Camerún/19 de Junio de 2017/ El Mercurio
“Fue una experiencia dolorosa pero tuve que soportarla”
Hilary Ewang Ngide es un estudiante de 31 años de edad que prepara su doctorado en la Universidad de Buea y es el director del Centro para la Regeneración y Desarrollo Comunitario (CCREAD, por sus siglas en inglés), un programa de la EDS de la UNESCO, en Camerún.
Hilary nació en 1986, en Ekanjoh-Bajoh, una aldea de la gran extensión de selva tropical del sudoeste de Camerún. Los padres de Hilary eran pobres, “muy pobres”, añade. Trabajó con ellos en la granja. Durante la cosecha, llevaba sobre su cabeza la carga de plátanos o de cocoñame, y así recorría descalzo 20 kilómetros hasta el mercado de Bangem, el pueblo más cercano. “Recorría todo el camino descalzo por senderos forestales hasta Bangem”, afirmó. “Era la única manera de ganar algo de dinero para que mis padres pudieran comprar los materiales escolares básicos y pagar mi escolarización. Sólo pude tener mi primer par de zapatos de cuero cuando comencé la escuela secundaria.”Hoy día, las dificultades a las que Hilary tuvo que hacer frente durante una infancia de esfuerzos lo acercan a los jóvenes que sufren situaciones de sufrimiento similares en sus vidas. Hilary utiliza la Educación para el Desarrollo Sostenible (EDS) para dotar de capacidades, concentración y esperanza a los jóvenes social y económicamente desfavorecidos de su país.
Una ayuda para mejorar las condiciones de vida de su comunidad
Hilary comenzó a desempeñar el papel de agente del cambio cuando empezó a trabajar como voluntario en el ámbito de la higiene y la sanidad en su comunidad. En la universidad, trabajó como voluntario para algunas organizaciones no gubernamentales. En 2004, impulsado por sus propias experiencias, Hilary decidió crear – CCREAD –, su propia plataforma, mediante la cual ayuda a mejorar las condiciones de vida de los más desfavorecidos, “marginados” y vulnerables. Alentado por este deseo, elaboró un contenido integral para el programa de EDS en Camerún. En dicho programa figuran la EDS en los ámbitos escolar y comunitario; la educación sexual y la planificación familiar; la educación ambiental; la adaptación al cambio climático y la resiliencia; el espíritu empresarial; el liderazgo y la gobernanza idónea, así como la formación en materia de agricultura sostenible. “Mediante este programa integral, queremos sensibilizar a la mayor cantidad posible de personas y de sectores, así como dar oportunidades a todos los jóvenes en cualquier ámbito de la vida”, afirmó Hilary.
Hasta el momento, el éxito del programa, que incluye a 39.000 estudiantes en 147 escuelas, 260 docentes y administradores y 3.640 familias, es admirable. Hilary revela que lograr una proeza similar con tan pocos recursos parece algo mágico:
“Como organización, la implementación de los proyectos no depende del todo de la financiación. Damos prioridad a la energía que emana de los grupos que se benefician de nuestra acción para proporcionar cambios independientemente de la ayuda exterior. La organización desempeña más bien el papel de facilitador del proceso de empoderamiento de los jóvenes. En este sentido, nuestros agentes principales son los grupos locales de jóvenes, la administración municipal, los jefes tradicionales de las aldeas, las organizaciones de asociados locales y de asociados internacionales que proveen la ayuda básica necesaria para fomentar y consolidar nuestras acciones”.
El enfoque consistente en colocar a los jóvenes como agentes principales del proceso de su propio cambio ha “regenerado” y transformado de manera profunda y duradera la vida de muchas personas.
Una formación que cambia la vida de los beneficiarios
La historia de una pareja que ha sacado provecho del programa de EDS en Camerún da fe del poder de transformación de éste. Njoh Ivy Grace, de 28 años de edad, es titular de un máster en Relaciones internacionales de la Universidad de Seúl, en la República de Corea, y su esposo, Njoh Njih Keka, de 31 años de edad, de un máster en Administración pública de la Universidad de Buea, en Camerún. Según los estándares locales, se considera que ambos han triunfado en sus estudios y podrían trabajar para el gobierno, en Yaoundé, la capital. No obstante, se convirtieron en agricultores, exactamente horticultores, para superar el reto del desempleo que afecta al 63% de los graduados universitarios del país.
Ivy Grace fue la primera persona en recibir respaldo del programa de EDS. “Al terminar mis estudios universitarios me encontraba sin empleo, y mi determinación, autoestima y dignidad se hallaban minadas,” afirmó. “Me enteré de la existencia de la CCREAD y decidí asistir a unos talleres de formación en materia de EDS sobre prácticas de agricultura sostenible”. Su esposo Keka, también desempleado, no estaba convencido todavía, pero a él siempre le había gustado la agricultura. Al terminar los talleres de capacitación y las conferencias, Ivy Grace le explicó en qué consistían y él se interesó inmediatamente. La pareja ha optado por la agricultura orgánica.
Keka comenzó a pensar y a soñar en grande en lo relativo a su nueva empresa de agricultura orgánica con propósitos comerciales. “La CCREAD nos proporcionó los conocimientos prácticos mediante la formación y brindó también los implementos agrícolas y las semillas”, afirmó. La pareja comenzó por la siembra de tomates. El ingreso de las ventas les proporciona lo básico para vivir, pero desean desarrollarse y comprometerse en una producción ecológica de granos de soya, maíz y pimienta a mayor escala. “Queremos crear una empresa de agricultura ecológica y sostenible para dar empleo a otras personas y contribuir al desarrollo de nuestra sociedad: sólo necesitamos la tierra”, dice radiante de esperanza.
Mediante esta experiencia Ivy Grace, quien pensó en un momento en la posibilidad de abandonar el país, recibió una lección duradera. “Gracias a Dios, el programa de EDS nos hizo comprender que la respuesta al desempleo no consiste en irse a Europa o a América del Norte en búsqueda de una vida mejor, como hacen muchos jóvenes africanos hoy día a expensas de perecer, en ocasiones, en el camino”, afirmó Ivy Grace. Como pareja, los Njohs se encuentran establecidos ahora bajo la sólida protección de su granja en Ekona, un pequeño pueblo al pie de la ladera oriental del Monte Camerún.
Hilary se regocija cuando ve a Keka y a Ivy Grace, antes titulares sin empleo, cosechando felices los tomates que venderán en el mercado. Se permite filosofar sobre una verdad eterna: “Cuando usted es parte del éxito de otra persona, saca de ello gran alegría, una alegría profunda y verdadera”. Hilary es uno de los galardonados del Premio UNESCO-Japón de Educación para el Desarrollo Sostenible.
La Educación para el Desarrollo Sostenible (EDS) empodera a las personas con miras a que cambien su manera de pensar y trabajen por un futuro sostenible. La UNESCO tiene como objetivo mejorar el acceso a una educación de calidad en aras del desarrollo sostenible a todos los niveles y en todos los entornos sociales.