Redacción: Leandro Hernández/El País
Nuevas herramientas buscan mejorar la calidad y alcance de la educación para los jóvenes de la región
¿Cómo imaginas que serán las aulas del futuro? ¿Aprenderán tus hijos y nietos de la misma manera en que tú lo hiciste? Puede que las herramientas que modelen las escuelas del mañana ya hayan sido inventadas.
Sin embargo, poco ha cambiado en términos de los desafíos del sistema educativo: según datos de la UNESCO, 263 millones de niños y jóvenes no van a la escuela y cientos de millones de jóvenes son analfabetos. En América Latina, uno de cada cinco jóvenes de entre 15 y 24 años no está en el sistema educativo y el 60% de ellos proviene de los sectores más pobres.
De acuerdo con el Informe de Desarrollo Mundial del Banco Mundial, con cada año adicional de escolarización, los ingresos de una persona aumentan entre un 8% y un 10%, especialmente en el caso de las mujeres. Pero no basta con solo ir a la escuela, se necesita una educación de calidad que le dé a los jóvenes las herramientas necesarias para afrontar un mercado laboral cada vez más competitivo.
Formas innovadoras de enseñanza y nuevas tecnologías pueden ayudar a superar estos desafíos y mejorar el mañana. El uso de las mismas potenciaría la educación como motor de desarrollo, para contrarrestar la desigualdad y reducir la pobreza en América Latina y el Caribe.
Estas son cuatro tendencias que pueden transformar las aulas de la región:
El poder del cerebro
Puede que después de cumplir 25 años, aprender nuevos conceptos e ideas sea más complicado. Varios estudios demuestran que los niños y jóvenes aprenden de manera más rápida, comparado con personas de mayor edad. Esto sirve para explicar por qué los niños aprenden idiomas de manera más sencilla o incorporan nuevas tecnologías de manera más rápida.
Los nuevos hallazgos sobre el cerebro humano tienen un lugar prominente en el futuro de la educación. Los expertos sostienen que la manera en que el cerebro aprende y procesa la información tiene que ser el nuevo paradigma para una reforma educativa, especialmente para impulsar la alfabetización y el desarrollo cognitivo de los niños.
En la mayoría de los países, prácticas de enseñanza obsoletas limitan la capacidad de aprendizaje al centrarse en contenidos no vinculantes y de memoria en lugar de enfocarse en habilidades y competencias.
Clases más allá del salón
Las nuevas tecnologías pueden ayudar a eliminar cualquier barrera que evite el aprendizaje. Los cursos online masivos y abiertos, o MOOC por sus siglas en inglés, permiten asistir a las más selectas instituciones educativas con un solo clic de distancia.
Ya sea que estés interesado en ciudades y desarrollo urbano o la historia de la Segunda Guerra Mundial, estas herramientas disponibles en múltiples idiomas pueden ayudar a personas con acceso limitado a la educación. Una formación interactiva, virtual y práctica promueve el aprendizaje continuo a lo largo de la vida, respetando los intereses y necesidades de cada persona.
La tecnología también permite simplificar las dudas más comunes. El uso de inteligencia artificial (IA) permite solucionar las dudas más comunes de los estudiantes, ya sea sobre tareas o consultas administrativas. Utilizando herramientas similares a los asistentes virtuales presentes en la mayoría de los teléfonos celulares, diversos centros educativos ya están incorporando servicios de asesoramiento automáticos que permiten una mejor detección de problemas y consultas frecuentes para así luego mejorar los servicios de tutorías y los cursos dictados.
Datos grabados
Si bien los certificados, títulos y diplomas pueden decorar cualquier pared donde se cuelguen, no necesariamente es la manera más conveniente de asegurar la integridad y validez de los méritos académicos conseguidos.
Tecnologías de validación de datos como la cadena de bloques, o blockchain, en inglés, crean oportunidades para la descentralización administrativa, incrementan la transparencia y la efectividad, a la vez que evitan la burocracia innecesaria y reducen costos.
“Los migrantes, por ejemplo, tienen habilidades o credenciales educativas que desean reconocer en sus nuevos países. Proteger estos datos de manera segura e indestructible es ayudar a las personas pobres y vulnerables a participar de manera más equitativa en la economía global”, comenta en su blog Harry Patrinos, experto del Banco Mundial en Educación.
Un sistema educativo de calidad
Una educación de calidad es una de las formas más efectivas para que los países puedan reducir la pobreza y potenciar el crecimiento económico. Desafortunadamente, datos del Banco Mundial señalan que solo el 42% de los estudiantes latinoamericanos de escuela primaria alcanzan los resultados esperados para su edad en matemáticas.
Los datos son aún más preocupantes para los grupos más vulnerables: en México, por ejemplo, el 28% de los estudiantes matriculados en los primeros años en las escuelas indígenas obtuvo una calificación positiva en la evaluación estudiantil nacional, a diferencia del 44% para los matriculados en las escuelas generales.
Según el BID, si bien ha aumentado la tasa promedio de graduación de educación secundaria entre 2006 y 2015, dos de cada 10 estudiantes pobres de la región lograron completar el ciclo, frente a 6 de cada 10 de los estudiantes de hogares con más ingresos.
Estas cuatro tendencias requieren de atención por parte de los gobiernos, familias y estudiantes: no es suficiente solo con aumentar el gasto, sino que se deben hacer inversiones inteligentes, equitativas y medibles que permitan detectar qué políticas funcionan y compararlas con otras prácticas internacionales.
Fuente: https://elpais.com/economia/2018/08/08/actualidad/1533690632_807970.html