La seguridad estudiantil, un problema de todos

Por: Fabio Castro-Forero.

El panorama de los estudiantes bogotanos es predecible: las pocas personas que ingresan a la educación superior difícilmente tienen cómo financiarla, varios solo llevan dinero para el transporte, un celular que probablemente fue comprado a cuotas y sus elementos de estudio. Si la vida de los universitarios ya es difícil por, entre otras cosas, lo apretado del presupuesto, ¡imagínese si añadimos el riesgo diario de ser víctima de un hurto!

De acuerdo con los resultados de la Encuesta de Percepción y Victimización de Seguridad en Bogotá realizada por la Cámara de Comercio, la percepción de inseguridad en la capital aumentó a un 61 %, siendo el hurto el delito más cometido. ¿Y las víctimas? De los 95.698 casos que reportó la Secretaría de Seguridad a noviembre de 2018, 22.741 tenían entre 18 y 25 años.

Aunque algunas instituciones como el Externado, La Salle, los Andes, El Rosario, la Universidad Libre, la Javeriana y la Gran Colombia se han esforzado por contar con corredores universitarios seguros, que son espacios públicos vigilados por redes de celaduría que garantizan el tránsito de los estudiantes hacia el transporte, no todas las universidades tienen la capacidad de implementarlos.Pero ¿acaso es obligación de los privados garantizar la seguridad personal de los ciudadanos? ¿O es que la seguridad es solo un beneficio que se recibe al ingresar a determinadas universidades con abundantes recursos?

No sobra decir que no se trata simplemente de ubicar más policías aquí o allá, sino de hacer de Bogotá una mejor ciudad para ser estudiantes.

Ampliar esta iniciativa para todas las universidades debería ser una prioridad dentro de las políticas de seguridad del Distrito. Además, los beneficiados no solo serían los más de 680.000 estudiantes de la capital y sus instituciones educativas: la seguridad alrededor de estas favorecería a las personas que transitan por la zona y, a su vez, facilitaría la permanencia de los estudiantes cerca de sus lugares de estudio, generando un impacto positivo en el comercio local.

En la práctica, las medidas necesarias pueden ser más sencillas de lo que creemos. Basta con tener en cuenta que las universidades están concentradas geográficamente en puntos específicos de la ciudad, donde el sistema de cuadrantes de la Policía Nacional podría tener un nuevo enfoque.

Garantizar niveles óptimos de seguridad en las zonas universitarias de la capital la convertiría en una mejor opción para los cientos de jóvenes en proceso de elegir universidad, dejaría tranquilos a miles de padres de familia e incluso la haría más atractiva para extranjeros en búsqueda de una experiencia de intercambio en Latinoamérica.

No sobra decir que no se trata simplemente de ubicar más policías aquí o allá, sino de hacer de Bogotá una mejor ciudad para ser estudiante. En un futuro, la solución estructural a este tipo de problemas seguramente vendrá de políticas educativas más efectivas, que permitirán que los cientos de jóvenes que hoy pasan sus tardes atracando puedan acceder a la educación universitaria y cambien cuchillos por libros. Pero ese ya es tema de otra columna.

Fuente del artículo: https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/fabio-castro-forero/la-seguridad-estudiantil-un-problema-de-todos-columna-de-fabio-castro-387296

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