Jóvenes ecologistas de movimientos como Fridays for Future o Extinction Rebellion les han estado dando apoyo, y así Greta Thunberg publicó un tweet en solidaridad con los campesinos y un documento, una ‘caja de herramientas’ sobre cómo organizar la ayuda a este movimiento. La respuesta del gobierno indio, en una caída vertiginosa hacia el autoritarismo, fue fulminante: se detuvo a una joven activista, Disha Ravi, que había tomado parte en la elaboración y distribución del documento, acusándola de participar en una ‘conspiración internacional’ contra India. Es en este marco en el que hay que entender el siguiente artículo de Ashish Kothari. Como complemento, ofrecemos al final una declaración reciente de la propia joven activista publicada en sus redes sociales.
Todavía no se ha asentado el polvo en el caso de la ‘caja de herramientas’ de Disha Ravi, Shantanu Muluk, Nikita Jacob y Shubham Chaudhuri. Estos jóvenes activistas climáticos que han apoyado el movimiento campesino en India en curso, están bajo el radar de la policía, sometidos a interrogatorios diarios. Al menos por el momento, el estado es incapaz de tomar una acción más drástica debido a la orden con duras palabras del juez Dharmendra Rana concediendo la fianza a Disha. Mientras tanto los jóvenes activistas laborales dalits Nodeep Kaur y Shiv Kumar han sido, presuntamente, torturados en prisión. A ambos se les ha concedido la fianza tras semanas de encierro. Aparte de ayudar a organizar a los trabajadores por sus derechos, también estaban apoyando el movimiento campesino.
El sistema judicial se tomará su tiempo para resolver los casos contra estos jóvenes. Mientras tanto, sin embargo, los honorables ‘mayores’ de India ya están aconsejando a los jóvenes que se centren en sus estudios, mantengan el honor nacional y se busquen trabajos ‘respetables’. El escritor Manu Joseph, a la vez que reconocía la ‘extralimitación’ del estado al arrestar a Disha, ha escrito que los jóvenes deberían «abandonar el activismo y hacer dinero». El portavoz del BJP Sudesh Yadav ha dicho que Disha y otros eran solo «jóvenes mal guiados» que querían buscar «el camino más fácil al estrellato».
Estos consejos son, en primer lugar, totalmente condescendientes. Joseph dice que no deberían «estar luchando batallas que no comprenden» y da a entender que son peones de conspiraciones globales. No entraré ahora en la superficialidad de un argumento que es ciego a las conspiraciones corporativas internacionales tras las leyes y las políticas agrícolas en India desde los años 60. Pero decir que los jóvenes no saben lo que están haciendo, y que solo están siendo utilizados, insulta a la inteligencia de toda una generación. Precisamente lo que los mayores han hecho durante demasiado tiempo.
Pero debemos entender que este enfoque es también peligroso. Supone que los jóvenes están siendo mal dirigidos para que adopten causas que van en perjuicio de India. Es profundamente ahistorico ignorar que durante siglos, no solamente en India sino en todo el mundo, los jóvenes han dirigido a menudo movimientos para una transformación positiva. Estas acciones han dado como resultado avances en la vida social, económica y cultural, así como la protección del medio ambiente del que dependen todos los humanos. Si todos estos jóvenes se hubiesen quedado sentados tranquilamente en sus clases, preparando exámenes, y haciendo cola para entrevistas de trabajo para encajar en el sistema, estos movimientos no hubieran tenido lugar, y el mundo hubiera sido mucho más pobre por ello.
En los años 70, en el contexto de la Emergencia impuesta por Indira Gandhi, Jaiprakash Narayan hizo un llamamiento a la juventud de India para que diesen el paso para resistir la opresión y por la transformación social. El Chhatra Yuva Sangharsh Vahini (CYSV) resultante, al que se unieron miles de jóvenes, dio como resultado algunos de los líderes más brillantes de India. Muchos han ayudado a transformar vidas a mejor. Pienso inmediatamente en Rajendra Singh, quien ha ayudado a la autosuficiencia en agua de cientos de aldeanos en Rajastán, y en Mohan Hirabai Hiralal, quien ha estado implicado en el autogobierno, la conservación forestal y la seguridad de medios de vida en áreas adivasis de Maharashtra. Está también Chetna Gala Sinha, quien se unió al CYSV a los 17 años y fue quien inició el primer banco gestionado por mujeres de India, el Mann Deshi Bank, que ahora tiene un capital circulante de 1.500 millones y ha llevado al empoderamiento y mejora de la vida económica de decenas de miles de mujeres. Y están las mujeres del Movimiento de Tierras Bodhgaya en Bihar, surgido del CYSV, que hizo posible una de las primeras transferencias de propiedad de la tierra a mujeres dalits sin tierra, quitándosela a poderosas instituciones religiosas y feudales del Hindu Bodhgaya Math. En tiempos más recientes, gente joven de las universidades e institutos han desafiado el descarado comunalismo y las acciones contra los dalits y contra las mujeres de la actual administración (sus predecesores habían hecho lo mismo contra regímenes anteriores) llamando nuestra atención sobre algunos de las divisiones más profundas y prolongadas de India.
En las décadas de los 60 y los 70, la juventud en cientos de aldeas, especialmente chicas jóvenes, protestaron contra la tala indiscriminada de los bosques himalayos en Garhwal como parte del Movimiento Chipko. Este movimiento no solo ayudó a conservar bosques inestimables en el Himalaya, sino que inspiró a movimientos similares en muchas otras partes de India y en otros países. Irónicamente, una de ellas, Devaki Devi Rana, que tenía 15 años cuando se unió a las protestas en la aldea de Reni, ahora con 62 ha tenido que vivir el trauma de perder a su cuñado en la desastrosa inundación del 7 de febrero en Uttarakhand. Los habitantes de Reni han estado avisado durante años contra la construcción del Proyecto Hidroeléctrico de Rishiganga, justo debajo de su aldea. Fue la ruptura de esta presa lo que aumentó significativamente el daño por la inundación y mató a varias docenas de trabajadores en ese lugar.En Nagaland, los clubes juveniles han dirigido movimientos para la conservación de bosques locales y la vida salvaje, frente a la caza y la tala de árboles insostenibles, en docenas de aldeas. Gente jóven de las costas de India en Odisha, Kerala y Tamil Nadu han convencido a sus propias comunidades y autoridades locales de proteger los lugares de nido de tortugas marinas en peligro. En el último año o últimos dos años, campañas de jóvenes para salvar de proyectos propuestos de minería, industriales o de infraestructuras frágiles hábitats como la reserva de elefantes DehingPatkai en Assam, las reservas de pájaros de Pulicat y Vedanthangal en Tamil Nadu, y el Parque Nacional Mollem en Karnataka, han incluido algunas de las obras de arte más evocadoras por parte de los estudiantes, y al menos en un par de casos han ayudado a detener la destrucción.
Me estremece pensar dónde estaríamos si todos estos activistas hubiesen pegado su nariz a los libros de texto y se hubiesen centrado en sacar las mejores notas para poder conseguir trabajos en la empresa o el gobierno. De hecho, incluso en esos trabajos, muchos de quienes han adoptado causas progresistas, ayudado a los pobres o protegido el medio ambiente, han pasado por algún tipo de orientación bien fundada de este tipo en su juventud. Conozco personalmente a más de una docena de funcionarios públicos que formaron parte de grupos de acción medioambiental o social en la universidad (incluído aquel al que yo pertenezco), una experiencia que fue inestimable para que hiciesen todo lo posible para conseguir transformaciones positivas en cualquier puesto que se les hubiese encomendado.
Se puede decir lo mismo de algunos de los más destacados artistas, poetas, dibujantes de cómic, fotógrafos, expertos en comunicación, periodistas, abogados, educadores y muchas otras profesiones y modos de vida de India. Aparte de los jóvenes que se han quedado, o han vuelto, a medios de vida del sector ‘primario’ como la agricultura, la pesca, la silvicultura, el pastereo u otras como la artesanía tradicional, sectores que están muriendo debido a la negligencia del gobierno (o peor, por las compensaciones dadas a la producción industrial mecanizada que es más contaminante y con un uso menos intensivo de mano de obra).
Despreciar estas acciones juveniles como parte de ‘conspiraciones internacionales’ es ser profundamente superficial, ahistórico y, bueno, simplemente estar totalmente equivocado. Que alguno de ellos, o parte del activismo climático de los jóvenes de hoy haya estado influenciado por el discurso global, es sin duda cierto. Durante décadas, si no siglos, el flujo global de ideas ha influido en alguno de nuestros mayores movimientos y pensadores, incluídos Gandhi o Ambedkar, que a su vez han influido en movimientos progresistas en otras partes. Si queremos encontrar influencias internacionales que sean regresivas, tenemos que mirar al FMI, el Banco Mundial, las corporaciones multinacionales, los gobiernos del Norte… sin olvidar a los que anteriormente fueron nuestros amos coloniales… que han impuesto procesos ecológicos occidentales ecológicamente devastadores que, por mencionar solo una estadística, han causado la expulsión física de 60 millones de personas en nombre del ‘desarrollo’. Y son nuestros gobiernos los que han comprado estas ideas ajenas, que estos jóvenes activistas están desafiando.
Mi propio viaje como investigador-activista en los campos del medio ambiente, el desarrollo y los medios de vida, empezó como uno de tantos jóvenes que en la escuela o la universidad se iniciaron en el activismo ecologista. En aquellos primeros años, cuando según estas narrativas convencionales ‘deberíamos haber estado estudiado tranquilamente’, salimos a las calles para protestar por la caza de especies en peligro por parte de príncipes de Arabia saudí (tuvieron que retirarse debido a nuestras protestas y las de la comunidad Bishnoi), o exigir que el gobierno protegiese el maravilloso bosque de la cadena de Aravalli en Delhi (que fue de hecho declarado de protección oficial tras un año de intensa campaña). Si alguno de estos mayores que piden a los jóvenes que desistan de su activismo vive en Delhi, que sepa que el aire es al menos un poco menos contaminado porque este bosque todavía sobrevive. Que sepa que si el gobierno hubiese escuchado nuestras demandas sobre la contaminación del aire entonces (a principios de los 80), los ciudadanos de Delhi estarían respirando un aire mucho más limpio hoy. En estos últimos 40 años de mi viaje con Kalpavrikish, un grupo de acción ecologista, no puedo reivindicar ninuna transformación extraordinaria, pero hemos conseguido unas cuantas victorias como las anteriores, o detener la tala destructiva de madera en las islas Andamán y Nicobar, y apoyar a comunidades para que consiguiesen derechos colectivos sobre los bosques circundantes que han aumentado su seguridad en medios de vida a la vez que se protegían funciones ecológicas inestimables para el país. Como mínimo, hemos contribuido a un discurso general sobre la necesidad de equilibrar la sostenibilidad ecológica con las necesidades humanas. No lamento ni por un momento haber estudiado menos. O, tras terminar la universidad, no haberme dedicado a ‘hacer dinero’. Por el contrario, he encontrado sentido y satisfacción en llevar una vida de activista. ¡Lo último que he escuchado es que haya formado parte de ninguna ‘conspiración internacional’!
Por supuesto, si las escuelas y universidades fuesen ellas mismas espacios para un aprendizaje con sentido, quizá los jóvenes aprenderían mucho de esto en esas instituciones. Si todas fuesen como SECMOL en Ladakh, o Marudam en Tamil Nadu, o Adharshila en Madhya Pradesh, generaciones enteras de niños y jóvenes crecerían aprendiendo cómo aumentar su curiosidad y creatividad naturales, cómo convertirse en adultos que sean sensibles y responsables hacia otros que les rodean (y hacia las futuras generaciones y el resto de la naturaleza), y cómo no pensar que las únicas cosas que valen la pena en la vida son el dinero, el poder y la fama. Pero el 90% de las instituciones educativas de India están pensadas para crear una fuerza de trabajo obediente para que las corporaciones sigan consiguiendo beneficios y la continuación del centro del poder en el gobierno. Es natural entonces que los jóvenes busquen espacios fuera, donde puedan encontrar sentido y ser innovadores y creativos. Si el activismo es un espacio de este tipo, ¿qué derecho tienen los adultos a arrebatárselo?La gente mayor tenemos que dejar en paz a nuestros jóvenes. Como miembros de generaciones que han creado crisis globales exacerbadas que amenazan la vida misma en la Tierra y niveles vergonzosos de desigualdad entre los que tienen y los que no, deberíamos ser más cautelosos. Tenemos que dejar que florezca la agencia de los jóvenes, ser capaces de guiarlos, de darles un sentido de la historia, facilitar una serie de opciones, pero también entender que tienen el derecho constitucional a llevar a cabo las acciones no violentas que ellos crean apropiadas, y de hecho, el deber constitucional de ayudar a proteger la libertad, la democracia y el medio ambiente. Esto no significa pintar un cuadro totalmente rosa de la juventud: como hicimos en nuestro tiempo, a veces cometerán errores, serán impacientes y apresurados, desearán la oportunidad para una foto, saltar a acciones sin pensar en todas las consecuencias. Así que aconsejémosles paciencia y una visión matizada, ayudémosles a volver a un cierto ‘conocimiento lento’ desplazado por la rapidez de los medios sociales, animemos a la construcción de puentes entre clases, castas, géneros y divisiones ideológicas. Construyamos una atmósfera de respeto mutuo entre generaciones. Pero no les dictemos, no seamos paternalistas y no les amenacemos. Cuando lo hacemos, ponemos en peligro la mayoría de edad de toda una generación.
Ashish Kothari es miembro de Kalpavriksh y Vikalp Sangam, en Pune (India). Estos puntos de vista son personales.
Como complemento al artículo de Ashish, ofrecemos la declaración que ha efectuado recientemente la joven activista climática Disha Ravi, citada en el artículo:
«Todo lo que es real se siente demasiado irreal: el abominable smog de Delhi; la comisaría de la policía cibernética; el hospital Deen Dayal; los juzgados de Patiala House, y la cárcel de Tihar. En todos los años en que alguien me había preguntado dónde me veía en 5 años, nunca hubiera respondido que en la cárcel, pero ahí estaba.
Me sigo preguntando qué se sentía al estar allí en ese momento en particular, pero sigo sin respuestas. Me he obligado a creer que la única forma con la que seré capaz de sobrevivir todo esto era engañándome pensando que no me estaba pasando a mí: la policía no llamó a mi puerta el 13 de febrero de 201; no cogieron mi teléfono y portátil y me detuvieron; no me presentaron ante el juzgado de Patiala House; la gente de los medios de comunicación no intentaba encontrar sitio en la sala. Mientras permanecía en pie en esa sala del tribunal, buscando desesperadamente a mis abogados, me hice a la idea de que me tendría que defender por mí misma. No tenía ni idea de si tendría asistencia legal, así que cuando el juez me preguntó si tenía algo que decir, decidí decir lo que pienso. Antes de darme cuenta, era envíada cinco días a custodia policial.
No es una sorpresa que en los días que siguieron mi autonomía fue violada, mis fotografías aparecían en todos los programas de noticias, mis acciones eran consideradas culpables –no en el tribunal, sino en las pantallas planas de quienes buscan audiencia–. Estaba ahí sentada, sin saber de las muchas abstracciones hechas sobre mí para saciar su idea sobre mi persona.
Al terminar los cinco días (19 de febrero de 2021), fuí transferida a custodia judicial durante tres días. En Tihar, fue consciente de cada segundo de cada minuto de cada hora de cada día. Encerrada en mi celda, me preguntaba cuando se había convertido en un crimen pensar que los elementos más básicos de mantenimiento de este planeta eran tan míos como suyos. ¿Por qué millones están pagando el precio final por la avaricia de unos cientos? Su interés en la vida de esos millones depende de si consiguen o no beneficios e incluso ese interés tiene una vida muy corta. Desgraciadamente, también lo tendrá la humanidad, si no actuamos a tiempo para parar ese consumo y avaricia sin fin. Nos estamos acercando poco a poco a nuestro propio fin.
También comprendí, durante el tiempo bajo custodia, que la mayor parte de la gente sabe muy poco o nada de activismo climático o justicia climática. Mis abuelos, que son campesinos, originaron de manera indirecta mi activismo climático. Tuve que ser testigo de cómo les afectaba la crisis del agua, pero mi trabajo se reducía a campañas de plantación de árboles y a limpiezas, que son importantes pero no lo mismo que luchar por la supervivencia. La Justicia Climática trata de la igualdad intersectorial. Se trata de ser radicalmente inclusivo con todos los grupos de personas, de manera que todos tengan acceso a aire limpio, comida y agua. Como siempre dice un querido amigo: «La Justicia Climática no es solo para los ricos y los blancos». Es una lucha junto a aquellos que son desplazados, cuyos ríos han sido envenenados, cuyas tierras han sido robadas, que ven cómo sus casas son arrasadas cada dos por tres. Y aquellos que luchan incansablemente por los derechos humanos básicos. Luchamos junto a los silenciados activamente por las masas y presentados como ‘sin voz’, porque es más fácil para los savarnas –hindúes de casta alta– llamarlos ‘sin voz’. Tomamos la salida fácil y financiamos el ‘salvadorismo’, en lugar de amplificar las voces sobre el terreno.
La inmensa cantidad de amor de la gente me dio fuerzas. Les doy las gracias a todos los que me apoyaron. Los últimos días han ido más allá del dolor, pero sé que soy una de los privilegiados. Tuve la fortuna de tener una excelente asistencia legal voluntaria y gratuita, pero ¿qué pasa con los que no la tienen? ¿Qué pasa con todos aquellos en las cárceles cuyas historias no se venden bien? ¿Qué pasa con los marginados que no merecen tu tiempo de pantalla? ¿Qué pasa con aquellos que se enfrentan a la absoluta indiferencia del mundo? Aunque sus formas físicas estén atrapadas tras los barrotes a causa de nuestro silencio colectivo, sus ideas seguirán vivas mientras lo haga la resistencia del pueblo. Las ideas no mueren. Y la verdad, no importa cuanto tiempo haga falta, siempre acaba revelándose.
‘Somos amenazados todos los días, nuestras voces son aplastadas. Pero seguiremos luchando’ –Soni Sori
Luchando todavía por la justicia climática».
— Disha Ravi
Fuente: https://rebelion.org/la-juventud-india-tiene-el-derecho-y-el-deber-a-resistir-y-crear-los-mayores-deben-permitirlo-o-apartarse/