Asia/China/05 Julio 2018/Fuente: spanish.peopledaily
RoyalABC, una empresa internacional dedicada a la educación, presentó el 29 de junio en Shanghai su primer ecosistema de aprendizaje integrado de idiomas y habilidades del siglo XXI, que reúne la educación tradicional británica del idioma inglés, la enseñanza en el aula y la tecnología interactiva.
Este es un nuevo sistema pensado y diseñado para el aprendizaje de los niños chinos.
Establecida a finales del 2014 por los británicos Dominic Richards y Martin Beeche, el nuevo producto de RoyalABC es un ecosistema para el aprendizaje de la lengua enfocado en niños chinos de tres a seis años. Su contenido incorpora una mentalidad orientada al crecimiento y cuatro cualidades fundamentales del siglo XXI: aprender a pensar críticamente, la creatividad, la comunicación y la colaboración. Todas son herramientas esenciales para el desarrollo de un niño.
De acuerdo a Beeche, el ecosistema comprende más de mil módulos de cursos, se mapea a las principales áreas de aprendizaje de la educación china y se reparte con tecnología de vanguardia, inteligencia artificial y métodos de enseñanza que mejoran la calidad del programa.
A partir de septiembre, el sistema se introducirá en el plan de estudios de más de 50 jardines privados de la infancia y centros de formación para la educación de los niños chinos.
«Queremos proporcionar una plataforma disruptiva de aprendizaje que aborde las brechas en la educación a nivel global, impulsada por la creencia de que con un ambiente adecuado de enseñanza y aprendizaje, en el aula y en el hogar, los niños pueden prosperar», afirma Beeche.
«Lo que aprendimos en nuestra larga colaboración con educadores chinos, funcionarios, jardines de la infancia y padres es que teníamos que lograr un enfoque ecosistémico en el aprendizaje. Los jardines de la infancia y los maestros necesitaban productos concretos para apoyar la enseñanza en el aula. Los niños necesitaban recibir una educación integral y los padres necesitaban estar informados del proceso y tener la opción de participar en el aprendizaje”.
Richards afirmó que RoyalABC ofrecerá un ecosistema de aprendizaje divertido, interesante y encantador que complementa con el método de aprendizaje tradicional.
«El lanzamiento de este nuevo producto ayudará a compartir el idioma chino y su cultura con Gran Bretaña y con el mundo, y mejorará la asociación en el sector educativo entre China y Reino Unido para generar oportunidades de ambas partes, ya que el mundo posee muchas voces que claman por tener una relación internacional más estrecha», aseguró Richards.
Xin Ruihua, profesor principal de un preescolar en Qingdao, provincia de Shandong, donde se introducirá el nuevo ecosistema educativo, considera que la educación para niños debe ser una experiencia integral que despierte el interés por estudiar cada vez más.
«Me han llamado la atención los módulos del curso y los temas proporcionados por el programa de computación. Su sistema de diseño es flexible y permite a los maestros impartir clases interesantes y diversas», afirmó Xin.
«Los padres también pueden involucrarse en el aprendizaje de los niños cuando el programa se utilice en casa. Estoy ansiosa por ver los logros de los niños después de usarlo», concluyó.
La tecnología se fusionará con el cuerpo para romper muchos límites, augura Warwick
Kevin Warwick, referente mundial en la investigación de la inteligencia artificial, conocido como el Capitán Cíborg, recuerda con naturalidad cómo le implantaron un chip en el antebrazo para poder controlar el brazo articulado de un robot y se convirtió así en el primer cíborg de la historia. Aquel brazo metálico imitaba sus propios movimientos, guiado por los estímulos de su cerebro.
El profesor Warwick fue el protagonista ayer del encuentro organizado por el BBVA y La Vanguardia en Esade para debatir acerca de la inteligencia artificial. Una primera advertencia, inquietante. “Si quieren vivir sin ningún chip implantado en su cuerpo, sepan que existirán humanos superiores que controlaran la tecnología con sus cerebros. Sí, asusta”. Los cirujanos implantaron después un chip en el brazo de la esposa del profesor para demostrar que se podían conectar los estímulos cerebrales de dos humanos a través de tecnología. “Técnicamente ya es posible conectar la conciencia de dos humanos, se podría probar a la práctica si podemos compartir nuestra conciencia de algún modo. Tenemos tecnología para vincular dos cerebros”, añade Warwick, profesor emérito en las universidades de Reading y Coventry (Inglaterra), experto en sistemas biomédicos, robótica y cíborgs.
Con el desarrollo de la inteligencia artificial se está abriendo un universo enorme, escenario en el que algunos expertos apuntan ya al surgimiento de una nueva subespecie, el humano cíborg. El profesor Warwick no ha dejado que los cirujanos implanten chips y electrodos en su cerebro para realizar ningún juego ni convertirse en personaje mediático. Su objetivo es demostrar que la tecnología ya está poniendo al alcance de la humanidad la fusión entre el hombre y la máquina, con computadoras que han empezado a probar que pueden pensar y actuar como si fueran personas. “Sí, las máquinas pueden pensar como si fueran humanos”, asegura quien ha ideado el denominado test de Turing para intentar distinguir entre un ser humano y un ordenador a partir de respuestas a preguntas abiertas. La finalidad: poner a prueba la capacidad de comunicarse de las computadoras, clave para desarrollar la robótica en ámbitos como la asistencia doméstica.
“Existirán humanos superiores que controlarán la tecnología con su cerebro”, dice Warwick
En el tratamiento de determinadas patologías, gracias a la estimulación neurológica con implantes electrónicos, los automóviles autónomos y la comunicación entre humanos y robots, la inteligencia artificial está realizando avances hasta hace poco impensables. “La estimulación profunda del cerebro se utiliza sobre todo para la enfermedad del Parkinson, se esta utilizando poco a poco para la epilepsia y ocasionalmente para la depresión”, resume poco después de mostrar un vídeo con el experimento realizado con un enfermo de Parkinson que gracias a los estímulos eléctricos enviados a su cerebro, previos implantes, controla momentáneamente sus temblores e incluso consigue andar.
Si la estimulación electrónica del cerebro es ya posible, ¿por qué no se ha puesto aún en práctica a gran escala? “Desgraciadamente, se podría aplicar a personas que mejorarían, pero no podemos. Las reglas éticas y sociales no avanzan tan rápido como la ciencia. Es muy difícil realizar este tipo de experimentos con personas, porque para implantar los electrodos tiene que haber una aprobación ética”.
No únicamente servirá la inteligencia artificial aplicada en el organismo humano para ser más inteligentes o tener más memoria, también permitirá prolongar la esperanza de vida. “La clave está en el cerebro, ya que hay enfermedades que afectan a partes de tu cuerpo que pueden no ser necesarias, pero el cerebro es lo realmente importante. Si puedes hacer que tu cerebro siga vivo sin tu cuerpo, entonces se abren posibilidades para que puedas ser inmortal. La mayoría de la gente muere por enfermedades en otras partes del cuerpo, no del cerebro. Podríamos replicar las partes del cuerpo, pero no es posible hacerlo mañana”, advierte.
“Dentro de diez o veinte años habrá implantes que nos harán mucho más inteligentes”, prevé el investigador
A partir de su propia experiencia asegura que el miedo ante la implantación de tecnología en el organismo humano no está justificado. “Hasta que no pruebas un implante, no sabes cómo va a funcionar realmente. Cuando implantas un electrodo en el cerebro, no sabes cómo va a fun-
cionar, si va a hacerlo de forma correcta o no. Sólo con la experimentación puedes saber cómo funcionará”, explica. Su experiencia ha sido hasta ahora satisfactoria. “Con los implantes en el sistema nervioso o el cerebro, el cuerpo reacciona haciendo buenas conexiones y protegiéndolo, al contrario que si lo hicieras en otras partes, en las que pondría una barrera protectora como mecanismo de defensa. Estoy muy a favor de esta invasión, a mí me implantaron cien electrodos en el cerebro”, tranquiliza.
“Tengo muchas ganas de que me pongan nuevos implantes”, comenta poco antes de despedirse. “Pienso que dentro de diez o veinte años se podrán implantes que nos harán mucho más inteligentes”, pronostica. El investigador británico lanza una advertencia. “El progreso dependerá de la sociedad, de la ética. Puede ser mañana o podemos tardar cien años. En los años 90 se avanzó mucho, pero actualmente estamos siendo más conservadores. Lo sorprendente es que los hackers están investigando más que en el mundo académico”, alerta.
Aunque el relato de Werwick es un fulgurante viaje al futuro, el investigador es consciente de que deberá pasar mucho tiempo antes de que los cíborgs se hagan realidad, en buena parte por las limitaciones autoimpuestas. “Si nos sentáramos a hacerlo y decidiéramos replicar a una persona, en diez o quince años se podría hacer, pero nadie quiere hacerlo. La mayoría de las máquinas se construyen para hacer algo específico y no para copiar a un humano”, apostilla.
Aplicaciones reales
ENFERMEDADES. Se han realizado pruebas con resultados esperanzadores en enfermos de Parkinson y también de epilepsia. Aunque algunos expertos sostienen que se podría utilizar también para el tratamiento de la esquizofrenia, no se sabe aún el momento ni la parte del cerebro que se debería de estimular, ni a qué frecuencia y con qué magnitud.
DIAGNÓSTICO.La inteligencia artificial podría ayudar a realizar el diagnóstico a los médicos y hacerlo con mayor celeridad a partir del análisis del historial clínico acumulado de millones de pacientes. “La inteligencia artificial tiene en cuenta centenares de dimensiones, el cerebro humano sólo tres dimensiones. Esto marca una diferencia gigantesca”, razona Kevin Warwick.
COMUNICACIÓN.Uno de los grandes campos de trabajo es lograr que máquinas y robots aprendan a comunicarse con las personas en escenarios imprevisibles y cambiantes, como una conversación real.
MILITAR.La industria armamentística ya está utilizando vehículos de combate autónomos en conflictos reales para reducir las bajas humanas.
COCHES AUTÓNOMOS.La conducción sin piloto al volante se está desarrollando a pases agigantados aunque con muchas limitaciones y algunos accidentes.
CREATIVIDAD. Se ha conseguido que computadoras interpreten una partitura como lo haría un humano y que pinten un cuadro sobre un lienzo siguiendo el estilo de autores ilustres.
Experto en Inteligencia Artifical y exprofesor en Yale, aboga por un cambio radical en la educación con programas abiertos
Roger Schank (Nueva York, 1946) cree que el actual sistema educativo se creó hace más de un siglo para la élite y los ricos; que se ideó para los intelectuales. Critica que en el instituto se estudie la obra de Cervantes o de Shakespeare que, en su opinión, no ayudan en nada a lo largo de la vida, y no se enseñe a saber buscar un trabajo. Su objetivo es tumbar el actual sistema educativo y construir una escuela online global con más de 500 programas académicos que permitan al alumno escoger lo que le interesa.
Sus palabras no serían tomadas en serio de no ser por los más de 30 años que dedicó a la docencia en universidades como Stanford. Considerado uno de los principales investigadores del mundo en Inteligencia Artificial, fue profesor de Ciencias de la Computación y Psicología en Yale y en los setenta se dedicó a investigar cómo educar a los ordenadores para que se comportasen como humanos. Cuando sus hijos comenzaron la escuela cambió el foco de su trabajo; se dio cuenta de que el verdadero reto era descubrir la mejor fórmula para educar a los humanos. A finales de los ochenta creó el Instituto de Ciencias de la Educación en la Universidad de Northwestern, en Chicago.
Hoy ofrece sistemas alternativos de aprendizaje basados en la enseñanza virtual desde su empresa Socratic Arts y dirige Enginees for Education, una organización sin ánimo de lucro que asesora a los estudiantes en la búsqueda de su vocación.
Pregunta. ¿Cuál es su principal crítica al sistema educativo actual?
Respuesta. La mayoría de la gente cree que las materias que se estudian en el colegio son las que hay que aprender y eso no es así. El programa académico de los institutos en Estados Unidos fue diseñado en 1892 por el entonces presidente de Harvard, Charles Eliot. Escogió biología, química, física, álgebra, trigonometría, geometría, literatura, historia y lengua extranjera. ¿Te resulta familiar? Esos eran los campos que se estudiaban en Harvard y la intención de Eliot era hacer la vida más fácil a los profesores de esa universidad, garantizando que los alumnos que entrasen lo harían con una buena base. Hoy se enseñan más de 150 programas en Harvard pero en los institutos todavía no hay asignaturas de programación o ingeniería medioambiental. ¿Cómo se explica eso?
P. ¿Cree que habría que eliminar contenidos como el álgebra?
R. El álgebra es como una religión, todo el mundo cree que tiene beneficios pero no existe evidencia científica. No te podría decir la cantidad de personas que me han dicho que el álgebra enseña a pensar mejor, cuando no existe ninguna investigación que lo demuestre. Por eso digo que es como una religión; te dicen que Jesús visitó una montaña y, aunque no hay evidencias, la gente lo cree. Una vez terminado el instituto, nadie recuerda esos temas porque son inútiles y el 99% de los adultos nunca los han utilizado. Muchos estudiantes se sienten idiotas por no entender ese tipo de contenidos, genera frustración, hace a la gente llorar e incluso abandonar la escuela.
P. ¿Qué contenidos cree que se deberían enseñar en la escuela?
R. Te tienen que enseñar cómo tener una vida mejor y ser más feliz. Sin embargo, el sistema te dicta erróneamente lo que debes saber. Por poner un ejemplo, estudiar El Quijote en el instituto es un error. No te ayuda ni un segundo en tu vida, más allá de poder mantener una conversación sobre Cervantes. Es un sistema pensado para los intelectuales, pero hoy hacen falta otras competencias, como saber programar o conseguir un trabajo. Es importante ayudar a los niños a descubrir lo que más les gusta y para ello hay que ofrecerles programas abiertos y dejarles que decidan. Si un estudiante quiere ser médico, con programas de realidad virtual se pueden simular operaciones con pacientes reales y así puede descubrir si realmente le apasiona.
P. ¿Cuál es el principal freno para la modernización de la escuela?
El 99% de los adultos no ha usado el álgebra para nada en su vida
R. Siempre digo que todos los problemas de la educación empiezan por p: políticos y padres. Una vez tuve una discusión con el ministro de Educación de Italia porque presumía de ser el único país de Europa que exigía saber latín. Yo le dije que ese era el motivo por el que estaban tan atrasados. Si hablamos de los padres, se echarían a la calle si les decimos que sus hijos ya no van a estudiar trigonometría. Evitan el cambio porque presumen que la escuela que tenemos es la correcta. Que me enseñen la evidencia de que ayuda al mejor desarrollo del cerebro.
P. Universidades como la de Texas, Rutgers o la de Mondragón en México ya están utilizando sus plataformas online de aprendizaje. ¿En qué se diferencian de la metodología tradicional?
R. Soy psicólogo y he estudiado el funcionamiento de la mente toda mi vida. Los humanos comunican mejor las historias reales, son las que recuerdan, por eso las clases magistrales no funcionan. En las conversaciones reales se toman turnos y cada uno de los participantes no suele hablar más de dos minutos. Eso explica por qué somos capaces de mantener la atención. He analizado cómo funciona el aprendizaje y la base es hacer preguntas, intentar hacer cosas, fallar, pedir ayuda e intentarlo otra vez. Es lo que llamamos learning by doing (aprender haciendo) y es lo que hace mi plataforma; simula experiencias que permiten a la gente practicar, identificar qué hacen mal y corregirlo. Nadie quiere ser enseñado. Los niños aprenden solos, simulan construir ciudades con bloques, imaginan cómo ser padres con muñecos y ocasionalmente piden ayuda. En nuestra plataforma se trabaja por proyectos en lo que llamamos Story Centered Curriculum -programa basado en historias-. Tenemos ya uno de análisis de datos y ahora estamos diseñando otro en ciberseguridad.
P. Critica la fórmula de las universidades y sin embargo trabaja con ellas.
R. Tengo que confesarte que ya no queremos seguir trabajando con universidades porque no quieren romper con lo establecido, quieren continuar con las clases magistrales y los exámenes. Ahora nos interesa más ofrecer los programas directamente a grandes empresas que quieren enseñar a sus empleados a hacer bien su trabajo y ponerse al día con nuevas técnicas de análisis de datos. Esta es mi forma de ganarme la vida, pero mi interés real es destruir el sistema educativo.
P. ¿Cómo casa su forma de pensar con la cantidad de años que dedicó a docencia en universidades de élite como Yale?
R. Cuando llegué a Yale, pensaba que era uno de los mejores lugares del mundo para trabajar. Con los años, renuncié como profesor porque me di cuenta de que estábamos generando un perjuicio intentando ir de algo que no éramos. Un docente de Yale es sobre todo un investigador que publica en revistas científicas y da charlas. Su misión es hacer de los estudiantes futuros investigadores y si ellos no quieren serlo, se equivocaron de universidad. Ellos no saben que están en la mejor escuela, pero de investigación.
El sistema educativo en Estados Unidos se ha arruinado por universidades como Harvard, que recomienda ser muy bueno en materias como álgebra o trigonometría para sus pruebas de admisión, basándose en el programa de 1892. Los institutos mantienen ese programa para intentar generar potenciales alumnos para Harvard. Es una fórmula que hace mucho más fácil cribar entre 30.000 solicitudes anuales, pero está desfasada.
P. ¿Qué le recomendaría a un chaval de 18 años?
R. Que se tome unos años antes de la universidad para descubrir todo lo que no le ha permitido el sistema educativo, para que entienda quién es y qué le gusta. Cuando llegan con 23 o 24 años son mejores estudiantes porque saben por qué están ahí. Mientras tanto, cualquier opción es buena: voluntariados en otro país, trabajo o prácticas. En mi país hablamos de sexo, drogas y rock & roll, eso es lo que les toca a esa edad. ¿Alguien cree que tiene sentido pagar 50.000 dólares de matrícula para hacer eso?
Fuente de la noticia: https://elpais.com/economia/2016/07/26/actualidad/1469530199_692638.html
El autor de ‘El arte y la ciencia de no hacer nada’ se pregunta qué podemos entender sobre nuestra conciencia gracias al despertar de la inteligencia artificial
El 16 de abril de 1943, el químico suizo Albert Hofmann se convirtió en el primer hombre en consumir LSD aquella tarde en la que percibió “un flujo continuo de imágenes fantásticas y formas extraordinarias con un juego de colores caleidoscópico”. El 11 de mayo, el ordenador Deep Blue venció en una partida de ajedrez a Gary Kaspárov. Y el 6 de mayo de 2010, el día del “crack relámpago”, el Dow Jones cayó 600 puntos en cinco minutos a causa de un ataque informático. Son tres acontecimientos sin aparente relación que, no obstante, forman parte de la narrativa de ‘Más allá de ceros y unos‘, el último libro del científico e ingeniero Andrew Smart.
En el volumen, el colaborador de la Universidad de York se pregunta acerca del funcionamiento del cerebro humano desde una perspectiva neurológica y filosófica y sobre la posibilidad de que una inteligencia artificial pueda desarrollar una verdadera conciencia; entre nuestro cerebro y el fantasma en la máquina, el LSD se convierte en la bisagra olvidada que nos puede ayudar a entender por fin nuestra subjetividad. Una pregunta pertinente en un momento en los avances en inteligencia artificial nos hacen preguntarnos si en muy poco tiempo no podremos encontrarnos con un robot tan humano como cualquiera de nosotros. Smart no está muy seguro sobre dicha posibilidad, sugiriendo que aunque posible, quizá estemos exagerando las probabilidades.
Pero lo que de verdad interesa a Smart es comprender el funcionamiento de la conciencia humana, mucho más que el producto de un simple órgano gestor de información como la neurociencia actual parece defender. Como él mismo concluye en el libro, no cree “que sea una locura empezar a intentar diseñar ordenadores con el propósito de ofrecerles experiencias psicodélicas, pues es posible que al intentarlo logremos resolver por fin el misterio de la consciencia natural y artificial, y con ello salvar a la raza humana”. ¿De qué? Smart nos da la respuesta a través del correo electrónico.
Asusta que ni siquiera los ingenieros que construyeron esos sistemas puedan explicar cómo funcionan
PREGUNTA. Una idea que se repite en el libro es que estamos aún muy lejos de crear una verdadera inteligencia artificial, y que estamos exagerando las consecuencias negativas de que ello ocurra. Entonces, ¿quién y por qué esta interesado en que pensemos que una inteligencia artificial divina nos gobierne dentro de 30 años?
RESPUESTA. Mi sensación es que la tecnología de aprendizaje de las máquinas está acercándose a lo que los humanos hacen en determinadas áreas, como jugar al Go o reconocer una voz y mantener conversaciones aparentemente humanas. La gente se asusta porque nos estamos acercando al valle inquietante, así que atribuimos poderes mágicos a esos sistemas. Pero es importante recordar que la inteligencia artificial (o el aprendizaje de las máquinas) es una abstracción estadística de unos datos dados. No es más que utilizar una cantidad inimaginable de información con ordenadores súper rápidos y poderosos y algoritmos sofisticados para hacer predicciones cada vez mejores. Por supuesto que asusta que ni siquiera los ingenieros que construyeron esos sistemas puedan explicar cómo funcionan; por ejemplo, el aprendizaje profundo funciona muy bien en ciertas áreas, pero nadie sabe por qué.
La creencia en un Dios de la inteligencia artificial probablemente se deriva de ciertos impulsos religiosos residuales entre algunos grupos de Silicon Valley. Dios, en el sentido religioso, no existe, pero puede que ahora seamos capaces de resucitar (valga la redundancia) esa creencia en fuerzas sobrehumanas. Para mí la idea de una inteligencia artificial divina, como un oráculo que puede predecirlo todo, es ridícula. Es cuestionable si es posible, e incluso si lo es no quiero vivir en un mundo de dioses, sean ordenadores o no. En parte, hablar de dioses de la inteligencia artificial mola en términos de ciencia ficción, y hay mucha gente en Silicon Valley intentando llevar esas fantasías a la vida real.
P. Tendemos a creer a pies juntillas en la metáfora del cerebro como un ordenador. Una vez más, señala que es incorrecto. ¿A quién le conviene? ¿A compañías como Google/Alphabet, que comercian con información?
R. Es cierto que entre la gente que trabaja con la inteligencia artificial hay una visión profundamente arraigada de que el cerebro es, literalmente, un código que ejecuta algoritmos, neuronales en su caso. Intento refutar esta idea en el libro. No estoy seguro de quién puede beneficiarse económicamente de ello, pero es una conjetura popular incluso en la neurociencia –existe un campo llamado neurociencia computacional– que asume que el cerebro es un sistema de ordenador.
Esta idea que apenas se ha discutido ha sido reforzada por los recientes avances en inteligencia artificial que han sido inspirados por las teorías sobre el funcionamiento del cerebro. Así que la lógica es la siguiente: desarrollamos algoritmos basados en las teorías del cerebro y funcionan muy bien, así que el cerebro está hecho de algoritmos. En el libro señalo que son modelos. Buenos, pero nada más que modelos. Esto nos lleva al debate filosófico sobre el realismo, y diría que soy un realista científico, pero no entendido como información o algoritmos. Creo que son invenciones culturales: el mundo no está hecho ni de información ni de algoritmos.
P. Al final del libro, recuerda que Google es ya un poco como una inteligencia artificial maligna, al reducir la experiencia humana a algoritmos. ¿Cuál es el peligro de herramientas como esa, ahora y en el futuro?
R. Lo que más asusta es que nuestro comportamiento está influido por nuestras interacciones con los ordenadores en formas de las que no somos conscientes, por lo que los algoritmos se perfeccionan y predicen mejor lo que haremos, lo que nos lleva a hacer aquello que han predicho los algoritmos, y nos empuja a un ciclo de retroalimentación donde nuestra libertad está constreñida a ser consumidores perfectos, clicando en las cosas en las que el sistema quiere que pinchemos. Tengo miedo de que el mundo algorítmico nos haga menos conscientes de nuestras decisiones, y que seamos empujados a patrones predecibles de consumo.
P. ¿Qué piensa de gente como Ray Kurzweil, Sergey Brin, Larry Page o Elon Musk? ¿Creen realmente en lo que dicen sobre el futuro, o simplemente están sirviéndose a sí mismos vendiendo trucos de magia?
R. No creo que crean de verdad en ello; si tienes razón o no, es otra cuestión.
P. Al mismo tiempo, muestra que, al contrario de lo que Kurzweil defiende, hay un gran margen para que ocurran graves errores de funcionamiento en los ordenadores que empleamos, por ejemplo, en el ‘high speed trading‘, que puede tumbar la bolsa en cuestión de segundos. ¿Estamos ciegos ante los problemas a los que podemos enfrentarnos si estos sistemas se viniesen abajo de repente?
R. Sí, es un área de investigación muy activa. Los defensores de la inteligencia artificial piensan que esta corregirá nuestros sesgos y debilidades humanas, pero recientes investigaciones recientes han mostrado que es al revés: el aprendizaje de las máquinas de hecho amplifica nuestros prejuicios. Por ejemplo, en la política predictiva o el sistema de justicia criminal, los algoritmos son más racistas que los policías y jueces humanos. Esto se debe a que los datos que alimentan los algoritmos vienen de informes policiales sesgados, que vigilan especialmente determinados barrios, así que si utilizas dichos datos un algoritmo estadístico preverá que hay más crimen donde hay una mayor presencia policial. Y sí, en términos de sistemas complejos y seguridad, puede haber eventos catastróficos acechando de los que no somos conscientes porque damos por hecho determinadas probabilidades. A medida que somos más dependientes de estos sistemas, más frágil será la economía global.
La creencia de que la naturaleza está formada por información es ideológicamente útil
P. ¿Nos hemos convertido en neoplatónicos que consideran que todo es información? ¿Cuál es el problema con este nuevo paradigma?
R. Científicamente es importante dirigir nuestras conjeturas sobre la naturaleza de la realidad en la dirección correcta, de lo contrario nos perderemos en cuestiones absurdas, por ejemplo, buscando información en el cerebro. El otro problema que veo es que esta creencia de que la naturaleza está formada por información puede funcionar a un nivel ideológico, ya que se supone que todos somos consumidores racionales de información. Esto puede entorpecer los movimientos críticos y la organización social contra el poder del capital. También me resulta interesante la relación entre la información y el capital: nadie piensa que el universo esté formado por capital, y aun así hay una equivalencia entre el capital y la información como ideas abstractas que sin embargo tienen un impacto real en el mundo. ¿Por qué somos tan rápidos al asumir que las cosas están hechas de información, y suena absurdo decir que los átomos son capital?
P. Una de las posibilidades relacionadas con la inteligencia artificial es que terminemos creando algo muy parecido a una conciencia, que hable como una conciencia, se comporte como una conciencia e incluso piense como una conciencia… pero que para nada sea una conciencia. ¿Es imposible saber si hemos creado realmente una conciencia semejante a la humana, o siempre habrá un margen de duda?
R. Es una pregunta muy difícil de contestar pero estoy de acuerdo en que muy pronto tendremos sistemas que no será fácil diferenciarlos de los humanos. No estoy seguro de si habrá un robot humanoide así, pero mientras interactúes con un ordenador, será cada vez más difícil saber si es una persona o una inteligencia artificial. Si no estás seguro, siempre habrá preguntas que solo un humano con cierta experiencia pueda responder. Esta prueba de conciencia subjetiva es muy difícil: por ejemplo, asumimos que todos con los que interactuamos son también conscientes, pero no podemos comprobarlo más que observando un comportamiento que asumimos que el de un humano consciente. Podemos medir toda actividad cerebral relacionada con las distintas etapas de la conciencia; pero incluso en esos casos, no sabemos si “objetivamente” alguien está experimentando algo. Así que una vez los ordenadores comiencen a comportarse de formas cada vez más humanas, ¿cuál es la diferencia? No conozco la respuesta, porque por supuesto, si le preguntas al ordenador si es consciente, te dirá “sí”. Pero a menos que veamos a una persona desmayarse, no le vamos a preguntar “¿estás consciente?”
P. Mientras leía el libro, recordé su anterior trabajo, ‘El arte y la ciencia de no hacer nada‘. Me hizo pensar que quizá no hacer nada, ser un poco vago, puede jugar un papel semejante al del LSD que propone en su libro: ¿podría una inteligencia artificial decidir ser vaga, al igual que los humanos pueden hacerlo? ¿Qué demostraría?
R. Por ahora la inteligencia artificial no tiene sus propios objetivos. La arquitectura de la red neuronal está creada por humanos, así como los datos que los alimentan, y el algoritmo de aprendizaje, y las tareas… y por ahora ninguno ha aprendido a cambiar sus objetivos o su propio algoritmo, pero esto está evolucionando, y probablemente más rápido de lo que algunos creen. Pronto serán capaces de aprender a aprender: es lo conocido como “metaaprendizaje”. Pero no está fuera de nuestras posibilidades que en el futuro cercano un sistema de inteligencia artificial pueda ser capaz de entender algo sobre su proceso de aprendizaje, y entonces darse cuenta que determinadas cosas le pueden ayudar, ¡como descansar! Si esto ocurre, puede ser muy interesante.
P. En el libro defiende que el LSD es una herramienta para comprender cómo funcionan nuestra percepción y conciencia (tanto para humanos como para robots). ¿Cuál es el mito más peligroso que existe sobre el LSD?
R. El LSD, junto a la terapia de conversación, tiene un enorme potencial para ayudar a la gente adicta a otras sustancias o al alcohol. Aunque suene paradójico, hay muchas investigaciones sobre esto en los años sesenta que se han perdido a causa de la histeria que existe sobre la droga en EEUU. Así que durante 50 años podríamos haber disfrutado de un tratamiento muy efectivo para la adicción que nadie podía conseguir a causa de esta controversia sobre la droga. Albert Hoffmann terminó decepcionado por lo que ocurrió con el LSD, ya que realmente creía en su potencial terapéutico y creo que tenía razón. Afortunadamente ahora está resurgiendo esta clase de investigaciones.
P. ¿Qué cree que ocurrirá con el LSD en el futuro inmediato? ¿Volverá a ser investigado desde un punto de vista médico? ¿Se convertirá en una forma habitual de conocernos a nosotros mismos en las sociedades occidentales, quizá poniéndose de moda en Silicon Valley?
R. Sinceramente espero que las investigaciones continúen desde un punto de vista médico, y esto está ocurriendo de forma exponencial. Puede llegar a generalizarse. Sin embargo, espero que la cultura cambie para integrar la experiencia del LSD, en lugar de simplemente utilizarlo para ser más productivo como alguna gente hace con las microdosis. Incluso la gente en Silicon Valley se ha dado cuenta de que estamos en crisis y que se necesita una transformación cultural fundamental para atajar el cambio climático, la desigualdad y la fragmentación/polarización. El LSD por supuesto que podría facilitar esta clase de cambio, como empezó a hacer en los años 60, pero hay poderosos intereses que no desean que se produzca una transformación cultural a un mundo más consciente, medioambientalmente viable, igualitario y justo. Como en los 60, podría haber una especie de reacción si comienza a cambiar la cultura. Lo veo como una coproducción: la cultura debe ser receptiva a ser transformada y el LSD puede conseguirlo.
América del Sur/Perú/12.06.18/Fuente: laprensa.peru.com
China. China ha publicado el primer libro de texto sobre Inteligencia Artificial (IA) para educación secundaria, un paso más dentro del plan anunciado por el Gobierno en 2017 con el que pretende incluir esta asignatura en los planes educativos de todo el país.
Según informó hoy el oficial Diario del Pueblo, el libro consta de nueve capítulos y ha sido redactado por investigadores y estudiantes de las universidades más prestigiosas del país con el apoyo de la East China Normal University (de Shanghái) y la start-up SenseTime Group.
Por el momento está siendo utilizado en alrededor de cuarenta colegios de secundaria del país que han implantado un programa piloto de enseñanza en IA.
Su contenido incluye desde cómo empezó la historia de la IA, hasta cómo la tecnología se puede aplicar a áreas como el reconocimiento facial, la conducción autónoma o la seguridad pública.
“El libro de texto se centra no sólo en las bases de la IA, sino también en su uso práctico en la vida diaria”, señaló Chen Yukun, profesor de esa universidad shangainesa, en declaraciones recogidas por el citado medio.
Introducir el estudio de IA en los planes educativos del país es una prioridad para las autoridades, que quieren reorientar su economía e industria hacia sectores de alta tecnología y estiman que en los próximos años la demanda de profesionales en este terreno ascenderá a cinco millones.
“El sector de la IA se enfrenta a una falta de talento a nivel global”, apuntó Lin Dahua, profesor de la Universidad China de Hong Kong, quien señaló que “muchas industrias en el futuro se beneficiarán de la tecnología IA” por lo que los estudiantes tienen que estar formados en este campo.
Fuente de la reseña: https://laprensa.peru.com/tecnologia-ciencia/noticia-china-publica-primer-libro-sobre-inteligencia-artificial-educacion-escolar-79443
OdITE es un proyecto conjunto fruto de la colaboración que establecen dos instituciones influyentes en la educación actual: Asociación Espiral y Tecnología y Didactalia. El laboratorio está centrado en la observación, el descubrimiento y la experimentación de instrumentos así como la movilización de recursos y metodologías útiles `para diseñar m implementar, y poner en práctica actividades educativas que mejoren del aprendizaje.
TENDENCIAS EDUCATIVAS 2018
Este monográfico se ha clasificado en tres grados de integración en las aulas: En práctica, en desarrollo y en perspectiva, de acuerdo con su nivel de uso educativo.
Cuando se expone un informe como este, que habla de tendencias, solo se trata de ideas y experiencias que puede servir de inspiración y de guía para estimular el desarrollo metodologías que sean prácticas posibles, que resulten motivadoras y emocionantes para nuestro alumnado, y que nos hagan a los docentes repensar los modelos de enseñanza y aprendizaje que potenciamos en nuestras aulas. Vamos con ellas.
Una metodología que avanza imparable en el panorama educativo en general. En el artículo podemos ver cuáles son los elementos pedagógicos que la sustentan y que la hacen tan atractiva para docentes y alumnado.
Aprendizaje Basado en Proyectos, es una metodología activa que emerge actualmente en nuestro sistema educativo con bastante fuerza en todos los niveles educativos de Infantil a Secundaria. Con el ABP el alumno adquiere el protagonismo de su aprendizaje, un protagonismo que nunca debiera haber perdido. Muchas son las dificultades con las que se encuentra esta metodología, pues aplicarla correctamente representa una carga de trabajo considerable para el docente y muchas veces esta forma de trabajar no es del todo bien entendida y queda en un mero trabajo sin sentido.
La gamificación está alcanzando grandes cuotas de penetración en el aula. ¿Es posible conseguir la motivación y el aprendizaje de estándares a través el “escape room” o “escape classroom”? Trabajo en equipo, aprendizaje por descubrimiento, resolución de problemas, aprender en la incertidumbre, resiliencia al fracaso…
La educación de hoy en día no tiene miedo a renovarse. Un claro ejemplo de ello es la integración de metodologías activas como la gamificación, interesadas en enfocar la
educación desde el punto de vista de la motivación del propio alumno, tratando de personalizar al máximo la experiencia educativa. Dentro de esta metodología activa que es la gamificación, podemos encontrar algunas variaciones que tratan de aportar a la experiencia educativa nuevas estrategias que ofrezcan nuevos enfoques. Es el caso de los famosos Breakouts y los actualmente innovadores Escape Rooms.
HACER CIENCIA EN LAS NUBES- Amalia Hafner
¿Es preciso aprender sobre la ciencia de uso de los datos que almacenamos en el “cloud computing”? Un aprendizaje crítico y técnico de cómo se usan nuestros datos en la nube nos ayudará a gobernar mejor nuestra vida? Si las respuestas son sí, entonces esta «nueva ciencia» se convierte en una parte ineludible de la alfabetización digital.
La nube puede ser utilizada como un entorno de pruebas para desarrollar habilidades y conocimientos que permitan manipular y comprender críticamente el manejo de datos. Por otro lado, el trabajo con datos en la nube se constituye en un espacio para reflexionar sobre cuestiones éticas y legales, indispensables en la educación para la ciudadanía.
II
Tendencias educativas en desarrollo
APRENDIZAJE BASADO EN EVENTOS (ABE) – Paz Gonzalo
El Aprendizaje Basado en Eventos es una metodología avalada por el Informe sobre innovación pedagógica de la Open university que lo sitúa entre las “10 nuevas formas de enseñanza, aprendizaje y evaluación para un mundo interactivo, que ayuden a los maestros y legisladores en la innovación productiva”.
El ABE toma un evento como eje articulador de un proceso de aprendizaje. Un evento es un suceso importante y programado, de índole social, académica, artística o deportiva. Los eventos son fechas señaladas, en las que se reunen personas aunadas por un mismo interés, afición, problema o motivo de celebración. Su preparación, celebración y posterior revisión, aunará los esfuerzos de los estudiantes y trazará el recorrido de aprendizaje.
MICROLEARNING O MICROAPRENDIZAJE. -Elena González de la Cámara
Los microcontenidos y el microlearning es una forma rápida al aprendizaje de conceptos o ideas. En el artículo se pueden ver ejemplos muy ilustrativos.
El microlearning o microaprendizaje es una estrategia de aprendizaje que contiene microcontenidos y consiste en la segmentación de la información en pequeñas unidades (píldoras.) con un alto tratamiento pedagógico.
¿Nos permitirá el desarrollo de este campo poder analizar, reflexionar o modificar las metodologías pedagógicas? Factores tan determinantes en el aprendizaje como la motivación, el aprovechamiento del error como herramienta de aprendizaje, la utilización del movimiento en el aula, la necesidad de la eliminación del estrés elevado y crónico…son aspectos que analiza extensamente.
La neurociencia educativa es una nueva disciplina que nace de la interacción e integración entre tres ámbitos de conocimiento diferentes, las neurociencias, la Psicología y la Educación. Ofrece una visión de los procesos de enseñanza-aprendizaje basada en el funcionamiento del cerebro y desarrollar un marco teórico de referencia que permita fundamentar la práctica pedagógica desde la evidencia científica.
¿Es lo mismo posibilitar el aprendizaje personalizado, que atender a la diversidad?Cuando personalizamos la enseñanza ¿tendemos a individualizar? Inclusión y personalización tiene puntos comunes que solo a través de un diseño universal, es decir, para todos, podemos hacerlos realidad.
La personalización de la educación ha sido desde siempre ejemplo de buenas prácticas. Sin embargo, el término educación personalizada se ha envuelto de una polisemia que hace que profesionales de la enseñanza hablemos de personalización de la enseñanza y el aprendizaje refiriéndonos a cuestiones, si no distintas, por lo menos con perspectivas diferentes.
III
Tendencias educativas en perspectiva
LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL EN EDUCACIÓN: amenazas y oportunidades- Neus Lorenzo
Parece ser de consenso general entre los expertos que todo lo que pueda hacer un robot de forma más eficiente que un humano, lo hará un robot con AI. En las escuelas la mecanización de los procesos susceptibles de ser automatizados, se integrarán a medio o largo plazo a la máquina que corresponda.
También parece claro que un robot no podrá sustituir al docente pero nos obligará cambiar de rol (guías, orientadores, inspiradores, animadores, arquitectos y diseñadores de actividades, gestores de aula…) ya que instrucción magistral, nos guste o no, la harán mucho mejor las máquinas. En este capítulo se ofrece una explicación sucinta sobre qué es y cómo funciona la Inteligencia Artificial, qué puede aportar a la educación en la actualidad, y cuáles son sus retos de futuro.
La evolución de la AI y su capacidad de interactuar con objetos electrónicos y con humanos hiperconectados está aún por desarrollar.
Los sistemas de gestión de enseñanza y aprendizaje no eliminan la necesidad de disponer de escuelas o institutos, pero cambiarán decididamente su función, haciéndola más socializadora, cualitativa y abierta a la realidad que viven los alumnos, en su día a día presencial y virtual.
APRENDIENDO CON BIG DATA: El futuro de la educación – Ignasi Alcalde
Los Big Data han llegado y ya forman parte de nuestro paisaje natural. ¿Y si aprendiéramos a usar estos datos para que instructores y alumnos pudiéramos interactuar con el contenido y colaborar entre nosotros? Según el autor la tecnología nos permite, no solo ver el resultado, sino poder influir en él para mejorarlo. Cuantificar la motivación o el esfuerzo; recibir notificaciones y alertas y actuar en proceso; personalizar el proceso de aprendizaje… Un fascinante mundo se nos abre a los docentes con esta disciplina.
está creciendo la nueva disciplina del análisis de aprendizaje o learning analytics. El análisis del aprendizaje es un nuevo campo de conocimiento y es relevante para cualquier enfoque tecnológico que produce datos ya que, a partir de los datos, se extrae la información, que a su vez se convierte en “nuevo” conocimiento que se puede explotar de muchas maneras diferentes.
LOS SISTEMAS CONVERSACIONALES EN EDUCACIÓN- Ray Gallon
Los sistemas conversacionales son espacios conocidos por los estudiantes de hoy en día. Las plataformas de chatbot permiten a profesores crear sus propios chatbots gratuitos. Una tecnología especialmente útil en métodos como la Flipped Classroom o clase inversa, ABP, en secuen
cias de aprendizaje basadas en la solución de problemas …
En entornos educativos reales, cada vez más interactivos y participativos, los chatbots se podrían utilizar para favorecer el pensamiento dialógico y desarrollar el aprendizaje inquisitivo. Los sistemas conversacionales generan un diálogo estructurado entre “profesor y alumno”, construyen relaciones que se interpretan en un contexto determinado y que aparecen como conjuntos de proposiciones conectadas (leyes físicas, teorías sociales) llamadas temas (topics).
Las CardBoard o gafas de realidad virtual son un elemento impresionante para conocer abrir el aula al mundo. Visitar un bosque alejado cuando estás en aislamiento por un trasplante de médula, es una experiencia por la que he visto sonreír a mis alumnos… y respirar como si estuvieran en ese espacio lejano sin salir de su box o de nuestra aula.
Después de «normalizar» las tecnologías avanzadas como la Realidad Aumentada o la Realidad Virtual y su notable aportación en el mundo educativo, parece que el escalón siguiente está a punto de generalizarse: las tecnologías “usables”, o Wearable Technologies.
Vienen tiempos nuevos, donde diferentes tecnologías van buscando su hueco en el desarrollo de la Industria 4.0 y también con aplicaciones en el sector educativo. Va a depender de la amplitud de miras de cada cual para soñar una sociedad mejor con el empleo de estas tecnologías.
EPÍLOGO
Solo tengo palabras de agradecimiento a la Asociación Ciberespiral, a los Co Directores del informe y a Didactalia, por su invitación a participar en este documento. Ha sido un honor colaborar y escribir en este informe , y está siendo un lujo aprender con él a través de la lectura del mismo.
Y también descargar aquí en PDF En este enlace te encontrarás con una ventana de registro que tiene el único fin de hacer un seguimiento de las descargas y poder obtener un feedback del interés real que suscita el informe, y así plantear mejoras tanto en el contenido, formato y difusiones futuras.
Las dificultades se evidencian a medida que avanzan las investigaciones en este campo
La posibilidad de crear máquinas conscientes es inquietante. Sin embargo, está lejos de convertirse en realidad. Por ahora, solo se ha logrado que algunos robots se autoidentifiquen, aunque de la misma manera que identificarían a otros, es decir, sin tener consciencia de su propio “yo”. Más allá de eso, queda un vasto camino por recorrer: comprender la consciencia para traducirla a programación que volcar en las máquinas. Y la primera parte de esta labor de momento parece inabarcable.
¿Llegaremos algún día a crear máquinas conscientes? Aunque la posibilidad es inquietante (tanto, que ha dado lugar a personajes como HAL 9000 o Terminator), lo cierto es que está bastante lejos de convertirse en realidad.
Proporcionar consciencia a un objeto precisaría que este tuviera un «cerebro», no solo lo suficientemente complejo como para procesar información y generar pensamiento abstracto, del mismo modo que lo hace el nuestro, sino también para generar un sentido unitario del yo, tomar decisiones más allá de su programación inicial o sentir y comunicar sus sentimientos.
De momento, lo que sí se ha conseguido es que las máquinas de inteligencia artificial puedan resolver rápidamente tareas computacionales. Esto es posible gracias a sofisticados sistemas de inteligencia artificial que permiten a las máquinas “aprender”.
Se denominan sistemas de “aprendizaje profundo” y están formados por capas intercomunicadas de algoritmos especializados en asimilar representaciones de datos. Gracias a ellos, las máquinas de inteligencia artificial pueden, por ejemplo, aprender a identificar enfermedades o rostros.
Pero incluso esa capacidad de aprendizaje depende inicialmente de un programador humano. De momento, las máquinas de inteligencia artificial aún no son capaces de pensar por sí mismas.
Conocer y replicar la consciencia
Poder dotar a las máquinas de consciencia deberá pasar ineludiblemente por que entendamos qué es la consciencia. En 2017, la revista Science publicaba un artículo al respecto. En él se sintetizaba (y se simplificaba) el funcionamiento de la consciencia humana, para tratar de dilucidar cómo esta podría incorporarse a las máquinas de inteligencia artificial.
Según los autores del artículo, entre los que se encontraba el neurocientífico francés Stanislas Dehaene, de cuyos estudios sobre la consciencia en bebés hemos hablado hace poco, en el ser humano existen tres niveles de consciencia humana. Dehaene es Director de la unidad de Neuroimagen Cognitiva del Centro de NeuroSpin de París y profesor de la cátedra de Psicología Cognitiva Experimental del College de Francia.
En el primero de los niveles de la consciencia humana, definido como «C0», se producirían los cálculos cerebrales inconscientes, por ejemplo, aquellos que nos permiten reconocer caras. En el segundo nivel, el «C1», se filtrarían y evaluarían los datos que nos llegan del mundo exterior para modular nuestras respuestas a circunstancias específicas. La autoconsciencia surgiría en un tercer nivel de consciencia, el «C2», y conllevaría poder reconocer y corregir los propios errores o investigar lo desconocido.
Según Dehaene y su equipo, si se logra traducir a términos computacionales la actividad neuronal que permite estos tres niveles de consciencia, las máquinas podrían ser programadas para la consciencia.
Acercamientos
De momento, lo máximo que se ha conseguido, al menos según lo que sabemos, es lo siguiente. En 2015 se realizó un experimento en el laboratorio de robótica de Nueva York, en Estados Unidos, que consistió en hacer “creer” a dos de tres robots Nao que se les había dado una pastilla que los dejaba sin habla.
En realidad, simplemente se había pulsado en dos de ellos un botón para silenciarlos, pero ninguno de los tres sabía cuál de ellos podía seguir hablando. Eso era lo que tenían que averiguar.
Cuando el investigador les preguntó a los robots, los procesadores de estos trataron de buscar la respuesta correcta. Ya que dos no podían hablar porque estaban silenciados, sólo uno respondió en voz alta: “no sé”.
En ese momento, aseguraron los autores del experimento, cayó en la cuenta de la solución: al oír su propia voz robótica, entendió que no podía estar silenciado. Entonces señaló: «puedo demostrar que no me dieron la pastilla». Según un artículo publicado en la revista New Scientist, esta fue la primera vez que un robot superaba un enigma de este tipo, acercándose así a los límites de la (auto) consciencia.
Otros dos ejemplos nos han llamado la atención en los últimos años a este respecto: uno es el de Nico, un robot de investigación de la Universidad de Yale capaz de reconocer su propia mano en un espejo, y otro es Qbo, un proyecto español de código abierto programado para tareas de reconocimiento facial o de objetos, que puede reconocerse a sí mismo frente a un espejo.
Sin embargo, en todos estos casos los robots no han hecho más que constatar en ellos mismos una característica que habrían reconocido del mismo modo en otros, es decir, que su logro no implicaría que sean capaces de distinguirse de los demás o tener noción de un “yo”.
El temor a lo desconocido
A pesar de lo lejos que parecen quedar las máquinas conscientes, sus potenciales peligros ya pesan en la consciencia de algunos (todos ellos humanos).
Los riesgos de estas máquinas, y en concreto su potencial uso en el terreno bélico, fue alertado en 2007 por un equipo internacional de científicos y académicos pertenecientes a EURON (EUropean RObotics research Network). Hace un par de años, además, el ya fallecido Stephen Hawking y otras 16.000 personas lanzaron una campaña para señalar el riesgo de que crear ‘robots asesinos’, quizá inteligentes pero con una consciencia (en el sentido moral del término) mínima; programada por humanos sin escrúpulos.
Referencia bibliográfica:
Stanislas Dehaene, Hakwan Lau, Sid Kouider. What is consciousness, and could machines have it?Science (2017). DOI: 10.1126/science.aan8871.
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