19 de octubre de 2016 / Fuente: http://pcnpost.com/
Por: Rodrigo Arce Rojas
He puesto a propósito el título de este artículo “El reto de la aplicación de los enfoques interdisciplinarios en la gestión de los bosques” para llamar la atención de los forestales porque de haber puesto “en la gestión de los territorios” tal vez no todos se habrían sentido convocados. El propósito es invitar a la reflexión a los forestales y a los diversos sobre la necesidad de avanzar en la implementación de enfoques interdisciplinarios y transdisciplinarios.
Cierto es que los enfoques disciplinarios han permitido un avance fundamental en las ciencias y tecnologías lo que ha repercutido en la forma cómo se desarrolla la sociedad. No obstante, también se ha podido reconocer los límites de los enfoques disciplinarios que quitan al especialista del contexto y la superespecialización aparece como aséptica frente a los profundos retos del desarrollo sostenible. Bajo esa perspectiva siempre habrán otros quienes serán los encargados de asumir lo problemas “que no me tocan”.
Esta configuración disciplinaria en la conformación de la ciencia ha terminado afectando la forma cómo se realiza la formación en las universidades y en la forma cómo se ha organizado la administración pública. A los temas de funciones y competencias exclusivas se suman factores de cuotas de poder, competencia por los escasos recursos económicos, entre otros factores.
Pero el tema es que nos enfrentamos a varias crisis, crisis de toda índole que son de naturaleza compleja e incierta. Grandes problemas que pueden ser separados como sociales, ambientales y económicos no son sino diferentes nombres para el problema común de avanzar hacia el desarrollo sostenible. Ninguno de los problemas puede ser abordado de manera independiente e inconexa. Todos forman parte de un complexus (tejido, entrelazado) el cual tiene que ser abordado en su real dimensión.
Por ejemplo en el campo denominado “ambiental” tenemos grandes problemas como la deforestación, la desertificación, la pérdida de biodiversidad, la minería ilegal, la tala y el comercio ilegal de la madera, el tráfico de fauna silvestre, la corrupción forestal, entre otros. Pero ninguno de estos problemas puede ser abordado estrictamente desde una perspectiva forestal reduccionista, debe ser abordado en toda la magnitud de su complejidad.
Como resultado de enfoques marcadamente disciplinarios y frecuentemente con enfoque sectoriales muchos de estos grandes problemas no han podido ser enfrentados efectivamente, y por el contrario sentimos que se nos escapan de las manos, poniendo en cuestión la viabilidad de un desarrollo sostenible. El hecho que ocasionalmente se conformen comisiones intersectoriales no lugar traducirse en acciones efectivas si es que se está entendiendo de una comisión intersectorial es la suma de partes. Los cambios más profundos tienen que ver con una profunda revisión epistemológica que conlleva a cuestionar la forma cómo hemos venido produciendo conocimientos.
Aunque nos encantan los paisajes de bosques prístinos o nos subyuga la visión de una operación forestal certificada, el bosque no solo se reduce a aspectos biofísicos. En el bosque también se encuentran aspectos que tienen que ver con el poder, las emociones, la economía, las historias, las leyendas, los mitos, lo sagrado, la evolución. Hay una realidad totalizadora por lo que su gestión también requiere que sea totalizadora.
Es más, los bosques, en los que también se encuentran las aguas, las nubes y los mitos, forma parte de un sistema mayor que es el territorio, el mismo que es mucho más grande y en el que es posible encontrar materiales, energía, vectores, flujos de información. Es decir, todo un contexto de realidad totalizadora. Así cada sistema está inscrito en otro sistema hasta llegar a nivel del cosmos. Estamos profundamente interconectados en el tiempo y en el espacio.
A partir de este reconocimiento de realidades totalizadoras profundamente interconectadas se requiere avanzar hacia la implementación de enfoques interdisciplinarios y transdisciplinarios. No es posible ni deseable que nos quedemos en el campo limitado de los enfoques disciplinarios. Ello implica incorporar la ética y los valores en el quehacer institucional y profesional, implica derribar los muros de aislamiento, los alambrados de la inseguridad y el temor a los cambios. Significa no solo predisponerse a sumar sino a integrar, a dejarse permear y permear las otras realidades disciplinarias. Y no es que se desestime las especialidades disciplinarios sino que se resignifiquen para contribuir colaborativamente en la generación de nuevos marcos teóricos, metodológicos y de gestión.
Alguna vez un gran amigo mío habló de “la necesidad de deforestalizar la forestería”. Lo que él nos estaba tratando de decir es que para ser mejores forestales no basta pensar y actuar como forestal de siempre, lo que nos estaba diciendo era que existe la necesidad que los forestales sepan interactuar positiva y productivamente con otras disciplinas.
Bienvenida la filosofía, la ética, la psicología, la sociología, la antropología y la poesía, entre otras manifestaciones del conocimiento, para lograr ser más efectivos en la lucha contra la deforestación, pero sobre todo, para ser más efectivos en nuestros aportes al desarrollo sostenible.
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