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Alberto Soler: “Este curso los niños deben sentirse comprendidos y escuchados”

Por: Laura Román

El confinamiento primero, la desescalada después y ahora el inicio del curso escolar han supuesto una serie de cambios a los que los niños se han tenido que ir enfrentando desde que comenzó la pandemia. Para Alberto Soler, psicólogo y coautor del libro ‘Niños sin etiquetas’, es importante centrar este curso en comprender y escuchar a los estudiantes, flexibilizando el ámbito académico y teniendo muy en cuenta sus emociones.

Que se sientan comprendidos y escuchados quizá sea el principal objetivo a nivel emocional que tendríamos que perseguir”, comenta Alberto Soler, psicólogo y coautor junto a Concepción Roger del libro ‘Niños sin etiquetas’, en relación al trabajo que tanto las familias como los docentes van a tener que desarrollar con los estudiantes en esta nueva etapa escolar, después de muchos meses sin poder asistir a clase. Soler considera que los niños han sido los grandes olvidados de esta pandemia y subraya, además, que la crisis sanitaria no ha afectado por igual a todos los pequeños, siendo peor (incluyendo el aspecto educativo) para los hijos de las familias con menos recursos económicos.

Pregunta: Uno de los capítulos de su libro está destinado a los derechos de los niños, ¿cree que los más pequeños han ‘perdido’ algún derecho durante el periodo de confinamiento?

Respuesta: Sí, claro, todos los hemos perdido, pero ha sido por una causa de fuerza mayor. El Estado de Alarma fue necesario para poder restringir derechos y libertades básicos como la libre circulación. Pero más que los derechos que hayan perdido los niños durante la etapa de confinamiento o de desescalada, lo más llamativo ha sido la ausencia de protagonismo en la toma de decisiones. No ha sido hasta finales de verano cuando se han acordado de ellos, de la vuelta a la escuela, y entonces han venido las prisas, los lloros y los lamentos.

niños jugando coronavirus

P: Tras la crisis sanitaria, ¿cuáles van a ser las necesidades de los niños a las que los adultos tendrán que prestar más atención?

R: Es importante recordar que la crisis sanitaria aún no ha finalizado, sino que está cambiando la forma en la que se expresa. Realmente las necesidades de los niños no han cambiado mucho durante este tiempo, y deberíamos tratar de atenderlas todas, no conformarnos con prestar atención a unas pocas. Por supuesto, empezaríamos por las básicas: seguridad, salud, higiene, descanso… pero no tenemos que olvidar otras que a veces no tenemos tan presentes, como el juego, la necesidad de ser escuchados y tenidos en cuenta para tomar decisiones, el sentido de pertenencia…

«No ha sido hasta finales de verano cuando se han acordado de los niños, de la vuelta a la escuela, y entonces han venido las prisas, los lloros y los lamentos»

P: En su libro profundiza en las etiquetas que los adultos ponemos a los niños: malos, buenos, obedientes, rebeldes… ¿para qué sirven las etiquetas?

R: Las etiquetas son un recurso que emplea nuestro cerebro para simplificar la realidad; son muy útiles para ello, y nos vienen muy bien. El problema es cuando estas etiquetas las aplicamos a otras personas: entonces, sin buscarlo explícitamente, estamos condicionándolas, dado que tendemos a comportarnos de acuerdo con las etiquetas que nos hemos o nos han puesto. A esto se refiere el famoso ‘Efecto Pigmalión’, descrito en los experimentos de Rosenthal y Jacobson.

«Quizá lo más importante sea no olvidar lo que ha ocurrido, por dónde han pasado las niñas y niños, y que seamos capaces de dejar lo estrictamente académico en un segundo plano»

P: ¿De qué forma ha influido la pandemia a los niños? ¿Saldrán más reforzados psicológicamente?

R: Es imposible responder de una manera general, ya que la afectación y las consecuencias van a estar marcadas por diferentes factores. No ha sido lo mismo para una familia con pocos recursos, poco apoyo social, problemas de salud, de conciliación o escolares… que para otra familia con mejores circunstancias. Esto afecta especialmente a la educación, donde las diferencias de cada familia han marcado mucho el seguimiento que han podido hacer los estudiantes de las clases online, el aprovechamiento de los medios telemáticos, etc. Un heurístico que podríamos utilizar, con el que probablemente acertemos, es que probablemente la pandemia habrá afectado menos a los hijos de las familias con más recursos económicos.
vuelta al cole coronavirus

P: De cara al nuevo curso, ¿cómo se debe trabajar emocionalmente con los niños y los jóvenes?

R: Quizá lo más importante sea no olvidar lo que ha ocurrido, por dónde han pasado las niñas y niños, y que seamos capaces de dejar lo estrictamente académico en un segundo plano. No olvidarnos de ello, por supuesto, pero tengamos en cuenta que ahora quizá no es lo primordial. Y menos durante el primer trimestre. Va a ser necesaria mucha flexibilidad y mucha adaptación a las necesidades y ritmos de cada alumno. Que se sientan comprendidos y escuchados quizá sea el principal objetivo a nivel emocional que tendríamos que perseguir.

P:¿Podría darnos tres consejos para que los niños se sientan bien en esta nueva etapa, de la ‘nueva normalidad’?

R: Insistiría en el mensaje que ya he dado: ser flexibles en cuanto a lo curricular, comprensión y escucha. Esto antes ya era importante, pero ahora, en las actuales circunstancias, mucho más.

Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/este-curso-los-ninos-deben-sentirse-comprendidos-y-escuchados/

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Juan Onieva: “El aburrimiento propicia la creatividad y la búsqueda de recursos para dejar de sentirla”

Por: Jennifer Tejada

Los niños empiezan a sentir y reconocer emociones básicas como la alegría, el asco y la tristeza a partir de los 3 años. Hablamos con Juan Onieva, coautor del libro ‘Cuentos con emoción’, sobre el aprendizaje, el desarrollo y la gestión de las emociones a lo largo de la infancia y la adolescencia, así como del rol que desempeñan la familia y los docentes durante el proceso; más importante si cabe ante la posibilidad de continuar con la formación a distancia.

“A los niños hay que permitirles que se aburran para que busquen y encuentren aquello que les calme esta emoción, y no recurran a los padres continuamente para no sentirse así”, asegura Juan Onieva, doctor en Educación y máster en Políticas y Prácticas de Innovación Educativa. Junto a Eugenio Maqueda Cuenca, filólogo y especialista en Teoría de la Literatura y en Didáctica de la Literatura, ha escrito ‘Cuentos con emoción’, un recopilatorio de 29 cuentos con trasfondo educativo cuyo objetivo es que los niños y jóvenes puedan aprender a reconocer, expresar y gestionar sus emociones.

Pregunta: ¿A qué edad empiezan los niños a gestionar sus emociones? ¿Cómo podemos ayudarles?

Respuesta: Desde los 3 años ya son conscientes de ellas, de si están enfadados, contentos o tristes. Es una edad en la que empiezan a identificar las emociones, por lo que es importante acompañarles para hacerlas visibles y ponerlas nombre, por ejemplo, ofreciéndoles fotos de caras o gestos, así como imágenes de situaciones y preguntarles qué emociones les provocan.

El segundo paso es hablar de ellas con detalle, con juegos, así como de forma oral o escrita. Otra fase sería la de expresar qué sentimientos les provocan ciertas composiciones musicales, canciones, o diferentes representaciones artísticas (fotos, cuadros, esculturas, imágenes publicitarias, noticias). Una cuarta fase consistiría en crear para cada emoción canciones, collages, ilustraciones, escritos, cuentos, etc. Dependiendo de la edad, que se le permita escribir con total libertad un diario personal y emocional, sería un excelente medio de expresión de sus emociones para reflexionar e identificarse consigo mismo.

A medida que van creciendo es esencial la comunicación entre padres e hijos, o docentes y alumnos, de manera que es importante que se creen espacios en los que conversar con ellos sobre sus estados de ánimo y las consecuencias de estos. Ejemplos de actividades para estos momentos serían la lectura de cuentos (para identificar las emociones), dibujar con total libertad o emplear las manualidades como reto artístico y expresivo.

“Un diario personal y emocional, sería un excelente medio de expresión de sus emociones para reflexionar e identificarse consigo mismo”

Ilustración de Alegría en 'Cuentos con emoción'. Juan Onieva. El aburrimiento propicia la creatividad.

P: En su libro se hace referencia a un estudio reciente que eleva a 27 el número de emociones. ¿Cuáles son las que los niños reconocen con mayor dificultad y por qué?

R: Las emociones básicas (asco, alegría, sorpresa, miedo, ira o tristeza) suelen reconocerlas fácilmente porque son un lenguaje universal. En cambio, las emociones secundarias (aburrimiento, frustración o culpa) son más complejas, podrían describirlas, pero quizás no ponerles nombre.

P: ¿Cuál es el trasfondo educativo que tienen los cuentos de su libro?

R: Los cuentos son un excelente medio con el que no solo podemos captar la atención de los niños, sino que a través de ellos se producen diferentes aprendizajes de tipo cultural y social, entre otros. Los cuentos que aparecen relatan historias cotidianas en las que los niños viven experiencias curiosas y reales, y donde la intriga y la sorpresa juegan un papel protagonista. Además, cada uno va acompañado por preguntas, ejercicios y actividades con las que potenciar la identificación y la reflexión de las emociones.

P: ¿Qué papel juega la sorpresa y la intriga en el aprendizaje?

R: Comencemos por hacernos la pregunta contraria. ¿Se potencia el aprendizaje a través de la monotonía y lo previsible? Según diferentes estudios, desde una temprana edad los niños aprenden más y mejor a través del juego, y si le introducimos la sorpresa y la intriga habremos provocado su interés y un alto grado de motivación.

P: El libro dedica dos cuentos diferentes a la compasión. ¿Por qué hacer hincapié en esta emoción más que en otras?

R: La compasión es un sentimiento de consideración y lástima hacia quienes sufren penalidades o desgracias, pero esa emoción va acompañada por el deseo de ayudar y aliviar a quienes las padecen. Este momento de la historia que estamos viviendo necesita de personas compasivas, capaces de dejar de pensar en sí mismas, de querer tenerlo todo o más que los demás, o dejar de lado el destacar sobre quienes les rodean. La envidia, la violencia, la falta de humildad y el egoísmo suelen ser factores que dificultan el ser compasivos. Por ello, hemos escrito dos cuentos, relacionados entre sí, y que abarcan esta emoción con el objetivo de concienciar a jóvenes y adultos de los beneficios de esta emoción. Cuando sentimos compasión y actuamos, no solo ayudamos al que recibe nuestra ayuda (con acciones, bienes o palabras de ánimo o consuelo), sino que estas acciones nos hacen sentir felices, satisfechos y realizados.

“La envidia, la violencia, la falta de humildad y el egoísmo suelen ser factores que dificultan el ser compasivos. Por ello, hemos escrito dos cuentos, relacionados entre sí, y que abarcan esta emoción con el objetivo de concienciar a jóvenes y adultos de los beneficios de esta emoción”

Niño aburrido - el aburrimiento propicia la creatividad

P: Cómo evitar el aburrimiento de los hijos puede ser un reto para las familias. Aparte de entretenerlos con actividades, manualidades o juegos, ¿qué deberían tener en cuenta los padres?

R: Los niños, indiferentemente de su edad, desean por encima de todo la atención de sus padres. Los adultos también tenemos este deseo a diario, pero lo reclamamos de manera diferente. Y es esa compañía, junto a conversaciones o juegos con los diferentes miembros de la familia, la que ayudan a niños y jóvenes a no aburrirse tanto. Dicho esto, no hay que olvidar que el aburrimiento propicia la creatividad y la búsqueda de recursos para dejar de sentirla. Por ello, las familias no debemos preocuparnos porque los hijos se aburran en diferentes momentos del día, ni tratar de ocupar todo su tiempo con diferentes medios de entretenimiento.

Hay que permitirles que se aburran para que busquen y encuentren aquello que les calme esta emoción, y no recurran a los padres continuamente para no sentirse así. No hay que olvidar que lo que más valoran los jóvenes de sus familiares es que estos les escuchen y atiendan, y el tiempo que estén con ellos sea de calidad (sin ver el móvil constantemente, ni hacer llamadas o realizar actividades que nos alejen de ellos).

“Hay que permitirles que se aburran para que busquen y encuentren aquello que les calme esta emoción, y no recurran a los padres continuamente para no sentirse así”

P: ¿De qué forma pueden acompañar o ayudar los profesores a los niños en la gestión de sus emociones durante la educación a distancia?

R: La buena comunicación suele ser la fórmula y, sobre todo, escuchándolos. Hay que buscar un tiempo para preguntarles cómo se sienten, cómo viven su día a día, y de qué manera gestionan su tiempo. Ofrecerse para ayudarlos, más allá de lo académico, y emplear las tutorías como medio para conversar con ellos de cuestiones personales, solos o en compañía de un familiar, pueden ser un buen medio para ayudarles a gestionar sus emociones.

Es importante que el docente proponga a su alumnado actividades (ya sea de forma individual o grupal) que les sirva para expresar sus emociones

¿Cómo te sentirías si tu jefe te llamara de vez en cuando para saber cómo te va con el teletrabajo, cómo te encuentras, qué problemas han surgido y cómo puede ayudarte? ¿Y si te pregunta por tu familia, por cómo lo están llevando tu pareja e hijos o tus padres? Seguro que trabajarías con más ánimo e interés. Pues de forma similar se sentirán si como docentes les realizamos preguntas de este tipo. Es importante que el docente proponga a su alumnado actividades (ya sea de forma individual o grupal) que les sirva para expresar sus emociones. Tutorías grupales junto a otros compañeros pueden ser un buen medio, o la elaboración de escritos (cuentos, diarios personales, o creaciones artísticas o manuales) son algunos ejemplos de tareas que propicien futuras conversaciones sobre emociones, no solo para identificarlas, sino también para expresarlas y comenzar a gestionarlas.

Fuente en Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/juan-onieva/

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¿Cómo debe ser la educación del futuro? Los expertos opinan

Por: Educación 3.0

Estos docentes, pedagogos, sociólogos y psicólogos tienen algo en común: son expertos que buscan las claves para desarrollar una educación y un aprendizaje eficaz, incluyente y motivador para los estudiantes en el aula.

Estas entrevistas publicadas en nuestra página web recogen los testimonios de distintos profesionales de la Educación, cuyo principal propósito es mejorar el sistema educativo y las condiciones de los centros. Para ello, señalan distintos modelos pedagógicos, patrones claves y cambios urgentes para lograrlo de cara al futuro.

“Un cambio educativo rápido y eficaz”

Educación del futuro

El sociólogo y catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, Mariano Fernández Enguita, habla sobre la situación actual de la educación teniendo en cuenta los cambios tecnológicos y sociales. ¿Qué necesitan las escuelas actuales? Además, da detalles más profundos sobre los retos a los que se enfrentan los docentes de cara al futuro y en qué consiste el concepto de hiperaula, un espacio creado para el aprendizaje.

“El cerebro sólo aprende si hay emoción”

Francisco Mora

Para Francisco Mora, divulgador, docente, doctor en Medicina y Neurociencia, y catedrático de Fisiología, la clave no está en fomentar las emociones en el aula, sino en enseñar con emoción. Su objetivo se centra, sobre todo, en el funcionamiento del cerebro y en cómo influyen las emociones en el proceso de enseñanza. Por eso, cree que un “profesor excelente es capaz de convertir cualquier concepto, incluso de apariencia ‘sosa’, en algo siempre interesante”.

“El aprendizaje cooperativo es clave para el éxito de docentes y alumnado”

Educación del futuro

La innovación pedagógica en el ámbito de la enseñanza debe fluir en el seno de la comunidad; tejer redes es clave en el contexto educativo. Con este objetivo nació en 2015 el proyecto MIAC, del que Roberto Busquiel es fundador y coordinador. Su propósito es abordar la inclusión mediante el aprendizaje cooperativo, desde una mirada holística centrada en las capacidades de todas las personas y su desarrollo integral.

“Las máquinas inteligentes reemplazarán a los maestros”

Marc Vidal

Marc Vidal tiene la mente puesta en el futuro, tanto en el más cercano como el que se divisa en la lejanía. Y en los dos ve un protagonista claro: la tecnología. El divulgador y conferenciante expone los cambios que afectarán al ámbito educativo, analizando el papel de los robots en el rol de docente y el protagonismo de la educación emocional para evitar esa posible sustitución. Además, detalla las claves sobre algunos de los cambios e innovaciones que, en su opinión, se vivirán en los próximos años y cómo éstos afectarán al día a día.

“Nos tienen que educar como personas, no como hombres y mujeres”

educación del futuro

La educación juega un papel muy importante en materia de igualdad de género, algo que es necesario inculcar desde la infancia. Tanto dentro como fuera de las aulas se puede fomentar y trabajar hacia la igualdad real. Ana Fernández De Vega De Miguel, consultora de género y secretaria de la Asociación Profesional de Consultoría de Género de España, habla sobre cómo lograrlo con la implicación necesaria de todos los miembros de la comunidad educativa.

“La atención del estudiante se capta y la concentración se entrena”

Chema Lázaro

Chema Lázaro, maestro de Primaria, le apasiona la neurociencia y por ello se ha especializado en neurodidáctica, una disciplina que además de estudiar el funcionamiento del cerebro también se centra en los entornos de aprendizaje o en la psicología. Su objetivo es llegar a entender cómo funciona el cerebro para captar la motivación y la atención del estudiante, capacidades que tanto anhelan los propios docentes en sus clases.

“Saber escuchar a los estudiantes es vital para el avance educativo”

CEMA

A menudo nos referimos a la importancia de que los estudiantes aprendan a escuchar activamente pero, ¿qué pasa con el docente? José Antonio Fernández Bravo, maestro, investigador educativo y autor de ‘La sonrisa del conocimiento’, propone ‘CEMA’, un método de aprendizaje que describe los pasos que debe dar el docente para provocar saber en el que aprende. Para ello, hace especial hincapié en la importancia de la escucha activa por parte del profesor y describe diferentes beneficios y herramientas para poder llevarlo a cabo dentro del aula.

“El DUA propone diseñar para la diversidad”

Educación del futuro

Antonio Márquez explica cómo incorporar el Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA) al aula, de forma que incluya a todo el alumnado. “Garantizar una escuela inclusiva que entiende que es el currículo el que debe adaptarse al alumnado y no al revés es el objetivo del Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA)”, afirma Márquez. Mediante su implementación en el aula, el docente es capaz de realizar programaciones que incluyan alternativas para todo el alumnado.

“Si queremos fomentar la lectura, los libros no pueden ser un castigo”

Pedro Mañas

Para que los estudiantes sientan que leer es una actividad atractiva y disfruten de ella al máximo, es necesario fomentar la lectura en casa y que vean que sus familias también disfrutan leyendo. “Si queremos fomentar la lectura, los libros no pueden ser un castigo”, de esta forma opina Pedro Mañas, escritor de Literatura Infantil y Juvenil.

“Debemos educar para prevenir la dependencia emocional en los jóvenes”

Silvia Congost

Silvia Congost, experta en dependencia emocional y autoestima, defiende la necesidad de un cambio en la forma actual de la educación de los jóvenes para “enseñar más en emociones y menos en memorizar datos que están a un sólo clic”. Congost habla sobre la dependencia emocional, cómo prevenirla y contribuir así a que los menores se conviertan en adultos emocionalmente independientes. Además, explica cómo la baja autoestima y el mal uso de la tecnología influyen en cómo se relacionan con los demás.

Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/educacion-del-futuro/

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Ciencia: Las expresiones faciales trascienden el tiempo y la cultura

Las expresiones faciales de nuestras emociones son las mismas en cualquier tiempo y cultura: no son contorsiones del rostro propias de una época histórica, según una nueva investigación.

Un análisis de esculturas de más de 3.500 años de antigüedad, que representan rostros humanos, ha descubierto que las expresiones faciales de nuestras emociones son las mismas en cualquier tiempo y cultura. Los resultados se han publicado en la revista Science Advances.

Científicamente se ha establecido con anterioridad a esta investigación que todas las personas, a lo largo de la historia, hemos podido conocer el estado emocional de los demás a partir de lo que refleja su rostro.

Darwin incluso estableció la hipótesis, apoyada en evidencias históricas, de que las expresiones faciales son innatas y universales, y que además tienen vínculos con las emociones humanas.

Sin embargo, no existe una evidencia definitiva que confirme esta hipótesis. Una investigación publicada en 2016 incluso demostró que la expresión de algunas emociones estaba influenciada por el contexto y la cultura.

Esculturas mesoamericanas

La nueva investigación pidió a 325 participantes de habla inglesa que miraran los rostros de una colección de 63 esculturas mesoamericanas recolectadas en México y América Central.

Las obras de arte fueron catalogadas en 30 categorías de emociones básicas (como la alegría) y otras 13 dimensiones emocionales más amplias (como la excitación).

Los participantes solo pudieron ver las caras de las esculturas, para evitar que su interpretación de las expresiones faciales estuviera condicionada por el contexto cultural de sus creadores. Solo tenían que asociar esas expresiones con las emociones humanas.

La investigación contó además con otros 114 participantes que intervinieron a través de Internet, pero tenían que proceder en sentido inverso al grupo anterior: tenían que decir si estaban de acuerdo con la interpretación de las expresiones faciales de las esculturas aportadas por los investigadores.

Cinco emociones distintas

Usando un análisis estadístico para determinar la similitud entre los juicios de las expresiones faciales y las expectativas de las emociones que alguien expresaría en los contextos, los investigadores descubrieron que la mayoría de los participantes interpretó los rostros de manera consistente.

También descubrieron que las obras de arte transmitían cinco emociones básicas: dolor (en el contexto de la tortura), determinación o tensión (en el contexto de levantar objetos pesados), ira (en el contexto del combate), euforia o alegría (en el contexto del contacto social o familiar,) y tristeza (en el contexto de estar preso).

Los investigadores consideran que este resultado demuestra que las expresiones faciales son impulsos involuntarios que han existido durante milenios, en lugar de contorsiones faciales nacidas de influencias culturales.

“Estos hallazgos apoyan la noción de que estamos preparados biológicamente para expresar ciertos estados emocionales con comportamientos particulares, arrojando luz sobre la naturaleza de nuestras respuestas a experiencias que se cree que dan sentido a nuestras vidas», escriben los investigadores en su artículo.

¿Universales?

Los investigadores desconocen si estos resultados se pueden aplicar a otras culturas antiguas, y señalan ejemplos de esculturas de antiguas culturas, como la egipcia, india o china, que podrían analizarse utilizando protocolos de estudio similares.

«Eventualmente estaríamos interesados ​​en replicar este trabajo en otras culturas», señala el coautor Alan Cowen, del Departamento de Psicología de la Universidad de California en Berkeley, en un comunicado.

«Por el momento, estamos centrados en estudiar la expresión emocional en la vida cotidiana en muchos países, con la ayuda de herramientas de aprendizaje automático», concluye.

La investigación, por tanto, no resuelve completamente la vieja incógnita planteada por Darwin: no solo no es reflejo de un número representativo de culturas, sino que tampoco abarca al conjunto de las emociones humanas.

Los autores reconocen además otras limitaciones potenciales de su trabajo: aunque la selección de esculturas ha sido meticulosa, persisten dudas sobre la autenticidad de todas ellas. Además, siempre queda la duda de que las esculturas recojan emociones reales de personajes de su época.

Referencia

Universal facial expressions uncovered in art of the ancient Americas: A computational approach. Alan S. Cowen and Dacher Keltner. Science Advances  19 Aug 2020: Vol. 6, no. 34, eabb1005. DOI: 10.1126/sciadv.abb1005

Foto: Muestra de las obras de arte antiguas con rostros y contextos reconocibles para estudiar las expresiones faciales. Cowen y Keltner.

Fuente: https://tendencias21.levante-emv.com/las-expresiones-emocionales-trascienden-el-tiempo-y-la-cultura.html

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Psicólogos expertos advierten que los jóvenes deben prepararse durante el verano para la vuelta al cole

Por: ABC

El desorden de horarios que están experimentando muchos niños durante esta larga etapa pueden provocar diferentes trastornos en el sueño.

Los psicólogos del programa Recurra de GINSO, expertos en prevención temprana de conflictos y en dotar a las niños y adolescentes de herramientas para afrontar situaciones conflictivas, han analizado las principales consecuencias que la crisis sanitaria está ocasionando en los jóvenes y cómo deben prepararse para el verano tan atípico que tenemos por delante. Así, aunque las autoridades competentes han anunciado que la vuelta al cole tendrá énfasis en la presencialidad en las aulas bajo medidas de seguridad, con el objetivo de recuperar los déficits de enseñanza-aprendizaje, es necesario barajar la posibilidad de que ante los actuales rebrotes el formato presencial permanente se vea amenazado por lo que debemos preparar a los niños y adolescentes para cualquier escenario teniendo en cuenta diferentes aspectos.

Gestión emocional de un verano poco usual

Es importante explicar a los jóvenes el nuevo modelo vacacional que se están encontrando este año para evitar desilusiones y gestionar sus expectativas y emociones. A los más pequeños es importante explicarles que e stas vacaciones serán diferentes y que contarán con limitaciones para las que hay que precisar todas las medidas de seguridad que deben seguir. «Los niños tienen una buena capacidad de adaptación y para ellos suele ser más fácil asumir los cambios, más aún si lo viven con naturalidad, por lo que es fundamental que los padres, lejos de trasmitirles ansiedad o miedos, realicen una comunicación basada en la seguridad», explica Sophie Álvarez-Vieitez, subdirectora de Recurra Prevención en RECURRA Ginso.

En el caso de los adolescentes, la aproximación debe ser diferente, sobre todo, entendiendo que ellos tienen mayor autonomía y cuentan con un círculo social que no es fácil controlar. La comunicación a los mismos debe estar basada en la importancia de la responsabilidad individual para hacerles entender que no solo deben cuidarse a sí mismos, sino que deben cuidar de los demás, y crearles conciencia de que se puede disfrutar y ser precavido a la vez. «Los padres deben marcar límites acordes al sentido común y a las recomendaciones sanitarias y, a través de un lenguaje en positivo, debemos confiar en ellos y darles la posibilidad de demostrar su responsabilidad, ya que muchas veces nos sorprenden con su madurez», añade Álvarez-Vieitez.

Preparación para la vuelta al cole

De forma independiente a la presencialidad o no de la educación a partir de septiembre, es necesario preparar al alumnado lo mejor posible para la vuelta a clase. La constancia y un adecuado hábito de estudio, unidos a la motivación, ayudan a paliar las dificultades escolares que se han podido ver incrementadas durante este inusual curso académico y que pueden complicar, aún más, el inicio del próximo curso.

Así, es recomendable mantener un cierto hábito, aunque solo sea leer a diario un rato, o aprovechar para enseñarles a estudiar para evitar que desconecten al 100% y que la vuelta se les haga más cuesta arriba de lo habitual. Para mantener esos hábitos no solo hay que hacer hincapié en las áreas de mejora de los menores, sino que otra posibilidad es potenciar aquellas donde son buenos para seguir sacando provecho de las mismas de cara al año siguiente.

Por otra parte, el desorden en los horarios que están experimentando muchos niños durante estos meses, puede provocar diferentes trastornos en el sueño. Por tanto, es importante que los padres aseguren rutinas que, aunque tengan cierta flexibilidad por el contexto estival, ayuden a mantener hábitos en el sueño para evitar un rendimiento bajo en la vuelta a los estudios.

Gestión de la angustia y ansiedad

La angustia y la ansiedad son las principales consecuencias que los expertos han observado en los más jóvenes durante el periodo de confinamiento, a las que se sumaban dificultades cognitivas como, por ejemplo, problemas de concentración, atención, memorización o, incluso, alteraciones en la alimentación. Además, se están identificando problemas en el desarrollo social, en cómo se relacionan con sus iguales, puesto que muchos durante estas semanas se han visto privados de contacto con otros niños y con las actuales medidas de distanciamiento social se sigue manteniendo. En Primaria, además se añade la pérdida de las rutinas, que tan necesarias son y tanta seguridad dan.

En este momento, finalizado el periodo académico, los miedos y las ansiedades han disminuido, pero es fundamental prepararlos para la incertidumbre de la vuelta. La prioridad está en escucharlos para entender cuáles son sus preocupaciones y así poder ayudarles a regular sus miedos. Para muchos, además, la atención permanente que han recibido por parte de sus progenitores puede ocasionarles situaciones complicadas si se vuelve a la rutina habitual previa a la pandemia, en la que las familias pasaban menos tiempo juntas. Una forma de prevenir esas situaciones es la escucha y la comunicación constante, facilitando la información que les corresponde acorde a su edad y nivel de madurez y, también, manteniendo en el tiempo ciertas actividades conjuntas entre padres e hijos que hayan sido agradables.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-psicologos-expertos-advierten-jovenes-deben-prepararse-durante-verano-para-vuelta-cole-202008100047_noticia.html

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Estados Unidos: «No quiero ir a la escuela y contagiarme de covid»: algunos niños están asustados mientras los adultos debaten sobre los riesgos de reabrir los centros educativos

Nota del editor: La Dra. Edith Bracho-Sanchez es pediatra de atención primaria, directora de telemedicina pediátrica y profesora asistente de pediatría en el Centro Médico Irving de la Universidad de Columbia.

(CNN) — Los maestros y los padres que actualmente están sopesando sus opciones cuando se trata de las reaperturas escolares en medio de una pandemia mortal pueden tener un desafío adicional por delante: que los niños teman regresar a la escuela.

Para algunos niños, las restricciones, lo que han escuchado en las noticias y su propia experiencia personal con el covid-19 han hecho que el mundo exterior se sienta como un lugar peligroso.

«Él es diferente ahora, puedo ver eso», dijo Rose Israel, cuyo hijo de 6 años Jeremiah Israel-James se ha negado a salir a la calle en las últimas semanas. En la rara ocasión en que Jeremiah acepta abandonar su hogar en East Harlem, primero debe mirar por la ventana, declarándolo seguro cuando «no hay mucha gente afuera».

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Una vez fuera, Jeremiah quiere volver a entrar lo más rápido posible. «Antes, cuando estaba afuera, quería explorar, quería ver, ahora todo es ‘Regresemos, mamá’», agregó Israel.

«No hay duda de que esta ha sido una experiencia extremadamente estresante y en cierto modo traumática para muchos de nosotros», dijo la Dra. Barbara Robles-Ramamurthy, psiquiatra de niños y adolescentes del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas en San Antonio, UT Health San Antonio.

«Creo que la falta de información, la información errónea, la incertidumbre de cómo se verán las cosas en los próximos meses del año escolar es extremadamente estresante y difícil de manejar para las familias», agregó.

Durante estos meses de aislamiento, Robles-Ramamurthy ha estado alentando a los padres para que saquen a sus hijos mientras guardan el distanciamiento físico y usan máscaras. «[Los niños] necesitan ver los cielos azules y las nubes blancas y los árboles verdes y otros niños riéndose y jugando. Necesitamos esas experiencias cotidianas».

Pero el miedo a contraer covid-19 y la incapacidad de distanciarse adecuadamente una vez afuera ha mantenido a muchas familias adentro por períodos prolongados de tiempo, y algunos niños temen cada vez más al mundo exterior.

«¿Qué pasa con la escuela? Tienes que ir a la escuela», le preguntó Israel a su hijo. «No mamá, no quiero ir a la escuela, no voy a la escuela, me matará. No quiero morir», respondió Jeremiah.

Estados Unidos: medidas para poder reabrir las escuelas 0:49

Los niños luchan con la ansiedad

Jeremiah, como muchos niños, está luchando con ansiedad por el próximo año escolar, explicó Robles-Ramamurthy. «He estado escuchando a los niños decir cosas como ‘No quiero ir a la escuela y contraer coronavirus‘», dijo.

No ayuda que las decisiones sobre las aperturas escolares varíen según el estado e incluso por el distrito escolar, y algunos tengan clases por internet este otoño (boreal), que otras escuelas propongan un modelo híbrido de educación presencial y virtual, y algunas tratarán de comenzar con clases presenciales. Y, por supuesto, eso podría cambiar si aumentan las tasas de infección.

Para algunos niños puede ser más fácil hacer la transición a la educación en persona, dijo la Dra. Neha Chaudhary, psiquiatra de niños y adolescentes en el Hospital General de Massachusetts y la Escuela de Medicina de Harvard y cofundadora de Stanford Brainstorm.

«Incluso podrían estar emocionados de volver a la escuela y ver a sus amigos y volver a ese ambiente», dijo.

Pero para otros, especialmente aquellos que ya luchan con la ansiedad, la transición de regreso será difícil, agregó.

Niños como Jeremiah también traerán a la escuela una capa adicional de experiencia personal con el covid-19. En su caso, tanto su abuela como su tía, que viven en la misma casa de la ciudad de Nueva York, contrajeron casos graves de covid-19.

«Cada vez que mi madre sentía que no podía respirar, Jeremiah siempre estaba allí», dijo Israel. «Él dijo ‘Quiero ver, quiero ver qué está pasando, mamá’. Ya sabes, la ama, y fue entonces cuando comenzó a entender más sobre el covid», agregó.

Los diferentes niveles de miedo, ansiedad y experiencias personales de los niños con covid-19 pueden en última instancia dificultar el aprendizaje este periodo escolar.

«Cuando un niño está ansioso o temeroso, las partes de su cerebro responsables de la atención, el pensamiento y el aprendizaje simplemente no pueden funcionar tan bien», dijo Chaudhary.

«Los maestros pueden encontrar que algunos niños están más distraídos, aparentemente desconectados, no entienden el material tan fácilmente, o incluso ver que se molestan fácilmente o están más reactivos emocionalmente», agregó.

Tanto Chaudhary como Robles-Ramamurthy reconocieron la enorme tarea que les espera tanto a los maestros como a los padres, y aún así tienen esperanzas para este otoño, haciendo hincapié en la capacidad de recuperación y la capacidad de los niños para adaptarse a las circunstancias cambiantes.

«Los niños suelen ser más propensos a aceptar nuevas normas con gracia que los adultos, siempre y cuando les ayudemos a superar los obstáculos en el camino», dijo Chaudhary. «Y eso significa apoyar a los maestros para que puedan apoyar a nuestros hijos», dijo.

Fuente: https://cnnespanol.cnn.com/2020/07/28/algunos-ninos-estan-asustados-mientras-los-adultos-debaten-sobre-los-riesgos-de-reabrir-los-centros-educativos/

 

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Crítica a las Neurociencias

Síntesis
Hoy día vivimos una invasión de neurociencias. Todo el campo de lo psicológico hace un tiempo que está dominado por esta tendencia “neuro”, con lo que ha ido quedando de lado la dimensión social, histórica, “humanística” en sentido amplio. Lo “neuro-científico” se presenta como expresión acabada de “la” ciencia, como saber riguroso y sistemático, con lo que se pretende dejar a un lado ese campo de lo histórico-social, lo que se tiene por “no científico”, dudoso, por tanto, inexacto, casi rayano en la habladuría. De ahí a la chabacanería, un paso. Las neurociencias, en tal sentido, intentan ser la expresión más acabada de la seriedad.

En esa apreciación se transmite un modelo de ciencia que, en términos epistemológicos, ya está totalmente rebatido y superado: el “saber” no es solo el que ofrece la medición, el laboratorio con el control de todas las variables, la fría asepsia. Las modernas teorías físicas o matemáticas, incluso, arquetipo primero del saber científico, hoy día apuntan también a la indeterminación, al caos, a la incertidumbre (véase la física cuántica, o la teoría de los fractales, por ejemplo, donde siempre hay algo misterioso en juego). El criterio (o prejuicio) positivista de la hiper-medición como criterio determinante no aplica para los complejos vericuetos de lo humano. Si el macrocosmos social es tan “raro”, incierto, cambiante, mucho más lo es el microcosmos de lo psicológico, de la subjetividad.

Reducir las complejas, intrincadas, en numerosos casos incomprensibles reacciones
humanas -eso es lo que estudia la Psicología- a procesos neuronales, a instancias físicoquímicas, a asociaciones sinápticas en la corteza cerebral, es cuestionable. Los fenómenos humanos, individuales o sociales, no se agotan en explicaciones biológicas. Pero hoy, con una fuerza creciente, se asiste a un posicionamiento de las llamadas “neurociencias” que se erigen como la llave explicativa de la conducta humana. Tal explosión tiene causas bien determinadas: habría una “normalidad” en juego, y por tanto una desadaptación. Para esto último, para “corregir” esas disfuncionalidades, está esperando una larga batería de psicofármacos listos para su consumo.

Dicho de otro modo: las neurociencias responden al posicionamiento de la industria
farmacológica global que, amparándose en una pretendida cientificidad rigurosa (resabios de un pensamiento decimonónico ya descartado por Freud en los inicios de su producción intelectual) intenta hipermedicalizar el ámbito Psi, llenando de psicofármacos aquello que, en realidad, no se arregla con “pastillas” sino con significaciones humanas. Es decir: ¡buen negocio para los fabricantes de pastillas!

Estas neurociencias pretenden explicar todo lo humano, la tristeza y la felicidad, las
relaciones sociales, el poder, la violencia…. Y para eso están los medicamentos como
“solución”. Con esta exposición se pretende abrir una discusión al respecto, porque
entendemos que nuestro gremio, ganado cada vez por este espejismo de la “ciencia exacta”, debe reflexionar críticamente al respecto.
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ENSAYO
“Si usted quiere, puede”, “Todo depende de usted”, “Ser exitoso es una cuestión de
actitud”, “No se estrese, maneje adecuadamente su ansiedad”, “¡Sea positivo!”, “¡Eleve su autoestima!”. A lo que se podría agregar, necesariamente en lengua inglesa: “Don’t worry! Be happy!”, tan representativo de los tiempos que corren, cuando se habla insistentemente de “resolución pacífica de conflictos” y rechazo a todo tipo de manifestación violenta.
Expresiones como todas estas se han hecho cosa habitual en nuestra vida cotidiana; una psicologización, bastante cuestionable en términos epistemológicos o, mejor dicho: una vulgarización de saberes que atañen a la subjetividad, recorre nuestro sentido común, llenando de “tips” (hay que decirlo en inglés) el vocabulario diario. Según nos dice (nos obliga) esta andanada de directrices, hay que ser resilientes, políticamente correctos y buscar superarse continuamente, tener emociones positivas y sonreírle a la vida con optimismo.

¿Qué significa esta proliferación de “sanos consejos”, o “recetas para ser feliz y triunfar en la vida” que ahora nos inunda? ¿Cómo entender este auge de “técnicas” que parecen servir para todo (para individuos y para empresas, o sea: para estas grandes familias con “colaboradores” y no “trabajadores”), tips que resuelven problemas y marcan el camino hacia una pretendida aurora beatífica llena de éxito? Más allá de toda esta parafernalia psicologista que se ofrece como llave para un mundo libre de conflictos y problemas, conviene preguntarse si esto es posible (el único paraíso es el paraíso perdido, se ha dicho por ahí), si realmente podremos entrar al edén que todos estos dispositivos parecen ponernos a nuestra disposición, o si hay aquí un puro espejismo insostenible (engañoso).

O más aún, debemos intentar averiguar si este auge de “buenas prácticas” que nos promete una homeostasis sostenida se agota en buenos deseos, o si hay allí agenda oculta, si existen otros intereses tras todo esto, no explícitamente formulados. Rápidamente debemos preguntarnos, al hacernos estos planteamientos, si no pecamos de “paranoicos”, para usar una terminología del ámbito de la salud mental ya que estamos hablando de esto; es decir, si no vemos fantasmas donde no los hay. “Conspiranoicos”, como se ha dado en llamar últimamente. El análisis sopesado mostrará que no: hay engaño en juego.

¿Qué significa esta avalancha de “Psicología positiva”?, para usar un término tan a la moda actualmente. Si hay una tal psicología “positiva”, evidentemente debe haber una “negativa”, de ahí la necesidad de marcar la diferencia. Según la definiera Martin
Seligman1 en 1999, la misma consiste en “el estudio científico de las experiencias
positivas, los rasgos individuales positivos, las instituciones que facilitan su desarrollo y los programas que ayudan a mejorar la calidad de vida de los individuos, mientras
previene o reduce la incidencia de la psicopatología”. Existe un enorme campo en esta
siempre mal definida y problemática ciencia llamada Psicología donde, en estos últimos tiempos, pudiera decirse que hay una avanzada para borrar lo que tiene connotaciones negativas, apestosas. Recordemos la frase de Freud -pareciera que en realidad nunca efectivamente pronunciada- al acercarse a la costa neoyorkina para dictar sus famosas Cinco Conferencias en la Clark University en 1909, cuando le habría dicho a su acompañante Carl G. Jung: “no saben que les traemos la peste”.

Todo este esfuerzo de entronizar la felicidad, lo “positivo”, podríamos decir “la buena
onda”, en detrimento de esa “peste” que abriría el Psicoanálisis, huele raro, despierta dudas. No está de más mencionar -porque, sin dudas, hay una articulación en ello- que esa cosmovisión triunfalista y glamorosa reniega radicalmente de la idea de conflicto. No por casualidad en estas pasadas décadas de políticas neoliberales a ultranza se enaltecieron los Métodos Alternativos de Resolución de Conflictos; o sea, se dejó visceralmente de lado a Marx para pasar a Marc’s (Métodos Alternativos de Resolución de Conflictos). Del mismo modo se deja ¡visceralmente! de lado la “peste” introducida por la revolución freudiana (el inconsciente) para endiosar esa “ciencia” de la subjetividad (ahora rebautizada con el “muy científico” prefijo neuro), especialmente preocupada por la superación de lo “negativo” (¿léase “conflicto”?). O sea: glorificación del Yo, de la conciencia, de la razón, de la “adaptación” a la “normalidad”, con la base “rigurosa” que otorgan las neuro-ciencias.

Algo llama la atención en todo esto: ¿por qué ese énfasis tan marcado en tapar, negar,
superar lo conflictivo? ¿Por qué esa casi obsesiva necesidad de construir esa Felicidad con mayúscula, esa machona insistencia en el optimismo, en el “Don’t worry, be happy!”? ¿Acaso la dimensión humana se marca solo por esa faceta? Las dos máscaras del teatro, comedia y tragedia, parece que lo expresan mucho mejor. O lo dicho por Antonio Gramsci, que con mucho tino llamaba a “actuar con el pesimismo de la razón y el optimismo de la pasión”.

La tendencia que parece marcar todo lo Psi contemporáneo es esa búsqueda casi desaforada de hacer a un lado lo “molesto”. Ahora bien: ¿molesto para quién? Resuena ahí, tras esa declarada y nunca oculta intención, una idea adaptacionista, normativizante. Habría una “normalidad” determinada, y junto a ella “desviaciones” (enfermedades, incomodidades, rarezas). Siguiendo esa cosmovisión, hay un patrón homeostático, un equilibrio, una media normal. ¿Y el conflicto? Es un molesto cuerpo extraño, hay que eliminarlo. La antigua idea de “instinto” (adaptación en el reino animal) no ha desaparecido. Aunque lo humano supera con creces el instinto.
1 Autor famoso en este campo, creador del método PERMA para alcanzar la felicidad por medio de cinco pasos: Positive Emotions (Emociones Positivas), Engagement (Involucramiento), Relationship (Relaciones), Meaning (Significado) y  Accomplishment (Logro).

Estamos ante un planteo del más rancio corte biológico positivista. En ese sentido las hoy tan “a la moda” neurociencias brindan el soporte directo para ese paradigma de todo el campo Psi. La “peste” del Psicoanálisis fue muy bien combatida en Estados Unidos, y gracias a la inoculación de ese poderoso antídoto de la “normalidad”, los países que son su caja de resonancia natural en lo concerniente a la Academia, como es el caso de Guatemala, repiten similares patrones de Psicología adaptacionista. Las neurociencias -“objetivas” por excelencia-, encumbradas en lo más alto del pináculo de las “ciencias de la mente”, pasaron a ser entre nosotros un elemento fundamental. Para ser “científicos” con todas las de la ley, hay que adentrarse en ellas dejando de lado esas “oscuras cavilaciones” subjetivas, supuestamente indemostrables. ¡El inconsciente no se puede medir en laboratorio!

Los prejuicios epistemológicos decimonónicos no parecen haberse retirado. En absoluto. De acuerdo a esos anacrónicos planteos, solo es un saber riguroso aquél que pasa por el laboratorio. En otros términos, se sigue equiparando lo humano a ratas experimentales, a los perros de Pavlov. Ciencia, en tal sentido, es solo lo que se puede medir fehacientemente. Lo demás no deja de ser charlatanería. Los manuales experimentales de John Watson de principio del siglo XX no han variado en lo sustancial en cuanto a compresión de qué somos (y qué hacer al respecto).
Evidentemente Freud sabía lo que decía cuando llegaba al puerto de Nueva York: en el país modelo del capitalismo, donde todo es mercancía para la compra-venta, donde el american way of life implica necesariamente el final feliz, donde el ícono por antonomasia es el “triunfador” de alguna fantasía hollywoodense, hablar de discordia es sacrílego. Y justamente esa visión de lo humano dada por la Psicología de la felicidad -para el caso, amparada en las neurociencias-, no puede tolerar el disenso, la desarmonía, el conflicto.

El paradigma en cuestión puede parecer trivial (o lo es), pero mueve toda la estructura que esa forma de hacer Psicología puede llamar alegremente “ingeniería humana”. Como paradigmático ejemplo, un reputado estudio en la materia2
lo permite ver con claridad: “La activación prolongada de una región del cerebro llamada estriado ventral está directamente relacionada con mantener emociones y recompensas positivas. La buena noticia es que podemos controlar la activación del estriado ventral, lo que significa que disfrutar las emociones más positivas está en nuestra mano.” De lo que concluye inmediatamente que “las emociones positivas promueven una mejor conexión social.” Por tanto, con “acciones positivas” todo va mejor (suena a campaña publicitaria de alguna marca afamada, ¿verdad?).

La cuestión es definir qué son esas acciones positivas, ese optimismo con el que hay que enfrentar las cosas. ¿Olvidarse que hay conflicto? “El psicoanálisis no promete ni puede  prometer armonía alguna entre y para los hombres. Solo le cabe alertar acerca de la inevitabilidad de una discordia eterna, de un malestar insalvable que, por una parte, es inherente a la cultura y lo atormenta, pero que, por otra, es motor fundamental de ella, de su posibilidad de vivir y sobrevivir, riesgosamente, siempre más o menos próxima al límite de su autodestrucción. De ahí que el calificativo más común para el psicoanálisis sea el de obra pesimista. Pero la reacción es comprensible: la cultura no puede sobrevivir sin ilusiones, los hombres necesitan creer imperiosamente en un futuro venturoso, que los libere de las privaciones del presente”, dice bellamente Daniel Gerber.

El conflicto, la desavenencia, el desencuentro, el choque de contrarios, la contradicción (todos elementos negativos que horrorizan a nuestra Psicología positiva) son la esencia misma de la dinámica humana. A su turno, y de diversas maneras, profundos pensadores de la tradición occidental lo han expresado, desde el griego Heráclito de Éfeso en el siglo Vantes de nuestra era (“La guerra es padre de todas las cosas”) hasta Hegel en el siglo XIX (“La dialéctica no es un método sino la forma de ser de la realidad”, “La historia es un altar sacrificial”), desde Marx (“La violencia es la partera de la historia”) hasta Freud (de ahí su formulación, ya con la teoría bien solidificada, de una pulsión de muerte). Es decir: el manso paraíso libre de diferencias no existe, es un mito, una ilusión.

Si se quiere decir de otra forma: la “normalidad” entre los humanos (considerados en su dinámica individual o colectiva) implica el desorden, algo que se escapa de control, el elemento de la discordia. Hay siempre, forzosamente, un nivel de incertidumbre, de
malestar. Lo racional, el sujeto bienpensante hacedor de su voluntad, el Yo como centro supremo de la vida psíquica, caen. “Nadie es dueño en su propia casa”, dirá Freud. Lo interesante, lo que la Psicología de raigambre biologista no puede procesar -y su filosofía concomitante tampoco-, es que ese supuesto “caos” tiene un orden, una lógica. Lo aparentemente “irracional” no es tal. No es un cuerpo extraño invasivo; tiene un porqué, admite una lectura sistemática. El inconsciente se mueve por procesos claramente identificables: condensación y desplazamiento, dirá Freud en los albores del Psicoanálisis.

“Estructurado como un lenguaje siguiendo los modelos de la metáfora y la metonimia”, agregará posteriormente Lacan amparado en la ciencia lingüística. La dinámica social, del mismo modo, tiene una lógica intrínseca, descubierta y formulada a su manera por Hegel, o por Adam Smith, resituada revolucionariamente luego por Marx: “El trabajo es la esencia probatoria del ser humano, y la lucha de clases es el motor de la historia”.

Esa es la pieza fundamental de estas dos grandes visiones de lo humano dadas por estos dos grandes pensadores, continuamente vilipendiados y tenidos por muertos: Marx y Freud. El presente texto no pretende ser un panegírico de ellos, sino mostrar que son… cadáveres muy raros, eternamente insepultos, pues su obra sigue produciendo mucho escozor. ¿Por qué? Porque ponen el conflicto en el centro de lo humano. Y si hablamos de temas humanos: de la angustia, del deseo, de la explotación, de las miserias varias, del malestar, no hay experimento de laboratorio con control de todas las variables que pueda dar cuenta de ellos. El estudio del cerebro no explica la complejidad de lo humano, que es siempre social, pues no existe el “individuo” aislado. Eso es un artificio didáctico para estudiar el cadáver en la mesa de disección. Y ese es el modelo que siguen las neurociencias. Pero lo humano es más que un cadáver: es un ser social, sexuado, deseante.

Las neurociencias, con su pretendido sello de cientificidad indubitable -las llamadas
“ciencias duras” trasmiten esa ilusión-, más allá del supuesto rigor que exhalan, quedan cortas, tremendamente cortas para entender las complejidades humanas. Los experimentos de laboratorio son manipulaciones tecnológicas: los conceptos fundamentales de las ciencias no salen de observaciones con todas las variables controladas. La ilusión en juego es que una medición rigurosa (la fría asepsia del laboratorio es su ícono fundacional) otorga conocimientos rigurosos. Debe recordarse, sin embargo, que las elaboraciones científicas (la ley de la inercia, o de la gravitación universal, la física cuántica, la teoría del Big Bang, la relatividad o los fractales, así como el inconsciente o la plusvalía, solo para poner algunos connotados ejemplos) surgieron de la construcción conceptual, y no mirando atentamente por un microscopio.

Las neurociencias, en tanto pegadas a la tradición biomédica, no pueden superar la noción de equilibrio, de homeostasis. En definitiva: de adaptación. Esa categoría es válida en lo concerniente a la dimensión físico-química de la materia viva. La dimensión que ahora nos interesa, de la que pretende hablar la Psicología en tanto lectura de la subjetividad, no se explica por mecanismos biológicos. Freud, neurólogo como era, desechó rápidamente un abordaje neurofisiológico para acercarse al dolor psíquico. Su recomendación, dada desde tempranas épocas y mantenida a lo largo de toda su vida, fue siempre que para navegar en las profundidades de lo humano lo más pertinente era tener una formación humanista.

Lacan lo complementará invitando a estudiar Semiótica o Topología. ¿Cómo explicar desde la homeostasis el deseo, siempre errático e insatisfecho, o la guerra, o el racismo, o el patriarcado? El estudio del cerebro no explica la transgresión, que es algo que nos define como especie. ¿Y el chiste, o el poder? ¿Lo explican solo asociaciones neuronales? El prejuicio biologista es funcional, en definitiva, a una visión psiquiátrico-normativista de la conducta humana. Eso es lo que hacen las neurociencias. Su punto de llegada es un manual descriptivo de sintomatología observable, empíricamente constatable, que arroja una cantidad (siempre creciente) de “psicopatologías”. Curioso lo que sucede con esas “enfermedades”. Años atrás la homosexualidad era considerada un trastorno psíquico, una enfermedad, o un delito (en Gran Bretaña, por ejemplo, estuvo prohibida hasta 1967). Hoy día ya no lo es. ¿Y el rigor científico? ¿Qué conexión sináptica la explica?

Del mismo modo podríamos preguntar por las “epidemias” psicopatológicas de moda: años atrás ni siquiera existía en los manuales el hoy día tan difundido “trastorno bipolar”. En la actualidad es uno de los diagnósticos más frecuentes. Y otro tanto se puede decir de lo que se llama Trastorno de Hiperactividad -TDH- en la niñez. Anteriormente esto no existía.

¿Cómo es que ahora resulta una “patología” tan frecuente? Esos cambios en la diagnosis hacen pensar más en ¿modas? o, mejor aún, en estrategias mercadológicas impulsadas por las grandes corporaciones farmacéuticas que, continuamente, van descubriendo “nuevas” patologías. Sumamente curioso, porque eso no mejora sustancialmente la práctica clínica, pero sí sirve para la acumulación de capital en estas grandes empresas. Como dato nada insignificante: los ansiolíticos -producto sumamente consumido en todo el mundo- están entre los medicamentos de mayor venta. ¿Mejora eso la salud mental de las poblaciones?

Curioso también esta proliferación de “enfermedades”, que obviamente necesitan de un enorme arsenal psicofarmacológico para ser atendidas, aumentando ventas en forma exponencial, en tanto el Psicoanálisis usa solo tres categorías para abordar lo humano (neurosis, psicosis y psicopatías; alguna de esas “cosas” somos todos, no hay “normalidad” por fuera de esas estructuras).

En ese orden de ideas, las descripciones de síntomas observables que arrojan esos
estandarizados manuales (en Guatemala el más usual es el legado por la Academia
estadounidense, como no podía ser de otra forma, conocido por sus siglas en inglés: DSM – Manual Diagnóstico y Estadísticos de los Trastornos Mentales-, hoy en su versión número V), sirven como guía de acción (¿libros sagrados?) de la práctica clínica en el ámbito Psi.

Curioso que, a sideral distancia de lo recomendado por el fundador del Psicoanálisis y por su más connotado seguidor, Jacques Lacan, quienes llamaban a estudiar historia, filosofía, arte, semiótica, humanidades en sentido amplio, lo que prima en la formación del personal del campo Psi (psiquiatras y psicólogos, con algunos otros advenedizos que venden “curas milagrosas”) es el sumergirse en las neurociencias. ¿Por qué será que un manual como el DSM es libro de cabecera obligado de los psicólogos? Si, como dirá Freud, la Psicología es siempre social3, ¿por qué no priorizar eso en vez de la visión biológico-individualista que prima actualmente en la formación académica?

Sin dudas, hay mucho que discutir allí. Hoy vemos un aluvión de “prácticas” Psi, siempre amparadas en la idea de conciencia, razón, voluntad, fuerza del Yo. Así tenemos desde coaching hasta counseling, terapias energéticas, aromaterapias, libros de autoayuda y un sinfín de acciones que llaman a pensar qué hay detrás de todo eso. Como mínimo, y para cerrar el presente texto a modo de conclusión: 1) el terror a reconocer que el conflicto hace parte vital de nuestra humana existencia, revelador de los límites infranqueables: muerte y sexualidad, por lo que son infinitamente más tolerables toda esta suerte de “apapachoterapias” que acarician buenamente al ego, y 2) el aluvión de bio-medicalización que intenta copar el campo Psi es un gran negocio para los fabricantes de psicofármacos.

Al mundo de los psicólogos a quienes va dirigida la presente publicación se les invita a
reflexionar críticamente sobre todo lo dicho. El debate está abierto.

1 Autor famoso en este campo, creador del método PERMA para alcanzar la felicidad por medio de cinco pasos: Positive Emotions (Emociones
Positivas), Engagement (Involucramiento), Relationship (Relaciones), Meaning (Significado) y Accomplishment (Logro)

2The Neurodynamics of Affect in the Laboratory Predicts Persistence of Real-World Emotional Responses , de Aaron S. Heller, Andrew S. Fox, Erik
K. Wing, Kaitlyn M. McQuisition, Nathan J. Vack y Richard J. Davidson. En Journal of Neuroscience, 22 July 2015, 35 (29) 10503-10509; DOI:
https://doi.org/10.1523/JNEUROSCI.0569-15.2015

3 “En la vida anímica individual, aparece integrado siempre, efectivamente, «el otro», como modelo, objeto, auxiliar o adversario, y de este modo, la psicología individual es al mismo tiempo y desde un principio, psicología social, en un sentido amplio, pero plenamente justificado”, en Psicología de las masas y análisis del yo, 1921

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