Entrevista a Alicia de Blas: “En España tenemos una escuela mixta, no coeducativa, que educa para la igualdad pero no reconoce bien la diferencia”

Entrevista/14 Febrero 2019/Autor: Daniel Sánchez Caballero/Fuente: El diario la Educación

Entrevista a Alicia de Blas. Maestra experta en género y licenciada en Ciencias Políticas

La falta de perspectiva de género afecta al modo en el que la coeducación todavía no ha conseguido ocupar el espacio necesario en la escuela. Esta es mixta, pero a veces obvia cuestiones relacionadas con el curriculum oculto, con la desigualdad de trato dentro del aula o con el uso que se hace de los espacios escolares.

“Educadora en muchos ámbitos, feminista, otra vocación importante y fuente de reflexión y aprendizaje y madre de dos niñas, también aprendo mucho en mi convivencia con ellas”. Así se autodescribe Alicia de Blas, licenciada en Ciencias Políticas y más tarde en Magisterio, autora del libro 71 propuestas para educar con perspectiva de género, editado por la Fundación Fuhem. Nació a partir de “una necesidad detectada” con la idea de ser un manual de referencia para ayudar a los profesores de sus propios colegios a reflexionar y encaminar sus clases hacia “una escuela más justa y libre de violencias sexistas”, pero De Blas cuenta que ha trascendido el ámbito para el que fue concebido.

¿Hacía falta un manual sobre esto?

Hacía mucha falta. Surge de una necesidad detectada en un grupo dentro de Fuhem. Hay un grupo en el que participan personas de todos los ámbitos de la fundación, incluso familias y alumnado, para reflexionar sobre cuestiones de género. Casi desde el inicio se detecta la necesidad de que haya una intervención que atraviese todo el proyecto educativo, que el profesorado sea capaz de modificar sus prácticas cotidianas y que en los centros haya intervenciones que sean coherentes con la equidad de género, hacia la igualdad, que tengan una perspectiva de género y ecofeminista, y vemos que hay dificultades para que eso suceda. Hay mucha sensibilidad, pero poca capacidad. La vocación que tiene es ayudar al profesorado, en principio de Fuhem, pero es para cualquiera, para cambiar su práctica cotidiana para educar hacia la igualdad de género, la justicia y la equidad. Está todo relacionado.

Es maestra. ¿Le falta esta perspectiva a la formación inicial en las universidades?

Sí creo que falta. Va por modas y ahora se está sintiendo la necesidad, pero en muchos años no ha habido formación específica, como mucho una asignatura de libre configuración. Pero tampoco hay una perspectiva que atraviese los programas de formación de manera generalizada. Hay cuestiones como si se atiende al lenguaje, si cuando hablamos de educación inclusiva se incluyen otras diferencias, pero la diferencia sexual no está demasiado presente. En e currículum no veo un cuestionamiento sobre qué temas se priorizan, qué figuras aparecen… Creo que es una carencia que tenemos como colectivo, aunque también percibo mucha sensibilidad y la gente se forma por su cuenta.

El libro arranca diciendo que en España no hay una escuela coeducativa sino mixta. ¿En qué se traduce esta diferencia?

Cuando se generaliza la escuela mixta y niñas y niños se escolarizan juntos, se generaliza la escuela masculina, en general. Muchos saberes que se impartían en la escuela femenina desaparecen. Por ejemplo, nosotras pensamos que es importante educar para la autonomía. Eso significa aprender a cocinar, coserse un botón, sanarse, cuestiones de expresión emocional. No sé si estaban dando en la escuela femenina desde una perspectiva de ética revolucionaria del cuidado o de interdependencia; igual sí estaban desde un punto de vista de una feminidad muy tradicional, pero estaban, y en la escuela mixta ya no. Recuperar y apreciar esos valores relacionados con la experiencia femenina de la historia tiene que ver con aprender a ser autónomo en la vida. Es lo que hacen en los países más punteros en educación, que tienen su aula de economía doméstica donde aprenden a cocinar, coser o cambiar una rueda. En las escuelas Montessori el alumnado limpia su aula. En nuestras clases el niño se va a su casa y aparece un ser invisible, precario y feminizado en general, y limpia su mesa. La separación tan clara que hay entre la emoción y la razón. Para gran parte del profesorado, lo que vamos a hacer a la escuela es un trabajo y las emociones personales no tienen tanta cabida, se dejan en casa. Para mí es un error: vamos a relacionarnos y eso hay que trabajarlo. La escuela mixta no es coeducativa. Educa para la igualdad, pero no reconoce bien la diferencia, no es demasiado equitativa. La perspectiva coeducativa es una oportunidad para defender la escuela mixta.

Es una escuela mixta y está en camino de la coeducación. Hay interés, pero está lejos en muchas cuestiones. Por ejemplo, cómo se trabaja la disrupción en el aula. No somos conscientes de que lo hacemos sobre estereotipos de género. La escuela coeducativa sería consciente de cómo el profesorado reproduce estos estereotipos sociales, porque se ha criado y educado en la misma sociedad y compartimos estereotipos. Llegamos al aula y, si no ponemos consciencia, los reproducimos.

El manual comenta que los varones ocupan más tiempo de intervención en clase, tanto ‘positivamente’ a la hora de intervenir como ‘negativamente’ a la hora de ser disruptivos. ¿Qué puede hacer el profesor para revertirlo?

Hay medidas muy concretas: dar la voz a personas en el aula de manera más consciente. Por ejemplo, que de cada tres personas que intervengan, una sea del sexo contrario a las otras dos. Que al empezar el día dando la palabra, entre las dos primeras intervenciones, por lo menos, una sea a una chica. Está comprobado que cuando llegas a un grupo, si las primeras intervenciones que permites son varones, las chicas tienden a inhibirse. Hay una investigadora llamada Beatriz Sevilla que explica que las chicas a partir de cierta edad tendemos a adoptar un rol de acciones secundarias, quedarnos en la retaguardia. Se arregla dándonos la palabra, porque, inconscientemente —y esto es muy inconsciente— no lo hacemos. O, con los chicos, cuando hacen intervenciones muy largas o interrumpen a sus compañeras, hacerles conscientes, muchas veces no lo son. A veces alentamos la disrupción con la cantidad de espacio que les otorgamos. A veces reprendemos la falta de responsabilidad de las chicas con mayor exigencia. Las niñas son muy autoexigentes en edades muy tempranas, a partir de 5º o 6º no se permiten un fallo, y yo creo que eso tiene que ver con que les permitimos menos margen de error.

¿Qué es el currículo oculto del que habla en el manual?

El currículo describe los aprendizajes que hay que conseguir, los medios por los que se va a conseguir, entendiendo que los medios enseñan mucho. El currículo oculto es lo que se enseña sin poner consciencia de lo que se está enseñando. Por ejemplo, a través del lenguaje o las imágenes que aparecen en el libro de texto. La idea es ser conscientes, hacer que no esté oculto e intentar visibilizarlo y deconstruirlo para que todo lo que enseñemos sea coherente. A veces queremos enseñar una cosa explícitamente, pero luego de manera oculta hacemos lo contrario.

Eso, respecto a lo menos evidente. ¿El currículum oficial también necesita una revisión con perspectiva feminista?

También. Por ejemplo: cuatro de primaria, Ciencias Sociales. La romanización de la Península Ibérica. Ámbitos de estudio: las infraestructuras, la legislación, la religión y otro aspecto que no recuerdo ahora mismo. Se estudian muy poco las relaciones familiares, la alimentación, las formas de relacionarse en pareja, las maneras de curarse, la medicina. Todas estas cosas que tienen que ver con el ámbito de la experiencia de la vida femenina. También se nombran muy pocas a mujeres. En el libro de Naturales de 5º de primaria de mi hija hay seis personas destacadas para ilustrar distintos temas y ninguna es una mujer, cuando en varios aspectos serían muy interesantes. Podríamos hacer un esfuerzo educativo consciente por meter más mujeres. Por ejemplo, María Sibylla descubrió la metamorfosis de algunos insectos. Como ella hay un montón. Otra manera de incorporar la perspectiva de género al currículo: ver en qué momentos de la historia las mujeres no han podido ejercer determinados derechos. Eso podría ser objeto de estudio desde una perspectiva crítica. La propia historia del feminismo debería tener más presencia. Los cuerpos de las mujeres, en el área de Ciencias, suelen estar subrepresentados respecto a los de los hombres, aunque esto depende mucho de los colegios. Un currículum coeducativo evita el androcentrismo.

Esta cuestión de la que hablamos en global, ¿está sobre la mesa o ni siquiera se habla de ella?

Depende de qué mesa hablemos. Yo la encuentro cada vez en más mesas. Este libro se está reeditando. No sé hasta dónde ha llegado, quizá debería estar en otras mesas donde se toman decisiones de impacto, pero creo que estamos en un momento muy bueno en ese sentido. Estamos siendo empujadas por la cuarta ola del feminismo y por muchos movimientos que se están dando. Hay grandes movimientos reaccionarios también, en parte po el impulso que estamos tomando, pero que también nos dan cierta legitimación. Respecto al currículum igual no está tanto, pero la sensibilidad está ahí.

Entre las cosas que se comentan en el manual, habláis de los espacios, que me da la sensación de que más allá del patio y el campo fútbol no se habla mucho de ello.

Los espacios parecían neutros, que no tenían una perspectiva de análisis de ningún tipo. Pero el análisis de género nos dice que los espacios tienen mucha enjundia para la perspectiva feminista. Le tenemos que prestar atención, porque según cómo se configura el espacio en el que convivimos se configuran nuestras relaciones. Y, en concreto, en el ámbito educativo, creo que no solo el patio, se están trabajando muchos los espacios. Pero quizá desde otras perspectivas como la diversidad funcional, trabas de acceso, que sean más estimulantes y permitan otras agrupaciones y metodologías, que sean espacios más abiertos. Fuhem tiene unas aulas donde ha tirado los muros para que todo el alumnado de tres grupos puedan ir rotando por diferentes actividades. Creo que sí están en la agenda los espacios educativos. Desde una perspectiva feminista, ocupar el espacio es algo que tradicionalmente ha sido un privilegio masculino. La representación gráfica es el patio con el campo de fútbol en el medio. Y el campo de fútbol no es solo el espacio con más metros cuadrados para varones frente a las chicas, sino que también es un espacio muy jerárquico porque no todos los varones juegan al fútbol y eso luego marca las relaciones. Son espacios, los patios, en los que no se favorecen otras actividades. Suelen faltar sombras o bancos para otros juegos, conversaciones. Los pasillos a veces son espacios de mucha violencia porque en ellos se corre, se empuja, se hace ruido. Tenemos que aprender a usarlos de manera más inclusiva. En el colegio donde yo trabajaba los baños eran mixtos, a mí me gustan, pero hay que aprender a usarlos. Los espacios tienen que servir por igual a todas las personas. Poner la atención en estas cuestiones también es coeducación.

¿Alguna vez le han reprochado tener un discurso excesivamente, digamos, sensible a estas cuestiones? Por ejemplo: el campo de fútbol está en el medio porque en una esquina no cabe.

Una de las cosas que hemos conseguido es que ahora mismo no sea demasiado políticamente correcto manifestarse en ese sentido. La igualdad, en concreto la que tiene que ver con la igualdad sexual, es una cosa asentada como un valor. Como mínimo te escuchan y la gente intenta entender. En concreto, respecto al fútbol, yo soy radical. Intentaría que no se jugara al fútbol en las escuelas. Creo que el fútbol ocupa un tiempo enorme en las escuelas y en nuestras vidas. Los niños pueden jugar al fútbol en el equipo de su barrio o los fines de semana. En los colegios no hay campo de voleibol, muchas veces ni de baloncesto. La educación es como la alimentación, cuanto más diversa, mejor. Es importante que los niños y niñas realicen actividades diferentes, tengan otros referentes. Todo el rato fútbol no es bueno para nadie, ni para los niños ni para las niñas a las que les guste.

Estuve en un colegio en el que el alumnado de 4º nos pidió que no le dejáramos jugar porque si podían lo hacían, pero les traía problemas de relaciones. Estuvieron un mes sin jugar y lo agradecieron. Es un proceso que va a ser doloroso porque te va a remover, pero tiene que ser gozoso. La coeducación y vivir de una manera más libre, porque esto va de libertad y de singularidad, que cada uno sea quien quiera y quien se sienta, hay que empezar a disfrutarlo pronto, porque también te va a hacer sentir mal por momentos. Cuando propones cambios en este sentido es difícil que alguien te los reproche.

Termino. ¿Toda esta labor no se puede quedar un poco coja si luego las familias no la completan?

De hecho el grupo de Fuhem que lo promueve está formado por familias. La idea es que los centros hagan actividades en las que todas las personas tienen un rol. No son muchas, pero en algunas propuestas se incorpora a las familias, como crear auditorías de género en los colegios en los que todo el mundo aporta, y ahí tienen un rol importante las familias. O las circulares que se envían a las familias, deben reflejar la diversidad. No puede poner: “Firma el padre y la madre”. En muchas familias hay dos padres, dos madres, el padre solo o la madre sola… Pero para que haya coherencia con las familias un colegio puede ser un espacio de educación y divulgación también hacia las familias. Crear espacios de escuelas de familias, de coeducación, de encuentro familiar, de reflexión. Apoyarse en las asociaciones de familias sería lo más coeducativo. Yo soy muy partidaria de que las familias entren al aula porque aprenden a la vez que aprenden sus hijos o hijas, pero tiene que haber coherencia, y si no hay trasvase de las familias a la escuela, pues que lo haya de las escuelas a las familias.

Fuente e imagen: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/02/14/en-espana-tenemos-una-escuela-mixta-no-coeducativa-que-educa-para-la-igualdad-pero-no-reconoce-bien-la-diferencia/

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Manada monosex

Por: Elena Simón

Las manadas o rebaños monosex, son muy perjudiciales para la salud, porque no se reequilibran los aprendizajes de género, no se mestizan ni interactúan y, por tanto, no se transforman.

Fin de curso, de carrera, fiestas populares, despedidas, bienvenidas, bodas, bautizos, comuniones, divorcios, aniversarios, cumpleaños, homenajes, comidas de empresa. Noches veraniegas. Tiempo de fiestas.

Por donde vayas vas viendo manadas humanas que, según el DLE significa: “Conjunto de animales de una misma especie que andan reunidos”, y también: “Hato, rebaño, cuadrilla o pelotón de gente”. Y rebaño: “Conjunto de personas que se mueven gregariamente o se dejan dirigir en sus opiniones, gustos, etc…”.

Pues así están compuestas en gran parte nuestras fiestas y celebraciones. Pero como somos seres humanos sexuados y generizados, hemos de añadir a conjunto de personas… del mismo género. Cierto es que el término “manada” ha tomado unos tintes específicos y restringidos, referidos nada más al grupo de violadores en Sanfermines 2016.

Desde que niñas y niños van a la escuela juntos, a una escuela mixta pero no coeducativa, los grupos unisexuales se exacerban, tanto en las aulas y patios como en las calles y plazas. Su socialización no es mixta: los mensajes, modas y mandatos de género para unos y otras son cada vez más diferenciadores por géneros, más desigualitarios y más excluyentes de la otra mitad. Observemos la aversión de los niños hacia todo lo que huela a niña, a femenino, a rosa y, observemos también el rechazo –aunque algo menos fuerte– que las niñas muestran por los juegos, juguetes y ropas masculinas.

Cuando van creciendo, se van separando por intereses. Cuando van saliendo o celebran cumpleaños, vemos cómo se juntan en rebaños monosex, se uniformizan en las vestimentas por géneros separados y hacen sus planes en grupos no mixtos. Sólo se juntan cuando pretenden ligar, pero eso es de dos en dos, no en manada.

Todo ello favorece la exageración de los roles y estereotipos o, dicho de otro modo, la hiperfeminización y la hipermasculinización.

Siempre habrá voces que apoyen estas formas de estar en el mundo, como “natural” y “normal”. Los chicos: hombre-hombre, con intereses definidos por la fuerza, los juegos de poder y las bromas pesadas y cargantes, la competitividad 24 horas, la exhibición de logros conseguidos con riesgo, la conquista de las mujeres como si fueran castillos que tomar o fronteras que violar y traspasar para estar a la altura.

También habrá voces, privadas y públicas, que apoyen la feminidad de las chicas, que aprenden unas con otras y de otras, en manada, en rebaño, con intereses definidos por la moda, la rivalidad entre ellas, la búsqueda a la desesperada del amor como imprescindible para vivir y estar completa. Y, el aprender a excusar los comportamientos de exceso de los varones, a aceptar que las relaciones sexuales las imponen ellos y que las más de las veces les resultan molestas o dolorosas a ellas.

El plato está servido para instaurar de forma normalizada la “cultura de la violación y de la prostitución”: los varones crecen pensando erróneamente que su deseos sexuales (como modelo dominante: heterosexuales) son inaplazables y exigentes y que si no es por las buenas y a la primera, será por las malas y a la cuarta o, en último extremo, pagarán para tener carta blanca en sus demandas, a través del dinero, la fuerza y el poder que les otorga una cultura machista y misógina, que justifica todo ello sin culpabilizarlo y por el contrario, culpabiliza en las mujeres que se “dejen”, como objeto de abuso masculino.

Las manadas o rebaños monosex, son muy perjudiciales para la salud, porque no se reequilibran los aprendizajes de género, no se mestizan ni interactúan y, por tanto, no se transforman. Parece que hay que adcribirse a una forma binaria y hegemónica de estar en el mundo y, cuanto más se aleje una de otra, más placer identitario se experimenta.

Como personas adultas responsables de la socialización y educación de menores, tenemos que trabajar por la no segregación, desde la escuela y desde las casas, en el tiempo libre y en las propuestas lúdicas o extraescolares que hacemos para nuestras hijas e hijos, como profesionales o como representantes de asociaciones.

Observo, por la calle y en la salida de los colegios, niños varones ejerciendo su amistad con otros de manera violenta, a base de insultos duros, patadas, collejas, carreras, zancadillas, etc… Cuando se hacen grandes y practican el rebaño, nos invaden con sus risotadas, gritos y chillidos acompañados de gestos duros y de patente desprecio. Invaden los espacios comunes y no se percatan de que no tienen ningún derecho a hacerlo. Bien al contrario, parecen ejercer privilegios por derecho divino. Así se normalizan estos comportamientos y así siguen ellos ejerciendo supremacía.

¿Qué podemos hacer? Pues, al menos, percibir todo esto como negativo y no normalizarlo, afear esas conductas y proponerles modelos de relación que respeten a las personas, su dignidad y su singularidad, sean mujeres o niñas u hombres o niños. Es muy urgente romper las dicotomías y jerarquías sexo-genéricas e inaugurar caminos de encuentro, mestizaje y colaboración positiva y divertida.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/07/10/manada-monosex/

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Educar para la igualdad

Por: Yolanda Rodríguez

En pleno siglo XXI la realidad evidencia que nuestra sociedad y por ende, nuestro sistema educativo carece de una educación igualitaria, de una socialización con perspectiva de género que nos permita luchar contra los estereotipos de género que se materializan en la desigualdad y en una de las formas más devastadoras que es la violencia contra las mujeres y otros colectivos vulnerables que no conforman las normas del género.

¿QUÉ ES COEDUCACIÓN?
Cuando hablamos de educación para la igualdad, en realidad queremos decir COEDUCACIÓN. Término que no debemos confundir con el de “escuela mixta” que hace referencia a juntar a chicos y a chicas en el mismo espacio educativo, pero bajo un modelo curricular masculino (androcéntrico) que sigue fagocitando el espacio público frente al espacio privado y primando los valores tradicionalmente masculinos frente a los femeninos. “Coeducar” significa educar a las personas de forma que todas tengan las mismas oportunidades y no se establezcan diferencias por pertenecer a un sexo-género. La Coeducación tiene como finalidad la eliminación del entorno educativo y del familiar, los prejuicios, estereotipos y roles asignados a niños y a niñas en función del sexo construido en base a los patrones socioculturales que nos impone la sociedad.

Delimitado el concepto, nos podemos plantear la siguiente cuestión: la coeducación ¿es un modelo pedagógico actual? A lo largo del siglo XIX se avanza lentamente en la escolarización de las niñas basada en la formación doméstica, y a finales de siglo empiezan a atisbarse algunas propuestas que abogan la necesidad de que las mujeres reciban una educación escolar equivalente a la de los hombres. Así la Escuela Nueva propone la coeducación como eje vertebrador de su proyecto de una sociedad democrática e igualitaria. A principios del siglo XX (1901-1906) la escuela Moderna de Ferrer i Guàrdia ya practicaban la coeducación. En la etapa de la Segunda República, la coeducación fue admitida, se entendía como escuela mixta, y a pesar de que su implementación fue breve, se consideró beneficioso para las niñas, ya que se consiguió que mejoraran las tasas de escolarización. Al final de la guerra civil, la iglesia vuelve tomar las riendas de la educación en la etapa franquista. De forma que la educación de las niñas se confía a la Sección Femenina de la Falange para inculcar el modelo pedagógico que delimitaba las funciones de la mujer al cuidado de la familia y del hogar. No será hasta la aprobación de la Ley General de Educación (1970) cuando se anula la prohibición de la escuela mixta. Aunque el verdadero punto de inflexión fue la aprobación de la LOGSE (1990) que por primera vez, reconocía la existencia de la discriminación en el sistema educativo y defendía el principio de igualdad de oportunidades. En LOE (2006) se da un paso más, y se materializa en materias en las que se puede trabajar el tema de la igualdad, el respeto a la diversidad sexual y la educación sexual. En la actual ley educativa, LOMCE (2013), desaparece la “educación en valores democráticos”, como eje transversal del currículo educativo, y se sustituye por el “espíritu emprendedor”, algo ajeno a la formación de personas para una convivencia participativa, democrática e igualitaria.

ESTRATEGIAS COEDUCATIVAS
Para formar a nuestros/as hijos/as en coeducación debemos dar ejemplo de igualdad en la forma de relacionarnos tanto en nuestra vida pública como en la privada. Podemos empezar con el uso de un lenguaje no sexista (inclusivo) que nos visibilice y represente por igual a todas las personas. Ya que si no nombramos a las mujeres y utilizamos el masculino como genérico, estamos fomentando y jerarquizando el modelo masculino y ocultando una realidad que representa a más de la mitad de la población mundial.
Es importante fomentar la corresponsabilidad y reparto igualitario de las labores domésticas entre los miembros de la familia. Así defendemos que todas las personas, independientemente de su sexo/género, tienen las mismas oportunidades para acceder al mundo laboral.

También se debe visibilizar y reconocer las aportaciones que las mujeres han hecho a lo largo de la historia, ya que muchos de los libros de texto no reflejan de forma justa y equilibrada sus aportaciones. Hoy en día contamos con una abanico de libros “coeducativos” para todas las etapas educativas que nos permite complementar esa carencia formativa de nuestros/as hijos/as. Por lo tanto, para educar a nuestros/as hijos/as en el principio de igualdad, hay que trabajar de forma conjunta con todos los colectivos de la comunidad educativa. Las niñas y los niños de hoy serán los y las adultos/as que tendrán la responsabilidad de educar a las generaciones del mañana y dirigir las instituciones económicas, políticas y sociales. El éxito en la promoción de actitudes igualitarias condiciona el futuro de alcanzar una sociedad más justa e igualitaria, un objetivo que desde luego, nos compromete a todos y a todas.

Fuente: http://www.laregion.es/articulo/xornal-escolar/educar-para-la-igualdad/20170927165752738319.html

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Segregar por sexos en una escuela mixta

Por: Saray Marqués

Mientras quienes trabajan para fomentar la igualdad alertan de que no todo está conseguido, surgen reductos que plantean una vuelta a la educación segregada, para niños y para niñas, como el remedio a parte de nuestros males.

Juan Antonio Perteguer es el director del colegio (concertado, católico) Edith Stein del barrio de Orcasitas, en Madrid. ¿Es mixto? ¿Es segregado? Ni lo uno ni lo otro. Es más bien una fórmula descafeinada de segregado, en que niños y niñas comparten las entradas y salidas, los recreos, el comedor y las extraescolares pero asisten a aulas distintas en primaria y secundaria (no así en infantil -según Perteguer los estudios no aclaran que en este nivel separar sea mejor- y bachillerato). Se busca, además, que su tutor sea hombre en el aula de chicos y mujer, en la de chicas, “para fomentar la cercanía y el sentimiento de pertenencia”, según Perteguer, que prefiere, para su centro, la etiqueta “mixto diferenciado”.

Asegura que con él armonizan “las bondades en cuanto a nivel académico de la educación diferenciada y las ventajas para la socialización del modelo mixto”. Según el director, obtienen mejores resultados -“En España hay oposición a los rankings, pero en el Reino Unido, de los 50 mejores colegios, el 80% son diferenciados, cuando no suponen más del 5 o 10%”-, llegan antes a ellos y se reduce la brecha de género: “No se elimina del todo, porque también hay factores genéticos, pero se reduce bastante. De hecho, hay muchas muchachas que abandonan las ciencias, por miedo o prevención, porque se ven inferiores, y se decantan poco por vocaciones STEM, pero en nuestro modelo es muy normal que elijan carreras de ciencias”.

Reconoce Perteguer, que también es profesor del máster de dirección de centros escolares de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, que son pocos los centros que en España siguen su filosofía, y apenas cita un puñado de ellos en Madrid: “Es necesario ser línea par, si se es impar no se puede hacer, pero no somos los únicos, ahí están el Monte Tabor de Pozuelo, el Juan Pablo Segundo de Alcorcón, algunos de los colegios Arenales [todos concertados católicos]… y en el Reino Unido también existe este modelo”.

Asume que algunos padres muestran reticencias: “No les acaba de convencer, pero ahí están las pruebas externas de la Comunidad de Madrid, la comparación con otros centros de la zona… Yo les digo que hagan la experiencia, que lo vean, y que en unos meses hablamos. Muchos acaban con su prejuicio social de relacionar diferenciado con segregador, y me dicen: ‘Que sepa que estoy en contra del modelo, pero no de como lo hacen aquí…’”.

Perteguer está dispuesto a defender a capa y espada su fórmula que, dice, tiene en los propios alumnos sus mejores valedores: “Hay alumnas de secundaria que han venido de fuera y dicen que es lo que más les gusta del colegio, que el ambiente sea mixto pero que, en el aula, puedan aprender según su ritmo, su forma de ser, su desarrollo evolutivo”. Y cuando le preguntamos si esos rankings del Reino Unido no estarán condicionados por el nivel socioeconómico, si no será que esos centros solo de niños o solo de niñas que figuran entre los mejores no serán centros de élite, tiene a mano una respuesta que se nota que ha dado muchas veces: “Es la eterna discusión, y quizá sea así en el modelo británico, pero en EEUU también la mixta diferenciada funciona bastante bien, y allí se emplea más en zonas marginales… Orcasitas no es un lugar de élite, por lo que nosotros estamos más en el modelo americano, de luchar contra el fracaso escolar, de lograr para todos, nuestros alumnos y nuestras alumnas, el mejor nivel”.

Para la catedrática emérita de Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona Marina Subirats, parte de la asociación CoeducAcció y autora de libros como Rosa y azul: la transmisión de géneros en la escuela mixta, detrás de esta vuelta a la escuela segregada hay una clara intención de la Iglesia: “Juntar es pecaminoso, peligroso, surgen los deseos ilícitos… Frente a esto, se habla de buenos resultados, que muchas veces obedecen a una segregación de clase, porque son centros de clase alta, y se invoca este mejor rendimiento académico para trasladarlo a otros lugares: a la pública también, si se pudiera, a barrios pobres, para demostrar que no es solo de élites, y se aferran a investigaciones que existen tanto en un sentido como en el contrario para sentenciar que en el resto del mundo ya se sabía que diferenciada era mejor”.

Otros modos de separar

Según Subirats, existen experiencias interesantes de educación diferenciada en los países nórdicos, pero en una línea diametralmente opuesta: “Se considera que cuando llegan a las escuelas, los niños y las niñas ya están muy marcados por el género: sin ser conscientes siquiera a los niños se les ha estimulado mucho la movilidad, y a las niñas se les ha reprimido y se les ha restado protagonismo. Por eso se cree que es bueno separarles en determinados momentos para reestablecer el equilibrio, para paliar esas carencias con las que llegan, para ponerlos a un mismo nivel y educarles mejor”. Así, expone, las niñas saltan una cierta altura, corren por la nieve, gritan “¡Somos las mejooores!” mientras los niños practican masajes con crema, tumbados en el suelo, se estimula el contacto suave entre ellos.

Algo muy distinto de lo que se plantea en nuestro país como educación diferenciada, a la que hace alusión Subirats en su artículo ‘¿Coeducación o escuela segregada? Un viejo y persistente debate’, y que en algunos casos puede parecer una artimaña para conservar la financiación por parte del Estado en caso de que los conciertos con centros que segregan por sexo peligren. Así, según Perteguer: “Hoy por hoy no hay ninguna norma que prohíba que haya una organización interna diferenciada, y los tratados internacionales que España ha suscrito la reconocen como una opción legítima… ¿Que no debe estar subvencionada? A mi juicio, este planteamiento afecta solo a los centros single sex, a nosotros no nos afectaría una eventual reforma en este sentido que, en cualquier caso, estaría basada en prejuicios, ¿Por qué no los desterramos y trabajamos sobre la evidencia y les damos lo mejor a los chicos y las familias?”.

Colegio Edith_Stein

Avances y retrocesos

Para el experto en relaciones positivas y buen trato Erick Pescador, la educación mixta diferenciada por condición religiosa o ideología vulnera el derecho a la igualdad recogido en el artículo 14 de la Constitución y, “con disfraz”, es “una vuelta atrás y un ahondamiento en las diferencias de género desde la escuela en un tiempo extraño en que los machismos, más evidentes o más sutiles, están más presentes, y nosotros, de vuelta de valores como la coeducación, que apenas hace tres décadas que se instauró”.

Según Pescador, es fundamental que en la escuela se respeten las diversidades y se dé valor a la igualdad en derechos y oportunidades, “pero quienes trabajamos en el terreno de la igualdad nos damos cuenta de que es como llevar un carro cuesta arriba, entre hombres y mujeres, pero con el riesgo de que nos suelten la cuerda y el carro caiga cuesta abajo y sin frenos”. Estamos en un momento, alerta el experto, en que consideramos que ya lo hemos conseguido y miramos para otro lado, sin darnos cuenta de que sigue habiendo gente interesada en que la segregación continúe. “Frente a esto, deberíamos trabajar mucho la coeducación del cuidado, de las relaciones en igualdad, el aprendizaje en equilibrio, centrándonos más con los hombres en la parte de cuidado y con las mujeres, en derechos y oportunidades propias… pero este equilibrio sigue siendo incómodo para muchos hombres, para las políticas más tradicionales”.

Marian Moreno, experta en coeducación y coautora del libro de la asignatura de secundaria Cambios sociales y género de la editorial Anaya y de Escuelas libres de violencias machistas (de próxima aparición), cree que la mixta diferenciada es lo mismo de toda la vida pero con distinto collar: “Para mí es absurdo, es convertir la escuela en un laboratorio, y separar por heterocentrismo y miedo a la sexualidad”.

Los argumentos biológicos de que unos y otras aprendemos de manera diferente no le sirven: “¿Y todas las matemáticas que en el mundo han sido? Mujeres como las que nos presenta la película Figuras ocultas, ¿tenían un cerebro de hombres? Supuestamente nosotras somos mejores en comunicación y escritura… ¿Y Cervantes?” se pregunta Moreno, que lamenta que, a día de hoy, tengamos educación mixta y no coeducación salvo que haya voluntad por parte de los docentes de llevar la igualdad a las aulas. “Incluso en Euskadi y Andalucía, con planes de igualdad muy potentes, la igualdad no está sistematizada, es algo voluntario”, y, mientras, se presentan como innovadoras experiencias en que se separa a niños y niñas “porque un científico australiano dijo que…”.

Con la ciencia hemos topado

Sin ir tan lejos, en nuestro país, también hay quienes, desde el terreno científico, tratan de sustentar la educación diferenciada. Es el caso del catedrático emérito de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid y autor de El sexo del cerebro (Temas de Hoy, 2007), Francisco J. Rubia, para quien “en España es tabú la separación, cuando la ciencia debería obligar a esta separación, es algo lógico”.

Defiende Rubia que, del mismo modo que en medicina el ideal es el tratamiento personalizado, en educación debería tenerse en cuenta cómo los niños y niñas aprenden de forma diferente: “Los niños son mejores en resolución de problemas, en orientación en el espacio guiada por la visión o en acertar tirando a meta, y las niñas, en cálculo, en lenguaje, que es más fluido en su caso al tenerlo bilateralizado, y en manualidades… Está confirmado por todos los laboratorios y procede de nuestras diferencias ancestrales, como demostró la científica canadiense Doreen Kimura. Desde el punto de vista científico la separación es deseable, porque sin ella lo más probable es que estemos perjudicando a ambos sexos. La convivencia se puede mantener en otras tareas, pero no en la enseñanza y el aprendizaje, porque tenemos predisposiciones distintas en un sexo y otro y hay que fomentar esas facultades de una manera distinta”.

Para Rubia es algo “evidente” y “con el tiempo la gente se convencerá” de que, “como dijo Napoleón, la felicidad está en el mayor desenvolvimiento de las facultades mentales”, lo que, según él, pasa por fomentar las cualidades que nos hacen ser mejores para unas cosas a unos y a otras: “A las feministas que me replican les contesto que luchen por la igualdad de salario, pero no por la igualdad biológica. No tiene ningún sentido, no existe”.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/02/02/segregar-por-sexos-en-una-escuela-mixta/

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La escuela mixta, los días y los trabajos

Por: Elena Simón

La escuela mixta no ha logrado coeducar para un mundo común, no enfrentado, equitativo y saludable para mujeres y hombres.

La presencia masiva de alumnas en la escuela mixta de todos los niveles, ha producido un cambio simbólico fundamental en la vida de las adultas y, por tanto, de los adultos, pero no así un cambio real en el reparto de tareas y funciones, riqueza, tiempos y espacios.

En los países donde las niñas van al colegio durante una etapa relativamente larga, están fuera del deber de los aprendizajes domésticos por repetición e imitación, desde la temprana infancia. Pueden dedicarse a ellas mismas, a aprendizajes extradomésticos, profesionales, intelectuales, físicos y otros, que no se enseñan ni aprenden en los hogares. Es decir, pueden tener acceso, al menos simbólico, a un proyecto de vida basado en la libertad de elección: de estudios, empleo, matrimonio y maternidad, tiempo libre, relaciones. Esto significa un cambio copernicano respecto a la vida de sus antepasadas no escolarizadas o escolarizadas nada más que para aprender las labores propias de su sexo.

En los últimos cincuenta o sesenta años, este fenómeno ha recorrido el mundo, como ya hemos apuntado en otro artículo anterior. A sí es que para las jóvenes, sus trabajos y sus días se muestran bien distintos y aparecen sin modelos previos a seguir.

Las mujeres de las sociedades autoritarias y tradicionales no tienen por qué ir a la escuela, pues a nadie le interesa que aprendan nada extradoméstico, ni a ellas mismas. Pero lo cierto y verdad es que la educación escolar está considerada un bien intangible de primer orden y base de la prosperidad de los pueblos del mundo. Y, en estos tiempos de discursos pro derechos humanos incluso de las mujeres, no se puede negar que para ellas también es un bien innegable.

Pero este bien adquirido cambia las cosas de arriba abajo. Quizás por ello, la humanidad ha tardado tanto en consentir que las niñas y las jóvenes acudieran a escuelas, institutos de secundaria y universidades. Aprender no es neutro. El aprendizaje te hace más libre, te dota de autoestima y te pone en disposición de emitir opiniones informadas y de desarrollar la creatividad, la innovación y el espíritu crítico. La educación escolar te pone en disposición de ascenso en la escala social y te facilita un nuevo autoconcepto basado en destrezas, conocimientos y habilidades adquiridas, que te dan la oportunidad de escapar a un destino preescrito.

En el caso de las mujeres mucho más. Como hemos dicho antes, les da la oportunidad de plantearse elecciones vitales, sociales y profesionales.

Y, ¿cuál es el resultado a simple vista de estas oportunidades para elegir? Vamos a centrarnos más en nuestro entorno inmediato y en el caso de las adultas:

1.- En cuanto a opciones académicas y profesionales: ellas se concentran en sectores relativos al cuidado y estética de personas y cosas, atención al público, ayuda.

2.- En cuanto al uso del tiempo libre: relaciones personales, belleza y salud, viajes, entretenimientos contemplativos.

3.- En cuanto a relaciones interpersonales: búsqueda de parejas afectivo-eróticas duraderas, concepto del amor como fuente específica de satisfacción y de felicidad, postergación del placer propio en beneficio del ajeno, consideración de la amistad como incondicional, rivalidad respecto a compañeras y amigas, búsqueda y valoración de la intimidad y del alter ego en otras.

4.- Deseos propios basados en la dependencia emocional, erótica y sentimental y en la ambición económica rebajada y subsidiaria, maternidad de alta exigencia, prevención o, incluso, miedo ante la soledad, explorar y ver mundos y compartir experiencias, ayudar como objetivo ético y estético.

Por supuesto que de los estereotipos de género se puede escapar y muchas ya lo hacen, pero las estadísticas de usos del tiempo, sectores de actividad, desempleo, tipos de empleos, nivel de ingresos etc…, no cambian hace muchos años. Las mujeres tienen muchas más probabilidades que los hombres de dedicar una buena parte de sus tiempos al trabajo, tanto pagado como no pagado, a renunciar a sus empleos para cuidar, a elegir puestos y funciones poco exigentes con el tiempo, la presión y la responsabilidad, a ser más pobres y a no disponer apenas de tiempo para sí mismas.

Así es que “los trabajos” de las mujeres en su conjunto son peor remunerados, discontinuos, parciales, interrumpidos y desprofesionalizados. Los trabajos remunerados, porque si hablamos de los no remunerados, domésticos y familiares, son continuos, exigentes, de jornada interminable, de responsabilidad e implicación afectivas e interiorizadas. Y si se trata de trabajo voluntario de carácter social, también tiene estas características.

Y “los días” de las mujeres carecen de tiempo y de libertad, de descanso, de espacios propios y de ocio productivo.

Y, aunque creamos que estas formas ya han desaparecido, no tenemos más que fijarnos bien en nuestra realidad propia e inmediata y bajarnos del prejuicio y del espejismo de la Igualdad. Un amplio número de mujeres y hombres parecen vivir aún en el planeta rosa y en el azul.

La escuela mixta no ha logrado coeducar para un mundo común, no enfrentado, equitativo y saludable para mujeres y hombres y, por tanto, los trabajos y los días de mujeres y hombres, aún no se pueden equiparar ni de lejos.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/01/24/la-escuela-mixta-los-dias-y-los-trabajos/

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