Entrevista a Vicky Colbert: “Apoyar la educación rural dará convivencia pacífica”

16 Julio 2017/Fuente: compartirpalabramaestra/Autor: Palabra Maestra

Una reflexión sobre el rol de los docentes y la educación rural en la actualidad de Colombia.

Bogotá celebró el 3º Congreso Internacional de Escuelas Nuevas que contribuyó a la discusión global sobre la calidad de la educación y la importancia de implementar modelos educativos innovadores y flexibles. La líder de la Fundación Escuela Nueva, organizadora del evento, reflexiona sobre el rol de los docentes y la educación rural en la actualidad del país.

‘Construyendo Redes y Transformando la Educación’ fue el eje central de este encuentro académico buscó consolidar alianzas e iniciativas que propendan por el mejoramiento de la vida de los más vulnerables a través de una educación de calidad, centrada en quien aprende y que promueva un aprendizaje activo, cooperativo y personalizado.

Desde la década del 70, la Fundación Escuela Nueva ha trabajado por reinventar continuamente la educación rural en Colombia. Sus aportes a la política educativa del país la han convertido en un referente nacional e internacional a la hora de hablar de métodos de enseñanza y aprendizaje en el campo, y en un modelo que ha sido galardonado por la Unesco en 2003 y por la revista suiza The Global Journey, por destacarse como una de las 100 mejores organizaciones del mundo.

Ante la actual coyuntura nacional, su fundadora, Vicky Colbert, considera que hoy más que nunca Colombia debe volver su mirada a la ruralidad para recoger lo andado y capitalizar lo aprendido. Pero además para fortalecer la calidad educativa que configure a la escuela como un espacio más democrático, abierto a la reconciliación y a la construcción de paz.

¿Cómo ve la educación rural de Colombia en la actualidad?

En Colombia se han hecho esfuerzos muy grandes por universalizar la primaria en el campo y creo que ahí hemos tenido un logro muy importante en los últimos años. Ahora el reto nuestro es poder llegar más a los jóvenes, pero especialmente con un énfasis de calidad. Tristemente ahora en América Latina el 50% de los niños en cuarto grado no entienden lo que leen. Entonces hay que fortalecer todas estas habilidades básicas. Pero también porque volver al campo es algo fundamental para la construcción de paz.

¿Por qué?

Porque es precisamente en la ruralidad donde se vuelve a dar la inequidad. Pero, además, porque la necesidad es la madre de la innovación y del campo vienen las experiencias más innovadoras. En los márgenes de las sociedades se generan las innovaciones más importantes de un país. Si seguimos apoyando al campo y a la educación en las zonas rurales, vamos a poder tener un gran impacto en convivencia pacífica, que es lo más importante.

¿Y en qué sentido se debe dar esa innovación, ese cambio?

Hay que seguir construyendo sobre lo construido porque ya ha habido evidencias y soluciones probadas en Colombia. Hay que comenzar a trabajar con las normales que es de donde salen los maestros para el campo y luego es fundamental escucharlos y no dejarlos solos. Hay que involucrar a la sociedad civil como parte fundamental en el trabajo con el Estado y entender que el concepto de espacio y tiempo para aprender ha cambiado y no es solo la escuela.

Aquí tenemos escuelas rurales que, a pesar de ser de bajos recursos económicos, tienen mejor calidad en muchas dimensiones porque tienen ambientes de aprendizaje muy ricos, y eso hace que un estudiante se quiera quedar en la escuela.  Podemos lograr una innovación en la educación rural en Colombia si cambiamos los paradigmas pedagógicos y nos convencemos que más de lo mismo no es suficiente.

¿Cuál es el rol del docente en esta transformación de la escuela rural?

Que no sea transmisor de información porque un joven o un niño hoy entra a Google y obtiene más información y más rápido que la que le puede dar el maestro. El rol del docente es otro. Es tener más tiempo para conocer a sus alumnos, quererlos más, conocer sus estilos de aprendizaje, retroalimentar en el proceso. El nuevo rol del docente del siglo XXI es ser un acompañante, un facilitador, un catalizador.

Ustedes lograron llegar a más de 25 mil escuelas en los 90. ¿Cómo está Escuela Nueva en la actualidad?

Luego de la descentralización que hubo en el país en los años 90 la gente se empezó a concentrar más en lo administrativo y se olvidó de lo pedagógico. Muchos docentes de trasladaron a otros lugares, los nuevos no fueron capacitados, llegó mucho material a escuelas donde no había personas capacitadas, entonces todo se comenzó a descuadernar.

Fuimos política nacional, luego esto comenzó a decaer y en este momento estamos hablando de nuevo hablando con los nuevos gobernadores. Actualmente estamos haciendo un trabajo enorme con el Ministerio de Educación Nacional llegando a más de 4.500 docentes, pero no es suficiente.

Puntualmente, ¿cuáles son esas estrategias que Escuela Nueva propone para mejorar la convivencia en la escuela?

Hay estrategias e instrumentos muy concretos que tienen metodologías de aprendizaje activo y muy participativo. Por ejemplo, a través de los gobiernos de los niños donde los estudiantes aprenden a elegir y ser elegidos, a conformar comités, a incentivar el autogobierno. Ahí es donde se terminan tocando las destrezas del siglo XXI, que son las que promueven lo que un computador no puede hacer: aprender a aprender, liderar procesos, tomar iniciativas, pero especialmente aprender a trabajar en equipo y con respeto.

Cuando un niño tiene elementos concretos para aprender, ellos mismos son los primeros en manejar y controlar los comportamientos a veces no deseables de otros niños. Los mismos niños comienzan a tener instrumentos de auto regulación, de comportamientos democráticos y de convivencia pacífica.

¿Y para fortalecer la calidad?

Eso es fundamental porque los docentes no tienen tiempo para planear todos los días clases maravillosas. Entonces diseñamos un instrumento que se llama ‘Guía de aprendizaje’ que es el híbrido entre un texto y un cuaderno de actividades en donde le presentamos a los docentes algunas propuestas de lecciones donde aterriza el currículo nacional a las actividades en la escuela.

Eso sí, teniendo en cuenta que no todos tienen el mismo ritmo de aprendizaje y que se requiere fomentar el aprendizaje colaborativo, el diálogo, el trabajo de pares. Teniendo en cuenta que el otro piensa distinto y no lo voy a matar por eso. Ese es un concepto de pedagogía que dijo John Dewey hace cien años y es lo que hay que poner en práctica. Los conocimientos los tenemos, pero hay que ponerlos en la práctica y apoyar a los docentes para que lo puedan hacer.

Fuente de la entrevista: https://compartirpalabramaestra.org/noticias/entrevista-apoyar-la-educacion-rural-dara-convivencia-pacifica-vicky-colbert

Fuente de la imagen:

https://compartirpalabramaestra.org/sites/default/files/styles/articulos/public/field/image/entrevista-apoyar-la-educacion-rural-dara-convivencia-pacifica-vicky-colbert.jgp

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México: La escuela rural que da techo, educación y un oficio a indígenas

América del Norte/México/20 Noviembre 2016/Fuente y Autor: El informador

Con edificios de ladrillo y techos color blanco con rojo, mujeres y hombres ataviados en trajes típicos de etnias y hablando distintas lenguas, el Centro Rural de Educación Superior Estipac (CRES Estipac) parece sacado de un Pueblo Mágico.

Enclavado en tres hectáreas, en una delegación del municipio Villa Corona, Jalisco, el CRES cuenta con canchas de futbol y voleibol, seis edificios con salones y oficinas administrativas, un comedor, establos, una panadería, una cisterna y, en cada rincón, un espacio para sembrar.

Entre todo esto, jóvenes indígenas, que representan más de 60% de su población estudiantil, y “mestizos”, es decir que no pertenecen a ninguna etnia, caminan, corren y gritan.

Este centro, creado en 1980 por la religiosa María Dolores Morales Pérez, quien funge como directora, tiene como objetivo empoderar a los jóvenes del campo, por lo que, además de bachillerato y tres licenciaturas (Educación Primaria, Educación e Innovación Tecnológica y Liderazgo y Emprendurismo Social), da a los alumnos capacitación para el trabajo, con oficios que pueden enseñar en su población.

La directora señala que “parte del modelo educativo es el servicio y nos ha servido muchísimo para empoderarlos en su comunidad y que no la dejen, que después de terminar su licenciatura, vuelvan a su comunidad para levantar el medio social, porque ellos son la esperanza”.

Ahí, los alumnos indígenas llevan por uniforme sus trajes típicos. Además, cada cierto tiempo van a comunidades a hacer sus prácticas en las escuelas, para incrementar sus ganas de servir.

Ya que la mayoría de sus alumnos pertenece a etnias, el centro funciona como internado. “Para los alumnos indígenas, como la escuela queda muy lejos de sus comunidades y el ir y venir no es una opción, así que se tienen hospederías y entonces viven aquí durante todo el ciclo escolar”, Montserrat Narro Ibargüengoitia, procuradora de Fondos.

Dentro de la colegiatura los alumnos tienen derecho a artículos de aseo personal, tres comidas, hospedaje y estudios. La cuota es de dos mil pesos mensuales, mientras que los indígenas pagan 600, “pero la tercera parte no puede pagar y de aquí nunca se ha sacado a nadie por no pagar”, comenta la religiosa.

La escuela tiene un ingreso extra con lo poco que produce, por ejemplo, de la venta del pan que los alumnos hacen en el taller de panadería, así como el excedente de la siembra de frutas y verduras.

Instruyen con igualdad y sin violencia

Con la experiencia de 36 años de recibir a indígenas, la religiosa María Dolores Morales Pérez ha aprendido que en la preparatoria debe separar los grupos por género y no porque se les dé un trato distinto o una educación diferente, sino porque se tienen que cambiar el pensamiento de los jóvenes antes de que comiencen a convivir.

“Nos dimos cuenta de que si los juntamos, las mujeres no abren la boca, no preguntan. Tenemos que ir poco a poco, en otras actividades están juntos, pero en el estudio, si queremos que todos crezcan, tenemos que separarlos”.

Sara Edith Cortés Cruz, coordinadora de Licenciaturas, comenta que su cultura es lo que las detiene para participar. “En su comunidad ellas no tienen ni voz ni voto y llegan aquí y se cohíben, porque allá las mujeres siempre quedan fuera, las relegan para muchas actividades. Entonces, llegan aquí y creen que va a ser lo mismo, pero las empezamos a enseñar que tienen derechos humanos, que somos iguales y entonces las muchachas resurgen y se empoderan”.

Cambio de una realidad con derechos humanos

Para cambiar esta realidad en las comunidades, la escuela les da, tanto a hombres como mujeres, pláticas sobre igualdad de género, cómo vivir sin violencia, derechos humanos, entre otras cosas, las cuales son replicadas por los alumnos en sus comunidades.

“Hace dos años tuvimos un taller sobre violencia y algunos alumnos comentaron que después de que hablaron con sus padres sobre lo que les enseñamos aquí, que algunos padres lloraron, los abrazaron y les pidieron perdón. Yo creo que los jóvenes son los que deben hablarles a sus padres para erradicar la violencia”, asegura Morales Pérez.

Es por eso que una de las metas de la escuela, dice, es “formar personas y maestros con vocación, así es cómo estas enseñanzas se van a multiplicar, ya sea a corto o mediano plazo”.

HISTORIA DE VIDA
Dedicada a la enseñanza de otros

Nacida en una familia que se dedica al ganado lechero, la religiosa María Dolores Morales Pérez siempre tuvo contacto con personas del campo, con quienes convivía, jugaba y platicaba. Fue así como nació su inquietud por crear una escuela “del campo, para el campo”.

“Desde niña me llamaba mucho la atención cómo unos tenían muchas oportunidades y otros no. A mí me tocó convivir mucho con los obreros de la fábrica y de la hacienda de mi papá y yo siempre me preguntaba: ‘¿Por qué yo tengo todo y ellos no tienen nada?’ Y esa idea fue la que me llevó a dedicarme a la educación de los que menos oportunidades tienen”.

Originaria de Puebla, Morales Pérez estudió las licenciaturas en Educación Primaria y en Lengua y Literatura, así como idiomas, y se ordenó religiosa a los 23 años cuando fue enviada a dar clases a la escuela primaria de Estipac, delegación de Villa Corona, Jalisco, en donde reforzó su idea de crear una escuela para personas del campo.

“Le educación es lo que va a empoderar a todos los jóvenes rurales e indígenas, que tienen muchísimas capacidades, los va a empoderar para ser personas útiles, para ser personas que aporten toda la riqueza que poseen”.

Comenta que el camino no ha sido fácil para ella, ya que al principio tuvo el rechazo de la comunidad y aún hay quienes dicen que se enriquecen con la escuela. “En un inicio la primaria nos prestaba un salón y ahí dábamos clases a 100 muchachas. Pero sí era difícil porque hasta me amenazaron de muerte y la verdad es que no sé por qué. Todavía dicen que yo soy rica por lo que cobro, pero el Demonio trabaja por rumores y pues al final va saliendo la verdad”.

Ahora, la religiosa espera que su modelo de educar jóvenes indígenas y de sociedades rurales para que empoderen a su comunidad, sea replicado en todo el país. “Ese es mi sueño ambiciosísimo”.

VOCES
Estudia para volver

Isaías Santiago García, originario de Guerrero, llegó al CRES Estipac por curiosidad. “Yo quería saber ¿qué hay más allá? y se me hizo fácil venir”. A pesar de que al principio se sintió decepcionado porque la escuela no estaba en Guadalajara, comenta que le gustó el ambiente y la educación.

Con su traje típico y la mirada decidida, dice tener grandes metas, una de ellas es volver a su comunidad y “levantar a los que menos tienen”.

“En las comunidades, lo que veo es que les hace falta muchísimo apoyo, que tienen muchas necesidades y los gobiernos no nos ayudan. Nosotros necesitamos más capacitación, más conciencia y más educación”.

Por lo pronto, Isaías quiere terminar su carrera -le falta muy poco- y después le gustaría realizar una maestría y, por último, volver a su comunidad a “trabajar como maestro y ayudar a las personas que más lo necesitan”.

Prefiere el campo que la ciudad

A pesar de tener la posibilidad de ir a Guadalajara para estudiar la licenciatura en Educación Primaria, Joseline Buenrostro Solórzano prefirió quedarse en el CRES Estipac, que se encuentra a 10 minutos de su casa. Dice que esta escuela la “atrapó”.

“No tenía mucha información de la escuela, pero me entró la curiosidad y vine. Lo primero que vi fueron las personas indígenas, yo no sabía que había y se me hizo muy bonito todo: el campo, la naturaleza. Me atrapó, hice mis trámites y me quedé”.

Ella comparte la visión de la escuela de regresar lo que aprende a la población que la vio nacer. “Creo que uno del campo debe trabajar por su propia comunidad”.

Joseline está a un año de terminar su licenciatura y dice que le gustaría quedarse en su población a ejercer, pero no descarta la idea de ir a la sierra a dar clases a los indígenas.

RUTINA
Educación y valores

En el CRES Estipac, las clases comienzan a las 07:00 y terminan a las 19:00 horas, la población estudiantil es de 260 alumnos, 170 de los cuales son indígenas, 120 de ellos huicholes de la Sierra de Jalisco y Nayarit, a quienes se les educa en valores, capacitación para el trabajo y su licenciatura o preparatoria, con el objetivo de que regresen a su comunidad y sean líderes en ella. Los demás alumnos son de distintas de todo el país y mestizos.

COLABORE
¿Cómo donar?

• Cuenta Banorte 0639053594 a nombre del Instituto Cultural del Valle de Ameca A.C., con clabe interbancaria: 072320006390535942.

• Más información al teléfono (01 377) 77 402 85/57 y el correo electrónico: contacto@cresestipac.edu.mx.

Fuente de la noticia: http://www.informador.com.mx/jalisco/2016/692942/6/la-escuela-rural-que-da-techo-educacion-y-un-oficio-a-indigenas.htm

Fuente de la imagen: http://img.informador.com.mx/biblioteca/imagen/370×277/1373/1372910.jpg

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Escollos y desafíos de la educación ciudadana en escuelas rurales del caribe colombiano. Una etnografía de escuela

América del Sur/Colombia/Julio del 2016/Álvaro Andrés Rivera Sepúlveda/ rieoei.org/rie

Resumen

En este trabajo se presentan resultados preliminares de una investigación centrada en interpretar y comprender los sentidos ético-políticos y pedagógicos de la educación ciudadana en tres instituciones educativas rurales del caribe colombiano. Dentro del enfoque cualitativo, se desarrolla una etnografía de escuela en la que se combinan diversas técnicas de recolección de información tales como la observación participante, la entrevista individual semiestructurada, el grupo focal, la cartografía social y pedagógica, el grupo de discusión y la revisión de documentos institucionales. Los hallazgos del estudio demuestran que: a. el modelo de democracia liberal que ha alcanzado hegemonía en occidente, presenta una profunda crisis en el medio rural, b. se requiere insistir desde la escuela en la formación de una ciudadanía rural participativa como mecanismo de empoderamiento de las comunidades campesinas en la intervención sobre lo público y resignificación del sistema democrático, c. las desigualdades de poder evidentes en la administración totalitaria que ejercen los rectores y en las prácticas pedagógicas autoritarias que aún siguen desarrollando algunos profesores rurales, desestimulan la construcción de una cultura democrática escolar y d. los estudiantes campesinos presentan serias dificultades en el ejercicio de su autonomía moral y política, lo que les impide comportare como auténticos actores sociales y políticos. Palabras clave: educación ciudadana; escuela rural; estudiantes campesinos; comunidades rurales y etnografía de escuela.

La necesidad de indagar por los sentidos ético-políticos y pedagógicos de la educación ciudadana en tres instituciones educativas rurales del caribe colombiano surgió de conformidad con dos niveles de análisis complementarios, uno epistemológico y otro empírico. En cuanto al primero, la revisión de antecedentes teóricos e investigativos, tanto en el campo de la educación ciudadana como en el de la escuela rural, demostró que si bien existen avances importantes y significativos en la ampliación y profundización del saber educativo en las dos líneas –sobre todo en la primera-, lo cierto es que son muy pocos los estudios que han abordado de manera articulada la pregunta por los sentidos de la educación ciudadana desde instituciones educativa pertenecientes al mundo campesino. Según lo reportan las fuentes consultadas, las tendencias y énfasis epistemológicos en los dos campos han transitado por temas diversos y paralelos de muy poco contacto, unido al hecho de que la escuela rural se ha convertido en un tema subsidiario dentro del amplio campo de la investigación educativa.

En lo relativo al nivel de análisis empírico, especialmente a partir de las percepciones de organizaciones eclesiales y civiles, las inquietudes expresadas por algunos líderes educativos del sector y las observaciones personales, se pudo percibir que las instituciones educativas rurales del caribe colombiano presentaban serias deficiencias en la formación de auténticos actores sociales y políticos y poco contribuían al empoderamiento político de las comunidades campesinas. Según lo reportaron los diferentes agentes, la escuela estimula en escasa medida la participación de los ciudadanos rurales en la resolución de los problemas públicos presentes en su ambiente inmediato, impulsa débilmente la construcción de organizaciones locales para exigir la restitución de derechos frente a las instituciones del Estado y poco concientiza al campesinado sobre la necesidad de ejercer posiciones más críticas frente a las prácticas de subordinación que promueven los conjuntos políticos y económicos dominantes.

Esta situación problemática y los dos niveles de análisis desde los cuales se justificó, evidenciaron la necesidad de realizar una investigación cualitativa de corte etnográfico, cuyo principal objetivo radicara en interpretar y comprender, desde la percepción de los diferentes actores educativos y las dinámicas de lo cotidiano en la escuela, los sentidos ético-políticos y pedagógicos relacionados con la educación ciudadana para la construcción de comunidades democráticas en tres instituciones educativas rurales del caribe colombiano. En parte, se buscaba que los resultados pudieran contribuir de manera significativa en la fundamentación y diseño de una propuesta pedagógica alternativa orientada a la educación ciudadana de estudiantes campesinos.

ETNOGRAFÍA DE ESCUELA

Específicamente el planteamiento metodológico de la investigación corresponde a una etnografía de escuela que como tal ha requerido la presencia permanente y prolongada del investigador en tres instituciones educativas rurales del caribe colombiano con el fin de interpretar y comprender el mundo material y simbólico por medio del cual los diferentes actores educativos rurales (estudiantes, maestros, directivos y padres de familia) perciben, valoran y significan las prácticas, los discursos y la instituciones relacionadas con la democracia, el ejercicio ciudadano y la educación para la ciudadanía desde una perspectiva ético-política y pedagógica.

De acuerdo con Hammersley y Atkinson (1994) y Guber (2001), en contextos exóticos y apartados, donde los sujetos poseen cosmovisiones alejadas de la sociedad convencional, el único medio para acceder a los significados que ellos negocian e intercambian, es el contacto vivencial y profundo del investigador con la realidad objeto de indagación. Si bien las etnografías de escuela se diferencian de otras prácticas etnográficas únicamente por la selección del contexto escolar como campo particular de investigación, lo cierto es que su metodología ofrece aportes significativos para interpretar y comprender realidades educativas poco conocidas tal como ocurren naturalmente y recuperando las visiones internas de los sujetos que las constituyen (Velazco y Díaz, 1997). Debido a sus intenciones epistemoló- gicas, es un procedimiento especialmente útil para aportar nuevas lecturas e interpretaciones sobre la problemática educativa priorizando las voces de sujetos y comunidades que demasiado a menudo están ausentes (Celigueta y Solé, 2013).

En parte, uno de sus principales objetivos es comunicar y hacer inteligible al mundo profesional las visiones internas y las estructuras mentales de los actores educativos en contextos específicos y los marcos socio-culturales dentro de los cuales ellos se desenvuelven, a fin de establecer límites viables para cualquier tipo de intervención y de orientar el diseño de propuestas que contribuyan a mejorar las prácticas educativas (Goetz y LeCompte, 1988).

CRISIS DE LA DEMOCRACIA LIBERAL EN EL MEDIO RURAL

De acuerdo con las observaciones realizadas, se detectó en las comunidades campesinas un alto grado de desilusión frente al desarrollo y los resultados de la democracia liberal en la región, en tanto no ha favorecido la construcción de un orden social más justo ni ha estimulado el mejoramiento de las condiciones de vida en los planos colectivo ni individual. En consecuencia, ha tomado fuerza la idea de que lo que significa vivir bien y mejor corresponde más a un tema de lo privado-doméstico que de lo público-colectivo, premisa sobre la cual se ha profundizado la cultura de la venta del voto, los favores políticos y los acuerdos amañados. Al respecto, uno de los padres de familia entrevistados subraya:

Hoy en día ningún político tiene programa para estas comunidades, el programa de ellos es traer la mochila con quince o veinte millones de pesos y dárselo a la gente para que comercien ese día, porque ese día es un comercio aquí […] entonces ya los políticos no vienen como antes que se montaban en una tarima y se ponían a hablar de sus programas, de sus programas que tenían para las comunidades, hoy en día no se ve eso, hoy en día el político se encierra, por ejemplo, conmigo: te voy a dejar esto para que tú me negocies los votos, se encierra conmigo en la casa y el pueblo está esperando que yo le lleve la plata (IET-GDPF).

Debido a que el trabajo de campo coincidió con el tiempo de campaña y elecciones para la conformación de juntas administradoras locales en Colombia, se pudo detectar entre la población campesina un conjunto de prácticas electorales fraudulentas dentro de las que se destaca la tradicional venta del voto por una suma de dinero que regularmente se establece en el mercado, el intercambio del voto por materiales de construcción y la promesa de cierto número de votos a cambio de una vacante o un contrato de trabajo en el sector oficial.

En lo referente a esta última práctica, se halló con preocupación que la institución educativa rural es una de las entidades públicas que más se presta para el intercambio de votos por oportunidades de trabajo: los contratos del restaurante, de la limpieza, de la vigilancia, de la tienda y del transporte escolar, así como los cargos administrativos y el nombramiento provisional de profesores, son las figuras más apetecidas en este tipo de intercambios.

Debido a que las instituciones educativas rurales observadas se encontraron profundamente sumergidas en la cultura del fraude electoral y del comercio político, tanto por las acciones individuales de sus miembros como por favorecer la asignación amañada de contratos y cargos públicos, se cuestionó reiteradamente a los diferentes actores escolares sobre la pertinencia de continuar desarrollando prácticas pedagógicas tendientes a la transformación de dichas inconsistencias en la sociedad más amplia, frente a lo cual la gran mayoría confirmó, sin mucho convencimiento, la necesidad de la intervención educativa para atender esta problemática. Pero insistieron que se trataría de un proyecto bastante largo y tedioso que tendría que iniciarse con los estudiantes más pequeños acompañado de un profundo compromiso de todos los profesores y la realización de sistemáticas estrategias de concientización tanto en la comunidad como en la familia. De no ser así, toda práctica o discurso aislado no sería más que un esfuerzo infructuoso.

No obstante, el hallazgo más significativo en este punto, fue la posición de algunos actores educativos rurales para quienes toma fuerza la idea acerca de que se requiere trabajar desde la escuela en la construcción de una ciudadanía más activa y participativa por medio de la cual las comunidades campesinas puedan incidir directamente en la toma de decisiones institucionales y por esta vía purificar el sistema democrático vigente. En este sentido una de las profesoras entrevistas señala:

Nosotros como docentes estamos fallando desde la institución: mira nosotros estamos educando niños, con ellos podemos cambiar haciendo grupos juveniles, gestionar con jóvenes proyectos, donde la comunidad vea en los muchachos algo diferente. ¿Por qué en los pueblos la gente vende la conciencia? Porque no hay grupos que lideren ideas, que lideren proyectos, entonces como no hay nadie que venda nada nuevo, pues es muy fácil tú decir: prefiero recoger los ochenta mil pesos y en esos cuatro años veremos qué es lo que pasa. Nosotros estamos fallando porque no estamos cambiando desde la escuela la forma de pensar, a través del estudio de la democracia, a través de liderar proyectos de interés comunitario… cuando eso se dé, esas personas van a cambiar, porque ya los jóvenes van a estar despiertos y van a cambiar la mentalidad de los papás. Esos muchachos con sus ideas buenas puedan cambiar la corrupción que hay en el país (IET-P-02).

A MODO DE CONCLUSIÓN

De conformidad con los resultados preliminares de la investigación sobre la cual se soporta este trabajo, se puede subrayar que debido a la crisis que presenta la democracia liberal en el medio rural analizado, como consecuencia del fraude electoral generalizado, la ausencia de representación política, el abandono por parte del Estado y la constante violación a los derechos de la población, se evidencia la necesidad de estimular desde la escuela la formación de una ciudadanía rural activa y participativa que favorezca el empoderamiento de las comunidades campesinas en la autogestión sobre lo público y que contribuya a resignificar el sistema democrático. No obstante, al observar la estructura y forma de funcionamiento de la escuela rural, se puede deducir que las desigualdades de poder evidentes en la administración totalitaria que ejercen los rectores y en las prácticas pedagógicas autoritarias que aún siguen desarrollando algunos profesores, no estimulan el ejercicio cotidiano de la ciudadanía, así como tampoco contribuyen a la construcción de una cultura democrática escolar. Esto, sumado a la atmósfera de inferioridad y sumisión todavía presente en el mundo rural, ha frustrado el desarrollo de la autonomía moral y política de los estudiantes campesinos.

Alvarado, S; Ospina, H; Botero, P y Muñoz, G. (2008). Las tramas de la subjetividad política y los desafíos a la formación ciudadana en jóvenes. Revista argentina de sociología. 6 (11), 19 – 43

Borsotti, C. (1984). Sociedad rural, educación y escuela en América Latina. Buenos Aires: Kapelusz

Dagnino, E; Olvera, A y Panfichi, A. (2006). Para otra lectura de la disputa por la construcción democrática en América Latina. México: CIESA

Habermas, J. (2003). La ética del discurso y la cuestión de la verdad. Barcelona: Paidos

Quevedo, R. (2005). La educación y la capacitación rural en la región andina. Revista Agroalimentaria. 11 (21), 93 – 112

Taylor, S y Bogdan, R. (1996). Introducción a los métodos cualitativos de investigación. Barcelona: Paidos

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