Impactos del neoliberalismo en la Educación Superior post pandemia

Por: Fernando J. Gómez*

La pandemia de Covid-19 aceleró la virtualización de la Educación Superior en Argentina, exponiendo de manera más cruda las tensiones preexistentes en el sistema universitario. Sin embargo, puede verse que este cambio forzado hacia lo digital no es un fenómeno aislado, sino que es parte de una reestructuración más amplia, donde la universidad pública enfrenta una precarización creciente: recortes presupuestarios, salarios docentes insuficientes y la fragmentación del trabajo académico.

En este nuevo contexto, en el que una parte importante de los vínculos físicos se han desplazado hacia plataformas digitales, surgen interrogantes sobre el futuro del trabajo docente y la naturaleza de los programas educativos que emergen en este espacio. Este texto propone explorar cómo la virtualización ha modificado las relaciones en el ámbito académico, ahondando en las implicaciones de un sistema educativo que, cada vez más, se encuentra influenciado por un ideal eficientista y neoliberal. Este proceso no sólo ha transformado las condiciones estructurales del trabajo docente, sino que ha impactado profundamente en las relaciones interpersonales que forman parte del tejido académico.

Docencia universitaria: del aula al aislamiento digital

La multiplicidad de vínculos que se crean en la vida universitaria, tradicionalmente cultivados en los espacios de encuentro entre clases y durante las pausas, ha sido desarticulada por la virtualización. Estos espacios de interacción no son un mero excedente, sino parte esencial de la experiencia universitaria, donde se construyen redes de apoyo y solidaridad. La deshumanización del vínculo docente-estudiante en las plataformas digitales no sólo refleja un cambio tecnológico, sino que es el resultado de un proceso de alineación con las lógicas neoliberales que valoran la productividad sobre la reflexión crítica. En este contexto, los docentes enfrentan no sólo el aislamiento emocional, sino una fragmentación creciente de sus condiciones laborales.

El individuo, confinado en el entorno digital, no sólo pierde el contacto humano directo, sino que la relación con el otro se transforma en una competencia, un reflejo de la lógica mercantil. Sin la presencia del cuerpo que sostiene la mirada y su reflejo subjetivo, el semejante, sin el espacio común donde se comparte una historia, queda un vacío preocupante. En ese sentido resulta auspiciosa la multitudinaria asamblea de semanas atrás en la Plaza San Martín, y otros espacios de encuentro que también tuvieron lugar en esos días.

La productividad exigida en este entorno, disfrazada de una interpelación global por la pandemia, se inscribe, en realidad, en el mandato interno de la autoexigencia neoliberal. Esta transformación está afectando gravemente a los miles de docentes universitarios en Argentina, quienes enfrentan un panorama de mayor precarización laboral, aislamiento emocional y condiciones de trabajo fragmentadas.

En la actualidad, las universidades públicas se enfrentan a un dilema crucial: defender su rol como formadoras de pensamiento crítico o ceder ante la mercantilización de la educación. Las recientes movilizaciones docentes en todo el país reflejan esta lucha por condiciones laborales dignas, salarios justos y el rechazo a políticas de desfinanciamiento.

La incertidumbre es una construcción estratégica

La incertidumbre que envuelve la virtualización y el cambio en las dinámicas de enseñanza no parece ser casual; es, en algunos casos, una construcción estratégica para introducir un modelo educativo despojado de sus raíces críticas y transformadoras. Recientemente, hemos sido testigos de ataques mediáticos y fake news que buscan deslegitimar a la Universidad Nacional de Rosario, alimentando un discurso de desprestigio que socava su función pública. Estos incidentes son parte de un esfuerzo más amplio para minar la confianza en la educación pública, promoviendo una narrativa que la presenta como obsoleta o ineficiente. En este sentido, la desconexión física es también una desconexión simbólica del sentido profundo de la educación como un espacio de encuentro.

Cuando no existe el espacio físico en el que se encuentran los cuerpos, al no existir los lugares comunes en los que se goza de la presencia del otro, todo el juego de la corporeidad desaparece; ¿se pierde la posibilidad de empatizar con el otro, que entonces se transmuta en una línea finita y distante de ceros y unos que no precisan de la escucha o de la compañía?

Universidad crítica

En los sistemas educativos, y especialmente en el contexto universitario, la historia nos muestra que las estructuras formativas no son estáticas, sino que están en constante autoalteración. La enseñanza de la crítica, entendida no sólo como análisis de lo que es, sino también como apertura hacia lo que puede ser, sigue estando presente, aunque a veces parece desdibujarse en un mundo que cambia rápidamente. La velocidad con la que se suceden los cambios en la sociedad, comparables a la propagación del Covid-19, nos desafía a repensar los modos en que la Universidad responde a las demandas del presente.

En este contexto, ¿cómo podemos asegurar que la transformación tecnológica no sacrifique las relaciones humanas que son fundamentales para el aprendizaje? ¿Hasta qué punto las medidas que promueven la virtualización acelerada de la enseñanza reflejan una auténtica mejora educativa y no una estrategia para reducir costos? ¿De qué forma se puede lograr un equilibrio entre las exigencias tecnológicas y la defensa de los derechos laborales de los docentes, especialmente en un escenario de crecientes desigualdades? Y, ¿cómo podemos seguir fomentando el pensamiento crítico en un entorno que tiende a fragmentar y a debilitar los vínculos sociales que lo sostienen? La mercantilización de la Educación Superior, como parte de una estrategia neoliberal más amplia, se presenta bajo un discurso de modernización que, en realidad, busca despojar a las universidades de su papel transformador. Como en otras épocas de crisis, se busca reducir la educación a una herramienta técnica al servicio de intereses privados, erosionando el pensamiento crítico y la construcción colectiva del conocimiento. Discurso de modernización y mercantilización: Carpe diem.

Desde Lacan, el psicoanálisis desconfía del Discurso Universitario, al cual interpela. Al menos en Argentina esta interpelación es mutua. No se puede plantear un absoluto respecto de los claustros de la Universidad pública. Aquí podría ser que el árbol tape el bosque, pero debe arriesgarse lo siguiente: sobre los estudiantes como consumidores, su propio imaginario lo relaciona con la Universidad como lo haría con una estructura más del mercado. Habrá siempre una serie de dispositivos que le permitirán constituirse como un profesional, por ejemplo, de la salud. Se observa como la principal sujeción del individuo a los poderes instituidos, la imposibilidad de cuestionarlos.

Se ha dicho que el neoliberalismo logra mercantilizar terrenos que estaban excluidos de lógicas economicistas, el genoma, los bienes comunes, los bienes intangibles de la humanidad; sus memorias. Y actúa de tal modo que encuentra fuerzas locales mediante las cuales coloniza lo real. Transformando lentamente sentidos actúa también con especial énfasis en los momentos de crisis (que también sabe y suele producir). ¿Será que más pronto de lo que pensábamos el poder sólo se podrá medir en el número de subordinados que obedezcan a los grises burócratas sin alma encargados de aceitar los engranajes de un purgatorio en eterna decadencia?. El orden meritocrático.

Revolución: la propiedad del conocimiento

El conocimiento, pilar fundamental de la educación, atraviesa una profunda crisis en el contexto actual de virtualización acelerada. Los cambios impulsados en gran parte por la pandemia han llevado a un modelo educativo que, influenciado por las lógicas del mercado global, amenaza con desplazar el rol crítico de los docentes como facilitadores del pensamiento reflexivo y del debate. Este giro hacia una educación cada vez más instrumentalizada, marcada por la reducción del conocimiento a contenido digitalizado, pone en peligro la naturaleza misma de la educación como herramienta de emancipación y transformación social. La pregunta central que surge en este escenario es: ¿de quién es el conocimiento que circula y se transmite en este nuevo paradigma? Más allá de ser un espacio para la construcción colectiva, el conocimiento corre el riesgo de ser privatizado y controlado por intereses corporativos y tecnológicos, donde los estudiantes y docentes quedan relegados a funciones pasivas.

Esta tendencia deshumaniza el proceso educativo, transformando el conocimiento en un recurso comercializable, moldeado por dinámicas de eficiencia y productividad. En un contexto de creciente tensión social y política, en el que las disputas por el control de los recursos –incluido el saber– se intensifican, repensar nuestra relación con la educación se vuelve urgente. No podemos permitir que el conocimiento sea apropiado como una mercancía más, susceptible de caer en manos de quienes buscan controlar su distribución.

Debe preservarse como un bien común, accesible y generador de cambios profundos, capaz de contribuir a la construcción de sociedades más equitativas y conscientes.

*Psicoanalista, psicólogo, Doctor en Psicología; Docente en Facultad de Psicología UNR

Impactos del neoliberalismo en la Educación Superior post pandemia

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Inteligencia artificial: importancia e impacto en trabajo y educación

Ya se ha instalado, en una agenda cuyos adictos crecen diariamente, la cuestión de la Inteligencia artificial (IA). No abordaremos el tema desde complejas consideraciones y un lenguaje tecnológico, sino con palabras de uso cotidiano y el sentido común del pensamiento popular la guía para analizar este fenómeno que nos introduce en un futuro que ya está entre nosotros.

Se puede entender a la inteligencia artificial como la manifestación más alta y compleja de las ciencias de computación. Su objetivo es la creación de máquinas que sean capaces de imitar o superar -según la perspectiva de unos u otros- a la inteligencia humana.

Tales aparatos utilizan la experiencia de los sistemas informáticos que aprovechan la capacidad de almacenar y procesar informaciones para dar respuesta a problemas que le son planeados, por medio de algoritmos, es decir una serie de pasos sucesivos sujetos a un conjunto de instrucciones lógicas destinadas a llevar a cabo una tarea específica.

Las ventajas y desventajas de la aparición de esos instrumentos también es motivo de polémicos debates. Las ventajas aparecen como obvias y serían la continuación de los rápidos avances tecnológicos que transita la humanidad desde hace un par de siglos.

Las desventajas aluden a la mítica idea que estas máquinas, en algún momento y siguiendo la propia lógica de su desarrollo, podrían “independizarse”, adoptando resoluciones en campos no pensados, de un modo independiente de las decisiones de los humanos que las crearon. Dicho esto, más allá del impacto inmediato que su uso puede producir en otras cuestiones centrales de la vida cotidiana como la educación y el trabajo.

Sin quedar atados a estas consideraciones, que -para muchos- pueden ser consideradas como parte de películas de ciencia ficción, hay dudas sobre el alcance de esta nueva tecnología. Según criterios muy generales se puede considerar la existencia de dos tipos de inteligencia artificial (IA).

La “IA débil o moderada” supone una gigantesca mejora, respecto a lo conocido, pero de características cuantitativas. Se trata de un crecimiento, casi infinito, de las capacidades actuales de almacenamiento del sistema. La intervención en materia de cuestiones financieras, atención médica, educación, transporte, constituyen el uso más corriente y generalizado de la IA que hoy se conoce. Sería la expresión de lo que podría denominarse la “Cuarta Revolución Industrial”.

En cambio, las tareas de lo que hoy se conoce como “IA fuerte” apuntan a perspectivas mucho más extremas. No es casual que ellas estén rozando lo apocalíptico, para los conocimientos actuales. Suponen un sistema de distinta calidad, creando modos de comunicación diferentes a los conocidos y encierra la posibilidad que el propio sistema encuentre su viabilidad de despegarse de lo conocido y de la planificación prevista por sus creadores.

En este sentido todavía media un abismo entre la informática actual y una “Inteligencia Artificial fuerte”. Haciendo comparaciones, es más comprensible si lo equiparamos a la distancia que media entre los vuelos espaciales actuales y la perspectiva de un vuelo espacial a la velocidad de la luz.

Entre los años 1940 y 1950 se pueden ubicar las primeras investigaciones en torno a este tema. Ellas giraron sobre la idea de generar algo semejante a las funciones del cerebro humano y sus redes neuronales. Ese camino tuvo fuertes avances en la década de los 90 por el salto en materia de velocidad de circulación y capacidad de almacenamiento de las computadoras. Avalando esa tendencia, desde el año 2004 robots de la NASA transitan en forma autónoma por el territorio de Marte.

Otro aspecto que limita este desarrollo son los recursos necesarios para llevarlo adelante. Una evaluación del año 2016 indica que el total de recursos afectados a este tema era de aproximadamente 8 mil millones de dólares. No son de menor importancia las opiniones de quienes advierten sobre los riesgos que un desarrollo ilimitado de esta tecnología puede encerrar.

En el año 2015 unos 3 mil investigadores firmaron (junto al famoso físico Stephen Hawking y Elon Musk, una delas personas más ricas del mundo) una carta abierta solicitando la prohibición del uso de armas autónomas, a partir de la IA.

Más recientemente, el mismo Musk pidió que durante 6 meses se detengan las investigaciones sobre la IA, por los riesgos que entrañaban para toda la humanidad. Para algunos no era más que una triquiñuela para seguir avanzando y reducir las distancias con investigaciones mucho más avanzadas.

Hay otros analistas que consideran que estos “peligros” no son tales y que están advirtiendo el riesgo que las más grandes empresas puedan perder el control económico producida por tales avances. Se fundan en la democratización de esos conocimientos y la posibilidad de que sean muchos quienes los puedan explotar. Según esta perspectiva la preocupación de las grandes empresas es retomar el control de este recurso, limitando –mediante reglamentaciones- el número de competidores.

Impacto de la IA sobre educación y trabajo

La Inteligencia Artificial, en debate, afecta a la vida cotidiana en su conjunto. En ese sentido, los especialistas estiman que su influencia futura será superior a la que hoy tiene internet. Aquí se desarrollarán algunas ideas sobre su incidencia en dos temas vitales: Trabajo y educación.

En materia laboral no quedan duda sobre su influencia. La pandemia de la Covid fue una gigantesca prueba en este sentido. En el caso argentino, el ejemplo de la zona de la city porteña, con el deslazamiento de las oficinas de financieras, bancos, empresas aseguradoras y otras actividades conexas, son la prueba más evidente.

En muy poco tiempo un barrio entero está alojando funciones distintas, que va cambiando su imagen. Grandes espacios de oficinas se están transformando en múltiples departamentos, en muchos casos, mono-ambientes, para contener a otro tipo de población. Los anteriores empleados se están mudando a oficinas del Gran Buenos Aires o a trabajar desde sus casas.

Cuando más se avance en mecanismos informáticos, la IA es uno de ellos, más rápido y profundo será ese cambio.

Esos cambios incluirán tareas domésticas, la mayor parte de los servicios y múltiples actividades profesionales y administrativas, donde el contacto presencial dejará su lugar a las relaciones informáticas. A diferencia de lo que venía pasando hasta ahora, donde las tareas de menor responsabilidad eran las primeras en ser desplazadas, ahora se profundizará la posibilidad que sean los cargos intermedios y superiores los principales afectados.

Mucho más serio, profundo y de consecuencias polémicas es la perspectiva de la cuestión educativa. Es allí donde un programa iniciado el año pasado y que recién está superando el período de experimentación, el ChatGPT desarrollado por OpenIA, está adquiriendo una rápida presencia.

Es un programa fundado en el uso de una Inteligencia Artificial moderada cuya especialidad es la capacidad de mantener diálogos respondiendo a las cuestiones más complejas en pocos segundos.

Por estas características su impacto en materia educativa es inmediato tal como lo prueba el hecho que docentes y estudiantes de los niveles secundario y universitario, particularmente de materias o carreras humanísticas, lo están adoptando rápidamente.

Obviamente hay opiniones que no acuerdan con el uso de esta herramienta, pero el debate más importante se da sobre las condiciones para su uso. La mayoría opina que una prohibición no haría otra cosa que alimentar su búsqueda. En estas condiciones la mayor duda gira en torno a que esta Inteligencia Artificial no ocupe el lugar de la responsabilidad personal.

Eso incluye evitar el fraude de utilizarlo –sin aviso- reemplazando a la investigación o respuesta propia. Esto puede ocurrir con el agregado que las nuevas generaciones, nacidos en estos tiempos digitales, tienen el hábito más desarrollado de lidiar con estos instrumentos. Cuestiones semejantes ya fueron consideradas cuando internet hizo su aparición.

Para otras posiciones, de un tono más apocalíptico, esta tecnología es un nuevo desafío a la escuela -tal como hoy la conocemos- con sus docentes y edificios escolares. No faltan algunos fanáticos que vislumbran un futuro -no cercano- de un modelo educativo donde la trasmisión de conocimientos quedaría en manos de estas tecnologías y el lugar del actual docente podría ser ocupado por “técnicos” informáticos.

Por eso la IA es un largo camino que recién se inicia. El Programa mencionado no es aceptado por China y otros países asiáticos (por expresarse con un lenguaje que se corresponde con la lógica del mundo occidental) y el parlamento europeo está discutiendo sobre las reglamentaciones al uso e investigaciones vinculadas a la Inteligencia Artificial.

Samuel Altman, de 38 años y cabeza visible de la empresa que lanzó al mercado el Programa Chat GPT, compareció el martes pasado ante el Senado de los EEUU y planteó que el Congreso de ese país debería regular el uso de la Inteligencia Artificial.

Después de afirmar que este invento tendrá efectos semejantes a los que tuvo -siglos atrás- la “imprenta”, concluyó con una llamativa reflexión: “Mi peor temor es que causemos un daño significativo al mundo”. Algunos senadores concluyeron que esto no es lo que queremos para nuestro futuro.

*Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

Fuente: https://estrategia.la/2023/05/24/inteligencia-artificial-importancia-e-impacto-en-trabajo-y-educacion/

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