La localización de tu país en el mapa y el número de continentes que te enseñaron pueden no coincidir en otro país. ¿Qué implicaciones tiene esto en tu visión del mundo?
Existen muchos videos en internet donde se hace burla de los estadounidenses por su mala educación en temas de geografía, incluso hay una tendencia en la aplicación TikTok al respecto. Pero, ¿qué tanto es problema de su educación y qué tanto es la manera en que se les enseñó geografía? ¿Qué impacto puede tener esta materia sobre su visión mundial?
Gran parte del problema surge porque los estadounidenses no reconocen a América como continente, lo que molesta a los latinoamericanos (y con razón), pero esta confusión se debe a la manera en que se les enseña geografía. Ellos, al igual que otros países como Australia e Inglaterra, creen que existen siete continentes: Asia, África, Norteamérica, Sudamérica, Antártica, Europa y Australia, mientras que a países como México se les enseña que hay cinco: África, Europa, Asia, América y Oceanía/Australia. Incluso hay países como Japón donde aprenden que hay seis: África, Antártida, Australia / Oceanía, Eurasia, América del Norte y América del Sur.
La manera en que se observa la división del mundo es parte esencial de cómo organizar el conocimiento del mundo, por lo que el hecho de que existan tantas diferencias explica el descontento sobre el tema.
Incluso el logo de los Juegos Olímpicos incluye cinco anillos interconectados que representan los cinco continentes habitados pero, ¿cuáles son estos y por qué estos no se consideran igual universalmente?
¿Qué es un continente y cómo se divide?
Para entender por qué existen tantas discrepancias en cuanto al número de continentes, es importante conocer qué significa la palabra “continente”.
El Instituto Americano de Geociencias define un continente como «una de las principales masas de tierra del planeta, incluidas las tierras secas y las plataformas continentales”. Otras páginas anglosajonas lo definen como “una gran masa terrestre ininterrumpida completamente rodeada de agua”. Incluso la Real Academia Española (RAE) lo describe igual, “Cada una de las grandes extensiones de tierra separadas por los océanos”. Entonces, de acuerdo con esta segunda definición, Norteamérica y Sudamérica debería ser un solo continente, al igual que Euroasia.
Un factor que influye en el número de continentes, según la fuente y el país es la geopolítica ya que, por ejemplo, todos los modelos consideran a África un continente pero en el caso de Europa y Asia, ambos siendo una gran masa continental, se toman como dos continentes, incluso si el 77 % de Rusia está en Asia y es un país transcontinental.
Otra teoría es dividir las masas por las placas tectónicas. Existen 15 placas tectónicas, de las cuales, siete tienen cerca de diez millones de millas cuadradas de tamaño por lo que corresponden aproximadamente a las formas de los continentes sobre ellos según el modelo de siete continentes.
¿Continentes o regiones culturales? La geografía física vs. la cultural
Aunque estas clasificaciones son algo arbitrarias y discutibles, es importante tener una clasificación del mundo por zonas que sirva como punto de partida para más información, como pueden ser los países, culturas, arte, comida, origen étnico, negocios, etcétera. Estos aspectos hacen que las personas establezcan generalizaciones de los atributos de los continentes, por ejemplo, creer que toda Sudamérica habla español, incluyendo Brasil, aunque no sea así.
Otros ejemplos puede ser decir comida asiática, en lugar de japonesa o china, música africana o arte europeo. Incluso, estas generalizaciones se aplican en las personas, describiendo a alguien con facciones asiáticas por tener ojos rasgados sin considerar que India también está en Asia.
Una forma de ver el mundo es por regiones, algo que hacen los geógrafos para facilitar su estudio. En este modelo existen ocho regiones: Asia, Medio Oriente y África del Norte, Europa, América del Norte, América Central y el Caribe, América del Sur, África y Australia y Oceanía.
Sin embargo, Philip Bouchard, educador, escritor y diseñador de software, escribe que si se dividiera el mundo en regiones culturales, como África subsahariana, Asia oriental, el sur de Asia que consiste en India, Pakistán, Bangladesh, Medio Oriente, desde Marruecos hasta partes de Afganistán sería más fácil ordenar al mundo y categorizarlos por cultura.
El caso de América es más complicado. Según Bouchard, varias personas en los Estados Unidos trazan la línea entre América del Norte y América del Sur en México, mientras que otros no incluyen a los países de América Central en Norteamérica, aunque es parte de su definición de geografía estándar. Si América se fuera a dividir por regiones culturales, claramente estos países son parte de América Latina, por lo que esa sería una parte y otra sería Angloamérica, compuesta por Estados Unidos y Canadá.
Entonces quedarían las siguientes regiones:
Europa
Medio Oriente
África subsahariana
Asia del Sur
Asia Oriental o Asia del Este
Angloamérica
América Latina
Para llegar a esa conclusión, Bouchard se enfocó en los siguientes tres conceptos:
Cada región definida debe ocupar un área contigua de tierra
Cada región debería ser el hogar de cientos de millones de personas
Un modelo plano (no jerárquico) como este, funciona mejor cuando el todo se divide en aproximadamente siete partes, aunque puede haber una o dos más o menos
Esta última parte se debe a que en este tipo de criterios, no se incluye Australia o naciones insulares. Si se eliminara el requisito de área de tierra contigua, por ejemplo, se podría agrupar a Australia con Angloamérica e Inglaterra. El escritor concluye diciendo que los modelos tradicionales basados en geografía física no son ideales para aprender sobre geografía cultural. Entender este último concepto ayuda a entender mejor el mundo, junto con la capacidad de absorber más detalles más rápidamente y tener generalizaciones culturales más acertadas.
El otro lado de la geografía: los mapas
Aprender geografía va más allá de regiones culturales o definir continentes, leer un mapa también tiene un gran impacto sobre la manera en que se observa al mundo. Son una herramienta de enseñanza que son representaciones visuales que dan forma a la manera en que se comprende al planeta.
Los mapas representan información pero su interpretación varía mucho según el contexto y el tipo de mapas. Al igual que en los continentes, existen diferentes versiones y tienen diferentes impactos en la visión del mundo.
Los autores Harley y Woodward los describen de la siguiente manera, “Los mapas son representaciones gráficas que facilitan una comprensión espacial de cosas, conceptos, condiciones, procesos o eventos en el mundo humano».
Hay mapas físicos que muestran detalles e identifican características físicas como ríos, montañas, geográficos que demuestran masas de tierra. Hay mapas políticos que se centran en dividir territorios en temas como autoridades locales, estados y países. Otros se dividen por el idioma para determinar dialectos en un área física o en un país, también los meteorológicos que muestran cosas como el sol, nubes y lluvia y muchos más.
Históricamente, los mapas geográficos han servido para ilustrar distintos puntos en el tiempo y las prioridades de los creadores, como poner un país más grande o más pequeño. El historiador Dirk Raat describe cómo a los pueblos del Viejo Mundo “los europeos medievales y sus contrapartes del Nuevo Mundo organizaron el espacio de acuerdo con principios filosóficos y religiosos». Esto significa que los mapas representan más allá de las masas, incluyendo cómo se ven a sí mismos y sus creencias en relación con la tierra que ocupaban, demostrando que los mapas tienen un peso social y político inherente.
Los mapas geográficos están distorsionados
En 1569 Gerhardus Mercator, cartógrafo europeo, creó un mapa mundial que sigue siendo popular hasta hoy en día, la proyección de Mercator. Esta tiene líneas rectas que representan direcciones constantes en la superficie de la tierra, lo que ayuda a navegar pero no a visualizar el tamaño de las masas.
Sin embargo, no es una representación precisa ya que extiende las partes del mundo que están más cerca de los polos, haciendo parecer a Europa y América del Norte más grandes de lo que son. Además de estar en el centro, ya que representa erróneamente el ecuador. Al utilizar este mapa en la educación, esta distorsión se vuelve problemática.
Sobre este tema, Jane Elliot, educadora Estadounidense, al final de una entrevista explica que casi todo el sistema educativo de su país utiliza el mapa Mercator al enseñar sobre el tamaño, forma y ubicación de las masas terrestres. El mapa que repite países como China, India y Rusia para poder poner a Estados Unidos en el centro, en lugar de ser una verdadera representación mundial.
Además, Elliot señala que Sudamérica es nueve veces más grande que Groenlandia, pero en el mapa aparece mucho más chico. Esto no sólo distorsiona el tamaño en el que se ve Estados Unidos, sino que también cambia cosas, como la ubicación del ecuador que lo ubica, según Elliot, en Iowa y no Ecuador. Esto se debe a que el modelo de Mercator no representa los hemisferios y continentes como son realmente. Jane Elliot explica que “hemisferio” viene del latín hemi y del griego ἠμὶ (medio, mitad, semi); del latin sphera y del griego σφέρα (esfera, circulo), por lo que debería estar representado en Ecuador y no en Iowa, un estado en Estados Unidos.
Además, en el caso de México, aparece casi del mismo tamaño de Alaska, aunque es dos veces más grande. Europa aparece de un tamaño similar a Sudamérica aunque el segundo también duplica su tamaño. Estas discrepancias incluso inspiraron un episodio del programa de West Wing.
En el siglo XX, cuando muchas naciones cerca de las regiones ecuatoriales ganaron independencia, la Proyección Mercator empezó a ser criticada por estas distorsiones, especialmente las naciones en desarrollo.
En 1974, James Gall y Arno Peters publicaron su proyección global, la cual representa en manera más realista los tamaños de los países. Aún así, esta no es perfecta ya que distorciona su forma ya que los estira horizontalmente cerca de los polos y verticalmente cerca del ecuador al presentarlo en un papel o póster. Este modelo ha ganado mucha popularidad en las clases de geografía mundial.
Elliot compara ambos mapas para demostrar qué tanto cambia el tamaño de Estados Unidos y los países predominantemente blancos debido a que Mercator diseñó su mapa basándose en la difusión del cristianismo. Esto explica por qué Europa se encuentra en el centro del mapa, a la misma altura de Estados Unidos y de un mayor tamaño.
El impacto social que tiene educar a los niños con la proyección de Mercator es que se les enseña que, en el caso de Estados Unidos, implica que los estadounidenses son más grandes e importantes al estar en el centro del mapa. Este mapa exagera el poder imperialista a expensas de países en desarrollo y los reduce a la inferioridad, como con África, que aparece de un tamaño similar a Groenlandia, aunque es catorce veces más grande. Esto conduce a comportamientos como asociar al hemisferio norte con riqueza e importancia porque está en la cima.
Mapas digitales: Google Maps está mal
En Febrero del 2005, Google lanzó Google Maps, un mapa digital con el propósito de crear “el mejor mapa de la historia”. Tiene GPS, permite al usuario acercarse o alejarse para mostrar las calles, muestra la información del tráfico y muchas otras ventajas que los mapas antiguos no ofrecen.
Sin embargo, hasta la fecha, esta herramienta está basada en la proyección de Mercator en su versión plana, por lo que utilizar esta herramienta para enseñar geografía a los alumnos creará distorsión del tamaño y demás problemas que explicó Jane Elliot. No fue hasta el 2018 que Google Maps lanzó su versión global, donde se puede ver el tamaño real de los países.
Aún así, los creadores de este tipo de plataformas no son geógrafos, son programadores que crean algoritmos que definen cómo se ven los mapas y no han hecho suficiente estudio sobre la forma en que esta herramienta influye el comportamiento de las personas.
Aunque se hace mucha crítica y burla sobre la falta de educación en geografía de Estados Unidos, es importante reconocer que, en un tema tan importante como lo es la geografía, muchas veces recae en la manera en que esta se enseña.
Al no haber un número definido de continentes existe el eterno debate de si los latinoamericanos también son americanos, al pertenecer a América. Además de poner a Rusia en una situación incómoda al pertenecer, en su mayoría, al continente Asiático pero también al Europeo.
Por otro lado, la manera en que se representan estos continentes en el mapa y en el sistema educativo tiene el mismo peso que su definición. Si se sigue enseñando mediante la proyección de Mercator, se seguirá representando erróneamente el mundo. Pero, también considerar que su alternativa, que es la proyección de Gall-Peters (o proyección de mayo) no necesariamente es más correcta ya que esta muestra las figuras distorsionadas y cambiar de modelo significa cambiar con la mentalidad de generaciones que aprendieron a ver un mapa distorsionado.
La geografía tiene un gran impacto sobre nuestra visión del mundo, sin embargo, su educación no es global. ¿Qué se necesitaría para mejorar su calidad? ¿Será mejor optar por definir al mundo por regiones culturales que por continentes? ¿Es necesario cambiar los mapas que se utilizan actualmente aunque implique reaprender dónde están los países y su tamaño?
Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/impacto-de-la-geografia
La práctica de la cartografía en Palestina-Israel ha sido durante mucho tiempo un ejercicio de poder, de imperialismo y de desposesión. Desde el Mandato Británico hasta nuestros días los cartógrafos sionistas (después israelíes) han utilizado los mapas para confundir y eliminar los indicadores físicos, geográficos y sociales de las relaciones de los palestinos con la tierra y con la posesión de esta.
La aparición de la tecnología de Sistema de Posicionamiento Global (GPS, por sus siglas en inglés), del programa informático de Sistemas de Información Geográfica (SIG) y la cantidad cada vez mayor de satélites de detección remota permitieron en las últimas décadas trazar unos mapas precisos y completos del territorio del Mandato de Palestina. En cambio, los editores de las imágenes obtenidas vía satélite, incluido Google, siguen debilitando la presencia de Palestina ya sea publicando imágenes de baja resolución que sugieren unas opciones de rutas incorrectas para los palestinos, catalogando topónimos de forma incorrecta y/o en hebreo o, simplemente, dejando en blanco los territorios habitados por palestinos, una terra nullius pixelada.
Este artículo examina las diferentes maneras en que desde el comienzo del Mandato Británico hasta nuestros días se ha excluido a la población palestina de los mapas de su propia tierra. Argumenta que las localidades mal cartografiadas alteran la forma en que la población palestina entienden el espacio y la distancian de su patria. También explora mapas alternativos y subversivos como formas de reconocer el pasado, evaluar el presente e imaginar el futuro. Concluye que aunque los mapas están intrínsecamente unidos al colonialismo tanto británico como israelí, y se utilizan sistemáticamente como formas de eliminación, se pueden reclamar como expresiones de imaginación geográfica y como una forma de resistencia.
Cartografía colonial
A pesar de sus pretensiones de realismo matemático los mapas modernos simplemente no reflejan la realidad. Crean y arraigan un percepción particular de la Tierra en la que vivimos. Las líneas trazadas en los mapas separan los países de los océanos y entre sí. El área comprendida entre las líneas representa entidades sociopolíticas artificiales de espacio soberano: los Estados nación. A pesar del proceso de formación y desintegración del Estado en lugares como Palestina, Sudán y Tibet, los Estados nación se aceptan en el orden internacional como entidades fijas. En las proyecciones contemporáneas de los mapas, que representan la superficie tridimensional de la Tierra en un plano bidimensional, las naciones Estado se representan como indicadores definitivos, objetivos y evidentes de la realidad política, una fachada que refuerzan los usuarios, los cuales interactúan con los mapas políticos como una representación perfecta y a escala del espacio.
En las últimas décadas se han criticado las proyecciones del globo, sobre todo la omnipresente proyección cilíndrica de Mercator, debido a su eurocentrismo. El mapamundi estándar sitúa el hemisferio norte en la parte superior con Europa firmemente situada en el centro. La proyección de Mercator en particular distorsiona el tamaño relativo de los continentes y reduce drásticamente África y América del Sur, y hace que Europa, América del Norte, Australia y, en particular, Groenlandia, aparezcan mucho más grandes de lo que en realidad son.
Los mapamundis actuales son todavía empresas en gran medida coloniales y nacionalistas que reflejan predominantemente la adquisición y el control del territorio por parte de Occidente. Los mapas concebidos como herramientas de navegación evolucionaron rápidamente hasta convertirse en los medios a través de los cuales la Tierra y sus riquezas se dividieron artificialmente entre las potencias coloniales. Contener la diversidad en zonas únicas y delimitadas fue la única manera de poder primero ejercer el control y después consolidarlo y mantenerlo. Como afirma Paul Carter, los mapas fueron “el jeroglífico del intento del imperialismo de separar y clasificar la extensión de la superficie de la Tierra con el fin de ocupar sus territorios y controlar sus recursos”.
Esto concuerda con los mapas del moderno Oriente Próximo que trazaron las potencias imperialistas británica y francesa durante la Primera Guerra Mundial y poco después de ella, y que encarnaron el Acuerdo de Sykes-Picot en 1917 y la Conferencia de San Remo en 1920. Los nuevos mapas elaborados por actores europeos transformaron una región que antes estaba compuesta por unidades administrativas otomanas fluidas territorialmente en un conjunto inconexo de territorios marcado por largas líneas rectas de las que surgían los nuevos protectorados de Irak, Transjordania, Palestina, Líbano y Siria. Se dotó a estas naciones de monarcas imperiales de nuevo cuño a los que se encajó dentro de un paternalista sistema de Mandato.
Los mapas coloniales británicos en la Palestina del Mandato
En Cultura e imperialismo Edward Said explica la “lucha por la geografía” como una lucha “que no solo consistía en cañones y soldados, sino también en ideas, formas, imágenes y elucubraciones”. En este sentido la segunda mitad del siglo XIX conoció un aluvión de exploraciones orientalistas de Palestina por parte de europeos que llevaron a cabo estudios históricos, lingüísticos, geográficos y arqueológicos, sobre todo en zonas de relevancia bíblica y religiosa. A diferencia de los mapas religiosos medievales y de principios de la época moderna en los que suelen aparecer criaturas míticas y nombres de lugares bíblicos, los cartógrafos y exploradores europeos modernos justificaron el realismo y exactitud de sus mapas con los métodos “científicos” que los sustentaban.
Aunque el Mandato Británico sobre Palestina entró plenamente en vigor en 1922 el gobierno británico llevaba décadas preparándose para dominar Palestina. El Fondo de Exploración de Palestina británico llevó a cabo de 1871 a 1877 un estudio exhaustivo de Palestina occidental. Aunque la expedición estaba encabezada por figuras religiosas y académicas, el gobierno estaba directamente implicado y, según se afirma, utilizó a estas asociaciones benévolas “como frente para […] recopilar información sobre la zona”. El estudio resultante fue con mucho el más preciso y sofisticado desde el punto de vista tecnológico realizado hasta el momento y durante la invasión británica de Palestina en la Primera Guerra Mundial contribuyó a la planificación militar. El estudio se centró en el territorio comprendido entre el río Jordán y el mar Mediterráneo, un espacio muy similar al que 50 años después abarcarían las fronteras del Mandato Británico.
Durante el Mandato Británico las fuerzas coloniales elaboraron gran cantidad de estudios detallados destinados a la planificación militar, política, social y económica. En los mapas rara vez se describía la distribución geográfica y las actividades que desarrollaba los habitantes árabes originarios de Palestina. Por ejemplo, tras la Gran Revuelta Árabe (1936-39) en Palestina la Comisión Peel (a la que se había encomendado encontrar una “solución” al descontento y que por primera vez recomendaba dividir Palestina en 1937) utilizó mapas para demostrar diferentes planes posibles de división entre árabes y judíos que ignoraban la realidad geográfica (Figura 1).
Figura 1: El Plan de Partición de la Comisión Peel, 1937
El lenguaje geográfico de los mapas británicos estaba compuesto casi completamente por nombres en árabe transcritos, especialmente en el caso de lugares significativos para la tradición cristiana. El Estudio del Mandato Británico de Palestina elaborado en la década de 1940 se convirtió en el mapa oficial de Palestina, descrita como una unidad administrativa única. En ese mapa se utilizaron miles de topónimos en árabe (1) lo que se convirtió en una importante fuente de tensión con los dirigentes sionistas que insistían en incluir los nombres de los topónimos en hebreo (siempre que existieran) junto a los nombres en árabe y/o en inglés en las publicaciones oficiales del gobierno. Tras la creación del Estado de Israel la eliminación de los nombres en árabe y su sustitución por nombres en hebreo se convirtió en la piedra angular de la política espacial sionista, que continúa a día de hoy.
La cartografía de los primeros momentos del sionismo
Después del primer Congreso Sionista celebrado en Basilea en 1897 y la primera aliyah, u oleada de inmigración judía europea de 1881 a 1903, empezaron a proliferar los mapas sionistas, en muchos de los cuales aparecían indicadores topográficos y religiosos diseñados para volver a dibujar el mapa a imagen de un planeado Estado sionista. En particular, el sector del movimiento sionista dedicado a recaudar fondos, el Keren Hayesod, y el Fondo Nacional Judío (FNJ), una organización dedicada a adquirir y desarrollar tierra palestina para crear colonias exclusivas para judíos, utilizaron mapas para promover la colonización sionista de Palestina.
Figura 2: Mapa de Keren Hayesod, 1932
La figura 2 es un mapa de 1932 que Keren Hayesod utilizó como herramienta para recaudar fondos y solicitar donaciones a la comunidad judío-estadounidense. Un lado del documento se jacta de los logros del Keren Hayesod, mientras que el reverso del mapa señala en rojo la costa mediterránea y la región norte para indicar lo que la leyenda del mapa designa como “tierras judías”. Jerusalén se marca con la estrella de David mientras que las localidades palestinas se limitan a unos pocos centros urbanos. En un claro ejemplo de orientalismo se representa la población originaria con cuatro figuras apenas bosquejadas y a lomos de camello superpuestas en el desierto. Otras figuras muestran a laboriosos trabajadores judíos junto a nuevos centros agrícolas e industriales. Esta yuxtaposición ilustra la afirmación de Ella Shohat de que los sionistas europeos se consideraban a sí mismos quienes “hacían historia”, mientras que las personas [palestinas] originarias formaban un “trasfondo casi inorgánico”.
Figura 3: Mapa del Fondo Nacional Judío, en torno a 1940
La figura 3 es un mapa (uno de muchos) del FNJ que señala en hebreo las nuevas colonias judías entre 1936 y 1940. Los nombres de las colonias anteriores a la creación del Estado de Israel se seleccionaron según referencias bíblicas o talmúdicas, o en homenaje a figuras sionistas, de modo que se convirtió a la historia bíblica judía en una parte esencial de la geografía del expansionismo sionista moderno. Los modelos de colonias en las regiones costeras y del norte se parecen a las de la Figura 2 y de nuevo en el mapa apenas aparecen localidades palestinas. Los prósperos centros comerciales y agrícolas palestinos en lo que hoy se conoce como Cisjordania están vacíos y solo Jerusalén y la carretera entre Jerusalén y Jericó indican algo de vida.
La eliminación de la población palestina originaria de la tierra reforzó la tristemente célebre afirmación sionista de que Palestina era “una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”. Por supuesto, era una falacia ya que a finales del siglo XIX Palestina contaba con una población de unas 600.000 personas, tenía una agricultura floreciente y era muy activa desde el punto de vista económico y político.
Crear el mapa en hebreo
Tras la Nakba de 1948 (que señala la pérdida de la patria palestina y el desplazamiento de 750.000 palestinos de sus hogares) el nuevo Estado de Israel se propuso que el mapa nacional pasara de estar escrito en árabe a estarlo en hebreo como una forma de construcción de la nación sionista. Se asignaron nombres hebreos a todos los elementos geográficos para fusionar la historia bíblica judía con el control territorial. El objetivo final era convertir el hebreo en la única lengua en la que entender el paisaje y eliminar así las experiencias e historias de los habitantes originarios.
La primera persona que ocupó el cargo de primer ministro de Israel, David Ben-Gurion, entendió que los nombres de los topónimos no era simplemente una opción lingüística, sino una expresión de relaciones de poder, y en julio de 1949 creó una comisión para “determinar los nombres en hebreo de todos los lugares, montañas, valles, fuentes, carreteras y similares en toda la zona del Negev”. En un período de ocho meses la región de Beer Sheba, en el sur, se transformó en el “Negev” y culminó en agosto de 1950 con un mapa en hebreo de la zona que se hizo recopilando los topónimos de los mapas coloniales británicos, traduciendo los nombres en árabe que existían y situando estos nombres en un contexto bíblico y religioso para darles autenticidad.
La hebraización de la región de Beer Sheba se consideró un caso esencial que sentaba jurisprudencia para fortalecer la soberanía sobre el territorio recién adquirido. Ben-Gurion elogió a la comisión: “Ustedes han desterrado la vergüenza de la extranjería y de un idioma extranjero de la mitad del territorio israelí, y han completado el trabajo iniciado por las Fuerzas de Defensa Israelíes: liberar al Negev del dominio extranjero. Espero que continúen su trabajo hasta redimir toda la zona de la tierra de Israel del dominio de la lengua extranjera”.
La hebraización de los topónimos se convirtió posteriormente en un proyecto nacional patrocinado por el Estado. En marzo de 1951 se estableció la Comisión Gubernamental de Nombres para dar “nombres en hebreo a todos los lugares que tienen nombres en árabe” y asignar nombres a los lugares recién creados. Una década después de la creación de Estado la Comisión había asignado unos 3.000 nuevos nombres y al mismo tiempo se eliminó del índice oficial de Israel los nombres de los pueblos palestinos. Como señaló el informe de 1958 de la Comisión, “mientras los nombres no aparezcan en los mapas no pueden tomar posesión en vida”.
Mientras tanto Ben-Gurion y la Comisión incluyeron los topónimos en hebreo en instituciones, agencias y organizaciones oficiales y no oficiales. Se ordenó al ejército israelí utilizar y distribuir los nombres nuevos, y se instruyó al Ministerio de Educación para que ratificara los nombres nuevos en las escuelas y descartara los árabes. Los nombres en hebreo se difundieron y promovieron tanto en varias agencias gubernamentales, como el Departamento de Obras Públicas, como en los medios de comunicación.
La hebraización de los mapas muestra una actitud paradójica respecto a la lengua árabe. Por una parte se la acusaba de ser extranjera y ajena mientras que por otra era el indicador indiscutible de autenticidad y de la condición de indígena. La población palestina poseía una relación íntima con el paisaje y un buen conocimiento de este debido a su presencia ininterrumpida durante siglos. Por consiguiente, se suponía que los topónimos contemporáneos en árabe habían preservado los nombres y tradiciones antiguos de la época de la Biblia. Para la Comisión se convirtieron en una pista acerca del pasado, que afectaba a cómo se elegían los nombres en hebreo. La Comisión o bien tradujo directamente el significado de los nombres en árabe o si su sonido era similar al hebreo se apropiaban del nombre y le daban la entonación hebrea.
El mapa en hebreo se sigue confeccionando más allá de la Línea Verde (que delimita la Línea del Armisticio de 1949) en Jerusalén Oriental, Cisjordania, la Franja de Gaza y el Golán sirio ocupado. A pesar de que las colonias violan el Artículo 49 del Cuarto Convenio de Ginebra, desde 1967 la Comisión Gubernamental de Nombres establece los nombres de las ilegales colonias judías para asegurar la uniformidad lingüística a ambos lados de la Línea Verde, lo que demuestra la continuidad del proyecto de construcción del Estado israelí, un Estado que desde su creación ha tratado de controlar la mayor cantidad de tierra palestina con la menor cantidad de palestinos.
Hoy en día los mapas de Cisjordania muestran un vertiginoso patchwork de designaciones políticas y militares según las Zonas A, B y C establecidas por los Acuerdos de Oslo. A menudo estas zonas se superponen tanto con las ilegales colonias y con zonas edificadas palestinas como con checkpoints y controles de carretera. Los mapas elaborados por organismos de control, como la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas, son multicapas, confusos y a menudo ilegibles para una persona no entendida. Significativamente, cualquier mapa del territorio palestino ocupado (TPO) está obsoleto casi en cuanto se publica ya que las colonias judías israelíes aumentan, las tierras palestinas se dividen y las barreras se amplían, se derrumban o se reubican. Mientras que los mapas del interior de la Línea Verde siempre muestran a Israel como una entidad geográfica fija y homogénea, los mapas de más allá de ella muestran una realidad geográfica inestable e inacabada en la que Israel sigue manipulando, controlando y anexionando tierras.
Así pues, el mapa en hebreo fue, y sigue siendo, un ejercicio de la formación del Estado, un documento vivo de la colonización sionista en el que la ideología sionista se incorpora a las prácticas espaciales del Estado israelí. Es lo que el cartógrafo palestino Salman Abu Sitta quiere decir cuando afirma que el pueblo palestino ha sido “suprimido del mapa”.
La oportunidad perdida de la tecnología
Los avances tecnológicos de las dos últimas décadas han alterado radicalmente la forma en que los seres humanos interactúan con el espacio. Desde que en 1999 se lanzó el satélite IKONOS el público general ha podido acceder a imágenes detalladas de la Tierra, un privilegio que antes estaba reservado a los gobiernos. La rápida democratización y proliferación de imágenes de satélites, tanto de código abierto como comerciales, incluidos Google Earth, DigitalGlobe’s WorldView y Planet, auguraba una nueva era.
Los datos geoespaciales de alta resolución se utilizan para defender, exigir responsabilidades y analizar gran cantidad de causas diferentes, desde el rastreo de las alteraciones del clima hasta el seguimiento de la pobreza y los conflictos mundiales, pasando por proporcionar ayuda en casos de desastre y preservar el patrimonio cultural. Tanto grupos como Amnistía Internacional y Human Rights Watch como medios de comunicación utilizan los datos geospaciales para dar testimonio de violaciones de derechos humanos a escala mundial y para valorarlas.
Las imágenes obtenidas vía satélite se suelen considerar objetivas, precisas y fidedignas, por lo que generalmente están despolitizadas y rara vez se cuestionan. No obstante, al igual que los mapas impresos, las imágenes obtenidas vía satélite (y los usos que se hacen de ellas) siguen siendo vulnerables a las manipulaciones sociales y políticas de los cartógrafos, unas manipulaciones que pueden dificultar su impacto potencialmente progresista. Esto es especialmente evidente en el caso de Google y su controvertida relación con Palestina.
Un informe de 2018 de 7amleh, el Centro Árabe para el Avance de los Medios Sociales, afirma que Google Maps sirve a los intereses del gobierno israelí al facilitar sus intentos de eludir sus responsabilidades respecto a las poblaciones ocupadas según los marcos internacionales de derechos humanos. El informe destaca que las rutas de Google Maps están diseñadas “sólo para israelíes e ilegales colonos israelíes, y pueden ser peligrosas para los palestinos”. Google Maps calcula automáticamente las rutas asumiendo que quien lo usa es una persona que tiene un documento de identidad israelí y puede utilizar las carreteras que son de uso exclusivo para israelíes, sin tener en cuenta los cientos de checkpoints, controles de carreteras y barreras que restringen la libertad de movimiento de los palestinos.
Su forma de etiquetar y de nombrar también es discutible. A pesar de que Israel nunca ha declarado sus fronteras, Google le otorga una etiqueta y unas fronteras como si fuera un bloque de territorio indiscutible, en el que Jerusalén se marca como su capital ignorando su estatus reconocido internacionalmente. En cambio, se resta importancia a muchas localidades palestinas o se borran totalmente, incluidos los pueblos beduinos a los que el Estado israelí sigue sin reconocer, y los pueblos palestinos situados dentro de la Zona A de Cisjordania controlada por Israel. Resulta significativo que Cisjordania y la Franja de Gaza (excluyendo las ilegales colonias israelís) no consten como parte de ningún país o Estado, ya que Palestina no está calificada como tal. De hecho, en 2016 Google se vio envuelto en una fuerte polémica debido a un error que suprimió los nombres de Cisjordania y Gaza de su mapa, lo que provocó una petición bajo el nombre de “¡Google: Pon a Palestina en tus mapas!” que ha reunido más de 615.000 firmas.
El énfasis de Google en las localidades israelíes, ilegales o no, también se observa en Google Street View, que cubre la mayoría de Israel y sus ilegales colonias, así como la ocupada por Israel Ciudad Vieja de Jerusalén. En cambio, se sigue sin poder ver gran parte de Palestina con excepción de las ciudades palestinas de Jericó, Belén y Ramala, y unos pocos lugares de Gaza.
Además, a consecuencia directa de la política del gobierno de Estados Unidos, Google Earth está obligado por ley a restringir el acceso a las imágenes de Palestina e Israel. La legislación de ambos partidos [Republicano y Demócrata] aprobada por la Cámara de Representantes estadounidense en 1997 limita la calidad de las imágenes vía satélite de Palestina-Israel de las que puede disponer el público a través de plataformas cuya base está en Estados Unidos, como Google Earth y Bing Maps. La Enmienda Kyl-Bingaman (KBA, por sus siglas en inglés) a la Ley de Autorización de la Defensa Nacional estadounidense restringe la disponibilidad de las imágenes vía satélite de alta resolución al impedir a los operadores y minoristas de satélites de Estados Unidos vender o difundir imágenes de Palestina-Israel con una resolución superior a la disponible en el mercado no estadounidense. Aunque la KBA solo se aplica a empresas estadounidenses, la hegemonía que estas tienen en el mercado comercial de imágenes vía satélite había elevado, hasta hace muy poco, esa legislación a una institucionalización de facto a escala mundial, lo que afectaba al acceso a ellas de activistas, organismos de seguimiento e investigadores de todo el mundo.
Aunque la ley se implementó con el pretexto de proteger la seguridad de Israel, se trata más bien de una censura ya que las imágenes de Palestina-Israel se limitan a una resolución de dos metros. Como demuestran Fradley y Zerbini, al hacer deliberadamente borrosas las imágenes vía satélite de Palestina-Israel la KBA obstaculiza el trabajo de arqueólogos, ambientalistas, geógrafos y personal humanitario. De hecho, las imágenes de baja resolución obstaculizan los esfuerzos humanitarios para documentar las violaciones de los derechos humanos, como el robo de tierras, las demoliciones de casas y las actividades de las colonias por parte de Israel, y minan el derecho de los palestinos a reivindicar la tierra. También dificultan la valoración de los daños causados por el conflicto en zonas con alta densidad de población y de difícil acceso, como la Franja de Gaza (el caso más reciente, durante la Gran Marcha del Retorno iniciada en marzo de 2018).
Gracias a técnicas “caseras”, como colocar cámaras digitales en cometas o globos, los palestinos han burlado directamente esta censura y obtenido sus propias imágenes aéreas con una resolución más alta que la que ofrece Google. Este método se utilizó para documentar la construcción de una carretera de seis carriles que atraviesa el barrio palestino de Beit Safafa en Jerusalén y las consecuencias que tienen en la población local.
Tanto la legislación perjudicial (como la KBA) como la complicidad de las empresas de tecnología en favorecer el control espacial israelí a expensas de los palestinos suponen una oportunidad perdida de utilizar los avances tecnológicos para democratizar la cartografía. En vez de ello ha creado un “mecanismo de censura omnipresente”.
Contracartografía decolonial
Descolonizar los mapas es un proceso que implica por una parte reconocer la experiencia de los sujetos coloniales (los palestinos) y por otra documentar y sacar a la luz los sistemas y estructuras coloniales (el expansionismo sionista).
La descolonización exige lo que David Harvey denomina “imaginación geográfica”, esto es, vincular la imaginación social a una conciencia espacial y material. Desde 1948 los palestinos han conservado el recuerdo de los hogares y pueblos destruidos gracias la creación de atlas, mapas, memorias, arte, libros, relatos orales y páginas web. Para las personas refugiadas y desplazadas internas palestinas el derecho al retorno no es solo una solución política sino el primer paso de un proceso de descolonización. El retorno, como un “contrapunto del exilio”, plantea preguntas críticas y prácticas del tipo “¿a qué se asemeja el retorno? ¿qué construimos dónde? ¿quién construirá qué?”.
Aunque es válida la crítica de que los contramapas reproducen e incorporan las prácticas territoriales y espaciales excluyentes existentes, los actuales intentos de una contracartografía demuestran que los palestinos y sus aliados están creando una cartografía descolonizada más allá de limitarse a (re)afirmar las líneas en un mapa existente. Estos intentos, en cambio, trasladan los recuerdos personales y colectivos a términos espaciales, y los incorporan a un marco jurídico y político. El libro All that Remains Todo lo que queda de Walid Khalidi cartografía con imágenes e información demográfica cada una de los pueblos palestinos destruidos. De forma similar Salman Abu Sitta, fundador de la Sociedad Palestina de la Tierra, ha elaborado un plan exhaustivo destinado al retorno utilizando mapas y destacando que muchos de los pueblos destruidos no se han repoblado y, por lo tanto, pueden albergar a su habitantes [originarios] que retornen. Además, su Atlas of Palestine (2010) es un registro histórico de la Palestina anterior a la Nakba que se presenta metódicamente utilizando imágenes aéreas a escala 1:25.000.
La tecnología puede servir como una herramienta para imaginar de forma tangible el derecho al retorno. Los mapas históricos detallados y sin censurar, y las imágenes con una resolución alta permiten a los palestinos catalogar lo que queda de los pueblos y aldeas destruidos durante la Nakba. Estas imágenes no solo proporcionan pruebas importantes de la continua invasión colonial de la tierra palestina, sino que también permiten a los palestinos imaginar activamente una realidad alternativa.
La ONG israelí Zochrot trata de concienciar al público israelí en general sobre la Nakba palestina. Uno de sus muchos proyectos es iNakba, una aplicación interactiva para smartphones creada en 2014 y que hasta la fecha han descargado más de 40.000 persona. iNakba ha catalogado más de 600 ciudades y pueblos palestinos que fueron destruidos durante la Nakba y proporciona imágenes, texto (en árabe, hebreo e inglés) y, lo que es más importante, coordenadas de Waze y Google Map para mostrar a los usuarios cómo llegar y para que ellos ellos mismos añadan información.
La creadora de iNakba, Raneen Jeries, afirmó que el objetivo de esta aplicación es honrar la herencia e identidad palestina y afirmar el derecho al retorno: “Volvimos a colocar la aldea palestina en el mapa y ahora tratamos de hacer retornar al refugiado palestino”, añadió. “Es poderoso porque es interactivo […] Si estás en [el campo de refugiados de] Ein El Hilwa [de Líbano] puedes estar al día acerca de tu pueblo en Palestina. Ha vuelto a la vida”.
Zochrot también facilita a las personas afectadas proyectos relacionados con el derecho al retorno. Por ejemplo, el proyecto de 2010 Participatory Action Research, Counter Mapping Return, previó las posibilidades y dificultades espaciales del derecho palestino al retorno a un pueblo destruido, Miska, en la región de Tulkarem. Los participantes palestinos e israelíes crearon un mapa alternativo exhaustivo y multicapas que desmantelaba las actuales políticas discriminatorias. Se consideró que el primer paso era reconocer la destrucción personal y colectiva causada por la Nakba.
La publicación de Palestine Open Maps (una colaboración entre Visualizing Palestine y Columbia University Studio-X Amman) en 2018 es el primer proyecto cartográfico de código abierto basado en mapas históricos del período del Mandato británico. Los detallados mapas multicapas narran historias visuales “que retratan vívidamente geografías ausentes y ocultas”, y permiten a los usuarios buscar el paisaje palestino anterior a la Nakba. Palestine Open Maps también realiza “mapatones”[*] que permiten a los usuarios extraer datos de los mapas del Mandato británico (como hacen otras organizaciones como la ONG estadounidense Rebuilding Alliance).
Al mismo tiempo los palestinos utilizan la tecnología para crear sus propios servicios cartográficos independientes. Por ejemplo, Doroob Navigator, que se puso en marcha en el verano de 2019, obtiene de sus usuarios datos sobre el cierre de carreteras y el tráfico, y permite a los conductores palestinos de los territorios palestinos ocupados seguir el tráfico en los puestos de control y buscar rutas alternativas.
Estos proyectos (además de otros como Gaza War Map, Decolonizing Art and Architecture Residency y Forensic Architecture) permiten al pueblo palestino hacer frente al discurso hegemónico y subvertirlo, y afirmar una visión alternativa de la liberación y del retorno en términos espaciales y cartográficos. A menudo los intentos de los palestinos de retornar verdaderamente a sus pueblos destruidos refuerzan estas iniciativas o coinciden con ellas. Por ejemplo, a pesar del riesgo de sufrir la violencia estatal y de que sus casas fueran demolidas, los habitantes desplazados internos de pueblos como Iqrit, Al-Walaja y Al-Araqib retornaron décadas después de haber sido expulsados. Otros ejemplos son más simbólicos, como la Gran Marcha del Retorno en Gaza que empezó en 2018 y continúa a día de hoy.
Desafiar a los guardianes de la cartografía
Durante mucho tiempo la cartografía ha sido un arma más del arsenal del colonizador, una herramienta utilizada para adquirir, controlar y borrar el territorio. Como afirma el politólogo israelí Meron Benvenisti, “el conocimiento cartográfico es poder: por eso esta profesión está tan vinculada al ejército y a la guerra”. En el caso de Palestina la cartografía británica y sionista se esforzó en eliminar del paisaje los vestigios palestinos. La década posterior a 1948 transformó la tierra con un mapa totalmente en hebreo que desplazó a siglos de vida e historia palestina.
Para los refugiados palestinos, la mayoría de los cuales no tienen posibilidad de visitar, y menos aun de retornar, a la tierra de la que ellos o sus antepasados fueron expulsados, la censura consolida su separación de su patria y la restringe a la esfera virtual. En el caso de los palestinos que viven bajo la ley marcial en los territorios palestinos ocupados o bajo el asedio en Gaza, aunque la tecnología supone la posibilidad de democratizar las prácticas espaciales, las principales aplicaciones cartográficas no tienen en cuenta la realidad llena de muros que hay sobre el terreno ni las restricciones y repercusiones que esta realidad tiene en la libertad de movimientos de los palestinos.
Con todo, el pueblo palestino y sus aliados siguen subvirtiendo los mapas coloniales y resistiéndose a ellos por medio de contramapas. Estos son algunos pasos concretos para seguir avanzando:
1. Tal como recomendó 7amleh, Google Maps debe nombrar correctamente Palestina, de acuerdo con la Resolución de la Asamblea General de la ONU de noviembre de 2012.
2. Según la Resolución 181 de la Asamblea General de la ONU. Google Maps debe mostrar correctamente el estatus internacional de Jerusalén. Google también debe identificar y etiquetar correctamente la ilegales colonias israelíes en tierra ocupada, según el Artículo 49 del Cuarto Convenio de Ginebra y el Artículo 55 de las Regulaciones de La Haya.
3. Google debe distinguir claramente las Zonas A, B y C en Cisjordania, y dar cuenta de todas las restricciones al movimiento y de las calles restringidas.
4. Google debe localizar los pueblos palestinos “no reconocidos” dentro de Israel, así como los pueblos palestinos en la Zona C.
5. Estados Unidos debe eliminar la KBA y permitir comerciar en igualdad de condiciones a los proveedores de imágenes estadounidenses y no estadounidenses, lo que permitiría a los operadores de satélite compartir imágenes con alta resolución de Palestina-Israel en plataformas de acceso libre muy utilizadas. También permitiría a arqueólogos, investigadores y trabajadores humanitarios documentar correctamente los cambios sobre el terreno y facilitaría el exigir a Israel rendir cuentas por su ocupación.
6. La sociedad civil palestina debe fomentar y promover activamente el uso activo de contramapas como alternativa a los incompletos mapas actuales. Al mismo tiempo, la sociedad civil palestina y sus aliados debe centrar sus esfuerzos en presionar por una parte al gobierno estadounidense para que derogue la KBA y por otra a Google para haga los cambios que hemos señalado.
Notas:
(1) Váse A Gazetteer of the Place Names Which Appear in the Small-Scale Maps of Palestine and Trans-Jordan, Jerusalén, 1941.
[*] Un “mapatón” (del inglés “mapathon”) es un acto coordinado de cartografía en el que se invita al público a realizar mejoras on line de mapas en su zona para mejorar la cobertura y ayudar a evaluar el riesgo de desastres y la gestión de la energía. (N. de la t.).
Zena Agha fue becaria de Al-Shabaka de 2017 a 2019. Sus ámbitos de especialización incluyen la construcción de colonias israelíes en el territorio palestino ocupado, con especial atención a Jerusalén, la historia moderna de Oriente Próximo y las prácticas espaciales. Anteriormente trabajó en The Economist, la Embajada de Irak en París y la delegación palestina en la UNESCO. Además de sus artículos de opinión en The Independent y The Nation, también ha colaborado con el Servicio Mundial de la BBC, la BBC en árabe y El País. Obtuvo la beca Kennedy para estudiar en la Universidad de Harvard y terminó un Máster en Estudios de Oriente Próximo.
Tiene 27 años de edad y es el ganador del primer lugar del Salón Jóvenes con FIA. No se ata a una técnica de expresión en particular y tampoco cree que es una obligación crear a partir del contexto actual del país.
Colombia / 19 de mayo de 2019 / Autor: Camila Londoño / Fuente: Elige Educar
Mystery Skype es un proyecto de Microsoft que busca que niños y jóvenes de todo el mundo se conecten para aprender de una manera diferente.
Las reglas para jugar a Mystery Skypeson simples: los estudiantes deben hacer preguntas de “sí” o “no”, u otro tipo de preguntas a un curso en otro ligar del mundo. La clase que adivine la ubicación de la otra persona primero, gana. Este proyecto online es una iniciativa avalada por Microsoft Education, que permite a estudiantes de todo el mundo conectarse para aprender geografía de una forma entretenida. Este juego de preguntas y respuestas con las que los estudiantes deben adivinar en qué parte del mundo se encuentran sus interlocutores, fue diseñado específicamente para que los alumnos pudieran practicar esta asignatura, sin embargo, el juego también puede ser muy útil para practicar idiomas u otras asignaturas que tengan elementos comunes en diversas culturas.
¿Por qué es interesante? Porque en muchas escuelas del mundo, los niños están acostumbrados a aprender geografía memorizando nombres en un mapa.
En un artículo de Mindshift, Audrey Mohan, expresidenta del Consejo Nacional para la Educación Geográfica en Estados Unidos, asegura que la geografía no funciona de esta manera y a su vez, compara esta situación con enseñar química a través de la memorización de la tabla periódica. “Si acabas de memorizar la tabla periódica y piensas que conoces la química … no conoces la química.No sabes cómo interactúa ninguna de esas cosas”, afirma. “Lo mismo es cierto para la geografía. Si sólo memorizas todas las capitales de los Estados Unidos, simplemente estás rozando la superficie de lo que realmente se trata la geografía”. Mystery Skype apunta a que esto no suceda, dándole a los docentes una herramienta interesante que responde a los desafíos de la educación de este siglo.
Milken Educator Awards
Cuando este proyecto empezó a popularizarse, principalmente en Estados Unidos, Microsoft le pidió a un grupo de seis profesores que diseñaran la guía online del juego.
Esto quiere decir, que Mystery Skype responde a las necesidades pedagógicas de los docentes y además, como menciona Mohan en el mismo artículo, permite a los alumnos desarrollar otras habilidades como el pensamiento crítico, el liderazgo y la colaboración. A esto se suma la posibilidad de conocer gente de todo el mundo. El juego también apunta a que los estudiantes se expongan a realidades culturales diferentes, adquiriendo conciencia de su propio espacio y realidad. A esto se suma el poder prepararlos para un futuro laboral cada vez más global, construyendo relaciones que trascienden las fronteras.
Mystery Skype funciona a través de una aplicación online y para acceder a ésta sólo se deben seguir 6 pasos:
1. Descargar:
Para ingresar debes descargar Skype y regístrate para poder realizar llamadas gratuitas a través de Internet. Mystery Skype no se tiene que descargar, ya que se gestiona online, pero sí es necesario que instales Skype, ya que será el programa con el que se realizará la llamada. Regístrate con una cuenta específica para el aula, no con tu cuenta personal.
2. Registrarse:
Para jugar Mystery Skype debes resgitrarte o iniciar sesión en Microsoft Education. Puedes utilizar la propia cuenta de Skype para hacerlo. En el apartado de “Skype in the Classroom” puedes incluir tu usuario de Skype e indicar que juegas Mystery Skype.
3. Buscar
En la web de Mystery Skype, busca las clases que puedan interesarte, filtrando por grupos de edad, asignaturas o temas de interés, país, idioma o ciertas palabras clave. Después, tendrás que contactar a las clases las elegidas por correo electrónico, a través de Twitter o de Skype. Ten en cuenta las diferencias horarias (esta información la ofrece la herramienta).
4. Citar
Según las conversaciones establecidas con las clases contactadas, tendrás que ponerte de acuerdo para realizar una llamada a través de Skype. Además tienes que escoger la modalidad de juego, que puede ser una de las siguientes, con las variaciones que te interesen:
– 20 preguntas: Recomendada para principiantes y niños más pequeños. Antes de la llamada, cada clase preparará 20 preguntas, y 5 o 10 pistas para dar a la otra clase. Cada clase intenta descubrir el lugar a través de las preguntas y pueden recurrir a las pistas como ayuda extra cuando sea necesario.
– Preguntas para responder sí o no: Para clases algo más experimentadas. Esta modalidad de juego solo permite que se realicen preguntas cuya respuesta sea sí o no. Éstas no deben prepararse con antelación, sino que irán surgiendo según se avanza. Se puede poner un número límite de preguntas para aumentar la dificultad. Con cada respuesta negativa, cambia el turno a la otra clase.
– Juego de roles: Para los más experimentados. Tienen que seleccionar diferentes roles para los alumnos, con distintas responsabilidades (para trabajar en equipo). Por ejemplo, puede haber algunos alumnos interlocutores, otros que propongan las preguntas, otros encargados de un mapa para localizar países y ciudades, otros que buscan información sobre el país, fotógrafos para documentar la experiencia, alumnos responsables de transmitir esto en redes, etc.
5. Prepararse:
Este punto es fundamental. Tienes que explicar a tus estudiantes en qué consiste el juego, cómo funciona y cómo deben comportarse a lo largo del juego. Para informarte y organizar la sesión previamente puedes revisar más información en este ling: Mystery Skype.
6. Jugar:
El último paso es jugar y aprender.
¡Una herramienta perfecta para que tus alumnos aprendan de una forma diferente, conectándose con otros niños y realidades!
Recomendamos la lectura del portal Otras Voces en Educación en su edición del día domingo 19 de mayo de 2019. Esta selección y programación la realizan investigador@s del GT CLACSO «Reformas y Contrarreformas Educativas», la Red Global/Glocal por la Calidad Educativa, organización miembro de la CLADE y el Observatorio Internacional de Reformas Educativas y Políticas Docentes (OIREPOD) registrado en el IESALC UNESCO.
00:00:00 – Miles de brasileños protestan en defensa de la educación
En nuestro portal Otras Voces en Educación (OVE) encontrará noticias, artículos, libros, videos, entrevistas y más sobre el acontecer educativo mundial cada hora.
América del Sur/Bolivia/Octubre de 2016/Fuente: Telesur
Con el uso de la tecnología satelital y de un dron, la Unesco realiza un mapeo del sitio arqueológico de Tiwanaku, cuna de una milenaria cultura preincaica en Bolivia, para establecer si hay más estructuras lícitas u otras construcciones enterradas.
El arqueólogo y consultor de la oficina de la Unesco dijo este martes que, «el mapeo del sitio permitirá guiar las investigaciones y pensar en futuros proyectos», y precisó que el equipo tecnológico que se usa puede arrojar «informaciones de estructuras de piedras enterradas».
El proyecto de la Unesco fue coordinado con el Centro de Investigaciones Arqueológicas, Antropológicas y Administración de Tiwanaku (Ciaaat) y financiado con fondos donados por el Gobierno de Japón.
Tiwanaku o Tinahuanaco, a 70 kilómetros al oeste de La Paz y cercano al Lago Titicaca, tuvo en tiempos de su apogeo una extensión aproximada de 400 a 600 hectáreas. El complejo religioso abarca unas 30 hectáreas y cobija la conocida Puerta del Sol, la Pirámide de Akapana, el Templo de Kalasasaya y otras estructuras.
Gallego informó que en el complejo arqueológico, patrimonio de la Unesco, «hay zonas no comprendidas en la declaratoria» y que el trabajo de mediación sobre una superficie de 400 hectáreas permitirá tener una visión más completa de lo que pudo ser el lugar.
Un estudio de alumnos de Educación Infantil revela que el 83% de las denominaciones de calles son masculinas.
No eran conscientes de que la desigualdad tiene también un reflejo en el callejero de la ciudad. Un proyecto que nació en la Facultad de Educación, entre los alumnos de primer curso del grado de Infantil, ha hecho a los alumnos trabajar sobre el mapa de la ciudad, viendo cuántas calles hay dedicadas a las mujeres respecto a los hombres. Y el estudio, coordinado por el profesor Francisco Javier de la Cruz Macho, del departamento de Didáctica de las Ciencias Sociales, arroja unos datos curiosos, concediendo nombres en masculino a 216 calles, el 83% del mapa de la ciudad. Solamente 45 calles tienen nombre de mujer, «y muchas de ellas están dedicadas a la Virgen bajo diferentes advocaciones, con lo que no deja de ser una misma denominación la que da nombre a varias calles», señala Javier de la Cruz.
El proyecto ha tenido como objetivo mostrar la desigualdad de género «que nos parece que no existe, pero hay muchos aspectos que nos pasan desapercibidos», argumenta. Los alumnos de la asignatura de Educación para la Paz y la Igualdad que han elaborado el estudio, de entre 18 y 20 años, no eran conscientes de que existía esa desigualdad, según subraya el profesor. Pero en cuanto se pusieron manos a la obra «quedaron impactados», dice. El profesor destaca que hay ámbitos, como la publicidad, el deporte, los libros de texto o los cargos directivos en las empresas, en los que la desigualdad de género es manifiesta, «pero en este tema del callejero en cuanto se pusieron a trabajar en el primer punto del trabajo quedaron impactados», añade.
El trabajo, como parte de un bloque de contenidos sobre la igualdad de género, ha consistido en un análisis del callejero de la ciudad desde la perspectiva de género. En el trabajo se identificaron todas las calles dedicadas a alguna persona y se ha realizado una pequeña biografía. Posteriormente, diseñaron unas gráficas para conocer la distribución de las calles con género, atendiendo además a la tipología y prestando atención a aquellas cuyas personas tienen puesto delante de su nombre la profesión.
Tipología:
Los alumnos decidieron comenzar por la elaboración de un listado de las calles de la ciudad que están dedicadas a personas. Además de buscar a través de distintas páginas web, una de las bases de la investigación fue la publicación del historiador José Luis Sánchez sobre las calles de Palencia, así como el trabajo de la Universidad Popular de Palencia sobre los nombres de mujeres en el callejero palentino. «Hemos contado con muchas fuentes que nos han ayudado en el trabajo», subraya.
Otra de las fuentes de análisis para el estudio fue la facilitada por Julián García Torrellas, Juan Carlos Blanco Colomer, Rafael Martínez y Dolores Pastor Mulero, gracias a sus aportaciones a través del grupo de ‘Facebook’ denominado ‘Fotos Antiguas de Palencia’.
Respecto a la tipología de las vías, hay 220 calles con nombres de personas, 22 plazas, 8 avenidas y 11 espacios de otro tipo. En todas ellas ganan las que tienen nombre de varón y cabe destacar que, en toda la ciudad, no hay ninguna avenida dedicada a mujeres.
Las advocaciones de la Virgen y los nombres de las Santas, así como de grandes heroínas y miembros de la realeza o de la aristocracia son las que reciben más atención en el callejero. Además, también hay sanitarias, escritoras y artistas, entre otras.
Además, también se ha analizado la profesión de cada una de las personas que tienen calles en la capital. Entre las conclusiones a las que se ha llegado en este apartado es que ninguno de los nombres en los que se añade la profesión corresponde a mujeres. En el caso de calles con nombre masculino, en las que se incluye una profesión (un 12% del total)se pueden encontrar las calles Doctor Fleming, Obispo Manuel González o Pintor Oliva, entre otras.
Aunque algunos de los nombres de mujer a las que se rinde homenaje en las diferentes placas de la capital son por méritos propios, otras muchas son mencionadas por ser hija, esposa o madre de alguien.
En realidad no se tienen en cuenta sus méritos y cualidades, sino su relación con un personaje masculino», se indica el estudio.
Otro de los aspectos que han analizado los estudiantes de la Facultad de Educación es la ubicación de las calles que tienen nombres de personas. La desigualdad de género es también evidente, dado que las vías dedicadas a féminas están en la periferia, mientras que las que recuerdan a varones mayoritariamente se ubican en la zona centro de la ciudad. «Un gran número de calles de mujeres son de nueva creación, por lo que se aprecia el interés por el cambio, pero pervive esa desigualdad histórica. Por donde más pasean los ciudadanos y visitantes es por el centro y en esas calles predominan las vías dedicadas a hombres», apunta Javier de la Cruz, como una de las conclusiones incluidas en el análisis del documento.
Las placas que lucen en las calles para su identificación también han sido objeto de estudio en esta ocasión. En el trabajo se han incluido imágenes de las distintas placas, sus formas, colores y letras.
Los estudiantes han recorrido las calles de Palencia fotografiando todos los carteles de las calles con nombre de mujer y la conclusión más llamativa a la que han llegado es que no hay ninguno con nombre de mujer que se salga de la tipología normal.
Además, en muchos casos no hay cartel, dado que son calles de reciente creación y no tienen edificaciones en las que ubicar la placa, como algunas de los sectores 11 y 12.
Sin embargo, se han encontrado las que los estudiantes han denominado «especiales», dedicadas a personajes masculinos. Se trata de distintivos de otro material, con tipologías de letras distintas e incluso con un pequeño texto en el que se argumenta el porqué de la elección. Entre ellas figuran las de Higinio Aparicio, Berruguete, Teófilo Ortega Matilla, Manuel de Falla, Mariano Zurita o Don Sancho.
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