Combatiendo la explotación y el tráfico de niños en África

Africa/ 04 agosto 2016/ Fuente: Te interesa

La explotación y el tráfico infantil siguen siendo un problema sin resolver pese a que, en países como Togo y Gabón, las autoridades han adoptado en los últimos años leyes para tratar de atajarlo que sin embargo apenas están teniendo cumplimiento.

Ante ello, la sensibilización es clave, indica a Europa Press la misionera Covadonga Orejas, que trabaja en proyectos en estos dos países. «El tema de la trata y el reconocimiento del problema en los países en los que me muevo es reciente. Solo a partir del año 2000 después de una serie de encuentros internacionales, los gobiernos aceptaron que había un problema, aprobaron leyes y acogieron propuestas para combatirlo», explica.

«En países en los que la comunicación es difícil y la educación escasa, que exista una ley no quiere decir ni que la conozcan ni que la apliquen», subraya esta misionera carmelita vedruna, que vive desde hace 12 años en el continente. Por ello, siguen siendo necesarios «esfuerzos para divulgar la legislación existente contra el tráfico y sensibilizar a gobierno y sociedad para que la protección a las víctimas sea real».

«No todo el mundo entiende que si una menor es extranjera tiene los mismos derechos que un niño del país», incide Orejas, que trabaja en proyectos en ambos países destinados a la «protección de los menores en dificultad».

En el caso de Togo, el Centro KEKELI gestionado por las hermanas carmelitas vedrunas, ayuda a niñas víctimas de abuso sexual y a aquellas que trabajan y son explotadas en el mercado. Muchas de estas niñas han abandonado sus pueblos para viajar a la ciudad en busca de un futuro mejor y para ayudar a sus familias.

La realidad con la que se encuentran es muy distinta: en muchos casos nadie les paga, sufren malos tratos y reciben una alimentación deficiente, además de no poder ir a la escuela, explica la misionera, que también trabaja con niñas víctimas de abusos sexuales.

Dentro de una federación de asociaciones que luchan contra el tráfico, RELUTET, el Centro KEKELI trabaja en la «sensibilización en colegios y barrios para educar a niños y adultos sobre lo esencial de la protección del menor» y para que conozcan las leyes y acuerdos internacionales sobre la materia.

«Desgraciadamente aún tenemos el testimonio de maestros que nos explican en los pueblos de Togo cómo al comienzo del año tienen la clase llena y cómo se van yendo los jóvenes hacia Nigeria y Gabón para buscar una salida a la miseria», lamenta.

En Gabón, las misioneras gestionan dos centros, Arcoiris y Esperanza, en los que acogen a niños y niñas que son víctimas de la trata y de cualquier otro tipo de violencia, así como a niños de la calle. En este caso, según Orejas, «el riesgo de exclusión o de terminar en prisión son fuertes».

Hasta estos centros, según la misionera española, han llegado incluso menores procedentes de Camerún y de Congo, lo que demuestra que «es un fenómeno internacional». La dificultad para combatirlo está, además de en la corrupción que permite la aparición de estas redes internacionales, «en la miseria de los lugares de origen que obliga a los menores a luchar por la supervivencia», resalta.

En algunos casos, esta lucha les lleva «hasta el punto de arriesgar su vida en pateras, ser drogados durante el viaje, maltratados al llegar a su destino, ‘cosificados’ pues se comercia con ellos y a recibir un tratamiento inhumano para someterles por la violencia y obligarles a producir al máximo».

Como en Togo, el trabajo de sensibilización también es fundamental en Gabón, donde las misioneras trabajan en colegios y mercados para recuperar a los menores que están pasando por situaciones difíciles puesto que los servicios sociales del Estado no realizan el trabajo de barrios o de calle, lo que genera «mucha indefensión».

Asimismo, participan en las reuniones del Gobierno en las que se discuten leyes que afectan a los menores y realizamos informes complementarios a los del Ejecutivo. Sin embargo, según reconoce, todavía hay «muchas asignaturas pendientes en Gabón en lo relativo al tráfico de personas».

«En el año 2000 la sensibilización se hacía continuamente pero se ha ido dejando y la corrupción ha impedido que a pesar de la ley de 2004 hayamos visto una sola condena de una persona gabonesa por tráfico de personas», lamenta la misionera.

Para la hermana Covadonga, lo más «impresionante» de su trabajo es «experimentar al lado de las jóvenes que padecen este crimen, el proceso que se da en ellas». Según explica, «llegan abatidas, enfermas, humilladas, deprimidas y después de un tiempo vamos viendo cómo cambia su rostro, recuperan la fuerza, aprenden a leer y a escribir, se atreven a contar su historia».

«Y así llegan a rehacer su proyecto de vida, con objetivos de formación a corto plazo, el ahorro a medio plazo y la idea de regresar y recomenzar en su país con el tiempo», añade la religiosa, subrayando que «cada caso es único». «Hay que permanecer cerca para que tengan al menos una oportunidad de no quedarse atrapadas en las redes de la explotación y el abuso», remacha.

Manos Unidas ha financiado con más de 57.000 euros la construcción por parte de las carmelitas vedrunas del centro KEKELI, al que asisten desde diciembre de 2015 más de 700 niñas rescatadas de un mercado situado a las afueras de Lomé, la capital. Este proyecto también cuenta con el apoyo de la Diputación de Vitoria.

Asimismo, Manos Unidas ha respaldado con 38.800 euros el proyecto ‘Formación y prevención comunitaria contra el maltrato infantil’ llevado a cabo por las religiosas en Gabón desde 2013 gracias al cual 970 niños en situación de vulnerabilidad están recibiendo formación y sensibilización sobre las posibles situaciones de trata y abusos a los que pueden enfrentarse.

Fuente: http://www.teinteresa.es/mundo/Combatiendo-explotacion-trafico-ninos-Africa_0_1622837742.html

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UNICEF alerta de impacto negativo de la enmienda a la legislación sobre trabajo infantil en India

India/28 julio 2016/Fuente: CINE

El Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF) afirmó hoy que las propuestas de cambio a la legislación sobre trabajo infantil en la India, que permitirían a los menores trabajar para sus familias y reducirían el número de ocupaciones prohibidas para los adolescentes, tendría un impacto negativo sobre los niños de las comunidades tribales y castas inferiores.

La Cámara Alta del Parlamento de la India sancionó el 19 de julio pasado enmiendas a una ley de prohibición de trabajo infantil aprobada hace más de 30 años. Los cambios propuestos serán sometidos a la consideración de la Cámara Baja en las próximas semanas.

UNICEF acogió con beneplácito la prohibición de que los menores de 14 años trabajen; sin embargo, consideró que otras provisiones que autorizarían el trabajo de adolescentes para la familia en horario extra escolar o en vacaciones y que limitarían el número de ocupaciones consideradas peligrosas, daría lugar a que más niños desempeñaran trabajos no regulados.

Se estima que las comunidades tribales y las castas inferiores tienen las tasas más altas de trabajo infantil en la India con un 7% y un 4%, respectivamente. UNICEF advirtió que los cambios que se proponen tendrían un impacto adverso en estas comunidades marginadas y empobrecidas.

«En virtud de la nuevas enmiendas a la Ley de trabajo infantil, algunas formas de ese tipo de trabajo podrían hacerse invisibles y los niños más vulnerables y marginados podrían terminar con asistencia irregular a la escuela, niveles más bajos de aprendizaje y, en última instancia, verse obligados a abandonar los estudios», dijo el representante de UNICEF en la India, Eufrates Gobina.

Un informe de 2015 elaborado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) calculó que unos 5,7 millones de niños de entre 5 y 17 años trabajan en la India.

Fuente: http://www.cinu.mx/noticias/mundial/unicef-alerta-de-impacto-negat/

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En Tanzania, los sistemas de protección infantil mantienen a los niños a salvo del peligro

Tanzania/26 de julio de 2016/Fuente y autor: UNICEF/Por Chiara Frisone

La vida de Pretty, de 18 meses, no comenzó de la mejor manera posible. La niña tendría tan solo dos semanas cuando la encontraron en una letrina de pozo en el Concejo del Distrito de Mbeya, en Tanzania. Sin embargo, y gracias a la ayuda de distintas unidades del sistema gubernamental de protección de la infancia, se logró enviar a Pretty a una familia de acogida en la que está creciendo adecuadamente.

MBEYA, Tanzania, 18 de julio de 2016 – Es en el patio trasero de la casa de Christer y Juma Mabuza en Muvwa, una aldea del Concejo del Distrito de Mbeya, donde la familia se reúne para preparar la cena. Mientras Juma enciende el fuego y Christer corta espinacas de su huerto, sus seis hijos tocan una batería improvisada con Pretty*, una niña de 18 meses que los Mabuzas tienen en acogida. Como “familia apta”, Christer y Juma Mabuza cuidan de niños vulnerables durante periodos cortos, hasta que se les vuelve a integrar con sus familias de origen. “Sabemos que hay niños que necesitan ayuda. Cuando escuchamos la historia de Pretty, dijimos: ‘¡estamos preparados!’ Los niños tienen derecho a sobrevivir”, cuenta Juma.

La vida de Pretty no comenzó de la mejor manera posible. La niña tendría tan solo dos semanas cuando la encontraron en una letrina de pozo de una aldea cercana. Cuando un hombre la oyó llorar, fue inmediatamente a buscar la ayuda de sus vecinos y juntos rompieron la letrina hasta que lograron abrirla y rescatar a Pretty, que estaba gravemente desnutrida y con la piel llena de ampollas. Al mismo tiempo, otros miembros de la comunidad alertaron a la policía, que acudió hasta allí y se llevó a Pretty a la Sección de asuntos infantiles y cuestiones de género del Concejo del Distrito de Mbeya. Una vez allí, abrieron un expediente por abandono infantil para poder enviar a la niña al Hospital de Remisión de Mbeya y que la atendieran de urgencia.

Imagen del UNICEF
© UNICEF Tanzania/2016/Frisone
Pretty, a la izquierda, con su hermana adoptiva Sipora, a la derecha. Pretty ya le ha tomado mucho cariño a sus hermanos adoptivos.

“Yo no estaba de servicio esa noche, pero me informaron del caso de la niña y me puse en contacto inmediatamente con el oficial de Bienestar Social del Distrito para ir al hospital al día siguiente y hacerme cargo del caso”, explicó Pudensiana Simeo Baitu, Oficial de la Sección de asuntos infantiles y cuestiones de género del Concejo del Distrito de Mbeya. “El oficial de Bienestar Social y yo decidimos llamar a la niña “Pretty” (en inglés, Bonita), porque era muy dulce e inocente”.

La violencia es generalizada, pero también poco visible.

Una encuesta publicada en 2009 sobre la violencia contra los niños reveló que tres de cada 10 niñas y uno de cada siete niños de Tanzania son víctimas de abusos sexuales, mientras que más de siete de cada 10 niños y niñas sufren violencia física antes de los 18 años. La mayoría de los niños suele ocultar su experiencia; además, se denuncian relativamente pocos casos a la policía, ya sea a causa del estigma, la vergüenza, la presión de la familia o la comunidad o la amenaza de la separación familiar. Además, en general se confía poco en la policía y en los tribunales para que impartan la justicia para las víctimas. Como resultado, muy pocas de ellas reciben la ayuda que necesitan para recuperarse, y muy pocos perpetradores se enfrentan a la justicia, lo que los deja libres para seguir cometiendo esos delitos contra los niños.

La sección de la policía dedicada a asuntos infantiles y cuestiones de género es una de las unidades establecidas en las comisarías de policía dedicadas a llevar todos los casos de violencia de género y abuso infantil. La Sección de asuntos infantiles y cuestiones de género del Concejo del Distrito de Mbeya es una de las distintas secciones que las Fuerzas de la Policía de Tanzania renovaron con la ayuda de UNICEF. La sección está formada por oficiales de policía como Pudensiana, a los que han preparado para llevar casos de abusos infantiles y violencia contra las mujeres. “He visto un aumento en el número de denuncias de casos de abusos y violencia desde que se estableció esta sección”, afirmó Pudensiana. “Ahora la gente se atreve más a denunciar; en la comunidad me conocen por las sesiones formativas y de concienciación que he llevado a cabo, así que tienen confianza para acudir a mí”.

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© UNICEF Tanzania/2016/Frisone
Pudensiana Simeo Baitu, Oficial de la Sección de Género en el Concejo del Distrito de Mbeya. Otros oficiales como Pudensiana han recibido formación para llevar casos de abuso infantil y violencia contra las mujeres. Cuando encontraron a Pretty, Pudensiana se hizo cargo del caso.

Los Oficiales de Sección como Pudensiana garantizan que los casos de abuso infantil y violencia contra mujeres se tramitan rápidamente y que las víctimas reciban la ayuda médica y psicosocial adecuada. Además, los Oficiales de Sección también llevan a cabo sesiones de concienciación en las escuelas, durante reuniones comunitarias y en lugares donde la gente se reúne en su tiempo libre, como restaurantes y bares. Son los propios miembros de la comunidad los que derivan muchos casos al Oficial de Sección, aunque también lo hacen los miembros de los Equipos de Protección Infantil y de los Comités dedicados a los niños más vulnerables, que trabajan a nivel comunitario para identificar y derivar casos de violencia y abusos contra mujeres y niños.

Una segunda oportunidad en la vida

Nunca se llegó a encontrar a los padres de Pretty, por lo que su caso se asignó a la Oficial de Bienestar Social Annunciata Christian Rwechungura, que identificó a los Mabuzas como la familia apta para hacerse cargo de Pretty después de que le dieran el alta en el hospital. “Conocía a Christer porque siempre participa como voluntaria en actividades de la comunidad”, explicó Annunciata. “Christer y su marido están cuidando bien de Pretty. Antes, la niña enfermaba casi todas las semanas, pero ahora su salud ha mejorado y, cada vez que la visito, la encuentro feliz y y con ganas de jugar”.

Las familias aptas se eligen de entre distintas comunidades atendiendo a una serie de criterios que incluyen, entre otros: la capacidad económica de la familia para la manutención del niño, las condiciones del hogar en el que viven y sus motivaciones para acogerlo. Todas las familias reciben algo de ayuda del gobierno en forma de paquetes con comida y pequeñas cantidades de dinero para cubrir las necesidades básicas del niño.

Imagen del UNICEF
© UNICEF Tanzania/2016/Frisone
Christer sostiene a Pretty en sus brazos. No se ha logrado encontrar a los padres de Pretty, y los Mabuzas tienen la intención de adoptarla.

Christer y Juma le han tomado tanto cariño a Pretty que tienen la intención de adoptarla. “El modo en que cayó en nuestros brazos fue como una señal de Dios, y tenemos la sensación de que con nadie estará tan segura como con nosotros. Nos gustaría quedárnosla para siempre”, afirma Juma. Con la ayuda de Annunciata, están pensando enviar una solicitud de adopción a las autoridades locales.

La historia de Pretty es un ejemplo de los esfuerzos del Gobierno para crear un sistema de protección infantil en Tanzania que prevenga y responda casos de violencia, abuso, abandono y explotación de niños. Además, muestra el modo en que distintos niveles del gobierno pertenecientes a múltiples sectores son capaces de unirse para garantizar la seguridad y la protección de los niños vulnerables.

Cuando la familia Mabuza empieza a servir la cena, Pretty comienza a patalear porque no quiere que la separen de sus hermanos adoptivos. Pero en cuanto Christer la toma en brazos, la niña deja de llorar y se calma hasta quedarse dormida. Mientras mece a su hija con cariño entre sus brazos, Christer piensa con ilusión en su futuro: “Si Pretty sigue creciendo bien, podrá ir a la escuela y estudiar. Tal vez un día llegue a ser médico”.

*No es su nombre real

Fuente: http://www.unicef.org/spanish/infobycountry/tanzania_91909.html

Imagen: http://www.unicef.org/spanish/infobycountry/images/13342ibc1.jpg

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