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Colombia. De las calles a una vida mejor: objetivo del programa ‘Trabajando por los Niños del Semáforo’

El programa busca minimizar los índices de trabajo infantil, sensibilizando al ciudadano a no entregar dinero o alimentos a niños, o a adultos con niños, que se encuentren en las calles.
– Esta iniciativa busca crear conciencia ciudadana en torno a una situación que trunca los sueños de los niños.

  • Diego, a sus 10 años, cambió sus lápices, libros y cuadernos por cajas de dulces, chicles y bolsas de galletas, elementos que día a día ofrece en los semáforos ubicados al norte de la ciudad. La razón, él mismo la dice con la inocencia de sus pocos años de vida: “No hay para comer en mi casa”. Su sueño, cada vez más lejano, “es ser doctor”.

Diego no es consciente de los riesgos que corre al vender dulces en la calle. Solo tiene pocos minutos para acercarse a los carros mientras el semáforo cambia del rojo al verde. Sonríe, espera que un vidrio baje y una mano se extiende con una moneda. Y así, una y muchas veces.

Ese es su día a día. Lo que Diego no sabe es que, aunque le compren dulces todos los días, cada vez está más lejos de cumplir su sueño de ser médico.

Este pequeño es uno de los más 1.094 casos detectados de trabajo infantil en Barranquilla, los cuales han sido identificados a través de las busquedas activas que constantemente realiza la Secretaría de Gestión Social desde su programa de Protección de niños, niñas y adolescentes, en compañía del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), la Secretaría de Gobierno, Migración Colombia y la Policía de Infancia y Adolescencia.

Historias como la de Diego y las cifras de esta problemática fueron justamente las que motivaron a la primera dama del Distrito, Silvana Puello, a liderar acciones para erradicar el trabajo infantil en nuestra ciudad.

Así nació ‘Trabajando por los Niños del Semáforo’, una estrategia que pretende llegar al corazón del ciudadano, haciéndolo consciente del daño que se le hace a la vida de un niño cuando se refuerza la mendicidad y el trabajo en los semáforos.

La alta permanencia de niños y adolescentes en esta condición y buscar mejorar su calidad de vida son los impulsos de este proyecto de la Secretaría de Gestión Social al que se ha unido la fundación Finsocial, una organización que también viene trabajando por los niños que se encuentran en condición de calle, y que será la encargada de recibir y organizar todo lo que las personas deseen donar para luego distribuirlos entre las familias que se encuentren en las búsquedas activas.

‘Trabajando por los Niños del Semáforo’ es una estrategia de ciudad que busca minimizar los índices de trabajo infantil, sensibilizando al ciudadano a no entregar dinero o alimentos a niños, o a adultos con niños, que se encuentren en las calles.

El lanzamiento  se realizó en los semáforos ubicados en la calle 99 con carrera 56, frente a los centros comerciales Buenavista y Plaza del Parque, sitios donde diariamente se presenta esta problemática.

La primera dama del Distrito, Silvana Puello, fue la encargada de oficializar el lanzamiento de la campaña al expresar: “Con esta estrategia queremos involucrar y concientizar a los ciudadanos, a que hagan parte de la gran misión que tenemos para que nuestros niños y niñas no sigan siendo utilizados como herramienta de trabajo, porque esto no podemos hacerlo solos, necesitamos del compromiso de todos.  Cada vez que damos dinero en las calles contribuimos a multiplicar esta problemática y la responsabilidad de trabajar no es de nuestros niños”.

La primera fase de la campaña 

‘Trabajando por los Niños del Semáforo’ comprende actividades pedagógicas en 20 semáforos de la ciudad, ubicados en las localidades Riomar y Norte-Centro Histórico.

“Queremos educar a los ciudadanos, les estamos dando posibilidad de ayudar de una manera diferente a los niños que sufren esta problemática. En cada uno de los 20 semáforos donde estamos mostrando la campaña hay carteles que tienen un código QR que al escanearse les mostrará a los ciudadanos que hay mejores formas de ayudar a estos niños. La mejor manera de decir no al trabajo infantil es no comprando el chicle, la fruta, dando la moneda, hay mejores formas de ayudar y esta es una de ellas”, expresó la directora del programa distrital de Niñez, Adolescencia y Juventud, Leyla Yidios.

Además de las activaciones, se estarán realizando búsquedas activas en el norte de la ciudad, en un trabajo articulado de la Secretaría de Gestión Social, ICBF, Policía de Infancia y Adolescencia, Secretaría de Gobierno y Migración Colombia.

“El barranquillero es solidario, es generoso. Por eso buscamos estrategias alternas para que el dinero, ropa o alimentos que antes daban a los niños o a los adultos que están en las calles con niños lo hagan a través de Finsocial, que es un gran aliado en el trabajo de rescatar a nuestros niños y niñas de las calles”, expresó el secretario de Gestión Social, Santiago Vásquez.

A la fecha, el programa ‘Trabajando por los Niños del Semáforo’ ha realizado 46 búsquedas activas sensibilizando a 431 niños en el transcurso de este año. 

Fuente: https://diariolalibertad.com/sitio/2020/11/de-las-calles-a-una-vida-mejor-objetivo-del-programa-trabajando-por-los-ninos-del-semaforo/

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Colombia: más de 1.800 niños han desertado de colegios públicos por dificultad en virtualidad en Cali

La denuncia la hizo la concejal de la ciudad, Ana Erazo, quien asegura que el aumento en la deserción escolar en Cali se debe a la falta de herramientas tecnológicas, especialmente en zonas vulnerables de la capital del Valle.

El cabildante señaló que son más de 1.800 niños que han desertado de las instituciones educativas oficiales, lo cual sucede en los sectores más vulnerables: el oriente y la ladera, donde los padres tienen que salir a trabajar y por no dejarlos solos en casa estudiando, deciden retirarlos.

“Pero los casos más graves que vemos con la conectividad tienen que ver con los corregimientos, es decir la zona rural, porque por más que se han llevado simcards para que los niños puedan tener acceso, no llega la cobertura de internet”, aseguró Erazo.

De acuerdo con cifras del Sistema de Matrículas (Simat), se calcula una deserción del 1,1%, sin embargo, la cifra se puede consolidar solo hasta finalizar el año lectivo.

El secretario de Educación de Cali, William Rodríguez, señaló que se trabaja en la campaña ‘Cali educa desde casa’, en alianza con Emcali, para la entrega de simcards de internet en sectores vulnerables.

“Con Emcali la alianza hay que mirarla en el corto, mediano y largo plazo. Evidentemente, en el corto plazo es una medida de choque que ha tenido todas las dificultades asociadas a la pandemia, pero también hay que entenderlo en el mediano plazo en tanto que, estamos orientando toda la estrategia para que la red que se está constituyendo hoy, que se está fortaleciendo en su plataforma, tenga mayor conectividad y articulación”, explicó el funcionario.

La concejal Erazo añadió que este tipo de estrategias, además de fortalecer la cobertura en materia digital, deben involucrar a las familias que conocen poco de tecnología.

Fuente: https://www.radionacional.co/noticia/regiones/cali/desercion-escolar-pandemia

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Catalunya: «O invertimos en Salud Pública y servicios sociales o no tendremos vida»

«O invertimos en Salud Pública y servicios sociales o no tendremos vida»

La salud pública siempre ha sido la gran olvidada de las políticas públicas, a pesar que su tarea fundamental es la de prevención de enfermedades y de actuación en ámbitos que pueden determinar la salud de las personas, como por ejemplo las condiciones laborales o medioambientales. Sin embargo, con la llegada del coronavirus se ha mostrado la importancia de un ámbito que sigue contando con unas estructuras muy precarias. Para analizar la importancia de esta área transversal en el control de los actuales rebrotes y cómo la pandemia ha afectado las capas más empobrecidas, EL TEMPS entrevista Joan Benach, director del Grup de Recerca en Desigualtats en Salut de la Universitat Pompeu Fabra y catedrático del departamento de Ciències Polítiques i Socials del mismo centro universitario.

-Qué papel tendrían que jugar la sanidad y la salud pública ante la pandemia? Explique en qué se diferencian y que las caracteriza.

-En la gestión actual y futura de la pandemia, la sanidad pública y la salud pública son dos ámbitos esenciales, pero diferentes. La sanidad pública trata de diagnosticar y curar las enfermedades que sufre la gente, un terreno que sufre desde hace tiempo un proceso crónico de mercantilización e infrafinanciación en el conjunto del Estado español, así como es víctima de la medicalización y del hospitalocentrismo. ¿Por qué? Pues porque es un modelo donde gran parte del gasto va a los hospitales, y a comprar tecnologías y medicamentos, mientras que la atención primaria y los servicios sociales, que tienen que ser los puntos capitales del sistema sociosanitario, permanecen precarizados y con pocos recursos. La salud pública, en cambio, trata de prevenir la enfermedad, a la vez que proteger, promover y recuperar la salud de la población, con acciones de salud laboral, ambiental o comunitaria, con vigilancia epidemiológica o actuando frente a los determinantes sociales de la salud por ejemplo. Pero para hacer esta tarea gigantesca, la salud pública dispone de unos recursos exiguos (menos del 2% del presupuesto, y buena parte de él va al gasto en vacunas), y una formación y un número de especialistas muy limitado.

-En esta etapa de desconfinamiento, que estaría caracterizada por el ensayo-error, los servicios de vigilancia epidemiológica adquirían un papel todavía más fundamental. Con todo, parece no haber el personal suficiente. La jefa de epidemiología del Hospital del Valle de Hebrón, Magda Campins, apuntaba: «Necesitamos 2.000 rastreadores y solo hay 150». Cómo valora la respuesta del Gobierno catalán ante los últimos brotes?

-Es una respuesta reactiva y deficiente. Es reactiva porque, más allá de quejas políticas a menudo poco consistentes y de la retórica de usar eslóganes como «frenamos el virus» o «este virus lo paramos unido», no se planifica, sino que se improvisa permanentemente y las cosas se hacen tarde y con poca transparencia. Son ejemplos el hecho que hace poco que se ha nombrado un director de la unidad de seguimiento de la Covid-19 o la tardanza de cuatro meses en crear un comité de expertos que haga propuestas para cambiar el sistema de salud y las residencias. Se actúa sin la capacidad de prever ni de prepararse ante rebrotes, algo que era previsible que pudiera pasar. Y es también deficiente porque, cuando sí que se revisan las posibles estrategias a desarrollar, como propuso a finales de abril un informe del epidemiólogo Oriol Mitjà, no ha habido la voluntad y el liderazgo adecuados para actuar de forma rápida y efectiva posando todos los medios necesarios en las mejores políticas. ¿Por qué no se ha actuado? Seguramente porque después del confinamiento radical que permitió bajar mucho el número de contagios, muchos políticos pensaron que todo estaba ya «controlado», sin entender que el problema no había acabado, que la salud pública precisa de un gran reforzamiento y de reformas estructurales muy profundas. El hecho de tener tan pocos rastreadores para detectar, seguir y aislar posibles contagios (hay un par de centenares a lo sumo que haría falta al menos multiplicar por 10), o el hecho de disponer de unos sistemas de información epidemiológica y de vigilancia de las medidas de prevención tan limitados como los existentes, por ejemplo, en el ámbito laboral, son dos síntomas de que no se toma seriamente el papel clave de la salud pública.

– ¿Por qué no se otorga a la salud pública el papel clave que tendría que desarrollar?

– Creo que una razón de fondo tiene que ver con la visión mercantil y biomédica de la salud, donde la salud pública tiene un carácter residual. El papel de la salud pública, es decir, vigilar epidemias, reducir desigualdades, prevenir accidentes laborales o hacer cribas de cáncer, entre otras muchas cosas, es crucial, pero a menudo invisible. No en balde, aquello que no se ve, ni da ganancias económicas o políticos inmediatos no se valora ni parece prioritario. Cuando aparecen nuevos brotes, normalmente se crean más camas o bien hospitales de campaña, las cuales son acciones curativas necesarias. En cambio, no se ha hecho la imprescindible planificación preventiva. La visión mercantilista y de inmediatez de la salud es pues engañosa y peligrosa. ¿Por qué? Imaginamos por un momento que se nos dijera que la limpieza de los bosques o que tener un parque de bomberos no es algo rentable o que no hay que reforzarlos porque ahora mismo no hay ningún incendio. Pensaríamos que estamos locos al exponernos en un riesgo muy serio que podemos evitar. Pues bien, la pandemia es como uno macroincendio, y a pesar de que se pudo casi apagar mediante un confinamiento radical y masivo durante muchas semanas, en muchos lugares quedan brasas encendidas que hay que identificar y apagar. El confinamiento radical solo se convierte en una solución cuando la pandemia ya está demasiado descontrolada o bien cuando la salud pública es tan débil como la que tenemos y ya no podemos hacer nada más. Ante la existencia de una salud pública donde no se quiere invertir y parece que no haya que reforzar, la pregunta que nos podemos hacer es clara: ¿dónde está la salud pública?

– A raíz de los recientes rebrotes, la atención política y mediática se ha centrado en la actitud de los jóvenes y en las acciones centradas a la responsabilidad individual. Está de acuerdo con esta mirada?

– Hacer hincapié al hacer recomendaciones a la ciudadanía básicamente de tipo personal como se está haciendo sería parecido a decir que ante la epidemia del tabaco es la gente la que tiene que tener la responsabilidad de no fumar, cuando tienen que ser los gobiernos quienes suban los precios del tabaco, aprueben leyes restrictivas, controlen la perniciosa publicidad de la industria tabaquera, y hagan campañas intensivas de educación sanitaria y promoción de la salud, especialmente entre la gente joven. Para mejorar la salud colectiva y reducir las desigualdades generadas por la pandemia, no podamos simplemente decir que cada individuo es el responsable del problema, y que cada cual se tiene que quedar en casa, tener pocos contactos, usar la mascarilla, mantener la distancia social y lavarse a menudo las manos. Es imprescindible invertir en servicios sociosanitarios públicos, universales y de calidad, y es fundamental generar políticas efectivas y persistentes de salud pública. Los grandes medios de información habitualmente reproducen la visión hegemónica de acuerdo con el tiempo y énfasis que se pone sobre determinados temas. Por ejemplo, hablan mucho de emociones, como por ejemplo de enfermos, familiares y profesionales, y de acciones individuales, así como de investigación biomédica. Pero hablan demasiado poco de la debilidad y el papel crucial que tiene que tener la sanidad pública y la salud pública. También tratan demasiado poco las causas profundas de todo lo que rodea a la pandemia, ya sea su origen a causa de la crisis ecosocial que vivimos, o de la infrafinanciación y mercantilización de la sanidad pública y la vergonzosa precarización de sus profesionales, o de la mercantilización de las residencias y de la inacción para hacer políticas sobre curas y dependencia, o sobre los determinantes sociales y laborales de la salud, o de las desigualdades de salud existentes según la edad, el género, la migración y la clase social.

– En Lleida, sindicatos como por ejemplo la CGT y plataformas civiles han denunciado las malas condiciones laborales de los temporeros, incluso al inicio de la primera oleada del coronavirus. En el País Valencià, se produjo un rebrote en una empresa agroalimentaria que, según los representantes de CC OO, no había cumplido con las medidas de protección necesarias. ¿Se han ignorado estas cuestiones por parte de las autoridades correspondientes?

– Sí, pero es más que ignorancia. Se está empleando un modelo de acción erróneo. Se aplica un modelo de salud mercantilizado, como por ejemplo con la ineficiente externalización de tareas de rastreo encargada a Ferroser, una filial de la empresa Ferrovial, y se nos dice que la salud de la población está determinada por la investigación básica, los grandes especialistas médicos, las tecnologías muy caras y los factores de riesgo individuales. Y esto no es cierto. Tenemos mucha investigación científica de salud pública que nos muestra el papel crucial de los determinantes políticos y sociales de la salud. Un ejemplo es que trabajar con condiciones laborales y vitales precarizadas determina muy negativamente salud. Tal como ha pasado en otros países, la aparición de brotes entre trabajadores era previsible. Las decenas de miles de temporeros migrados trabajan en condiciones laborales precarizadas, con condiciones vitales de hacinamiento y una movilidad elevada, y, por lo tanto, se encuentran en un contexto que favorece mucho el riesgo de contagios. Su precarización laboral es conocida, pero ha quedado oculta. Solo cuando los medios se han hecho eco se ha visibilizado su existencia, pero, en todo caso, tampoco se habla de las causas de la situación. La inacción política ha provocado que no se realicen tests de forma masiva, así como se ha actuado pasivamente a la hora de hacer una identificación exhaustiva de posibles contagios. También en la introducción de cambios estructurales que tienen que ver con su pobreza, precariedad, hacinamiento y exclusión social.

– Estamos hablando, por lo tanto, de una mayor afección del virus en personas migradas, trabajadores y, como hemos visto durante la primera oleada de la pandemia, en profesiones altamente feminizadas. A pesar de que el virus no entiende de clases sociales, sí que observamos que las capas empobrecidas y que sufren con más intensidad la precariedad vital están más expuestas.

– La precarización de trabajos donde predominan mujeres, migrados, obreros y jóvenes como ocurre a la sanidad, el trabajo de cuidado, el comercio, o la industria alimentaria, es muy elevado. El año pasado, por ejemplo, en el Estado español el porcentaje de contratos indefinidos nuevos en muchos de estos sectores fue casi residual. La paradoja es que ahora estos trabajos son denominados «esenciales» cuando siempre han sido tratados como trabajos «poco cualificados» para justificar sueldos muy bajos y unas condiciones de trabajo pésimas. ¿Qué efectos tiene esto? La precariedad es una epidemia social tóxica que aumenta el riesgo de enfermar y morir prematuramente, tanto a los que trabajan en situaciones precarias como a sus familias. La pandemia de la Covid-19 precariza todavía mas una población ya muy precarizada.

– A raíz de esta pandemia, y como resultado también de la actual crisis ecológica, se ha evidenciado que la humanidad estará sometida en el futuro a próximas pandemias. Para dar respuesta a la actual epidemia como a las futuras, ¿como nos tendríamos que preparar?

– Es urgente fortalecer de una manera masiva y efectiva unos servicios sociosanitarios públicos y de salud pública que se encuentran en una situación demasiado débil, con unos profesionales al límite de sus fuerzas, y un modelo que no es el adecuado. No basta con aplaudir a los profesionales, dar premios, o hablar retóricamente de la importancia de la sanidad pública, ni tampoco decir de forma enfática y vacía que hay que crear una Agencia de Salud Pública. Hay que actuar ya: reforzar sustancialmente la atención primaria, los servicios sociales, y desprecarizar la salud pública con el desarrollo de la Agencia de Salud Pública de Cataluña y el Centro Estatal de Salud Pública previsto a la Ley General de Salud Pública española. Hay que invertir y reformar en profundidad el sistema para que pueda planificar y prever los muchos problemas y necesidades de salud que se sumarán al impacto de la gravísima crisis económica que ya tenemos encima. Por otro lado, tenemos también la certeza que vendrán nuevas pandemias, no solo porque siempre las ha habido, sino porque todo indica que las causas de la pandemia se encuentran en el capitalismo globalizado: una excesiva urbanización, una masiva agroindustria, el crecimiento masivo del turismo y de los viajes en avión, la alteración global de ecosistemas y la destrucción de la biodiversidad asociada a la crisis ecosocial y climática que vivimos. Así pues, todo apunta a pensar que esta no será la última pandemia, sino que otras, y quizás más virulentas, tienen que venir. Tenemos que entenderlo y tendríamos que prepararnos concienzudamente.

– Ahora bien, ¿es optimista? A pesar de que durante las primeras semanas se apuntaba a un cambio de paradigma en las actuales lógicas económicas, parece que pasados unos meses hemos devuelto a las mismas dinámicas. En general, parece que no estamos aprendiendo de la sacudida de la Covid-19.

– Desgraciadamente, me parece que no estamos aprendiendo demasiado. La pandemia ha mostrado nuestra fragilidad como individuos y como sociedad. Hemos visto que sin el trabajo esencial de mucha gente trabajadora, siempre despreciado, no podemos vivir, y que la sanidad pública y el trabajo de cuidados es fundamental, pero las inercias económicas, políticas y culturales del mundo en que vivimos hacen que cambiar no sea nada sencillo. Hay que cambiar y hay que cambiar radicalmente. O bien hacemos frente radicalmente a la crisis ecosocial y climática que vivimos, o cambiamos nuestras vidas cotidianas con menos consumo, una vida más solidaria, la producción de bienes de consumo esenciales y próximos, y la creación de una economía homeostática, que gaste mucha menos energía y adapte el metabolismo ecosocial a los límites biofísicos de la Tierra, o no tendremos futuro. O cambiamos para transformar el mundo o nos situaremos al lado del abismo. O invertimos en salud pública, en sanidad pública, y en servicios sociales o no tendremos salud ni vida. En tiempos de «condición póstuma», ha escrito la filósofa Marina Garcés, hay que cuidarse, tenemos que cuidarnos, a cada uno de nosotros y al entorno que nos rodea.

Fuente de la Información: https://vientosur.info/o-invertimos-en-salud-publica-y-servicios-sociales-o-no-tendremos-vida/

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¿Y cómo salimos a trabajar?

Por: lahora.com.ec

El Estado debe asumir su responsabilidad de colaborar con la familia en el cuidado de los niños menores de cinco años. Es inaceptable que la totalidad del cuidado de un grupo tan vulnerable recaiga únicamente en las familias, en muchos casos compuestas únicamente por una madre a cargo de varios menores.

El cierre de los centros de cuidado infantil anteriormente financiados por el Municipio de Quito y el Patronato San José, conocidos como Guagua Centros, es una pérdida no solo para la ciudad, sino para el progreso de la mujer capitalina.

Parecía que la decisión era una de ‘austeridad’ y revanchismo: los Guagua Centros fueron el proyecto estrella del ex alcalde de Quito, Mauricio Rodas. Con la llegada del acalde Jorge Yunda, se habían cerrado algunos; con la pandemia, se terminó por cerrar todos.

La decisión deja en el desempleo a 720 mujeres y sin cuidados a 9.000 niños. Según el INEC, la medida afectaría a unas 4,500 familias cuyas madres, en su mayoría, deben renunciar a una oportunidad laboral o costear el cuidado de sus hijos.

En Ecuador, por cada dólar que gana un hombre, una mujer recibe 77 centavos. Aunque el rol del cuidado de los menores no estaría determinado por la ‘costumbre’ y se basara en la lógica financiera, el resultado sería el mismo: una afectación desproporcionada a las oportunidades de la mujer.

Este es un llamado a legisladores, autoridades y organizaciones a exigir al Estado que reconozca y, luego, asuma su responsabilidad de proveer un cuidado asequible para menores de familias que necesitan salir a trabajar, incluso a pesar del virus mortal.

Las grandes mentes discuten ideas; las medianas discuten eventos; las pequeñas discuten sobre otras personas.” Eleanor Roosevelt (1844-1962) Escritora, política y activista estadounidense.

El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable; para los temerosos, lo desconocido; para los valientes es la oportunidad”. Víctor Hugo (1802-1885) Poeta, dramaturgo y novelista francés.

Fuente: https://lahora.com.ec/quito/noticia/1102321786/y-como-salimos-a-trabajar

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Enseñanza «puerta a puerta» en Indonesia tras el cierre de las escuelas por covid-19

Redacción: RFI

Henrikus Suroto, un profesor de Indonesia, no se resigna a que la pandemia deje sin educación a sus alumnos, por lo que cada semana se desplaza en moto hasta Kenalan, un recóndito pueblo de la isla de Java.

El docente recorre los sinuosos caminos de montaña para dar clase a los hijos de los campesinos, que viven en zonas sin conexión a internet en las que los cursos en línea no dejan de ser una quimera.

«Nadie me obliga, pero hay algo en mí que me dice que debo hacerlo», explica a la AFP el hombre, de 57 años.

Suroto afirma sentirse «un poco culpable» por desobedecer las órdenes oficiales, que prohíben las clases presenciales y recomiendan los cursos virtuales. «Pero la realidad es que eso no es fácil aquí», señala.

«La única solución es estar al lado de los alumnos y llevar a cabo una enseñanza puerta a puerta», sostiene.

Él no es el único profesor indonesio en echarse a la carretera. Otros muchos otros lo hacen, enfrentándose al virus, las tormentas y los caminos enfangados para poder ofrecer una educación a domicilio por todo el archipiélago del sudeste asiático.

Un tercio de los cerca de 260 millones de indonesios no tienen acceso a internet y todavía hay algunos pueblos que no tienen electricidad.

En total, unos 70 millones de niños y jóvenes se han visto obligados a quedarse en casa desde que se cerraron las escuelas y los centros de enseñanza superior, en marzo, para atajar la propagación del coronavirus.

– Superar los miedos –

Avan Fathurrahman, un maestro de primaria, visita hasta a 11 alumnos al día en la isla de Madura, al este de Java. Da cuenta de su experiencia en Facebook, en unas publicaciones muy compartidas por los internautas.

Reconoce que a veces teme caer enfermo. «Pero la llamada de la enseñanza es más fuerte», apunta. «No podría quedarme en casa sabiendo que mis alumnos no pueden estudiar correctamente».

De momento, las autoridades no anunciaron cuándo se reabrirán las escuelas, pero los epidemiólogos advierten que el país todavía no alcanzó el pico de la epidemia.

Oficialmente, en Indonesia se registraron más de 35.000 casos y 2.000 muertes por covid-19, unas cifras inferiores a las reales, según los científicos.

El gobierno ha puesto en marcha programas educativos en la televisión pública y, en algunas regiones, en la radio.

El ministro de Educación, Nadiem Makarim, admitió que la enseñanza a distancia supone un desafío y no ocultó su sorpresa al ver cuántos habitantes del país no tienen acceso a internet.

«Debemos apoyarnos en los profesores que se movilizan para dar clases a domicilio», dijo el mes pasado.

«Desde el punto de vista de las infraestructuras, Indonesia no está realmente preparada para la educación a distancia», comentó por su parte Christina Kristiyani, experta en Educación en la Universidad Sanata Dharma.

«Aunque fuera posible estudiar por videoconferencia, esto sería demasiado caro en las zonas rurales», agregó.

Además, muchas familias tratan de salir adelante con empleos mal remunerados que tienen que conciliar con el cuidado de los hijos.

«Todo lo que puedo hacer es decirle a los niños que estudien, no puedo ayudarles como un profesor puede hacerlo», explica Orlin Giri, madre de familia de las Islas de la Sonda, una de las regiones más empobrecidas del país. «No tenemos suficiente dinero para una conexión a internet».

Una situación muy generalizada, según Fina, profesora en la isla de Borneo. «Muchos padres solo estudiaron hasta primaria o secundaria, y algunos ni siquiera fueron a la escuela», explica.

Los niños, por su parte, tienen muchas ganas de que reabran los centros.

«Me aburro en casa. Extraño la escuela, a mis amigos y mis profesores», comenta Gratia Ratna Febriani, una estudiante de Kenalan.

Fuente: http://www.rfi.fr/es/20200612-ensenanza-puerta-puerta-en-indonesia-tras-el-cierre-de-las-escuelas-por-covid-19

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España: La Asociación In Género demanda ayuda de emergencia para las personas que ejercen la prostitución en la región

Redacción: El Diario

La Asociación In Género ha demandado ayuda de emergencia para las personas que ejercen la prostitución en Castilla-La Mancha, pues la crisis sanitaria y social generada por el coronavirus «ha puesto de manifiesto más aún la extrema situación de vulnerabilidad en la que se encuentra las cerca de 2.000 personas que ejercen la prostitución en la región junto con las víctimas de trata».

En este sentido, desde la Asociación In Género ha afirmado que se ha llegado a requerir hasta seis documentos (empadronamiento, tarjeta de demanda de empleo, certificado de vida laboral, etc.) desde otras organizaciones humanitarias para gestionar una ayuda de emergencia de alimentos y «que excluyen inexplicablemente y de forma directa a las personas en situación administrativa irregular». Por ello, reclaman que la ayuda de emergencia sea más inclusiva, fácil de gestionar y eficaz.

Además, observan desde la asociación, «que el colectivo se puede ver obligado a ejercer la prostitución de forma clandestina en pisos poniendo su salud en riesgo y las de otras personas para poder cubrir sus necesidades básicas y la de sus familias».

Asimismo, a su juicio, «es necesario recordar que la mayoría de estas personas viven en los lugares donde ejercen la prostitución, por lo que, con el estado de alarma, muchas han tenido que quedarse dentro de los clubes cerrados al público con el permiso de sus dueños y pagando una cantidad diaria (que ronda los 10 euros por comida y alojamiento)».

Respecto a las alternativas residenciales, «han sido complejas de conseguir puesto que la administración competente carecía de recursos suficientes y los que había estaban prácticamente ocupados por otras mujeres que siendo víctimas de violencia también, tenían más prioridad que nuestro colectivo».

«Sin duda, esta crisis ha puesto sobre la mesa la invisibilidad de este colectivo en la sociedad y la falta de capacidad de defensa de sus derechos públicamente. La enfermedad puede traer muchas consecuencias negativas pero también puede ofrecer una oportunidad para el empoderamiento de las personas que ejercen la prostitución», ha afirmado esta asociación,

Así, añade que también puede ser ocasión de «favorecer una conciencia crítica para que sean ellas mismas las que decidan cómo se deben hacer las cosas, cómo garantizar su protección y cómo evitar que situaciones como las que se están viviendo puedan ser remediadas».

La Asociación In Género es una ONG de ámbito nacional que nació en Castilla-La Mancha en 2005 con el objeto de dar una respuesta integral a las necesidades de las personas que ejercen la prostitución y víctimas de trata. La entidad nació frente «a la preocupación creciente sobre la situación de las personas que ejercen la prostitución en nuestro país y especialmente de las personas que están en situación de trata».

Fuente: https://www.eldiario.es/clm/Asociacion-In-Genero-emergencia-prostitucion_0_1017349194.html

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La educación de los niños es una víctima de las guerras y los desplazamientos

Redacción: La Gaceta

Una de las consecuencias no atendidas de las guerras y los conflictos civiles en muchas partes del mundo es su efecto en la educación de las personas, particularmente en la educación de los niños. Debido a la estrecha conexión entre educación y salud, estos eventos han tenido un efecto severo también en la salud de las personas, particularmente en los niños, y en el desarrollo de los países.

En muchos de los países en conflicto hay ataques contra estudiantes, docentes, escuelas y universidades, mientras que los militares usan las escuelas de forma rutinaria para sus actividades. Las niñas y las mujeres son blanco de ataques debido a su género. Las guerras recientes en Afganistán, Irak, Libia, Yemen y Siria han tenido efectos devastadores no solo por la gran cantidad de muertes sino también por su impacto en la educación y en la salud de los niños.

Vínculos entre nivel educativo y salud

Los niños con educación primaria, particularmente en los países en desarrollo, pueden ayudar a sus familias a tomar decisiones nutricionales que afectarán la salud de toda la familia. El nivel de educación en relación con la salud es particularmente importante entre las mujeres. Se ha encontrado que una mejor educación, particularmente entre las madres, está ampliamente asociada con una mejor salud de los niños. Además, la educación para las mujeres está estrechamente asociada con el menor tamaño de la familia.

Las condiciones de deterioro en Siria han llevado a cientos de miles de personas a abandonar su país y buscar refugio en otros lugares. Antes del conflicto, el 97 por ciento de los niños en edad escolar en Siria asistían a la escuela, y las tasas de alfabetización sirias superaron el 90 por ciento para hombres y mujeres, por encima del promedio regional. Hoy, dentro de Siria, más de 2 millones de niños no asisten a la escuela, mientras que más de medio millón de niños refugiados sirios no asisten a la escuela en los países vecinos.

Los servicios de salud, sociales y educativos del Líbano han sido los más afectados por la gran cantidad de refugiados sirios. Sin embargo, el Líbano no ha recibido la asistencia gubernamental internacional adecuada para enfrentar esta crisis, a pesar que varias orgaizaciones no gubernamentales (ONG) han estado brindando ayuda a los refugiados sirios.

Tanto el gobierno libanés como el pueblo libanés han demostrado una considerable comprensión y disposición para ayudar a sus vecinos sirios. Sin embargo, los problemas creados por la afluencia de refugiados han alcanzado dimensiones tan enormes que han tensado las relaciones entre el pueblo sirio y libanés y sus gobiernos.

Aunque la ayuda que las ONG ofrecen a los refugiados sirios es invaluable, la necesidad es abrumadora. “En tiempos de conflicto e inseguridad, mantener el acceso a la educación es de vital importancia para la protección y el desarrollo de los niños”, afirma Save the Children.

Olas interminables

En las Américas, las olas aparentemente interminables de familias de refugiados que ingresan a los Estados Unidos han puesto en peligro la educación de sus hijos. En muchos casos, las autoridades de inmigración en los Estados Unidos maltratan a quienes buscan asilo. Como resultado, la educación de los niños y su calidad de vida han sufrido notablemente.

La política de separar a los niños de sus padres ha tenido consecuencias terribles, y muchos niños sufren un trastorno de estrés postraumático. En muchos casos, el resultado de esta separación es que los niños terminan siendo atendidos por otros niños. “El cuidado de los niños por parte de otros niños constituye una traición a la responsabilidad de los adultos”, dijo Gilbert Kliman, psicoanalista de San Francisco, quien evaluó a docenas de niños y padres que buscan asilo.

Las estadísticas recientes indican que para fines de 2019, alrededor de 539.000 centroamericanos serán desplazados, la mayoría de los cuales solicitarán asilo en los EE. UU. Solo en 2018, 49,000 niños y adolescentes abandonaron la escuela en El Salvador. Se estima que en Guatemala y Honduras, más de 2 millones de niños no pueden asistir a la escuela.

Los más vulnerables del mundo

En el Triángulo Norte, es decir, en esos tres países, los individuos están escapando de una escalada dramática en el crimen organizado y la pobreza. Aunque en la mayoría de los casos familias enteras huyen juntas, a veces los niños hacen este peligroso viaje al norte solos, convirtiéndose así en algunos de los refugiados más vulnerables del mundo.

Negarse a lidiar con los efectos de la guerra en la educación solo agravará estos problemas, y con su consecuencia en la salud y el bienestar de los niños. Como Nelson Mandela declaró elocuentemente: “No está más allá de nuestro poder crear un mundo en el que todos los niños tengan acceso a una buena educación. Los que no creen esto tienen poca imaginación “.

Fuente: https://www.lagaceta.com.ar/nota/820458/opinion/educacion-ninos-victima-guerras-desplazamientos.html

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