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Entrevista al historiador y doctor en Ciencias Políticas belga Eric Toussaint, del CADTM «Lanzar un gran frente internacional contra la extrema derecha»

Por: Sergio Ferrari

Ecos del Foro Social Mundial de Nepal, 15 al 19 de febrero 2024

Casi al concluir una nueva edición del Foro Social Mundial (FSM) que se realizó en Katmandú, Nepal, entre el 15 y el 19 de febrero, llega el momento del balance. “Se trató de una convocatoria muy positiva para la región. Debemos, sin embargo, mirar hacia adelante, impulsando iniciativas concretas en una coyuntura internacional compleja marcada por la ofensiva de las fuerzas de extrema derecha”, afirma el historiador y economista belga Eric Toussaint. Fundador y portavoz del Comité por la Abolición de las deudas ilegítimas (CADTM), Toussaint participó en el FSM, en el cual su organización promovió siete actividades que contaron con amplia participación. Entrevista.

Positivo, pero…

P: ¿Cuál es su balance de esta nueva edición del Foro Social Mundial que acaba de concluir?

Eric Toussaint (ET): Fue muy positivo, fundamentalmente por la participación de muy diversos sectores extremadamente oprimidos. Me refiero entre ellos a los Dalit, la casta de los intocables; pueblos nativos y originarios históricamente marginados pero muy organizados; fuerzas sindicales; muchas militantes feministas de zonas populares. La presencia mayoritaria fue de Nepal y de India. Los organizadores contabilizaron 18 mil inscripciones [de más de 90 países] y en la manifestación de apertura, el jueves 15, se movilizaron entre 12 y 15 mil participantes. En conferencias, talleres y actividades culturales, cada día, hubo no menos de 10 mil personas. Fue una excelente decisión de venir a Nepal. Se trata de un resultado incomparablemente mejor que la edición anterior del FSM de México en mayo de 2022.

Sin embargo, el FSM como tal, no llegó a alcanzar la misma representación que tuvo en su primera década de existencia, a partir de su fundación en Porto Alegre, Brasil, en 2001. Casi no vi en Nepal europeos, latinoamericanos y africanos. En síntesis, un buen nivel de convocatoria regional pero débil presencia de otros continentes. Lo que demuestra las dificultades que tiene el FSM para tomar iniciativas globales de real impacto.

Falta una dinámica internacional movilizadora

P: ¿Evalúa que no logró superarse la última gran convocatoria presencial del FSM de 2019 en Salvador de Bahía, Brasil? Tomo como referencia de comparación el evento de 2019, ya que la edición de México de 2022 se realizó en una muy particular situación postpandemia que condicionó significativamente su capacidad de convocatoria.

ET: No solo eso. Si pensamos en esa edición de Salvador de Bahía de 2019, aunque con bastante participación, se redujo esencialmente a la región del nordeste con representaciones de algunas otras zonas de Brasil. Desafortunadamente la presencia de otros continentes fue débil.
Ahora percibimos una realidad contradictoria. Por una parte, el Foro Social Mundial no constituye más una verdadera fuerza amplia de atracción y propulsión. Por otra, es el único espacio mundial que todavía existe. Y por eso para el CADTM, sigue siendo importante participar.

Estoy persuadido que si el FSM tuviera fuerza real — como la que alcanzamos en 2003 cuando convocamos a las grandes movilizaciones por la paz y contra la guerra en Irak– hoy su poder sería significativo: tanto para confrontar el genocidio en Palestina como para ayudar a construir un amplio freno al crecimiento de la extrema derecha, fenómeno preocupante que se percibe en muchas regiones del mundo.

Cuando afirmo esto, me refiero, entre otros, a Narendra Modi en India, nacionalista, antislam y anti musulmán, violento; a Ferdinand Marcos Junior en Filipinas, no solo heredero de la dictadura familiar sino del represor Rodrigo Duterte; al retorno reaccionario en Túnez, cada vez más similar a la antigua dictadura de Ben Alí, previa a la primavera magrebí. En Europa, se dan proyectos extremistas y guerreristas como los de Vladimir Putin en Rusia, Giorgia Meloni en Italia, Viktor Orban en Hungría y en Ucrania, donde gobierna un gobierno neoliberal derechista pro OTAN También pienso en las amenazas reales de Chega, una nueva extrema derecha en Portugal (que no tuvo esta fuerza entre 1975 y hasta hace apenas 3 años) que aspira a convocar al 20% del electorado; la posibilidad de victoria de Marine Le Pen en Francia; VOX en España; la victoria electoral del partido de extrema derecha en los Países Bajos, la AFD  (Alternativa para Alemania) etc. Y sin pretender mencionar a todas estas expresiones reaccionarias, en América Latina, señalo a personajes como Nayib Bukele en El Salvador o Javier Milei en Argentina. Este último con un programa económico-social más radical que el propio Pinochet en el Chile dictatorial. Todo esto en el marco global de una posible victoria electoral de Donald Trump en las próximas presidenciales de Estados Unidos. Y dejo para lo último, por la brutalidad que representa: Benjamin Netanyahu en Israel, impulsando un proyecto racista, genocida y colonialista.

Nueva propuesta

P: Si el Foro Social Mundial no tiene la fuerza para convocar en una realidad mundial que usted describe como dramática, la pregunta es obvia: según su percepción ¿qué deben hacer los sectores progresistas a nivel internacional?

ET: Pienso que la fórmula de un FSM solo con movimientos sociales y ONG, pero sin partidos políticos progresistas (tal como lo definía la Carta de Principios de 2001) no permite luchar de manera adecuada contra la extrema derecha. Frente al auge de estos sectores y de proyectos fascistas, debemos buscar otro tipo de confluencia internacional. En ese sentido el CADTM junto con otros actores sociales, hemos tomado contacto con el PSOL (Partido Socialismo y Libertad) y el PT (Partido de los Trabajadores) de Porto Alegre, cuna del Foro Social Mundial a partir del 2001, para proponerles la creación de un Comité Organizador que convocaría una reunión internacional en mayo para discutir cómo seguir, en la perspectiva de un gran encuentro dentro de un año. Con una visión amplia para integrar movimientos sociales de todo tipo, feministas, luchadora-es por la justicia climática, creyentes progresistas, sectores sindicales etc., por citar solo algunos ejemplos, en la perspectiva de plantearnos cómo resistir mejor a la extrema derecha. Podrían sumarse activamente actores importantes como el Movimiento de Trabajadores Sin Tierra de Brasil (MST). Si ellos en Brasil lograron con una propuesta amplia de alianzas políticas y sociales revertir el Gobierno de Jair Bolsonaro, es esencial sacar lecciones concretas. El Foro Social Mundial podría continuar, pero estamos convencidos que es necesario un marco nuevo de fuerzas capaces de re-movilizar.

P: Existen ya iniciativas como la Asamblea Internacional de los Pueblos que se plantean objetivos similares…

ET: Claro que deberían participar y jugarían un rol importante. Pero necesitamos una nueva iniciativa más amplia de frente único. Pensamos que se podría convocar ese primer encuentro en mayo 2024 en Porto Alegre, Brasil, y sería imaginable, por ejemplo, contar con una fuerte presencia desde Argentina, de fuerzas de izquierda radical junto con la izquierda del peronismo, organizaciones sindicales como la Central de Trabajadores de Argentina e incluso de la CGT (Confederación General de Trabajadores) y los muy diversos movimientos sociales y feministas. Seria una primera etapa hacia una gran conferencia en 2025, por ejemplo, en Sao Paulo si la alianza de izquierda (PT, PSOL, etc.) ganara las elecciones a la alcaldía en 2024.

La construcción de esta nueva iniciativa internacional sería amplia y diversa, incorporando diversas corrientes revolucionarias, la 4ta Internacional, la social democracia, pasando por la internacional progresista, en todo el abanico de sectores. Así también se debería convocar a organizaciones y personalidades progresistas de Estados Unidos (por ejemplo, Bernie Sanders, Alexandria Ocasio- Cortez, el sindicato del sector automotriz UAW que logro en 2023 una gran victoria). Y partidos y movimientos de la izquierda de Europa, de África, de Asia, de la región árabe, con sus diferentes expresiones. Ampliando la participación a personalidades comprometidas del mundo cultural, que aporten lo suyo, desde su propio sector. Hay que convencer a un máximo de fuerzas, que incluso deben superar diferencias y divisiones históricas, y que comprendan y acepten el gran desafío prioritario de la hora actual, es decir el combate contra la extrema derecha. Sabemos que una convocatoria de este tipo no será simple ni fácil: requiere gran generosidad y fuerte voluntad política. El complejo momento histórico y los peligros que enfrenta la humanidad y el planeta nos indican que es importante intentarlo.

«Lanzar un gran frente internacional contra la extrema derecha»

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Entrevista a Angela Davis «Palestina representa para esta generación lo que Sudáfrica representaba para las anteriores»

Por: Frank Barat

La filósofa Angela Davis (Alabama, 26 de enero de 1944) conecta las experiencias de su militancia temprana a favor de Palestina con su ideal de que la situación desencadenada por Israel pueda suponer un punto de inflexión para detener la barbarie en todo el mundo.

Esta es la última de una serie de conversaciones que Frank Barat, periodista y coordinador del Tribunal Rusell sobre Palestina entre 2008 y 2014, ha estado promoviendo desde el 7 de octubre con personas expertas que aportan enfoques complementarios a lo que está sucediendo en Palestina e Israel, desde diversas disciplinas tales como la historia, el derecho, la educación o la filosofía. En su canal de youtube está disponible todo el material. Esta vez dialoga con Angela Davis, y como en otras ocasiones, la entrevista ha sido publicada en colaboración con Mondoweiss. El colectivo Viva Palestina Libre Subtítulos Contra la Ocupación ha estado colaborando estrechamente con Barat subtitulando las entrevistas al castellano y es quien se encarga de esta traducción. Todos los contenidos subtitulados por parte de este colectivo se pueden encontrar en el blog memoria presente.

En este diálogo Angela Davis transita entre el pasado y el futuro, lo concreto y lo abstracto, la acción y la reflexión, así como entre la esperanza activa y el realismo crudo de los tiempos que están por venir. Guardemos las semillas que siembra Angela Davis y hagámoslas brotar acto seguido.

Cada vez que te oigo hablar, o te he oído hablar, cada vez que leo algo que has escrito, Palestina está presente, en tus discursos, en tus escritos. En los últimos tres meses hemos vivido algo que desearía que nadie tuviera que vivir o presenciar jamás. Prácticamente la aniquilación de un pueblo en directo en nuestras pantallas. Hace poco hablé con Noura Erakat, a quien también conoces muy bien, y hablamos sobre el hecho de que realmente sentíamos que estos últimos tres meses habían sido una especie de trauma colectivo de personas experimentando un genocidio en directo, como ya he mencionado. Y quería empezar preguntándote por Palestina en particular, preguntarte sobre tu propio viaje de comprensión en lo que respecta a Palestina. Quería preguntarte, ¿qué importancia tuvo tu visita a Palestina en 2011?

En primer lugar, Frank, debo decirte que en realidad he estado reflexionando sobre mi propia trayectoria con respecto a la solidaridad con Palestina. Y he estado recordando cómo fue asistir a una universidad que se fundó el mismo año que el Estado de Israel, cómo fue realmente aprender a experimentar la solidaridad con el pueblo palestino de mis compañeras judías de la universidad de Brandeis, y pensando en las conversaciones, esa especie de conversaciones subterráneas que se producían en el campus cuando la administración siempre hacía hincapié en la importancia de que Brandeis apoyara al Estado de Israel. Así que he tenido un viaje muy largo que ha implicado que presas políticas palestinas me apoyaran cuando estaba en la cárcel, que implicó conocer a Arafat en el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes en 1973. Creo que fue en Alemania Oriental. Y me he dado cuenta de que el propio sentido de mí misma como ser político está muy vinculado a las formas en que he aprendido a experimentar y organizar la solidaridad con Palestina. Me parece que Palestina representa para esta generación lo que Sudáfrica representaba para las generaciones anteriores, y el sentido de que debe incorporarse en cada una de las agendas de los movimientos por la justicia social, especialmente ahora, dado este ataque genocida contra la población de Gaza. Por un lado, estoy muy triste, y sé que esto es una cuestión emocional, no sólo una cuestión política, para tantas personas de todo el mundo, pero al mismo tiempo me alegra ser testigo de una especie de muestra masiva de apoyo a la gente de Gaza y, según mi propia experiencia, ver cómo la gente se enfrenta al sionismo como nunca antes lo había hecho.

Así que mi visita a Palestina en 2011 fue realmente un punto de inflexión para mí. Había participado en iniciativas de solidaridad con Palestina desde mis días en la universidad, pero fue visitando Palestina y reconociendo que por mucho que creyera saber sobre la situación del apartheid en Sudáfrica, en realidad no era así, y me trajo recuerdos de cuando crecí en la ciudad más segregada de Estados Unidos. Me hizo reconocer que, en muchos aspectos, la situación que Israel ha creado para las personas palestinas era mucho peor que todo lo que yo había vivido. Así que las que fuimos en esa delegación, una delegación de mujeres de color y mujeres indígenas que eran activistas académicas, todas nos comprometimos firmemente a seguir haciendo el trabajo que estábamos haciendo, pero aún más a intentar ayudar a garantizar que la cuestión de Palestina se incorporara a las cuestiones de justicia social y a las agendas de justicia social, independientemente de cuál fuera el enfoque concreto. Durante demasiado tiempo estaban todas las cuestiones de justicia social, los movimientos contra el racismo, los movimientos por la igualdad de género, los movimientos contra la guerra en otras partes del mundo, y luego estaba Palestina como cuestión aparte. Así que nos comprometimos con nosotras mismas y con el mundo a intentar ayudar a romper ese aislamiento que había sido responsable de que tanta gente en todo el mundo, y especialmente aquí en Estados Unidos, simplemente no supiera lo que estaba ocurriendo en Palestina.

Es interesante oírte decir esto porque eso es exactamente lo que sentí durante mi primera visita en 2007. Por mucho que creía saber, cuando llegué allí realmente todo cambió radicalmente. Pensé que no había punto de retorno. Y recuerdo haber leído a Arundhati Roy que dijo: “una vez que lo ves, ya no puedes dejar de verlo”. Y así es exactamente como me sentí después de volver. En cierto modo, cambió radicalmente todo, la forma en que situé a Palestina en medio de otras luchas. También quería preguntarte por una persona, June Jordan. En 1982, escribió un largo poema en el que decía: “Nací siendo una mujer negra y ahora me convierto en palestina”. Me preguntaba cuánta influencia tuvo a la hora de inspirar a las personas afroamericanas —y a otras— a comprender realmente lo que era Palestina. Y me preguntaba si tú la conocías. Supongo que sí.

¿Sabes, Frank? June era una amiga muy cercana y fue una pionera con respecto a los esfuerzos para generar solidaridad con Palestina. Y ese poema al que te refieres, “Moviéndose hacia el hogar” [Moving towards home], es una expresión realmente poderosa de la necesidad de solidaridad, especialmente de la necesidad de los lazos de solidaridad que unen a las personas negras de los Estados Unidos con las palestinas. En la década de 1980, June viajó al Líbano tras la guerra allí. Entabló conversaciones con quienes seguían muy influidas por el sionismo. Adrienne Rich, por ejemplo, que era una poetisa muy conocida, tuvo un compromiso prolongado. Bueno, se hicieron amigas, pero al principio, June fue muy crítica con Adrienne por no reconocer el lugar de Palestina en nuestro imaginario. Y así, con el tiempo, Adrienne se convirtió en una representante muy poderosa de la necesidad de desafiar al Estado de Israel, de desafiar a los Estados Unidos por su alianza con Israel, por ser el aliado más poderoso que Israel puede reclamar.

Sí, podría hablar de June eternamente, y me encuentro en este período, y de hecho, desde las manifestaciones en 2014 que tuvieron lugar en Ferguson, cuando empezamos a ver una muestra visible de apoyo a Palestina entre las personas jóvenes negras, con las Defensoras de Sueños [Dream Defenders], etc.. Así que me encuentro deseando que June Jordan siguiera aquí porque ella es ciertamente responsable en muchos sentidos de este desarrollo de un sentimiento de parentesco político entre las comunidades negras en los Estados Unidos y las palestinas que luchan por su libertad. Y es un poema increíble. También hay un poema sobre la guerra del Líbano, y si una lo lee, parece una descripción de lo que está ocurriendo hoy en Gaza. La echo mucho de menos.

Creo que todas la echamos de menos, a ella y a sus escritos, sus poemas, su influencia… Es interesante que menciones que leyendo el poema de June sobre el Líbano sientes que es lo que está ocurriendo en Gaza ahora. Hace poco encontré un vídeo tuyo en el Tribunal Russell, creo que fue en 2014, en la última sesión de Bruselas, donde diste uno de los discursos de clausura. Y escuchando el discurso, podrías ponerlo hoy, cambiar algunas fechas, y es, de nuevo, exactamente lo que está pasando en Gaza ahora, quizás multiplicado por diez. Pero el proceso, el patrón, es en realidad exactamente el mismo. Lo que demuestra que, de nuevo, la historia no comenzó el 7 de octubre, como ya sabes.

Por supuesto. Hay una dimensión del sionismo que se niega a reconocer la historia, que ha querido congelar la historia en un momento determinado. De modo que, incluso en 2024, cuando recordamos los acontecimientos del pasado otoño, vemos que el discurso del gobierno y el discurso del apoyo sionista al gobierno recrean la historia misma de la que nació el Estado de Israel. Y creo que eso nos lleva a ser críticas con el propio proceso de creación de un Estado, un Estado-nación, en base a prevenir ataques catastróficos contra los seres humanos y de ver ese Estado como la única respuesta posible a esas catástrofes. Reconociendo que el Estado se basa en el ejército, se basa en la violencia, se basa en la guerra. De modo que significa que la única forma de responder realmente es mediante la violencia. Espero que este periodo también nos inspire para tener diferentes formas de imaginar el futuro fuera del marco del Estado-nación, con su ejército y toda su policía y sus diversas formas de violencia.

Supongo que una perspectiva abolicionista es necesaria ahora más que nunca. Quería preguntarte también sobre algo de lo que hablas a menudo, el internacionalismo negro. Hace poco, estaba con una organización palestina con la que trabajo, y hablando de estrategia y demás, nos dimos cuenta de que gran parte del trabajo que hacen las organizaciones benéficas y las ONG que trabajan sobre Palestina es muy eurocéntrico o muy centrado en occidente. Intentamos presionar a los parlamentarios en Londres, en Estados Unidos pero cuando oyes la respuesta que Occidente está dando ahora mismo, te das cuenta… y cuando ves la respuesta del Sur Global, del mundo mayoritario, te das cuenta de que, en cierto modo, estamos equivocadas. Deberíamos construir alianzas muy sólidas con el Sur Global, con el mundo mayoritario, porque no podemos esperar que las personas que realmente mueven los hilos, que permiten a Israel hacer lo que hace, algún día, de nuevo, cedan sus privilegios y dejen de hacerlo. Así que me preguntaba si, en cierto modo, es eso lo que quieres decir con internacionalismo negro. Hablamos de esto con Susan Abulhawa, hace unos días también, de la necesidad de construir alianzas con el Sur Global, que es el mundo mayoritario.

Bueno, sí, eso es definitivamente importante, en particular las alianzas Sur-Sur. Creo que el problema al que te refieres es el hecho de que se ha asumido que todas las alianzas tienen que estar canalizadas a través del Norte Global. Y por tanto, se han impedido muchas conexiones muy productivas entre personas que viven en el Sur Global. Pero creo que… Tu pregunta me recuerda algo que W.E.B. Du Bois señaló hace muchas, muchas décadas, cuando habló sobre el mejor tipo de panafricanismo, la mejor manera de perseguir un tipo de panafricanismo, en el que mucha gente pensaba entonces sólo por el parentesco racial entre las personas negras en los Estados Unidos, por ejemplo, y las personas negras en África. Y Du Bois señaló que no era el parentesco racial lo que produciría el tipo de internacionalismo y el tipo de solidaridad que necesitábamos, sino reconocer que los esfuerzos antiimperialistas estaban en el centro mismo, o debían estar en el centro mismo, de esas alianzas. No alianzas basadas formalmente en alguna noción de raza, sino en una solidaridad muy concreta y en compromisos de solidaridad que unieran a las personas de ascendencia africana con personas de todo el mundo que también luchaban contra el imperialismo.

Pero creo que el internacionalismo siempre ha sido una dimensión importante de las luchas negras. De hecho, cuando pienso en el periodo en que gente como Frederick Douglass viajaron a Europa, e Ida B. Wells más tarde, durante el movimiento contra los linchamientos, viajó al extranjero para conseguir apoyo para ese movimiento. En muchos sentidos, las personas negras en los Estados Unidos siempre han sido beneficiarias de la solidaridad internacional. Y ha habido quienes reconocen que no sólo debemos vernos a nosotras mismas como beneficiarias de la solidaridad, sino también como forjadoras de solidaridad para personas de todo el mundo que están oprimidas por el capitalismo, por el capitalismo racial, de hecho. Porque si hablamos de cuestionar el racismo, tiene que expresarse como una toma de conciencia del papel que el capitalismo ha desempeñado en la producción del racismo. Y como muchas personas han señalado, el sistema capitalista que conocemos ahora es el capitalismo racial. Y por tanto, sin una dimensión de internacionalismo, no hay posibilidad siquiera de empezar a organizarnos para que caiga.

En cierto modo, en este sentido, ¿qué importancia tuvo, en tu opinión, que Sudáfrica presentara el caso ante el Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) contra Israel?

Bueno, en primer lugar, sé que muchas de nosotras todavía estamos muy vinculadas emocionalmente a lo que imaginamos que una victoria de Sudáfrica aportaría al mundo. Sudáfrica era nuestra esperanza. Y por supuesto, debido al capitalismo global, al FMI y a otras instituciones financieras capitalistas, y debido a los problemas dentro de Sudáfrica, por el tipo de dificultades internas, políticas, pero también debido a las formas en que una lucha nunca se desarrolla exactamente como una se la imagina. Y por eso creo que ha habido una especie de depresión. Durante un tiempo, pensamos que Brasil desempeñaría el papel que Sudáfrica no desempeñó tras el derrocamiento del apartheid. Y luego, ¿qué experimentamos? Así que estoy diciendo todo esto, tengo este largo prefacio a mi comentario, ya sabes, sea cual sea el resultado final de la decisión de la Corte, el hecho de que Sudáfrica se levantara para representar a Palestina ha creado, creo, una nueva esperanza en el mundo. Y creo que aquellas de nosotras que sentíamos que habíamos invertido tanto en la lucha contra el apartheid y luego, en cierto modo, fuimos defraudadas, ahora podemos mirar a Sudáfrica y su alianza con Palestina en la escena mundial y decir que valió la pena comprometerse en todos esos años de lucha para desmantelar el apartheid. Así que estoy totalmente impresionada con el trabajo que ha hecho Sudáfrica. Creo que está teniendo un impacto en la gente de todo el mundo. Una fuente de esperanza.

¿Podría ser… —estoy tratando de ser tal vez utópico—, podría ser como una rebelión del Sur Global y en cierto modo el fin de la hegemonía estadounidense? Ya sabes, Estados Unidos, siempre ha asustado a los países para que actuaran porque decían “cuidado, nosotros mandamos. Si actuáis, cortaremos esto, cortaremos lo otro”. En cierto modo, Sudáfrica se arriesgó y muchos países le siguieron y dijeron que iban a apoyarla. Así que, en un mundo ideal, ¿podría ser el principio del fin de la hegemonía estadounidense?

Bueno, por supuesto, esa es nuestra esperanza. Y el fin definitivo de la hegemonía estadounidense va a requerir mucha más lucha a muchos niveles diferentes. Pero creo que este momento nos permite vislumbrar concretamente un futuro en el que el conjunto ideológico de Estados Unidos no sea tan poderoso sobre gran parte del mundo. El hecho de que la Corte dictara la sentencia que dictó, por supuesto a todo el mundo le decepcionó no haber conseguido un alto el fuego, pero hay muchas razones por las que eso no sucedió. Creo que, en muchos sentidos, ese fue el mejor resultado posible, al menos en relación con el informe preliminar. Y mientras todas nosotras hemos estado observando cómo se desarrollaba ante nuestros ojos lo que consideramos un genocidio, escuchar a la presidenta de la Corte leer la sentencia que incorporaba gran parte del lenguaje que había utilizado Sudáfrica y el hecho de que la presidenta del Tribunal sea de Estados Unidos, teniendo en cuenta que Estados Unidos es el mayor aliado de Israel. Y la única jueza que no firmó era de Uganda. Y realmente no lo entiendo, sobre todo porque Uganda, se piense lo que se piense de Uganda, se desmarcó de la postura de esa jueza. Así que fue una decisión prácticamente unánime. Y creo que cualquiera que sea el impacto legal que pueda tener, el impacto más importante va a ser sobre otros Estados e individuos de todo el mundo, que ahora disponemos de un marco más sólido para dedicarnos al trabajo que debemos estar haciendo para poner fin a esta guerra genocida.

Sí, exactamente. Creo que las medidas cautelares del Tribunal Internacional de Justicia son como cuando tienes una caja de herramientas que usas durante una lucha. Se trata de una herramienta enorme para nosotras, para las juristas, también para las ciudadanas. Así que esto va a ser muy importante. Y no ha terminado. Quiero decir, Sudáfrica podría pedir otras medidas cautelares si Israel no respeta estas. Así que es una historia que continúa. Quiero terminar con una pregunta en dos o dos preguntas en una. Arundhati Roy, ella de nuevo, dijo en medio del covid que el covid era un portal. No sé si recuerdas cuando dijo eso. Me preguntaba, —esta no era mi pregunta, pero ya lo es— ¿Crees que Palestina podría ser un portal? Te la voy a responder como yo pienso. Para mí, Palestina es un microcosmos de todo lo que está mal en el mundo en términos de capitalismo racial, en términos de colonialismo, en términos de políticas genocidas y apartheid. Pero también es, a través del trabajo de mucha gente, a través de los cientos de miles de personas que lo han dejado todo en los últimos meses para centrarse en Palestina, un portal a lo que podría ser el mundo. No sé si sabes a lo que me refiero. Así que esa es parte de mi pregunta. Y has dicho, en realidad muchas veces, que Palestina para ti era una prueba moral definitiva para el mundo. Así que me preguntaba ¿qué querías decir con eso?. Y si estás de acuerdo en que Palestina podría ser realmente el portal, que quizá no fue Sudáfrica, la Sudáfrica posterior al apartheid.

Bueno, ya sabes, Frank, como dijo Stuart Hall, “nunca hay garantías”. No hay garantías, pero es importante —y me gusta decirlo— actuar como si fuera posible cambiar el mundo, no sólo imaginar, sino realmente hacer realidad un momento en la historia del planeta en el que la explotación y el racismo y la guerra no sean las características principales de la sociedad humana. Y creo que lo que me parece tan inspirador es que tanta gente, independientemente de los esfuerzos concretos en los que participen tantas activistas por la justicia social, haya centrado su atención en Palestina. Ya se trate de organizaciones feministas, del movimiento LGBTQ, campañas abolicionistas, activismo climático, movimientos por la justicia alimentaria. Y vemos que esto ocurre, lo vemos en el continente africano, lo vemos en Australia, lo vemos en Sudamérica.

Así que estoy recordando un momento en el que hablé en una zona rural de Brasil mientras intentaban construir un nuevo sistema universitario que admitiera a personas afrobrasileñas, personas de ascendencia africana en Brasil. Y recuerdo, como has dicho, que siempre me gusta mencionar Palestina, y esto fue hace algunos años, y mencioné lo importante que era vincular nuestras luchas con lo que estaba ocurriendo en Palestina. Y las miles de personas que estaban allí presentes estallaron en un aplauso masivo que yo no esperaba. Y así ahora, cuando veo las imágenes del enorme número de personas que se manifiestan en un país tras otro, me recuerda que estas conexiones a través de las fronteras nacionales son posibles, que Palestina nos permite imaginar un mundo muy diferente. Y por eso luchamos por la justicia para Palestina, no porque sea lo moral —que lo es—, ni porque sea la única forma en que podemos imaginar un futuro para las personas que viven en esa parte del mundo —que lo es—, sino porque representa la capacidad de construir nuevas vidas y nuevos sueños para las personas de todo el mundo. Aunque me entristece enormemente tener que presenciar el daño y la devastación que ha infligido Israel, que prologa su guerra al referirse —al menos el Ministro de Defensa— a las personas palestinas como “animales humanos”. Creo que eso despierta algo en la gente en todas partes e incluido, espero que cada vez más, entre las personas judías dentro de Israel. Lo único que debería señalar, que ha sido tan inspirador, es el hecho de que las jóvenes judías hayan tomado el liderazgo en esta lucha, hayan convocado y liderado las manifestaciones que están teniendo lugar en todo Estados Unidos. Y eso nos hace soñar con un mundo en el que habremos erradicado el racismo y el antisemitismo y la explotación económica y la violencia de género. Así que sí, depositamos nuestros sueños, creo, en Palestina.

Gracias, Angela. Qué manera tan increíble de terminar. Creo que, de nuevo, tienes toda la razón. Tenemos que creer en nuestros sueños. Si no, ¿quién va a luchar? Howard Zinn dijo que la lucha tiene que ser estimulante en cierto modo, alegre y hermosa, porque si no lo es, ¿quién más se va a unir? Así que creo que, a pesar del horror, tenemos que intentar centrarnos en la belleza para seguir adelante. Gracias de nuevo, Angela. Hablaremos pronto. Y feliz cumpleaños atrasado.

Gracias, Frank. Y gracias por todo lo que haces y sigues haciendo.

Traducido por el colectivo Viva Palestina Libre.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/mapas/entrevista-angela-davis-gaza-apartheid-sudafrica

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Entrevista a Lucía Mbomío-activista antirracista: Los medios arrebatan su humanidad a las personas negras.

Fuentes: Ctxt

Hablamos con la periodista y activista Lucía Mbomío (Alcorcón, 1981) en el marco del VIII Congreso ULEPICC-España sobre “Comunicación y Paz” (2023), que abrió con su conferencia sobre periodismo y racismo.

Hija de José Mbomío, natural de Guinea Ecuatorial, y de Sofía Rubio, de Segovia, trabaja actualmente en Aquí la Tierra y la hemos podido ver anteriormente en proyectos como En tierra de los nadie, El método Gonzo o Españoles en el Mundo. Ha grabado en más de 30 países y, en los últimos años, ha escrito obras literarias muy relevantes como Hija del camino. Si hay algo que destaca de ella es su continua reflexión sobre qué significa y qué supone ser una persona racializada en la actualidad. En esta entrevista se centra en el papel de los medios de comunicación en la difusión del racismo. El vídeo de la entrevista extendida está disponible en el canal de ULEPICC.

¿Cómo es el racismo en España? Siempre ha dicho que la ciudadanía es racista y machista, pero que no queremos hablar de ello y que, en vez de trabajar para dejar de serlo, lo negamos.

El punto de partida es entender que el racismo forma parte de la sociedad y, a partir de ahí, comprender que nos construye de alguna manera. Nacemos como pelotitas de barro, completamente redondas, y, a medida que vamos creciendo, los diferentes sistemas de opresión –ya sea machismo, racismo, homofobia, clasismo, capacitismo, gordofobia…– nos van construyendo, nos van cincelando y provocan que lo vivamos de una manera o de otra, que estemos en un lado o en otro, o incluso, aunque lo padezcamos, que interioricemos algunos de esos prejuicios.

La gente se quita mucha culpa porque cuando hablamos de racismo todo el mundo lo niega y, además, te suelen decir que es cualquier otra cosa menos racismo. No entiende que los diferentes sistemas de opresión pueden ir entrelazados. Si no reconocemos ciertas cosas, es muy difícil que podamos transformarlas. Partiendo de esa base, hay que entender que el racismo no es solo el insulto o que te peguen por la calle, sino que también puede ser una cuestión de omisión, por ejemplo, de conocimientos generados por personas no blancas, como vemos en los libros de texto. Yo no he estudiado absolutamente ningún personaje histórico, ni del ámbito de la ciencia, ni en la literatura que no sean personas blancas.

¿Qué clase de prejuicios, opresiones o estereotipos asumimos desde la infancia y cuál es el papel de los medios de comunicación?

Estamos creciendo sin unos referentes que construyan a las personas no blancas, pero también a las personas blancas. Por supuesto que también en mi generación –y todavía hoy, aunque menos– había muy pocas mujeres que se estudiaran: estaba Marie Curie en ciencia, Carmen Laforet, Rosalía de Castro, poquitas, pero había.

Pasa lo mismo en los medios de comunicación: no es que no aparezcan las personas negras, sino que suelen aparecer desde una perspectiva deshumanizada. Lo que está haciendo es recoger una narrativa previa que está muy conectada con la esclavitud y tiene que ver con arrebatarle su humanidad a las personas negras, o sea, con provocar que dejen de ser leídas como personas. No nos están contando de la misma manera que se podría contar en la etapa de la esclavitud, pero hay muchas cosas que se mantienen y que, si no las narramos nosotras mismas, no van a cambiar. Ahora bien, tampoco basta con que nos desgañitemos explicando que existimos, también tienen que escucharnos.

Hay elementos que tienen que ver con lo sistémico, que nos afectan en el día a día, que a veces no tienen eco mediático. Muchas veces los medios de comunicación miramos mucho hacia afuera, pero nunca contamos qué es lo que sucede dentro. Yo misma he dado charlas sobre representación en medios de comunicación en España, en varios países, en varias universidades, pero nunca en una televisión. En ninguno de los medios en los que he trabajado, salvo Pikara, se han preocupado por ver qué es lo que podemos aportar, qué es lo que tenemos que decir y que enriquecería muchísimo más.

Profundicemos en el lenguaje de los medios de comunicación. Por ejemplo, a la hora de referirse a personas en situación administrativa irregular, dicen ilegales. ¿Qué te parece?

Ilegales, sin papeles, y más allá de la propia persona, pues también se utilizan términos como MENA, que es el acrónimo de Menor Extranjero No Acompañado, y lo malo es que se usa como sinónimo de criminal. Hubo un verano en el que provocaron con esta palabra lo mismo que con términos como avalancha, que es emergencia, miedo y sensación de peligrosidad.

Hay un estudio de Red Acoge del año pasado que decía que en el 80% de informaciones sobre migraciones ni siquiera aparecen personas migrantes hablando, o sea, se les arrebata la voz. Esto es muy fuerte porque sí están dejando que hablen expertos, pero también hay personas migrantes que pueden ser expertas. Esto es como limitar a las personas que no son blancas, que son migrantes o de ascendencia inmigrante, a solo hablar desde lo experiencial o la narrativa de la anécdota, pero nunca como personas expertas, formadas y que manejan datos. Además, en la mitad de esas noticias no se utiliza siquiera la palabra persona.

Esto se ve muy claro con la masacre en Melilla: muchas personas acabaron muertas y todo el rato hablaban de los migrantes. Ni siquiera con lo que sucedió se dignaron a llamarles personas, que es lo que son. Eso genera distancia con respecto a lo que sucede. Estamos normalizando que su dolor no es tanto como el nuestro.

Alguna vez ha dicho que la televisión tiende a mostrar a personas negras solo cuando se habla de migración o situaciones negativas.

En televisión a las personas negras no se las suele retratar, salvo en situación de desgracia. Lo que se está haciendo es alimentar una narrativa del dolor que provoca que acabemos normalizando lo atroz. En el caso del continente africano solo se habla de guerras, mutilación genital femenina, LGTBfobia, desastres naturales… Esto es real, pero es una parte de la realidad. Además, prácticamente no hay corresponsalías de medios españoles en África negra, por lo que buena parte de las noticias llegan de agencias o de ONGs y, de nuevo, ahí se incurre en la narrativa del dolor o de la penuria y desgracia.

Luego está el inmigracionalismo, término también de Red Acoge que se refiere a esas noticias de sucesos protagonizadas por personas migrantes: asesinatos, robos, redes de trata… ¿Sucede? Sí, pero el problema no es que se cuente, sino que solo se cuenta eso. No hay una narrativa b con la que contrastar.

También ocurre que, para salir, deben ser excepcionales. Tienen que escalar un edificio o tirarse a la ría de Bilbao. Ser superhéroes o superheroínas. Eso en positivo.

¿Qué narrativa falta?

La narrativa de la normalidad, de lo cotidiano, de las personas que van al curro, que viven en las ciudades. Casi siempre cuentan este tipo de noticias desde una perspectiva rural, pero en África pasa exactamente igual que aquí, que el grueso de la población reside en ciudades. Nos está faltando el África de mujeres que son feministas exactamente igual que aquí, que va a currar exactamente igual que aquí, que investiga exactamente igual que aquí. Hay una especie de discurso profundamente asimétrico: lo que sucede aquí en Occidente se cuenta desde todos los puntos de vista, pero lo de allí solo se cuenta desde uno. Si nos van depositando prejuicios o medias verdades en nuestro cerebrito, se convierten en sedimentos que depositas en una orilla y que van creciendo y creciendo hasta que al final provocan que tengamos un muro en la cabeza.

Si eres migrante eres fuerza productiva, pero no eres persona

A las personas negras se les cuenta siempre como las que llegan, pero nunca están y desde luego no son. Lo que vemos y lo que tenemos en la cabeza son hombres jóvenes recién llegados que son brazos, porque si eres migrante eres fuerza productiva, pero no eres persona. Además, al ver esas imágenes de pateras, lo que vemos es grueso, es multitud, es masa, no vemos personas. Se les arrebata la voz, ni siquiera se entrevista a personas migrantes porque no tienen derecho a contar su historia.

Recuerdo a una mujer que acaba de perder a su bebé justo cuando llegaba el barco de rescate. La mujer gritaba “my baby, my baby” mientras sollozaba y esas imágenes las pusieron en el informativo del mediodía, de la noche y por la mañana. Sí, son imágenes especialmente duras, pero, insisto, estamos normalizando algo que nunca deberíamos considerar normal. Yo me he quejado de estas imágenes y me decían que era por concienciar. Para concienciar, la primera imagen que hay de un cuerpo muerto llegado en patera, que no significa que sea el primer cuerpo muerto llegado en patera, es de un periódico de 1988. Estamos en 2023 y estamos viendo el mismo tipo de imágenes.

Faltan los porqués, porque si algo aprendí durante la carrera es que hay que responder a las 5W (qué, cómo, cuándo, dónde, quién y por qué). En el caso de la llegada de la gente a través del mar o de la valla, lo que nos cuentan es el qué y el cuántos, esa dimensión profundamente deshumanizadora que tiene que ver con las cifras, y el a dónde. No nos cuentan de dónde vienen, porque África subsahariana no vale. África “subsahariana” comprende más de 40 países con realidades súper diferentes y, desde el momento en el que no cuentan el de dónde real, tampoco están contando por qué, y tú puedes moverte por un millón de cosas. Puede ser por esos buques de la Unión Europea que están arrasando los caladeros de pesca en África Occidental, o por las políticas neocolonialistas, o porque la emisión de visados en el caso del continente africano es ínfima y eso provoca que la gente se tire al mar puesto que no tiene otras vías seguras para poder llegar.

Ha señalado al principio que también personas negras interiorizan el racismo. ¿Cómo se relaciona con el racismo blanco?

Igual que existe el machismo interiorizado o un clasismo que provoca que sintamos que hay espacios que no son nuestros. Esto me pasa un montón porque soy de Alcorcón, donde hay gente muy diversa. Es una ciudad de casi 200.000 personas, pero es cierto que sigo sin sentirme cómoda en un photocall, o en sitios súper finos me siento un poco de prestado. Es un proceso doloroso el reconocer todos tus prejuicios, tu endorracismo, es complicado, porque, además, cuando empiezas a analizar el racismo más allá del me han pegado o me han insultado, desde una perspectiva mucho más grande, también implica que te confrontes con, en mi caso, que la mitad de mi familia es blanca.

Incluso puede ser doloroso, pero, a mi modo de ver, también es liberador cuando entiendes que no se trata de que tu madre o tu familia blanca sea mala, sino que simplemente forman parte de una sociedad que les construye. También puede haber un prejuicio por parte del profesorado que entiende que las personas como tú van a llegar hasta un puntito más bajo y todo eso tiene consecuencias: que tengas que ser súper empollona ultrabrillante para demostrar que sí, que puedes llegar a otros sitios.

De pequeña, ya me leían como fracaso escolar. Nada más entrar en el instituto tuve que sacar un 10 en historia, en el primer examen que hice para que dijeran “ah, esta no es como el resto”, como si existiera un “el resto”. Gente más joven te cuenta que desde que son peques ya les están orientando a la Formación Profesional o a la diversificación. El problema es que no puedes escoger en libertad como lo hacen el resto de tus compañeros.

También es tremendamente injusto el hecho de que tengas que ser una empollona y que tengas unos criterios de autoexigencia tan bestias desde que eres tan pequeña, y cómo eso después tiene consecuencias en términos de síndrome de la impostora. Nunca será culpa de la persona, siempre será culpa del sistema. Yo escribo con pavor, porque siempre pienso que no lo voy a hacer bien, que no va a ser suficiente, que quizá la gente no se sienta representada.

Mi primer libro estuvo mucho tiempo en un cajón porque yo decía “¿a quién le va a interesar la historia de gente que vive en Fuenlabrada, Torrejón de Ardoz, Móstoles, Lega o Alcorcón?”. Mi segundo libro, Hija del camino, que iba para Netflix antes del cambio de dirección, es un ejercicio de desnudez, no porque cuente mi historia, que en realidad no es tanto mi vida como nuestros mundos, sino porque se me nota mucho cuándo estoy bloqueada y cuando escribo más libre. Me quité la coraza que he tenido que llevar desde pequeña para hacerme la dura y hablo (como puedo) de sentimientos.

Porque sí, somos paquidermas, somos elefantas y en la mayor parte de nosotras, o por lo menos en mi generación, muchas de nosotras nos pegábamos en el cole y no permitimos que nos vieran llorar jamás, y eso tú lo llevas toda tu vida.

¿Cómo se puede actuar contra los prejuicios desde la comunicación? ¿Y cómo se puede favorecer que la juventud racializada pueda deshacerse de sus propios prejuicios y verse en diferentes ámbitos?

Recuerdo que, antes, los atentados se contaban desde una perspectiva tremendamente morbosa, pero eso cambió radicalmente y entendimos que para hablar de muerte no hacía falta ver víscera, que podíamos ver gente corriendo en planos generales, coches de policía y las típicas mantas térmicas. Un ejemplo de esto, y no se trata de un atentado, es en la última Eurocopa, cuando se desmayó un jugador de la selección danesa y su equipo le cubrió para que no viéramos cómo él estaba convulsionando. ¿Qué sucede cuando se trata de personas que vienen del Sur? ¿Por qué ahí sí que podemos ver su cuerpo, su rostro sufriendo y deformado por dolor o pena?

Hay un trabajo fotográfico que me parece fantástico, se llama Passengers y es de Cesar Dezfuli. Él estuvo en un barco de rescate de salvamento y pidió a todo el mundo si podía entrevistarle. De fondo se ve el mar, ellos miran a cámara, hay un consentimiento, un nombre, un país y una edad. Quizá no parezca gran cosa, pero es importante porque no están sufriendo, han consentido, no aparecen sufriendo, se entiende que son individuos y no solo masa.

¿Y en la programación infantil? Se creó un gran debate en redes sociales porque a La Sirenita le puso voz Halle Bailey, que es una actriz negra y hubo quejas “porque la sirenita es blanca, de ojos azules y pelirroja, y elegir a una actriz negra no es fiel al cuento”.

Yo crecí con cero dibujos en donde aparecieran personas como yo, a excepción del Negro Alberto, que eran estadounidenses. Cuando llegó Tiana y el Sapo yo tenía 20 y pico años. El punto de partida es que la gente entienda que hemos crecido completamente huérfanos de referentes y que eso es muy fuerte. A la hora de construir, en términos identitarios, a la hora de poder imaginarte en ciertos sitios. Todo eso es súper importante porque nunca estamos en ningún lado.

Si nos metemos en la propia historia de La Sirenita, sale Sebastián, que tiene acento caribeño y eso nos puede hacer pensar que quizá no estaban en aguas nórdicas, sino en aguas de clima cálido, como en el propio Caribe. A lo mejor la anomalía es que la sirenita fuera blanca; podría haber sido de miles de tonos diferentes. Hay gente que se queja de que les quiten un símbolo y se lo lleva a lo personal.

Pasó lo mismo con Conguitos cuando se inició una petición de firmas para que se cambiara el nombre y la mascota, no para que cerrara la empresa, y la gente decía que querían arrebatarle la infancia. Estamos comparando el individual, tus sueños, tus memorias de niño, con todo un sistema de representación que nos ha dejado siempre fuera o nos ha caricaturizado.

También tenemos cuentos propios, africanos, que podrían utilizarse para contar nuestras historias. No necesariamente tenemos que transformar un cuento de Andersen y llevarlo a la negritud porque tenemos historias propias. Se pueden contar las historias teniendo en cuenta la diversidad que existe en todos los sitios.

¿Cuál es el valor que puede añadir una persona racializada a las narrativas y representaciones mediáticas?

Los medios están incorporando poquito a poco a personas que no son blancas, pero no se trata solo de cuerpos, no es jugar a Benetton o al parchís, hay que favorecer que haya un ajuste entre lo que sucede en la calle y lo que se ve en las pantallas. Es importante que no se queden solo con los cuerpos, sino que tengan en cuenta también los puntos de vista. Incorporar a personas no blancas solo para hablar de racismo o de inmigración es del todo insuficiente. También tenemos gustos, profesiones, saberes y anhelos. También padecemos el cambio climático o nos (me) encantan las croquetas. Podemos hablar desde muchos lugares más allá de nuestro color de piel o de nuestro pasaporte. Limitándose a invitar a gente racializada o migrante a hablar solo de esos asuntos tiende a rebajar cuestiones sistémicas y convertirlas en meras anécdotas. Así las cosas, luego otra persona racializada dice que a ella nunca le ha pasado nada, que no ha experimentado racismo y ahí se acaba la posibilidad de profundizar. Personalmente, no puedo hacer check en todas las anécdotas de todas las personas negras, africanas y afrodescendientes del mundo, pero eso no significa que no lo haya vivido.

¿Unas últimas palabras para concluir?

Nos han enseñado que ser racistas es algo muy malo, pero la gente no tiene ni idea de qué es. El racismo puede ser que a las mujeres negras nos pregunten cuánto cobramos mientras esperamos a alguien en Gran Vía, producto de la hipersexualización ligada a los cuerpos negros. Pero racismo son también las identificaciones por perfil racial, las dificultades para entrar en los locales de ocio o para que te alquilen una vivienda.

Racismo (y xenofobia) es que haya tanto alumnado de origen migrante que no llega a bachillerato por falta de expectativas del profesorado, por bajas autoexpectativas y por unas realidades que tienen que ver con las vivencias, exigencias y urgencias de las familias migrantes que dificultan que puedan lograrlo.

Fuente: https://ctxt.es/es/20231101/Politica/44404/lucia-mbomio-hija-del-camino-racismo-medios-migrantes.htm

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Entrevista a Hannah Ritchie, experta en cambio climático: «Es un error pensar que combatir el cambio climático será demasiado caro»

Por: María Ramírez

La subdirectora y jefa de investigación de Our World in Data, especialista en medioambiente, publicará ‘Not the End of the World’, un libro sobre el progreso en la lucha contra el cambio climático y qué pueden hacer gobiernos, empresas e individuos para afrontar siete problemas concretos

Hannah Ritchie cuenta que cuando estudiaba Geociencia Medioambiental en la Universidad de Edimburgo en 2010 sentía “el peso muerto” de “infinitos problemas irresolubles”. Se graduó convencida de que cada vez había más desastres naturales y vivía el periodo más trágico de la humanidad. Ahora ha escrito un libro sobre el cambio climático que se puede definir incluso optimista y muestra cómo lo que creía estaba basado en datos erróneos o ha cambiado radicalmente en la última década.

La experta en medioambiente que ahora es subdirectora y directora de investigación de Our World in Data –la plataforma de la Universidad de Oxford que se hizo célebre en todo el mundo como fuente de información en pandemia– cambió en parte gracias a su estudio de los datos con perspectiva. Así descubrió que respiraba el aire menos contaminado en siglos, que producía menos emisiones que sus padres o sus abuelos y que en realidad la suya puede ser la primera generación que consiga un mundo “sostenible” para el presente y el futuro. Y que incluso esto es así en los países más pobres y desiguales.

“El mundo es horrible. El mundo es mucho mejor. El mundo puede ser mucho mejor”: Ritchie repite este lema de Max Roser, el fundador de Our World in Data con tres afirmaciones que “no son contradictorias” y retratan lo que refleja su trabajo sobre el progreso en casi todos los ámbitos de la vida en el planeta, y la misión de los datos como herramienta para medir y seguir mejorando.

En Not the End of the World (No es el fin del mundo) traza un panorama de los progresos y explica cómo abordar siete problemas concretos derivados del cambio climático. El libro se publica en enero en inglés en Reino Unido y Estados Unidos; en España lo editará Anagrama. Esta es nuestra conversación editada por claridad y extensión.

Es sorprendente leer un libro optimista sobre el cambio climático. ¿Cómo cambió su perspectiva?

La gente se sorprende cuando digo que estoy escribiendo un libro sobre el medio ambiente y soy optimista. Piensan que va a ser muy sombrío. No es un optimismo ciego de que estos problemas simplemente se solucionarán solos y podremos olvidarlos. Es un optimismo que viene de que tenemos las herramientas que necesitamos para abordar el cambio climático. Y, de hecho, se están produciendo cambios. Pero no me sentía así hace una década. Era muy pesimista. Y creo que hasta cierto punto algo de eso estaba justificado. En el cambio climático hoy estamos en una posición muy diferente respecto a la de hace una década, cuando las soluciones para abordarlo eran demasiado caras. Por ejemplo, la energía solar o la eólica y las baterías para vehículos eléctricos eran demasiado caras. No parecía que hubiera un camino creíble. En la última década eso ha cambiado radicalmente. Y creo que la gente todavía está tratando de darse cuenta de lo rápido que han cambiado las cosas.

¿Influyó su trabajo en Our World in Data?

En Our World in Data mi trabajo es dar un paso atrás y mirar los datos sobre la variedad de problemas ambientales que tenemos y tratar de entender de dónde venimos, dónde estamos hoy y cómo han cambiado las cosas. Hay historias de éxito muy claras, y no sólo en la cuestión climática, que no conocía porque no aparecen en las noticias o eran problemas antes de que naciera, como el agujero de la capa de ozono. Parecía un problema que el mundo no era capaz de solucionar, pero hubo un esfuerzo global masivo y se encontraron soluciones. Hay una variedad de historias positivas que no son evidentes cuando sólo miras sin parar los titulares de las noticias.

En el cambio climático hoy estamos en una posición muy diferente respecto a la de hace una década, cuando las soluciones para abordarlo eran demasiado caras. Eso ha cambiado radicalmente

Usted escribe sobre la mejoría de los indicadores en la última década, pero a la vez hay más protestas y estamos más preocupados ahora. ¿Ve desconexión? 

Hasta cierto punto todo va de la mano. En los últimos 10 años, el clima se ha convertido en un problema mucho más público. La gente ahora lo ve como un problema. Ahora es bastante raro encontrar personas que nieguen completamente el cambio climático. Hay una variedad de opiniones sobre cómo de grave podría ser o cuánto deberíamos hacer al respecto. Pero la negación absoluta del cambio climático es bastante baja entre el público. De hecho, el activismo ha desempeñado un papel importante a la hora de atraer la atención e impulsar parte del progreso que hemos visto.

Puede haber desconexión por la diferencia entre lo que llamaríamos indicadores adelantados e indicadores rezagados. La gente es pesimista porque sólo ve que las emisiones de CO2 aumentan y las temperaturas aumentan, aunque ahora lo hagan a un ritmo menor y las emisiones per cápita estén bajando. Hay cambios realmente profundos que están remodelando el sistema energético. Y lleva un poco de tiempo hasta que esos cambios se conviertan en bajadas de emisiones de CO2 y temperaturas. Pero llegarán. Estamos en el punto donde veremos esta inflexión. Según algunas personas no hemos logrado ningún progreso, cuando en realidad hemos estado sentando las bases para que haya un cambio grande.

¿Cuál es ahora el mayor error sobre el cambio climático y cómo combatirlo?

Uno de los principales errores hoy es pensar que será demasiado caro. Todavía existe una gran barrera para mucha gente a la hora de comprometerse y establecer las políticas correctas: existe un mensaje constante de que es muy costoso hacerlo, que tendrá un coste enorme para la economía. Por eso la gente no está dispuesta a hacer ese sacrificio, cuando en realidad ese sacrificio no existe. Existió hace una década, pero hoy no.

Soy optimista porque tenemos las herramientas que necesitamos para abordar el cambio climático. Y, de hecho, se están produciendo cambios

Si retrocedemos una década, la energía solar y la eólica eran básicamente las tecnologías energéticas más caras que teníamos. Entonces era correcto decir que sería más costoso. Pero eso ya no sucede hoy. Por lo tanto, el argumento de que se trata de un sacrificio masivo para la economía simplemente no está justificado. Hasta ahora el coste ha sido una barrera muy grande para que los políticos tomaran medidas. Y creo que esa barrera se está erosionando.

Pero algunas políticas climáticas sí pueden tener impactos negativos para personas con menos recursos, que no tienen acceso al transporte público o no se pueden permitir un vehículo eléctrico.

Sí, hay una variedad de impactos de costes para distintas poblaciones y debemos ser muy claros al respecto. Debemos asegurarnos de que estas políticas climáticas no afectan a los hogares de bajos ingresos, y hay diversas formas de hacerlo. Pero, en general, la transición energética debería conducir a menores costes de energía y generar beneficios para quienes tienen ingresos más bajos.

En lo que respecta a los vehículos eléctricos, estoy de acuerdo: el precio está bajando muy rápido, pero hasta ahora siguen siendo demasiado caros para los hogares de bajos ingresos. Necesitamos que lleguen al mercado modelos de menor rango que puedan servir a hogares de ingresos bajos. Creo que lo lograremos.

¿Y en los países más pobres?

El Reino Unido sólo aporta alrededor del 1% de las emisiones mundiales y mucha gente argumenta que lo que hacemos simplemente no importa. Pero el Reino Unido es un país rico. Se ve a sí mismo como un líder en innovación, y el papel que deben desempeñar los países ricos no es sólo reducir sus emisiones internas, sino también hacer que estas tecnologías sean muy baratas. Ese es su papel para que los países de ingresos medios y bajos no afronten la disyuntiva de sacar a la gente de la pobreza o abordar el cambio climático. Esa dinámica no debería existir y, a menudo, es responsabilidad de los países ricos cambiarla.

¿Le preocupa el retraso en los plazos para la reducción de emisiones anunciado por el Gobierno británico?

Es bastante preocupante. No estoy segura del impacto que tiene en las emisiones reales, pero el gran riesgo es que se produzca un efecto en cadena por el que, en un momento en el que debemos aumentar nuestras ambiciones, algunos países retrocedan y den a otros licencia para hacer lo mismo. El Reino Unido está intentando revertir algunas políticas porque cree que el público quiere eso y no creo que sea así. La estrategia de intentar atraer al público debilitando nuestros objetivos climáticos en realidad va a ser contraproducente para el Gobierno.

En el libro asegura que se ha entendido mal el objetivo del aumento de la temperatura por debajo de 1,5 centígrados. ¿Por qué? 

Sí, la idea errónea que existe explica por qué la gente es tan pesimista: la gente interpreta este umbral de un calentamiento de 1,5 grados como si fuera la línea de meta. Como si una vez que lo superamos, se acabó. Eso no es lo que significa el objetivo de 1,5 grados. Es un objetivo para mostrar que queremos mantenernos por debajo de esa temperatura. Pero incluso si lo superamos, no es el fin del mundo, no es como si nos cayéramos por un precipicio. Necesitamos luchar por cada punto. Pero es muy probable que superemos los 1,5 grados. Y el riesgo es que la gente se desanime y deje de tomar medidas porque piense que no tiene sentido porque hemos superado nuestro objetivo, cuando eso sólo significa que tenemos que dar más pasos y asegurarnos de que no es 1,6 ni 1,7 ni 1,8.

Pero ¿son útiles los umbrales, incluso los escenarios apocalípticos, para que los gobiernos actúen?

Sí, probablemente haya un componente psicológico en el uso de un objetivo ideal. No puedes ponerlo tan bajo que parezca imposible. Si lo estableces en un grado, sería inútil porque obviamente eso no era posible. Si lo estableces en tres grados, eso le daría a la gente licencia para emitir tanto como sea posible. Por lo tanto, es necesario encontrar el objetivo más apropiado. Y también se basa en la ciencia sobre dónde podrían intensificarse los efectos. El umbral de 1,5 grados ha sido útil. Si hay un objetivo de 1,5 grados y las políticas están van hacia 2,5 grados, está muy claro que eso es inaceptable. Así que el objetivo ha presionado a los gobiernos para que hicieran más de lo que habrían hecho.

La gente interpreta un calentamiento de 1,5 grados como si fuera la línea de meta. Como si una vez que lo superamos, se acabó. Pero incluso si lo superamos, no es el fin del mundo… Necesitamos luchar por cada punto para que no sea el 1,6 ni el 1,7

¿Cuál es el dato que le da más esperanzas sobre la mejoría en la lucha contra el cambio climático?

Hay una variedad de diferentes fuentes de emisiones que debemos abordar. Donde soy más optimista es en el sector eléctrico por la energía solar y eólica, que van a ser dominantes. Porque incluso si se excluye el cambio climático, desde el punto de vista económico tienen sentido y lo tendrán aún más porque esperamos que los costes caigan. Simplemente tendrá sentido que los países utilicen estas tecnologías en lugar de combustibles fósiles. La otra tendencia masiva de los últimos años ha sido la de los vehículos eléctricos.

Muchos países, por ejemplo el Reino Unido, han logrado avances muy importantes en materia de electricidad porque hemos eliminado el carbón. En cambio, casi ningún país ha logrado avances significativos en materia de transporte. Usamos petróleo desde siempre. Lo que está cambiando es que los vehículos eléctricos están creciendo rápido. Y no es sólo en los países más ricos del mundo. En China, por ejemplo, más de uno de cada tres coches vendidos nuevos son eléctricos.

Me sorprendió descubrir que en el Reino Unido una persona de media produce menos emisiones de las que producían a su edad sus padres o sus abuelos y equivalente a lo que producía una persona en 1850.

Y con niveles de vida completamente diferentes. Esto nos lleva a desmentir la ideas errónea de que debemos sacrificar el crecimiento económico para abordar el cambio climático. No necesitamos reducir nuestros estándares en los niveles de vida, como decían a menudo las personas más escépticas sobre el ecologismo. Eso no es cierto. Nuestras emisiones son tan bajas como lo eran hace más de un siglo y obviamente tenemos niveles de vida mucho más altos.

¿Qué dato le hace ser más pesimista porque no ha mejorado?

Soy muy pesimista acerca de la pérdida de biodiversidad. Al abordar otros problemas, podemos abordar la pérdida de biodiversidad, por ejemplo si detenemos la deforestación. El área sobre la que soy más pesimista es la disminución de las poblaciones de insectos. Lo que podemos hacer es limitación de daños. No veo cómo podemos detener eso. Tenemos que intentar frenarlo tanto como sea posible, pero probablemente ese sea el problema más difícil de resolver.

No necesitamos reducir nuestros estándares en los niveles de vida, como decían a menudo las personas más escépticas sobre el ecologismo. Nuestras emisiones son tan bajas como lo eran hace más de un siglo y obviamente tenemos niveles de vida mucho más altos

¿Qué es lo que tiene más impacto dentro de lo que puede hacer una persona en su vida diaria? Según su libro, ¿comer menos carne de vaca y volar menos?

Hay decisiones individuales que tomamos y hay formas en que estas decisiones pueden cambiar el mundo que nos rodea. A menudo nos sentimos abrumados por la cantidad de decisiones. Así que hay que centrarse en cuáles son las cosas más importantes que puedo hacer.

Lo más importante, si puedes, es comer menos carne. El otro gran problema es el transporte por carretera: si puedes, camina o toma el transporte público. Y, si tienes que utilizar un coche, es mucho mejor un vehículo eléctrico que uno de gasolina. En casa, si puedes, instala una bomba de calor o pon paneles solares en el techo. Y sí, volar es algo con mucho impacto.

En los países más ricos del mundo, una gran parte de nuestro papel es reducir el coste de las tecnologías bajas en carbono, y la forma en que lo hacemos es comprándolas

Pero luego hay formas en las que puedes contribuir a un nivel superior. Una de ellas son tus elecciones políticas. Y también hay formas de votar con tu cartera. En los países más ricos del mundo, una gran parte de nuestro papel es reducir el coste de las tecnologías bajas en carbono, y la forma en que lo hacemos es comprándolas. Cuando compras un vehículo eléctrico, estás haciendo bajar el precio de los vehículos eléctricos para el resto del mundo igual que cuando compras productos sustitutos de la carne.

Lo último que creo que podemos hacer es simplemente hablar con otras personas. Para algunas personas, una barrera para pasar a un automóvil eléctrico, probar sustitutos de la carne o instalar una bomba de calor es que a menudo parece que nadie lo ha hecho. La mayoría de las personas tienen experiencias positivas con esto y cuanto más hablemos de ello, más lo normalizaremos, más personas estarán dispuestas a hacer ese cambio.

En cambio, el hábito más común del reciclaje tiene poco impacto, según escribe.

Yo reciclo y animo a otras personas a hacerlo. El riesgo es que la gente tenga eso en la parte superior de su lista de cosas más importantes. Y si sólo pueden tomar algunas decisiones para ayudar a mejorar el medioambiente, eso no estaría en lo más alto de la lista.

¿Qué opina de las protestas de Extinction Rebellion y Just Stop Oil, como la de hace unos días contra ‘La Venus del espejo’ de Velázquez en la National Gallery?

Los grupos activistas han desempeñado un papel muy importante al llamar la atención sobre la crisis climática. Es importante que el ambientalismo pueda hablar con diferentes grupos. Si vamos a abordar estos problemas, necesitamos que casi todos estén en el mismo barco. No podemos hacer esto con el 5% de la población que esté muy comprometida. Yo hablo a un grupo ligeramente diferente y trato de ganármelo. No necesariamente voy a hablar con la gente que está en las calles porque ya está movilizada. Las protestas me trajeron a esto al principio. Necesitamos a personas que hablen con una variedad de grupos diferentes con una variedad de incentivos diferentes.

¿Pero las protestas pueden ser contraproducentes, como las de que van contra obras de arte?

Siempre me gusta analizar datos y no he visto buenos datos e investigaciones sobre lo que es efectivo y lo que no. Entiendo por qué la gente argumenta que es contraproducente. Puedes ver las reacciones de personas que podrían estar dispuestas a participar y que se desaniman por estas acciones, pero no creo que esté claro si eso realmente afecta lo que hacen después. En realidad, la investigación no es concluyente, no sabemos bien qué es eficaz y qué no.

Escribe que a veces estos grupos utilizan datos incorrectos. ¿Eso hace un flaco favor a la causa?

Algunas afirmaciones que estos grupos han hecho son objetivamente incorrectas. Uno de los líderes de Extinction Rebellion dijo que 6.000 ó 7.000 millones de personas iban a morir a causa del cambio climático. Y no hay ninguna investigación científica que respalde eso. Roger Hallam, uno de los fundadores, ahora dice que morirán 2.000 millones de personas. Y tampoco existe base científica para esa afirmación. Existe el riesgo de que eso sea perjudicial.

Algunas afirmaciones de grupos ambientalistas que protestan son incorrectas y eso puede ser perjudicial. El riesgo de afirmaciones exageradas que no se basan en la ciencia es que casi les hacen el juego a quienes niegan el cambio climático

El riesgo con este tipo de afirmaciones exageradas que no se basan en la ciencia es que casi les hacen el juego a quienes niegan el cambio climático porque luego pueden darse la vuelta y decir “usted dijo que el mundo se acababa con un aumento de 1,5 grados, hemos llegado y todavía estamos aquí”. Y eso a menudo hace que a los científicos les resulte más difícil hacer su trabajo, porque gran parte de esa reacción se dirige a ellos.

¿Tienen responsabilidad también los científicos? Un dato que cita como erróneo es el de que quedan 60 cosechas en el planeta y sale de una representante de la FAO, la agencia de la ONU.

Siempre me ha parecido problemático que en la ciencia nunca recibimos mucha formación sobre comunicación científica y cómo explicar resultados a una audiencia general. Por eso hay una brecha entre lo que aparece en un artículo académico y lo aparece en los medios. Y parte de esto también se debe a que los científicos a menudo no saben cómo comunicar la incertidumbre.

Un científico podría hacer una declaración o ejecutar un modelo que se refiere al peor de los casos. A menudo los medios lo consideran el escenario más plausible. En el libro, doy el ejemplo de la afirmación en un documental de Netflix de que el mar estará vacío de peces para 2048, y eso fue la mala extrapolación de una frase de un informe que llegó a los titulares. Es una mezcla de medios que a menudo quieren un titular llamativo y científicos que no recibimos una buena formación sobre cómo comunicar los resultados a una audiencia general.

¿Qué aprendió trabajando con los datos de la pandemia que se pueda aplicar al cambio climático?

Una cosa que también me impulsa un poco más hacia el optimismo es que es muy difícil para nosotros imaginar un mundo que sea muy diferente de cómo es hoy, pero a menudo, bajo presión, la gente está dispuesta a hacer cambios realmente radicales. Antes de la pandemia, nunca hubiera imaginado que todos nos íbamos a quedar en casa –pese a algunas protestas, la mayoría de la gente lo hizo y lo hizo durante un período de tiempo realmente largo–, nunca hubiera imaginado que ese cambio masivo pudiera ocurrir. Y lo mismo se aplica al mirar el futuro del clima o la energía o cualquiera de estos problemas. Es muy difícil para nosotros imaginar un mundo que sea muy diferente de cómo es hoy. Pero creo que estos cambios pueden ocurrir muy rápidamente. En cierto sentido, me da optimismo que esto pueda avanzar mucho más rápido de lo que podríamos esperar.

Fuente: https://www.eldiario.es/sociedad/pensar-hannah-richie-experta-cambio-climatico-error-combatirlo-sera-caro_128_10662163.html

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Entrevista a Claus Offe ¿Tiene futuro la sociedad del trabajo?

El sociólogo Claus Offe es uno de los más reputados analistas de las sociedades capitalistas de todo el mundo. En esta entrevista, publicada en 2018, habla del futuro del trabajo y del Estado del bienestar, de las trampas de la reducción de la jornada laboral y de la falsa promesa de libertad en los contratos de trabajo. Claus Offe es uno de los sociólogos políticos más importantes de la posguerra. Sus estudios sobre los problemas estructurales del capitalismo tardío, así como sus intervenciones más recientes sobre la política europea, son decisivos para la investigación sociológica y la política de izquierdas. «Es su función crítica lo que hace interesante a la sociología», escribe Offe en uno de sus ensayos más conocidos. En la entrevista que reproducimos aquí, la científica social Maya Razmadze habló con Offe sobre las contradicciones del trabajo capitalista, la ambivalente relación entre capitalismo y Estado del bienestar y el futuro de la sociedad del trabajo.

La filósofa Hannah Arendt muestra que una característica específica de la modernidad fue la valorización del trabajo como actividad humana básica. Al mismo tiempo, lamenta que en el siglo pasado esto condujera a que la sociedad en su conjunto se convirtiera en una «sociedad del trabajo». Usted también ha hablado en su obra de un «modelo de sociedad centrada en el trabajo». ¿Cuáles son las características de esta sociedad?

Nadie lo ha presentado mejor que Max Weber. Él muestra cómo se ha convertido hoy en día en una evidencia cultural que las personas plenamente funcionales son las personas con ocupación. Es decir, personas que ejercen una actividad laboral de por vida y sin alternativa, una actividad laboral que se desarrolla en el marco de los contratos de trabajo. Una determinación tal con el empleo remunerado sería aceptable si realmente todo el mundo tuviera la oportunidad de obtener tal empleo remunerado en cualquier momento y con un cierto grado de fiabilidad y seguridad, y asumir el papel de trabajador. Pero no es el caso, porque por razones coyunturales y secundarias cada vez es más dudoso que se pueda trabajar por dinero. Depende de circunstancias que el propio trabajador no puede controlar de forma fiable. Incluso si el trabajador potencial hace todo lo posible por cualificar su propio trabajo y hacerlo así más atractivo para los empresarios potenciales, todos los demás harán lo mismo. Entonces sirve aquel bonito refrán: «Si todos se ponen de puntillas, nadie puede ver mejor».

A esto se añade la devaluación del trabajo fuera de la esfera del empleo remunerado: cualquiera que no realice un trabajo remunerado en el capitalismo avanzado es inferior, en sentido literal. El o ella no puede permitirse participar en pie de igualdad en la producción social, se encuentra a menudo en una relación de dependencia con respecto al cónyuge u otros miembros de la familia. El trabajo reproductivo, la crianza de los hijos, el trabajo infantil, etc., también es, por supuesto, trabajo, pero a menudo no es empleo remunerado. Estas actividades no son remuneradas y no llevan a ingresos monetarios. La nobleza del empleo remunerado, es decir, su énfasis como fuente central o incluso única de sustento y sentido de la vida, es un rasgo cultural universal de nuestra sociedad.

Ha mencionado el papel de los contratos de trabajo. Algunos de sus estudios describen cómo los empleados y los empresarios son formalmente iguales en las relaciones contractuales, pero en realidad están en una relación de dominación. ¿Puede explicarlo?

Una relación contractual significa que se establece formalmente de forma voluntaria y no, por ejemplo, en relaciones feudales de dependencia en las que uno se encuentra por nacimiento. Un contrato es una declaración de voluntad consensuada de partes formalmente libres e iguales. Y tan pronto la voluntad deja de existir, el contrato puede rescindirse. Lo que para mí es interesante y que Marx deja claro y cristalino, es que este contrato formalmente libre radica en realidad en una relación de poder. Es decir, una relación en la que una parte depende más de la otra, más fuerte. Al fin y al cabo, la parte más débil de los y las trabajadoras no tiene la opción de no mantener tales contratos. A la libertad de celebrar un contrato se opone, pues, una realidad de dependencia asimétrica.

Otra característica especial del contrato de trabajo es que justifica una doble propiedad: El empresario, como comprador de la fuerza de trabajo, tiene un derecho contractual para extraer beneficio del trabajo del trabajador. Por otra parte, la fuerza de trabajo pertenece al trabajador, que debe aportar sus capacidades intelectuales y físicas. El trabajador no solo debe trabajar, sino también debe querer trabajar. Si no quiere hacerlo, puede ser sancionado. En este sentido, además de la dependencia asimétrica, también existe una relación interna de dominación entre empresarios y trabajadores, que se expresa a través del derecho de mando por parte del empresario.

Por eso hablo de una doble relación de poder: Hay una relación de poder en el mercado de trabajo y una relación de poder en la organización del trabajo. Por un lado, los y las trabajadoras se ven obligadas de facto a celebrar un contrato de trabajo: ésa es la situación de partida desigual. Y, por otro lado, el jefe dice a los y las trabajadoras lo que debe hacerse hoy, en función de la situación de los pedidos.

La crítica a esto, por cierto, no solo se encuentra en Marx, sino también en Max Weber. Él describe cómo el hecho de que el trabajador deba cumplir cuidadosamente las obligaciones del contrato de trabajo puede conducir a una completa situación de “degeneración” (Fellachisierung) de la mente, a una rutina superficial y sin sentido de la ejecución de las tareas laborales, a un completo vaciado del sentido. Simplemente tiene que funcionar y no tiene alternativa. En este sentido, la formulación de Weber y el sentido aportado por Marx al concepto de alienación están muy próximos.

Además, los conflictos también surgen de esta situación desigual.

Exactamente. Toda la dinámica del conflicto de clases se puede entender en última instancia a partir de esta relación de dominación. Los que ofrecen fuerza de trabajo intentan nivelar la relación de poder, que les coloca en una posición de dependencia e inferioridad, organizándose colectivamente en sindicatos. Porque, naturalmente, los empresarios necesitan de la fuerza de trabajo en su conjunto tanto como los trabajadores dependen de sus salarios. Así pues, los sindicatos intentan invertir o al menos modificar el desempoderamiento estructural de la parte más débil. Los empresarios, por su parte, quieren asegurar y ampliar su posición de superioridad. Se trata de un constante forcejeo micro y macroeconómico, en el que se utilizan recursos, acciones colectivas, pero también con apelaciones a normas de justicia, etcétera.

El Estado social es también una herramienta que puede utilizarse para reducir la dependencia de los trabajadores con respecto a sus empleadores. ¿Es, en cierto sentido, una alternativa a la sociedad del trabajo?

El Estado social es un logro histórico del desarrollo social increíblemente complejo y en constante cambio. Se lo puede imaginar como un edificio que tiene un sótano, un primer piso, una primera planta y así sucesivamente. En el sótano está la asistencia social premoderna para los pobres, que a menudo era comunitaria y solía consistir en prestaciones en especie. En la primera planta está la autorización a los sindicatos para actuar, con el derecho a la huelga. Luego, en el segundo piso, están los seguros, es decir, se pagan contribuciones que sirven para obtener transferencias de prestaciones sociales en caso de necesidad, en primero lugar para la vejez y la enfermedad, más tarde también en caso de desempleo y mucho más tarde, en caso de necesidad, de cuidados. En el tercer nivel llegamos a transferencias sociales para, por ejemplo, las prestaciones por hijos, que no están vinculadas a la relación laboral y son relativamente nuevas. También hay servicios, de los cuales los más importantes son las prestaciones de educación. Éstas tampoco están vinculadas a las relaciones laborales, sino a la condición de ciudadano.

El funcionamiento del Estado social depende de todos estos sistemas, todos ellos en constante transformación. Pero también depende de que el tejado de este edificio esté herméticamente cerrado. Esto significa que debe haber casi plena ocupación. El pleno empleo es importante no solo porque la riqueza del país debe asegurarse con el gasto de la mayor cantidad posible de fuerza de trabajo, sino también porque el propio Estado social se financia en gran medida con las contribuciones del empleo remunerado, y solo en menor medida con los impuestos. Estas contribuciones solo pueden recaudarse si existe algo parecido al pleno empleo. Si no hay pleno empleo ni crecimiento continuo de los ingresos reales procedentes del pleno empleo, surgen los problemas. Por lo tanto, se puede decir que el Estado social es, por un lado, un correctivo a la sociedad del trabajo capitalista, pero al mismo tiempo depende de su funcionamiento.

Usted afirma que la competencia de sistemas entre el bloque del Este y el Occidente capitalista fue decisiva para la aparición y el desarrollo del Estado del bienestar tras la Segunda Guerra Mundial. ¿Puede explicarlo?

Sí, los historiadores también lo ven así. En Escandinavia, por supuesto, ya existían instituciones del Estado del bienestar desde los años treinta, en Estados Unidos estaba el New Deal, y todo eso fue antes de la Guerra Fría. Pero la Guerra Fría fue una fuerza motriz fundamental para el desarrollo y la expansión del Estado del bienestar occidental.

También en Alemania, el Estado del bienestar probablemente no se habría desarrollado como lo hizo si Konrad Adenauer no hubiera tenido la hipótesis – completamente errónea a posteriori – de que podría llegar a ser atractivo allá en el Este; tanto en términos de ingresos como de seguridad social. Temía que los comunistas construyeran allí una sociedad que muchos preferirían y, en consecuencia, pensó que Occidente debía estar preparado para ello y tomar precauciones. Así, en 1957 se produjo un hecho extraordinario hasta entonces: la dinamización de las pensiones. Las pensiones se calcularon no solo en función de los años trabajados y de los ingresos percibidos, sino en función de los ingresos actuales. Así se ganó con mayoría absoluta la campaña electoral de 1957. Después de que los comunistas estuvieran acabados, se terminó también con la dinamización.

La fase de construcción del Estado del bienestar en la posguerra en el caso alemán duró unos 30 años, exactamente de 1949 a 1974. Esta primera fase estuvo dominada por la idea de la economía social de mercado en nombre de la justicia: prosperidad para todos, pero también seguridad para todos, bajo las condiciones motivadoras del marco de la Guerra Fría. Luego vino una segunda fase en la que el capital y los gobiernos conservadores en el poder en EE.UU. y Gran Bretaña llegaron a la siguiente conclusión: Esto nos está saliendo demasiado caro. A continuación, se produjo el desarrollo de lo que se denominó política social inversionista. Aquí ya no se trata solo de satisfacer demandas justas, sino que debemos hacer inversiones que merezcan la pena. Por ejemplo, se invierte en formación, pero también en construcción de vivienda y en medidas de fomento del empleo. Inversión (“Investiv”) significa que la política social no se dirige a satisfacer las necesidades sociales, sino a aumentar la eficiencia de la economía nacional en su conjunto.

La tercera fase del desarrollo del Estado del bienestar se inicia entonces tras el fin del socialismo de Estado.

Correcto. Entonces se dijo que los propios necesitados tenían que aprender a contribuir a su propia seguridad. Activación (Aktivierung) era el término clave. Por ejemplo, un economista social extremadamente neoliberal, Lawrence Mead, enumeró una serie de deberes que toda persona -como ciudadana del Estado y de la economía- debe observar. De lo contrario, puede irse tranquilamente a la mierda. En su versión más suave, esto significa que el ciudadano no solo es responsable de mantener su capacidad de obtener ingresos por sí mismo, sino que también debe hacer previsiones privadas para su propia seguridad, es decir, debe ahorrar. Ya no se puede confiar solo en la parte de la pensión de jubilación.  Solo es el 40% de los ingresos que se perciben en la vejez y el resto se basa en el ahorro, el apoyo de las familias, las herencias, etcétera. Además, también debería haber más copagos para el seguro de enfermedad, y tasas para las escuelas, las universidades, pero también para las guarderías. Todo esto significa una mercantilización secundaria: es decir, las prestaciones de asistencia social que el Estado ha proveído hasta ahora como transferencias o derechos sociales, se convierten en mercancías por las que cada individuo debe pagar. Esto es lo que expresa en última instancia el concepto de activación: debes proveerte por ti mismo e incluso continuar garantizando tu capacidad para trabajar. Éstas son las tres fases del desarrollo de posguerra, y la tercera fase se acelera esencialmente con el fin del socialismo de Estado. Los temores de Adenauer se han evaporado, el pensamiento socialista de Estado ha perdido toda hegemonía.

Una expresión de esta tercera fase en Alemania fueron las reformas Hartz. Se justificaron alegando que una política activadora del mercado laboral, el giro de la promoción a la exigencia y el foco en la competitividad eran adecuados para luchar contra el desempleo y, por tanto, también para asegurar la base financiera del Estado del bienestar. El hecho de que desde entonces Alemania se haya desarrollado económicamente mejor que los países europeos vecinos se cita como prueba de que las reformas fueron acertadas. ¿Qué opina al respecto?

Yo era muy escéptico en aquel momento y todavía lo sigo siendo hoy. La relativa estabilidad económica de la República Federal en contraste con otros Estados miembros de la UE no se debió a las reformas, sino a un excedente de exportación que surgió de los efectos favorables del euro. De ello depende un número considerable de puestos de trabajo. Una política económica que basa el crecimiento solo en las exportaciones y no en la demanda interna no solo es arriesgada y dependiente de las coyunturas globales, sino también es inmoral, porque se aprovecha de la debilidad exportadora de otros países.

Además, no se dice en absoluto que la evolución supuestamente favorable del mercado de trabajo haya sido realmente una evolución positiva. A menudo se mide por el hecho de que en diez años hemos visto un aumento de la población activa, es decir, de las personas que toman parte en la vida laboral. De 38 millones a casi 45 millones: más de la mitad de la población residente en Alemania tiene trabajo. ¡Fantástico! O también podría decirse patológico. Porque es precisamente la antes mencionada sociedad entregada al trabajo asalariado (Berufsmenschentum) la que ha marginado todas las relaciones vitales y las esferas de actividad.

También hay que decir que, a pesar de este elevado número de personas empleadas, el número de horas trabajadas al año se mantiene constante. Esto significa que se ha trabajado un menor número de horas por trabajador porque ha aumentado el empleo a tiempo parcial, el empleo insignificante, etc. También se ha producido una precarización del trabajo, es decir, una flexibilización forzosa que se extiende al lugar de trabajo, las tareas laborales, las condiciones de trabajo, el horario laboral, etcétera. Muchas personas no pueden decir literalmente qué harán dentro de dos meses, de qué vivirán. Eso es un factor de estrés que tiene implicaciones sanitario-sociales. Y el trabajo está muy desigualmente repartido. Muchas personas están sometidas a un estrés permanente porque no saben qué harán dentro de cinco años.

Por último, hablemos del futuro de la sociedad del trabajo. Hoy observamos evoluciones contradictorias: Por un lado, un trabajo seguro y bien remunerado y avances satisfactorios hacia la reducción de la jornada laboral por parte del IG Metall, por ejemplo; por otro, un trabajo precario e inseguro que no asegura el sustento. ¿Hacia dónde va el camino?

Para empezar con la reducción de la jornada laboral: Uno de los eslóganes políticos de más éxito en la historia de la República Federal fue un cartel con un obrero y una niña cogidos de la mano en el que la niña decía: «¡Los sábados son para papá!». Fue el descubrimiento del fin de semana. Los éxitos más recientes del IG Metall en materia de política horaria se incluyen aquí y son, por supuesto, de suma importancia. Se puede compensar a los trabajadores pagándoles salarios más altos o se puede, como pensaron Marx y Keynes, reducir la duración del empleo remunerado. De este modo, se puede pagar a los trabajadores con dinero o con tiempo o con una combinación de ambos.

Al mismo tiempo, ahora resulta, sorprendentemente, que los trabajadores no siempre valoran más el tiempo, sino normalmente mucho más el dinero. ¿Por qué? Para empezar, porque no se puede ahorrar tiempo. Porque 20 minutos más hoy y 20 minutos más mañana no suman 40 minutos más el fin de semana. El tiempo es «gelatinoso» (sticky), por así decirlo, y tiene diferentes valores en diferentes momentos. Los miércoles por la mañana tienen menos valor porque todo el mundo está trabajando y resulta aburrido ser el único que tiene tiempo libre. En cambio, el fin de semana es mucho más valioso. En segundo lugar, el tiempo en sí solo es atractivo si tienes dinero para hacer algo interesante, viajar, ir a un restaurante, etcétera. Para eso hace falta dinero. Así que siempre debe tratarse de una combinación de dinero y tiempo.

En términos mucho más generales, probablemente se pueda decir sobre el futuro de la sociedad del trabajo que nunca volveremos a tener pleno empleo en el sentido de una ocupación permanente, segura, a tiempo completo y adecuadamente remunerada según los estándares actuales. Y en un 20%, porque la producción se realiza en otros lugares y no aquí. En India y China, la producción es más barata y al mismo nivel técnico que aquí. Tenemos que aceptarlo. Pero el 80% principal se debe a la automatización, es decir, al hecho de que disponemos de inteligencia artificial, de que podemos digitalizar los procesos y provocar un cambio técnico que ahorra mano de obra. Las posibilidades técnicas de sustituir mano de obra son enormes.

Al mismo tiempo, nos movemos hacia una fase de estancamiento económico. Cuanto más ricas son las economías nacionales, menor es su crecimiento posterior. Esto significa que la distribución de la riqueza social a través de los contratos laborales y los salarios es un modelo que ya no es suficiente. Por lo tanto, debe haber otros modelos, como la renta básica, las transferencias, los dividendos nacionales, es decir, la distribución de todas las prestaciones económicas y los beneficios a los ciudadanos y ciudadanas, y no solo a los y las trabajadoras.

Claus Offe
enseña Sociología Política en la Hertie School of Governance en Berlín. Ha sido profesor de Ciencias Políticas y Sociología Política en las Universidades de Bielefeld y Bremen, así como en la Universidad Humboldt de Berlín. Ha sido profesor visitante en, entre otros, los Institutos de Estudios Avanzados de Stanford, Princeton y la Universidad Nacional de Australia, así como la Universidad de Harvard, la Universidad de California en Berkeley y la Universidad New School, Nueva York. Es co-presidente del Grupo de Trabajo «Europa y la región MENA ‘en el Foro Dahrendorf.

Fuente:

https://jacobin.de/artikel/claus-offe-hat-die-arbeitsgesellschaft-eine-zukunft-arbeitszeit-wohlfahrtsstaat

Traducción:Jaume Raventós

https://sinpermiso.info/textos/tiene-futuro-la-sociedad-del-trabajo-entrevista-a-claus-offe

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Entrevista a Vandana Shiva «El ecofeminismo tiene que ser antifascista»

Por Patricia Reguero Ríos

Vandana Shiva (Dehradun, India, 1952) participó en la conferencia Crisis climática, ecofeminismo y bienestar animal del Encuentro Internacional Feminista organizado por el Ministerio de Igualdad el 25 de febrero. En esta entrevista, realizada ese día, llam la atención sobre algo: es la única mesa prevista en este encuentro para hablar sobre ecología y feminismo, aunque hay más de cien ponentes.

Física, filósofa y escritora, en 1982 creó la Fundación para la Investigación Científica, Tecnológica y Ecológica para proteger la biodiversidad y, en concreto, las semillas, ante las prácticas expansivas y privatizadoras de Monsanto —corporación que impone sus semillas modificadas genéticamente—. La revista Time la ha definido como una “heroína medioambiental” y es autora de numerosos libros de referencia en el ecofeminismo, entre ellos ¿Quién alimenta realmente al mundo? (Capitán Swing, 2018). La ovación que recibe en el auditorio, absolutamente lleno, es una pequeña muestra de su influencia.

En su intervención ha planteado grandes desafíos y, al mismo tiempo, ha hablado de cosas muy pequeñas, como los microbios. ¿Cómo pueden los microbios ayudarnos a dejar de destruir el planeta?

Hay una cosmovisión mecanicista que va de la mano con la teoría de los gérmenes de que cada microbio es una cosa peligrosa que nos va a atacar. Incluso durante la época del covid, muchos científicos han hablado de cómo teníamos que acabar con los virus. Pero somos virus en un 90%, somos microbios andantes y biomas andantes.

¿Cómo pueden ayudarnos los microbios? En primer lugar, pueden hacernos más humildes al ayudarnos a recordar que son los seres más antiguos de este planeta, más que las plantas. En segundo lugar, pueden ayudarnos regenerando la idea de los ciclos. Porque lo que hizo el colonialismo con el extractivismo, con el industrialismo, es acelerar la idea de que las materias primas se extraen de la tierra. La cosmovisión mecanicista ha creado una linealidad y un reduccionismo del pensamiento. Incluso ahora, muchos de los movimientos están equivocados porque de alguna manera piensan que se pueden separar las plantas de los animales y los microbios de las plantas… Y nadie defiende a los microbios…

Bueno, usted sí…

¡No se dan cuenta de que la vida es un ciclo! Cuando nuestra vida se acabe, seremos alimento para los microbios. Podemos aprender de los microbios la humildad, a deshacernos de la arrogancia antropocéntrica y darnos cuenta de que la pequeñez en realidad es una fuente de poder.

Otras cosas pequeñas que son muy importante en su carrera son las semillas. ¿Confía en las lecciones que puedan darnos las semillas?

Confío en las semillas después de pasar casi cuatro décadas con ellas. Yo no sabía nada de semillas cuando empecé, tuve que aprenderlo todo. Empecé porque la industria que nos trajo los productos químicos, los pesticidas, en una reunión celebrada en 1987, dijo muy claramente que la razón principal por la que tenemos que hacer ingeniería genética es para poder obtener patentes de semillas. Y la razón principal por la que necesitamos un tratado internacional era impedir que los agricultores guarden semillas para que todas las semillas queden en monopolio.

Lo expusieron y dije que la idea de que todas las semillas les pertenecieran es obra del imperialismo. Imagina lo que les pasará a los campesinos si tienen que comprar semillas todos los años: se endeudarán más. Puedo imaginarme incluso que se suicidarían y, de hecho, es una de las razones de los suicidios de granjeros en la India: 400.000 agricultores se han suicidado y la razón principal es la deuda por productos químicos y semillas. El 85% de los suicidios se producen en la zona algodonera y el 95% del algodón está controlado por Monsanto y por una empresa de algodón.

Entonces, ¿qué nos pueden enseñar las semillas? Las semillas pueden enseñarnos la renovación, la regeneración. Todo el mundo habla de regeneración pero, si tú quieres aprender la regeneración, aprende de la semilla. Si tomas una pequeña semilla, obtendrás una nueva generación. Pero no solo te da otra: te da cien, mil, 100.000 semillas. Por lo tanto, las semillas pueden enseñarnos cómo superar la falsa construcción patriarcal de la escasez y te enseñan la abundancia. Y la tercera cosa que nos enseñan las semillas es que una semilla se convierte en planta, pero la próxima generación de semillas la producen los polinizadores: el crecimiento de la planta es una combinación del trabajo de los organismos del suelo y el sol. Así que las semillas también pueden enseñarnos a cooperar.

Lamento llevarla a otros escenarios, como la guerra en Ucrania. Esta guerra ha demostrado a los europeos los límites de nuestros recursos. Hemos aprendido que los recursos no están disponibles todo el tiempo para nosotros. ¿Cree que esa es la lección que el norte global necesita aprender?

Pienso dos cosas sobre la guerra en Ucrania y es que, en realidad, se trata de una crisis de la democracia. Y la crisis comenzó en 2014, cuando el gobierno electo fue derrocado por la interferencia de los Estados Unidos. Eso también llevó a la guerra ya en grandes partes de Ucrania, en las partes orientales. Se está librando una guerra donde muere gente todos los días.

Otra cosa que ya estaba clara, incluso antes de que Rusia invadiera Ucrania hace un año, es el hecho de que ya se estaban apoderando de sus recursos. La mitad de las tierras de cultivo de Ucrania han sido ocupadas por empresas respaldadas por Estados Unidos. Ucrania fue el primero de los países de Europa del Este en ser presionada a cambiar sus políticas agrícolas.

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Foto: Vandana Shiva en el Encuentro Internacional Feminista. Elvira Megías

Así que creo que, en primer lugar, Europa necesita entender su relación con el resto del mundo. Y en segundo lugar, están los límites de los recursos, que en Europa siempre son superados yendo a otros países. La colonización es una colonización europea, primero de España y luego de Inglaterra, que en realidad se produjo para obtener recursos. Se apoderaron de todas nuestras tierras, se apoderaron de todos nuestros bosques. Y hubo una ocupación continua de las semillas, de la biodiversidad, del agua. Esta colonización tiene que ver con la guerra de Ucrania en el sentido de que existe una economía global basada en la especulación, en el crecimiento ilimitado, en la financiarización. Y, si los precios del petróleo han subido, no es por la guerra de Ucrania sino porque las compañías petroleras están extrayendo más ganancias de la gente. Si los precios de los fertilizantes han subido, es por la misma razón. Y lo mismo con los alimentos. Se culpa mucho a la guerra de cosas que tiene que ver con la economía global.

Muchas mujeres han valorado estos días en el encuentro las políticas públicas feministas que están implementando en sus países. Hemos visto a figuras muy destacadas de Argentina o, por supuesto, de España hablar sobre cómo están implementando estas políticas feministas públicas. ¿Cree que estas políticas son políticas ecofeministas?

Las políticas que se han discutido en la conferencia han sido principalmente políticas sobre el trabajo de las mujeres. Las mujeres trabajan y cuidan, y son políticas importantes porque el capitalismo siempre se ha basado en extraer el trabajo gratuito de las mujeres, que es lo que sustenta todo el edificio. Hoy en día, la economía globalizada extrae cada vez más de los trabajadores, por supuesto, pero sobre todo de las mujeres. Cuando realicé estudios sobre el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional y nos organizamos en todo el Sur cuando se impusieron los programas de ajuste estructural, las mujeres tenían que trabajar para conseguir empleos en el marco del ajuste estructural solo para mantener a sus familias en pie. En una buena economía, un trabajo es suficiente. Pero cuando todo se derrumba y a los agricultores no se les paga lo suficiente, necesitas tener más y más trabajo.

Por lo tanto, ante la codicia globalizada y la falta de responsabilidad por parte de las empresas, el resultado es una carga cada vez mayor sobre las mujeres. Incorporar este tema a las políticas públicas empieza a dar resultado. Transfiere la carga de las mujeres al sistema público.

Se ha hablado mucho estos días de la institucionalización del feminismo. ¿Qué ocurre cuando el feminismo entra a la institución? ¿Se lleva bien con ese feminismo con los feminismos desde la base?

Por lo que observo en términos de las personas que hoy están en las instituciones en España, son personas que antes formaban parte del movimiento. Son activistas que hoy ocupan puestos ministeriales. El poder proviene de los movimientos y el día en que las instituciones olviden que la sociedad es lo primero y que las instituciones secundarias, ese día las instituciones se convertirán en sistemas opresivos y no liberadores.

Sus compañeras de ponencia han explicado cómo la explotación de la tierra está relacionada con la violencia contra las mujeres. ¿Es el ecofeminismo una propuesta para acabar con la violencia contra las mujeres?

La violencia contra las mujeres se debe al hecho de que algunos patriarcas quieren ser dueños de la tierra y quieren apoderarse de la tierra y los territorios. Muchas oradoras han dicho: se trata de nuestra tierra y nuestra vida. Que las mujeres defienden la tierra y la vida es evidente si nos fijamos en la literatura sobre feminicidios. Ante el hecho de que se está produciendo un ecocidio, las mujeres se ponen de pie. La violencia contra las mujeres y la violencia contra la tierra están interconectadas y la paz con la tierra y la paz y la sociedad están interconectadas.

Usted ha explicado que hay varios trucos fundacionales del patriarcado. Uno es que la mujer es el “segundo sexo”.

Sí. Y la otra parte del truco es que la naturaleza está muerta. Aquí están las plantas, los árboles que crecen en el bosque, las mariposas, las abejas… ¡y dice que está muerta! Llevamos cien años gobernados por una ilusión.

¿Cree que estos trucos ahora están expuestos?

Yo empecé a ver eso en los 70 y 80, cuando escribí mi libro Staying alive: Women, ecology and development. Traté de entender por qué destruimos el bosque cuando las mujeres ven que está vivo. Lo que encuentro ahora son, por supuesto, las ecofeministas que han dicho eso durante los últimos 30 o 40 años, pero los científicos ahora se están refiriendo a esto.

No solo viva sino, dice usted, creativa… 

La palabra “naturaleza” se compone de varios términos que significan “primera fuerza creadora”. Nuestra creatividad depende de la creatividad de la tierra.

Participó en el movimiento de los Chipko en los años 70 y lleva varias décadas en el ecofeminismo. ¿Qué nuevos desafíos tiene hoy el ecofeminismo?

Me involucré en Chipko porque había crecido en los bosques y vi bosques destruidos. Encontré a Chipko y fui voluntaria mientras hacía mi doctorado en Teoría Cuántica. Durante ese tiempo, solo había un lobby, y los derrotamos: acabamos con la tala comercial en las altas montañas. Hoy los desafíos tienen varias vertientes, eso no existían hace cuarenta años. Se trata de megaproyectos de lo que se denomina infraestructura. Yo la llamo la infraestructura de la codicia y la velocidad.

Cuanto más crece la infraestructura de la codicia, más se destruye la infraestructura de la vida. La segunda cosa que no existía en esa época es la globalización. En nuestra época, sabíamos exactamente quién era el contratista del lobby forestal y podíamos hacer que rindiera cuentas; hoy en día, los intereses económicos son invisibles, no están delante de ti, no son de su país, pero están al mando de todo en la economía.

El tercer desafío que no existía entonces, ni siquiera existía en los ochenta, es el dominio del sistema financiero y la financiarización del mundo. Como oculta quiénes son los que controlan las personas, escribí un libro llamado El planta es de todos, unidad contra el 1%  porque descubrí que la mayoría de las empresas ahora son propiedad de los fondos de gestión de activos, el 70%: Coca-Cola, Monsanto, Apple, Microsoft, todas ellas propietarias, y BlackRock, Vanguard y State Street. Ahora, estas son entidades invisibles en la vida de las personas y son anónimas y no están gobernadas por nadie. No están gobernados por los bancos de reserva ni por gobiernos, se gobiernan a sí mismos. Así que también han cambiado la economía, porque han tomado el valor real de un bosque y lo han convertido en un activo financiero. Han tomado el valor real del agua y lo han convertido en objeto de negocio. Estos son los tres desafíos que son muy diferentes y que nos indican que ahora necesitamos tanto la acción local, que es necesaria, como una solidaridad global y una solidaridad internacional, porque las fuerzas ahora son globales.

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Foto: David F. Sabadell

En su exposición no ha aludido al contexto actual de emergencia de ideas totalitarias a través de partidos de extrema derecha, como han hecho las otras ponentes. ¿Cree que la extrema derecha es un problema para el ecofeminismo?

Por supuesto que lo es. En mi libro Democracia en la Tierra explico que, si las corporaciones globales se apoderan de las economías y la globalización destruye las democracias nacionales, entonces un problema va a ser la concentración del poder. Así es como surgieron los multimillonarios. Así es como surgió Monsanto. Así es como crecieron todos los monopolios en la globalización. Pero otra cosa quedó muy clara: cuando el dinero se apodera de la democracia representativa, básicamente se roba los instrumentos de toma de decisiones. Y también destruye las economías locales y destruye los medios de subsistencia.

Así que una reacción natural es organizar una protesta, como ocurrió en Seattle. Pero después de eso, comenzó la militarización y en Ginebra mataron a tiros a un joven. Por otro lado, crearon guerras culturales. Y como escribió Samuel Huntington en ese período, en el choque de civilizaciones solo puedes saber quién eres si sabes a quién odias. Así que se creó una política de identidad basada en la negatividad. Tienes que encontrar enemigos, y el ascenso de la derecha busca enemigos y destruye las libertades colectivas indivisibles.

El ecofeminismo tiene mucho que decir, tanto sobre cómo recuperar la democracia económica, que tiene sus raíces en la democracia ecológica, como sobre cómo recuperar nuestra paz dentro de la sociedad, viviendo con nuestras diversidades.

¿El ecofeminismo es necesariamente antifascista?

Tiene que serlo. ¿Cuándo se construyó el racismo? Con el colonialismo. Cuando los esclavos se convirtieron en propiedad, la raza se definió como una discriminación. Antes de eso, teníamos la diversidad racial del mundo. Cada vez que ha habido una concentración del poder económico, hemos tenido el crecimiento del fascismo. Mussolini lo dijo muy claramente, el fascismo es la convergencia del poder económico y político. Por eso, cada vez que destruimos los sistemas públicos y permitimos que el beneficio privado crezca sin límites, la cabeza del fascismo se levanta. Así que el feminismo igualitario está en contra de tratar a la tierra como un objeto muerto, como terra nullius. Está en contra de tratar la diversidad cultural y racial en términos de superioridad e inferioridad, cuando todo lo que es es diversidad, y tiene que estar, por lo tanto, en contra del racismo. Y dado que la concentración del poder económico y político sobre la base de la superioridad cultural es fascismo, tiene que ser contra el fascismo.

Por último, volvamos a las cosas pequeñas. ¿Puede darme un ejemplo de algo pequeño, de una comunidad local, de comunidades indias, que sea un ejemplo de ecofeminismo?

Permítame volver a mi propia inspiración en este ámbito. Cuando los monsantos del mundo quisieron controlar la semilla, yo volaba de regreso a casa y dije: ¿cómo se afronta esto? Volví a pensar en el colonialismo británico y en cómo Gandhi hizo dos cosas. La primera fue decir: no usaremos ropa británica, la boicotearemos. Y lo segundo fue: haremos nuestra ropa. Sacó la rueca, que no sabía cómo hacer girar. La hilandería de la India había sido destruida por los británicos. Encontró a una anciana de 80 años y aprendió a tejer y enseñó a toda la nación a tejer. Y cuando la gente se reía y decía: ¿cómo pueden unos cuantos trozos de madera darte libertad?, él respondía: “Es lo único que me importa. Cualquier mujer en la cabaña más pequeña puede hacer su propia rueca e hilar su propia tela. El día que millones de mujeres hagan esto, seremos libres”.

Me inspiré en eso y pensé que la semilla es realmente una rueca. Cuando tienes tu semilla, puedes cultivar tu cosecha. No te endeudas, no tienes que comprar transgénicos. Durante el covid, las grandes cadenas de suministro colapsaron y los cultivos comerciales se derrumbaron.

Las mujeres guardan las semillas y cultivan lo que llamamos jardines de esperanza. Siempre digo que no importa lo pequeño que sea, podría estar en tu balcón, el caso es que da algo de comida. Así que he estado alentando a las mujeres a tener pequeños jardines de la esperanza. Y algunos de ellos les permitieron superar el bloqueo por covid. Algo tan pequeño abordó el fracaso de las cadenas de suministro.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/ecofeminismo/vandana-shiva-encuentro-internacional-ecofeminismo-antifascista

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Entrevista a Hebe de Bonafini: un giro por la vida

Por: María Gabriela Mizraje

La primera vez que entré a la Casa de las Madres también era noviembre, hace justo 30 años. Y fue para hablar con ella. El impacto que tuve en aquel interior y en el mano a mano con Hebe de Bonafini fue tan poderoso que luego, al comentárselo a David Viñas, quien cada tanto imprimía sus pasos junto a ellas alrededor de la pirámide, éste me sugirió que escribiera esas impresiones.

No seguí su solicitud; entonces Viñas, que sabía ser muy insistente cuando se proponía algo, repetía: te pido por favor, todo esto que estás diciéndome es único y con el tiempo no vas a poder reconstruirlo como ahora, hay que compartirlo, por favor, escribílo.

Fue una pena no haberle hecho caso, pues yo era joven y simplemente estaba viviendo, atravesando mis propias ideas y sensaciones con suma intensidad, y quizá no llegué a comprender la dimensión de lo que él escuchaba en mi relato. Sólo guardé aquel episodio en mi memoria y la grabación de la entrevista que aquella tarde le hice a esa mujer, esa madre, con el objetivo de incorporarla a un libro sobre mujeres argentinas. Pero al final opté por incluir en el mismo otros textos, discursos que Hebe había dado y que me parecían representativos para esa antología que saldría publicada por el Instituto Movilizador de Fondos Coooperativos poco después, como volumen bastante temprano de la que sería una extensa e inolvidable colección.

La entrevista quedó inédita, en dos formatos, en un cassette y en una desgrabación que realicé enseguida, absolutamente fidedigna, conservando todas las marcas de oralidad. Y ha permanecido intacta hasta ahora.

Hoy, ante el impacto del adiós, en una de esas ceremonias privadas con las que el recuerdo revuelve entre las cosas y recupera imágenes, voces, textos, retorno a aquel encuentro, a aquella otra tarde de sol, a aquel diálogo generoso y distendido; veo la mesa y nos veo a ambas en ese ambiente tan pero tan familiar, tan de puerta abierta de nido, tan de pájaros que se asomarían por siempre.

Se han dicho tantas cosas, de las mejores y de las otras, se han trillado tantos elementos; como cada vez que se va una figura grande, son muchas las personas que pueden acercar su anécdota, muchas las que pueden hacer una valoración general, de cualquier índole, muchas las que pueden abocarse al estudio de la misma.

Hebe es insoslayable, guste o no. Y es alguien que también parte la historia al medio. Es un ícono mientras no deja de ser una mujer bien de carne y hueso, con todas sus vicisitudes y zozobras. Por encima de lo que se advierte como desacierto recargado de énfasis en sus momentos de mayor crispación, está su dolor y además su valentía. Antes, durante y después, su pérdida inconmensurable; antes, durante y después, esa valentía. Con una franqueza que detestó las medias tintas, sin voluntad de esmirriada retórica diplomática y con clara decisión combativa, fue creciendo en el ring de su lucha incansable y alzando la voz.

En aquella misma década de 1990, sí escribí algo que ahora quiero retomar porque grafica con intensidad el periplo de las injusticias, de los amores maternos, de los desvelos inclaudicables hasta “la locura”, entre los vericuetos de los uniformes y la política en Argentina.

Eduarda Mansilla, mujer pionera de nuestras letras, ofrece, entre otras obras, una novela riquísima, titulada Pablo o la vida en las Pampas. Con estupor, mientras exhumaba ese texto y lo comparaba en sus distintas versiones decimonónicas (un original francés, primero en folletín y luego en libro, y después el mismo traducido por su hermano Lucio Victorio para otro folletín publicado en Buenos Aires), tracé un arco estremecedor.

La protagonista de E. Mansilla, llamada Micaela, clama por la aparición de quien le fuera arrebatado sin ninguna palabra explicativa por parte de las autoridades y se atreve a reclamar al poder: “deben devolverme a mi hijo, mi Pablo”, les dice cara a cara, pero todo lo que intenta resulta en vano. Se queda esperando en la plaza, por siempre. “Los curiosos no dejan de decir: Vamos a pedirle a la loca que nos lea la carta del Gobernador”.

La loca de la plaza, a quien viéramos con un pañuelo en la cabeza en esta novela de 1868, guarda vivos los rasgos que serán un plural en las Madres de Plaza de Mayo. La plaza es la misma, en cuanto mira a la Casa de Gobierno y la “locura” también, la de una madre pujando por echar luz sobre la desaparición — y posterior fusilamiento– de su hijo. En las muescas de la historia (literaria) argentina, podemos leer esta trágica anticipación.

Si el pañuelo blanco es un pañal resignificado, Hebe, como otras compañeras pero muy especialmente ella, ha sido blanco de dardos de todo tipo.

Las cosas que aquella tarde me comentó y que hoy quedan registradas en la transcripción muestran ya, luego de tres décadas, muchas continuidades con sus definiciones y declaraciones y asimismo algunos puntos de inflexión, de cambio, que pueden sopesarse en la actualidad respecto de aquel presente histórico, cuando el país inevitablemente era el mismo y a su vez tan distinto, cuando los feminismos revestían otras formas, cuando el esforzado retorno a la democracia aún estaba tan fresco, cuando algunas leyes dispuestas a encarar el período previo, de la dictadura cívico-militar, ardían en el candelero.

“La salvación del país depende entonces […] de la energía moral de sus fuerzas vivas […] ellas deben depositar su última fe en la superioridad moral que la desesperación concede al verdadero coraje”, proponía Karl von Clausewitz. Es precisamente de la desesperación dictada por el amor que emerge el coraje de las Madres y que ellas saltan del individuo a la sociedad, del hogar a la calle, de la soledad a la política; es a partir del llanto que riegan la Plaza y la lavan de tanta inmediata ignominia.

Por eso, cualquier cosa que se diga resulta insuficiente y cualquier crítica que se haga hoy es improcedente y suele estar ligada al negacionismo. Momento de sopesar y agradecer. Mejor preguntar con el poeta para qué escribir versos y responder, para seguir preguntado, “¿para volver al vientre donde cada palabra va a nacer?/ ¿por hilo tenue?”, tal cual sollozaba Juan Gelman en Carta a mi madre.

O reflexionar con el filósofo del Materialismo ensoñado, León Rozitchner, que se estremece a sí mismo interrogando una suspensión realizada por las madres: “¿Y allí haya anidado y desarrollado el huevo de la nueva vida histórica –

-la memoria indeleble de una vida feliz, sin violencia ni muerte, que en el hijo permanecerá grabada para siempre– que toda madre incuba para que vida humana haya, que si no, no existiría como ideal ni en la religión ni en el Estado ni en la ética?”.

Las cenizas sobre nuestra Plaza madre mantendrán vivo el fuego de la entraña combativa de Hebe de Bonafini y de su corazón. La Plaza que la vio, que las vio y aún las ve, ir y venir sin descanso, girando como un planeta sobre su propio eje, mientras exista patria, jamás tendrá fin en la memoria, con todos los hitos eslabonados desde el siglo XIX y el eco inextinguible de las Madres.

En esa matriz urbana, vientre vertido en consignas de Derechos Humanos, cobijo de toda intemperie cuando la crueldad arrecia, donde la lengua materna permite oír y retumbar el trino de los vocablos escogidos, que no pierden vigencia: Memoria, Verdad y Justicia, nos seguiremos reconociendo.

Por los hijos de los hijos, AMEN.

Buenos Aires, 24 de noviembre de 2022

Hebe de Bonafini y la reivindicación de la entrega

Por María Gabriela Mizraje, 30 de noviembre de 1992

MGM: ¿Cómo considera el hecho de que algunos ciudadanos las asocien a una práctica feminista?

HB: Nosotras nunca nos asociamos a una práctica feminista porque no nos consideramos feministas, nosotros (sic) creemos que hacemos un trabajo de mujeres, que defendemos la lucha de la mujer, que hemos reivindicado el hecho de ser madre, lo hemos elevado, ¿no?, porque siempre parecía que la madre estaba solo preparada para lavar, planchar y cocinar, y nosotros hemos demostrado que podemos hacer muchas otras cosas, sin dejar de lavar, planchar y cocinar; así que no, no somos un movimiento feminista, trabajamos con muchas mujeres, con muchos movimientos feministas de todas partes del mundo, pero realmente no somos feministas, para nada, creemos que la liberación va a venir del hombre y la mujer juntos; pero sí defendemos la lucha de la mujer, la reivindicamos y nos parece que la mujer ha estado muy postergada… todo eso, está claro…

MGM: Eso, desde ya, la pregunta sería no tanto por una autodefinición (yo entiendo que no se autodefinen como feministas), sino por el encuadre que algunos le dan al Movimiento, la visión que otros tienen de las Madres como feministas, ¿qué opina usted (o ustedes) sobre esa visión?

HB: Bueno, cada uno nos ve desde el punto que nos puede ver, eso no es –vamos a decir– específico, nos parece que algunos nos ven más feministas, otros nos ven muy politizadas, otros nos ven muy anarquistas, cada uno nos ve desde el lado que le viene a él, desde su punto de vista; no me parece mal, porque como nos ven de tantas maneras -vos sabés que estamos tan analizadas-, los psicólogos, los soció- logos, los antropólogos, todos nos analizan, los que estudian el lenguaje, los que estudian los discursos, todo el mundo hace tesis, los teólogos, todos hacen tesis de las Madres, así que nos sentimos requeteobservadas, entonces somos lo que cada uno quiere que seamos.

MGM: ¿Existen divisiones internas dentro del grupo de las Madres?

HB: No, no, no, sólo una vez que se fueron ocho personas de la Asociación; nada más, se fueron y chau, no vinieron más, no pertenecen más a la Asociación.

MGM: Si tienen que tomar decisiones ¿votan…?, ¿hay acuerdo general…?

HB: Sí, nosotros tenemos una reunión semanal de la comisión, después los jueves nos reunimos con las madres y hacemos cinco reuniones por año, o cuatro, con todas las madres del país; se acaba de hacer una en Santa Fe, para debatir los lineamientos a seguir durante el año; después cada uno opera a partir de lo que sucede en la provincia o en el lugar donde está trabajando. A veces para cosas importantes nos llamamos; decimos: mirá, con esto se hace tal cosa; y, si no, cada encuentro. También las marchas, como ser ahora la Marcha de la Resistencia es casi un encuentro, porque vienen todas las madres del país y ahí también hacemos pequeñas reuniones. Además nosotras visitamos permanentemente también los lugares, estamos yendo constantemente a los lugares donde las madres preparan tareas y charlas y debate; y ahí ya estamos también con las madres de unidad.

MGM: Pero, entonces ¿no hay divisiones internas como en cualquier agrupación política?

HB: No, no, no, no, acá sólo la que hubo fue la de las que se fueron, que se llaman fundadoras, pero que no tienen nada que ver con nosotras.

MGM: Sin embargo sí es una agrupación política.

HB: Claro, hacemos política… no partidista. Una manera diferente de hacer política, nada que ver con lo que la gente cree. Por eso la película La voz de los pañuelos es tan buena para que la gente la vea, porque ahí uno ve cómo funcionamos, cómo determinamos lo que hacemos, cómo discutimos…

MGM: A veces lo que menos se conoce es justamente eso, cómo se deciden las cosas…

HB: Mirá, nosotros tenemos una manera muy particular de reunirnos; por ahí estamos haciendo la comida y estamos debatiendo un tema requete-importante… bueno, los temas más, más, más álgidos se debaten en la reunión de comisión, que son once miembros, pero donde después también participan todas las madres de la casa, las que trabajan, que son unas veinticinco madres, y después se las participa de lo que se resolvió en la comisión. Y si la cosa es muy álgida, muy difícil, nos reunimos todas para debatirlo, como ser para discutir si íbamos o no al programa de Mirtha Legrand lo discutimos casi una semana entera, con todas las madres que iban y venían, que se enteraban y que venían a dar su opinión, y las del jueves y las del martes y las de todos los días. Hay un grupo de Madres que hace el envío del periódico, hay un grupo de Madres que se encarga de lo que son las tareas de la casa, del dinero, de las compras y de eso. Todas participan de todo, también cuando hay decisiones participan todas, no somos las elegidas, participamos todas.

MGM: ¿Las reuniones de comisión son semanales?

HB: Son semanales, todos los martes. Después de la reunión de comisión, todas las Madres de la casa participan de cosas que nos comprometen a todas, queremos saber qué piensan todas y entonces vienen todas. No es una cosa de llamado, sino que estamos, vienen, todas saben, quieren saber qué pasó, les cuento un viaje…

MGM: Pareciera una cosa mucho más espontánea…

HB: Claro, porque nosotras no somos burocráticas, queremos romper con todo lo que sea burocrático; bueno, por supuesto, hacemos un acta de la reunión. Ahora estamos reunidas con la gente para la Marcha de la Resistencia, estamos trabajando tres Madres. Esas tres tienen que contarles a las otras qué pasó, qué se discutió, qué se arregló. Lo que pasa es que ahora, cuando salimos de ahí, nos reunimos de vuelta. Hay días que estamos reunidas todo el día, ¡porque hay tanto trabajo!, vamos debatiendo los temas que nos van dejando. Los diputados italianos que recién vinieron nos dejaron una inquietud, ahora tenemos que reunirnos con todas para ver qué piensan.

MGM: Ahora que dice lo de los “temas”, querría preguntarle si se reúnen a estudiar o alguna otra actividad similar, leer leyes…

HB: No. Los jueves a la mañana, por medio del periódico o de los temas que salgan, hacemos una discusión política, o sea que ahí tenemos charlas políticas o las Madres me traen problemas o los discutimos entre todas o vemos cómo en cada periódico sale una cosa diferente, y ahí discutimos política, qué pasa, por qué sacan esto o por qué no lo sacan, por qué se dice esto, si tapa lo otro, por qué no se tapan o por qué se tapan las cosas. De ahí salen las cosas que vamos a decir en la radio, porque tenemos, los días jueves, muchas radios alternativas que vienen y nos graban, y también sale el discurso de la Plaza; aunque es corto, es siempre de acuerdo al tema que elegimos.

Ese día no cocinamos acá, comemos cualquier cosa y después vamos a la Plaza. Y ahí es la locura, entrevistas y gente, viene cualquier cantidad de gente del exterior; gente del país, maestras, alumnos, de todo.

MGM: Esas visitas tan numerosas de la gente del exterior, ¿cómo las viven?, ¿piensan que las consideran algo pintoresco?

HB: No, la gente que viene a la Plaza viene a darnos siempre solidaridad, no viene a vernos como a una cosa extraña, mucha gente que va a la Plaza hasta a veces habla. Es una cosa bien profunda. Los que dicen que es folklórico son los que no entienden a toda la gente que nos apoya o no lo quieren ver.

MGM: La autodenominación de Madres implica, desde ya, definirse en función de sus hijos; la pregunta sería ¿se consideran hijas de las ideas de sus hijos, construyeron su aparato ideológico a posteriori del de sus hijos o era preexistente?

HB: Nosotros (sic) decimos que ellos nos parieron y que levantamos sus banderas porque son las mismas por las que ellos lucharon, lo que reclamamos nosotras ahora, tal vez con una ideología más tibia, porque ellos eran tan combativos, tan claros, tan serios, tan íntegros en lo que hacían, ¿no?, nosotros tal vez no lo hacemos con la misma fuerza que ellos, tratamos de hacerlo lo mejor que pode- mos, de defender los principios que ellos defendían y que son los nuestros, y, bueno, de sentir la lucha de ellos como propia, ¿no?, eso es lo que tratamos de hacer, no sé si nos sale.

MGM: ¿Cuál es su opinión actual acerca de la lucha armada?

HB: Yo creo que todos los pueblos tienen derecho a levantarse en armas cuando son sometidos, cuando son postergados, cuando son marginados; cuando alguien perdió todo y ya no tiene más nada, yo creo que tiene derecho a levantarse en armas. Yo creo que la lucha armada tiene que ser hecha con mucho criterio, que tiene que haber mucha gente dispuesta a dar la vida en contra de la opresión; porque, si no, se pierden muchas vidas y no se recuperan; yo creo que los pueblos que se han levantado en armas, como en Nicaragua, como en Salvador, han demostrado que era necesario para conseguir un poquito de libertad; ahora después, claro, como pasa- ron tantas cosas, y en Nicaragua está Violeta Chamorro y en El Salvador están ahora pensando qué van a hacer, si van a seguir o no, y hay lucha armada en otros países, yo no sé, yo creo que la lucha armada, que es algo tan serio y tan importante, ¿no?, para un pueblo, para un país tiene que ser de todos, no puede ser de un pequeño grupo. Tenemos que ser muchos los que estemos…

MGM: …dispuestos…

HB: …dispuestos; si no, no sirve. Yo creo que se puede hacer la revolución más lentamente, con mucho fundamento y con mucha fuerza y tal vez arriesgando la menor cantidad de vidas posible. Esa es la idea nuestra.

MGM: Si tuviera que hacer una autocrítica, de las Madres en general, de usted en particular…

HB: Yo creo que las Madres en un principio fuimos muy ingenuas, creíamos muchas cosas que no eran, creíamos que Videla era un presidente y era un asesino. Creo que no nos abrimos como debiéramos haberlo hecho antes y lo comenzamos a hacer mucho tiempo después, o sea no hace tanto tiempo que las Madres abrimos la lucha a otras luchas, hará unos seis o siete años y creo que nos debíamos haber abierto antes, pero, bueno, teníamos temor, no queríamos que nos dijeran que hacíamos política, nos parecía –como los políticos decían: ah, hacen política– ah, no no, políti- ca, no, claro, porque nos metían la idea de que era malo hacer política; cuando nos dimos cuenta de que era bueno, empezamos a reconocerlo, ¿no? Creo que esa fue una cuestión que debíamos haberla… y que debíamos haber sido más duras de lo que fuimos; sí, en algunas ocasiones hubiéramos debido ser mucho más duras, más terminantes; pero, bueno, ya está, ahora está así.

MGM: ¿A qué argentina, de la historia o del presente, elegiría, si tuviera que rescatar una figura de mujer?

HB: Y por ahí a la más anónima, ¿no?, a mi mamá, por ahí, que toda la vida trabajó y ahorró… y… ahora, a una figura pública, me parece que Eva Perón y la señora Moreau de Justo son dos mujeres… brillantes, opuestas tal vez en su pensamiento pero con ideales tan claros, ¿no? Yo creo que son dos mujeres para pensar.

MGM: ¿Cómo se siente incluida en la serie: Alicia Moreau de Justo – Eva Perón – Hebe Bonafini?

HB: Bueno, me siento muy honrada, no sé, me da mucho miedo, porque son dos gigantes para mí, Eva Perón y la señora Moreau de Justo. Vos sabés que en la última exposición que hicimos las Madres, vino alguien a reprocharnos que no teníamos ni una foto de la señora Moreau de Justo con nosotras, es que nunca nos sacamos una foto con ella, no sabemos por qué, en algún lugar estarán pero nosotras no las tenemos. Y yo me quedé muy mal, porque ella me dijo “¿cómo en esta exposición no está la señora?”, no es que no la sintamos, sentimos que está aquí pero no teníamos ni una sola foto de ella con nosotras, con tantas veces que estuvimos juntas. Yo he leído la vida de Eva Perón de muchas maneras, muchos libros he leído sobre ella, el último que leí es uno de Marisa Herrero [Navarro], una historiadora, me pareció excelente, porque uno conoce muchas más facetas de lo que vio, y a la señora Moreau de Justo la conocimos y estuvimos con ella y sabíamos de su pensamiento y de su lucha, su entrega, ¿no?; porque lo más importante de ellas dos yo creo que fue la entrega, la entrega así sin pensar en nada, entregadas por entero a lo que creían, en su objetivo, que es una cosa tan fuerte.

MGM: Sin duda por eso mismo es que la serie no tiene que darle ningún temor, porque yo creo que las condiciones, a pesar de las diferencias, en ese punto son las mismas. Y usted dice que leyó textos sobre la vida de Eva ¿y textos de ella, La razón de mi vida, por ejemplo?

HB: Me gustan más los libros que cuentan sobre ella, que son muy interesantes. Ese de Marisa Herrero [Navarro] me pareció brillante, porque no está ni la parte donde se la condena ni donde se la subestima ni se la alaba demasiado, sino que está la Eva Perón, la que yo quiero, esa Eva Perón. En sus contradicciones y en todo, pero esa Eva Perón, esa que se jugó, esa es la que está en ese libro, por eso me gustó.

MGM: Volviendo a las Madres, aunque los términos cuantitativos suelen ser molestos, nos consta que los números a veces ayudan por su fuerza; en función de esto, otra cosa que quiero preguntarle es ¿siendo los desaparecidos tantos como lamentablemente sabemos, cómo se explica que las Madres hayan sido tan pocas en relación y sigan siéndolo?

HB: Porque no es lo mismo ser Madre de Plaza de Mayo que madre de desaparecido. Hay 30.000 desaparecidos y hay 15.000, porque algunas tenemos dos o tres, o 18.000 madres de desaparecidos, pero no hay 18.000 Madres de Plaza de Mayo, porque las Madres de Plaza de Mayo fuimos las que entendimos la lucha de los hijos, las que nos entregamos de lleno a luchar por otros hijos que no son los nuestros pero que encontramos en ellos a los nuestros, somos las que no estamos dispuestas a aceptar ningún tipo de reparación, porque la única reparación posible, si es que hay una, es la justicia, entonces por eso es que no hay, porque no todas las madres ni todas las mujeres que han perdido a los hijos están dispuestas a esto que te lleva la vida, esto es una entrega total. Es una lección de vida, y nuestra generación era una generación egoísta, individualista, y cambiar y transformarse a los 49 años, como empecé a transformarme yo cuando me llevaron a mis hijos, no es fácil; no es fácil, porque es como que cada mañana alguien te da dos o tres trompadas para que sigas cambiando, cuando querés entrar en esta cosa del individualismo decís no, pero cómo, si yo estoy haciendo esto no puedo ser individualista, para ninguna de las co- sas que hago en el día, y no es fácil. No es fácil. No todas están dispuestas. Además, por la vida a veces cómoda, acá te tenés que mojar, tenés que estar abajo de la lluvia, bajo el sol, bajo el frío, bajo el calor, no hay horarios… Ya la vida personal no cuenta, no hay más nada personal. Yo no me compro ni la ropa, yo me pongo lo que me dan, me regalan, jamás salgo a mirar una vidriera, a elegirme nada, no tengo tiempo, no puedo. Si tengo tiempo, leo porque me encanta leer.

MGM: Ahora que dice esto de la lucha que sigue, etc., ¿cómo se explican las consignas principales que continúan levantándose: aparición con vida, y juicio y castigo? Cómo se explican actualmente, quiero decir, cuál es su vigencia ahora, sobre todo la de la primera.

HB: Bueno, aparición con vida es el cuestionamiento a un sistema, ¿no?, aparición con vida: mientras los asesinos estén en libertad, nosotros no vamos a reconocer la muerte, nunca se puede reconocer la muerte de un hijo si los demás no dicen qué pasó, porque nadie nos dijo que los mataron o que están enterrados en algún lugar o que los quemaron o que murieron en la tortura. Quieren que nosotros aceptemos las muertes sin que nadie lo diga y sin que nadie pague por ellas. Entonces mientras los asesinos estén en libertad, nosotros no vamos a reconocer la muerte de nuestros hijos, nunca, porque la desaparición es un delito permanente, entonces para nosotros siguen estando desaparecidos.

MGM: Bueno, después de esto casi no me atrevo a preguntar nada más. Muchas gracias.

HB: No, querida, al contrario.

Fuente de la información e imagen: https://lobosuelto.com

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