China y Rusia como prioridad para Biden

Por: Rubén Alexis Hernández 

La actual administración estadounidense, liderada por Joseph (Joe) Biden,  sabe muy bien que la hegemonía global  del país norteamericano está llegando a su inminente fin,  acelerado hoy día por la pandemia de COVID-19, y en este sentido ha publicado una nueva guía de seguridad nacional, en la que se establece con claridad que Estados Unidos  hará todo lo posible para impedir que potencias como China y Rusia le desplacen a un lugar secundario en el liderazgo mundial. Evidentemente el Gobierno, la cúpula militar y buena parte de la élite económica de Estados Unidos, intentan empujar a una nación como China, que ha resistido bien los efectos de la emergencia sanitaria en curso y ha crecido mucho en todos los ámbitos, a un conflicto militar directo o indirecto que al menos ocasione gran perjuicio general a los chinos; están claros los estadounidenses de la progresiva influencia del gigante asiático en todo el orbe y de su potencial económico, militar, comunicacional y tecnológico, y  entonces buscan desesperadamente concretar alianzas firmes en todos los continentes, para intentar detener el avance geoestratégico a pasos agigantados de China, Rusia y algunos de sus socios.

De acuerdo a lo expuesto en el párrafo anterior, inevitablemente el mundo se dirige a una guerra global (ha comenzado en pequeña escala) que pudiera ser identificada como la III guerra mundial, azuzada con intensidad por Estados Unidos no sólo con el objetivo de tratar de detener la amenaza a sus intereses por el poder cada vez mayor de países como China y Rusia, sino con la idea de intentar mantenerse en una privilegiada posición en el concierto planetario a futuro, cuando se supone que China estará a la cabeza de un nuevo orden geopolítico. En este contexto algunos consideran que el gigante asiático ya es la primera potencia en cuanto a economía real e inversiones globales, al parecer la única nación con crecimiento económico positivo en plena pandemia y además irá dependiendo cada vez menos del dólar en sus relaciones comerciales, mientras que Estados Unidos hace largo rato que está en decadencia como potencia, con graves problemas internos y pérdida notable de influencia en el exterior. Por tanto aunque Estados Unidos y sus aliados hagan la guerra directa y total a China, Rusia, Irán, Venezuela y otros países “comunistas-terroristas”, difícilmente podrán cambiar el rumbo previsible de las relaciones internacionales para los próximos años y décadas. A largo plazo, la administración estadounidense se conformará con tener algo de protagonismo en  el ámbito orbital.

A continuación un extracto del contenido de la guía en cuestión respecto a lo que representan China y Rusia para los intereses globales de Estados Unidos:

“Asimismo, la nueva guía admite que EE.UU. debe enfrentarse a la realidad de que  ‘la distribución del poder en todo el mundo está creando nuevas amenazas’. Tanto Pekín como Moscú ‘han invertido mucho en esfuerzos destinados a contener los puntos fuertes de Estados Unidos’ y evitar que Washington defienda sus intereses y los de sus aliados a nivel internacional.

‘China, en particular, se ha vuelto rápidamente más asertiva. Es el único competidor potencialmente capaz de combinar su poder económico, diplomático, militar y tecnológico para montar un desafío sostenido en un sistema internacional estable y abierto’, asegura la nueva estrategia de seguridad nacional del país norteamericano.

Respecto a Rusia, la Administración de Biden sugiere que ese país ‘sigue determinado a mejorar su influencia global y desempeñar un papel disruptivo en el escenario mundial’». https://actualidad.rt.com/actualidad/385289-nueva-guia-seguridad-nacional-eeuu-rusia-china

www.rubenhernandezinternacional.blogspot.com

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Necesitamos un nuevo pensamiento para salvar el planeta

Por: Javier del Arco

El futuro pasa por un mundo asentado en raíces biofilosóficas

Solamente en un mundo asentado en raíces biofilosóficas, la Tierra tiene aún una oportunidad de salir adelante, porque en el Homo Sapiens, absolutamente todos sus hechos, tienen naturaleza biológica. Una contribución para el Club Nuevo Mundo.

Pensar y repensar la ciencia es el oficio del epistemólogo. El Club Nuevo Mundo nos invita de manera expresa a contribuir en la medida que cada uno pueda a intentar salvar este deteriorado planeta que es nuestra casa: la Tierra, Gea o Gaia, como prefieran llamarla. Yo creo que si el deterioro de la Tierra comenzó por un mal uso de la tecnociencia por el leño torcido de la humanidad, ha de ser la vara derecha de la misma la que, uniendo una estrategia de tecnociencia e inteligencia emocional, contribuya a su salvación.

La codicia, eje maligno de nuestro mundo

En los últimos tiempos, el neoliberalismo codicioso y criminal ahora en manos de locos, visionarios y desaprensivos, ha roto todas las barreras desmarcándose del Acuerdo de Paris alcanzado en diciembre de 2015. Rememorando de alguna manera una idea de Ortega, digamos que los jabalíes han encontrado un payaso propio para hacer el trabajo sucio y visible.

En las entrañas del turbocapitalismo, se adivina una añoranza soterrada y muy oculta por el régimen puramente esclavista propio la edad moderna que los grandes países aplicaban en sus colonias. Si la realidad está por encima de la idea y dicha realidad es la única verdad tangible, de nada sirven las palabras y las instituciones de opereta que representan bonitas ideas que no se materializan. De nada sirve -y me refugio de nuevo en Ortega- el bello clamor y la trova servil de los tenores que ocultan la tragedia de la Tierra y sus pobres -en el sentido literal- habitantes.

Así está la cosa.

Una primera reacción por la vía de la ética

Cierto es que ya hay una serie de agravios a nuestra Gaia que son irreversibles. No voy a detallar estos agravios, traspasados ya los abusos, porque muchos lo han hecho con mucha más autoridad que yo.

Pero ante el abismo que se abre a nuestros pies, todavía hay un margen para pensar qué se puede hacer.

A comienzos de la década de los setenta se abrió una potente vía teórica sustentada en la ética -todavía entonces una disciplina respetada- para concienciar y actuar, si hubiese oportunidad para ello. Se desaprovechó la oportunidad porque estaba formulada desde la perspectiva de una ética fuerte. Me refiero al “Principio de responsabilidad” enunciado por el filósofo alemán Hans Jonas en 1973. Pese a que esa vía ha quedado abandonada al decaer la ética e irse ésta debilitando hasta licuarse, he creído conveniente traerlo a colación como argumento histórico en la defensa de la Tierra y como punto de partida para unas reflexiones más profundas sobre esta cuestión fundamental.

El Principio de Responsabilidad

Hans Jonas, y en eso acierta de pleno, fija como punto de partida que el  humano es el único ser conocido en la Tierra que tiene responsabilidad.

Ciertamente, solamente los humanos pueden escoger de manera consciente y libre entre diversas posibilidades de actuar ante algo y esa elección siempre tiene consecuencias. La responsabilidad pues, es una consecuencia de la libertad. Libertad. Aquí ya podrían ponerse los primeros reparos. Uno sería de orden neurocientífico (1) y otros de orden práctico, ya que el humano es un ser totalmente mediatizado por sus circunstancias (sean estas las que fueren) de manera que el “yo” está indisolublemente unido a su circunstancia. Además, como señala el Prof. Rubia Vila, el propio “yo” “es una ilusión que aísla al sujeto de su entorno, haciéndole creer que tiene una autonomía que no es real” (2). Esas dos objeciones ponen ya en entredicho la universalidad de la responsabilidad.

Hecha la salvedad de la conciencia de esas deficiencias y que toda filosofía ha devenido en biofilosofía (3), estimamos conviene iniciar esta serie de reflexiones sobre nuestro presente y futuro del planeta, por los pioneros en comprender su vulnerabilidad. El más significativo fue Hans Jonas.

La ética de Jonas es deontológica, es decir, formula imperativos. El imperativo que  plantea se suscitó al observar e interiorizar reflexivamente los efectos que la técnica, la mecanización y otros factores suponían de amenaza para la vida sobre la Tierra y del planeta en su conjunto.

Para Jonas, la responsabilidad moral del humano se origina [en los pocos que se origina] por la toma de conciencia personal del riesgo que pende sobre los seres vivos y la naturaleza en general, que se ven amenazados en su existencia por el progreso técnico descontrolado [y la codicia del humano que es el dueño y señor de la técnica, añado yo]. La Tierra y todos los seres vivos que alberga, son vulnerables y ello se observa a simple vista

Vulnerabilidad comprobada. Ahí reside el fundamento de la ética de Hans Jonas. Y por ello el Homo Sapiens actual tiene la obligación de hacer posible la continuidad futura de la especie. Ese deber, y ahí su profundo parentesco con la ética kantiana, lo expresa en forma de imperativo categórico.

En su importante libro “El principio de responsabilidad: ensayo de una ética para la civilización tecnológica” (4), se formula el imperativo categórico-ecológico como prefiero llamarlo:«Obra de tal manera que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de una vida humana auténtica sobre la Tierra.

No voy a entrar en discusiones de escuela ni en su radical oposición a Bloch y su “Principio esperanza”, pues Jonas rechazaba la utopías. Voy a resistirme también a rebuscar reminiscencias heideggerianas y aristotélicas, que las hay, en sus formulaciones. Me he centrado en lo concreto, en una frase imperativa que, traída a nuestro primer quinto de siglo XXI, puede servir de punto de partida a la acción a realizar para salvar la Tierra.

Una nueva visión que quizá pueda contribuir a salvarnos

Esta formulación primigenia y fuerte no debemos tomarla como un rechazo del progreso tecnológico. Más bien al contrario. Debemos promover, adecuar e inventar nuevas tecnologías para tratar de salvar lo que se pueda de este maltratado planeta. Hay que tener en cuenta que la ciencia ofrece y la tecnología demanda. Y hoy la demanda urgente es de tecnologías salvadoras del planeta; apartando prejuicios, superando supersticiones.

La ética no es desdeñable aunque se halle en franca decadencia por dilución. Importantes también son los sentimientos que han surgido, tanto por la estética de lo viviente como por una necesidad de dar afecto a los animales en un contexto parcial de desafecto por lo humano, algunas veces justificado.

La razón juega un papel más importante aún porque el miedo racional, el pavor frío, será a buen seguro un aliado fundamental para salvar lo que quede de nuestro mundo. Nadie quiere morir y el hombre, lobo para el hombre, es quien maquina acabar con su propia especie.

Tenemos un ejemplo claro. Tras la II Guerra Mundial, en la que en sus horas postreras emergió el poder nuclear, surgió una gran desazón en el mundo. Al extenderse y perfeccionarse hasta límites insospechados, dicho poder nuclear y el terror que inspira, ha sido y sigue siendo el mayor factor de estabilidad.

Porque la III Guerra Mundial no estalló en su momento y no estalla por el terror egoísta a perder todo y a morir que tienen los poderosos. Solo el miedo vence a la codicia y al egoísmo. Solo en el miedo, incluso en el terror, radica la verdadera salvación. Tristísima conclusión que surge del conocimiento biológico del hombre y no de constructos artificiosos.

Decía que la filosofía es hoy biofilosofía y ello no es una osadía de visionario. Los últimos avances en neurobiología, genómica y proteómica, nos invitan a pensar en la posibilidad de un humano de naturaleza distinta del anterior. Repensar el Homo Sapiens desde una perspectiva diferente de las anteriores, por un mayor conocimiento de su íntima fisiología, nos impulsa a declarar fenecidos en su conjunto, los fundamentos más potentes de la vieja filosofía, especialmente metafísica y ética. El Homo Sapiens solo puede ser pensado desde una perspectiva biofilosófica.

Mi opinión, que iré desglosando en sucesivos artículos, es que solamente en un mundo asentado en raíces biofilosóficas, la Tierra tiene aún una oportunidad de salir adelante, porque en el Homo Sapiens, absolutamente todos sus hechos, tienen naturaleza biológica.

Fuente: https://www.tendencias21.net/Necesitamos-un-nuevo-pensamiento-para-salvar-el-planeta_a44796.html

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