Por: David Diez
Estudiantes de la FES Cuautitlán decidieron tomar las instalaciones e iniciar un paro de 24 horas para que fuera resuelto en su totalidad el problema de la falta de grupos a alumnos.
Desde que comenzó el semestre el 31 de enero, cientos de estudiantes de la FES Cuautitlán han denunciado a través de redes sociales que no se pudieron inscribir, ya sea en los procesos de reinscripción o en el de Altas, Bajas y Cambios. Los estudiantes mencionan que tienen documentados más de 800 estudiantes que han sido afectados y no se les ha resuelto de manera favorable.
Las Comisiones de Altas, Bajas y Cambios, informaron haber recibido las solicitudes y dicen estar a disposición para resolver los problemas. Sin embargo, también dicen que sólo se atenderán los casos especiales, de alumnos regulares y con promedios arriba de nueve.
Esta medida deja de lado a los miles de jóvenes que tuvimos dificultad para tomar las clases en línea ya sea porque las autoridades de educación y de gobierno no nos garantizaron los recursos necesarios como computadora e internet porque tuvimos problemas de salud -y de salud mental- a lo largo de la pandemia o porque tuvimos la necesidad de buscar empleo para apoyar en nuestras casas en medio de una crisis sanitaria y económica.
Así es que al ver la negativa de las coordinaciones y la dirección, los estudiantes de la FES Cuautitlán realizaron una votación en la que el 80% votó a favor de un paro de 24 horas, por lo que se tomaron las instalaciones el día 14 de febrero a las 22 h.
El problema que hoy se está visibilizando en la FES Cuautitlán es similar al que denunciaron los estudiantes de Área I de la FES Acatlán hace unos días contra los artículos restrictivos de la legislación universitaria y las materias seriadas y candados es que, ante las medidas elitistas impuestas por las autoridades universitarias, hay que organizarse en defensa de la educación pública y gratuita.
Este tipo de políticas por parte de las autoridades de la UNAM, no sólo contribuyen al rezago académico, sino que, por la vía de no permitirnos inscribir a nuestras materias, dejan fuera de las aulas a miles de estudiantes que no tuvimos los recursos para poder continuar con nuestras clases durante la pandemia y e incrementan la cifra de jóvenes que no tienen la oportunidad de estudiar. Sus normas terminan funcionando como un filtro social.
A ningún estudiante se le deberían poner trabas para continuar sus estudios sin importar sus calificaciones o si es regular o no, y menos en el marco del regreso híbrido o presencial que la rectoría y los Consejos Técnicos de las diferentes facultades impusieron sin consultarle al conjunto de la comunidad.
Es necesario luchar para que ningún alumno se quede sin grupo o sin materias inscritas y, a la par, por la contratación de profesores y la basificación de toda la planta docente de la UNAM con salarios que alcancen para la canasta básica familiar, garantizando de esta forma la apertura de grupos acorde a la demanda y para evitar el hacinamiento dentro de los salones de clase.
Esto se puede lograr con la organización de los cientos de miles de profesores, estudiantes y trabajadores que conformamos esta universidad, ¡tomemos las riendas de esta! Hay que luchar por un aumento al presupuesto federal a la educación y que este deje de ser distribuido por y entre la casta dorada que mientras mantiene medidas restrictivas y precariza a los docentes, al año se lleva 120 millones de pesos.
La distribución del presupuesto debe ser discutida y decidida de manera democrática por la comunidad, en perspectivas de construir un gobierno tripartito de la universidad, con profesores, trabajadores y mayoría estudiantil. Conquistemos una universidad en la que cualquier joven que lo desee pueda estudiar sin importar sus condiciones económicas.
Fuente de la información e imagen: https://www.laizquierdadiario.mx