La reputada primatóloga y etóloga británica reflexiona a sus 90 años sobre la fuerza de la empatía y hace un llamado a los tomadores de decisiones: “Espero que la COP 16 no sea solo hablar y hablar”
Tenía cuatro años cuando llegó de vacaciones con su madre a una granja. Era una gran finca donde vivían vacas, cerdos y caballos, todos juntos. Entonces, una pequeña Jane Goodall (Londres, 90), se obsesionó en averiguar cómo era posible que un huevo saliera de una gallina, así que se escondió en uno de los seis gallineros de la casa y esperó. Aguantó de cuclillas cuatro horas hasta que vio a la ave marrón levantar levemente las alas y dejar caer un huevo blanco sobre la paja. Ese fue, según la etóloga, el nacimiento de una pequeña científica. La paciencia y la curiosidad que acompañaron a esa menuda niña británica siguen dándole la mano a la primatóloga más reconocida del mundo a sus 90 años. Ahora, empecinada en “tocar los corazones” de quienes la escuchan, defiende el activismo ambiental con dos armas únicas: la empatía y una fuente desbordante de esperanza. “Hay aún margen de acción”, dice a EL PAÍS durante su visita a Medellín, Colombia. “Tenemos cuatro motores: el intelecto de los humanos, la resiliencia de la naturaleza, la gente joven y el espíritu indomable”.
Con menos de 30 años ya había sacudido los conceptos básicos de la ciencia, al demostrar lo parecidos que somos con los chimpancés, con los que hoy sabemos que nos une el 98,7% del ADN. Además de revolucionar la definición de ‘ser humano’ al descubrir que los primates también eran capaces de construir herramientas (y no sólo nosotros, como se creía), demostró que compartíamos emociones como la tristeza, la empatía y hasta sentido del humor. “Si los primates tuvieran un lenguaje, también nos asombraríamos con lo similar que sería al nuestro”, cuenta este jueves la mensajera de la paz para la ONU en el conversatorio ‘Razones para la esperanza’, organizado por la Caja de compensación de Antioquia (Comfama) y Elemental.
Sube al escenario con el famoso Señor H., un mono de peluche del que no se separa, y una copa de whisky. No deja que nadie la ayude con las escaleras, pero sonríe amablemente a quien lo intenta. Se sienta en silencio envuelta en un chal de colibríes que tiene hace años -no compra ropa hace dos décadas- y cuenta decenas de recuerdos con la misma pasión y ternura con la que las contó por primera vez. Dice que si cierra los ojos puede volver a vivir sus recuerdos. Regresa al coraje de su madre, con quien entró a las selvas tanzanas hace siete décadas porque no le permitían estar sola; a la primera vez que Barbagris se sentó a su lado y le mostró cómo le daba forma a un artilugio para comer termitas; o a cuando los profesores del doctorado que cursó sin ningún estudio previo le dijeron que lo había hecho todo mal. “Me decían que no podía hablar de emociones de los chimpancés, ni ponerles nombres, ni decir que tenían gestos altruistas o personalidad”, cuenta la ganadora del galardón Templeton. “Pero tuve un profesor antes que ellos que demostró que lo que decían era una absoluta tontería. Ese profesor era mi perro Rusty”.
Es difícil no hacerse la pregunta de cómo esta mujer que lleva años hablando de lo mismo -está de gira mundial 300 días al año- y usando las mismas anécdotas sea capaz de agotar las entradas de este Teatro Metropolitano de Medellín en 12 minutos. Unos segundos de charla son suficientes para entenderlo. Sus palabras son un bálsamo ante un discurso ambientalista a veces catastrofista y abrumador. “Defender el medio ambiente con rabia es contraproducente”. Y ahí es cuando Goodall vuelve a ponerlo todo patas arriba: “Hay que encontrar la historia que pueda tocarle el corazón al que no piensa como nosotros”.
Pregunta. Usted ha dicho que los animales van a terminar reclamando el territorio que les hemos robado. ¿Cómo cree que lo harán?
Respuesta. No pueden hacerlo sin nuestra ayuda. Estamos construyendo maquinaria que está destrozando la naturaleza. ¡Y eso que somos los que tenemos intelecto! Ellos no pueden hacer nada al respecto, solo tratarán de volver si colaboramos. Y vamos a estar fastidiados si no entendemos que destruir la biodiversidad y el cambio climático van de la mano y hacemos algo por evitarlo. Pero hay muchas comunidades en muchos países que saben la importancia de vivir en armonía y con la naturaleza y no son necesariamente parte del sistema educativo. Eso es lo que tiene que cambiar. La gente tiene que entender lo que estamos viviendo genuinamente y después empezarán a cambiar. Mientras a más personas les importe el futuro, más podemos garantizarlo.
P. Hay una gran parte del activismo ambiental que está profundamente enfadado. ¿Es el enfado efectivo?
R. No. Defender el medio ambiente con rabia es contraproducente. Conozco a activistas que van detrás de los empresarios o los políticos, les apuntan con el dedo y están enfadados y les dicen que tienen que cambiar porque son malos. Lo único que vas a conseguir así es que te ataquen de vuelta o que no te escuchen. Antes que atacarlos intelectualmente, es mejor intentar llegar al corazón. ¿Cómo se hace? Descubrir cómo es esa persona hasta encontrar la historia que pueda tocarle el corazón. Y tal vez en ese momento ni te enteras de que algo le cambiaste por dentro. Pero pasará.
P. ¿Está formándose una nueva generación política preocupada con la ecología?
R. Sí, absolutamente. Conocemos a muchas personas en puestos de poder que empezaron en nuestro programa de Roots and Shoots [el programa educativo de la activista presente en 70 países], en 1991. Pero tenemos un gran reto en hacer llegar este tipo de conocimiento donde hay dictaduras o Gobiernos que no quieren esta información. Es un gran desafío. Y no soy la persona que tiene que resolver esos problemas.
P. Hay estudios que hablan de la importancia de la amistad entre chimpancés machos para su reproducción. Nosotros, los humanos, ¿somos también más fuertes juntos?
R. Para mí, el chimpancé macho está inmiscuido en una fuerte competencia por la dominación y tiene tres estrategias para lograrlo. La primera es a través de la fuerza brutal. Esos machos llegan arriba pero no duran mucho ahí, porque consiguen que todos se vuelvan en su contra. Segundo, usando el intelecto. Un buen ejemplo es como cuando vi que un macho sólo se atrevería a atacar a uno superior en la jerarquía si está ahí su hermano para protegerlo. Y la tercera es la perseverancia. Vas y lo intentas una y otra y otra vez. Hasta que los demás se cansan y dicen: ¡ya no puedo más! Y te dejan ascender. Y eso puede ser algo interesante para los humanos que quieran llegar a la cima: hay que usar el intelecto, ser perseverante y no ser agresivo.
R. Espero que la COP 16 no sea solo hablar y hablar. Y que los políticos lleguen a la conclusión de que la afectación a la biodiversidad y el cambio climático tiene que parar. Esto tienen que entenderlo las personas en el poder. Y también que aún tenemos un espacio de tiempo para trabajar juntos. Primero, para que las personas tengamos una vida decente, para que los nietos y bisnietos tengan una oportunidad de vivir. Y segundo para darle espacio a la naturaleza a sobrevivir.
P. Después de su trayectoria, ¿qué le sigue sorprendiendo hoy en día?
R. Lo estúpidas que son algunas personas. (Risas).
P. Hasta que usted llegó a la ciencia, se decía que para ser un buen científico había que ser objetivo. ¿En qué medida influyó la frialdad de la ciencia en nuestra capacidad para empatizar?
R. Es que así era antes. Ahora ya hay cada vez más científicos que entienden que necesitamos estudiar la empatía y las emociones. Antes solo se estudiaban especies, no individuos. Y había que cambiar esa forma de hacer ciencia. Hasta que no lo entendimos no nos dimos cuenta de que los individuos son capaces de cambiar comunidades. Y pasa lo mismo con los humanos. Un ejemplo son las guerras; son individuos los que hacen que sucedan. Pasó con Hitler y Stalin y ahora con Netanyahu y Putin.
Ekaitz Cancela Rodríguez (Gurutzeta, 1993) es un periodista y escritor que lleva una década investigando la intersección de las tecnologías y el capitalismo, así como sus expresiones culturales. Trabaja como editor en la plataforma de curación de contenido The Syllabus. También ha contribuido a fundar Radical Books, la cooperativa que edita Verso Libros y Manifest llibres. Publica sus artículos en El salto y milita en el nodo vasco Hordago. Está terminando un doctorado sobre la transformación del Estado en la era digital en la unidad de tecnopolítica del grupo CNSC del IN3 de la UOC. Entre sus libros: Despertar del sueño tecnológico (Akal, 2019), El TTIP y sus efectos colaterales (Planeta, 2015) y Utopías digitales. Imaginar el fin del capitalismo (Verso, 2023). En este último ensayo, que presentará esta primavera en Argentina, Chile, Uruguay y México, centramos una buena parte de esta conversación.
Salvador López Arnal.- Tal vez esté equivocado pero el título de tu ensayo, mi más sincera enhorabuena por él, podría haber sido también: “Nueva vindicación de las utopías emancipatorias (desde un ecosocialismo no utópico)”. ¿Ando muy errado?
Ekaitz Cancela Rodríguez.- Creo que atinas con que es una “vindicación”. En la Guerra Fría se instaló la utopía de que el mercado es algo así como el mecanismo fundamental de la modernidad, y que es necesario para que se produzca progreso de la sociedad y el avance civilizatorio. Además, como escribe Kevin B. Anderson en el prefacio a la edición española de Marx en los márgenes, algunas de las críticas al marxismo –y al propio Marx– que se desarrollaron durante dicho apogeo neoliberal siguen creando barreras en los sectores culturales que alejan a las nuevas generaciones del socialismo. Nuestra tarea intelectual es defender dichas ideas desde sus coordenadas renovadas, fijándonos en la contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas y la existencia humana en la tierra. La ecología, pero también el feminismo y otras luchas contemporáneas, sintetizan bien esa idea de emancipación. Exigirlo es garantizar el derecho a elegir el querer ser de esas generaciones, es decir, sus utopías y futuros.
Salvador López Arnal.- Defines así la utopía en las primeras líneas del ensayo: “Entiendo las utopías como la acción entusiasta, racional e imaginativa de evaluar las expectativas de futuro posibles; como el motor para una acción revolucionaria que trate de provocar una ruptura en el sistema de poder dominante.” Dos preguntas en una: ¿qué son entonces las utopías digitales? ¿A qué llamas “acción revolucionaria”?
Ekaitz Cancela Rodríguez.- Las tecnologías digitales serían la forma de que esa utopía ecosocialista consiguiera estabilizarse como mecanismo de coordinación social alternativo; la acción revolucionaria, aunque el objeto de este ensayo no sea describirla, es la ruptura, las rupturas más bien, en el orden actual de las cosas para alcanzar la transformación del sistema en detrimento de la conservación de este presente catastrófico. Sin emociones no existe cambio posible, necesitamos creer que dicha ruptura es una opción, que existe alternativa. Las tecnologías nos permiten visualizar cada detalle del mundo que erijamos sobre las ruinas del capital antes de crearlo, pero también nos permiten gestionarlo. Las utopías existen gracias a la técnica. Y viceversa.
«Sin emociones no existe cambio posible, necesitamos creer que dicha ruptura es una opción, que existe alternativa»
Salvador López Arnal.-Se ha dicho muchas veces en estos últimos años que es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo. En cambio, el subtítulo de tu ensayo habla precisamente de “Imaginar el fin del capitalismo”. ¿Podemos imaginar de verdad, racionalmente como tú dices, el fin del capitalismo? ¿Nos podemos imaginar “mundos nuevos” que sean consistentes y alcanzables? ¿Quién o quiénes pueden ser capaces de hacerlo?
Ekaitz Cancela Rodríguez.- Siguiendo la explicación anterior, la imaginación sería la fuente cognoscitiva de toda acción revolucionaria. Es la materia del pensamiento revolucionario, esa utopía que nos permita trascender a la forma mercantil. En el libro argumento que cualquier persona es capaz de hacerlo y que de hecho lo hace con cada una de sus actividades diarias. Es evidente que existen relaciones de clase, género y raza que en muchos casos lo impiden, y el proyecto neoliberal (patriarcal, racista y clasista) se encarga de consolidarlas, pero cuando imaginamos también ponemos en funcionamiento nuestra creatividad e ingenio para pensar en cómo hacer las cosas de otra manera. Ocurre con muchas de nuestras acciones rutinarias. El problema es que la única infraestructura moderna, el mercado, está diseñada para que solo unos pocos puedan conseguir resultados (llámalo rentabilidad) con esas innovaciones. El socialismo debe utilizar las tecnologías para desbloquear la creatividad humana del yugo capitalista y colectivizar dicha creatividad. Si el mercado infradesarrolla nuestras capacidades humanas, la agenda socialista debe pasar por el florecimiento humano. Ese es el mayor deseo de nuestra generación. Por eso sufrimos tanto cuando se nos niega.
Salvador López Arnal.- Hablas de la muerte del progreso que, en tu opinión, es barbarie y destrucción. ¿No es también muchas otras cosas? ¿La emancipación social debe ser antiprogresista en su opinión o no será?
Ekaitz Cancela Rodríguez.- Creo que declararse antiprogresista, criminalizar ese término, es una de las tantas formas en que la izquierda asume la hegemonía neoliberal, así como su campaña de desprestigio contra las posiciones emancipadoras. El proyecto neoliberal, al ser un proyecto civilizatorio, trata de generar un cambio en las formas de vida para que cada pueblo del mundo interiorice las lógicas del mercado globalizado, se presenta como la única ruta posible hacia la industrialización de las comunidades locales. A eso le llaman progreso, algo con lo que no estoy en absoluto de acuerdo. Es más bien una “farsa progresista”, como explicaba Evgeny Morozov en una charla reciente. Desde la izquierda, no podemos asumir su visión del progreso como la única existente para rechazarla después, pues, de esa forma, consolidamos la hegemonía cultural conservadora y rechazamos que pueda existir una agenda verdaderamente progresista.
Salvador López Arnal.- Usas en varias ocasiones el término comunismo. ¿Qué es el comunismo para ti?
Ekaitz Cancela Rodríguez.- Reformulando las palabras de Morozov, el comunismo sería crear instituciones sociales, culturales y políticas que maximizaran la capacidad creativa de los individuos y de los colectivos para después colectivizarla con el objetivo de coordinarnos de manera distinta a la ley del valor. Ello debería servir para acabar con las jerarquías de clase, género y raza, con la explotación y la expropiación capitalista, con las tradiciones burguesas, pero no solo. Al abolir la diferencia entre el mercado y la planificación central, fuente del callejón sin salida en el que ha entrado el progresismo, se pueden reformular nuevas instituciones para la clase obrera. En los dos últimos siglos, hemos visto cómo han surgido sindicatos, partidos de masas, e incluso librerías, universidades e incluso Estados de bienestar. El comunismo sería utilizar esas infraestructuras en los márgenes, que son a su vez sociales y culturales, para planificar la esfera de la libertad, reconocernos como sujetos inacabados (¡al igual que la modernidad!) que, de manera colectiva, pueden avanzar, lograr cosas que antes no existían y sacar lo máximo de sí mismos para un proyecto colectivo.
Salvador López Arnal.- Te cito: “Pero, pese a todo el esfuerzo de la nueva industria cultural estadounidense, la siguiente certeza sigue siendo válida: sin la existencia de revoluciones en China, o en la antigua Unión Soviética, sin aquellos experimentos acaecidos en el Sur global durante el pasado siglo para escapar de la dependencia tecnológica respecto a Estados Unidos y otras tantas revoluciones epistémicas, la tolerancia al capitalismo sería mucho más elevada”. ¿Más aún? ¿No hemos dicho muchas veces que la revolución soviética finalizó, desde los años 30 o incluso antes, en un desastre sin paliativos?
Ekaitz Cancela Rodríguez.- Creo en la experimentación permanente, no somos sujetos con un destino prefijado de antemano, y confío en que cualquier utopía comunista renovada tenga como objetivo garantizar el derecho a cambiar y a ser flexible, a descubrir nuestro camino de manera colectiva mediante la construcción de conocimiento e iniciativas autónomas. En eso se basa la filosofía detrás del software libre, por ejemplo. En la posibilidad de que si alguien detecta algo erróneo, o simplemente mejorable, ese arreglo pueda extenderse y estar disponible para todo el cuerpo social. Ello es aún más notorio ahora, con las posibilidades de las redes neuronales detrás de la inteligencia artificial. Bien entendida, esta tecnología sería una institución para acompañar nuestra creatividad, ayudarnos a crear sentidos y visiones nuevas sobre el mundo que luego debatamos democrática. Redistribuir el poder político, y no solo el poder económico. Eso es algo que el aparato comunista soviético nunca consiguió.
Salvador López Arnal.- Por cierto, cuando hablas de revoluciones epistémicas, ¿a qué te refieres? ¿Qué son esas epistemologías basadas en la expropiación y el robo de conocimientos? ¿Estás hablando de la tecnociencia contemporánea?
Ekaitz Cancela Rodríguez.- En algún momento, la enseñanza y apropiación de los principios básicos de la cibernética se debilitó en favor de las tecnologías autónomas vinculadas a esta. La teoría básica se limitó en la práctica social o se eliminó de los sistemas de enseñanza, y se enfatizó más en lo instrumental, en la solución de problemas, en buena medida orientados a casuísticas militares o comerciales. Tras casi un siglo de inversión procedente del complejo industrial-militar estadounidense, hemos terminado con una serie de conocimientos sobre las tecnologías que nos condicionan a la hora entender e interpretar el mundo en el presente. Esta epistemología entiende que la mayor innovación de nuestra época, la muestra definitiva del progreso hacia lo más excelso, de la culminación de la civilización moderna, son las tecnologías privadas desarrolladas por una serie de empresas situadas en Silicon Valley, en buena medida, gracias al dinero que históricamente invirtió el Ejército, o al capital de los fondos de inversión que sostienen sus enormes gastos (cerca de los 100 billones al año) en investigación y desarrollo.
Salvador López Arnal.- ¿Qué es el Homo Davos? ¿Un homo faber digitalizado?
Ekaitz Cancela Rodríguez.-Homo Davos es el sujeto neoliberal por antonomasia: un productor explotado de manera perfecta que gasta hasta el último céntimo ganado con su trabajo en el consumo pasivo de tecnologías digitales privadas. Es, también, y en el caso de la burguesía, la única figura que puede innovar y emprender, pues lo hace a costa de la creatividad del resto. Un “homo faber digitalizado”, diría Marx sobre el animal que hace herramientas, es un ser humano que evoluciona transformando esa realidad gracias a su capacidad creadora. Ahí es, en palabra tanto de Bergson como Einstein, donde la inteligencia artificial entraría en escena, a saber, una institución apoyada sobre tecnologías inteligentes diseñada para ayudar al ser humano en su proceso de diseñar nuevas herramientas, y de modificarlas de modo ilimitado, para servir a la voluntad popular. Una máquina que hace máquinas para extender la inteligencia humana, no lo que una serie de parámetros cruzados de manera aleatoria dicen que es conocimiento o inteligencia.
Salvador López Arnal.- Señalas que la única forma de emancipación de la historia es mirar el porvenir de manera optimista y racional. ¿Qué significa aquí racional? ¿Se puede ser optimista si uno no se engaña y piensa, por ejemplo, en el genocidio de Gaza?
Ekaitz Cancela Rodríguez.- Decía Dickens en la época victoriana que aquel era el mejor de los tiempos y al mismo tiempo el peor de los tiempos. La formulación actual sería que estamos jodidos, pero también es cierto que podríamos estarlo más aún si, por ejemplo, Irán hubiera entrado al conflicto con su armamento nuclear. Con ello quiere decir que en las sociedades capitalistas, por su naturaleza, se sientan las bases de su propia destrucción. Analizar de manera racional y calculada estas contradicciones, por ejemplo, geopolíticas, para avanzar la lucha del pueblo palestino, es un movimiento necesario en la lucha de clases a escala mundial. Eso siempre ha sido. Luego puedes mirar el panorama de manera más o menos positiva. Pero creo que a mi generación no le queda otra que ser optimista, harto revolucionaria, pero optimista. El capitalismo no morirá de muerte natural, decía Benjamin. Nosotros tampoco lo haremos si permitimos que este sistema se siga desarrollando.
Salvador López Arnal.- Si queremos avanzar en la emancipación humana, ¿debemos ser tecnofóbicos? ¿La todopoderosa tecnología digital en manos capitalistas es embrutecedora y opresora?
Ekaitz Cancela Rodríguez.- Es la misma tecnología que garantiza la estabilidad de la burguesía, aquella que puede ponerle fin. No es buena ni mala, sino resultado de la lucha de clases. Las posiciones tecnofóbicas, o luditas, son poco útiles porque se quedan solo en la primera parte del análisis. Nunca se plantean cómo utilizarla de manera alternativa. Es como decir que una tecnología aplicada al ámbito sanitario para predecir las enfermedades no debería desarrollarse porque Google podría utilizarla para traficar con nuestros datos y cobrarnos por ello. Bueno, pues tendrás que luchar para que se la quede un hospital público. Por esa regla de tres, deberíamos hacer explotar las vías de trenes por haber facilitado la revolución industrial. Además, ¿vamos a rechazar las mejoras que han traído los calendarios, las salas de reuniones y las carpetas compartidas en internet porque sean propiedad de Google? Facilitan la gestión de la complejidad humana de manera similar a un semáforo, pero de manera mucho más sofisticada. Hemos de apropiarnos de estas plataformas que facilitan tipos de coordinación no económicas, sino basadas sobre la comunicación, el lenguaje y otro tipo de señales de no mercado. Es la única alternativa.
Salvador López Arnal.- Escribes con manifiesta alarma social: “El 80% de la inversión en la renovación de cables submarinos ocurrida durante los últimos años proviene de tan sólo dos gigantes tecnológicos de Estados Unidos, Google y Facebook”. ¿Qué peligros ves en este duopolio tecnológico?
Ekaitz Cancela Rodríguez.- Según las proyecciones para 2024, Google, Microsoft, Facebook y Amazon tendrán participación colectiva en la propiedad de más de 30 cables submarinos de larga distancia (cada uno, de hasta miles de millas de largo) en todos los continentes del mundo, a excepción de la Antártida. Hace tan solo una década, estas empresas participaban en uno solo de esos cables: Unity, de Google, que unía a Japón con Estados Unidos. La navegación y el ferrocarril, bases del progreso industrial que facilitaron la creación del mercado y el comercio mundial, se asienta ahora sobre cables submarinos. Si no recuperamos el control de estas infraestructuras digitales, de la base material, si no las nacionalizamos, Google y Facebook harán posible el nuevo proyecto imperialista de Estados Unidos. Al igual que antaño lo fueron la Submarine Telegraph Co. o la Compañía Británica de las Indias Orientales con las redes telegráficas.
Salvador López Arnal.- Te vuelvo a citar: “Contra los delirios de la globalización neoliberal, parece más acorde con las necesidades humanas diseñar formas más lentas o sociales de inteligencia, es decir, formas de pensar en las tecnologías no orientadas al lucro”. ¿Está a nuestro alcance un programa así? ¿Una idea regulativa más bien?
Ekaitz Cancela Rodríguez.- Las redes de telecomunicaciones que conocemos en la actualidad comenzaron a erigirse en los ochenta para que las empresas estadounidenses, particularmente aquellas situadas en Wall Street y Hollywood, pudieran llegar a más parte del mundo, y más rápido, para seguir creando beneficios. La globalización, así entendida, convirtió nuestras vidas en un frenesí, las sometió a la circulación de mercancías culturales y al dinero. Si llegamos al presente, con las redes sociales y otras plataformas, no es solo que hayan provocado el endeudamiento y la miseria de amplias capas de la sociedad, sino que además han servido, como en el caso de las fake news, para manufacturar la desinformación y la estupidez. Contra el régimen de verdad del neoliberalismo, negacionista en grado máximo, necesitamos infraestructuras tecnológicas que permitan ritmos más lentos, como los de las bibliotecas o filmotecas. Nuestra inteligencia humana debería apoyarse sobre esas u otras tantas instituciones culturales para florecer, orientarse en el siglo XXI y encontrar así las soluciones a los problemas que nos definen como sociedad, a saber, el calentamiento global o la desigualdad.
Salvador López Arnal.- ¿Por qué son tan importantes los Centros de Procedimiento de Datos? ¿Cuáles son sus “externalidades” más negativas? ¿Por qué hay que desfinanciarlos?
Ekaitz Cancela Rodríguez.- Siguiendo la explicación anterior sobre la interconexión entre las finanzas y la tecnologías, casi siempre dejada de lado en nuestros debates públicos, diría que el gran desarrollo de los centros de datos tuvo lugar en los ochenta debido a las enormes necesidades de llevar a cabo cálculos que tenía Wall Street. Los derivados financieras, una de las causas principales de la crisis de 2008, solo fueron posibles gracias a semejante capacidad de modelación matemática. En la actualidad, estas infraestructuras facilitan que las tecnologías expandan los mercados hacia cada espacio del cuerpo social. Hacen posible que la vida sea un servicio privado. En un momento de guerra, donde la ciberseguridad, los servicios en la nube y de inteligencia artificial es cada vez mayor, la gran cantidad de centros de datos que están emergiendo en España de la mano de Silicon Valley hace que podamos pensar en ellos, también, como una especie de poder blando de las bases militares. Son la forma en que se representa el imperialismo estadounidense. Tenemos que detenerlo.
Salvador López Arnal.- ¿A qué llama tromboembolia globalista?
Ekaitz Cancela Rodríguez.- En el libro me refiero a ella como la ausencia de chips de última generación, generalmente, de 5 nanómetros (a escala, un cabello humano tiene entre 80.000 y 100.000 nanómetros de ancho). La crisis de desabastecimiento de estos materiales ha dado un vuelco a la economía capitalista, especialmente en su puntal europeo, Alemania, donde puso de manifiesto la debilidad que sufre en las cadenas de producción global y los problemas industriales que sufre (recordemos que es el líder en exportaciones de Europa). Ello ha tenido dos consecuencias interesantes. De un lado, los consumidores, tras un siglo expuestos a dosis elevadas de marketing corporativo, interiorizaron que la globalización –y su promesa de proveer constantemente productos de tecnología avanzados– ha entrado en un agujero negro del que es posible que no salga. El riesgo de una embolia debido a la escasez también ha puesto sobre la mesa que la idea de los mercados libres propias del globalismo es una farsa: hay dos grandes países, Estados Unidos y China, movilizando todo su poder político para ganar esta batalla tecnológica. El único actor geopolítico que parece no haberlo entendido es Europa, a su vez la gran perjudicada de este conflicto.
Salvador López Arnal.- Te cito de nuevo: “Cualquier futuro alternativo deberá lidiar con el diseño de programas de ordenador y aplicaciones digitales dedicados a imaginar soluciones a los problemas contemporáneos, al igual que en una ocasión pareció vislumbrarse en la RDA”. No es frecuente a día de hoy leer elogios de la antigua República Democrática Alemana. ¿Nos puede resumir brevemente alguna de sus aportaciones?
Ekaitz Cancela Rodríguez.- En la RDA se normalizaron las inversiones en lo que algunos historiadores denominan la «digitalización comunista», priorizando el consumo orientado a los usuarios finales en detrimento del aprovechamiento industrial. Si bien existían enormes críticas sobre el uso de las técnicas de vigilancia, la computación fue puesta a disposición del resto de la sociedad mediante ordenadores y programas informáticos, orientados a juegos como el ajedrez, que trataban de enseñar a la gente normal la importancia de la solución de problemas en su día a día. Incluso pasaron a formar parte de la red bancaria, iniciando los primeros experimentos sobre cómo aplicar el reconocimiento de caracteres para hacer más eficiente la asignación de créditos. Pero lo más importante: no solo importaron la maquinaria, sino que la reformularon ideológicamente basándose en la noción del ordenador como herramienta universal y la adaptaron a las necesidades locales del país. En el terreno de la salud se introdujo un aspecto importante para repensar los mecanismos de control y ejercicio del poder popular en cualquier Estado del bienestar futuro: procesos de grabación de datos en los complejos sistemas gubernamentales utilizados para el procesamiento de imágenes mediante sistemas de soporte experto automatizado y bases de datos que facilitaran la buena provisión del servicio público También hubo grandes hallazgos científicos pioneros en la época: a través del programa HEUREKA, Alemania del Este impulsaba “la creatividad asistida por ordenadores” en la actividad de los ingenieros que se encargaban del diseño. Estas cuestiones son especialmente importantes en el contexto del programa que la RDA introduciría en 1988 para simular el proceso de pensamiento creativo, pues abarcaba todo el proceso de resolución de problemas colectivos, desde el análisis del problema hasta la selección e implementación de la solución, incluyendo técnicas y metodología para interactuar con grupos de trabajo en distintas disciplinas. También, y entre otras muchas iniciativas, se dieron experimentos alternativos a Google a la hora de organizar el conocimiento, como un sistema estatal de librerías con un catálogo automático para categorizar los volúmenes.
Salvador López Arnal.- Señalas que algún día será necesario decidir sobre la potencia informática y computacional que necesita una sociedad organizada de manera distinta al mercado para después producir semiconductores en consecuencia. ¿Quiénes tendrán que tomar esas decisiones? ¿Es posible tomar esas decisiones tan complejas de forma democrática?
Ekaitz Cancela Rodríguez.-The Economist se quejaba de que «Alemania Oriental ha hecho de la microelectrónica la barricada revolucionaria de los ochenta». En efecto, había obreros jóvenes levantándola, en muchos casos atraídos por los buenos salarios y las nuevas urbanizaciones de la periferia. Esa es una decisión del Estado, que puede encontrar mecanismos de control democrático, por ejemplo, en la propiedad colectiva de las fábricas, a la hora de determinar las necesidades colectivas. Algunos experimentos en aquella dirección sucedieron en el Gobierno de Unidad Popular, cuando Allende nacionalizó la industria. Los trabajadores se involucraron en el diseño de tantas innovaciones que no existe siquiera registro. Eran prácticas, difícilmente escalables por las dificultades técnicas, que determinaban la dirección nacional. Ante esta complejidad, Stafford Beer, el cibernético británico que llegó a Chile, insistió en que eso era algo bueno, al menos mientras los ordenadores y las redes nos permitieran sobrevivir a sus efectos. Insisto: democracia es que esas herramientas estén en propiedad de los trabajadores, o de los movimientos sociales, o de los artistas, ciudadanos, en lugar de en propiedad de las grandes corporaciones de Silicon Valley.
Salvador López Arnal.- ¿Cuáles serían las principales características de lo que llamas ethos neoliberal? ¿Representa algo radicalmente nuevo en la ya larga historia de la cultura y valores del capitalismo como modo de producción y civilización?
Ekaitz Cancela Rodríguez.- El conjunto de rasgos y modos de comportamiento que conforman el carácter o la identidad del sujeto neoliberal se asiente sobre el descubrimiento de cosas nuevas, pero siempre a través del mercado. No es posible imaginar otros hábitos o formas de hacer comunidad y desarrollarse mediante asociaciones entre individuos. Todo lo que ocurre en el terreno de la cultura se desprecia, obligándola a funcionar a través de la comercialización. Ello deforma nuestra existencia de una manera tal que el proyecto civilizatorio, o evolutivo, implanta en nuestra psique la necesidad de adaptación, o supervivencia, bajo el capitalismo. Impone, así, un sistema de competencia aún más sofisticado, una guerra. Explota las inseguridades, miedos, ansiedades y otras emociones que determinan nuestra existencia bajo el capitalismo, bloqueando así cualquier otra forma de forjar nuestras identidades para organizar nuestra vida. Los discursos que desde la izquierda acusan a esas formas alternativas de pensar, como el feminismo, de no tener en cuenta la clase, no contribuyen nada a superarlo. Todo lo contrario.
Salvador López Arnal.- Sostienes que las redes sociales son incapaces de aprovechar el intelecto colectivo de manera verdaderamente productiva. ¿Qué sería aquí “verdaderamente productiva”? ¿Por qué no son capaces?
Ekaitz Cancela Rodríguez.- Es evidente que el mercado subdesarrollo nuestra capacidades creativas, el ingenio colectivo, aquello que es verdaderamente productivo porque está en los mimbres de lo que sería una imaginación fuera de las limitaciones impuestas por el capital capaz de imaginar una nueva base productiva que no solo garantizara la realización de nuestras necesidades sino que, además, fuera capaz de extraer todo el valor social que se encuentra en lo que realizamos en la esfera opuesta, la de las libertades, para superar, y lo reafirmo una vez más, la forma de pensar que nos impone el neoliberalismo. El ingenio colectivo no debe servir para alimentar máquinas tragaperras digitales, donde el dinero se intercambia por el scroll, la sucesión de me gustas, el consumo de series y canciones, de cuerpos y emociones, en parte debido a nuestra condición material, sino para crear formas de vida colectivas, donde se compartan los cuidados o la responsabilidad de cuidar del medioambiente, autoreproducirnos de manera sostenible. Encontrar las formas de hacerlo requiere de una inteligencia mucho mayor que fundar star-tup de mierda cuya única innovación es una tecnología más sofisticada en la explotación del proletariado. Al margen de ser injusto, el problema es que deja sin desarrollar toda nuestra potencia colectiva.
Salvador López Arnal.- Un apartado del cuarto capítulo del libro lleva por título: “Lenin en Beijing”. ¿Dónde ves a Lenin (estamos en el centenario de su fallecimiento) en la actual República Popular de China?
Ekaitz Cancela Rodríguez.- Hay quienes describen la cultura política del internet chino como un régimen ciber-leninista, una forma de organización política donde sus elementos constituyentes se movilizan eficazmente para el logro de los objetivos del sistema (armonía social y desarrollo económico), especialmente en un momento de crisis, depositando para ello la responsabilidad en la ciudadanía, los miembros del partido, las empresas comerciales, las organizaciones sociales y los funcionarios gubernamentales. En ese sentido han sido exitosos, consiguiendo desconectarse del imperio estadounidense y avanzando en su propio modelo, el cual, evidentemente, tiene muchos problemas en lo relativo a la democracia. Pero esta es una problemática mucho más profunda, que se remonta al carácter incompleto de la revolución china y rusa: consiguieron redistribuir los recursos económicos entre el proletariado, pero no el poder político. China es heredera de ello y, mientras deba sobrevivir en el sistema-mundo, será incapaz de moverse un ápice de esos límites.
Salvador López Arnal.- Entre otros pensadores, citas a filósofos ya fallecidos como Hans Jonas o Walter Benjamin. ¿Tienen algo que decirnos para nuestras problemáticas actuales?
Ekaitz Cancela Rodríguez.- Benjamin nos dice que la única experiencia de nuestra generación es que el capitalismo no morirá de muerte natural y Jonas sugiere que el cometido de la revolución debería ser garantizar el derecho de las próximas generaciones a escoger su futuro o, al menos, no ponerlo en riesgo. También ofrece argumentos demoledores en favor de la planificación de esos escenarios indicando que estas nuevas condiciones políticas exigen también una nueva perspectiva ética. En otras palabras, existiría el deber de visualizar cómo los actos humanos colectivos de hoy afectarán a la calidad de vida de quienes vivirán en el futuro. Eso no solo requiere una forma distinta de entender la intersección entre el metabolismo social y la naturaleza, sino una nueva concepción del tiempo histórico, como diría Benjamin, que haga saltar por los aires el pasado y abra el presente a la política radical. Otra lección relevante, presente en La obra de arte en su época de la reproductibilidad técnica, es aquella por la cual sería posible entender estas condiciones de posibilidad, esta ventana de apertura, en cómo se despliega la cultura, cuyas manifestaciones son mucho más claras que en los desarrollos económicos. Es decir, es posible contemplar la necesidad de una transformación sistémica mediada por la técnica en la superestructura antes que en la base.
Salvador López Arnal.-Hablas elogiosamente de las iniciativas del Grupo de Energía, Economía y Dinámica de Sistemas (GEEDS) de la Universidad de Valladolid. ¿Dónde reside el interés de esas iniciativas?
Ekaitz Cancela Rodríguez.- Habituados a llevar a cabo toda acción en base a un cálculo de posibilidades individuales centradas en la supervivencia, todo experimento alternativo puede parecernos aún incipiente o quizás utópico. Pero la realidad es que las universidades son hermosas máquinas de crear experimentos sobre mundos alternativos, solo que muchas veces no existen los mimbres institucionales para escalarlos o la precariedad corroa los Departamentos. El grupo que citas ha desarrollado MEDEAS-World, un modelo económico-energético-medioambiental agregado por regiones que abarca desde 1995 hasta 2050. Apoyándose en este, han desarrollado un juego de simulación participativa para que cualquiera pueda recrear políticas de reducción de emisiones de efecto invernadero a nivel global y ver sus efectos ambientales. El modelo, que se ha probado en sesiones con alumnos de Bachillerato, universitarios y con adultos, indica si la estrategia consensuada democráticamente permite (o no) alcanzar las cotas deseadas de bienestar para 2050-80 evitando niveles peligrosos de calentamiento global. Es un ejemplo bestial de las posibilidades que tienen las herramientas de visualización bajo una suerte de ecosocialismo democrático.
Salvador López Arnal.- ¿Qué es esa nueva Antártida de la que hablas?
Ekaitz Cancela Rodríguez.- Doscientos años después de su descubrimiento, podemos decir que este continente helado se conoce por haber sido un caldo de cultivo para la exploración científica y un lugar tanto de aventuras como de riesgos sobre el hielo. A mí me gustaría que esos grupos de investigación de las universidades, esas asambleas de barrio, esas reuniones entre grupos e individuos fueran la Antártida que descubrir permanentemente. Entiendo que en esas prácticas culturales, sociales, intelectuales, políticas, que no son necesariamente productivas en los términos habituales del término, existen cosas nuevas que nos permiten imaginar una alternativa al capitalismo. Es un tipo de modernismo donde se extraen la experiencia de aquellas cosas que no están necesariamente dentro del mercado y después se ponen a funcionar.
Salvador López Arnal.- Hago mía una de tus preguntas. Desde su punto de vista: ¿cuál es el papel de las historias, alegorías, novelas o películas a la hora de convencer al mundo de que existe un problema masivo para así abordar el calentamiento global u otras amenazas contra la Humanidad? ¿El arte puede ayudar o es ilusorio pensar en esos términos?
Ekaitz Cancela Rodríguez.- Las ficciones en general son la manera en que socializamos esas experiencias, la manera en que generamos utopías basadas sobre nuestra praxis para vernos representados en ellas como clase que hace suyo el derecho a decidir sobre su propio futuro. De este modo, también nos cuestiona e interpela permanentemente, porque nuestra vida está atravesada por esa realidad, la del ensayo y error. Las ficciones son técnicas para hacerse nuevas preguntas sobre los caminos, para concienciarnos sobre ellos. Si entendemos que, liberada de la explotación capitalista, cada persona tiene esa cualidad artística para crear imágenes del mundo y compartirlas, a veces simplemente como deseos que brotan de mil formas creativas distintas, entonces podemos pensar en formas de intercambiarlas mediante mecanismos distintos al de la mercancía. Entonces, y solo en ese momento, podremos diseñar nuestra libertad.
Salvador López Arnal.- Nos hablas del derecho a la ciudad cibernética. ¿Qué derecho es eso? ¿No son ya de hecho todas las ciudades actuales (más o menos) cibernéticas?
Ekaitz Cancela Rodríguez.- La cibernética se caracteriza por cuestiones como la capacidad de desarrollo, aprendizaje y adaptabilidad en cualquier organización. Las ciudades digitales actuales (Smart Cities), son todo lo contrario. Las administraciones públicas han externalizado mediante contratos públicos buena parte de los desarrollos digitales. Estos han ido a parar, o han sido canalizados, mediante empresas de consultoría corruptas que han convertido la ciudad en un desastre. Es el estado final del neoliberalismo: nada funciona, solo a cambio de pagar mucho por softwars que ni siquiera son interoperables entre ciudades, lo cual aumentaría la eficiencia y el ahorro. Son ciudades privatizadas de manera inteligente. Tenemos derecho a tecnologías, así como a planes urbanos y arquitectónicos analógicos, que nos permitan disfrutar de la ciudad como un espacio de libertad y entropía, barrios donde florecer y hacer progresar nuestras sociedades mediante las prácticas cotidianas. Eso te diría Lefebvre.
Salvador López Arnal.- “Estados nación contra el software libre” es el título del 8º capítulo de su libro. ¿El software libre representa un movimiento técnico-científico emancipador?
Ekaitz Cancela Rodríguez.- En un libro sobre la red tecnopolítica Decidim, varios colegas dicen algo muy interesante, especialmente para salirnos de cualquier tecno-determinismo: “necesitamos un un modelo de software democrático o participativo que va más allá del software libre”. Y añadían algo más interesante, conectado con aquello que señalaba en la anterior pregunta, sobre las luchas necesarias para superar los procesos prefijados desde el Estado o el mercado sin tener en cuenta nuestra agencia y asentar un concepto de la libertad donde prime la socialización de los productos derivados de nuestras capacidades humanas: “necesitamos producir y reproducir formas de vida florecientes… generar potencia, crear, explorando las virtudes de la plenitud y la ganancia mutua”. Creo que todo ese ingenio, esa creatividad, que es siempre en tanto que colectiva, debe institucionalizarse mediante una forma Estado. También que la técnica es un buen mecanismo de coordinación social para llevarlo a cabo de manera comunal. Cada cual debe llenar permanentemente ese vacío que surge en toda forma democrática de manera en que el resto se beneficie. “No sólo cambiamos el mundo utilizando tecnologías; también cambiamos el mundo creando tecnologías. Y a veces cambiar las tecnologías también rehace los mundos”.
Salvador López Arnal.- ¿En qué consiste el internacionalismo digital? ¿Lo ves posible?
Ekaitz Cancela Rodríguez.- Es crear un repositorio internacional colectivo, como puede ser Gitlab o Github en la comunidad de desarrollo de software, y que es lo que reclamo para el Estado nación, capaz de fomentar la cooperación conjunta de los países para afrontar los problemas que nos definen como sociedad planetaria. La forma actual de intercambiar servicios y mercancías, a través de las cláusulas de propiedad intelectual que incorporan los polémicos tratados de comercio, ha provocado –y sigue haciéndolo– una enorme violencia en los países del Sur, la expropiación de sus recursos y el desarrollo desigual de unos países respecto a otros. Al margen de que sería necesario pagar esa deuda climática, económica y tecnológica tras siglos y civilizaciones enteras de despojo, hemos de compartir tecnologías para prosperar y desarrollarnos en igualdad de condiciones. Es obvio que algunos países del Sur deberán alcanzar un grado de industrialización de algún tipo, pero esto no implicará hacerlo mediante los medios del Norte, incluso cuando estos se hubieran socializado. Debemos crear misiones diplomáticas, intercambios de conocimiento técnico, artístico, interdisciplinar, políticas de transferencia tecnológica, y que esos experimentos colaborativos, por afinidad electivas, inspiren la transición de nuestras sociedads contemporáneas. Ello también enriquecería, por cierto, nuestras visones sobre la migración y la diversidad.
Salvador López Arnal.- ¿Ves indicios para un resurgimiento del movimiento de los Países no Alienados? ¿El Sur también existe en la durísima y peligrosa política internacional de las primeras décadas de este siglo?
Ekaitz Cancela Rodríguez.- El Movimiento de Países No Alineados se deriva de un contexto geopolítico de la primera Guerra Fría, donde existían dos bandos con posiciones muy separadas: una abrazaba el socialismo (la URSS) y la otra el capitalismo (EEUU). Si bien estos países buscaban una ruta alternativa, creando una región autónoma para el comercio y el despliegue de ambiciosos programas de sobernía tecnológico, muchos de ellos dependían comercialmente del buen hacer del bloque soviético para sostener su autonomía. En la actualidad, un momento de Guerra Fría 2.0, China no posee los mimbres liderar un orden mundial asentado sobre el internacionalismo digital, y está sumido en una estrategia de supervivencia para afrontar el conflicto intercapitalista con Estados Unidos, el cual se está traduciendo en un desacoplamiento mundial, que ocurre principalmente en términos militares. Brasil, con la llegada de Milei a Argentina, tampoco tiene margen de maniobra para liderar un frente Sur-sur que tenga un mínimo de influencia global. Es la ambivalencia del sistema-mundo contemporáneao: existe una enorme brecha, pero casi nadie puede aprovecharla. Pese a todo, creo que existe margen para experimentar con relaciones internacionales mucho más heterodoxas a nivel tecnológico, como en súda lo fue el Pacto Andino.
Salvador López Arnal.- Cierras el libro con la que para ti es la única forma de imaginar el fin del capitalismo: “Será la acción creativa de tantas y tantos, la lucha contra el mercado en cada una de las esferas en que se despliega este modo de vida, la liberación de los grilletes del valor de cambio, será la articulación de los individuos en organizaciones radicales gracias a las tecnologías, pero será, sobre todo, la capacidad de hacer de la praxis diaria una praxis colectiva aquello que alumbre un todo revolucionario”. ¿Realismo político, o más bien deseo, voluntad de transformación?
Ekaitz Cancela Rodríguez.- Creo que cada vez estamos más cerca de sentir lo que denomino el realismo anticapitalista. La causa de muerte más frecuente de muerte en mi generación es el suicidio. Esa es la única salida digna a la violencia que despliega la modernidad sobre nuestros cuerpos. Entonces, sentimos la ansiedad, se manifiesta cada vez de manera más clara. Pero falta el proceso de politización que nos permita canalizarla para buscar un afuera. Ahora bien, creo que una forma fundamental de hacerlo es el deseo de un mundo donde no existan los combustibles fósiles, la explotación laboral y la conquista de todas nuestras esferas vitales por parte del capital. Es evidente que la voluntad de un mundo alternativo se manifiesta en todas las acciones de nuestro día, no solo en el espacio de trabajo, como dirían los marxistas clásicos. La tarea de dotar de contenido emancipatorio a esfera de la libertad –y no solo a aglutinar lo existente en significantes vacíos, que diría el populismo– es la lucha de nuestra época. Las tecnologías son el arma perfecta, no la única, para combatir en esa guerrilla.
Salvador López Arnal.- ¿Quiere añadir algo más?
Ekaitz Cancela Rodríguez.- Hasta ahora, el comunismo ha desplegado una utopía sobre un futuro donde solo se politiza la esfera de las necesidades. Las innovaciones en las teorías sobre la planificación de la economía han sido consistentes y coherentes, además de suponer un pilar para pensar la organización social fuera del sistema de precios y de la reproducción de la forma mercantil. Pero la utopía que Marx comenzó a visionar tiene lugar en la esfera de las libertades. Ambas están más entrelazadas de lo que pensamos, como han sabido observar mejor los neoliberales que los intelectuales comunistas. El mercado no es solo un mecanismo para asignar y redistribuir recursos, por lo que no bastaría simplemente con que un poderoso ordenador sustituya al planificador central para desafiar la hegemonía capitalista. También es un mecanismo de coordinación social, “una infraestructura del ser”, como le llaman algunos neoliberales, diseñada para alterar la manera en que los sujetos descubren cosas y, en el proceso, se cambian así mismos. La izquierda debe convertir esa infraestructura en una máquina poderosa de transformar el mundo, en lugar de seguir adaptándose a él. El resultado puede ser fatídico, no solo para sus propias filas, sino para el planeta.
“Ante la descomposición del sistema-mundo y la crisis de legitimidad de los estados, puede ser la hora de los movimientos y los pueblos”, concluye el periodista e investigador Raúl Zibechi (Montevideo, 1952) en uno de los artículos publicados en el periódico La Jornada (Entre la caída de occidente y transiciones inciertas, 31 mayo).
El escritor militante presentó el ensayo de 252 páginas Mundos otros, pueblos en movimiento. Debates sobre anti-colonialismo y transición en América Latina –editado en mayo por Zambra y Baladre- en la Fira Alternativa de Valencia (8 de junio); otros libros recientes de Zibechi son, junto a Decio Machado, El Estado realmente existente. Del Estado de Bienestar al Estado para el despojo (2023), y Navegar nuestras geografías (2023); la siguiente entrevista está realizada por correo electrónico.
-P:En noviembre de 1983 se fundó el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que se levantó el 1 de enero de 1994 en Chiapas; dedicas un artículo del libro al zapatismo (Sembrar sin cosechar); ¿cuáles son las aportaciones principales del movimiento?
-RZ:Muchas. Quizá la principal sea que es posible, aún en este período tan difícil, seguir transformando el mundo. No se rindieron, no claudicaron, ni se vendieron. La dignidad sigue siendo la guía del zapatismo, según lo que he podido entender. Creo que es mucho en esta época.
Pero lo que más sorprende y entusiasma del EZLN es su capacidad de cambiarse a sí mismos, no sólo de cambiar el mundo. Crearon los municipios autónomos y las juntas de buen gobierno, y ahora las cierran porque creen que no son adecuadas para las situaciones que se vienen. Hicieron una autocrítica muy profunda, algo que la izquierda ha dejado en el olvido, al decir que esas estructuras funcionaban de forma piramidal separando a las autoridades de los pueblos, y decidieron cortarle la punta a la pirámide o invertirla.
-P:¿Constatas novedades, en los últimos tiempos, en las prácticas del EZLN?
Las iniciativas zapatistas siempre van a más. Ahora en estos nuevos 20 comunicados, le apuestan a “lo común”, superando el concepto de propiedad, incluso el de propiedad comunal o comunitaria. Invitan a las personas que estén de acuerdo a acudir a esas tierras comunes a trabajarlas, algo que ningún movimiento anticapitalista es capaz de hacer hoy, porque encaran un rechazo concreto al capitalismo, no sólo discursivo como estamos acostumbrados en otros lugares.
Si tuviera que sintetizar, te diría que su mayor aporte es la ética. Nos muestran que es posible hacer política desde la ética de hacer lo que dicen y decir lo que hacen, y toda una serie de “principios” que han ido divulgando en estos 30 años como el “mandar obedeciendo”. Y se proponen luchar desde ya para que las niñas y niños que nazcan dentro de siete generaciones, 120 años, sean libres. A mi modo de ver, ese sembrar sin cosechar ellos mismos, supone un cambio de fondo en la cultura revolucionaria.
-¿Qué análisis general haces del sexenio en la presidencia mexicana de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), tras la victoria electoral -el pasado 2 de junio- de la candidata progresista Claudia Sheinbaum?
Militarizó el país, siguieron las desapariciones y los crímenes, pero además se entregaron fronteras, aeropuertos y obras de infraestructura a las fuerzas armadas que ahora impiden la protesta con un despliegue masivo de fuerza.
Profundizó el capitalismo en México. Debilitó los movimientos y las resistencias, con programas sociales que en los hechos agreden el tejido comunitario. Cumple el papel de amortiguar las migraciones para impedir que lleguen menos personas a Estados Unidos.
No fue en absoluto un gobierno popular. Su apoyo masivo se debe al enorme desprestigio de los partidos de la derecha tradicional, como el PRI y el PAN, y a las transferencias monetarias a los sectores populares.
-Por otra parte, ¿qué consecuencias está teniendo para los movimientos populares en Argentina la presidencia, desde diciembre de 2023, del ultraliberal Javier Milei?
Por ahora hay más represión y más pobreza. El alineamiento con Estados Unidos e Israel muestra la cara geopolítica regresiva que impide además la integración regional, que ya venía en franca decadencia. Sin embargo, no ha podido romper con China, como dijo durante la campaña, porque el país asiático es el principal mercado de las exportaciones agropecuarias argentinas.
Pese a su política profundamente antipopular, Milei mantiene un amplio apoyo en todos los sectores de la sociedad, lo que se explica en gran medida por el desprestigio de la oposición ya que el gobierno progresista de Alberto Fernández dejó muy mal al país, con 100% de inflación anual y la mitad de la población en la pobreza.
Milei es el producto de una sociedad en descomposición, proceso que de larga data que tuvo en la dictadura militar (1976-1983) un salto cualitativo. Una sociedad polarizada en la cual los jóvenes no tienen futuro y cada parte considera a la otra como si fueran extraños o extranjeros. Una sociedad que no reconoce a las y los otros como formando parte del mismo conglomerado humano.
-¿Qué consecuencias prevés respecto a las posibilidades de organización y movilización de los colectivos sociales?
Hay mucha rabia acumulada y un gran desgaste de los movimientos, que están atravesando un período de aguda debilidad organizativa y falta de horizontes propios. No veo que, en el corto plazo, haya alguna chance de recuperación de los movimientos, ya que el deterioro se produjo a la largo de más de una década en la cual las políticas sociales jugaron un papel determinante en la conversión de los movimientos en meros administradores de esos programas, y como colaboradores de los gobiernos.
Existen empero pequeños núcleos que siguen siendo autónomos, pero ya no tienen la proyección que consiguió el movimiento piquetero en el entorno del Argentinazo de diciembre de 2001. Mi perspectiva es que la reconstrucción o refundación de los movimientos debe superar la dependencia de las políticas sociales.
-¿En qué sentido?
Durante un primer momento, luego de 2001, tenía cierto sentido utilizar los programas sociales para generar organización, pero durante dos décadas los movimientos se convirtieron en aparatos de gestión con dosis de corrupción interna y de control de la población receptora de los planes sociales.
Algunas organizaciones mapuches, algunos núcleos territoriales en las periferias urbanas y poco más, siguen resistiendo. Pero la mayoría se movilizan contra Milei para restaurar algún tipo de gobernabilidad progresista en la que vuelvan a jugar un papel de intermediarios entre gobierno y movimientos. Será un proceso largo y doloroso, porque hay necesidades urgentes que nadie cubre y una represión preocupante.
-En Mundos otros y pueblos en movimiento no sólo te centras en América Latina; ¿qué enseñanzas destacarías de la resistencia de las mujeres en el Kurdistán?
Las mujeres kurdas y el pensamiento crítico de Abdullah Ocalan son referencias ineludibles para las luchas anticapitalistas y antipatriarcales.
Las mujeres han desarrollo su propio pensamiento feminista (la Jineolojî) que no le debe nada a Occidente sino a su propia experiencia. Son muy críticas con el feminismo académico que sólo busca un mejor lugar para las mujeres con formación universitaria y excluye a los varones.
Ellas pusieron en pie el Instituto Andrea Wolf, donde las mujeres del movimiento trabajan con varones en su proceso de despatriarcalización. Creo que es una propuesta muy interesante, muy compleja de implementar, pero necesaria ya que no se puede pretender la emancipación sólo de la mitad de la humanidad.
-Mencionabas al líder del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), Abdullah Ocalan, encerrado en las prisiones del Estado de Turquía durante más de dos décadas…
En cuanto al pensamiento de Ocalan, creo que su crítica profunda al marxismo economicista es tan necesaria como pertinente. Ocalan dice que el capitalismo no es economía sino poder, el tipo de poder que encarnan los Estados-nación. Por eso el movimiento kurdo no lucha por la creación de un Estado kurdo, que sería tanto como reproducir la opresión que ya padecen.
A lo largo de sus libros, el líder kurdo desarrolla un conjunto de análisis que enriquecen el pensamiento crítico, tan estancado y en retroceso en Occidente, donde las izquierdas han hecho del pragmatismo su principal seña de identidad. Siento que el EZLN y el PKK son los movimientos más interesantes para quienes seguimos empeñados en superar el capitalismo, el patriarcado y el colonialismo.
-¿Cuáles son las últimas acciones protagonizadas en Colombia por el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC): cerca de 200.000 personas de ocho grupos étnicos?
El CRIC está atravesando situaciones muy complejas. Por un lado, hay una presencia de paramilitares y narcos en sus territorios del Cauca cada vez más pesada, asesinando varones y mujeres destacados en la defensa de las comunidades. Por otro, hay un cerco político del progresismo de Gustavo Petro, que con sus políticas de apoyo a los grandes terratenientes, combinadas con discursos que dicen defender a los pueblos, generan confusión entre los indígenas nasa, misak y los demás grupos.
Pese a la tendencia a la cooptación y la desorganización, creo que la Guardia Indígena sigue siendo una instancia autónoma, capaz de encarar la defensa del territorio y avanzar acciones muy potentes, como la que se dio durante el paro de tres meses en Cali.
-¿Qué ocurrió durante el estallido social de 2021 en la capital del Valle del Cauca?
Cali es una ciudad de dos millones de personas, la mayoría afrodescendientes que son la porción más pobre de la población. Durante el paro se crearon 25 puntos de resistencia donde las juventudes ensayaron las formas de vida que desean, con gran confraternización y creatividad. Pero hubo una brutal represión que se cobró 40 muertos en la ciudad y un número también elevado de desaparecidos.
En esa situación, unos diez mil guardias llegaron a Cali, más de una hora y media de carretera, para apoyar a jóvenes que no conocían, que tienen otro color de piel, otros modos y maneras. Estuvieron semanas en Cali aportando sus conocimientos de autodefensa. Creo que ese gesto habla por sí solo de la capacidad de los pueblos originarios del Cauca, y en concreto de la Guardia Indígena, para actuar de modo solidario, generoso y autónomo.
-En la recopilación de artículos destacas los análisis del filósofo greco-francés Cornelius Castoriadis sobre el marxismo, así como las interpretaciones del sociólogo peruano Aníbal Quijano; ¿por qué razones te interesan estos dos autores?
Castoriadis porque comprendió a fondo los problemas de la herencia revolucionaria comunista, sus límites y los aspectos que reproducen el sistema. Comprendió en particular las ataduras de quienes militan en un partido jerárquico a la hora de formular críticas o abandonarlo, los problemas que una actitud independiente tiene para los militantes formados en una cultura opresiva y jerárquica.
El pensamiento de Quijano es muy importante para quienes vivimos en América Latina. Su trabajo posterior a la caída del socialismo real derrocha creatividad y comprensión de la realidad. Analiza en detalle las particulares relaciones sociales existentes, que sintetiza en la “heterogeneidad histórico-estructural”.
Por la primera entiende los diversos orígenes y trayectos de los pueblos que habitan este continente, pertenecientes a las dos civilizaciones que pueblan el planeta, un caso único en el mundo. La segunda supone comprender que existen cinco relaciones con el trabajo: salario, esclavitud, servidumbre, reciprocidad e iniciativa mercantil y productiva familiar, o sea la llamada informalidad. Todas ellas controladas por el capitalismo pero con espacio-tiempos propios.
-¿Por qué consideras que es relevante esta conceptualización?
Esto es muy importante porque los movimientos más críticos y anticapitalistas no nacen de la relación salarial (como los sindicatos), sino de espacios donde predominan la reciprocidad, la servidumbre y la informalidad. El zapatismo, los nasa y misak, los mapuche, nacen en haciendas donde existían relaciones de servidumbre, pero también en comunidades donde la reciprocidad es una práctica clave, para ponerte un ejemplo.
Estamos acostumbrados a pensar la política de izquierda anclada en asalariados organizados, pero no sabemos cómo se hace política en clave comunitaria, partiendo de los mercados populares o de las barriadas periféricas.
-¿Cuál es la diferencia?
Cuando se hace política desde la comunidad, desde la producción de valores de uso y no de mercancías, los lugares y los modos de esa política van a ser bien distintos a la que está fundada en la representación ante el Estado.
Entonces Quijano nos abre una puerta para comprender mejor las resistencias en nuestro continente. Es profundamente anti-eurocéntrico, pero no desde un teoricismo abstracto, sino desde la realidad concreta de los pueblos que luchan.
-Por último, ¿sobre qué movimientos sociales emergentes -y en qué sectores- llamarías la atención en América Latina?
Hay pueblos y luchas que son ya patrimonio de los que resisten: el zapatismo y el pueblo mapuche en Chile y Argentina, por lo menos. Sin embargo, veo que los pueblos amazónicos en Brasil y en Perú están transitando caminos de autonomía y autogobierno como la mejor forma de defender sus territorios ante el extractivismo y la violencia del capitalismo.
En Perú existen nueve gobiernos territoriales autónomos en la región fronteriza con Ecuador y en Brasil 64 pueblos indígenas en 48 territorios están creando protocolos autónomos de demarcación de sus territorios. También en Brasil está Teia dos Povos (Red de Pueblos) donde confluyen indígenas, quilombolas (comunidades negras) y asentamientos sin tierra (no el MST), en una nueva y combativa coordinación no jerárquica que está expandiéndose de forma notable.
He visto cómo las comunidades garífunas de Honduras y las mayas de Guatemala adelantan resistencias bien importantes a la expansión del modelo de despojo y veo que las comunidades aymaras del sur de Perú están debatiendo cómo seguir la pelea contra el gobierno de Dina Boluarte y la oligarquía.
-En conclusión…
Hay mucho más y creo que de la descomposición de la sociedad argentina van a surgir nuevas resistencias, menos centralizadas que las que ya conocemos que han colapsado ante el progresismo. Y los feminismos nos van a seguir sorprendiendo positivamente, en particular los plebeyos, negros e indígenas.
En fin, así como hay un régimen cada vez más represivo y opresivo, también hay resistencias potentes y renovación, nacimiento de nuevas colectivas y confluencias a las que debemos estar atentos.
En la nueva teología digital no se admiten abstracciones metafísicas que demuestran la existencia de Dios por medio de la fe. La mitificación de la ciencia da respuestas concretas que entierran las supersticiones místicas y glorifica el materialismo ateísta.
No necesitamos seres superiores ni de profetas que nos guíen pues el ser humano gracias a su conocimiento es capaz de superar cualquier obstáculo por imposible que parezca. Un chip prodigioso ha trasformado el mundo. La serpiente les dijo a Adán y Eva que en cuanto comieran de la fruta prohibida se convertirían en dioses.
Los amos del planeta invaden sin escrúpulo nuestras mentes y manipulan las audiencias pues la mayor parte de la comunicación humana hoy se hace a través de las redes sociales. La imagen es fundamental para captar la atención de los cibernautas. Desde el nacimiento de un bebé se le coloca frente a una pantalla como si se tratara de un chupete virtual.
Los desarrolladores de aplicaciones saben cómo estimular los impulsos para activar en el cerebro las recompensas de felicidad y alegría. La tecnología está diseñada para ser absorbente y es muy difícil desconectar.
Estudios neurobiológicos nos confirman el cerebro sufre una gran interferencia por diversos distractores. El estado normal de cerebro es la distracción, no la atención.¿Cómo leer, escribir, estudiar entonces si estamos absorbidos por un computador o un teléfono celular? Las pantallas nos enajenan, anulan la capacidad cognitiva, nos obnubilan, no nos dejan ni un minuto de descanso; la gente no lee sino es en las pantallas, los libros están en vías de extinción, ya nadie escribe, sino es tabulando en su computador o teléfonos el iPod, tablets o Smartphones. Se ha perdido esa habilidad innata de concentrarse e incapaces de mantener la atención a cualquier tema por más de un minuto.
¿Existirá algún exorcismo liberador? Esto es algo que están estudiando a profundidad los psicólogos y psiquiatras, pero sin mayores avances pues la mente humana no se puede operar con un bisturí. Domesticados los homo sapiens, castrados sus instintos salvajes ahora son gallinas de corral que se alimentan del “pienso cibernético”.
Lo que detona el aprendizaje es la emoción y son los humanos los que producen la emoción y no las máquinas.
Como una fórmula mágica para sobrellevar el aislamiento social la virtualidad nos salvó de la espantosa tragedia del coronavirus -concluyeron los sociólogos y psicólogos. Los usuarios de Internet aumentaron a 4.900 millones de individuos en el 2021, es decir, que se elevó en un 19% (cifras de la Unión Internacional de Telecomunicaciones)
Porque las redes sociales están hechas para mantenernos conectados el mayor tiempo posible a ellas y crear una feroz dependencia. No podemos olvidar que son empresas y su principal finalidad es generar utilidades mediante la publicidad.
Se estima que en promedio un ciudadano pasa más de 6 horas diarias en Internet –y si no lo usa para trabajar o estudiar- está propenso a convertirse en un adicto a la red. Es tal el poder de hipnosis que muchos jóvenes usan hasta un pañal para no ir al baño y seguir interactuando en las redes sociales o los juegos on line.
La psicotecnología ha experimentado con ratones recién nacidos en el laboratorio donde se les conecta a una pantalla durante 40 días para analizar qué es lo que sucede durante el periodo más crítico de su desarrollo. El resultado es inquietante pues los ratones sobreestimulados mediáticamente agonizan deprimidos y desquiciados.
¿Cómo desenganchar a los miles de millones de individuos víctimas de este maléfico cibervudú? ¿Existirá algún exorcismo que valga para liberarlos del fentanilo electrónico? Para los niños enviciados con la heroína virtual la vida cotidiana deja de ser excitante y caen en un estado de holgazanería física y mental. Y no es para menos pues se pasan horas y horas contemplando series y películas o a la PlayStation o videojuegos. Se comprobó que en los casos de niños asesinos en serie de los EE.UU estuvieron antes en contacto con el videojuego “mortal combat”.
Los trastornos mentales se han agudizado y son tan graves que exigen una terapia de choque hasta el punto de recluir a los pacientes en centros carcelarios de régimen militar. Bajo el estricto control de un especialista en adicciones el tratamiento puede durar meses a base de electrodos cerebrales, dieta controlada, fármacos para atenuar los síntomas físicos y emocionales y la vigilancia continua sin contacto con el exterior ni con artilugios electrónicos.
Facebook lo que pretende es “fomentar el humanismo”, los valores comunes y espacios donde se ponen en contacto los ciudadanos de todo el planeta” Las plataformas digitales deben ser un ágora de la diversidad y la tolerancia donde no existe la lucha de clases, se hacen amigos y se crean nuevas comunidades.
Internet tienen la posibilidad de interactuar socialmente a través de avatares o el pasaporte virtual. El valor del avatar del Metaverso ha ascendido el último año en 500.000 millones de dólares y para 2030 esta cifra podría quintuplicarse. Este negocio es el más lucrativo y superior a la explotación del petróleo o del oro como característica clave de su crecimiento exponencial.
Mark Zukelberg apostó a todo o nada al Metaverso invirtiendo en el 2022 casi 15.000 millones de dólares. Para que su sueño se materialice trabajan 10.000 ingenieros, programadores, codificadores. La evolución natural de Internet es el “oráculo del Metaverso” donde la mentira y el engaño dominarán el mundo.
El poder es comunicación y quien lo domine va a impactar radicalmente en el comportamiento de los seres humanos. El tiempo que pasamos frente a la pantalla es el mayor negocio capitalista ya que de nuestra adicción dependen las ganancias por publicidad.
Los homos sapiens han demostrado ser los más fieles consumidores del “pienso virtual”. En los últimos 20 años el entretenimiento y diversión han escalado a la cúspide de manos de las plataformas de suscriptores en el mundo de videojuegos, fútbol, boxeo, lucha libre, películas, series, novelas, programas de variedades, pornografía, música, etc…
El principal mandamiento de las aplicaciones tecnológicas es mantener distraído al cliente para que no se aburra. La receta es muy sencilla: placer y “satisfaction” ¿Cómo combatir la infelicidad vivencial? hay que elegir entre el dolor o el placer que nos conduce al nirvana.
Paradójicamente a pesar de la hipercomunicación existente más del 50% de personas que habitan en países del primer mundo viven solas o condenadas a la soledad. Se niegan a relacionarse con seres humanos y prefieren compartir sus vidas con máquinas, perros, gatos o cualquier otra mascota. En el paraíso de la realidad virtual podrán establecer citas de ciberamor, contactos rápidos y sin compromiso. Tinder ya contabiliza 85 millones de usuarios activos mensuales.
La industria de la pornografía es la estrella más fulgurante de Internet a nivel mundial. Explotar los instintos básicos, las masturbaciones mentales, el ciberclímax, el orgasmo virtual es un negocio que rinde unos beneficios solo comparables al oro o el petróleo. Más del 40% de los adolescentes han visto porno en Internet antes de los 14 años y se ven expuestos a estos contenidos desde los 8 años. Internet se ha convertido en un gigantesco prostíbulo. En el 2019 las páginas web de pornografía obtuvieron 30.000.000.000 de visitas.
Al sistema le conviene crear clones cortados con la misma tijera; que tengan los mismos gustos, el mismo pensamiento y adoren a los mismos ídolos. Son miles de millones de autómatas enviciados por altas sobredosis de ciberheroína, de cibercocaína. Algo que afecta gravemente la capacidad cognitiva o las habilidades de nuestro cerebro que nos permite aprender, prestar atención, memorizar, hablar, leer, razonar. Asistimos impotentes a la “jibarización” del cerebro, reducido a la mínima expresión para que no reflexione ni critique y devore sin rechistar el “pienso virtual”.
A nivel planetario la «heroína digital» es una de las armas más poderosas del capitalismo depredador. La digitalización ya acapara todas las áreas de la vida y quien no esté integrado en esta secta autodestructiva definitivamente es un cero a la izquierda.
Los usuarios de Internet a nivel mundial se calculan en aproximadamente 5.350 millones de personas (que representa el 66,2% de la población), y el número de sitios web accesibles se eleva a los 1.132 millones. ¿Cuántos teléfonos celulares existen en el mundo? según la UIT (Unión Internacional de Comunicaciones) las estadísticas demográficas afirman que hay 8.590 millones de suscriptores de teléfonos celulares o móviles. ¡En el mundo hay más celulares que seres humanos! Si quieres ser feliz necesitas imperiosamente a ese “tótem” de procesadores y microchips.
No hay más que observar el boom de las empresas de reparto o delivery pues los pedidos de comidas rápidas con aplicaciones de teléfonos celulares facturan a nivel mundial la increíble suma de 74.000 millones de dólares. La nueva fase del capitalismo se dirige ineluctablemente a la “macdonalización”, “uberización”, la “didimania”, la “rappimania”. El envío de paquetería o de productos delivery que ya ocupan un lugar privilegiado en la vida cotidian va a trasformar los hábitos de consumo en la sociedad del siglo XXI. Casi 1.000 millones de personas utilizaron una aplicación de domicilios que a nivel mundial algo que generó una ganancia de 74.000 millones de dólares. Los repartidores a domicilio o “jornaleros digitales” conforman una nueva clase social mayoritariamente integrada por jóvenes víctimas de un creciente desempleo. El nuevo proletariado del siglo XXI está marcado por la informalidad laboral, la precariedad y la explotación.
La globalización es un fenómeno histórico consustancial al capitalismo pues ha permitido que las transacciones económicas y comerciales entre empresas de diferentes países sean fáciles y eficaces. Con la globalización digital el capitalismo demuestra que no está en declive sino que recobra nuevos bríos y consolida un sistema al que nadie puede hacerle sombra.
En los últimos años el mercado de artículos digitales se ha multiplicado por tres, o sea, que los consumidores quieren renovar unos equipos que consideran arcaicos. Es la cultura del usar y tirar tan propia de la sociedad de consumo la cual origina una contaminación por plásticos desechables que se estima en 500 millones de toneladas anuales en el planeta.
En la Cuarta Revolución Industrial los productos electrónicos han experimentado el mayor crecimiento en ventas en las primeras décadas del siglo XXI. Cualquier cosa en Internet es transferible y descargable.
La tecnología es la columna vertebral de la economía digital y buena parte de su valor se halla en los programas informáticos que están sujetos a las leyes de la propiedad intelectual. Existen más de 100.000 patentes de computadores de última generación. Solo los dueños de las patentes de los inventos (registros de marcas y secretos industriales) pueden explotarlos o ceder el uso de patentes mediante un pago a otras compañías.
Hay que hacer un repaso muy minucioso de las astronómicas ganancias y beneficios que generan los monopolios tecnológicos que en el año 2022 se elevaron a los 1,6 trillones de dólares. Una multinacional como Google generó 140.000 millones de dólares durante los primeros seis meses del año 2023 o YouTube, con 2.000 millones de usuarios mensuales y que en el 2022 movió en publicidad 18.000 millones de dólares.
Se ha llegado a tal punto que empresarios y potentados multimillonarios como Elon Musk, Billy Gates o Mark Zuckerberg, Jeff Bezos o Sam Altman manejan los tentáculos de la geopolítica mundial. Este club de “reptilianos” e “illuminatis” es el promotor de la agenda globalista que predica la disminución de la población a favor de la robotización.
Internet es el mayor imperio económico, tecnológico y político que jamás haya existido sobre el planeta tierra. Internet ha roto todas las barreras e influye hasta en la misma organización de la sociedad postmoderna y su estructuración. Es tan poderoso que ha producido unos cambios revolucionarios en la historia de la humanidad tan solo comparables con la invención de la rueda. Internet es un metamedio que absorbe todos los medios de comunicación y está al servicio de la especulación financiera de las bolsas de valores tanto de EE.UU o Europa.
Las grandes empresas tecnológicas y monopolios de las plataformas de internet (el monopolio Google maneja el 70% del marketing mundial) explotan este negocio estratosférico. Porque la clave es aprovecharse de las debilidades de estos animales sociales tan propensos a la angustia existencial, la soledad, la ansiedad, y que histéricos pasan de la depresión a la euforia en un segundo. Toda esa bipolaridad desata la fiebre de los consumidores ávidos por comprar las mil y una ofertas y novedades que les quita el sueño. “El mercado capitalista garantiza la libertad del individuo”.
Somos gallinas de corral que se alimentan con el pienso cibernético. Un experimento de ingeniería social muy perverso y bien estudiado que tiene el propósito de engatusar a sus víctimas o “cobayas humanas” e identificar clientes potenciales. No se les cataloga como seres humanos sino como consumidores a los que hay que explotar y exprimir. Los consumidores desde el nacimiento hasta la muerte estarán marcados por una vida digital donde se escribe nuestra memoria e identidad. Los algoritmos personalizan las demandas y los hábitos de la clientela y estimulan los caprichos y la vanidad que define perfectamente la cultura del selfie narcisista.
Algunos predicadores mesiánicos anuncian desde el púlpito que la humanidad le ha vendido el alma al diablo, que las nuevas tecnologías son el anticristo. “Dios castigará con una lluvia de azufre y fuego a Silicon Valley, la nueva Sodoma y Gomorra” Estamos a las puertas del ciberapocalípsis:“La inteligencia artificial es un engendro diabólico que condena a la humanidad a su autodestrucción”-sentencian.
La guerra cibernética puede perfectamente paralizar un país y boicotear la vida ciudadana por medio de virus informáticos o de hackers. Se trata de una “guerra de cuarta generación”, una guerra híbrida donde el campo de batalla es el ciberespacio. Es allí donde se libra una batalla de propaganda, información y contrainformación para provocar miedo, ansiedad, angustia, rabia y psicosis. El principal instrumento en el arte de la guerra es el engaño.
La misión de los ejércitos de bots o robots es imitar acciones humanas de manera automatizada y tienen una mayor eficiencia pues se hacen con el mando de sistemas ajenos a las herramientas digitales. La mitad del tráfico en Internet está asociada a bots. Se confunden con los seres humanos y su maquiavélico papel es el de contaminar el ciberespacio con propaganda y desinformación destructiva.
¿Quién posee la verdad? La mentira y la censura prevalecen por encima de la libertad de expresión y el respeto a los derechos humanos.
Una y mil veces los gobiernos occidentales repiten que la seguridad del mundo está en peligro. El ciudadano al sentirse un ser indefenso aterrorizado exige protección. La inteligencia artificial está enormemente avanzada con cámaras de reconocimiento facial capaces de discriminar a cualquier individuo en medio de la multitud. Algo que ya se ha implementado con gran éxito en China.
El diccionario de la lengua española define la palabra alienación como pérdida o alteración de la razón o de los sentidos, la perdida de la personalidad o de la identidad de una persona o de un colectivo.
¿Cada cuánto estás consultando tu móvil a lo largo del día? Seguro mucho más de 5 horas diarias- ¿quizás casi 10 horas entre las edades de 25 y 54 años? Y encima los autómatas enchufados a sus iPod clavan el pescuezo en la tierra cuando se ven en peligro. Si en occidente la esperanza de vida de una persona (hombre y mujer) es de aproximadamente 80 años lo más seguro es que se pase casi la mitad de su existencia frente a las pantallas.
Conectarse y comunicarse es como respirar. Lo que conlleva un alto grado de adicción al que ni siquiera se presta importancia. Es un acto involuntario o una respuesta a un estímulo auditivo o visual.
Están creando una nueva vía muy eficaz para manipular nuestros pensamientos y acciones. El objetivo es aprovecharse de los puntos débiles de la mente detectadas por los sesgos cognitivos que nublan nuestro raciocinio y determinan muchos de nuestros actos.
La cantidad de información personal que han acumulado las multinacionales acerca de nosotros a partir de nuestra actividad on line la gestiona el Big Data. Allí queda grabada la huella digital para conocer nuestras preferencias y poder vender mejor sus productos.
Afirman los tecnócratas que la conectividad universal digital (paradigma de la libertad) es un derecho humano indispensable para democratizar la nueva sociedad del futuro. Pero más de un tercio de la humanidad no tiene conectividad y sin conectividad no hay desarrollo, educación ni oportunidades.
En Latinoamérica más de la mitad de la población no tiene conectividad y solo utilizando los satélites lograremos desde el espacio alcanzar el derecho universal al acceso digital.
Amazon actualmente desarrolla el proyecto Kuiper para enviar 3.200 satélites a la órbita terrestre baja especializados en transmitir Internet de alta velocidad en cualquier lugar del planeta. Este es la meta que deben cumplir en los próximos 5 años y así competir con Starlink de Elon Musk. Space X ya lanzó 2.300 satélites (fijos o geoestacionarios) y tiene programado alcanzar los 30.000 de aquí al 2030 para ofrecer cobertura mundial de conectividad Wi Fi. Ya llega el Wi Fi 7, cuatro veces más veloz y mucho más capaz. La sexta generación de tecnologías inalámbricas prevé miles de millones de dispositivos conectados.
El estado impondrá paulatinamente las nuevas reglas del juego para acelerar el control social. Igual que antes se marcaban los esclavos a fierro candente, ahora los terrícolas deberán llevar un número de identificación digital. El teléfono celular será el nuevo pasaporte y la tarjeta para hacer transacciones o movimientos bancarios.
De la noche a la mañana nos encontraremos que ya no habrá dólares ni euros ni yuanes sino monedas digitales. La economía de mercado está agotada y por lo tanto el neoliberalismo financiero especulativo debe mutar. Silicon Valley y la IA planean acabar con el dinero líquido y robotizar todo nuestro entorno desde las industrias hasta nuestros hogares.
Porque los algoritmos, la inteligencia artificial, la robótica, el Big Data y la tecnología 5G superan cualquier obstáculo y determinarán el curso de nuestra existencia. Las compañías necesitan que pasemos más tiempo en sus plataformas e inducir a las cobayas para que se queden enganchadas frente a las pantallas? ¿Quiénes son los que hoy controlan tu instinto de vida y el karma?
El algoritmo es un programa matemático capaz de memorizar el perfil de cada uno de nosotros y las búsquedas que realizamos en Internet. Y no es ciencia ficción que formateen nuestra manera de pensar, un lenguaje, una forma de ser, unos gustos, las tendencias de moda, los ídolos, iconos o prototipos.
¿Cuánto cuesta poner en marcha un ecosistema digital o un medioambiente digital? El consumo energético del ChatGPT es imposible de cuantificar. El excesivo uso de los combustibles fósiles es uno de los factores que más inciden en el cambio climático y por eso lo hacen inviable en el futuro. La energía que consume el sector de las tecnologías de la información asciende al 7% de la electricidad mundial. Si Internet fuera un país sería el sexto más contaminante del mundo. Cada minuto se envían 38 millones de mensajes de WhatsApp, se visualizan 266.000 horas de Netflix, 4,3 millones de vídeos de YouTube y se realizan 3.7 millones de búsquedas en Google, y TikTok con 1.562 millones de usuarios tuvo en 2023 733 millones de descargas e ingresos publicitarios por 13.2 millones de dólares.
La sobreexplotación de recursos naturales y los minerales estratégicos como el paladio, el cobalto, grafeno, silicio o estaño o el litio son esenciales para la fabricación de teléfonos, computadores, carros eléctricos, etc… Por ejemplo, en cinco años se multiplicará por 15 la producción de grafeno y silicio (materia prima de la revolución electrónica y la revolución energética). Todos estos minerales contienen contaminantes químicos que están atacando nuestro cerebro y que provocarán graves repercusiones a largo plazo en la salud mental y física de los consumidores o clientes. Las radiaciones electromagnéticas ionizantes y no ionizantes que emiten los teléfonos celulares absorbidas por el cuerpo humano son letales a largo plazo.
Las empresas Neuralink, Synchron, Paradromics, Neurotech se dedican a tiempo completo al desarrollo del transhumanismo que concebirá robots con apariencia humana, robots de automatización industrial, asistentes domésticos o esclavas sexuales. Además, los androides estarán dotados con sintetizadores de voz para recrear interacción social, elementos de inteligencia y visión artificial. Google, Neuralink de Elon Musk (interfaces de cerebro de computadora implantables que buscan alcanzar una simbiosis total con la inteligencia artificial) o Human Brian Project (proyecto médico-científico tecnológico patrocinado por la UE) tienen el propósito de reproducir en base de algoritmos todas las características del cerebro humano y minimizar sus falencias. Para lograrlo ya han conseguido mapear 90.000 millones de neuronas con superordenadores intensivos en memoria e interactivos que hagan frente a la avalancha de datos que habrá que procesar y almacenar.
Según la neurociencia el transhumanismo tiene como objetivo mejorar a los seres humanos, modificar o redefinirlo mediante implantes cerebrales (BCI) Gracias a la intervención remota de nuestro cerebro un sujeto será capaz de manejar con la mente aparatos electrónicos. Neuralink es el cenit de la locura cuya intención es el de implantar un chip en el cerebro para controlar, configurar tus pensamientos tus movimientos y tu vida, o sea, la total deshumanización. Un proyecto criminal de ingeniería social tecnocrática para reducirlo a un autómata. La neurociencia estudia el cerebro lógico, el conocimiento, el comportamiento, la ósmosis y reacción espontánea.
Es imprescindible aprender las funciones y los secretos del cerebro humano (el número total de cedulas incluyendo neuronas es mayor que el número de estrellas de la vía láctea) La prioridad de la neurociencia es comprender cómo funciona el sistema nervioso para producir y regular emociones, pensamientos conductas y funciones corporales básicas.
Para el 2050 el 80% de la población mundial se concentrará en ciudades. Ya no habrán diferencias entre el mundo urbano y rural. Una ventaja añadida para la buena marcha de la “dictadura digital” de la que depende nuestra felicidad. Nos consta que en el 2023 el 65,5% de la población mundial tenía acceso a Internet. El cableado de estructura fibra óptica supera los 1.3 millones de kilómetros tanto terrestres como submarinos en todo el planeta. La cultura universal se transmitirá vía internet bajo las premisas del pensamiento único. Muchos gobiernos han apostado por la educación virtual con la falsa creencia que van a mejorar el rendimiento académico de las nuevas generaciones. ¿Tal vez la tecnología nos proporcionará el saber y el conocimiento de la mano de Google y Wikipedia?
La mente, la conciencia y el espíritu han sido abducidos con esa paranoia hipnótica de cerebros lobotomizados tan propia de una sociedad de masas enviciada por altas sobredosis de ciberheroína y de cibercocaína. El ciberimperialismo celebra su victoria pues sin disparar un solo tiro, ni movilizar ejércitos ni armadas o lanzar misiles o bombas atómicas ha invadido todo el globo terráqueo. Además, su “sagrada misión” la hace en nombre de la paz, la libertad y el progreso de la humanidad.
La sociedad del conocimiento OAS es vital para competir y tener éxito frente a los cambios económicos y políticos del mundo postmoderno globalizado. Un computador cuántico sin errores es la mejor arma para la gestión empresarial capitalista. Algunos científicos afirman que tiene conciencia y hasta alma, incluso sueñan y muy pronto podrán hablar y proyectar en pantallas sus propias emociones.
Hoy alcanzamos las más alta cima de la civilización hipermoderna pues pasamos de la época analógica a una revolución digital. El mundo gira muy deprisa y cada día que pasa surgen nuevos avances tecnológicos. Sin duda alguna antes de que termine esta década todas nuestras acciones concernientes a la vida diaria se harán a través del teléfono celular.
La paz mundial depende de nivel de alienación a que estén sometidas las “cobayas humanas”; porque entre mayor sea la dosis de “ciberheroína”, mayor será el sometimiento y la resignación. Lo ideal es forjar una sociedad amnésica, acrítica y apolítica con el fin de desmovilizar cualquier intento desestabilizador que pretenda oponerse a los designios del poder establecido.
El mayor factor de cohesión en cualquier comunidad es la lengua. Un lenguaje con un poder de persuasión capaz moldear la forma de pensar, de influir y automatizar la necesidad de pertenecer a un grupo a una tribu y sentirse importantes. La lengua tiene la capacidad de comunicarnos con lo más profundo de nuestro ser. Las palabras para la expresión de ideas son nuestros nexos con la realidad. La lengua dominante de la digitalización es el inglés y por eso su aprendizaje es prioritario en los sistemas educacionales a nivel universal. Nombrar las cosas es poseerlas. Por eso si alguien desea integrarse en el proceso globalizador tiene que obligatoriamente aprenderla. La cultura anglosajona está uniformizando a una velocidad de vértigo el lenguaje.
La ingeniería lingüística facilita la comunicación del ser humano con la máquina e incluso entre máquinas. Fundamental para la web semántica donde la representación del conocimiento se lleva a cabo con ontologías que pueden ser compartidas entre usuarios y computadoras para que traduzcan a las diferentes lenguas y culturas. Quien domine el lenguaje será capaz de infiltrarse en el inconsciente de los homo sapiens.
La digitalización engloba todos los ámbitos de la sociedad: la administración, la cultura, la educación, la ciencia, las finanzas, el turismo, el transporte, las infraestructuras, las relaciones sociales, etc… Internet pretende ordenar el mundo imponiendo el teletrabajo (máximo 4 días a la semana)No es difícil imaginar que la digitalización del mundo será prácticamente total y que entraremos en una era de dependencia absoluta del Internet y las redes sociales. No seremos más que un avatar, un nick name-. Los computadores cuánticos tomarán sus propias decisiones con mayor perfección que los defectuosos seres humanos. La dictadura tecnocrática traerá como consecuencia el ocaso de la naturaleza humana a manos de la megamáquina industrial.
La idea de cultura va a cambiar absolutamente por completo donde los protagonistas serán payasos de los reality shows, tuiteros, tiktoqueros, youtubers, instagramers, influencers, estrellas de la farándula o del gran hermano. Estamos criando una generación nihilista marcada por la egolatría, el narcisismo y el hedonismo que son el vector preponderante de las relaciones interpersonales.
La pérdida de capacidades cognitivas nos están idiotizando. ¿Cuál es el grado de concentración de una persona? Se ha comprobado que escuchar un tema musical no pasa de 1,5 minutos y las oraciones que leemos casi no tienen subordinadas, la atención que se le presta a una noticia es de apenas 3 segundos. Es imposible desconectar del mundo exterior; cerrar los ojos y sentir lo que pasa en el cuerpo. Se está atrofiando el lóbulo frontal responsable de habilidades de concentración o meditación. Los dispositivos tecnológicos son distractores que nos impiden leer o escribir. Somos receptores y no emisores. Hemos elegido desconectarnos de la realidad pues prácticamente todas las relaciones sociales están estructuradas por artilugios cibernéticos. El panorama es desolador si observamos como por las calles de cualquier ciudad miles de autómatas digitales vagan como zombies enchufados a sus audífonos Bluetooth.
Para el neuromarketing las emociones son un tesoro muy deseado y atraen los intereses de grandes compañías o gobiernos. Decodificadas nuestras emociones se pueden engatusar a las masas que son muy propensas a la naturaleza adictiva de la tecnología. En este campo los antropólogos se dedican a estudiar la estructuración social: los rasgos étnicos, hábitos, costumbres, lenguajes, ritos, símbolos, creencias o mitos que es un conocimiento vital para incidir en el comportamiento de los individuos.
Hay que analizar detenidamente el funcionamiento del cerebro de los mamíferos del orden de los primates para saber cuáles son sus flancos más débiles e influir en sus gustos y preferencias. Algo muy fácil de realizar porque están completamente enganchados a la heroína digital.
Las empresas y multinacionales del Silicón Valley tienen un gran aliado en las plataformas de entretenimiento o de streaming. Netflix cuenta con 221 millones de clientes potenciales, pero en el mundo hay 850 millones de suscriptores a las distintas plataformas de streaming. Con ese bombardeo continuo de datos nos llega tanta información que nos provoca un cortocircuito cerebral. El cerebro humano no está diseñado para hacer más de una tarea al mismo tiempo. No existe la multitarea. Nos encontramos inmersos en una transición de la economía física capitalista; capital, tierra y trabajo, a una economía digital. Las empresas privadas están desarrollando las infraestructuras hardware y software y redes 5G, 6G o 7G para la transmisión de datos, el Internet de todas las cosas conectado a los celulares capaces de darle órdenes a un robot. Se integrarán todos los objetos, sujetos y animales, seremos un código de barras en un sistema donde los billetes desaparecerán para dar paso a las criptomonedas que es una derivación de la inteligencia artificial y la lógica matemática. El ChatGPT de inteligencia artificial impregnará todas las áreas de nuestra vida y responderá a cualquier orden que le demos. Incluso ya está preparado para mantener conversaciones fluidas con cualquier persona. Sus algoritmos deberían ser capaces de contestar las preguntas que se le planteen por complicadas que sean. Es imposible competir con la Inteligencia artificial porque es generativa y recopila información a granel, o sea, millones y millones de datos que ningún cerebro humano puede almacenar y procesar. Según Elon Musk«La capacidad de los modelos de inteligencia artificial superará a la inteligencia humana a finales de 2025″Las realidades sólidas del pasado se han desvanecido y ahora la historia del mundo es líquida; más provisional, más flexible y siempre lista a cambiar.
Los datos son las nuevas materias primas que están ahí para extraerse, o sea, el “nuevo petróleo” transformado en mercancía que se puede vender. Estos datos acaban volviendo a nosotros en forma de anuncios personalizados. Los dueños de los metadatos son culpables de la perversa intromisión y manipulación en el pensamiento humano.
El Big Tech es un sistema de vigilancia masiva y la totalidad de los textos, las conversaciones, films o fotografías quedarán grabados a perpetuidad en el data center de la National Security Center de Utah. El proyecto Prisma es un programa clandestino de vigilancia electrónica operado por la NSA de los EE.UU para la recogida de comunicaciones procedentes de al menos nueve grandes compañías norteamericanas de Internet. Microsoft y Silicon Valley tienen lazos muy estrechos con el aparato político militar y el complejo industrial norteamericanoque hace parte de la agenda transhumanista que es una herramienta indispensable para imponer el poder global.
La civilización postmoderna se caracteriza por su insignificancia espiritual y la indigencia intelectual. No tendremos más remedio que compartir nuestras vidas con androides. Seremos un holograma que proyecta un objeto tridimensional mediante rayos laser donde hasta los muertos podrán resucitar.
En Occidente se cumple al pie de la letra el mito griego de Prometeo, aquel titán protector de la civilización humana que le roba el fuego a los dioses para entregárselo a los seres humanos. Lo cierto es que la ciencia y la tecnología se han convertido en un dios capaz de dominar y transformar la tierra. Pero aquí no acaban los retos porque siempre hay un paso adelante, jamás habrá un paso atrás o hacía la deconstrucción porque la obsesión es crear una nueva raza de seres humanos ligada al transhumanismo. Como si se tratara del elixir de la eterna juventud nos proponemos prolongar su vida más allá de los 120 años. La muerte es un problema técnico y está al alcance de la tecnología que las células dejen de envejecer. Mediante implantes cerebrales se insertará un chip de la superinteligencia (los BCI electrodos en el tejido encefálico para realizar las interacciones entre el ser humano y las máquinas) en busca de un ser pluscuamperfecto que con el uso de las nuevas tecnologías como la robótica, la analítica, la nanotecnología, la inteligencia artificial o el Internet of Things elimine todo aquellos rasgos que nos hacen frágiles. ¿Y por qué no obtener neuronas de laboratorio a partir de células madre?
El libro el Shock del Futuro de Alvin Toffler, publicado en los años setenta, es muy esclarecedor pues en algunos pasajes nos anuncia: “estamos viviendo una revolución tan fundamental que hemos de retroceder muchos siglos para encontrar algo parecido. Posiblemente, el único cambio comparable es el que se produjo entre el paleolítico y el neolítico. Nosotros en el siglo XX, estamos terminando una era de la humanidad que empezó hace cinco mil años”
Como reza el manifiesto del matemático y filósofo norteamericano Theodore Kaczynsky, y “mártir de la resistencia antisistema” mejor conocido como “Unabomber”: es necesario un parón y regreso a la naturaleza y al primitivismo. Su crítica es la antítesis de la revolución tecnológica y el crecimiento económico. “Unabomber” hace un llamado a desintoxicar a la humanidad, porque el progreso actual de la era digital solo nos conduce a la autodestrucción. El ideal postmoderno es la lógica del individualismo. A tal punto llegó su radicalización que se trasformó en un peligroso “terrorista antisistema” que enviaba cartas bomba a diferentes universidades, aerolíneas y organismos gubernamentales y que causaron varios muertos.
¿Qué le pasará al mundo de aquí a 100 años? Profetizar o predecir el futuro no es muy difícil si nos atenemos a las actuales circunstancias del impresionante hiperdesarrollo de la informática y la cibernética. La cultura digital prácticamente dominará todas las relaciones sociales causando un cambio antropológico nunca antes visto en todos los ámbitos de nuestra existencia. Algo que sucedió igualmente en el siglo XIX con la máquina de vapor y la mecanización del campo y de la industria. La nanotecnología y su universo microscópico de materias en tamaños increíblemente pequeños aplicada microprocesadores como nanotubos de carbono están cerca de sustituir el silicio como material para manufacturar microchips y dispositivos más pequeños veloces y eficientes. El desarrollo del grafeno para la fabricación de pantallas táctiles flexibles que consumen menos energía y son más rápidos abre la puerta a una nueva revolución industrial con un mercado global en auge cuyo valor superará el próximo lustro los 125.000 millones de dólares. Reafirmando las teorías marxistas los estratos más bajos de la sociedad serán explotados para dinamizar la economía y la productividad. La lucha de clases y los conflictos sociales se agudizarán. Habrá que redefinir al ser humano pues la inteligencia artificial, robótica, la industria 4.0 (cuarta revolución industrial) van a sustituir muchas profesiones destruyendo empleos. En todo caso la mano de obra es prescindible porque cada vez el trabajo en el mundo físico será realizado por máquinas que son más productivas. Los tecnócratas utópicos prevén que en el año 2045 se producirá la fusión del ser humano (subyugado su mente y espíritu) a la máquina que es la que realmente tomará las decisiones.
Con una extensa trayectoria en Ejército Español, el ex General del Ejército del Aire, Julio Rodríguez, reflexionó acerca del rol de la Organización de las Naciones Unidas, puntualizó el los presupuestos que los países de la Unión Europea destinan a la compra de material bélico y cuestionó las formas en las que son estigmatizadas las ideas progresistas dentro de las Fuerzas Armadas.
“Cuando se habla de paz uno se siente muy pacifista, pero cuando se habla de presupuestos se carga la mano en inversiones de armamento y no en paz. Para invertir en paz hay que invertir en educación y en sanidad. La gente quiere vivir en paz”, dijo Rodríguez en relación a la industria armamentística y a los presupuestos en defensa de los gobiernos europeos.
En tu carrera militar habrás podido constatar la persecución a los militares demócratas. ¿Se podría afirmar que manifestar simpatías progresistas y antifranquistas supone un ejercicio de riesgo en el interior del ejército español?
Pues sí. No le llamaría yo un ejercicio de riesgo, pero sí que tiene varios problemas. Las fuerzas armadas son tradicionalmente una institución conservadora, y muchas veces manifestar posturas progresistas no ayuda mucho a progresar en esa carrera. Además ahora vivimos tiempos de mayor polarización entre extremas derechas, y probablemente sea más difícil ahora que en épocas anteriores.
Para preparar la paz, también hay que invertir en paz. Cuando se habla de paz uno se siente muy pacifista, pero cuando se habla de presupuestos se carga la mano en inversiones en armamento y no en paz
Cuando ya se le había retirado de la carrera militar, se produjeron en España unas amenazas muy graves de jubilados del ejército que muchos recordamos. ¿Crees que eso de que hay que aniquilar a 26 millones de españoles, teniendo en cuenta la admiración franquista de sus autores, es un aviso muy en serio para cuestionarse el rol del ejército español en una democracia como se presume la nuestra, avanzada?
Yo creo que es un síntoma de la polarización que existe en nuestra sociedad, y evidentemente una gente que todavía no había evolucionado, como era este grupo de militares, aprovechando que no estaban sujetos a la doctrina militar, pues emitieron su juicio de valor, que evidentemente muestra el reflejo de la sociedad. Pero no creo que llegara a tal extremo de que fuera un peligro para la democracia, aunque sí que es un síntoma de la polarización y de que la democracia es algo que hay que construir todos los días. No por haber nacido en una sociedad democrática uno es demócrata; es una actitud que pasa por el sistema educativo, por una creación de valores y por educarse, crecer y aprender a vivir en democracia todos los días. Tras el giro del PSOE en 1986, España ratificó las condiciones de su permanencia en la OTAN. Las bases militares norteamericanas pasaron entonces a ser en buena parte de la alianza, manteniendo su función. ¿Crees que se han cumplido las condiciones previstas en la pregunta del referéndum?
No, es evidente que no, porque en aquel referéndum se apostaba por una retirada y de reducir el número de fuerzas americanas en España, cosa que ha aumentado, algunas de las bases se han vuelto a activar, y ese ha sido un resultado de la política que ha seguido en los últimos años Estados Unidos tratando de reforzar a la OTAN, una organización que desde mi punto de vista había quedado obsoleta desde el momento en que cae el muro de Berlín. Hasta el mismo Trump habló de la obsolescencia de la OTAN, el mismo Macrón habló de que ya era una organización que estaba obsoleta y que había nacido para la defensa contra el bloque soviético y que había perdido totalmente sus funciones. Se ha producido un rearme, un crecimiento de los presupuestos en defensa, justificado en una guerra, en el conflicto Ucrania-Rusia.
Yo siempre propugno que los presupuestos en defensa tienen que ser transparentes, pero este no es el caso
¿Sería factible que el Congreso ordenara al Ministerio de Defensa una declaración trimestral para constatar una reducción de los niveles de contaminación del aire, tierra y agua producidos por el sector militar y armamentístico, público y privado en España, en la línea de cumplimiento de 2030?
Dada la correlación de fuerzas que existe en el Congreso, veo eso yo muy lejano. Evidentemente sería positivo que esa propuesta se hiciera, porque únicamente se progresa en estas actividades cuando hay una presión ciudadana. Pero ahora mismo la correlación de fuerzas que existe en el Parlamento español, en la que ha dejado de haber una mayoría progresista, de izquierda, evidentemente va a ser muy difícil ahora.
La base de Rota ha sido defendida y al parecer nadie cuestiona el desmantelamiento de la industria militar en las instalaciones de la bahía de Cádiz. ¿Existe alguna alternativa a la permanencia de una base norteamericana que muy probablemente de cobijo a Israel en su masacre impune contra Palestina? ¿Fracasa la izquierda aceptando la lógica creciente de la industria militar?
Evidentemente este tipo de desmantelamiento de bases, o de cambiar el incremento en el gasto militar, o de ahondar más en una cultura de paz y no en una cultura de guerra, es un proceso de largo plazo y pasa por transformar los sistemas industriales que hay en determinadas geografías, como es el caso de Cádiz y de Rota; está todo asociado a la industria naval. Esto exige un cambio de políticas que busque la transformación. Es un proceso largo, pero hay que hacerlo. Yo lo veo difícil, porque ahora se ha vuelto a producir un incremento en el gasto militar por la presión del lobby armamentístico, y evidentemente esas poblaciones que están asociadas a este tipo de industria, defienden esa posición. Pero las políticas de paz pasa por ir haciendo programas a largo plazo, que cambien los puntos de referencia de esas ciudades, que en vez de estar dedicadas a la industria del armamento, pasen a otro tipo de industrias más transformadoras.
¿Cuáles serían los pasos a dar en unos futuros presupuestos generales del Estado para reconvertir o transformar las partidas destinadas a mantener a la OTAN o a su economía de guerra, y dedicarla a inversiones en tecnologías ambientales o médicas?
Yo creo que pasa por una mayor transparencia en los presupuestos generales del Estado que es la ley más importante en la legislatura, donde se establecen las prioridades. Muchas veces la población no es consciente de que en esas prioridades hay un mayor gasto en armamento del que se especifica en la misma ley, porque se esconde, derivando esos mismos gastos en defensa a otros ministerios; al ministerio de Industria, de Asuntos Exteriores, y se ponen unas cifras que no son las reales. El Congreso y el Parlamento pueden hacer mayor hincapié para que la población, igual que es consciente de lo que se gasta en Sanidad y en Educación, sepa lo que se gasta en armamento. Y cuando las cifras se comparen, y la población decida donde quiere poder sus prioridades. Probablemente esa es una forma de presión. Yo siempre propugno que los presupuestos en defensa tienen que ser transparentes, pero este no es el caso.
Vista la evolución y el aumento de los conflictos bélicos en el mundo, ¿sigue teniendo sentido el conocido axioma militar de Si vis pacem, para bellum?
Yo creo que si quieres la paz, hay que preparar la paz. Para preparar la paz, también hay que invertir en paz. Cuando se habla de paz uno se siente muy pacifista, pero cuando se habla de presupuestos se carga la mano en inversiones en armamento y no en paz. Para invertir en paz hay que invertir en educación y en sanidad. La gente quiere vivir en paz y no estar pendientes de unos determinados enemigos lejanos, y con una estrategia del miedo, que siempre funciona para que las inversiones vayan en ese sentido. Yo creo que si quieres la paz, hay que preparar la paz.
¿Ha llegado la ONU, y especialmente su Consejo de Seguridad, a un límite en el que necesitan una profunda transformación ante su ineficacia y contínuo descrédito?
Es clarísimo que se produzcan manifestaciones a favor de acuerdos y determinados protocolos en lo que es la Asamblea de las Naciones Unidas, y que por un veto único de un país o de dos países, esas decisiones mayoritarias no puedan llevarse adelante. Es claro que esto exige una renovación del funcionamiento de las Naciones Unidas, aunque ya se están abriendo brechas en esos bloques geopolíticos con China, con los Brics; y esto está demostrando la obsolescencia de los procedimientos. Mientras tanto hay poblaciones que están sufriendo esas debacles que so estos conflictos basados en intereses, porque todavía tenemos que hablar del lobby armamentístico funcionando como el complejo militar industrial que todavía está funcionando desde la Segunda Guerra Mundial y, con otros nombres, siguen defendiendo sus intereses; porque únicamente ganan dinero con este tipo de conflictos: El sector energético, el sector de las materias primas. El sector armamentístico aumenta sus cifras, pero van en contra de los derechos humanos y del bienestar de la Humanidad.
En el marco del XIV Congreso Internacional de Educación Superior «Universidad 2024» Universidad 2024,en La Habana, Cuba y el Foro “Educación superior y transformación social”, organizado por CLACSO el 6 de febrero, habló con CLACSO.tv Luciano Concheiro Bórquez, Subsecretario de Educación Superior de México
– ¿Cuáles son los grandes desafíos actuales de la educación superior en América Latina y el Caribe frente a una disputa de poder muy fuerte?
– En México compartimos la necesidad de la inclusión, que quizás en la Argentina no sea el problema. Hoy, más del 50% de los jóvenes en nuestro país todavía se encuentran afuera de la educación superior. Incluso con todo lo que hemos logrado en ir integrando a los recién salidos de la media superior.
El neoliberalismo fue avanzando en un proceso de mercantilización que adquirió formas perversas a lo largo y ancho de nuestra de Nuestramérica, como decía José Martí. Esencialmente, en el proceso de cosificación de la enseñanza, de poner al centro toda esta temática de la calidad de enseñanza, la revisión de los planes y programas para ir haciéndolos estandarizados.
Tenemos otros núcleos de problemas donde ha habido que enfrentar fuertemente. Por ejemplo, existe un proceso de exclusión con el tema de género, pero también en cuestiones que tienen que ver con los pueblos originarios y afrodescendientes. Nos fuimos hacia atrás en términos de la posibilidad de incluir la diversidad cultural, una perspectiva que permitiera tener una visión de conjunto.
Para México, una de sus características gira alrededor de la disociación entre educación superior y la sociedad, con sus problemas y necesidades. Se perdió hasta la relación con la industria, con la agricultura, dejó de interesar. La vida alrededor de los premios y estímulos, acabaron sustituyendo ese gran despliegue de una proyección de la educación superior. En 1918, Córdoba, Argentina, nos marcaba que ser autónomos y luchar por una universidad tenía que ver con la conexión, el compromiso social. Esos temas en México se habían perdido hasta el extremo.
– En ese marco tan particular, se estuvo hablando mucho de ciencia abierta y la importancia de la ciencia en la lógica de transformación. ¿Cuál es la importancia de México de pensar en las cuestiones relacionadas no sólo con el acceso abierto sino también con los métodos de evaluación?
– Volvemos al fondo de la cuestión: para nosotros, en México, fue cambiar la Constitución, el artículo tercero de la misma, para despegar la idea del derecho humano a la educación pero también a la ciencia. El tema central era cómo la ciencia y la tecnología estaban funcionando.
Yo que pertenezco a las instancias de gobierno, de ciencia y de tecnología y educación pienso que lo asombroso es simplemente por los títulos de las investigaciones, la desconexión que existía con respecto a los problemas sociales. Entonces, para sintetizarlos se agregó una “H” de Humanidades al Consejo Nacional de Humanidades, Ciencia y Tecnología. Esa “H” no solamente reclamaba el arraigo que debería tenerse en esta perspectiva, sino también la importancia de la conexión humanística, de un tema de la ética del desarrollo científico y tecnológico y de la direccionalidad.
Se cambió por completo todo el sistema de evaluación con los posgrados. En ese sentido, el Consejo Nacional delegó en la educación superior todo el sistema de evaluación de los posgrados para reconectar investigación con docencia y vinculación. Para nosotros eso es esencial, porque si ocurre con la fuerza que puede tener el CONICET o el Conacyt, nos separa ambos ámbitos: el que liga a la investigación generativa con la formativa. Este encuentro de investigación busca los problemas que aquejan a nuestras sociedades.
– Esta temática parece central. Da la sensación de que en algunos espacios de otros lugares del mundo se está discutiendo una ciencia que no es transformadora de los pueblos que investiga…
– Exactamente. Nos encontramos con las principales refresqueras de investigaciones en un país donde la inversión de las grandes empresas en términos de investigación es casi nula, donde todo el dinero es público y es utilizado para las grandes empresas transnacionales en México. Es decir, el dinero lo estábamos trasladando (con recursos públicos) a este proceso de transnacionalización.
– En ese marco, decimos evaluación por un lado, investigaciones acordes a las sociedades en las que están, ¿y el proceso de publicación? Porque la publicación también tiene una lógica de mercantilización compleja que ha llevado a un lugar de privatización de ese conocimiento posterior.
– Absolutamente. Y está ligada a la meritocracia. El problema era la construcción de un grupo de investigadores que iban a recibir a través de las publicaciones. ¿Con qué sentido? Ninguno. Hay un exceso (está confirmado) de publicaciones de cualquier cosa. Repetidas, es decir, la academia ficción acabó ocupando un papel muy importante, el publicar por publicar. Publicas en el extranjero un paper académico que no tiene ningún impacto en el país, pero como fue publicado en “x” o “y” revista de Estados Unidos, ya es suficiente. Eso te daba un reconocimiento y no importaba si alguien lo leía en México o si tenía algún efecto. Entonces, nosotros fuimos a establecer una serie de líneas de investigación acordadas a nivel nacional en discusión con las propias instituciones de Educación Superior, pero sobre todo en conexión con los grandes problemas nacionales. Y se modificó la relación que tenemos en términos de ciencia y tecnología.
– Se está hablando de mucho más allá en cuestión de leyes, normativas, acuerdos, pero es una transformación cultural, ya que tiene otra profundidad.
– Totalmente. Podemos medirla de diversas formas. Hablando con CLACSO, me gusta que aborden la temática de género. En México, primero se generó un cambio constitucional, luego nos fuimos a la primera Ley general de Educación Superior para trazar no solamente un planteamiento del deber ser sino del hacer. Entonces, la construcción alrededor de elementos que tienen que ver con una visión del mundo, nos llevó a un fuerte incremento del número de estudiantes, 700 mil nuevos en lo que llevamos de gobierno. Pero el dato del cambio cultural es que el 76% son mujeres. Fue una sacudida en el país. Ahora no hay una sola entidad federativa que no tenga más mujeres, tanto estudiantes como en el profesorado. Entonces, ese giro con una campaña poderosísima de la no violencia, además de confrontar directamente el acoso y todas las condiciones que llevan a una vida de no paz, nos ha llevado a un efectivo cambio cultural. Cuando llegamos a la asociación más importante de universidades, solo había tres mujeres. Estamos hablando de cientos y cientos de hombres grises (por supuesto encorbatados). Ahora tenemos el 43% de todas nuestras instituciones de Educación Superior dirigidas con rectoras, directoras generales mujeres. Es una gran transformación cultural.
– En ese sentido, hay efectos dominó a partir de algunas medidas muy centrales. Pienso en las tareas de cuidados posteriores para que esas mujeres puedan estudiar y hay una cantidad de cuestiones que deben ponerse en juego a la hora de una medida trascendente, ¿no?
– Así es. Además de preguntarnos si basta dar buenas condiciones para ingresar, también damos becas a las mujeres, que han tenido que ser más importantes en números que a los hombres.
Pero llegamos más allá. Empezamos con una política de la interculturalidad, que es otro de nuestros grandes rasgos y cambios culturales. Esta gira alrededor no de aceptar y ver al diferente desde la otredad, sino cómo desde la alteridad y desde la construcción común. La interculturalidad es para todos o no es intercultural.
Lo otro es multiculturalidad que es el nuevo discurso de la construcción ideológica central de la derecha a nivel mundial. Esa visión ha ido avanzando en Europa en términos proto-fascistas de la cultura y de las otras culturas, diciendo: “te acepto”, pero en tu barrio, en el norte de África o en otro lugar. Entonces, ahí hay un cambio.
– Estuvimos hablando con René Ramírez, exfuncionario del gobierno ecuatoriano en educación superior, quien se refirió a una nueva investigación en relación a la cantidad de estudiantes que estudian en universidades públicas de Nuestra América, pero que al momento de votar se deciden por propuestas de derecha que proponen que esas universidades sean pagas, cerradas y acotadas en determinados sectores. ¿Cómo se entiende esa situación?
– En México, por suerte, no nos está sucediendo. Pero sí hay un grupo a nivel del profesorado. Esta casta aspiracionista ha creado una imagen de que vas a llegar a tener esas mejores condiciones. Pero cuando logras que ingrese un 36% más en cinco años del primer decil, no tenemos esos resultados (de votos de derecha).
Hoy, estamos hablando de un proceso de territorialización de la política que acompaña un proceso de territorialización universitaria. La desconexión entre los territorios y territorio entendido como construcción de poder, de autogestión, de participación social, nos ha permitido movernos en otro orden. Yo estoy muy conforme de que el proceso, que sin pretender imponer, ha logrado abrir grandes pistas. Frente a un estado conservador, abrimos una universidad intercultural para la igualdad y también pensando en una universidad de género. Cuando entras a la institución, el diseño es precioso, tiene un área de cuidados para los hijos y las hijas dentro de la universidad, pero además hay otra área para los padres y las madres mayores, porque las mujeres en esta cuestión del cuidado acaban cuidando a los viejos en las casas.
Esta universidad se encuentra en el estado de Aguascalientes, donde hay una gobernadora mujer, hemos hablado mucho con ella. En un principio, nos dijo “Quiero una universidad para la mujer”, pero en un estado como Aguascalientes tuvimos la sinceridad de decirle que van a confundir o creer que tu propuesta es enseñar a cocinar mejor, lavar y planchar, frente a toda esa visión de los prejuicios. Entonces, cuando fuimos avanzando en el diálogo de la interculturalidad y la igualdad, a la gobernadora le encantó la idea y terminamos de construir todo un sentido distinto.
Al igual que la afro-universidad. En México, tenemos una universidad que se llama afro-universidad en la costa chica de Oaxaca. Toda esta cuestión sacudió a la región, porque la identidad negra es una de las que más se ha invisibilizado. Estamos transformando aquello que nos rechaza en un elemento de identidad y de confrontación con el racismo.
– En base a lo que se va viendo en el mapa político futuro, todo indica una posibilidad de continuidad de ideas políticas. ¿Cómo se sigue proyectando la lógica futura en el marco de pensar en que si estas políticas no continúan es muy difícil que tengan una profundidad en el arraigo cultural?
– En principio, yo diría que hay que pensar en educación y salud, pensar en una política de estado. Políticas de gobierno en educación que se agoten en un periodo de gobierno, la verdad que no tienen proyección alguna.
En cambio, tener una ley derivada del artículo tercero de la Constitución Mexicana tiene un anclaje mucho mayor, ya que para quitarla se necesitan dos tercios de la votación. Hay que darle mucha fuerza a un proyecto verdaderamente alternativo, ya que buena parte de su fuerza está en hablar sobre política de gobierno, pero en términos de educación sí o sí hablas de política de estado.
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