Cerca de dos millones de niños carecen de educación en comunidades afectadas por conflictos armados en las regiones de África Occidental y Central, advirtió hoy en un informe difundido aquí por Unicef.
Tal situación se deriva de que el número de centros escolares cerrados en esa parte del continente hasta junio de este año es de más de nueve mil 200, cifra que triplica las instituciones de ese tipo clausuradas a fines de 2017, precisó el reporte.
Acorde con el texto, los países más afectados por la violencia e inseguridad en las escuelas son Burkina Faso, Camerún, Chad, Malí, Níger, Nigeria, República Centroafricana y República Democrática del Congo.
De cara a esa realidad, Unicef valoró que las amenazas y los ataques contra estudiantes y maestros en tales áreas geográficas crean un sentimiento de aprensión entre los niños, sus familias, comunidades y la sociedad en general.
Más delante refiere que en numerosas zonas de África Occidental y Central, ‘está surgiendo una creciente hostilidad hacia la educación por parte de facciones beligerantes’.
Demuestra tal afirmación el que más de una cuarta parte de los 742 ataques verificados contra escuelas en todo el mundo en 2018 tuvieron lugar en cinco países de África Occidental y Central, ejemplifica.
En reiteradas ocasiones, agencias de Naciones Unidas, como Unicef, llamaron a los gobiernos de países africanos, afectados por conflictos armados, a adoptar medidas de emergencia para evitar que miles de niños se queden sin recibir clases en escuelas, lo cual entorpece su normal desarrollo intelectual.
También exigieron a la comunidad internacional que aporte necesarios recursos financieros para el impulso de la educación en estados de África Central y del oeste.
América del sur/Argentina/11 Abril 2019/Fuente: El país
La crisis provoca que algunos pequeños sientan miedo e inseguridad, incluso muestren su disposición para apoyar sus familias y hacer “sacrificios”, según un estudio de Unicef
Los elevados niveles de pobreza que afectan a niñas, niños y adolescentes en Argentina constituyen un problema estructural, a pesar de los importantes progresos de las últimas décadas. Los datos presentados el pasado 28 de marzo por el Instituto Nacional de Estadística y Censos mostraron que, en el segundo semestre de 2018, un 46,8% de los niños y niñas de 0 a 14 años vivían por debajo del umbral de pobreza, es decir, 5,1 millones, 796.000 más que en el mismo período de 2017.
Aún más preocupante es el aumento de la indigencia, con un incremento anual del 7,6% al 11%. Son 1,2 millones de niñas y niños que viven en hogares donde el ingreso no alcanza para cubrir una canasta alimentaria. Desde una mirada multidimensional, las últimas estimaciones realizadas por Unicef arrojaron que en 2018 el 48% de los pequeños tenían al menos una privación no monetaria, es decir, no gozaban de alguno de sus derechos sociales.
¿Cómo afecta la desaceleración económica el bienestar de la niñez? ¿Qué opinan las niñas y los niños? ¿Qué se puede hacer para mitigar el impacto? Generalmente, cuando los países se enfrentan a entornos económicos complejos, los análisis se centran en la evolución de los indicadores macroeconómicos como la expectativa de crecimiento; la depreciación del tipo de cambio; la evolución de la tasa de inflación; el impacto sobre el empleo; la caída de los salarios reales y las consecuentes decisiones del Gobierno en materia de finanzas públicas. Menos mención se hace a los efectos que estas condiciones económicas tienen en las niñas, los niños y los adolescentes, una población que, incluso antes de la crisis, se encontraba en una situación de mayor pobreza que otros grupos.
En este escenario, son las familias con niños quienes enfrentan los riesgos económicos y sociales más severos; en particular, los hogares con bajos ingresos o empleo informal.
Detrás de cada uno de estos datos hay una historia real. Hay un niño o una niña que va a dormir con hambre, que no asiste a la escuela, que no tiene acceso adecuado a servicios de salud, que experimenta violencia en su hogar, en su comunidad y cuya subsistencia depende en gran medida de los programas sociales y de las asignaciones que recibe su familia. La desaceleración económica exacerba estas vulnerabilidades, afecta su vida cotidiana y altera la dinámica de las familias.
Los niños son los últimos responsables de la situación económica, pero, paradójicamente, están sufriendo las consecuencias de forma tanto más grave que cualquier otro grupo
Los niños son los últimos responsables de esta situación. Paradójicamente, están sufriendo las consecuencias de forma tanto más grave que cualquier otro grupo y están desprovistos de herramientas para enfrentarlas, individualmente y como colectivo.
Desde Unicef llevamos a cabo un estudio cualitativo y etnográfico con dos objetivos. El primero, posicionar en la agenda pública la voz de los propios chicos en relación con sus derechos, a partir de sus propias percepciones y testimonios, de los miembros de su familia y los referentes de su comunidad. En segundo término, proveer una comprensión más rica del fenómeno de la pobreza, complementaria a las mediciones cuantitativas.
En comparación con 2017, la opinión de las familias, las niñas, los niños y referentes que participaron en la investigación a lo largo y ancho del país es la acentuación de problemáticas relacionadas con el desempleo y la precarización del mercado trabajo, un mayor déficit habitacional y una pérdida del poder adquisitivo. Estas situaciones inciden en la calidad de vida de las familias al restringir su consumo, ponen en riesgo su supervivencia y las someten a una mayor estigmatización y discriminación. Algunos niños y niñas expresaron sentir miedo e inseguridad y mostraron disposición para apoyar sus familias y hacer esfuerzos o “sacrificios” a manera de ayuda. Esto pone en riesgo el goce de derechos en el presente y las posibilidades de su desarrollo futuro.
No obstante, hay una oportunidad para mitigar los efectos de la crisis y efectivamente proteger los derechos de la niñez en mayor desventaja, si se consideran sus opiniones y se ponen en marcha acciones dirigidas a suavizar los efectos del shock económico. Por ejemplo, el estudio mostró que la Asignación Universal por Hijo (AUH) representa una gran parte del ingreso de los hogares, y pese a la pérdida de poder adquisitivo que tenía (en el momento en que se realizó el análisis), era fundamental para su subsistencia. En respuesta, recientemente se anunció un aumento de 46% en el monto de la AUH, una medida contra-cíclica muy positiva que evidencia el compromiso con el interés superior del niño en la toma de decisiones del Gobierno.
En el contexto actual, es necesario poner en marcha más acciones como esta. Hay que proteger y mantener las transferencias directas a las familias y asegurar recursos para garantizar la continuidad de los sistemas de salud, educación, de cuidados y de protección de derechos. Invertir recursos financieros para ayudar a que los niños sobrevivan y desarrollen plenamente su potencial es, ante todo, un imperativo moral y un derecho. Pero también redunda en un beneficio de las economías y las sociedades.
Imagen tomada de: https://ep01.epimg.net/elpais/imagenes/2019/04/04/planeta_futuro/1554373970_363178_1554457204_noticia_normal.
Unas dos mil escuelas cerraron en Burkina Faso, Mali y Níger debido a la creciente inseguridad, según un reporte del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) divulgado hoy en estos países.
El comunicado de la organización de la ONU alerta que la situación impacta en la educación de 400 mil niños afectados por el desplazamiento forzado de miles de maestros ante las amenazas de grupos armados que operan en estas naciones.
Los ataques directos contra las escuelas, los profesores y los propios escolares, así como la ocupación militar de lugares de enseñanza son graves violaciones de los derechos de los niños, denunció la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore.
Indicó al respecto que cuando los menores no van a la escuela, especialmente en tiempos de conflicto, se vuelven vulnerables a ‘terribles formas de explotación, incluidos abusos sexuales y reclutamiento forzoso por grupos armados’.
La respuesta de la agencia de Naciones Unidas es un programa de radio educativo, avalado por los Gobiernos de estos países, que sirve de plataforma alternativa de aprendizaje.
Más de un millón de niños y jóvenes en Honduras han abandonado sus actividades escolares en los últimos años a consecuencia de la inseguridad y la pobreza.
Anualmente en Honduras unos 60 mil estudiantes abandonan las aulas de clase a consecuencia de problemas sociales o familiares, según datos de la Secretaría de Educación.
Más de 500 centros educativos en Honduras se encuentran ubicados en entornos violentos o bajo el acecho del crimen organizado, lo que provoca el desplazamiento forzado de los jóvenes.
En los últimos años, el Gobierno de Juan Orlando Hernández ha reducido considerablemente la inversión en el sector educativo, mientras tanto el gasto asignado a la Secretaría de Seguridad y Defensa ha incrementado.
Otro de los problemas que afectan al sector educativo hondureño es la falta de mobiliario y material pedagógico en las escuelas, cuya adquisición corre a cargo de los padres de familia en la mayoría de ocasiones.
Las condiciones de infraestructura en la mayoría de centros escolares públicos son deplorables, muchos no cuentan con servicios básicos como la energía eléctrica y el agua potable, otros incluso representan un peligro para la integridad física de los estudiantes.
En 2018, cerca de 32 mil jóvenes dejaron de matricularse en el sistema educativo, según fuentes oficiales. Ante dicha problemática, el Gobierno asegura que iniciará en 2019 un proceso de formación a los alumnos para crear consciencia sobre los peligros de la deserción escolar.
Afganistán – UNICEF / 25 de noviembre de 2018 / Autor: Redacción / Fuente: Xinhua
La oficina en Afganistán del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) dijo hoy que cerca de 3,7 millones de niños afganos no tienen acceso a la escuela debido a la inseguridad y a la pobreza en el país.
«Alrededor de 3,7 millones de niños carecen de acceso a la escuela en Afganistán, de ellos 60 por ciento son niñas», dijo Ahmad Jan Nawzadi, un funcionario de la oficina de Unicef en Kabul, a los reporteros en una ceremonia para celebrar el Día Universal del Niño, que se celebra el 20 de noviembre.
Durante la celebración del Día Universal de la Niñez en Kabul, funcionarios de Unicef expresaron preocupación por la situación de los niños afganos, su falta de acceso a la escuela, el trabajo infantil y el reclutamiento de niños soldados.
En Afganistán afectado por el conflicto, muchos padres, en su mayoría de zonas rurales, se muestran renuentes a enviar a sus hijas a la escuela debido a preocupaciones de seguridad y a barreras culturales.
Sin embargo, alrededor de 9 millones de niños afganos, entre ellos 40 por ciento niñas, están asistiendo a la escuela regularmente.
Ante la actividad en el país de grupos armados, incluidos el Talibán y el Estado Islámico (EI), cientos de escuelas han permanecido cerradas, en su mayoría en zonas rurales.
«Con el fin de preparar el acceso de los niños a la escuela, Unicef y el gobierno afgano han establecido más de 5.000 escuelas comunitarias en áreas rurales, donde pueden estudiar 176.000 alumnos», dijo Nawzadi.
Pakistán / 18 de noviembre de 2018 / Autor: Redacción / Fuente: HRW
Los obstáculos incluyen la falta de inversión, tasas altas y discriminación
El gobierno de Pakistán no está brindando educación a una gran proporción de las niñas del país, dijo Human Rights Watch en un informe publicado hoy.
El informe de 111 páginas “‘Shall I Feed My Daughter, or Educate Her?’: Barriers to Girls’ Education in Pakistan” (“‘¿Debería alimentar a mi hija o educarla?’: Barreras a la educación de las niñas en Pakistán”) concluye que muchas niñas simplemente no tienen acceso a la educación, debido a distintas razones como la escasez de escuelas públicas, especialmente para niñas. Casi 22,5 millones de niños de Pakistán, un país con una población de poco más de 200 millones de habitantes, no asisten a la escuela, la mayoría niñas. El 32 por ciento de las niñas en edad escolar primaria no están escolarizadas en Pakistán, en comparación con el 21 por ciento de los niños. En noveno grado, sólo el 13 por ciento de las niñas todavía asisten a la escuela.
“El hecho de que el gobierno de Pakistán no esté proporcionando educación a los menores está teniendo un impacto devastador en millones de niñas”, dijo Liesl Gerntholtz, directora de derechos de la mujer de Human Rights Watch. “Muchas de las niñas a las que entrevistamos están desesperadas por estudiar, sin embargo están creciendo sin la educación que les ayudaría a tener opciones para su futuro”.
Human Rights Watch entrevistó a 209 personas para el informe, la mayoría de ellas niñas que nunca asistieron a la escuela o que no pudieron completar su educación, y a sus familias, en las cuatro provincias de Pakistán: Beluchistán, Khyber Pakhtunkhwa, Punjab y Sindh. Human Rights Watch también entrevistó a padres, educadores, expertos y activistas, y visitó varias escuelas.
Entre los factores que impiden que las niñas vayan a la escuela, Human Rights Watch descubrió los siguientes: la falta de inversión del gobierno en las escuelas, la escasez de escuelas, los precios prohibitivos de las matrículas y los costos relacionados, el castigo corporal y el hecho de que no obligar a implementar la educación obligatoria. Human Rights Watch también detectó problemas de calidad tanto en las escuelas públicas como privadas de bajo costo, así como una falta de regulación gubernamental de las escuelas privadas y altos niveles de corrupción.
Además de estos factores dentro del sistema educativo, las niñas también se ven excluidas de la educación debido a factores externos que incluyen el trabajo infantil, la discriminación de género, el matrimonio infantil, el acoso sexual, la inseguridad y los ataques contra la educación.
El gobierno de Pakistán ha invertido consistentemente mucho menos en educación de lo que recomiendan los estándares internacionales. En 2017, Pakistán estaba dedicando menos del 2,8 por ciento de su Producto Interno Bruto en educación, muy por debajo del cuatro a seis por ciento recomendado, lo que deja al sistema educativo del gobierno con una financiación muy limitada. Las escuelas públicas son tan escasas que incluso en las principales ciudades de Pakistán, muchos niños no pueden llegar a una escuela a pie de manera segura en un tiempo razonable. La situación es mucho peor en las zonas rurales. Y hay muchas más escuelas para niños que para niñas.
Aisha, una madre de unos 30 años, vive con su esposo y sus seis hijos en un área de Peshawar donde la escuela pública para niños más cercana, que ofrece desde guardería hasta décimo grado, está a menos de cinco minutos a pie. La escuela pública para niñas más cercana está a 30 minutos caminando y sólo llega hasta quinto grado. La hija de Aisha dejó de ir a la escuela a los nueve años debido a la preocupación de sus padres por su seguridad a la hora de caminar a la escuela.
“Incluso los padres que no tienen educación propia entienden que el futuro de sus hijas depende de que vayan a la escuela, pero el gobierno está abandonando a estas familias”, señaló Gerntholtz. “El futuro de Pakistán depende de la educación de sus menores, incluidas las niñas”.
Existe un “cuello de botella ascendente” a medida que los niños, especialmente las niñas, se hacen mayores. Las escuelas secundarias son más escasas que las escuelas primarias, y las universidades tienen incluso menos capacidad, especialmente para estudiantes femeninas. Muchas niñas que completan el nivel superior en una escuela no tienen acceso a una escuela donde podrían pasar al siguiente nivel. A falta de un sistema adecuado de escuelas públicas, ha habido un crecimiento masivo en el número de escuelas privadas, muchas de ellas de bajo costo. Pero las familias pobres a menudo no pueden pagar las tasas de matrícula y el fracaso casi total del gobierno para regular y supervisar estas escuelas significa que muchas son de baja calidad.
El manifiesto del partido político del nuevo primer ministro Imran Khan promete importantes reformas al sistema educativo, incluso para la educación de las niñas. “Daremos prioridad al establecimiento y la mejora de las escuelas para niñas y proporcionaremos una ayuda económica a las niñas y mujeres para que continúen su educación”, dice el manifiesto. Además, se compromete a “implementar la agenda educativa más ambiciosa de la historia de Pakistán, que abarca la reforma de la educación primaria, secundaria, terciaria, profesional y especial”.
“El gobierno reconoce que la reforma educativa es desesperadamente necesaria y promete convertirla en una prioridad, especialmente para las niñas, lo cual es un paso positivo”, dijo Gerntholtz. “Esperamos que nuestros hallazgos ayuden al gobierno a diagnosticar los problemas e identificar soluciones para darles a todas las niñas paquistaníes un futuro brillante”.
Selección de testimonios de personas entrevistadas
Falta de inversión y escasez de escuelas públicas
“Les podría llevar si hubiese una escuela pública”
—Akifah, 28 años, madre de tres hijos de 10, 8 y 7 años. La familia se mudó desde una aldea cerca de Multan a Karachi hacía tres años, en busca de trabajo. No tuvieran otra opción que asentarse en un área donde sólo había escuelas privadas que la familia no podía permitirse y no había escuelas públicas al alcance.
“Mis padres dijeron ‘si te interesa lo suficiente puedes ir caminando’. Quien quisiese ir, iba. A mí me parecía demasiado lejos. El camino era solitario y aislado y ha habido casos de dos o tres secuestros en esa áreas (…) Pero entonces me di cuenta de que necesitaba estudiar así que convencí a mis padres y me hice amigos para poder ir juntos caminando a la escuela”.
—Asifa, 20 años, en Punjab, no fue a la escuela hasta los 9 o 10 años porque tenía que caminar 45 minutos desde su casa. La escuela sólo iba hasta octavo grado así que después de terminar se fue a vivir con su hermana en la ciudad donde podía cursar noveno y décimo grado.
“El Estado nunca se ha tomado en serio la educación; nunca se le ha adjudicado recursos adecuados en ningún estado. El problema son las prioridades del gobierno: la educación no es una prioridad y no le dedican el presupuesto necesario”.
—Director de una organización no gubernamental dedicada a los derechos de las mujeres, en Punjab.
“[T]odas las madres quieren que sus hijos reciban una educación, pero no hay un sistema público que proporcione los servicios”.
—Directora de una organización comunitaria, en Karachi.
Discriminación de género en la provisión gubernamental de escuelas
“Si hay 10 escuelas para niños, sólo hay 5 para niñas”.
—Un experto en educación de Pakhtunkhwa.
Pobreza y costo de la educación
“El gobierno no ayuda a los pobres. No podemos educar a nuestros hijos, no tenemos ni para comer nosotros mismos”.
—Rukhsana, 30 años, madre de tres niños sin escolarizar cuyo marido apenas puede trabajar debido a una enfermedad. La familia no puede pagar la matrícula escolar y demás costos relacionados, en Karachi.
“La escuela puede ser gratuita pero siempre hay necesidad de dinero para alguna cosa u otra. Copias, libretas, cada día hay un gasto nuevo. Sólo una mochila escolar ya cuesta 500 rupias [US$4,76]…. Cada día, cada día hay algo.
—Zarifah, una madre de cinco hijos sin escolarizar, en Beluchistán.
“Quería que mis hijas recibiesen una educación pero no pude ofrecérsela porque somos pobres. El salario de mi marido es de 12.000 rupias [US$114] al mes. A final de mes, siempre nos quedamos sin [dinero] y nos preguntamos qué hacer – ya no queda nada. Quiero una escuela para niñas de familias pobres.
—Halima, 38 años, en Karachi, madre de cinco hijas de 13 a 19 años. Ninguna ha estudiado durante más de uno o dos años. Su marido trabaja en una fábrica de chicles.
Cuestiones de calidad y corrupción
“Muchas veces el maestro llegaba tarde o ni siquiera se presentaba. Nos quedábamos allí sentados y luego nos íbamos a casa”.
—Hakimah, 17 años, en Karachi, describe su escuela primaria.
“Desde hace cinco años, todo el mundo tiene que pagar [para obtener un puesto docente en una escuela pública]. Vale la pena aunque sea sólo por el salario: es una inversión. Esto tiene un impacto sobre la calidad de la enseñanza: no hay enseñanza”.
—Director de una organización comunitaria, en Karachi.
“[Los inspectores] venían una o dos veces al año, sin avisar. Se quedaban más o menos media hora. Quieren te y que los entretengas. Tienes que complacerlos o dirán que tu escuela no es buena. Una vez hice esperar al inspector y se enfadó y se marcho y dijo: “Redactaré un informe negativo”. Mi colega fue a su casa y le dio 25.000 rupias [US$239] y nos dio un informe favorable”.
—Directora de una escuela privada describe la supervisión gubernamental de la escuela en Punjab.
El fanatismo por el fútbol nos ubica al tope de las hinchadas del todo el mundo y de eso nos sentimos orgullosos. Seguramente todos vamos a alentar y a vivir cada partido de la selección comandada por Lionel Messi en Rusia 2018. Pero ¿nos importa de igual manera qué pasa con nuestra educación?
Muchas mediciones locales muestran que la educación nunca fue un problema prioritario para los argentinos. Al menos no más que la inseguridad, la inflación, los salarios, el desempleo y la corrupción, siempre por delante en el ranking de preocupaciones de nuestra sociedad.
¿Cómo les va en términos de educación a los 32 países que en algunos días comenzarán a disputar la Copa del Mundo? A continuación las principales fortalezas y debilidades de cada uno la posición de la Argentina en cada aspecto
Calidad educativa: Japón campeón del mundo
Si en el próximo mundial de fútbol, las selecciones que representan a 32 países del planeta compitieran por méritos obtenidos por sus sistemas educativos, y no por logros deportivos, Japón sería el campeón del mundo, mientras que Corea del Sur, Australia e Inglaterra lo seguirían en la clasificación final. La Argentina estaría junto a Brasil, Perú, Uruguay, Colombia y los países africanos entre el grupo de naciones que difícilmente alcanzarían los octavos de final.
Para ordenar este caprichoso orden, solo hay que realizar un ranking tomando como referencia un promedio entre distintas evaluaciones educativas internacionales, como las Pruebas PISA. Allí nos encontramos con que solo dos países (Japón y Corea del Sur) se hallan entre los diez mejores sistemas educativos del mundo (siempre entre aquellos que disputarán el Mundial de Rusia). Hay ocho entre los mejores 20: Japón, Corea del Sur, Australia, Inglaterra, Alemania, Suiza, Irlanda y Bélgica.
Ahora, si invertimos el orden de mérito, nos encontramos con que 12 países participantes del máximo evento del fútbol mundial se escalonan entre los 20 de peor rendimiento: Brasil, Perú, Colombia, Argentina, Túnez, Panamá, México, Uruguay, Costa Rica, Egipto, Senegal y Serbia. Por tasas de alfabetización, cobertura y finalización de los estudios, la escuela media no nos permitiría pasar la fase de grupos.
A excepción de los países africanos, que cuentan con altas tasas de analfabetismo, el resto de los que participan en el Mundial tienen tasas altas, que superan el 90%. En esta medición la Argentina sí compartiría el extenso y parejo lote que incluye a más de la mitad de los países que participan de la mayor cita del fútbol.
En cuanto a la cobertura, el esquema es similar. Nigeria, según datos publicados por Unesco, se encuentra entre los diez países con menor tasa de escolarización de sus niños. Sin embargo, los países latinoamericanos pierden muchos puestos frente a los europeos en cuanto a la tasa de escolarización secundaria. Japón, con un 96% de escolarización en la escuela media, se lleva la medalla de oro también en este ítem.
Ausentismo docente: la Argentina y Uruguay no pasarían primera rueda
Si se tomara el ausentismo de los docentes para ordenar una clasificación para el «mundial de la educación», esta medición lamentablemente no permitiría que dos selecciones de fútbol tan poderosas como Uruguay y la Argentina puedan abrigar esperanzas de, al menos, meterse entre los 16 mejores.
Según indica un informe del Centro de Estudios de la Educación Argentina (CEA) de la Universidad de Belgrano, en nuestro país el ausentismo de los docentes es 1,7 veces mayor al de Brasil; 2,3 veces mayor al de Chile; 3,5 veces mayor al de México; 3,7 veces mayor al de Perú, y 59 veces mayor al de Corea del Sur, que sería campeón en este rubro seguido por Japón.
Este ausentismo afecta al 59 % de los alumnos de quince años de edad, de acuerdo con la misma fuente. En China afecta tan solo al 4%; en Chile al 8%; en Perú al 16%, y en Brasil al 22%.
Graduados universitarios: Japón, Corea y Australia, al podio
Como Canadá, uno de cada dos canadienses tiene título de grado, y Estados Unidos no clasificaron al mundial, el primer lugar lo obtendría nuevamente Japón con un 45% de su población graduada en educación superior, lo seguirían también Corea del Sur (40%) Australia (38%) e Inglaterra (36%). ¿Argentina? Como el resto de los países latinoamericanos tiene una tasa muy baja de graduados, incluso por debajo de Colombia, uno de los países de la región clasificados al mundial.
Universidades prestigiosas: la UBA pondría a la Argentina en octavos de final
Esta parte del «mundial de la educación» la ganaría Inglaterra, con sus Universidades de Cambridge y Oxford entre los primeros lugares según la edición 2017 del prestigioso Ranking de Shanghai, que evalúa a 1200 universidades a través de la Academic Ranking World Universities (ARWU) y que selecciona a las mejores 500 del mundo.
La Universidad de Buenos Aires (UBA) se posiciona como una de las 300 mejores universidades del mundo. De esta manera, la UBA es la segunda mejor universidad de Sudamérica detrás de la Universidad de San Pablo (USP), en el puesto 151.
Japón, Suiza, Suecia, Alemania, Italia y Francia (que participan de Rusia 2018) cuentan con, al menos, una universidad mejor posicionada que la UBA. En la región, solo Brasil nos superaría en esta categoría. Cabe destacar que varios de los países con mejores casas de altos estudios -EEUU, Canadá, Israel, Finlandia- no participan del Mundial.
Doctorados: Alemania campeón en reñida final con Inglaterra.
Para seguir jugando a ubicar a las selecciones mundialistas por un orden educativo, no podemos dejar de medir a los países que cuentan con una mayor cantidad de doctorados universitarios. Alemania se ubicaría en el primer lugar, según datos registrados por la OCDE, con 28.147 doctores. Le siguen Inglaterra (25.000), Japón (10.039), Francia (13.729), Corea del Sur (12.931), España (10.889), Australia (8.400) y Rusia (2.223).
Los mejores no lo juegan
Un dato que no puede pasar desapercibido, en este juego imaginario, es que varios de los países cuyos sistemas educativos se encuentran a la vanguardia del mundo, no participan de Rusia 2018. Ellos son Singapur, Estonia, China, Finlandia, Canadá, Nueva Zelanda, Noruega y Holanda, entre otros.
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