Por: Raúl Zibechi
Mucho se habla en los grandes medios de la tremenda situación actual, de la superposición de guerras y violencias de los de arriba, de Estados contra Estados, de muertes y de avances del despojo, disfrazados de “progreso” y “desarrollo”.
El panorama mediático está abarrotado de la mirada geopolítica, tan de moda por la aparición de innumerables “especialistas” de último momento, que no pueden ocultar su preferencia por alguna de las potencias mayores. Curioso resulta que hacen predicciones de todo tipo, como el avance de alternativas al dólar y de cumbres “tectónicas” de los BRICS, pero olvidan los evidentes retrocesos de esa alianza. Endulzaron los oídos de sus audiencias asegurando que el fin del dólar está muy cerca, como si el super imperio fuera a caer casi por sí solo sin presentar batalla.
Otros le apostaron al triunfo “inevitable” del Eje de la Resistencia, siempre en base a la cultura de la muerte, para reconocer tardíamente su fracaso y su ostensible retroceso. No debemos creer a los geopolíticos, aunque hay excepciones y es bueno leerlos para saber lo que piensan los que niegan a los pueblos o los convierten en mero instrumento para el ascenso de nuevas potencias. Sinceramente, provocan indignación los que se disfrazan de progres o alternativos para vender la misma mercancía imperialista de siempre.
Ahora está de moda hablar de la armas hipersónicas, como si ellas fueran la clave de las guerras en curso. Nunca fueron las armas las que decidieron una guerra. Se puede repasar la historia, de adelante hacia atrás y viceversa, y veremos que el nuevo armamento tuvo su papel, a veces importante, pero siempre fueron los pueblos los que decidieron el destino de la humanidad y de los conflictos. ¿Cómo pudo vencer el pueblo vietnamita a la mayor y más poderosa potencia militar del planeta? O los argelinos, o los pueblos de nuestra región que enfrentaron a los colonizadores españoles con armamento de mucha menor potencia.
En suma, mucho se habla de quienes matan, de bombardeos, de tecnologías de guerra y de crímenes de todo tipo contra los pueblos. Pero no se mencionan las resistencias. Ni en la forma franca y abierta ni en la menos ostensible de la fuga de la guerra. ¿Cuántos rusos y ucranianos desertan de sus países? No conocemos cifras, quizá porque haya acuerdo en silenciar las debilidades de los poderosos.
Rusia, por ejemplo asegura que todos los días da de baja a casi dos mil militares ucranianos, pero es secreto de Estado que todos los días caen unos mil uniformados propios. Y viceversa, Kiev no menta sus deserciones ni sus bajas. Algo similar sucede en Medio Oriente, donde Israel oculta oficialmente las bajas entre sus tropas, mientras Hamas e Hizbulá tampoco dicen la verdad sobre la situación que atraviesan.
En fin, la cultura de la muerte manda y domina en todos lados, en Occidente y en Oriente, en el Norte y en Sur, sin mayores distinciones. Los pueblos, la gente común, son sus grandes ausentes a los que sólo se menciona -enumerando la cantidad de muertos civiles que ha provocado el bando enemigo- como mera propaganda.
Apenas se mencionan las resistencias de abajo, pero hay un silencio absoluto sobre las creaciones de los pueblos para sobrevivir la tormenta. Que son muchas más, muchísimas más, de las que quisieran creer los grandes medios y los Estados y gobiernos que los financian. Por eso, creo que es necesario insistir, difundir, explicar.
En 2025 será inaugurado el Centro de Saberes del Pueblo Garífuna, en Vallecito o Faya en lengua propia, ese centro que algunos denominan universidad, construido enteramente con recursos propios, comunitarios y con trabajo colectivo. Será referencia para las 48 comunidades de la costa Caribe organizadas en OFRANEH (Organización Fraternal Negra Hondureña), que está siendo duramente acosada por terratenientes, narcotraficantes y emprendimientos turísticos. Que en realidad, trabajan juntos contra uno de los pueblos más golpeados de Honduras.
Es curioso, o no, pero sólo se los menciona en los medios cuando sufren un atentado. O sea, se elige ponerlos como víctimas pero no como sujetos que construyen vida para desafiar la cultura de la muerte y el colapso en curso.
En el sur de Argentina son mil las comunidades mapuche, según Mauro Millán, que siguen resistiendo el acoso del gobierno de Milei y su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, que los califica como “terroristas” por pretender recuperar las tierras que les arrebataron. Son más de cuatro mil las comunidades mapuche en Chile, un parte de las cuales vienen recuperando tierras ante el acoso del progresista Gabriel Boric, que militarizó Wall Mapu por dos vías: la masiva presencia del Ejército y la ostensible presencia narco, que trabajan juntas contra las comunidades.
Podríamos seguir recorriendo, por ejemplo, los nueve Gobiernos Territoriales Autónomos en la Amazonia Norte del Perú, creados para resistir el despojo y para asegurar la sobrevivencia de más de mil comunidades y localidades. O los 64 pueblos indígenas de la Amazonia brasileña, que en 48 diferentes territorios han creado protocolos de demarcación autónoma de tierras que los gobiernos siguen entregando al agronegocio. O la tremenda resistencia de los Ava Guarani, Guarani Kaiowá y Kaingang, cercados por hacendados en Mato Grosso do Sul, que incendian sus recuperaciones y han disparado contra ellos.
En el Cauca colombiano los 115 Cabildos, en 84 Resguardos, de los 8 pueblos indígenas, están resistiendo la brutal ofensiva de los narcotraficantes y paramilitares, ahora engrosados por los restos de las guerrillas, que hasta el 30 de noviembre se cobraron la vida de 45 líderes y comuneros indígenas. Pese a la guerra de despojo que sufren, siguen creando vida, en especial espacios para los niños y niñas.
Dejo para el final la mención de lo que ya conocen las personas que leen Desinformemonos: las impresionantes creaciones zapatistas en medio de la guerra y del colapso, que ahora contarán con un nuevo quirófano gracias a la campaña “Un Quirófano en la Selva Lacandona”, lanzada en noviembre por la Red Europa Zapatista para fortalecer la Salud Autónoma.
Ese tremendo mundo que están construyendo los pueblos, abajo y en silencio, no existe ni para los medios ni para los gobiernos, ni para los partidos de izquierda que sólo ven caudillos y pirámides, reales o imaginarias, y nunca a las bases que resisten y construyen.
Fuente de la información e imagen: https://desinformemonos.org