Los zombies llegaron a la reunión del G-20 en Hamburgo este fin de semana – y no me refiero a los líderes del G-20, sino a un grupo llamado Gestalten, que se vestían como zombies y caminaban por las calles. El grupo afirmaba que querían que el G-20 buscara una sociedad más abierta, igualitaria, en lugar de poner el poder en manos de unos pocos; y quería enviar un símbolo de solidaridad y participación política al mundo.
Hubo pocas señales de solidaridad entre los líderes del mundo capitalista en Hamburgo. El presidente estadounidense, Donald Trump, después de volar para visitar al derechista presidente de Polonia (¿como un desaire a Putin?), dejó en claro, a su peculiar manera, que los EEUU no volverían al Acuerdo de París sobre el cambio climático y se opondrían a cualquier declaración del G-20 que comprometiese a los EEUU con el libre comercio. De hecho, Trump está considerando imponer aranceles a los productos siderúrgicos de la UE.
La globalización, tal y como los líderes del capitalismo y las grandes empresas han llegado a quererla y disfrutarla, está bajo la amenaza del nacionalismo y el proteccionismo. Además está el aumento de los puntos calientes de crisis política de Corea del Norte y Oriente Próximo, para los que los líderes del G-20 no tienen ninguna política o solución clara.
Pero tal vez hay un dato positivo para el capitalismo: la mejora aparente de la economía mundial, por fin, después de seis o siete años de crecimiento económico, inversión e ingresos deprimidos desde el fin de la Gran Recesión en 2009.
Como el FMI señaló en su última actualización de la situación de la economía mundial: “La buena noticia es que la economía mundial está ganando impulso en la medida que la recuperación cíclica promete más puestos de trabajo, mayores ingresos y mayor prosperidad en el futuro”. Sin embargo, hace una advertencia: “la economía mundial puede estar ganando impulso, pero no podemos estar seguros de que estemos fuera de peligro … hay riesgos bajistas evidentes: la incertidumbre política, incluso en Europa; la espada del proteccionismo que pesa sobre el comercio mundial; y estrictas condiciones financieras globales que podrían provocar salida de capitales disruptivas de los países emergentes y en desarrollo “.
Sin embargo, parece que hay una recuperación económica en la mayor parte de Europa. El crecimiento medio del PIB real de la zona euro se acerca al 1,5% anual, con Escandinavia y Europa del Este creciendo aún más rápido. La economía de Estados Unidos está mostrando signos de desgaste, pero se mantiene alrededor del 2% anual. Japón oscila alrededor del 1,5% anual. China también, después de que los analistas más pesimistas predijeran su colapso, continúa expandiéndose a un 6,5-7% anual. Incluso algunas de las principales economías emergentes, como Brasil y Rusia parecen estar saliendo de las depresiones que sufrieron en los últimos 18 meses.
Los beneficios parecen haber aumentado globalmente en los últimos meses después de salir de territorio negativo. Esta recuperación se debe principalmente a la mejora en China y Japón.
Esto ha hecho que algunos economistas “ortodoxos” (JP Morgan) se sientan más seguros de que la Larga Depresión ha terminado. La recuperación y el crecimiento sostenido más rápido pueden llegar pronto, liderados por una mejora de la inversión empresarial.
De las grandes economías, sólo el Reino Unido, parece estar empeorando. Después de la decisión de abandonar la Unión Europea (Brexit), las empresas han dejado de invertir y los flujos de capital en la ciudad de Londres la han abandonado. Los últimos datos del PIB real en el primer trimestre de 2017 muestran que la economía del Reino Unido creció sólo un 0,2%, la menor tasa de crecimiento del conjunto de Europa, ¡como Grecia! La producción industrial se está desplomando y la inversión empresarial está congelada.
La familia media británica se enfrenta a la contracción más dura de ingresos reales de los últimos cinco años, en la medida en que el ingreso disponible real per cápita cayó un 2% en el primer trimestre de 2017. De hecho, según un nuevo informe de la Fundación Joseph Rowntree, una familia de cuatro (dos adultos que trabajan y dos niños) requiere “al menos” 40.800 libras al año para llegar a fin de mes y, en promedio, y una familia de ese tipo en el Reino Unido se queda corta en unas 3.000 libras.
Y tampoco es todo de color de rosa en los EEUU. Los últimos datos de empleo mensuales de julio muestran un mayor incremento del empleo, pero también un aumento en la tasa de desempleo por primera vez en años. Eso sugiere que el empleo ha alcanzado su pico. El crecimiento de los salarios sigue por debajo del 2,5% anual y, después de la inflación, los ingresos medios siguen sin crecer. Lo más importante es que las ganancias en los sectores productivos de la economía de Estados Unidos están cayendo.
Los beneficios de las acciones en el mercado de valores de Estados Unidos está en su nivel más bajo – lo que es una señal de que los precios de las acciones están muy por encima de las ganancias (beneficios) de las empresas estadounidenses.
Y la curva de rendimiento de los bonos de Estados Unidos está aplanándose (es decir, la diferencia entre el rendimiento a largo plazo y la tasa de interés a corto plazo en los mercados de crédito). Lo que suele ser un signo de desaceleración de la economía. Cuando se invierte la curva (el rendimiento a largo es inferior a la tasa a corto plazo), es señal de una próxima crisis.
La curva de rendimiento de los bonos se aplana porque la Reserva Federal de Estados Unidos parece decidida a aumentar su tasa de referencia, que establece el piso para todas las tasas de interés para préstamos en los EEUU y, a menudo, en el extranjero. Esto significa que el coste de los préstamos para el consumo o para invertir en la expansión de negocios aumentará. Según las actas de su última reunión, los miembros de la Fed están dispuestos a subir las tasas aún más, a pesar de que la inflación no está aumentando, por el contrario, y los salarios apenas crecen.
Como un gerente de fondos de riesgo estadounidense dijo: “no veo nada diferente de lo que la Fed ya ha dicho. La economía sigue siendo aceptable. No se esta sobrecalentando o enfriando. El mensaje implícito es que estamos en el camino para elevar las tasas de interés y para reducir el tamaño de los balances, no porque la economía se esté recalentando, sino porque queremos normalizar la política monetaria”. Pero si la Fed continúa con esta política, bien podría aumentar la presión a la baja sobre los beneficios empresariales y la inversión. Ya hay señales de que el coste de los préstamos ha aumentado en las economías asiáticas.
Por otra parte, las razones subyacentes para dudar del optimismo de los líderes del G-20 y de los jefes de fondos de riesgo sobre la economía mundial son que ninguna de las causas principales del bajo crecimiento de la productividad y la inversión se han corregido. En su último informe sobre la economía de Estados Unidos, el FMI redujo sus previsiones de crecimiento al 2,1 por ciento en 2017 y 2018, abandonando su hipótesis de que los planes de recorte de impuestos y del gasto fiscal de la administración Trump impulsaría el crecimiento. Lejos de acelerarse, la economía de Estados Unidos continúa arrastrándose lentamente, en el mejor de los casos. Mientras que la administración Trump sigue trabajando con unas proyecciones de crecimiento del 3 por ciento en 2021, el FMI cree que el crecimiento de EE UU se reducirá a una tasa potencial subyacente de 1,8 por ciento en 2020.
El crecimiento de la productividad en todas las grandes economías continúa en mínimos históricos.
Mientras que el PIB real per cápita está todavía muy por debajo de los niveles anteriores a la Gran Recesión, la desigualdad de ingresos y riqueza en las principales economías se mantiene en niveles récord: de hecho, sigue en aumento.
Y los volúmenes del comercio mundial siguen estando un 25% por debajo de los picos anteriores a la crisis financiera global.
La economía mundial todavía parece un zombi, aunque existe cierto optimismo de que los muertos vivientes recuperen su aliento vital.