La tecnología como recurso.

Apostar al desarrollo científico para crear nuevas y mejores formas de enseñanzas en el nivel superior. Llegó la hora de las super-especializaciones técnicas, que sostengan la reproducción del desarrollo.

América del Sur/Argentina/05.12.2017/Autor y Fuente: http://www.perfil.com/

El año que viene se cumplirán cien años de la Reforma Universitaria que cambió para siempre la organización de nuestras universidades, que se transformaron en instituciones más democráticas. Esta transformación propició, a la vez, que las entonces “verdades reveladas” den paso al método científico como modo de explicar los fenómenos del mundo.

Nuestro mejor homenaje a aquellos reformistas de 1918 será el resultado de las propuestas que ofrezca el sistema universitario argentino a las próximas generaciones.
El contexto actual de las actividades educativas es el de la “sociedad del conocimiento”. Una sociedad basada en crecientes volúmenes de información que se movilizan a gran velocidad y requiere habilidades específicas para comprenderla: no es suficiente estar alfabetizado, es determinante tener la posibilidad de discernir la relevancia de los contenidos a los que accedemos. Por lo tanto, la democratización de la sociedad tiene como insumo básico una educación inclusiva y de calidad.

La sociedad argentina acaba de ratificar en las últimas elecciones, la necesidad del apego a la ley en el ejercicio de las responsabilidades públicas y privadas. Con un claro reclamo de transparencia en la gestión de los intereses de la sociedad, todos los que trabajamos con presupuestos públicos debemos dar cuenta de nuestros resultados.
Durante la modernidad el modelo económico suponía la formación de trabajadores que, con distintos niveles de preparación técnica, se incorporaban a los procesos productivos. A través de los sistemas educativos, el Estado propiciaba la formación de ciudadanos que daban entidad y sentido de pertenencia al desarrollo de la sociedad.
En la actualidad, el impacto de las nuevas tecnologías nos plantea, por un lado, la formación en superespecializaciones técnicas que sostengan la reproducción del desarrollo tecnológico, y, por otro, el rol de consumidores para quienes conocimos en el pasado como trabajador y ciudadano.

De esta manera, el Estado-nación cedió espacio a la internacionalización de la economía y con él se disipó la idea de ciudadanía en el ámbito del consumo. Como advierte el profesor Michel J. Sandel: “Debemos debatir el significado moral de los bienes y la manera adecuada de valorarlos… es el debate que no tuvimos durante la era del triunfalismo del mercado. Y el resultado fue que, sin darnos cuenta, sin decidirlo, pasamos de tener una economía de mercado a ser una sociedad de mercado”. En consecuencia, esa lógica, terminó invadiendo dimensiones de la vida antes regida por normas y valores ajenos a la economía.

Esta crisis de identidades e incertidumbre impacta particularmente en los jóvenes, a quienes debemos involucrar fuertemente con la educación y la cultura, herramientas con las que podrán enfrentar los desafíos que ofrece el futuro. Como sostiene Vicente Verdú: “La imagen ha ganado mucho terreno a la imaginación. La emoción ha robado prestigio a la reflexión. Lo instantáneo, el suceso puro, vence al proceso y a la reflexión, prevalece la cultura de la imagen que apela a la emoción, en un mundo instantáneo de sucesos puros”.

Nuevas formas. En este contexto, la tecnología se debe utilizar a favor de nuevas y mejores formas de enseñanza, no sólo en su faceta de “consumo tecnológico”, sino como una herramienta al servicio educativo. La educación es la herramienta idónea para vencer la instantaneidad, resaltar los valores de la creación y la innovación. Es la llave que conduce a la reflexión, al pensamiento crítico y la valoración del esfuerzo por el conocimiento. Es por ello que resaltamos el invalorable sentido contracultural que ha adquirido la educación en este tiempo.

Desafío. Nuestra apuesta, debe ser al conocimiento y a la educación, la creatividad, la innovación y la ciencia, porque el capital humano y social son y serán la frontera que separe a los países desarrollados de los que no lo son. Estos cambios impactan en la manera de relacionarnos, en la comunicación, en el acceso a la información, en el trabajo, en la salud y, por supuesto, en las modalidades de enseñar y de aprender. También a gran escala: en los países, sus sociedades y sus economías. Es difícil anticipar qué forma tendrán los trabajos de las próximas generaciones. Sabemos que serán otros, aunque no sabemos cuáles.

De acuerdo con los especialistas, 5 millones de puestos de trabajo desaparecerían en 2020 a manos de la tecnología. La inteligencia artificial, a la vez que creará entre 50 y 60% de nuevas actividades laborales, hará crecer en forma exponencial la productividad. La mano de obra como fuerza motriz será desplazada e influirá relativamente en la generación de riqueza. El impacto previsto de la inteligencia artificial en el modo de producción es equivalente a 3 mil veces el que tuvo la Revolución Industrial.

Ya conviven con nosotros parte de estas transformaciones. En el caso de las ofertas educativas, la posibilidad de enseñanza personalizada a través de tutores inteligentes, la robótica educativa, los desarrollos en neurociencia cognitiva, entre otros ejemplos.

También sabemos que aquellos países que inviertan en el capital social contarán con una ventaja competitiva: podrán preparar a sus jóvenes en las habilidades necesarias para crecer y responder a las demandas económicas, sociales y políticas del siglo XXI.

El desarrollo de la ciencia y la tecnología como política de Estado debe llevarse adelante en colaboración con empresas e instituciones de la sociedad civil, en la búsqueda de promover la innovación para la inversión productiva, dar impulso al desarrollo de la infraestructura, con instituciones sólidas y transparentes y con respeto al medio ambiente. Sólo así se pueden delinear estrategias a largo plazo que permitan imaginar acciones concurrentes que dejen atrás los ciclos de frustración que han caracterizado a la Nación.
Hoy, los países desarrollados y aquellos que aspiran a serlo apuestan a consolidar sociedades del conocimiento, a partir de valores como la verdad, la creatividad, la transparencia, el apego a la ley, la Justicia y la democracia.
Las sociedades integradas, que comparten una visión de futuro común, tienen mejores oportunidades para su desarrollo. Y una educación superior inclusiva, de calidad y gestionada en forma transparente, debe ser la agenda del “Centenario de la Reforma Universitaria” y el punto de partida para enfrentar los desafíos de la sociedad del conocimiento.

Fuente: http://www.perfil.com/universidades/la-tecnologia-como-recurso.phtml

Imagen: https://iugt.com.ve/wp-content/uploads/2016/08/VSU073102c-Ingenieria-1024×759.jpg

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Apostemos a las tendencias educativas modernas

Por: Vilma Báez Valdez

Hace algún tiempo escribí un artículo sobre “La desmaterialización de modelos de educación”. En el cual les compartía que en lo personal, yo, como docente me preguntaba ¿cómo enseñaré hoy? ¿seguiré usando el modelo clásico victoriano, el modelo constructivista teórico práctico, de competencias? o ¿asumiré el reto de hacerlo a través de las nuevas tecnologías de la comunicación? refiriéndome a la importancia de aceptar en el aula de clases el que los estudiantes usasen sus juguetes tecnológicos como la computadora, la tablet, la laptop, el celular y por supuesto, el internet. Pues,  no he cambiado de idea, hago un mix de los modelos educativos para enseñar y ahora aún mejor, soy de la tendencia de que nuevos recursos requieren nuevas metodologías y tendencias modernas a utilizar en los procesos educativos,  los docentes debemos de adecuarnos a las tendencias tecnológicas para sacar el mayor potencial posible a estos maravillosos aparatitos.

La enseñanza clásica, convencional para los jóvenes que nacieron a mediados del siglo pasado y principio de este, se tornaba lenta, monótona y repetitiva, los estudiantes estaban obligados a aprender las mismas cosas al mismo tiempo, al unísono y  escuchar solo el criterio del profesor dentro del aula de clases. En la actualidad, el modelo de aprendizaje es impuesto, obligatorio a partir de reglas obsoletas que no están acorde a los tiempos virtuales en que vivimos. Sin embargo, los avances de la ciencia y de la tecnología imponen necesariamente un cambio en el método hacia un modelo del aprendizaje con una tendencia moderna, debemos ser capaces de ver y hacer las cosas desde otra perspectiva y desarrollar una metodología que aproveche las relaciones entre los instrumentos tecnológicos y las fuentes de información. Como docentes sabemos que el internet es un aula virtual gigante, que alberga un mundo de información y del conocimiento que ha acumulado la especie humana en su devenir histórico; en donde todos podemos hacer preguntas, explorar y obtener respuestas sobre cualquier tema de interés, con la ventaja que cada quien puede obtener información desde su propia casa, lugar de trabajo, de preferencia, a su propio tiempo y ritmo, tornándose el aprendizaje más divertido, motivador y hasta puede despertar vocaciones que pudieren estar ocultas en la persona.

En el aula de clases, yo veo como mis estudiantes pasan a exponer un tema frente al salón, y no llevan tarjetas de notas, o papelitos en donde tengan anotados los temas que van a desarrollar, ahora lo que usan es el celular o una tablet. Y en una de esas yo me pregunte: ¿podré usar una de esas tablet para impartir mis clases? mi respuesta, fue: Sí, la utilizaré como un instrumento complementario al proceso metodológico de enseñanza, como un soporte en el cual se puede apostar a dinamizar, a buscar información de manera ágil y rápida, a utilizar google earth, webquests, usar aplicaciones, presentaciones multimedia, prezi, blog personales, aprovechar las características audiovisuales, crear videollamadas, hacer entrevistas, webinar, retar el imaginativo de las nuevas tecnologías o cualquier otro recurso educativo en línea, haciendo también una combinación con el uso de la pizarra digital o tradicional.

Ante estas nuevas tendencias modernas, el docente debe de garantizar en la clase que tales herramientas sean utilizadas de manera segura y responsable, el docente debe de dirigir y decidir el uso de estas herramientas en el aula en el momento adecuado, para sacarle el mejor provecho y para adoptar una nueva forma de enseñar, el profesor siempre será el guía de la clase, la enseñanza no debe perder el sentido filosófico, teórico y práctico del conocimiento.

Fuente: http://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/407853-apostemos-tendencias-educativas-modernas/

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