Palos, balas de goma y gases: el Gobierno de Milei reprime las protestas contra sus reformas en Argentina

Ante las manifestaciones contra el proyecto insignia de Milei en Argentina, el Gobierno argentino desplegó un operativo desmedido que terminó con decenas de heridos y al menos tres detenidos.

Patricia Bullrich lo hizo de nuevo, aunque esta vez fue aún más lejos. En las inmediaciones del Congreso volvieron a verse militares golpeando a jubilados, efectivos de la Policía Federal Argentina (PFA) disparando con balas de goma sobre manifestantes y agresiones físicas sobre periodistas y fotógrafos y hasta contra algunos de los diputados que bajaron desde el recinto a la calle para intentar frenar el circo represivo.

El gas pimienta disparado a los ojos de protestantes fue el protagonista de la jornada, junto a la motorizada de la PFA (el Grupo GOM), la elegida esta vez para ir al ataque.

La cacería se extendió hasta entrada la noche contra cualquiera que se moviera en las inmediaciones de la Plaza Congreso, y dejó como consecuencia unos 60 heridos –uno de ellos, abogado relacionado con los organismos de Derechos Humanos, podría perder un ojo– y al menos tres detenidos. La violencia se desató incluso sobre personas que estaban ya en la calle cuando las organizaciones estaban en plena retirada. Todo mientras, en la Cámara de Diputados, el oficialismo avanzaba hacia la aprobación en general del proyecto de Ley Ómnibus –o de lo que queda de él–.

La ministra de Seguridad podría decir que pudo aplicar el protocolo de calles liberadas, la clave de su gestión, pero paradójicamente fueron las propias fuerzas las que mantuvieron cortada al tránsito varias horas las avenidas Entre Ríos y Rivadavia. Tras la represión, los únicos que quedaron en pie fueron las camionetas de Gendarmería, los colectivos blindados (autobuses) de Infantería y los camiones de agua.

Manifestantes protestan contra el proyecto de ‘ley ómnibus’ en las inmediaciones del Congreso Nacional hoy, en Buenos Aires (Argentina). — Luciano González / EFE

La represión se desató sobre un grupo de organizaciones de izquierda que mantenían cortada Rivadavia a la altura del Cine Gaumont. El impacto de las primeras balas de goma, que lanzó el Grupo GOM, fue señal suficiente para la separación.

Con las calles liberadas, la cacería siguió durante varias horas, e incluyó palazos y gases incluso sobre las calles y la Plaza, cuando la mayoría de los militantes intentaban escapar. Varios de ellos fueron alcanzados por los balines, que no discriminaron a periodistas y fotógrafos. A Matías Aufieri, abogado del CeProDH/PTS, uno de los impactos le causó una herida grave en el ojo, y al cierre de esta edición permanecía en el hospital Santa Lucía con pronóstico privado.

Ante las manifestaciones contra el proyecto insignia de Milei en Argentina, el Gobierno argentino desplegó un operativo desmedido que terminó con decenas de heridos y al menos tres detenidos.

Parar la represión

Varios legisladores de Unión por la Patria y el FIT decidieron reaccionar ante la represión y mandaron órdenes para suspender la sesión y pasar a un plan intermedio, pero ambos fueron rechazados. «No se puede sesionar así. Hay que seguir debatiendo pero en un marco de paz y tranquilidad, no con este operativo desmedido que pone en riesgo la vida de la gente. Le pido a Milei que levante la sesión», dijo desde la calle Cecilia Moreau.

El recuerdo de la represión de diciembre de 2017 contra la movilización que fue a rechazar la reforma previsional de Mauricio Macri flotaba en el aire. «A (Emilio) Monzó ya le pasó en 2017, que no pudo seguir sesionando por la represión. Nada bueno puede pasar cuando en la calle hay este nivel de deshumanización», apuntó Moreau. Aquella vez, hubo un enfrentamiento entre las organizaciones y la policía; este jueves, no hubo nada parecido: la cacería y la persecución –sumado a lo desmesurado del operativo–fueron la consecuencia de una orden política que estaba clara desde el inicio.

Los diputados opositores se retiraron más tarde de la sesión y dejaron dentro del recinto a los bloques de La Libertad Avanza, el PRO, la UCR y el espacio que lidera Miguel Ángel Pichetto. El titular de la Cámara de Diputados, Martín Menem, fue captado por la cámara de un teléfono celular mientras seguía en su portátil la represión policial en la plaza a la par que rechazaba en el recinto hacer un intento para frenar la violencia.

Manifestantes protestan contra el proyecto de ‘ley ómnibus’ en las inmediaciones del Congreso Nacional, hoy, en Buenos Aires (Argentina). — Luciano González / EFE

Pasadas las ocho de la tarde se sumaron a las protestas en las inmediaciones del Congreso los diputados de UxP Santiago CafieroJulia StradaMáximo Kirchner, Aldo Leiva, Leandro Santoro y Sergio Palazzo, entre otros. Algunos de ellos reclamaron dialogar con funcionarios de la cartera de Bullrich o con los efectivos a cargo del operativo. Al igual que durante la represión del miércoles, no estaban: las fuerzas avanzaron sobre los manifestantes sin cuestionar una orden de retirada previa o entablar alguna conversación con los referentes de las organizaciones para llegar a un acuerdo. La idea siempre fue reducir a cualquiera que se haya movilizado contra el proyecto insignia del Gobierno, fuese de la forma que fuese.

La diputada del FITMyriam Bregman, expuso el circo. «Bullrich juega otra vez a la represión. La manifestación era pacífica, frente al Congreso, un lugar histórico donde siempre se protestó en democracia. Y la ministra reprime a mansalva y termina cortando ella misma la calle», denunció. «No se puede naturalizar que se detenga gente en la calle, vamos a entrar y pedir una reunión con los presidentes de bloque para suspender la sesión hasta que levanten el operativo», agregó Bregman.

Palos desatados

La movilización había sido convocada por el Polo Obrero, el MST, Barrios de Pie y distintas agrupaciones del FIT, además del centro de estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales, trabajadores de Madygraf y la agrupación Unidxs por la Cultura. También el espacio Patria Grande, de Juan Grabois, convocó a manifestarse, en respuesta a la represión del día anterior, que había dejado otros seis detenidos. A la manifestación también se sumaron algunas asambleas de barrio que se oponen al proyecto de ley ómnibus y otras organizaciones como la UTEP.

El dirigente del Polo Obrero, Eduardo Belliboni, había advertido antes que podría repetirse la represión. «Convocamos a una movilización, si alcanza, en la calle del Congreso, y si se desborda. Bullrich no puede prohibir una manifestación», dijo.

Dicho y hecho, eso fue lo que terminó sucediendo: los efectivos motorizados de la PFA, escoltados por la policía, avanzaron sobre las filas de las organizaciones que estaban sobre Rivadavia. Lo hicieron mediante palazos, balas de goma, gases lacrimógenos, gas pimienta y el agua de los camiones, todo sobre los cuerpos de los manifestantes, que huyeron hacia el interior de la Plaza.

Manifestantes protestan contra el proyecto de 'ley ómnibus' en las inmediaciones del Congreso Nacional hoy, en Buenos Aires (Argentina). — Luciano González / EFEManifestantes protestan contra el proyecto de ‘ley ómnibus’ en las inmediaciones del Congreso Nacional hoy, en Buenos Aires (Argentina). — Luciano González / EFE

No conformes con eso, los efectivos continuaron la faena sobre la Plaza misma, desatando una cacería sobre todo lo que se movía. Fotógrafos, periodistas y manifestantes sufrieron heridas de balas de goma. Pese a haber despejado el centro, la mayoría de los militantes y personas que en distintos momentos del día llegaron hasta el Congreso regresaron al punto de inicio de la movilización, lo que provocó más tarde nuevas embestidas de la policía. «Yo sabia/ yo sabía/ que a la casta/ la cuida la policía», fue el lema de la jornada, que se cantó a la par de «la Patria no se vende».

La represión de Bullrich dejó un total de tres detenidos, según CORREPI: Matías Ábalos, Facundo Nicolás Camaño y Aníbal Maidana, todos militantes sociales.

Fuente: https://www.publico.es/internacional/argentina-palos-balas-goma-gases-dia-furia-protesta-social-milei.html/amp

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COLOMBIA: UN PUEBLO SECUESTRADO POR EL URIBISMO

Por: Carlos Munervar

Este 28 de mayo Colombia completó un mes de movilizaciones sociales que como nunca han estremecido las bases de un régimen que algunos no han dudado en catalogar como “dictadura civil”. Pero ¿Cómo entender lo que está ocurriendo? Empecemos a desenredar la madeja.

En primer lugar hay que tener en cuenta que esta movilización no es espontánea, por el contrario es producto del  cansancio, la indignación, la rabia y el descontento generalizado de gran parte de la población que se hastió de un régimen que desde hace mas de dos décadas se apoderó del Estado colombiano ofreciendo “seguridad democrática” en una cruzada contra el terrorismo y la guerrilla para así ganar “confianza inversionista” y según su modelo de país, superar la crisis económica e institucional. Toda una serie de eufemismos que ocultaban la intención manifiesta de “refundar la patria” de la mano de los paramilitares y narcotraficantes, para de esta manera pacificar a sangre y fuego el país, acabar de una vez por todas con la resistencia social y las luchas de sectores históricamente excluidos tras décadas del asesinato del caudillo Jorge Eliecer Gaitán y su proyecto político.

Las consecuencias son evidentes, el país es una fosa común. 6402 falsos positivos, miles de lideres sociales y sindicalistas asesinados, escándalo tras escándalo de corrupción, instituciones y entes de control débiles y al servicio del partido Centro Democrático y su único líder, quien a pesar de estar investigado con acusaciones serias por sus nexos con la mafia y el paramilitarismo, sigue impunemente  incendiando al país, gracias a tener el aparato estatal a su servicio, entre ellos presidente, fiscalía, mayorías en el congreso y entes de control, fuerzas armadas y medios de comunicación privados que pertenecen a sus socios,  en otras palabras el sistema de pesos y contrapesos no funciona, el país esta secuestrado por el uribismo.

En segundo lugar, la pandemia y el desgobierno de Iván Duque prepararon el camino para una mezcla explosiva. Duque se ha caracterizado por ser una marioneta de su mentor,  pasó de ser un funcionario desconocido y mediocre a ser presidente del país, en cuestión de 3 meses los medios de comunicación lo catapultaron como la “estrella política del momento”, un tipo bonachón que toca guitarra, se toma fotos con la farándula, juega con el balón de futbol y es amigo del “Ñeñe Hernández” reconocido narcotraficante que le financió parte de la campaña (Ver ñeñepolítica), sus objetivos como presidente fueron destrozar los acuerdos de paz de La Habana, proteger los intereses de la banca nacional e internacional y reencauchar el uribismo para otro posible periodo presidencial. Los resultados económicos saltan a la vista. 65% de trabajo informal, 20% de desempleo, (República, 2020) dejan al país como uno de los más desiguales del mundo, agravada esta crisis con el asesinato sistemático de líderes sindicales y sociales. La pandemia agudizó la situación y al contrario de buscar una renta básica para los mas vulnerables, el gobierno invirtió miles de millones en el aparato de represión y otro tanto en financiar al sector bancario. El ciudadano de a pie tuvo que escoger entre morir de hambre en su casa o salir a “rebuscar” el pan de cada día y contagiarse. Las cifras nuevamente no mienten, el país se encuentra entre los 4 peores en el manejo de la pandemia a nivel global, así como en el número de muertes absolutas. (Semana, 2021)

En tercer lugar, los últimos  años demuestran una reactivación de la movilización social en Colombia sin precedentes, estudiantes, paro agrario, paros de maestros, paros camioneros, minga indígena, pero desde el 21 de noviembre del 2019 existe un ingrediente especial, esas luchas gremiales y reivindicativas han empezado a encontrar confluencias, la pandemia contuvo un poco la movilización, hubo un paréntesis el 9 y 10 de septiembre de 2020 fechas en que la ciudadanía se movilizó en Bogotá contra la brutalidad policial al haberse perpetrado el asesinato del abogado Javier Ordoñez a mano de la POL NAL, esas dos noches se perpetró la “masacre de Bogotá”, entre 10 y 13 personas fueron asesinadas por el aparato represivo del Estado, sin contar la muerte de unos jóvenes en el municipio de Soacha, que fueron quemados vivos al parecer por acción criminal de agentes de la policía.

Ese descontento acumulado encontraría en el “paquetazo de Duque”, propuesta de reformas del gobierno cuyos pilares principales son cuatro  – tributaria, de la salud, laboral y pensional – la chispa del levantamiento social que se vive en el país, cada una de estos proyectos contiene iniciativas que lejos de solucionar la crisis social y económica de la población, apuntan a profundizar la pobreza, la explotación, la desigualdad, destruyendo uno a uno derechos adquiridos en décadas de lucha social, privilegiando los beneficios del sector financiero nacional y los compromisos con la banca internacional a costa de empobrecer aun más a la población, incluso gravando con impuestos los alimentos, entre otras barbaridades.

Como era de esperarse el polvorín social explotó y la respuesta del régimen uribista no podía ser otra, terrorismo de Estado crudo y puro. Militarización de las ciudades, brutalidad policial, complicidad con grupos paramilitares que, con el mayor descaro, vestidos de civil y en confabulación con agentes de la policía, disparan a la luz del día, desaparecen jóvenes, medios de comunicación criminalizan a las multitudes de manifestantes, tildándolos de vándalos, legitimando el genocidio.

Si bien los sindicatos y centrales obreras promovieron el paro en sus inicios, han sido las multitudes juveniles quienes protagonizan la movilización y la resistencia, en la barricada, en la expresión cultural, en la primera línea, día a día miles llenan las calles y han motivado a que miles más, de todas las edades y procedencia social se vinculen al levantamiento social. A pesar de los 43 homicidios presuntamente cometidos por parte de la policía y en especial del escuadrón ESMAD antidisturbios, las 47 agresiones oculares, las 22 víctimas de violencia sexual, las 1445 detenciones arbitrarias, muchas de ellas con evidencia audiovisual en redes sociales, (Temblores, 2021) Duque sigue negando que esté pasando algo, maquilla las cifras, niega la visita de la CIDH (Corte interamericana de derechos humanos) y continúa sin dar muestra de diálogo social, al contrario ante los bloqueos prolonga la crueldad  promoviendo la violencia estatal, mientras que Uribe Vélez emite las ordenes desde su Twitter.

Por el momento no se ve una salida a la situación, la presión internacional tiene al regimen como un paria, gracias al papel de las redes sociales, que sin censura han mostrado la barbarie de un modelo que agoniza, pero que está dispuesto a dejar destruido al país arrasando con el Estado social de derecho,  ya sea decretando el Estado de conmoción interior, aplazando elecciones , reencauchar  la “seguridad democrática”  con el vestido de la institucionalidad,  o programar el fracaso de un nuevo modelo de país promovido por la izquierda y el progresismo.

Al momento de terminar este artículo, Duque da la orden de militarizar la ciudad de Cali, epicentro de las manifestaciones e intensificar el pie de fuerza, otra noche de terror. Luego aparecerán los cuerpos de los jóvenes en el rio Cauca y nadie responderá.

 

Referencias

Republica, L. (2 de diciembre de 2020). Casi 60% de los trabajos a octubre son informales en las 13 principales ciudades.

Semana, R. (29 de enero de 2021). Colombia, México y Brasil, los peores países del mundo en el manejo de la pandemia.

Temblores, O. (28 de mayo de 2021). Informe violencia en el Paro Nacional. Obtenido de https://twitter.com/TembloresOng/status/1398441029595013124

Fuente: El Autor escribe para el Portal Otras Voces en Educación

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Entrevista a Boaventura de Sousa: «Tengo miedo porque el pueblo no sale a protestar a la calle»

Por: Guillermo Martínez

Boaventura de Sousa Santos (Coímbra, 1940) lleva casi un año confinado en su pueblo. Aproximadamente, el mismo tiempo desde que estalló la pandemia en Portugal. Desde allí ha escrito un completo ensayo sobre su visión de lo que ha supuesto hasta ahora y lo de que debería suponer en el futuro el estallido de la crisis sanitaria.

El futuro comienza ahora. De la pandemia a la utopía (Akal, 2021) es el título de la obra en la que este reconocido sociólogo defiende un cambio de era a nivel mundial en el que la naturaleza se encuentra en el centro de todo. Público aprovecha la ocasión para hablar con él sobre por qué tiene miedo a la par que esperanza, pero también en torno al teletrabajo; la respuesta de las organizaciones populares ante la inoperancia de los Estados; la relación entre colonialismo, capitalismo y patriarcado; las noticias falsas; y cómo vivir con incertidumbre científica.

Comenta que «los privilegiados que pudieron seguir trabajando a través del teletrabajo se cerraron en casa, paradójicamente, para sentirse menos encerrados. Y trabajaron aún más intensamente». La casa, el hogar, una vez más como privilegio que no está al alcance de cualquiera.

Sí, pero un privilegio matizado. Por un lado, los que pudieron teletrabajar no perdieron su empleo y en algunos casos han visto cómo la relación con sus familias mejoraba. Sabemos que, por ejemplo, en el norte global los padres jóvenes apenas pasaban más de 20 minutos al día con sus hijos, así que ahora han tenido la oportunidad de estar más tiempo con ellos. Al mismo tiempo, sabemos que en todos los países se incrementó, sin excepción, la violencia machista y el feminicidio, por lo que estar en tu casa puede ser bueno pero también sinónimo de convivir más tiempo con el agresor, en este caso tu compañero.

¿Qué impacto tendrá el teletrabajo a partir de ahora?

Digamos que el capitalismo, la nueva ola que emerge a través de la cuarta revolución industrial de la mano de la inteligencia artificial, ha visto en esta pandemia un experimento global en el que poder cambiar las relaciones laborales. Vamos a un estadio en el que no habrá fábricas, pero tampoco protestas de sindicatos, por ejemplo, ni huelgas, mucho más difíciles de construir si no se trabaja codo con codo ni se conoce a los compañeros. Hay un peligro en este capitalismo electrónico porque, de alguna manera, significa un regreso al periodo inicial del capitalismo donde los artesanos trabajaban en sus casas, lo único que ahora lo haremos sometidos al empresario.

Me inquieta ver cómo los sindicatos y los partidos políticos de izquierdas no están interesados en enfrentar este problema que vendrá tras la pandemia. Hay una estrategia global, y no solo en el terreno laboral, sino también en la educación, donde se eliminarán las asociaciones estudiantiles de los campus universitarios y será mucho más difícil articular las demandas. A mi juicio, el capitalismo no ha pasado por ninguna crisis, sino que se ha fortalecido con la pandemia como ya lo hizo con la crisis financiera de 2008.

Al fin y al cabo, la idea del teletrabajo es importante porque creará nuevas oportunidades, pero los grupos sociales más progresistas y populares tendrán que verlo como tal y no dejar que los intereses del capital mundial, que también ven nuevas oportunidades, prevalezcan.

Escribe entre el miedo y la esperanza, como si el primero fuera impuesto y la segunda lo único que nos queda. ¿De qué tiene miedo? ¿Por qué tiene esperanza?

Tengo miedo porque el pueblo no sale a protestar a la calle. Algunos países, sobre todo gobernados por la derecha, han aprovechado la pandemia para legislar cuestiones que empeoran la situación de las clases populares, como Brasil, Colombia, Reino Unido, Estados Unidos y Hungría. Al contrario, en India salieron a la calle pequeños campesinos y agricultores que vieron recortados sus derechos. Mi miedo es que los Estados, cada vez más sometidos a la lógica capitalista, no reciban desde abajo una presión popular pacífica para mejorar las condiciones sociales que se verán mermadas tras la pandemia. Y también me produce miedo que, si bien no veo lo anterior, sí observo cómo la extrema derecha crece en todo el mundo porque ellos no tienen miedo de protestar.

La esperanza viene del estudio que he hecho de la respuesta que han dado algunas comunidades a los efectos de la crisis sanitaria. Mostraron que existía una alternativa posible en la que se podía defender la vida y la economía. Al contrario, los gobiernos de derechas no han protegido ni la una ni la otra, como ocurrió en los países que he comentado antes. Mi esperanza es matizada. Pienso que deberíamos enfrentarnos a un nuevo modelo civilizatorio, empezar una transición a otra sociedad basada en un consumo y producción anticapitalista, antirracista y antipatriarcal.

Defiende que la aparición del coronavirus supone un cambio de era. A partir de ahora pertenecemos a la naturaleza y no viceversa, aunque todo indica que las clases privilegiadas seguirán enrocadas en su posición de máximo beneficio a costa de la destrucción de la naturaleza. ¿Qué escenario enfrentaremos en esta nueva era?

La barrera que va a separar a la izquierda de la derecha a partir de ahora va a ser en qué posición se ubiquen. Para la derecha la naturaleza nos pertenece, y para la izquierda nosotros pertenecemos a la naturaleza, así que si hay izquierdas que van a asumir la primera postura estarán ocupando el papel de la derecha. Cualquier lucha contra la injusticia y la discriminación tiene que incluir a la madre Tierra, la naturaleza, como uno de los seres no humanos más discriminados, silenciados y humillados.

«Cualquier lucha contra la injusticia y la discriminación tiene que incluir a la madre Tierra»

Las políticas medioambientales que está promoviendo la Unión Europea y que deben cumplir las empresas no dejan de ser una forma continuista del capitalismo. Las empresas se van a otros lugares, como África y América Latina, donde sin conciencia ecológica destruyen todo lo que tienen a su paso, tanto a nivel medioambiental como los pueblos indígenas que aun resisten. Europa no solo puede cuidar de los europeos, sino que debe hacerlo de todo el mundo; y todo el mundo se debe cuidar a sí mismo. El hecho de que no se hayan eliminado las patentes de las vacunas contra el coronavirus es una señal muy preocupante, de lo peor que nos puede pasar. Los grandes retos serán a nivel global, y unos no pueden estar por encima de otros porque si no caeremos todos.

El análisis que plantea pivota en torno a tres ejes que nos han llevado hasta aquí y que intenta deconstruir en el ensayo: capitalismo, colonialismo y patriarcado. En cambio, la mayoría de las personas ni siquiera se reconocen como oprimidas u opresoras cuando lo son. ¿Qué hay que cambiar para tomar conciencia de ello?

Lo fundamental es tener una alternativa. Las injusticias no abren posibilidades de resistencia por ellas mismas. Hay resistencia cuando hay alternativa, por eso defiendo que la pandemia más grave la llevamos sufriendo desde hace 40 años, cuando nos hicieron creer que no hay alternativa posible al neoliberalismo. Esto ha bloqueado la política y por eso tenemos políticos mediocres en la gran mayoría de los países. Se creó la idea de que no hay otras posibilidades y eso hace a la gente entrar en cierto fatalismo, claramente relacionado con el crecimiento del conservadurismo religioso. Como la izquierda ha aceptado que no hay otra solución que el neoliberalismo, la alternativa ahora es la extrema derecha, que dicen que son antisistema.

Cuando vino la pandemia, la gente no pidió ayuda a los mercados, sino al Estado, por lo que hay que fortalecer la parte democrática del mismo y empezar un debate abierto y claramente anticapitalista, en el que se propongan políticas de transición. Las organizaciones sociales, las universidades, los partidos políticos de izquierdas tienen que ver en esto que ha ocurrido una posibilidad de cambio y darse cuenta que vivir en una crisis permanente es una trampa, porque el único fenómeno que nunca está en crisis es ella misma.

En la primera parte de su libro trata la devastación provocada por la pandemia, y en uno de los capítulos indaga en cómo el capitalismo hizo de la pandemia lo que ha hecho a la vida humana y la naturaleza: convertirla en un negocio, en sus propios términos. ¿Quiénes son los vencedores y los vencidos?

Los vencedores han sido los capitalistas, quienes tenían las tecnologías. Es el capital tecnológico el que ganó, empresas como Google, Amazon y Apple, pero también lo será el financiero si logra que no haya cambios importantes en torno a la condonación de deuda de algunos países. Respecto a los vencidos, las clases más bajas que ya venían sobreviviendo como podían.

También reflexiona sobre la respuesta que los diferentes Estados han dado a la crisis sanitaria. A pesar de que sin salud no hay economía posible, el cortoplacismo ha hecho que la recuperación sea aún más lenta y, en muchos casos, dolorosa. En este sentido, ¿qué se ha hecho bien y qué mal?

En Europa prevaleció la idea de defender la vida, excepto en Suecia, lo que tuvo un resultado catastrófico. Los países que salen peor en términos de economía y protección de la vida fueron aquellos que minimizaron los efectos de la crisis desde el principio, muchas veces negacionistas y gobernados por la derecha, como Reino Unido, Estados Unidos y Brasil.

Ante la inoperancia de los Estados, en multitud de regiones se han creado decenas de redes de solidaridad y apoyo mutuo entre la ciudadanía. ¿Podría ser este el germen de la utopía?

Yo defiendo la idea de la utopía a partir de la autodeterminación de los pueblos y las comunidades, de lo que ellos mismos piensan que es mejor para ellos. No defiendo una solución tipo Rojava o Zapatista por todo el mundo, porque las condiciones son distintas en cada país, pero en muchos lugares se han protegido de la pandemia con sus propias reglas, como los pueblos indígenas de América Latina. Todo esto, pienso, son experimentos de alternativas anticapitalistas, antirracistas y antipatriarcales. Quizá puedan ser el inicio de la utopía, pero sin lugar a duda no habrá utopía si las mujeres no son consideradas como un sujeto político decisivo. La utopía vendrá con la autodeterminación y los cuidados, lo que incluye a la naturaleza.

En la segunda parte del ensayo entra de lleno en la idea de que el siglo XXI puede ser el comienzo de una nueva era. Se decanta, según describe, por el que apunta a un nuevo modelo civilizatorio basado en la primacía de la vida digna y en una relación con la naturaleza radicalmente distinta a la que mantuvimos en la era moderna y nos llevó al borde de la catástrofe ecológica y a un mundo distópico viral. ¿Acaso tenemos otra opción para sobrevivir?

No. De hecho, ahora sí que no hay alternativa. O defendemos la naturaleza o será un suicidio. La vida humana constituye el 0,01% de la vida total del planeta, y a pesar de ser tan poco nos arrogamos el derecho de destruirla por completo. Nada, la alternativa es el suicidio.

Argumenta que «en tiempos de pandemia, las noticias falsas se traducen directamente en muertes y, por tanto, constituyen acciones delictivas que los países no están preparados para castigar ejemplarmente, así como tampoco están preparados para frenar eficazmente la difusión de noticias falsas». Quienes difunden estas informaciones falsas ¿pueden estar matando a gente?

«La difusión de noticias falsas puede constituir crímenes de lesa humanidad»

Sí, sí pueden. La difusión de noticias falsas, de aquí en adelante, puede constituir crímenes de lesa humanidad. Lo muestro en el libro: una publicación en una web decía que tomando grandes cantidades de alcohol puro o de alta gradación matabas al virus, así que el resultado fue la muerte de 800 personas y casi 30.000 hospitalizaciones por este motivo en 80 países diferentes, además de que mucha gente se quedó ciega por esto.

‘Vivir con incertidumbres científicas’ es el título de un subcapítulo en su monografía. Si la ciencia es la mejor forma que tenemos de entender la realidad, ¿cómo es posible vivir en el desconocimiento?

Tenemos que vivir la incertidumbre con gran humildad. Además, es necesario un cambio epistemológico en el conocimiento. Yo lo llamo epistemologías del sur, pues hay que democratizarlo y darnos cuenta de que no solo existe el tipo de conocimiento científico al que estamos acostumbrados. Por ejemplo, los saberes indígenas no pueden ser despreciados por la ciencia. Al igual que debemos luchar contra las noticias falsas, también tenemos que aprender a valorar esto otro y huir de las certezas absolutas.

Si existen los dioses, quizá ellos tengan alguna certeza, pero nosotros no, somos humanos y tenemos que vivir con la incertidumbre.

El propósito del libro es ayudar a «quienes durante la pandemia asumieron la defensa de la vida digna e imaginaron políticas y modos de vida que en el futuro puedan defendernos mejor de las pandemias». Una vez superado el coronavirus, ¿a qué otras pandemias nos tendremos que enfrentar?

La peor pandemia vendrá si no superamos esta crisis y seguimos con la idea de que no existe alternativa al capitalismo neoliberal. Habrá otras pandemias muy difíciles también, como la de no tener acceso a la sanidad pública y la reconversión de esta en un negocio en lugar de un bien social; la pandemia del hambre; la pandemia de la brutalidad policial; la pandemia de la violencia machista; la pandemia de la falta de vivienda; y, sobre todo, la pandemia que tendremos que afrontar si no mantenemos el agua como un bien público y de acceso universal. Las estimaciones marcan que para 2050 la mitad de la población no va a tener agua potable al mismo tiempo que el agua ya cotiza en el mercado de futuros. El capitalismo hará lo que sea para adelantarse a cualquier situación de la que se pueda beneficiar.

Fuente: https://www.publico.es/entrevistas/entrevista-boaventura-sousa-boaventura-sousa-miedo-pueblo-no-sale-protestar-calle.html

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Francia: Disturbios en la gran manifestación de París contra la polémica ley de seguridad de Macron

Grupos de manifestantes violentos han provocado varios incendios en mobiliario urbano. La policía ha respondido utilizando gas lacrimógeno

La onda expansiva de la agresión de cuatro policías contra un ciudadano negro, detenido por no llevar mascarilla, ha sacado a decenas de miles de personas a la calle en París y una decena de ciudades francesas. Los agentes están detenidos y el presidente de la República ha calificado de «inaceptable» su actuación. Emmanuel Macron va a tener que soltar lastre porque la calle ha despertado.

La detención de Michel Zecler ocurrió hace una semana pero la difusión de la paliza incendió las redes el jueves. Fue la chispa que prendió el incendio contra la Ley de Seguridad Global, aprobada ya en la Asamblea y que debe seguir su trámite ahora en el Senado.

Hasta esta semana, la oposición no había logrado hacerse oír más allá del terciopelo de las bancadas de la Asamblea. Sindicatos de periodistas habían reunido pequeños grupos contrarios a ley y, sobre todo, a su artículo 24 que limita la difusión de imágenes de los agentes del orden. Todo parecía circunscrito al microcosmos político y mediático.

De hecho, este sábado estaba marcado en la agenda informativa por la reapertura de las tiendas, primer escalón en la salida del segundo confinamiento. De hecho estaban abiertas en el bulevar Beaumarchais. Pero nadie parecía reparar en ello bajo el sol tibio del otoño.

La gente estaba en la calzada, la policía en las aceras. Por primera vez desde enero, antes de la pandemia, una gran manifestación recorría el camino entre las plazas de la República y de la Bastilla. «Contra la deriva autoritaria / En marcha por nuestras libertades» decía la pancarta principal. En ambos extremos, las caras del ministro de Interior, Gérald Darmanin y del prefecto de París, Didier Lallement. El impulsor de la ley y el jefe de la policía en la capital son las dos cabezas que reclamaban los manifestantes.

La protesta callejera sólo se autorizó cuando un juez lo dictaminó el viernes. Esa improvisación y la falta de rodaje se percibía en la falta de lemas. De hecho, el más coreado era uno viejo: «Policía en todos los sitios; Justicia en ninguno».

Muchos manifestantes habían traído su slogan, pintado en un cartón: «Inventad una vacuna contra el fascismo», «¿Quién nos protege de la policía?», «El arma del crimen» se leía en otro, sujeto a una vieja cámara de vídeo.

Ondeaban banderas rojas de varias familias de la extrema izquierda y negras de los anarquistas. También los emblemas sindicales, singularmente el de periodistas, así como de varios colectivos ‘antifascistas’ y pro legalización de los sin papeles.

El cortejo desfiló en orden. Pero, al final, cuando se hizo de noche, grupos violentos, que algunos medios identificaban como «black bloc», prendieron fuego a papeleras, un par de coches, una caseta de obras y una sucursal bancaria. La policía que evitó ir al choque empleó gases lacrimógenos y cañones de agua. Hubo una decena de detenidos y 37 policías heridos en toda Francia.

El único recuento de los manifestantes es el de Interior que cifra en 46.000 personas la asistencia a la marcha de París. Hubo otros desfiles en Burdeos, Lyon, Estrasburgo, Marsella, Lille (con la alcaldesa socialista Martine Aubry en cabeza), Rennes, Montpellier etc.

En la capital se dejó ver el líder de los Insumisos (izquierda radical), Jean Luc Mélenchon. No estuvo pero se significó el ex presidente socialista François Hollande, quien pidió desde las redes la retirada del proyecto de ley.

Refuerza la presión a su sucesor, Macron, que ya se ha distanciado de su ministro de Interior. En la noche del viernes publicó en Facebook un texto significativo. «Las imágenes que todos hemos visto de la agresión a

Michel Zecler son inaceptables». Nos dan vergüenza. Francia no debe jamás dejar avanzar el odio o el racismo» escribió exigiendo «una policía ejemplar». Veremos si no tiene que recular más allá de la retórica.

Fuente: https://www.elmundo.es/internacional/2020/11/28/5fc2700c21efa0611a8b4570.html

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¿Qué ha ocurrido durante estos meses de protestas en Honduras?

Redacción: Telesur

Desde finales de abril se agudizó la crisis político-social en Honduras, lo que generó la movilización de miles de ciudadanos en busca de la reivindicación de sus derechos.

Honduras enfrenta días de protestas y disturbios, que han dejado varios fallecidos y heridos en el transcurso de las manifestaciones, producto del reclamo de diversos gremios contra el Gobierno que preside Juan Orlando Hernández.

Desde finales de abril, se agudizó la crisis político-social en la nación centroamericana, lo que ha provocado la movilización de miles de ciudadanos que buscan reivindicar sus derechos laborales.

A su vez, las exigencias de los manifestantes se han ampliado y ahora incluyen la renuncia de Hernández de su cargo.

26 abril

El Congreso Nacional, con el apoyo de la bancada adepta al Gobierno, aprobó la Ley de Restructuración y Transformación en los sectores de salud y educación, que implicó prácticamente la privatización de hospitales e institutos públicos.

El Colegio Médico convocó a paro en señal de protesta y anunció que las mismas se mantendrán hasta que el Gobierno retroceda con la Ley de Reestructuración.

Video insertado

Nueva amenaza para los sistemas de salud y educación en Honduras. @EdicionCteleSUR
27 de abril

Las protestas se mantuvieron, con represión por parte de efectivos de la Policía Nacional contra los manifestantes.

A su vez, se fueron sumando varios sectores a las protestas. Los estudiantes de la Universidad Pedagógica de Honduras anunciaron la suspensión de actividades.

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En Tegucigalpa la movilización contra la privatización del sector salud y educación terminó con gas que lanzaron los policías.
29 de abril

Continuaron las protestas, esta vez en las inmediaciones del Congreso Nacional, el cual fue resguardado por un cerco importante de seguridad.

Registraron los primeros heridos de gravedad en las protestas. Diferentes edificios de Tegucigalpa fueron incendiados.

Pese a que la Policía condenó la actitud de los manifestantes, estos aseguraron que habían infiltrados paramilitares, quienes provocaron el caos durante las protestas.

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30 de abril – 3 de mayo

Se mantuvieron las protestas y la represión policial. En el Día del Trabajador (1 de mayo), miles de personas salieron a las calles a protestar y sufrieron ataques de los cuerpos policiales.

Aumentó el descontento y las consignas a favor de la dimisión del presidente hondureño.

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10-11 de mayo

Tegucigalpa, capital de Honduras, fue el centro donde se gestaron las protestas de importancia. Denunciaron fallecidos y heridos durante la represión policial contra el Gobierno.

El clamor fue cada vez más intenso de la población contra la figura del mandatario Hernández.

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En dos días fueron asesinados más de 40 hondureños. Mientras los policías y militares son usados para reprimir a la población. Cientos de ellos fueron ubicados en el Centro Cívico, no estrenado, durante la protesta de las antorchas. +educación

21- 22 de mayo

Las protestas se intensificaron en el transcurso de mayo. Los profesionales de Salud y Educación continuaron en las calles pese a la represión.

Durante, una toma de carreteras, la policía agredió al diputado Juan Ramón Flores del departamento de Comayagua, en la zona noroeste del país.

El 22, varios diputados de oposición protestaron a las puertas del Congreso contra la ampliación del periodo de las autoridades electorales que, a su criterio, reeligieron de manera fraudulenta a Hernández.

30-31 de mayo

Maestros y doctores mantuvieron el paro nacional en el país, mientras Hernández continuó negando la cancelación de los decretos que pereguían la privatización de ambos sistemas. La huelga se extiende.

El 31 fue quemado el ingreso a la sede de la embajada de EE.UU. en el país.

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Queman ingreso a la Embajada de Estados Unidos, Tegucigalpa
3-4 de junio

Hernández aseguró que canceló los decretos de emergencia, pero anunció la creación de dos nuevos. Por su parte, la dirigencia de médicos y maestros afirmaron que ellos no participaron y que no hay acuerdos, por lo que mantienen las protestas.

Los representantes de ambos gremios exigieron transparencia para llegar a entablar un diálogo con el Gobierno de Honduras.

A su vez, otros sectores y movimientos sociales se sumaron al llamado reivindicativo.

10 de junio

Juan Orlando Hernández, acompañado de militares y policías, anunció que controlará la nación y no habrá tolerancia para manifestantes.

Por su parte, la Plataforma de Salud y Educación emplazó al Gobierno del país a dar respuesta a los nueve puntos exigidos por este organismo para conformar el diálogo.

A su vez anunció la continuación de las protestas pacíficas en las calles, aún con las amenazas de represión por parte del ministro de Seguridad.

17-18 de junio

Taxistas y otros miembros del sector transporte se sumaron a protestas que se viven a diario en el país. Entre sus argumentos está el respaldo a la lucha por salud y educación gratuita, y también buscaron reivindicar sus propio rubro.

El 18 se plantea un Diálogo Alterno por la salud y educación en Honduras, que contó con una masiva asistencia de profesores y médicos.

19-20 de junio

Se produce un paro de transportistas, que deja a Tegucigalpa sin combustible. A su vez, policías de Fuerzas Especiales se rebelaron contra las autoridades.

Este último alzamiento del cuerpo policial generó un incremento en las protestas de todas las regiones del país contra Juan Orlando Hernández.

Las manifestaciones y los actos represivos generaron fallecidos y varios heridos.

Tras estas acciones, el Gobierno de Hernández organizó la militarización de la nación, aunque las protestas ciudadanas permanecen en las calles.

Este lunes se reportó un asedio a varios estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras por parte de la Policía Nacional y el Ejército.

Los elementos federales hirieron a varios de los estudiantes, lo que generó mayor repudio e indignación en la nación.

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Indignación tras ingreso de las fuerzas de seguridad del Estado a las instalaciones de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, UNAH. Al menos 5 jóvenes habrían resultado heridos

Fuente: https://www.telesurtv.net/news/cronologia-protestas-honduras-salud-educacion-20190625-0004.html

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Haití arde mientras el mundo lo ignora

Por: Karen Varon Rojas

Haití es conocido mundialmente por ser el país con los índices de desigualdad más altos de América Latina y el Caribe; también ha sido tema de conversación los últimos días debido a las publicaciones en prensa internacional y a las reacciones en redes sociales producto de las fuertes manifestaciones que vienen desarrollándose desde el pasado jueves en la capital y en distintas zonas del país.

Si nos proponemos por dos minutos tejer algo de memoria sobre este lugar, que parece ajeno para muchos en el mundo, podemos mencionar que fue la primera y única nación de esclavos negros que logró liberarse; que el kreyol o criollo haitiano (lengua materna y herencia de la revolución) es uno de sus idiomas oficiales además del francés, y aproximadamente un 99% de la población lo conoce y/o habla.

También podemos decir, que históricamente su lectura de la religión, de la espiritualidad, del arte, de la música y de la cultura han sido señaladas, estigmatizadas y juzgadas debido a que configuran una cosmovisión del mundo distinta a las convencionales y/o a las occidentales, por involucrar y reconocer el medio ambiente, la música, los tambores y los orígenes en la ancestralidad africana.

Un poco de contexto necesario

El 7 de febrero de 1986, Jean Claude Duvalier dictador haitiano conocido como «Baby Doc» fue derrocado por una revuelta popular dando fin a su atroz dictadura, a las constantes violaciones de derechos humanos y a los numerosos casos de corrupción que se vivieron durante su mandato. Paradójicamente, en esta misma fecha en 2017, Jovenel Moise, se posicionó como presidente de Haití.

Dos años más tarde, es decir el pasado jueves 7 de febrero, iniciaron las fuertes manifestaciones en Puerto Príncipe y en distintas zonas del país reclamando la renuncia del mandatario, luego de que el Tribunal Superior de Cuentas emitiera un informe de auditoría que evidencia una infinidad de irregularidades, la terrible gestión de recursos y las posibles desviaciones de fondos prestados por Venezuela en 2008 para ayudar y potenciar el desarrollo económico y social de Haití con el programa de PetroCaribe.

El informe revela además la participación en este grave escándalo de corrupción de 15 exministros y altos funcionarios del gobierno, entre ellos el actual presidente Jovenel Moise, quien apareció como responsable de una empresa que se benefició de dichos fondos para la construcción de una carretera, por medio de un proyecto en el que no se encontraron contratos o procesos legales oficiales, y quien además siempre había defendido su inocencia en declaraciones pasadas cuando se referían a este caso.

Es importante señalar, que esta situación sale a la luz pública en un momento de tensión, ya que el pasado 5 de febrero, el Gobierno declaró el país en urgencia económica, lo que se ha visto traducido en la devaluación de la moneda local frente al dólar de manera exponencial las últimas semanas, una inflación cercana al 15% acumulada en 2 años, la escasez de combustible en el país que también resulta en una de crisis de electricidad y en general la imposibilidad de garantizar el acceso a alimentos básicos para suplir una canasta familiar.

7 días de fuertes manifestaciones

Hoy las calles amanecen con un ambiente de incertidumbre en el séptimo día de manifestaciones convocadas por la oposición y diferentes sectores sociales reclamando la renuncia inmediata de Jovenel y el gobierno aún permanece en silencio; el único pronunciamiento lo hizo el secretario de gobierno Eddy Jackson Alexis el lunes 11 de febrero a través de un comunicado de prensa, en el cual rechaza la violencia y llama al diálogo entre la oposición y el gabinete del actual mandatario. La comunidad internacional y el sector económico nacional también emitieron un comunicado a través del Core Group llamando al diálogo entre ambas partes, no obstante, las protestas continúan en Puerto Príncipe y en el resto del país.

La situación es de tal urgencia que el día de ayer al menos 78 prisioneros de la cárcel civil en la comunidad de Aquin, escaparon en medio de las manifestaciones; la embajada estadounidense recomendó a mujeres, niños y personas no esenciales abandonar el país, y se percibe un ambiente de tensión e incertidumbre por una posible crisis migratoria.

Ahora veamos en qué lugar tiene los ojos el mundo, veamos en donde centra su dolor selectivo, pues en este país, el Estado además de estar absolutamente ausente, también es represor y violento con los manifestantes: desde que iniciaron las protestas el número de muertos supera los 16 y hasta el día de hoy, según reportes no oficiales, la cantidad de heridos es desconocida (el reporte oficial de la PNH es de 4 muertos).

Veamos si su nivel de indignación permanece intacto cuando muchos de los muertos han sido consecuencia de la violencia policial y la imposibilidad del Estado por responder a las demandas de los manifestantes; o porque el acceso a salud y a educación es limitado y casi nulo; o en general, por las condiciones de vida en las que viven la mayoría de los haitianos que no suplen muchas de sus necesidades básicas.

En Haití no hay petróleo, y Estados Unidos ya vino «a salvarlo», o mejor a intervenirlo (siempre luego de algún momento de desestabilidad política o algún fenómeno natural como el terremoto de 2010 o el Huracán Jeann en 2004), a través de la «donación» de casi 60 mil sacos de semillas híbridas de maíz y otros vegetales provenientes de MONSANTO, alterando la agricultura local y afectando la semilla nativa, porque nunca se explicaron los efectos futuros sobre el suelo y las posibles consecuencias de su uso en el medio ambiente y en la salud de las personas.

Organismos como la ONU ya se han pronunciado y la comunidad internacional también, de hecho, su presencia en el territorio haitiano ya tiene varios años; sin embargo, es de vital importancia señalar que la descomunal ayuda humanitaria y los mecanismos de control eran y/o siguen siendo el motor del fenómeno de corrupción que agobia este país. Un ejemplo de ello fue el despliegue militar que hubo con los llamados cascos azules que vinieron a «impartir orden y a traer la paz a las calles haitianas» en 2004 a través de la llamada Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH), no obstante, olvidaron mencionar que fueron dichos cuerpos de seguridad quienes también trajeron el cólera, violaron y dejaron a muchas mujeres haitianas en embarazo antes de retornar a sus países, entre otras graves vulneraciones a los derechos humanos.

El daño que le ha hecho la «ayuda humanitaria» a Haití, la sobre intervención de organizaciones no gubernamentales, los altos montos de dinero que le pagan a extranjeros en las organizaciones de «expertos» cuando en la realidad ni siquiera se les exige hablar criollo haitiano o hacer contacto con la gente en la cotidianidad, o con la cultura local. El complejo modelo de Estado, la centralización del poder en Puerto Príncipe y a su vez la gobernabilidad desdibujada ha resultado en la opción de desarrollo del país a manos de organismos internacionales sin una adecuada regulación por el Estado haitiano.

Lo anterior, es sólo una opinión que me permito construir luego de vivir dos años en este país, y trabajar con comunidades; es un llamado a analizar y a reflexionar cómo EEUU salva los países, con qué criterios, con qué objetivos, y sobre todo a repensar hacia dónde están nuestras preocupaciones, nuestra indignación, nuestro dolor y también nuestra indiferencia.

Fuente: http://www.radiolaprimerisima.com/articulos/8200/haiti-arde-mientras-el-mundo-lo-ignora/

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