Redacción: Gizmodo/14-11-2018
Corea del Sur es de los países con mejor sistema educativo del mundo. Al menos, en lo que respecta a los resultados. No es de extrañar si, incluyendo las clases suplementarias, un escolar dedica 13 a 18 horas de media al día al estudio. Incluso se pueden ver en riguroso directo.
SKY son las siglas de los triunfadores. Las tres mejores universidades del país son la Universidad de Seúl, la Universidad de Corea y la Yonsei, por ese orden. Hay casi 300 instituciones en todo el país, pero ir a cualquiera de las otras se consideraría un fracaso, hay que entrar en el top 3.
Una lucha por ser el mejor
Para ello, los estudiantes no solo van a la escuela y hacen las tareas después de clase, también hay un enorme mercado de hagwones, instituciones de clases particulares extra. Es más, el Gobierno del país se ha visto obligado a instaurar un toque de queda para dejar de estudiar a partir de la media noche. Al menos, públicamente.
“Aprobar es lo principal para un joven coreano, y toda su vida está orientada hacia ese fin. El deber del estudiante es sacar las mejores notas posibles y eso se nota en la presión (o apoyo si son amables) de sus familias, especialmente en las madres”, afirma para Gizmodo en Español José María Contreras Espuny, exprofesor e investigador en la Universidad Hankuk de Estudios Extranjeros en Seúl. “Tanta es la presión social en lo que a las notas respecta que hay auténticos problemas por el alto índice de suicidios entre los jóvenes que no alcanzan las expectativas educativas que había depositado su familia en él”.
Antes de que Corea del Sur fuera un país “rico”, tras la Guerra de Corea, su tasas de suicidio estaban dentro de las más bajas. Pero el nivel de vida era comparable al de Afganistán.
Sacaron al país del extremo analfabetismo en 60 años, la alfabetización ahora es casi total: alcanza el 97% (al nacer, todo surcoreano tiene un 77 por ciento de posibilidades de alcanzar la enseñanza terciaria). Lo llamaron el milagro coreano.
El año escolar coreano tiene unos 220 días, las clases duran hasta las 6 de la tarde en la mayoría de los casos y hay colegios a los que también se asiste los sábados. Los niños estudiarán desde que apaguen el despertador: repasan vocabulario mientras se cepillan los dientes, estudian entre colas o en el bus escolar, comen mientras estudian y continúan en ello en lo que les quede de recreo. Después de todo eso, y terminadas las clases particulares, algunos continuarán estudiando en sus cuartos hasta que el cuerpo les aguante. Esa presión y disciplina es la que ha llevado a Corea del Sur a lo más alto del ranking trianual de PISA.
Enséñele a ser el mejor, por favor
El sector privado de la enseñanza es, de hecho, muy popular. Los hagwones se han convertido en una industria que mueve más de 20 mil millones de dólares, y los maestros están entre los miembros de la sociedad más respetados.
“Rara vez faltan a clase y no recuerdo haber tenido que pedir silencio ni una sola vez. Conseguir sus objetivos educativos es una cuestión de vital importancia y, como es de esperar, eso repercute en la ejemplaridad de su comportamiento para con el profesor. Tienen tan asimilada la disciplina, que a veces, sobre todo en ejercicios creativos, hasta cuesta que innoven”, amplía José María.
Un antiguo proverbio coreano dice que el profesor y el rey tienen el mismo estatus. Puede que esto sea una exageración, sin duda, pero lo que está claro es que hay maestros verdaderamente importantes. Por ejemplo está Cha Kil-yong, conocido como Mr. Cha, un profesor particular de matemáticas famoso por conseguir muchos estudiantes aprobados con notas buenas.
El susodicho tiene semanalmente 300.000 estudiantes en su clase en línea, SevenEdu, a la vez, y 3 millones de jóvenes totales registrados. Año a año consigue los más prestigiosos premios de calidad educativa del país. Por supuesto, si quieres que tu hijo asista a clase con esta estrella de los aprobados, le pagarás lo que haga falta. No es de extrañar que haya logrado construir una nada desdeñable fortuna en solo seis años y su capital se codee con el de las estrellas de pop nacional.
¿Has estudiado lo suficiente?
No se mejora aquello que no se mide, dicen. Y los coreanos se han tomado esto muy en serio. A través de plataformas de streeming como AfreecaTV, Instagram o YouTube, han decidido grabar y compartir sus horas de estudio para inspirarse, contabilizarse y competir entre ellos mismos.
Se valen de contadores. Los hay para dispositivos móviles, por ejemplo. Pero también es común comprar pequeños cronómetros de mesa.
Rara vez las estadísticas bajan de las 8 horas de contador, llegando a las 18 en algunos casos locos. Los fines de semana rondan las seis horas. Lo más parecido a un descanso es el momento del café.
“Aquí no hay vocación posible, sino el deseo por acceder a la más reputada de las universidades. En ese sentido, los niños, incluso desde muy pequeños, tienen una jornada de estudio de 18 horas”, concluye. Los niños coreanos ya no son niños, son máquinas de estudiar. La guerra por ser los mejores está dando frutos, pero a qué precio.