Por: Ignacio Mantilla
En el año de 1960 fueron asesinadas las hermanas dominicanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal —conocidas como las mariposas Mirabal— por oponerse a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo. Con anterioridad, habían sido encarceladas, torturadas y violadas. Para rechazar estos hechos, cada 25 de noviembre, día de su asesinato, en Colombia se conmemora el Día de la No Violencia contra la Mujer. Esto fue propuesto en el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, celebrado en Bogotá en 1981. Y a nivel internacional, acogiendo esta iniciativa, se instituyó en 1999 el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer por las Naciones Unidas, invitando a los gobernantes a mantener una férrea defensa de los derechos de las mujeres.
La violencia contra la mujer es una problemática mundial que en Colombia tiene dimensiones preocupantes y de la cual no se escapan las universidades. Reconocerla no es fácil porque nos hemos acostumbrado a vivirla cotidianamente, pero está presente en el ambiente universitario cuando, por ejemplo, se descalifica a la mujer que se interesa en estudiar carreras tradicionalmente masculinas o se ejerce chantaje o presión sobre ella para lograr acercamientos o favores sexuales a cambio de buenas calificaciones, reconocimientos académicos o laborales. También cuando a brillantes estudiantes y profesoras se les demeritan sus logros académicos tendiendo mantos de dudas sobre su capacidad o la calidad y transparencia de su trabajo; esto se acentúa aún más cuando son hijas o esposas de algún hombre influyente.
Ocultar que las mujeres en las universidades sufren violencias por el simple hecho de ser mujeres sería como tratar de tapar el sol con un dedo; pero también es injusto desconocer los esfuerzos que se hacen desde la academia por erradicar la violencia de género y la exclusión. Por ejemplo, algunos lectores habrán observado en la televisión un bello video institucional de la Universidad Nacional en el que se evidencia el ambiente hostil en que debían desenvolverse las primeras mujeres que, en las primeras décadas del siglo pasado, querían realizar estudios superiores. A pesar de ese ambiente, en 1945, Inés Ochoa se graduó, siendo la primera mujer colombiana en obtener el título de médica en el país.
Otra violencia tiene relación con la discriminación a las madres en el trabajo: hasta 1990, la ley laboral colombiana les negaba a las mujeres adoptantes el derecho a tener licencia de maternidad. Sin embargo, la Universidad Nacional, en aras de la equidad y en uso de su autonomía, una década antes de la promulgación de la ley que reconoció ese derecho, les otorgaba la licencia a sus profesoras y funcionarias administrativas, sin distinguir entre madres adoptantes y biológicas, convirtiéndose así en la primera institución pública en dar ese paso.
Hoy quiero presentar a los lectores los tres más recientes aportes de la Universidad Nacional para mitigar el flagelo de la violencia de género, que han coincidido con la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
El pasado 24 de noviembre, un año después de la firma del Acuerdo de Paz, tuvimos la satisfacción de culminar el diplomado “Formación de formadores para la prevención de violencia basada en género” y otorgar a cerca de 230 personas en tránsito a la vida civil la respectiva certificación. Este diplomado es el resultado de nuestra alianza con la Comisión de Seguimiento, Impulso y Verificación a la Implementación del Acuerdo Final; la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer; la Embajada de Suecia y la Organización Internacional para las Migraciones.
Fue muy valioso el testimonio de una de las nuevas formadoras: “Con los conocimientos aprendidos regresaré a mi región a promover los derechos de las mujeres y no sufrir lo que vivimos durante el conflicto armado”.
Por otro lado, en días pasados se presentó ante la comunidad universitaria el Observatorio de Asuntos de Género, con el cual se busca hacer seguimiento a la política institucional de equidad de género e igualdad de oportunidades para mujeres y hombres, y verificar el cumplimiento de sus objetivos: adelantar procesos de formación desde la perspectiva de género, fomentar y consolidar la producción de conocimiento e investigación en las áreas relacionadas con la educación superior y la equidad de género, e implementar estrategias de comunicación y divulgación que transformen las nociones, imaginarios y prácticas de género en la cultura universitaria.
Y el tercer aporte que les comparto me produjo una gran satisfacción, pues pude firmar, justo a tiempo para la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, la resolución 1215 de Rectoría, del 16 de noviembre de 2017, que establece el “Protocolo para la prevención y atención de casos de violencias basadas en género y violencias sexuales”.
Ese protocolo fue elaborado con el concurso de las diferentes áreas de la U. Nacional que conocen y atienden casos de violencia de género y está diseñado especialmente para que la comunidad comprenda, se sensibilice y sepa cómo actuar en situaciones de violencia de género. Define acciones y mecanismos para la prevención de esos hechos y establece la ruta que debe seguirse cuando se presenten. Se busca responder adecuada y oportunamente, ofrecer apoyo y orientación jurídica, dar herramientas para la denuncia y surtir con diligencia los procesos disciplinarios correspondientes. Se trata de la primera herramienta de esta índole que se implementa en una universidad y queremos compartirla y ofrecerla a todas las instituciones que deseen sumarse y adoptar esta norma.
Estos tres aportes, una muestra de nuestro trabajo, están a disposición de toda la sociedad y quiero invitar particularmente a las universidades, públicas y privadas, a unirse para erradicar las violencias de género de los campus. Reconocemos que el trabajo que tenemos por delante es enorme y la situación actual está lejos de ser la deseable. Pero la Universidad Nacional de Colombia, patrimonio de todos los colombianos, estará siempre dispuesta a liderar la construcción de un país más equitativo y seguro para todas y todos.
Fuente: https://www.elespectador.com/opinion/pasos-seguros-contra-la-violencia-de-genero-columna-726286