Estudiantes abandonan clases y se suman a protestas en El Líbano

Asia/Líbano/07 Noviembre 2019/Prensa Latina

Los estudiantes abandonaron las clases y se sumaron a las protestas en El Líbano, en demanda de un futuro mejor, reflejan hoy los informativos.
De tal manera, dieron un impulso adicional a las manifestaciones antigubernamentales que entraron hoy en su día 21 que ahora no bloquean carreteras y se concentran frente a edificios, oficinas y dependencias estatales.

‘Nunca sería parte de una secta cuando crezca. Todo es corrupción contra corrupción’, apuntó uno de los estudiantes ante la sede del Ministerio de Educación.

Y agregó, en declaraciones a una televisora, ‘queremos un futuro mejor. No solo colgar nuestros diplomas en la pared’.

La mayoría de los jóvenes libaneses temen que después de graduarse en cualquier nivel, se vean obligados a emigrar en busca de trabajo, a causa de que el desempleo juvenil alcanza a 35 por ciento.

En Sidón, estudiantes de secundaria y universitarios se congregaron en la plaza Eliya y desde allí partieron en una marcha por toda la sureña ciudad y bloquearon los edificios de las compañías estatales Electricite Du Liban y Ogero.

Mientras, en Beirut, una manifestación se plantó frente al Palacio de Justicia y exigió de las autoridades la apertura e investigación de los expedientes inactivos relacionados con la malversación financiera.

‘Lucha contra la corrupción? Haz tu trabajo y te apoyaremos hasta el final’, gritaba uno de los participantes en la marcha.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=318802&SEO=estudiantes-abandonan-clases-y-se-suman-a-protestas-en-el-libano
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Lucha contra la corrupción enseñaran universidades en Perú

América del sur/Perú/22 Agosto 2019/Prensa Latina

Once universidades peruanas enseñarán a sus alumnos la lucha contra la corrupción, ilustrándolos sobre casos emblemáticos de ese mal registrados en los últimos 30 años, en una materia virtual anunciada hoy.
El curso fue presentado por el presidente de la Conferencia Episcopal Peruana (CEP) y del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), Miguel Cabrejos, quien explicó que aborda la historia de la corrupción y su presencia en el mundo.

El dignatario eclesiástico calificó al citado problema de un virus social que infecta las instituciones públicas y privadas, y que menoscaba los recursos que necesita el Estado para atender la lucha contra la pobreza.

Las clases previstas ilustrarán sobre la corrupción en la vida pública e individual y sus consecuencias en la economía, la sociedad, la política y la cultura.

La materia se dictará en todas las facultades de 11 universidades católicas y está disponible para las estatales y otras privadas, indicó Cabrejos.

Señaló que la materia incluye medidas de prevención, mecanismos de control, sanciones y virtudes cívicas, así como la enseñanza de los criterios éticos de la doctrina social de la Iglesia católica y enseñanzas sobre el tema, de los papas y Francisco y Juan Pablo II.

Al fundamentar la pertinencia de la inclusión de la materia de lucha contra la corrupción, señaló que este mal no solo causa daños económicos y jurídicos, sino también también en la forma en que la población normaliza las situaciones corruptas de su entorno.

‘Queremos enfrentar este problema desde las bases, desde la educación de nuestros jóvenes, porque en sus manos está la transformación moral y cívica del Perú’, sentenció.

Fuentes católicas indicaron que el anuncio de Cabrejos refleja una nueva orientación de la Iglesia católica peruana a partir de la jubilación, a comienzos de año, del cardenal conservador Juan Luis Cipriani y la previa designación como cardenal, del progresista Pedro Barreto.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=299805&SEO=lucha-contra-la-corrupcion-ensenaran-universidades-en-peru
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La opaca transparencia. Por Boaventura de Sousa Santos

Por: Boaventura de Sousa Santos.

Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

El problema de la transparencia, como el de la lucha contra la corrupción, es la opacidad de su selectividad. Quienes quizás vivan más directamente este problema son los periodistas de todo el mundo que todavía insisten en hacer periodismo de investigación. Todos temblaron el pasado 11 de abril, cualquiera que haya sido la línea editorial de sus periódicos, ante la detención de Julian Assange, sacado a la fuerza de la embajada de Ecuador en Londres para ser entregado a las autoridades estadounidenses que contra él habían emitido una solicitud de extradición.

Las acusaciones que hasta ahora se han vertido contra Assange se refieren a acciones que solo pretendían garantizar el anonimato de la denunciante de irregularidades Chelsea Manning, es decir, garantizar el anonimato de la fuente de información, una garantía sin la cual el periodismo de investigación no es posible. Si los periodistas son quienes viven más directamente la selectividad de la transparencia, quienes más sufren las consecuencias de ello son la calidad de la democracia y la credibilidad del deber de rendición de cuentas a la que los gobiernos democráticos están obligados.

¿Por qué la lucha por la transparencia se dirige a determinados objetivos políticos y no a otros? ¿Por qué las revelaciones en algunos casos son celebradas y tienen consecuencias mientras que, en otros, se impiden y, si llegan a ver la luz, se ignoran? De ahí la necesidad de conocer mejor los criterios que presiden la selectividad. Por supuesto, el otro lado de la selectividad de la transparencia es la selectividad de la lucha contra la transparencia.

Tal vez no sabríamos de las perturbaciones reveladas por WikiLeaks en

2010 (videos militares sobre el asesinato en Irak de civiles desarmados, dos de los cuales trabajaban para Reuters), si no hubiesen sido divulgadas ampliamente por los medios de comunicación de referencia de todo el mundo. ¿Por qué toda la saña persecutoria se desató contra el fundador de WikiLeaks y no sobre esos medios, algunos de los cuales ganaron mucho dinero que nunca retornó adecuadamente para Assange? ¿Por qué entonces los editoriales del New York Times vitoreaban a Assange como el campeón de la libertad de expresión y celebraron las revelaciones como el triunfo de la democracia, mientras que el editorial de la semana pasada considera su prisión como el triunfo de la rule of law? ¿Por qué el Gobierno de Ecuador protegió “los derechos humanos de Assange durante seis años y 10 meses”, en palabras del presidente Lenín Moreno, y lo entregó repentina e informalmente, violando el derecho internacional de asilo? ¿Será porque, según The New York Times, el nuevo préstamo del FMI a Ecuador por valor de unos 4000 millones de dólares habría sido aprobado por EE.UU. a condición de que Ecuador entregara a Julian Assange? ¿Será porque WikiLeaks reveló recientemente que Moreno podría ser acusado de corrupción por dos supuestas cuentas offshore, de titularidad de su hermano, una en Belice y otra en Panamá, donde supuestamente se depositaron comisiones ilegales?

En cuanto a la selectividad de la lucha por la transparencia, hay que distinguir entre los que luchan desde fuera del sistema político y los que luchan desde dentro. En cuanto a los primeros, su lucha tiene, en general, un efecto democratizador porque denuncia el modo despótico, ilegal e impune en que el poder formalmente democrático y legal se ejerce en la práctica para neutralizar resistencias a su ejercicio. En el caso de WikiLeaks habrá que reconocer que ha publicado informaciones que afectan a gobiernos y actores políticos de diferentes colores políticos, y este es quizás su mayor pecado en un mundo de rivalidades geopolíticas. La suerte de WikiLeaks cambió cuando en 2016 reveló las prácticas ilegales que manipularon las elecciones primarias en el Partido Demócrata de EE.UU. para que Hillary Clinton, y no Bernie Sanders, fuera la candidata presidencial; y más aún después de haber mostrado que Hilary Clinton fue la principal responsable de la invasión de Libia, una atrocidad por la que el pueblo libio sigue sangrando. Se puede objetar que WikiLeaks se ha restringido, en

general, a los gobiernos más o menos democráticos de dicho mundo eurocéntrico o nortecéntrico. Es posible, pero también es verdad que las revelaciones que se han hecho más allá de ese mundo cosechan muy poca atención de los medios dominantes.

La selectividad de la lucha por parte de los que dominan el sistema político es la que más daño puede causar a la democracia, pues quien protagoniza la lucha, si tuviese éxito, puede aumentar su poder por vías no democráticas. El sistema jurídico-judiciario es hoy el instrumento privilegiado de esa lucha. Asistimos en los últimos días a intentos desesperados por justificar la anulación del asilo de Assange y su consecuente prisión a la luz del derecho internacional y del derecho interno de los varios países involucrados. Empero, nadie ignora el hecho de que se trató de un barniz legal para cubrir una conveniencia política ilegal, si acaso no directamente una exigencia por parte de Estados Unidos.

Pero sin duda el estudio de caso del abuso del derecho para encubrir intereses políticos internos e imperiales es la prisión del expresidente Lula da Silva. El ejecutor de tal abuso es el juez Sergio Moro, acusador, juez en causa propia, ministro de justicia del Gobierno que conquistó el poder gracias a la prisión del líder del PT. Lula fue procesado mediante sórdidos dislates procesales y la violación de la jerarquía judicial, se lo condenó por un crimen que nunca fue probado, y es mantenido en prisión a pesar de que el proceso no ha sido transitado en juzgado. De aquí a cincuenta años, se todavía hubiera democracia, este caso será estudiado como ejemplo del modo en que la democracia puede ser destruida por el ejercicio abusivo del sistema judicial. Es también el caso que mejor ilustra la falta de transparencia en la selectividad de la lucha por la transparencia.

No es preciso insistir en que la práctica de promiscuidad entre el poder económico y el poder político viene de lejos en Brasil y que cubre todo el espectro político. Ni tampoco que el expresidente Michel Temer pudo terminar el mandato para el cual no fue electo a pesar de los desórdenes financieros en los que habría estado involucrado. Lo importante es saber que la prisión de Lula da Silva fue fundamental para elegir un Gobierno que entregase los recursos naturales a las empresas multinacionales, privatizase el sistema de pensiones, redujese al máximo las políticas sociales y acabase con la tradicional autonomía de la política internacional de Brasil, rindiéndose a un alineamiento incondicional con Estados Unidos en tiempos de rivalidad geopolítica con China.

Objetivamente, quien más se beneficia con estas medidas es Estados Unidos. No sorprende por ello que intereses norteamericanos hayan estado tan implicados en las últimas elecciones generales. Es sabido también que las informaciones que sirvieron de base para la investigación de la Operación Lava Jato resultaran de una íntima colaboración con el Departamento de Justicia estadounidense. Pero quizás sea sorprendente la rapidez con la que, en este caso, el hechizo puede volverse en contra del hechicero. WikiLeaks reveló que Sergio Moro fue uno de los magistrados entrenados en Estados Unidos para la llamada “lucha contra el terrorismo”. Se trató de un entrenamiento orientado al uso robusto y manipulativo de las instituciones jurídicas y judiciarias existentes, así como para el recurso a innovaciones procesales, como la delación premiada, con el objetivo de obtener condenas rápidas y drásticas. Fue esa formación que enseñó a los juristas a tratar algunos ciudadanos como enemigos y no como adversarios, esto es, como seres privados de los derechos y de las garantías constitucionales y procesales y de los derechos humanos supuestamente universales.

El concepto de enemigo interno, originalmente desarrollado por la jurisprudencia nazi, buscó precisamente crear una licencia para condenar con una lógica de estado de excepción, a pesar de ser ejercida en una supuesta normalidad democrática y constitucional. Moro fue así escogido para ser el malabarista jurídico-político al servicio de causas que no pueden ser avaladas democráticamente. Lo que une a Assange, Lula y Moro es ser peones del mismo sistema de poder imperial: Assange y Lula como víctimas, Moro en tanto verdugo útil y por eso descartable cuando haya cumplido su misión o cuando, por cualquier motivo, se transforme en un obstáculo para que la misión sea cumplida.

Fuente del artículo: https://www.nodal.am/2019/04/la-opaca-transparencia-por-boaventura-de-sousa-santos/

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