Los jóvenes de Cristal

Por: César Eduardo Gordillo / Universidad Autónoma de Barcelona

El florero de Llorente que fue el vaso que rebosó la copa el 20 de julio de 1810 para la independencia de Colombia; doscientos años después se repite, pero ahora con un cartón de huevos de 1800 pesos. La afirmación del ministro de hacienda en una entrevista complaciente puso al descubierto la profunda desconexión que tiene la burguesía del país con la realidad que vive el colombiano de a pie.

Y es que a Colombia le llegan más balas que medicina en tiempo de COVID. Es bueno recordar que el florero de 1810 no era un florero cualquiera, el florero de Llorente era una de las mejores porcelanas de la época y de un notable criollo. En cambio, el cartón que sacó a las calles a los jóvenes colombianos ni es de cristal ni es de los notables colombianos. El cartón de huevos que los llevó a parar fue la actitud casi cínica y de poca empatía del ministro con los colombianos que en cuanto se dio el estallido renunció a su silla dejándola vacía, como otrora lo haría la guerrilla colombiana en el Caguán.

Pensar que un cartón de huevos cueste 1800 pesos, menos de medio dólar es confirmar que a Colombia le llueven más balas que comida. Esta fue la gota que rebosó la gota de las humillaciones, esa fue la gota que reboso la copa luego de tener que apaliar una pandemia a punta de trapos rojos en las ventanas para recibir algún alimento de cualquier samaritano. De tal tamaño es el desconocimiento de la realidad de esa clase política y burguesa del país, que de unos días para acá arenga “yo no paro, yo disparo”.

Y es que este florero de Llorente ni es de cristal ni es de los notables del país. La generación que hoy está en las calles se les etiquetó como los jóvenes de cristal, como aquellos que con nada se rompen. Pero hoy están demostrando todo lo contrario, son ellos los que se cansaron de comer los vidrios que le ofrece su estado opresor y salieron a las calles. Estos jóvenes representan ni más ni menos que la mentirosa cifra del 15,9%; y mentirosa porque por ahí pasó la cuenta hace rato, casi desde cuándo 12 huevos costaban menos de medio dólar en Colombia.

Dos siglos no serán suficientes para olvidar a Dilan Cruz, Brayan Niño y a las otras 59 víctimas mal contadas por Wikipedia. Y sí, es vergonzoso que sea Wikipedia y no un ente oficial quien documente la tragedia que hoy se vive en las calles. Es una vergüenza que no sea el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación del país quien registre estas cifras, pero para nadie es un secreto que mientras ellos estén en el poder el asesinato del joven Dilan Cruz sólo será un desafortunado accidente, como también lo es el tratado de paz y el conflicto armado que ahora se niegan en reconocer. Y aunque a la fiscalía no le cabe la menor duda que la culpa es del muerto, de Dilan Cruz, su soberbia al no reconocer a este joven como víctima llevó a que los jóvenes hoy reconozcan dos cosas fundamentales. Primera, que la fiscalía es una alcahueta del gobierno de turno; y dos, que los jóvenes de cristal están dispuestos a quebrarse y a dejar los vidrios rotos en las calles del país hasta que se haga justicia.

Pero si dos siglos no son suficientes, faltará esta vida y la otra para olvidar a Lucas Villa. Se cumplió la arenga burguesa con tinte paramilitar en Colombia: “yo no paro, yo disparo”.  “El solo hecho de ser joven y estar en la calle es arriesgar la vida” fueron las últimas palabras de este joven de cristal que fue baleado por sicarios desde una camioneta blanca. “Plomo es lo que hay pa´ estos hijueputas” dicen los que marchan con camisetas blancas a los jóvenes de cristal. Pero ellos responden con la vida en las calles, vomitando vidrios rotos, esos que les han obligado a comer durante siglos.

Foto: Raúl Arboleda

Por eso, no es raro que “La gente de bien” y vestida con camisetas blancas sea la que salga a la calle bajo el amparo de la policía a disparar contra los indígenas y los jóvenes, “¿Que supone uno?”. Supone uno que hay una complicidad pactada que niegan a aceptar, cientos de imágenes en las redes sociales lo confirman. Y “¿Que supone uno?” que estamos bajo un estado que sigue protegiendo a los de camisa blanca.

Pero como a Colombia le llueven más balas que justicia, la guerrilla sigue usando niños en la guerra; y lo que supone uno en medio de la sensatez, es que ellos no están allí porque lo desean, están porque son usados e instrumentalizados, y esto es lo que no quiere ver el Estado colombiano, prefiere criminalizarlos y bombardearlos. Y luego ellos, los de camisas blancas salen a arengar que “no estarían recogiendo café”, perorata que confirma como tanto Estado y los de las camisas blancas se tapan con la misma cobija.

Pero los Jóvenes de cristal no son ciegos y ya hicieron una lectura crítica de lo que sucede en el país, y ya tiene suficientemente claro quien les está respirando al cuello y reprimiendo, es el jefe de las camisas blancas quien vive y manda desde una finca en el departamento de Córdoba. “Y como dijo un periodista de CNN, a los manifestantes -que son jóvenes, los quieren vincular con una ideología, como si todos estos jóvenes fueran retrasados mentales y no tuvieran pensamientos propios. Es una falta de respeto total”. Los Jóvenes de Cristal no son unos retrasados, piensan y si algo han leído durante el confinamiento de la pandemia es la realidad del país, leyeron su hambre y el hambre de su vecino y por eso salieron a la calle cuando los desafiaron con una reforma laborar, de salud y pensional. Pero como a Colombia le llueven más balas que educación, estos jóvenes salieron a rugirle a su gobierno opresor y a decirle que ya no los pueden romper tan fácil porque están unidos a otras almas y que como dice Clarissa Pinkola “Somos fuertes cuando estamos con otra alma. Cuando estamos unidos a los demás, no nos pueden romper”.

Y como ya dijimos, hay alguien que da las órdenes, hay alguien que desde su pedestal de porcelana perfila a los ciudadanos. Hace poco señaló que quienes manifiestan en Europa tergiversan la democracia, pero también espetó que muchos son guerrilleros. Los jóvenes de cristal lo que están gritando y suplicando a la comunidad internacional es que bajo la consigna de “todos los que protestan son unos vagos guerrilleros” se les están violentando sus derechos fundamentales. El grito de independencia que se da en Colombia es que están cansados de vivir en medio de la guerra casada entre el estado, la guerrilla y los paramilitares por el narcotráfico. Ellos no están dispuestos heredar esta bomba de tiempo que dejo instalada Pablo Escobar Gaviria. Los jóvenes de cristal reclaman hoy que mientras ellos se matan por tierras para cultivar y territorios para controlar el país se está desangrando en medio de una corrupción que cada día trae más hambre.

Los Jóvenes de Cristal están a la espera de una negociación, pero lastimosamente aún se niegan en darle una silla de interlocutores dignos. Pareciera que el Estado se comporta como el estado opresor que culpabiliza a sus hijos de estar en el lugar equivocado y los criminaliza por perder asignaturas en el colegio; y que por tanto hay que matarlos como castigo, como sucedió con Dilan Cruz.

Fuente e imagen: nuevarevolucion

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