es un fiel reflejo de la escasa importancia que se le da a la educación en nuestro país; en los últimos 20 o 30 años, se han atendido las políticas internacionales que proponen la solución de los problemas educativos nacionales a través de la calidad educativa y, debo decirlo, no más no se ha avanzado porque, dichos problemas, siguen latentes, hoy más que nunca.

Sí, celebró la creación de la SEP; en absoluto aplaudo lo que ciertos funcionarios y gobiernos han cometido en nombre de la tan renombrada calidad educativa.

¿Pensamos entonces en el diseño e implementación de un proyecto educativo nacional transexenal que beneficie a todos los mexicanos?

Al tiempo.

Fuente de la información: https://profelandia.com

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Otro regreso a clases presenciales fallido…

Por: Abelardo Carro Nava

La realidad es que nuestro país vive momentos inciertos con toma de decisiones poco afortunadas…

Convocar a elecciones presidenciales o intermedias, no es lo mismo que convocar a un regreso a clases presenciales en las escuelas, y esto, supongo, ya lo tienen claro en la presidencia de México.

No basta un deseo, sano, como lo es, para lograr el segundo propósito. Se requiere, además de una narrativa triunfalista, poner en marcha una serie de acciones educativas y de salud que permitan garantizar un retorno seguro a las escuelas, pues la vida misma es la que está en juego. Un asunto nada menor y sí de mucha importancia para los seres humanos, en este caso, para los mexicanos.

¿Educarse presencialmente o cuidar la salud y continuar los estudios a distancia? Se ha vuelto el cuestionamiento que permea en la sociedad mexicana en estos días, sobre todo, por el incremento de contagios por Covid-19 que le han dado forma a lo que los especialistas han denominado la “tercera ola”, misma que podría alcanzar su pico más alto en los próximos días, pero también, por la insistencia desmesurada, con tintes de necedad, de un presidente que ha afirmado que las escuelas se abrirán así “llueva, truene o relampaguee” pero sin que exista un plan debidamente actualizado para esta acción y, mucho menos, los recursos materiales y financieros para ello.

Es cierto, nuestro país, es de los pocos que han mantenido cerradas los centros escolares desde marzo de 2020, pero también es cierto, que no se han tomado las medidas necesarias para aminorar los efectos, en diversos rubros, que ha generado la pandemia. ¿Se ha vacunado al magisterio? Es correcto; de hecho, muchos de los países que han retornado a las aulas así lo han realizado dado el papel fundamental de éste en el proceso educativo. Una medida, sin duda, sensata como ya se ha dicho reiteradamente. ¿Por qué entonces no se ha regresado completamente a la escuela retomando esa presencialidad tan anhelada por propios y extraños?, ¿qué es lo que ha pasado en otros países para que este propósito deje de ser un anhelo?

Las respuestas a tales interrogantes encuentran sentido si analizamos las diversas problemáticas que enfrenta el Sistema Educativo Mexicano. Veamos.

Diferentes países europeos retomaron sus actividades escolares de manera presencial con algunas de estas acciones: a) establecimiento de protocolos estrictos con aulas ventiladas en las escuelas y la distancia requerida entre profesores, estudiantes y padres de familia; b) aplicación de un modelo híbrido; c) retorno escalonado por niveles educativos comenzando por el superior y, el básico o elemental, al final; d) aplicación de pruebas Covid-19 a los alumnos antes de regresar a la presencialidad, pero también, cuando ya estuvieran en ésta; e) alta capacidad de las autoridades educativas y sanitarias para atender y controlar brotes por contagio (protocolo de respuesta); f) plan educativo a distancia.

Reino Unido, en marzo de este año, programó el regreso a las escuelas implementando un plan de pruebas rápidas que permitieran detectar y aislar casos asintomáticos para evitar cerrar los centros escolares, además de dotar a estudiantes de kits para que ellos mismos pudieran hacerse dicha prueba en casa (Milenio, 2021). España, que ha sido catalogado por la OCDE, como uno de los países que más días ha mantenido las puertas abiertas de los colegios, estableció protocolos de prevención estrictos que incluían el uso de mascarillas desde los seis años, la distancia interpersonal y el confinamiento preventivo de la clase entera cuando se detectara un caso positivo en un grupo burbuja; esto, además de contar con un clima benigno que permitiera la ventilación (ventanas abiertas), así como un elevado consenso en torno a la enseñanza presencial (Zafra, 2021). Por su parte, Francia, abrió los planteles escolares con un estricto protocolo sanitario que previa la clausura inmediata de un aula cuando se detectara un caso positivo, también, alternaba las clases presenciales y a distancia, además de que el gobierno distribuyó millones de autopruebas nasales en las escuelas para que los estudiantes pudieran hacerse una prueba Covid-19 una vez por semana (El Financiero, 2021).

¿Qué pasó en algunos países de América Latina?

Chile, estableció en febrero de este año, que la presencialidad no era obligatoria pues la virtualidad seguiría jugando un papel importante, además de haber vacunado a los maestros. En Argentina, se vacunó a los profesores, se hizo obligatorio el uso de la mascarilla para niños desde los 5 años, toma de temperatura, horario de ingreso escalonado, distancia física y pausas para renovar el aire en las escuelas, también consideró que cada provincia iniciaría las clases según la modalidad más adecuada. En Colombia, se comenzó con un regreso gradual y voluntario con un modelo alternado entre la presencialidad y la virtualidad, con horarios escalonados, aforos máximos y medidas sanitarias (Bas, 2021).

Como hemos visto, en todo este proceso denominado “regreso a clases presenciales”, de alguna forma han permeado las recomendaciones que organismos internacionales han propuesto para tal efecto, no obstante, no debe perderse de vista que las condiciones económicas, políticas, sociales y culturales han marcado la pauta en dicho regreso.

Apertura de los planteles que, como es sabido, también ha sufrido alteraciones y cierres por la rápida propagación del virus a causa de las variantes que han surgido en el mundo entero. Algunas de estas instituciones educativas, como parece obvio, volvieron a cerrar sus puertas por este motivo y, otras, las volvieron a abrir después de que los casos confirmados recibieron la atención requerida. Esto ha sido una constante y así será en lo sucesivo pues la pandemia aún no está controlada.

¿Qué pasó en México?

Como sabemos, en mayo de este año, algunas entidades que contaban con semáforo epidemiológico color verde abrieron sus puertas, pero, desafortunadamente, volvieron a cerrar. Algunas razones que explican ese cierre fueron: a) el incremento de contagios en esas entidades federativas que las llevaron a cambiar de color en el semáforo, esto ligado a la presencia de casos confirmados en las instituciones que fueron consideradas para la apertura; b) la escasa o nula participación de padres de familia en los comités de salud escolar, dadas las actividades que éstos tenían que realizar en casa o en su trabajo, y por los horarios establecidos por las autoridades para que los alumnos (sus hijos) asistieran a clases; c) la insuficiencia de insumos sanitizantes y de limpieza entregados a los centros escolares denominados kits sanitizantes y de limpieza; d) las precarias condiciones relacionadas con la infraestructura para contar con espacios adecuados para recibir a los alumnos, así como también, para el empleo de un modelo híbrido; e) las indicaciones de las autoridades educativas para el seguimiento y abordaje puntual de los planes y programas de estudio, considerando la estrategia denominada Aprende en Casa proyectada a través de la televisión; entre otras.

¿Aprendió algo la Secretaría de Educación Pública (SEP) de esta serie de desavenencias o también tienen sus propios datos?

La realidad es que nuestro país vive momentos inciertos con toma de decisiones poco afortunadas, por ejemplo, por qué México no estableció como requisito indispensable presentar una prueba negativa (de Covid-19) a turistas internacionales, hacerse una prueba a su ingreso al territorio mexicano o simplemente llevar un cubrebocas en los lugares turísticos que éstos visitaban (sobre este último aspecto muchos dirán que sí es obligatorio, no obstante, bastaría con ver lo que sucede en Cancún o Acapulco para darse cuenta de que no ocurre de esta manera).

Ahora bien, volviendo al tema que nos ocupa, ¿la SEP y el Gobierno Federal ya tienen un plan, debidamente articulado y actualizado para ese regreso a clases presenciales tan anunciado?, ¿considerarán aplicar pruebas rápidas de detección del virus antes de que los estudiantes ingresen a su escuela o, bien, en su propia casa tal y como lo han hecho los países señalados?, ¿se dotará de, al menos, una mascarilla por semana a los alumnos y maestros?, ¿se contará con termómetros, aulas ventiladas, internet y equipos de cómputo, suficientes y necesarios, debidamente actualizados para la implementación de esa cosa extraña llamada modelo híbrido?, ¿se establecerán protocolos sanitarios estrictos y se endurecerán las medidas en cada uno de los estados para que, de alguna manera, se brinde una seguridad a los diversos actores que concurren en los espacios educativos?, ¿se autorizará que cada entidad federativa determine la modalidad de regreso a los centros escolares?, ¿se flexibilizará el currículo para que se planee y trabaje sin la agobiante presión de acabar los contenidos que marcan los planes de estudio?, etcétera…

En suma, mi estimado lector, bien valdría preguntarse por qué y para qué el gobierno mexicano requiere de escuelas abiertas, pero también, si los padres de familia, considerando los altos índices de contagios de las últimas semanas, enviarán a sus hijos a las éstas.

Con negritas:

Hasta el momento en que cierro estas líneas, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), ha mantenido una postura “tibia” en cuanto a las declaraciones que ha hecho el presidente, relacionadas con el regreso a clases presenciales el próximo 30 de agosto. Pesará sobre sus hombros, las afectaciones a la salud y laborales que tenga el magisterio si es que se da tan anunciado regreso dada la escasa o nula exigencia de éste para que se cuente con lo necesario e indispensable en las escuelas mexicanas, pero este tema, es motivo de otra entrega que haré en los siguientes días.

Por cierto, ¿qué pasó con la encuesta que tan pomposamente anunció el SNTE para conocer el estado de salud de los trabajadores de la educación?

Referencias:

Fuente de la información e imagen: https://profelandia.com

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