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Cartas de Amor y Desamor, de la autora Gabriela Mistral

América del Sur/Chile/Julio del 2016/Resumen/http://www.elresumen.com

Resumen:

El libro contiene 40 cartas escritas por Gabriela Mistral al poeta Manuel Magallanes Moure. Estas cartas muestran la dimensión pasional de la gran poetisa chilena y es el testimonio de una particular relación de amor y desamor.

«Te adoro, Manuel. Todo mi vivir se concentra en este pensamiento y en este deseo: el beso que puedo darte y recibir de ti», le escribe Gabriela Mistral al poeta chileno, destinatario de sus ardientes cartas que revelan una faceta no conocida (o conocida, tal vez, a medias) en la vida de nuestra autora.

Gabriela Mistral pone al desnudo su corazón y su alma. Y deja correr a borbotones su sentimiento a través de la tinta epistolar, que bien es aquí su sangre y su lujuria, sus amargores y su espiritualidad.

Cartas que contribuyen, sin pudores ni temores, a hacer claridad no solamente acerca de la vida de la autora, sino sobre una parte importante de su obra poética. Sólo un selecto espíritu como ella puede ser tan apasionado.

Acerca del autor:

Gabriela Mistral fue la primera latinoamericana (y la primera mujer en su especialidad) en ganar el Premio Nobel de Literatura, 1945.

Autor: Gabriela Mistral

Género: Literatura Latinoamericana

Idioma: Español

 Fuente: http://www.elresumen.com/libros/cartas_de_amor_y_desamor.htm

Fuente imagen: http://www.elresumen.com/tapas_libros/cartas_de_amor_y_desamor.jpg

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Aprendamos: “Pedagogía rubendariana”

Centro América/Nicaragua/Fuente:http://www.elnuevodiario.com.ni/

Por:Francisco Javier Bautista Lara

¿Cuál fue la ruta de aprendizaje de Rubén Darío? Al camino emprendido, con frecuencia obviado, nos referiremos como “Pedagogía rubendariana”. Incluimos diez componentes, métodos o valores en la ruta consciente del autor de Azul… Implicó dedicación y constancia. Le permitió romper y confrontar los paradigmas precedentes en la literatura panhispánica, imponer nuevos hitos, innovar con ímpetu y crear con estilo, siendo reconocido por su genialidad literaria, como fundador de un movimiento que marcó su época y las posteriores, permaneciendo después de un siglo con su inagotable creación letrada que provoca multitud de impresiones e interpretaciones.

Se afirma que tuvo memoria privilegiada e inteligencia brillante. Sin embargo, no radican allí los méritos de la grandeza de Darío, esas características, al igual que sus rasgos físicos, son herencia genética. Entonces ¿dónde está lo meritorio de la pedagogía asumida, quizás espontánea, en el contexto sociocultural y político de León a fines del siglo XIX? Darío supo cultivar esa herencia genética y social que percibió de su origen, de su tiempo y circunstancias.

Fue autodidacta (1). Organizaba su aprendizaje según sus inquietudes. Si bien asistió a la escuela, fue un alumno irregular —aprovechó sus años escolares; sus primeros maestros dejaron huella en el discípulo—, no se bachilleró ni cursó la universidad, el sistema educativo, limitado y encasillado, no domó al genio de particular lucidez y rebeldía, menos mal, si lo hubiera hecho, posiblemente coartaba su capacidad para crear e innovar. Algo tuvo León que, a pesar de lo improbable, generó a Darío. Su inicial espacio de aprendizaje fue la tertulia leonesa: círculo de discusión político-cultural del padre adoptivo, después las tertulias de Managua y San Salvador, de Valparaíso, Santiago, Guatemala, San José, Buenos Aires, Madrid, Barcelona y París. ¡Autodidactas como Darío!

Fue lector incansable (2), devoraba bibliotecas. Los primeros libros los encontró en los estantes de sus padres.  Hubo otras bibliotecas en León y la Biblioteca Nacional en la que laboró en Managua. Viajaba con libros en las travesías en barco o tren. Leía sin prejuicio diversidad de autores y temas: clásicos y contemporáneos, nacionales, hispanoamericanos y europeos, del español y otras lenguas, particularmente inglés y francés, descubrió autores raros y desconocidos en nuestras latitudes. Encontró, antes que muchos, a Whitman, Poe, Hugo, Verlaine, Adam, Moréas, Ibsen,… Leer fue conocer y conocerse, descubrir la estética del lenguaje, el sentido de las palabras e imágenes que estimulan la imaginación, fundamentan la razón y expande las emociones ¡lectores como Darío! Asumió la lectura como actitud para el aprendizaje.

Era un niño inquieto; se hizo hombre sin dejar de ser curioso (3), no perdió esa virtud. Edad, escuela y rigidez social suelen apagar la curiosidad sana y creativa de la infancia. Era observador constante,  su alrededor no pasó desapercibido; se sorprendía de detalles, apreciaba lo complejo y simple, lo cotidiano y extraordinario. Por curioso y observador (4), necesitó viajar, descubrir lugares y personas. ¡Curiosos y observadores como Darío!

Sabía escuchar (5). Era capaz de dirigir una conversación sin decir una palabra. No era su defecto hablar sin parar, sabía guardar silencio y oír atento, asentir o disentir, sin asaltar la palabra. Apreciar el conflicto de ideas que provocan la imaginación, despiertan la razón, la lógica, los absurdos, puntos de vista que enriquecen y descubren lo que no vemos. Escuchando aprendía; supo hacerlo desde las tertulias de su niñez que marcaron un método consciente e instintivo. ¡Escuchemos como Darío!

Era persistente (6) en lo que identificaba su propósito: “soy un instrumento del Supremo Destino”; no cesó de transformar, innovar la prosa y la poesía, lo asumió como obligación, a veces una carga llevada con entereza, en medio de sus limitaciones humanas, lidiando con sus fragilidades personales. Hombre imperfecto que impulsó con perfección su propósito, ¿qué puede ser más meritorio?

Era, en su complejidad intelectual y humana, sencillo (7), humilde. Gustaba la elegancia, la conversación inteligente, los grandes salones, la buena comida, el buen vino…, pero supo relacionarse con todos, sin ver por encima del hombro. Siendo adulto, era ingenuo; asumía la sencillez bien intencionada que lo hacía vulnerable.

Curiosidad, persistencia y sencillez: puertas del aprendizaje. Rasgos que le permitieron asimilar y transformar a partir de la lectura, la observación y la conversación. Facilitaron aprovechar su memoria prodigiosa e inteligencia natural, sin desperdicio, las hizo fructificar.

Tuvo cualidades personales inseparables a su sensibilidad artística: i) no respondía la ofensa con ofensa (8), ii) respetuoso (9), y iii) agradecido (10), actitud de reconocer el apoyo recibido sin olvidarlo ni dejar de expresarlo.

Escuelas y universidades, instituciones públicas y privadas, junto a la prosa y los versos, deberían resaltar: “seamos autodidactas, lectores, curiosos y observadores como Darío, aprendamos a escuchar, asumamos su sencillez y sensibilidad, su capacidad de agradecer”. No invisibilicemos el mérito frente a sus defectos. Así se construyó el genio, así cultivó las habilidades naturales y sociales heredadas. Es la “Pedagogía rubendariana” obviada que tuvo como consecuencia su obra imperecedera.

Fuente: http://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/396530-aprendamos-pedagogia-rubendariana/

Imagen: http://i1.wp.com/confidencial.com.ni/wp-content/uploads/2015/11/RubenDario.jpg?w=389

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Libro: Las Venas Abiertas de América Latina

Las venas abiertas de América Latina

América del Sur/Uruguay /01-07-2016/Autor: Peter Roman /www.elresumen.com

Resumen:

Las venas abiertas de América Latina, es un ensayo periodístico del escritor uruguayo Eduardo Galeano, contiene crónicas y narraciones que dan pruebas del constante saqueo de recursos naturales que sufrió el continente latinoamericano a lo largo de su historia a manos de naciones colonialistas, del siglo XV al siglo XIX, e imperialistas, del siglo XX en adelante.

«Escribí Las venas para difundir ideas ajenas y experiencias propias que quizás ayuden un poquito, en su realista medida, a despejar los interrogantes que nos persiguen desde siempre: ¿es América Latina una región del mundo condenada a la humillación y a la pobreza? ¿Condenada por quién? ¿Culpa de Dios, culpa de la naturaleza? ¿No será la desgracia un producto de la historia, hecha por los hombres y que por los hombres puede, por lo tanto, ser deshecha?.

Este libro fue escrito con la intención de divulgar ciertos hechos que la historia oficial, historia contada por los vencedores, esconde o miente. Sé que pudo resultar sacrílego que este manual de divulgación hable de economía política en el estilo de una novela de amor o de piratas.Creo que no hay vanidad en la alegría de comprobar, al cabo del tiempo, que Las venas no ha sido un libro mudo».»Bienvenida sea esta historia de América Latina que recoge los hechos, tiene profundidad teórica y es sumamente legible. Un excelente trabajo.Peter Roman, ‘Science and Society’, USA.»Un gran escritor y una gran obra, que hoy me parece más actual y necesaria que cuando apareció».

Jean Ziegler, ‘Afrique-Asie’, Francia.

Acerca del autor:

Eduardo Galeano es escritor y periodista, unas de las figuras más destacadas de la literatura Iberoamericana. Sus obras van más allá de géneros ortodoxos, combinando documental, ficción, periodismo, análisis político e historia

 

Las Venas Abiertas de América Latina

Autor: Eduardo Galeano

Género: Literatura Latinoamericana

Idioma: Español

Fuente: http://www.elresumen.com/libros/las_venas_abiertas_de_america_latina.htm

Fuente Imagen: http://www.elresumen.com/tapas_libros/las_venas_abiertas_de_america_latina.jpg

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La Universidad de Cartagena se convierte en la morada de las cenizas de García Márquez

Por iniciativa de la familia García Márquez Barcha las cenizas de Gabriel García Marquez volvieron a Cartagena, señala la resolución expedida por la Universidad de Cartagena para esta ceremonia. Expresó el rector Parra Chacón, quien aseguró que es “un honor acoger las cenizas de nuestro nobel inmortal”.

Por Redacción / Sin Embargo mayo 22, 2016

Cartagena (Colombia), 22 de mayo (EFE).- Dos años largos después de su fallecimiento, el nobel colombiano Gabriel García Márquez regresó hoy para siempre a Cartagena de Indias, donde sus cenizas, con aura de inmortal, reposarán en un memorial construido en su honor en el Claustro de la Merced.

En esta ciudad en la que vivió cuando joven, se inició en el oficio del periodismo y fue fuente de inspiración de su obra, García Márquez recibió hoy un homenaje póstumo para que Cartagena de Indias sea “su morada eterna en el Caribe”, según la resolución de la Universidad de Cartagena, institución a la que pertenece el Claustro.

El rector de la Universidad, Edgar Parra Chacón, recordó que en 1948 el joven García Márquez tuvo que interrumpir sus estudios de derecho en Bogotá por la violencia de “El Bogotazo” desatada por el asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, y se instaló en Cartagena, donde se matriculó en esa institución.

Pese a que poco tiempo después abandonó las clases de derecho, su nombre quedó para siempre ligado a la Universidad de Cartagena, ciudad “por la que confirmó sus más caros afectos”, dijo el Gobernador del departamento de Bolívar, cuya capital es Cartagena, Dumek Turbay.

“Bienvenido de nuevo a casa, Gabo, Gabriel, Gabito, acá con nosotros por siempre”, manifestó el Gobernador Turbay.

Junto a las cenizas del Nobel de Literatura de 1982, fallecido a los 87 años de edad, el 17 de abril de 2014 en Ciudad de México, fue desvelado un busto suyo, esculpido por la artista británica Katie Murray, que fue instalado sobre una plataforma flotante construida en el patio central del Claustro de la Merced, construcción española de los tiempos de la Colonia.

El busto de bronce, que estaba cubierto por un manto amarillo, como las rosas que adornan la base del pedestal, o como los enjambres de mariposas que rodeaban siempre a Mauricio Babilonia en “Cien años de soledad”, fue desvelado al caer de la tarde por los hijos y nietos del nobel al ritmo de la “Pequeña Suite”, composición del maestro colombiano Adolfo Mejía.

“Las cenizas de Gabo, solicitadas en muchos lugares del mundo, habrán de reposar en este espacio”, expresó el rector Parra Chacón, quien dirigiéndose a la viuda de García Márquez, Mercedes Barcha, y a sus hijos Gonzalo y Rodrigo, aseguró que es “un honor acoger las cenizas de nuestro nobel inmortal”.

Fue “por iniciativa de la familia García Márquez Barcha” que las cenizas de Gabo volvieron a Cartagena, señala la resolución expedida por la Universidad para esta ceremonia.

“Él mismo quiso que fuera así, me lo contó de su propia boca y jamás se lo he contado a nadie, nunca he escrito esa historia ocurrida hace más de 20 años”, dijo en el acto uno de sus amigos, el escritor y periodista Juan Gossaín, quien reveló que el nobel le dijo en esa ocasión: “La gente sabe que a mí me gusta Cartagena y me gustaría que me entierren en Cartagena”.

“No estamos aquí para participar en una ceremonia fúnebre, ni en un ritual de exequias, esto es una reunión de amigos, y los amigos verdaderos nunca desaparecen, y menos aún si se trata, como en este caso, de un amigo inmortal”, manifestó Gossaín.

Entre los presentes hoy en la ceremonia estuvieron, además de su esposa, hijos y nietos, algunos de sus hermanos, y otras autoridades como la ministra de Cultura, Mariana Garcés, o el alcalde de Cartagena, Manuel Vicente Duque.

Precisamente uno de sus nietos, Mateo García Márquez, leyó un fragmento del capítulo seis de Vivir para contarla, su obra de memorias, en el que relata su llegada a Cartagena.

Y como no podía faltar en un homenaje a Gabo, el acto se cerró con una interpretación de música vallenata, su preferida, a cargo del grupo de Adolfo Pacheco y Julio Rojas, y una lluvia de papeles amarillos cayó sobre los presentes en el patio central del Claustro de la Merced, ya entrada la noche.

Fuente: http://www.sinembargo.mx/22-05-2016/1663605

Foto: EFE

Fecha de publicación en OVE: 23 Mayo 2016

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Fernando del Paso: Sexto mexicano en recibir el Premio Cervantes

Allí va Fernando del Paso todo envuelto en una suntuosa cauda de palabras. Allí va cargado en una cultura enciclopédica que lo hace hablarnos de Bouvard y Pécuchet, Gargantúa y Pantagruel, El lazarillo de Tormes y Jonathan Swift, el barón de Charlus y Marcel Proust, Jean Genet y Gertrude Stein, Mallarmé y William Blake.

Allí va sobre los durmientes de los rieles que cubren el mundo entero enseñándonos a jugar al “¿Ahí va un tren cargado, cargado de…?” que él empaca con todos los diccionarios leídos, todos los sinónimos acumulados a lo largo del tiempo.

Allí va el sobrino nieto de Francisco del Paso y Troncoso ahora convertido en eje vial. Allí va el locutor y traductor de la BBC de Londres. Allí va el Premio Rómulo Gallegos 1982, allí va el ganador del Premio al Mejor Libro Extranjero en Francia en 1985; allí va el Premio Radio Nacional de España por el mejor programa cultural, por su Carta a Juan Rulfo, allí va el cónsul general de México en París, allí va el Premio Villaurrutia 1966, allí va el Premio Nacional de las Artes 1991, allí va el Premio Juan Rulfo 2007.

Allí va el piloto Palinuro, personaje de la Eneida, que en Virgilio cae al mar durante la tormenta; allí va el que sueña con los ojos abiertos, allí va el que se pone al servicio de sus personajes. Allí va el artesano que engarza las palabras como diamantes, allí va el escritor que ha contribuido a escribir la historia de nuestro país, allí va enfundado en sus trajes color pastel y en sus camisas de libertad, allí va libre y desenfadado, a muy buen paso, sus mejillas enrojecidas por el esfuerzo mantenido por su inexorable fidelidad a sí mismo, a su lenguaje barroco, auténtico, abigarrado, trabajoso, irritante, mágico y deslumbrador.

Lo conocí cuando Arnaldo Orfila Reynal decidió que su novela José Trigo iniciara la colección literaria de Siglo XXI Editores. Del Paso, quien comparte su segundo apellido, Morante, con Elsa Morante (la gran novelista italiana), nacido en 1935 en la Ciudad de México, artesano de sí mismo, ha producido una obra maestra que cambiaría la literatura, así como James Joyce la transformó con suUlises.

“José Trigo se comenzó a imprimir antes de que yo lo terminara de escribir, me faltaba un capítulo: el del Puente de Nonoalco-Tlatelolco, el de en medio, y ya estábamos corrigiendo galeras…” –nos cuenta Del Paso.

“Fue algo fantástico, prácticamente me lo arrebató Orfila pero qué bueno, si no me quedo diez años más escribiéndolo (…) Me angustia muchísimo escribir pero, al mismo tiempo, lo disfruto y para mí lo importante no es tanto haber escrito sino escribir. Lo que me da sentido a mí como escritor es el momento en que estoy escribiendo.”

Fernando del Paso quiso ser médico, pero al igual que Palinuro, resultó incapaz de ver sangre y eligió la poesía, la publicidad, el dibujo, la pintura, la gastronomía. Volverse escritor, diplomático, poeta, dibujante, repartidor de palabras, publicista, esposo de Socorro, padre de cuatro hijos, gourmet y maniquí lo convirtió en un personaje singular y todas estas profesiones le confieren a la envoltura humana de Del Paso un color sonrosado que le da aspecto de manzana.

El escritor desparrama palabras. Las palabras lo tejen, lo amasan, lo hacen vivir y logran que su corazón de manzana enrojezca, madure y tome la pluma; las palabras lo obligan. Fernando es su súbdito y su amo a la vez, su verdugo y su víctima, su patria grande y su patria chica, su presa y su vertedero de demasías.

“Un día pasé por Nonoalco en camión, quise hacer un cuento porque vi a un hombre cargando sobre el hombro un pequeño ataúd y lo seguí. Escribo según la inspiración. Fíjate que el tercer capítulo de José Trigonació prácticamente de esa visión, meramente plástica; pasé un día por Nonoalco-Tlatelolco en un camión y vi esos campamentos a lo lejos y me gustaron muchísimo y un día fui especialmente a caminar por allí; observé los vagones transformados en casas con las macetas de geranios colgando, las cortinitas que les ponen, los tendederos de ropa de uno a otro vagón y me gustó muchísimo ¡es tan plástico todo eso! y eché a andar a un ferrocarrilero con una cajita blanca en el hombro y atrás una mujer que cortaba esos enormes girasoles que crecen en los baldíos y de esta imagen nació José Trigo, mi primera novela. Después iba los sábados a tomar notas y apuntes y escribí un texto que se fue haciendo inmenso y abarcó 536 páginas escritas a lo largo de siete años.”

Así de sencillo es el arranque de una novela formidable: José Trigo,que asombró e irritó a la vez. Edmundo Valadés, autor de La muerte tiene permiso, lo saludó como el mayor acontecimiento literario de México y sostuvo siempre que si algún novelista merecía el Nobel en nuestro país, ése era Del Paso.

Juan Rulfo declaró: “José Trigo es la más formidable empresa que en el territorio idiomático se haya intentado en Hispanoamérica. Es una novela barroca, sí, pero como dice Carpentier: en América Latina si no somos barrocos no somos novelistas”.mex fernando del paso, escritor

Soberbio, Fernando pasó por encima de las críticas buenas y malas con la suprema fortaleza que lo caracteriza. Para él, en México la gente se junta en gremios: zapateros, plateros, barrenderos. Y los escritores se reúnen para no sentirse tan solos. “A las personas a quienes quería que les gustara José Trigo, les gustó. Y eso me basta” –me dijo en aquella ocasión–. “Sé que el libro es muy difícil y necesita la colaboración del lector, pero así me salió. No hice otro libro. Hice José Trigo”.

Cuando pienso en Fernando del Paso me invade un sentimiento de asombro; sus novelas están infinitamente documentadas, pulidas, trabajadas, cinceladas, re-escritas, intencionadas y a la vez libres, porque él no le hace una sola concesión al lector.

Aunque en Palinuro de México no buscó el juego lingüístico, resultó otra obra monumental a la manera de Joyce.

En Palinuro de México se sumerge en la medicina, pero su Palinuro no es sólo un estudiante de medicina que acaba muriéndose en 1968, sino un hombre fascinante que abarca todos los temas de la ciencia, el amor y la cultura. Cualquiera puede escribir una novela sobre un estudiante muerto en 1968, cualquiera también puede documentar la vida de un ferrocarrilero y hacer una historia de los ferrocarriles, consultar libros técnicos sobre cómo se instalan los durmientes y los rieles, cómo se alinean las vías, cualquiera puede investigar y leer obsesivamente acerca de una huelga, pero nadie puede –como Del Paso– escribir una obra maestra en la que el tracatraca del ferrocarril punteé la tragedia ferrocarrilera, la tragedia de los sindicatos blancos, la tragedia de nuestra corrupción y la tragedia individual de un líder.

Noticias del Imperio fue una fiesta no sólo para Fernando, sino para sus múltiples lectores. Maximiliano y Carlota me llevaron de la mano del castillo de Miramar en Trieste al de Chapultepec, pasando por todos los castillos que Fernando dibuja con esmerada obsesión.

Probablemente seas una de las pocas personas que conozca el Castillo de Miramar en Trieste –me dijo Fernando–. Junto con otros visitantes pasé de la recámara nupcial de baldaquino de terciopelo rojo al pequeño salón fumador decorado a la oriental siguiendo la moda de la época: bambús, porcelanas, sedas bordadas a mano y biombos convertidos en encaje.

Durante el recorrido me acompañó Fernando del Paso en el pensamiento y descubrí que la biblioteca le rinde homenaje al liberalismo de Maximiliano, ya que los cuatro bustos de mármol que la presiden son de Dante, Shakespeare, Homero y Goethe. Pude comprobar que los libreros contienen obras de otros pensadores igualmente liberales.

Por eso, el enorme éxito en librería de Noticias del Imperio. Convertirse de la noche a la mañana en bestsellerfue para él una sorpresa, como para quienes lo seguimos de cerca.

Fernando del Paso sabe de lo que habla al considerar que Maximiliano era un poco despreciable, un déspota ilustrado en el sentido de su liberalismo pero naif porque creía que Dios le había conferido el derecho divino a gobernar. Más que condenar su despiste, me conmueve la ingenua fragilidad de Miramar y sus ilusos habitantes.

La salita Novara, réplica de la popa de la fragata Novara en la que los futuros emperadores habrían de llegar a México, condensa sus ilusiones. Todas las ventanas de Miramar, absolutamente todas, tienen vista al mar, por eso, al llegar a México, las ventanas, las terrazas, los balcones de Chapultepec dan al oleaje verde del bosque, al valle de México, al mar de ahuehuetes, una infinita playa de verdor arbolado.

Con mucha razón Maximiliano quiso llamarlo Miravalle, según lo explica Del Paso. Vestido de charro el emperador bajaba frívolo y confiado hacia su valle y gustaba de estar entre la gente. Participó en muchos encuentros con el pueblo. Carlota, más realista, intuyó que por más que les sonrieran, no los amaban y sintió miedo.

“Mira, Elena –me dijo Del Paso– sobre Maximiliano y Carlota y la intervención francesa hay la más extensa bibliografía que pueda imaginarse, entre 90 y cien volúmenes. La mayoría están en alemán, aunque muchos se han traducido al español, al inglés y al francés.

“Acudí a los periódicos de la época, el Diario Oficial del Imperio,L’Estafette, La Orquesta y L’Ére Nouvelle, dos de ellos publicados en francés en México, y uno antes de la intervención francesa. Acudí también al Ceremonial de la Corte de Maximiliano que localicé en el Archivo General de la Nación y al libro del Conde Egon Corti, quien fue quizá el primero en hacer en los años 30 un trabajo serio sobre la tragedia de Maximiliano y Carlota.

“De ese enorme caudal de material, sólo utilicé 10 por ciento, a veces ni 10 por ciento. No soy historiador y me decidí por una especie de carrera entre la imaginación y la documentación y en el caso de Maximiliano y Carlota gana la imaginación. Partes de la novela son la narración de hechos básicos e históricos desde que se planeó el imperio hasta la intervención francesa, la llegada de Maximiliano, el derrumbe del imperio, el retiro de las tropas francesas y la locura de Carlota; pero otras muchas páginas son pura imaginación o creación como debe llamársele.

“No retrato sólo a Carlota, voy mucho más lejos. Noticias del Imperioes Carlota, es Maximiliano, es Juárez, es todo lo que provocó la intervención francesa. Podría haber escrito la historia de uno solo de los personajes, quizá de Carlota, pero me fui a lo grande.

Carlota enloqueció muy joven, a los 26 años, murió 60 años después, en 1927, el año en que Al Johnson hace la primera película hablada y Charles Lindbergh atraviesa el Atlántico.

¿Cuál es la función de las palabras de Del Paso además de embrujarnos? ¿Cuál es el poder de seducción de Del Paso al resucitar la huelga ferrocarrilera, la medicina, el amor, la derrota, la muerte, la locura?

Más que ningún otro escritor, Del Paso nos enseña a convertir la lectura en una iniciación hacia la vida interior que en México tanta falta hace a nuestros representantes políticos.

Ojalá la Cámara de Diputados y el Senado se agotaran leyendo José Trigopara que ya no tuvieran fuerzas para pedir aumentos más que inmerecidos.

 Fuente: Fernando del Paso: sexto mexicano en recibir el Premio Cervantes

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