Márgenes en la academia: otras formas de ser, estar y construir conocimiento

Por: Rosa Guadalupe Mendoza Zuany

El “centro” de la academia tiene formas de funcionar y elementos fundantes como la aspiración a la objetividad, el ejercicio del poder, la preeminencia de lo blanco y lo masculino, el discurso “barroco” que legitima a quien habla y la referencia a las “grandes teorías” occidentales que lo explican todo.

Desde los márgenes de la academia se están construyendo formas de funcionar que parten de la creatividad y de la resistencia a ser parte del centro, a partir de nuevas y diferentes reglas, narrativas y lógicas que están en sintonía con otras visiones del mundo. En todo el mundo, podemos encontrar académicos y académicas que forman parte de estos márgenes e incluso las grandes casas editoriales publican sus propuestas y “locuras”, como algunos las denominan. SAGE Publishing, casa editorial internacional, publicó en 2008 el Handbook of Critical and Indigenous Methodologies presentando una recopilación de metodologías que estaban y siguen estando al margen de la academia (en el que incluso se menciona el sesgo de no haber incluido voces desde Latinoamérica y regiones de Asia).  Leerlas es estimulante para nosotros. Se traducen en la ampliación de los límites que aprendimos en la academia más convencional. Al leerlo, entendemos que es obligatorio para los que nos reconocemos desde los márgenes conocer las grandes teorías y las formas hegemónicas de construir conocimiento. Lo anterior, aunque el “centro” no sienta la obligación de conocer lo no hegemónico en reciprocidad. Entonces, los márgenes conocen al “centro”, pero al mismo tiempo resisten e intentan mantener vivos sus objetivos, intereses y preocupaciones en condiciones adversas que, en muchas ocasiones, descalifican su producción académica. No hay espacio para explicar que la historia colonial y la colonialidad son variables que influyen en estas diferenciaciones, pero es preciso no olvidarlo.

En los últimos años, hemos trabajado con estudiantes de posgrado cuyos perfiles los/las ubican en grupos vulnerados por una sociedad desigual y discriminatoria, y que poseen trayectorias escolares en escuelas olvidadas por el Estado y discriminadas institucionalmente. Por sus experiencias vividas, estos(as) estudiantes, con nombre y apellido, se ubican en los márgenes de la academia porque sus conocimientos, habilidades y actitudes son distintas a las que se desarrollan y esperan en el “centro”, pero también porque sus objetivos y propósitos son también diferentes a los estudiantes aspiran a ser parte del “centro”. Esto ocurre en un contexto histórico en el que se han concedido espacios para que los márgenes cohabiten en los espacios educativos para aprender a “ser” parte del centro y así poder “pertenecer” al mundo académico hegemónico con sus reglas, prácticas, creencias, así como con sus obsolescencias, contradicciones e intereses. Esto ha posibilitado la emergencia de un nuevo tipo de actor en el campo académico: los “investigados” ahora tienen espacios para constituirse como investigadores.

Creemos que es importante aprovechar – de forma inteligente y estratégica – esos espacios “concedidos” (¿o ganados?). Para hacerlo nos preguntamos: ¿qué pedagogías podemos usar en un aula donde coexiste el centro y los márgenes? ¿Cómo evaluar a estudiantes diversos, particularmente a los(as) que no quieren forman parte del “centro”? ¿De qué forma nuestra tutoría para la investigación puede reconocer los diferentes objetivos, preocupaciones y posicionamientos, la diversidad de conocimientos, habilidades y actitudes, y en particular, las implicaciones de las diferentes trayectorias personales y escolares de los(as) estudiantes (miedos, inseguridades, baja autoestima, heridas psicológicas, etc.)?

En nuestra tutoría para la investigación en los posgrados hemos recurrido a acciones y a la construcción de relaciones que permitan que nuestros(as) estudiantes expresen qué necesitan para entender el mundo académico “central”; que les permitan mantener posturas como la no apropiación de ese “centro” que domina y el desarrollo de un posicionamiento propio y desde los márgenes a la hora de investigar; que posibiliten que crean que se merecen estar ahí, aunque hay quienes piensen que sus trayectorias no se los permiten o sus “vacíos” son más grandes que sus conocimientos. Creemos que un aspecto fundamental del trabajo del tutor(a), director(a) de tesis, o sea cual sea el nombre, es generar confianza y elevar la autoestima de los(as) estudiantes. Demostrarles que el mundo académico – desde otra posición si así se quiere – también es una opción para ellos(as). Son parte hasta que creen que son parte con sus especificidades.

Es importante confrontar los espacios académicos que esperan homogeneidad en la comprensión y en la apropiación de las grandes teorías y las formas hegemónicas de construir y representar conocimiento (ya sea de forma oral o escrita). Es preciso empujar en la construcción de nuevas teorías que emanen de dichos márgenes y para los propios márgenes – desde visiones del mundo no hegemónicas – y de nuevas formas de concebir, construir y analizar “datos” con propósitos más amplios que el llenado de vacíos en la “literatura”. “La transformación del mundo es posible”, afirmamos en el proyecto de investigación que actualmente desarrollamos conjuntamente investigadores y estudiantes de posgrado. Eso da cabida a la consideración de emociones, ritmos, reconocimientos, formas de concebir el mundo que generalmente se excluyen de la investigación que goza de legitimidad entre quienes constituyen el “centro”, así como también de la docencia y la tutoría para la investigación.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/margenes-en-la-academia-otras-formas-de-ser-estar-y-construir-conocimiento/

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Venezuela: Estudios de posgrado del Ivic arriban a 45 años.

A partir del año 2017, el CEA ofrecerá un nuevo espacio académico para el reencuentro de la comunidad ivicense: la Cátedra “Bolívar y Bello”

América del sur/Venezuela/20.12.2016/Autor y Fuente:http://www.mppeuct.gob.ve/

La formación de personal ha sido prioritaria para el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (Ivic) desde su fundación en 1959. Sin embargo, no fue sino hasta 1971 cuando se formalizaron los cursos de posgrado con la publicación del reglamento en la Gaceta Oficial N° 29.689 del 18 de diciembre.

Hoy en día, 45 años más tarde, los resultados son palpables: más de 1.300 profesionales egresados en distintas áreas del conocimiento. “El aporte en la formación de la generación de relevo ha sido esencial en función de dar respuesta a las necesidades del país”, aseguró el director del Ivic, Eloy Sira Galíndez.

Durante la celebración del cuadragésimo quinto aniversario del Centro de Estudios Avanzados (CEA), Sira recordó que su relación con el Ivic empezó cuando desarrollaba el Doctorado en Física, por lo que manifestó sentirse muy orgulloso. “Muchos fuimos formados por el CEA, la vida del CEA son sus estudiantes”, dijo.

Asimismo, explicó que aunque no es fácil hacer investigación científica, principalmente por la dedicación exclusiva, el nivel de concentración y la infraestructura que ella demanda, se requieren más grupos de especialistas como los científicos, quienes están llamados a luchar por un mundo más justo.

“La ciencia que no es neutra, que tiene una ideología y que esa ideología es construir una sociedad donde todos tengamos las mejores condiciones de vida, esa es la ciencia que puede transformar la realidad”, precisó Sira.

Pasar del laboratorio a la masificación del producto o servicio sigue siendo un punto neurálgico en Venezuela, pues implica una compleja cadena de actores. “La capacidad del Ivic está a la disposición del país para salir adelante y nos permita superar el rentismo petrolero y la poca productividad en lo industrial”, dijo.

Huellas que guían el futuro

La primera promoción de posgrado del Ivic data del año 1973 y estuvo conformada por 11 Philosophus Scientiarum y 6 Magíster Scientiarum. La intención era reducir el número de estudiantes graduados en el exterior, como ocurrió con Andrés Soyano, investigador del Centro de Medicina Experimental.

Soyano ingresó al Ivic en 1971, antes de la formalización de los posgrados, razón por la cual fue enviado a la Universidad de Harvard, en los Estados Unidos, para terminar el Doctorado en Patología Experimental.

Evocando el pasado, instó a los jóvenes a continuar batallando “con la idea de formarse bien. La situación es difícil pero cambios van a haber, nada dura para siempre. Después de que uno está formado, ya verá cuál es el camino que más le conviene”, acotó.

El CEA ha sido dirigido por 15 personas, de las cuales solo una mujer ha tenido esta importante responsabilidad. Se trata de Aileen Lozsán, investigadora del Centro de Estudios Interdisciplinarios de la Física (Ceif), quien ejercerá sus funciones hasta el 2019.

“Me siento muy halagada de ser la primera decana del CEA. Entre tantas, me seleccionaron a mí con una responsabilidad muy grande, porque tengo predecesores a los que tengo que valorar, respetar y hacerle honor”, afirmó durante el evento aniversario.

De igual forma, invitó a las nuevas generaciones de científicos a imitar la creatividad e innovación de los fundadores del Ivic y de los posgrados del CEA. “A los que están estudiando les digo que hay que seguir construyendo, siendo optimistas y dar lo mejor de nosotros para la construcción de este país”, precisó Lozsán.

El portafolio del CEA incluye 14 cursos de posgrado en las modalidades de Magíster Scientiarum y Doctorado en Ciencias dirigidos a personas naturales (venezolanas o extranjeras) graduadas en Licenciatura, Maestría o equivalentes. Estos abarcan las áreas de Antropología, Ecología, Física, Inmunología, Biología de la Reproducción Humana, Matemáticas, Química, Física Médica, Fisiología y Biofísica, Bioquímica, Microbiología, Estudios Sociales de la Ciencia, Modelos Aleatorios y Genética Humana.

Desafíos en puertas

A partir del año 2017, el CEA ofrecerá un nuevo espacio académico para el reencuentro de la comunidad ivicense: la Cátedra “Bolívar y Bello”.

Según el vicedecano del CEA, David Coll, esta asignatura contempla la realización de talleres, congresos, conferencias, cursos, exposiciones y demás actividades de extensión que faciliten la conexión entre el ámbito científico y el aspecto humano.

Fue bautizada de esa manera “como un homenaje a la Plaza Bolívar y Bello del Ivic y porque muestra la relación docente-estudiante que mantenían Simón Bolívar y Andrés Bello”, informó Coll.

Durante la presentación oficial de la cátedra, la jefa del Centro de Estudios de la Ciencia del Ivic, Yajaira Freites, aseguró que ambos personajes históricos -de alcance universal- han influido notablemente en la cultura venezolana. “La independencia intelectual y científica la estamos construyendo todavía”, indicó.

La celebración del 45° aniversario del comienzo formal de los posgrados del Ivic también fue propicia para honrar la trayectoria de sus promotores. Fulgencio Proverbio, Carlo Caputo y Werner Wilbert fueron reconocidos como Decanos del CEA.

Por su parte, Ajoy Banerjee fue premiado como el docente con el récord de tiempo dictando clases de posgrado en el Ivic, con un total de 3.284 horas académicas acumuladas desde el año 1975.

Fulgencio Proverbio igualmente recibió el reconocimiento como el docente con el mayor número de estudiantes graduados, con 40 alumnos titulados desde 1977.

Áreas pioneras como Biología, Química, Física y Genética Humana también fueron galardonadas, a través de figuras clave como Manuel Rieber, Gabriel Chuchani, Máximo García Sucre y Sergio Arias, respectivamente. Cabe destacar que el Doctorado en Genética Humana es el único de Venezuela.

Finalmente, María Corina Pineda fue premiada por sus años de servicio al frente de la coordinación académica del CEA.

Fuente: http://www.mppeuct.gob.ve/actualidad/noticias/estudios-de-posgrado-del-ivic-arriban-45-anos

Imagen: http://www.mppeuct.gob.ve/sites/default/files/styles/medium/public/media/images/inbox38571-1024×518.jpg?itok=JU3PELEn

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