La propuesta de la ministra de Educación Nacional reconoce la responsabilidad de la familia en el proceso educativo de las personas.
Este proceso, que empieza desde el nacimiento, se trata precisamente de un acompañamiento a la construcción permanente del proyecto de vida. Cada día, las instituciones educativas (colegios y universidades), las empresas y los proyectos emprendedores, reconocen la importancia de la familia en un proceso de coformación.
Lo anterior, se da en un momento en el que los signos de hipermodernidad reflejan una mayor vulnerabilidad de las personas ante la influencia, cada vez mayor, de los medios de comunicación (principalmente redes sociales), la presión de las modas, el exceso de información imposible de asimilar (infoxicación) y la tentación a la vida fácil, que dificultan la comprensión del verdadero significado del proyecto de vida.
Debemos tener en cuenta que, desafortunadamente, no toda la población colombiana tiene acceso a la educación. Según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), para el año 2017 solo el 23,3 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA) había completado la educación básica primaria, lo cual hace aún más complejo la función de la familia en la educación de sus hijos.
La permanencia o deserción de los estudiantes depende de factores como: las características de las instituciones educativas (condiciones académicas e institucionales) y las condiciones familiares e individuales de las personas, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Deserción en la Educación (ENDE), del Ministerio de Educación Nacional. Asimismo, dentro de las condiciones familiares, destacan la interacción padres-escuela, que consiste en la participación en actividades de asociación de padres, de seguimiento escolar y extra-escolares.
Las escuelas de padres deben ser un compromiso, no una obligación. La imposición puede generar efecto rechazo
En este sentido, y teniendo en cuenta que el desafío educativo requiere de la participación de todos los actores, se deben tener en cuenta las siguientes recomendaciones para que la propuesta de escuela de padres sea exitosa:
1. La riqueza de la educación está en la diversidad de las instituciones que hacen parte del sistema. Por esta razón, no se pueden generar escuelas de padres estandarizadas, ya que cada una de ellas debe reconocer la misión, los objetivos y los valores de cada institución. Además, estas deben ser un espacio construido con un programa de orientación psicopedagógico estructurado y con la participación de todos los actores que acompañan a la persona (niño, joven o adulto), sin mensajes unidireccionales y estandarizados.
2. Las escuelas de padres deben ser un compromiso, no una obligación. La imposición puede generar efecto rechazo, por lo que se debe respetar la autonomía de las familias y la realidad que está viviendo cada una de ellas. En ese sentido, el primer paso es establecer un diálogo con los padres, para generar una apertura al cambio y una disposición a trabajar en equipo. Es importante recordar que este es un proceso de acompañamiento, no de sobreprotección.
3. No se puede convertir estas escuelas en un escenario para resolver problemas puntuales o reaccionar a problemas particulares. Es un espacio para la reflexión sobre la coformación y maximizar los talentos. El fin último es la formación integral de personas en su dimensión académica, cultural, espiritual y física, en donde el único protagonista del acto educativo es el estudiante y su proceso de aprendizaje.
4. Las escuelas de padres deben tener un ejercicio de planeación y prospectiva propio, en donde se puedan medir permanentemente su coherencia con unos resultados observables en el tiempo. De lo contrario, se puede convertir posteriormente en un conjunto de conferencias aburridas o un espacio de encuentro social sin propósito, que desmotive a los participantes.
Finalmente, retomando la propuesta realizada por el Ministerio de Educación acerca de la participación de la familia en el proceso de aprendizaje, considero que debe ser motivo de reflexión no solo en los colegios sino en todos los niveles de formación, incluidas las universidades. Esto, ya que es precisamente la familia la cuna de valores que tanto demanda nuestra sociedad.
Fuente del artículo: https://www.eltiempo.com/vida/educacion/columna-de-opinion-de-alejandro-cheyne-rector-de-la-universidad-del-rosario-391652