Oaxaca, entidad con mayor rezago. La cobertura en secundaria para menores de 12 a 14 años alcanza 94 por ciento
En los pasados tres lustros la matrícula del sistema educativo nacional se incrementó en 6.5 millones, principalmente por el aumento en la atención de estudiantes de preescolar, secundaria y bachillerato, afirmó Héctor Robles Vásquez, director general de Integración y Análisis de Información del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (Inee).
Destacó que pese a los avances aún quedan retos por atender. La cobertura en prescolar, primaria y secundaria pasó de 23.8 a 25.7 millones en los pasados 15 años, pero tan sólo en prescolar estimó que 17 de cada 100 niños de tres a cinco años están fuera de la escuela, mientras que en secundaria la asistencia escolar de los menores de 12 a 14 años es de 94 por ciento.
Agregó que si bien se observa una reducción en el tiempo para incrementar la escolaridad promedio de los mexicanos, reconoció que la población mejora su nivel educativo a un promedio de 1.3 años de formación por década. A escala nacional se estima que el promedio es de 9.1 años, es decir, con secundaria terminada, pero en entidades como Oaxaca es de 7.5 años.
En contraste, en Ciudad de México la población tiene 11.1 años de escolaridad, lo que significa que tendrán que pasar tres o cuatro décadas para que Oaxaca pueda alcanzar el mismo nivel de desarrollo educativo.
Centro América/Puerto Rico/16 Agosto 2018/Fuente: El nuevo día
La agencia espera que la cifra llegue a los 313,000
La cifra de estudiantes matriculados en el Departamento de Educación alcanzó hoy los 256,000, un gran avance respecto al inicio del año académico el lunes pero todavía lejos de 313,000 que espera el Departamento de Educación como número final.
La secretaria de Educación de Puerto Rico, Julia Keleher, detalló en un encuentro con la prensa que la cifra de 313,000 es la proyección que se baraja, por lo que habrá que esperar a ver cómo continúa el proceso durante los próximos días.
Algunos docentes han apuntado que todavía quedan muchos estudiantes por matricularse debido a que este año, por vez primera, el sistema de matrícula se ha realizado a través de internet, lo que ha provocado que muchos padres, por desconocimiento, no lo hayan hecho todavía y se hayan presentado en las escuelas con sus hijos sin completar el proceso.
Keleher destacó que la principal novedad del curso académico que acaba de comenzar es la puesta en marcha un servicio de «Kínder» de Transición, como parte de la nueva estrategia de Educación Temprana en las escuelas públicas de la isla.
La funcionaria dijo que el «Kínder» de Transición se dirige a niños que todavía no tienen cinco años de edad al momento de comenzar clases para ingresar al «kindergarten», pero quienes los cumplirán entre septiembre y diciembre del año corriente.
Keleher sostuvo que en este primer año de prueba un total de 5,000 niños comenzarán este año el «Kínder» de Transición y en un plazo de uno o dos años todos los pequeños puertorriqueños de esa edad estarán integrados en el programa.
El gobernador, Ricardo Rosselló, dijo que el objetivo de esta iniciativa es trabajar en la dirección de igualar las oportunidades entre los niños que atienden la educación privada y los de familias de bajos recursos que recurren a la enseñanza pública.
«Hay una gran desigualdad entre niños que tienen recursos y los que no», dijo Rosselló, para quien aunque se trata de un objetivo difícil de alcanzar no le cabe duda de que durante los próximos años, gracias a iniciativas como «Kínder» de Transición, se logrará un acercamiento de oportunidades entre los estudiantes de la isla caribeña.
«Tenemos que cerrar el ‘gap’ -hueco- entre quienes tienen y quienes no», subrayó el jefe del Ejecutivo, para quien está probado en Estados Unidos y otros países que comenzar la educación a corta edad facilita un mejor desempeño educativo en el futuro.
Keleher mientras insistió en la idea de que comenzar la educación a temprana edad impulsa las habilidades cognitivas y sociales de los niños.
Dijo que está demostrado que la educación temprana de alta calidad disminuye las brechas de rendimiento entre los estudiantes y sus compañeros.
La educación pública libanesa está desbordada por la llegada de más de 200.000 estudiantes sirios. Más de la mitad de los desplazados entre tres y 18 años está fuera de la enseñanza formal
«¿Hoy vas a llevar el uniforme?”, le grita su madre desde el otro cuarto. Maher [nombre ficticio, como los de los otros refugiados mencionados en este reportaje] no le hace mucho caso. Está demasiado ocupado en peinarse y repeinarse el cabello engominado. Solo cuando ya no queda ni un pelo fuera de lugar, le contesta que sí y trota a por el uniforme hacia la habitación contigua, la única, además del salón, de una tienda de campaña en la que malviven 16 personas huidas del conflicto en Siria. Mochila al hombro, coqueto, cruza el asentamiento informal de Talyani, en Bar Elias (Líbano), hasta la escuela.
Líbano es el país que más refugiados acoge en comparación con el número de habitantes; ya representan un cuarto de la población, superando en número a los alumnos libaneses en la educación básica (6-15 años) —en el año académico 2017-2018, el Ministerio de Educación registró 213.358 extranjeros frente a 209.409 nacionales—.
Desde el comienzo de la guerra en Siria, que ya ha entrado en su octavo año, la enseñanza pública ha doblado el número de alumnos. El 48% de los casi 490.000refugiados sirios en Líbano entre tres y 18 años está integrado en el sistema público de educación formal del país de acogida, según Acnur (la agencia de las Naciones Unidas para los refugiados). La mayoría de ellos (el 71%) ha acudido en el turno de tarde a una de las 350 escuelas habilitadas por el Gobierno para hacer frente a la emergencia.
Los esfuerzos de las autoridades locales han logrado un fuerte repunte en las matriculaciones en primaria y secundaria (un 70% entre los seis y 14 años en 2017 frente al 52% del año anterior). Pero, a pesar de los avances, los problemas no terminan con el ingreso en las aulas. Diferencias de currículo; clases abarrotadas en las que conviven alumnos de distintos niveles, edades o idiomas; transporte; seguridad, penurias —tres cuartos de los refugiados sirios viven por debajo del umbral de pobreza— y discriminación representan los principales obstáculos para su integración real. Más de la mitad de los refugiados entre tres y 18 años, sobre todo adolescentes, sigue fuera de las aulas y acabar el ciclo de estudios representa una excepción (apenas el 12% de los jóvenes entre 17 y 19 años ha finalizado el noveno curso).
Líbano ha logrado reducir el número de niños sirios fuera de programas de educación formal e informal, pasando del 50% registrado en diciembre 2016 al 43% al cierre de 2017, según el último informe de la plataforma No lost generation. Pero el aumento de la pobreza y el recorte de la ayuda económica ponen en la cuerda floja estos progresos. En la conferencia de donantes de Bruselas del pasado mes de abril, la comunidad internacional se comprometió a destinar a Siria 4.400 millones de dólares en 2018 (unos 3.600 millones de euros), es decir, la mitad de los 7.300 millones de euros que las Naciones Unidas estiman necesarios.
“Estamos incrementando el número de alumnos extranjeros, pero el apoyo económico no crece de manera paralela”, lamenta Sonia al-Khoury, funcionaria del Ministerio de Educación. Khoury dirige el brazo ejecutivo del programa ministerial Alcanzar a todos los niños con Educación (RACE, por sus siglas en inglés), que arrancó en 2014 con el objetivo de mejorar el acceso, la calidad y el sistema escolar.
La funcionaria es consciente del reto al que se enfrenta el sector público, pero defiende la actuación del Ministerio. “Líbano es un buen ejemplo de cómo acoger a un número de estudiantes extranjeros superior al de alumnos libaneses. Y lo estamos haciendo con éxito, como demuestran también las calificaciones de los sirios en los exámenes oficiales, con notas parecidas a las de los nacionales”, asegura.
“Cualquier otro país con más de un millón de refugiados ¿sería capaz de ofrecerles cabida en su sistema de educación pública? Les ofrecemos enseñanza, porque creemos en el derecho a la educación de calidad y no podemos dejarles en la calle. Los integramos no para acogerlos para siempre en nuestro sistema, sino para que disfruten del derecho a la educación y que tengan oportunidades mejores en la vida cuando vuelvan a Siria”. [Siga leyendo aquí la entrevista completa con Sonia al-Khoury]
La región con menos matriculaciones
Maher, peinado impecablemente, cruza el patio de la escuela de Talyani, bajo el sol insoportable del Valle de la Bekaa. Tiene 10 años, de los cuales lleva cuatro en Líbano. Su padre murió a los cuatro días de llegar desde Homs, dejando a su madre sola con 12 hijos, incluido un bebé. Solo tres de sus hermanos estudian, otros cuatro tuvieron que renunciar para echar una mano en casa, mientras que los mayores trabajan cuando pueden. A Maher le gusta echar carreras con sus amigos. No es el que más rápido corre, admite, pero no se le da tan mal. En árabe, en cambio, es muy bueno. Quiere estudiar para ser profesor, volver a Siria cuando acabe el conflicto y ayudar en la reconstrucción.
El Valle de la Bekaa es una de las regiones que más refugiados sirios acoge por la cercanía con la frontera. Esta zona presenta las tasas de matriculación para niños entre seis y 14 años más bajas del país, a pesar de que se duplicaran en un año (del 30% de 2016 al 59% de 2017). La escuela que frecuenta Maher, gestionada por Entreculturas —que prestó su apoyo para la realización de este reportaje— y el Servicio Jesuita al Refugiado en colaboración con la Fundación Kayany, es una de las pocas del país dirigidas por ONG y autorizadas por el Gobierno para ofrecer educación formal, ante la sobrepoblación de los servicios públicos de la zona.
La escuela de Talyani acoge de manera gratuita a alrededor de 600 alumnos entre tres y 13 años repartidos en turnos de mañana y tarde. “Nosotros fomentamos la integración en la escuela pública, pero a los estudiantes no les suele gustar, porque las clases están abarrotadas y denuncian discriminación, abusos físicos y verbales por parte de los profesores”, sostiene Nassib Shokr, responsable de Educación del Servicio Jesuita al Refugiado en Bar Elias.
“Uno de mis estudiantes estaba en la escuela pública y me contaba que su profesora le decía: ‘Si quieres entender, lo entiendes. Es tu problema”, señala Samia Ali Saleh, profesora de inglés en Talyani. Para esta enseñante de 31 años de Al Marge, una localidad cerca de Bar Elias, los alumnos refugiados necesitan una atención especial. “Viven situaciones muy duras y tenemos que ser sus maestros, sus padres, sus hermanos y sus amigos. Mis estudiantes, al ver que me dirigía a ellos desde el respeto, me preguntaban: ‘Profe, ¿eres libanesa? ¿En serio?’. Sí, ¿qué hay de malo? Y, si tú eres sirio, ¿dónde está el problema? No es una cuestión de nacionalidad. Se trata de seres humanos”.
LOS PAÍSES VECINOS
En 2016, la comunidad internacional reunida en Londres lanzó una cruzada para asegurar que ni un refugiado sirio se quedara sin acceso a la educación, tanto dentro del país como en las sociedades de acogida. Dos años después, las matriculaciones en Siria se han estabilizado, con alrededor de 3,7 millones de niños (64% de la infancia en edad escolar) actualmente inscritos en la escuela. En el conjunto de los cinco países de la región (Turquía, Líbano, Jordania, Irak y Egipto), sin embargo, la infancia que participa en programas de educación formal o informal ha pasado del 59% en diciembre de 2016 al 65% un año después, sobre todo gracias a los avances registrados en la educación formal en Turquía y en la no formal en Líbano.
Pero quedan aún 689.000 niños y niñas sin escolarizar, según el último informe de la plataforma No lost generation. Las razones a la base del abandono escolar siempre son las mismas: trabajo y matrimonio infantiles, falta de documentación de identidad, inseguridad, traumas vinculados con el desplazamiento, pobreza.
En 2017, las agencias internacionales hicieron un llamamiento para la respuesta humanitaria en Siria y en los cinco países de la región para conseguir 1.091 millones de dólares (unos 940 millones de euros), de los que recaudaron solo el 52%, una cifra inferior a la recogida el año anterior.
Los refugiados en edad escolar de la Valle de la Bekaa se enfrentan también a otros obstáculos que contribuyen al abandono escolar, como desalojos forzosos por parte de las autoridades locales, altos costes para regularizar la estancia en Líbano o gastos inasumibles para el transporte escolar. “Muchos menores de edad dejan los estudios para trabajar como temporeros”, explica Mahmoud Bwary, responsable de Educación de Unicefdesde Zahlé, donde el Fondo de las Naciones Unidas ha abierto un centro de educación no formal para primera infancia con el objetivo de preparar a los niños para el ingreso en la escuela pública. “Otra barrera es el matrimonio infantil”, agrega.
Hala, de 14 años, no trabaja ni estudia. En 2013, cuando huyó de Kobane para trasladarse a Beirut, tuvo que renunciar a la enseñanza. Lo volvió a intentar en el país de acogida, pero la destinaron al primer curso, con alumnos muchos más jóvenes que ella, y no quiso. A pesar de todo, sigue soñando con ser abogada de mayor. Tamim, en cambio, nunca fue a la escuela. Con 13 años —casi 14, matiza—, este chico de Alepo no encontró ningún centro equipado para acoger a alguien en silla de ruedas como él. Hala y Tamim, en la espera de retomar los estudios, frecuentan el Club de Jóvenes que Entreculturas y el Servicio Jesuita a Refugiados han abierto en Borj Hammoud, en la periferia de la capital libanesa, en el marco del proyecto Frans Van Der Lugt.
Una convivencia difícil
En este distrito densamente poblado viven alrededor de 12.000 sirios, por lo que la maltrecha economía y la pugna por los mismos recursos y servicios exasperan las tensiones entre lugareños y recién llegados. “Antes había más trabajo, pero ya no hay empleo para los libaneses”, se queja un vecino que prefiere ocultar su nombre. Lleva días sin ver a clientes cruzar por la puerta de su tienda de muebles. “Me temo que si los sirios siguen recibiendo tantos privilegios, nunca van a regresar a su país y Líbano no puede recibir a más refugiados”, zanja.
La tensión de las calles se traslada a los hogares. “Hay mucho abuso verbal y físico en las familias refugiadas. Los adultos ven las noticias en la tele sobre lo que pasa en Siria, viven hacinados en pisos pequeños y transmiten malas emociones a los hijos”, señala Aula Al Hussein, trabajadora social en la escuela Frans Van Der Lugt. “Todo esto se plasma en falta de concentración, agresividad, miedo a la oscuridad…”.
Angela Maria Abboche, directora de la escuela, recuerda que los inicios fueron complicados. “Nos tiraban botellas vacías al patio. Ahora la situación ha mejorado, pero ningún libanés participa en nuestras actividades”, explica. Ella misma, beirutí, representa una excepción, así como otros docentes libaneses del centro, que acompañan a profesores sirios que trabajan como voluntarios debido a las restricciones legales impuestas sobre las ocupaciones de los refugiados. Abboche, de 27 años, interrumpe la conversación una y otra vez, bien porque un niño le agarra el borde de la camiseta para reclamar un abrazo, bien para atender a una madre o para tocar el timbre del recreo. Lleva cuatro años en la escuela, donde se ofrece educación no formal para primera infancia y apoyo escolar para los alumnos de las escuelas públicas, para que se adapten al nuevo currículo. El principal obstáculo para ellos es el idioma, ya que en Líbano las asignaturas se imparten en inglés o francés, mientras que en Siria toda la enseñanza es en árabe.
El inglés es precisamente la asignatura que más le cuesta a Yaser, por eso acude a las clases de refuerzo del centro. Este chico de Afrin tiene 12 años y una mirada seria que no se corresponde con su edad. Llegó a Líbano en 2012, pero aún añora la vida en Siria. “Fue difícil en la escuela, porque no hablaba inglés”, revela, “pero ahora ya va mejor”.
La profesora Maysaa J., de Afrin, aún recuerda su primera clase en Borj Hammoud. “Fue muy dura, porque no tenía experiencia y había más de 40 alumnos en clase”, cuenta. “Eran todos eran refugiados, no conocían a nadie en Líbano, algunos nunca habían sido escolarizados o solo hablaban kurdo. No teníamos medios, pero aún así, siempre hemos intentado darlo todo por ellos”.
A pesar de las dificultades, la libanesa Sabine Akkory, que en Frans Van Der Lugt imparte clases de inglés, lo prefiere a un empleo en el sector público. “Estos niños necesitan ayuda después de todo lo que han sufrido. Es mi deber enseñarles que el mundo no es tan malo”.
LOS SIRIOS PALESTINOS
Entre los que huyen del conflicto en Siria, también hay palestinos. El último censo del Comité de Diálogo Libanés-Palestino, realizado el pasado mes de diciembre, apunta a la presencia de 18.600 de ellos en Líbano, que elevan a casi 174.000 el total de los que viven en el país. La Agencia de Naciones Unidas para Refugiados Palestinos (Unrwa), sin embargo, cifra los sirios en 32.000 sobre un total de 450.000 residentes en Líbano.
Unrwa gestiona 66 escuelas en Líbano, en las que estudian alrededor de 37.000 alumnos, de los cuales unos 5.500 sirios. En 2012, la Agencia empezó a integrar a los refugiados sirios en sus centros a través de un sistema parecido al escogido por el Gobierno libanés. 14 centros empezaron a funcionar con dobles turnos para que los nuevos alumnos se pudieran adaptar al nuevo currículo y fueran gradualmente integrados en las aulas por la mañana. En la actualidad, solo una escuela, en una zona remota del país, sigue operando por la mañana y por la tarde.
“El sistema de dobles turnos que las escuelas libanesas han puesto en marcha para los alumnos sirios no genera una separación”, explica Salem Dib, coordinador de educación de Unrwa en Líbano. “La educación es vital y si no hay disponibilidad física en las clases, hay que buscar alternativas. Cuanto más niños tienen acceso a los estudios, la sociedad en su conjunto estará más integrada y estable”.
Uruguay / 22 de julio de 2018 / Autor: Tomer Urwicz / Fuente: El País
Pese a una matrícula en caída, las públicas cortaron con 13 años de corrimiento hacia las privadas.
Luego de trece años de fuga de alumnos hacia el sector privado, las escuelas públicas recuperan terreno. La matrícula cerrada de este 2018 muestra que del total de escolares que cursan Primaria común, el 17,51% está inscripto en colegios. Implica que los privados perdieron en manos de los públicos 0,33 puntos porcentuales de la torta —unos 1.000 estudiantes— en dos años.
La escuela —pública y privada— tiene cada vez menos alumnos. Es la expresión más clara de la caída de los nacimientos y, al mismo tiempo, de la baja de la repetición escolar. Los estudiantes pasan de año con más fluidez y la torta de matrícula se va haciendo cada vez más chica; así desde 2004.
Pero un año antes de que se evidenciara ese fenómeno, empezó a surgir otro: los colegios le fueron quitando población a los públicos, en especial en los sectores de ingresos medios. En aquel 2003, de cada 100 escolares, había 88 en públicos y 12 en privados —siempre dejando de lado la educación especial y la oferta de jardines.
Los datos de matrícula a los que accedió El País, revelan que el pico de crecimiento máximo de los privados se alcanzó en 2016, cuando trepó al 17,84%. En 2017 se cortó la tendencia, pero los técnicos desconocían si se trataba de una casualidad. Los nuevos números, en cambio, confirman el cambio.
No solo eso. Un estudio interno de la Asociación de Institutos de Educación Privada (Aidep) verifica una «lenta» y «persistente» fuga de su alumnado. «El impacto se nota en los colegios de sectores medios; algunos padres deciden cambiar a sus hijos a escuelas públicas o privadas de cuotas menores», explicó Zózima González, presidenta de la Asociación.
Según González: «el tema económico es el más sensible en las instituciones de la franja media, sobre todo en esas familias que tienen más de un hijo en edad escolar». Pero el consejero de Primaria en representación de los trabajadores, Pablo Caggiani, no adhiere a esa hipótesis: «En un escenario de crecimiento económico como el de los últimos años no es razonable que la educación privada pierda matrícula».
A mitad de camino entre ambas posturas, el consejero en representación del gobierno, Héctor Florit, entiende que el salario docente en las escuelas públicas «ha mejorado y eso hace que los privados tengan que elevar sus cuotas para pagarle mejor a sus docentes y así competir con los públicos». Y agregó: «La educación en las canastas de familias de altos ingresos tiene un peso escaso, no así en alguien de clase media». Más aún desde el ajuste fiscal de principios de 2017.
Colombia / 15 de julio de 2018 / Autor: Redacción / Fuente: Compartir Palabra Maestra
La deserción pasó de 3,6 % en 2015 a 1,6 % en 2017, lo que significa que cerca de 16 mil niños se mantuvieron en el colegio, la cifra más baja que se ha registrado en los últimos 20 años.
El alcalde Enrique Peñalosa y la secretaria de Educación, María Victoria Angulo, anunciaron que la ciudad logró una histórica reducción en los índices de abandono escolar, al pasar del 3,6 % en 2015 al 1,6 % en 2017, según cifras del Sistema de Matrícula (SIMAT) del Ministerio de Educación Nacional.
“Para 2015 en Bogotá abandonaron el colegio cerca de 28 mil niños, para 2017 lo hicieron menos de 12 mil. Es decir, logramos prevenir la deserción de 16 mil niños, lo que ha contribuido a reducir la delincuencia y el embarazo adolescente en un 12, 95 %”, aseguró el alcalde Peñalosa.
Esta es la tasa de deserción escolar más baja de los últimos 20 años. El alcalde destacó que este logro es posible gracias a la implementación de la Ruta de Educación para el Acceso y la Permanencia, que garantiza a la población en edad escolar las mismas oportunidades de acceder al colegio y culminar sus estudios.
Con la implementación de esta Ruta se identificaron más de 30 causas de abandono en los colegios y se inició el acompañamiento a las 100 instituciones con mayores índices de deserción, logrando que más de 26 de lo redujeran a menos del 1 %.
Asimismo, se han entregado incentivos a los casos de éxito y se ha conformado la Red de Permanencia Escolar con la participación de 152 colegios, donde se intercambian prácticas y aprendizajes para prevenir y atender el abandono escolar.
Por su parte la secretaria de Educación, María Victoria Angulo, destacó la búsqueda activa “casa a casa” y las jornadas de atención, logrando el regreso de más de 10 mil niños, jóvenes y adultos desescolarizados; la atención de 10.354 estudiantes en modelos flexibles y estrategias semipresenciales, y la reducción del 1,82 % al 1,5 % en la tasa de analfabetismo para Bogotá.
La ruta también contempla el seguimiento niño a niño, identifica la deserción y focaliza acciones a la población que requiere mayor apoyo.
“Al finalizar esta Administración, la ruta estará implementada en el 100 % de los colegios oficiales, lo que garantizará reducir la deserción escolar al 1,5 % y permitir que los niños logren trayectorias educativas completas”, concluyó la secretaria de Educación.
Así avanza Bogotá en su propósito de convertirse en la ciudad educadora del país:
Cerca de 10,5 billones de pesos se han invertido en la educación pública en Bogotá en lo que va de la Alcaldía Peñalosa. Un monto sin precedentes que, gracias a un gasto eficiente y transparente de los recursos públicos, ya le deja a la ciudad resultados significativos.
La ‘Revolución de los colegios’ está en marcha: entregaremos 30 colegios nuevos (2 entregados en 2017 y 6 más en 2018); 32 colegios reconstruidos (9 entregados en 2017 y 11 más en 2018); 300 sedes con mejoramientos de infraestructura (113 en 2017 y 100 en 2018) y 3 centros de la Red de Innovación del Maestro. Los colegios restantes avanzan en su diseño, obra y gestión predial.
Bogotá es una ciudad libre de analfabetismo: alcanzó y superó la meta de reducir la tasa al 1,6 %. En 2017 se redujo al 1,5 %.
Todos pueden estudiar en Bogotá: La ciudad cuenta con más de 20.000 cupos para mujeres y hombres en ejercicio de la prostitución, víctimas del conflicto, hospitalizados, jóvenes en extra-edad, población LGBTI, comunidad indígena, afrodescendientes, trabajadores informales, y se atendieron a más de 10.354 estudiantes con estrategias educativas flexibles.
El Programa de Alimentación Escolar (PAE) es el mejor calificado por el MinEducación. Hoy se entregan 900 mil raciones diarias de alimentos, entre refrigerios y comida caliente, se cuenta con 139 comedores escolares, 55 proveedores y 9 plantas para la operación logística.
Se fortalece la educación inclusiva: Los colegios oficiales atienden a más de 66 mil víctimas del conflicto, 5 mil miembros de grupos étnicos, 16 mil con discapacidad, más de mil con capacidades excepcionales y 12.400 estudiantes de zonas rurales.
Bogotá, líder en implementar la Ley de Primera Infancia. Atiende a más de 177 mil niñas y niños de los 0 a los 5 años con la Ruta Integral de Atenciones; además, diseñó e implementa el Sistema de Valoración del Desarrollo Integral, único en el país, que analiza el desarrollo niño a niño.
Oportunidades para la educación superior: 250 mil millones de pesos invertidos generan oportunidades de acceso y permanencia a los estratos 1, 2 y 3, con 10 líneas de financiación. Más de 10.8oo jóvenes están estudiando a través de las Becas-Crédito ‘Bogotá Ciudad Educadora’ carreras técnicas, tecnológicas y universitarias.
Bogotá superó todas las metas establecidas por el Ministerio de Educación para el Índice Sintético de Calidad Educativa, alcanzando un puntaje de 6,23 en primaria (meta 5,67), 6,51 en secundaria (meta 5,76) y 6,95 en educación media (meta 5,94). Este logro permitió reducir la brecha entre el sector educativo público y el privado, que en 2015 se situaba en 17,4 % y en 2017 se redujo al 9,8 %.
En Jornada Única: La Alcaldía Peñalosa pasó del 4 % de estudiantes del Distrito al 13,38 % actualmente, lo que equivale a 100.418 estudiantes que disfrutan jornada única. La meta es llegar al 17 % de la matrícula.
El Plan Distrital de Lectura y Escritura ‘Leer es Volar’ se implementa en todos los colegios y se fortalecieron 158 bibliotecas escolares.
España – América Latina – OCDE / 17 de junio de 2018 / Autor: Redacción / Fuente: Notimérica
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha publicado en las últimas horas el Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes, conocido como Informe PISA, en el que evalúa la situación de la enseñanza y el profesorado en el mundo.
En el documento, titulado ‘Los profesores en Iberoamérica: Análisis de PISA y TALIS’, la OCDE, de mano del director de Educación y Competencias de este organismo, Andreas Schleicher, analiza la situación de la región en materia de educación poniendo el foco en
cómo se evalúa y se compensa a los profesores, así como las políticas de contratación de los docentes.
En líneas generales, la principal problemática en educación en la región ya no es la no matriculación en colegios e institutos, algo sobre lo que se ha hecho mucho hincapié en la última década, aumentando la matrícula escolar hasta un 24 por ciento en países como Brasil, Colombia y México. El problema principal se ha trasladado al bajo rendimiento académico de los estudiantes, lo que redunda en altos niveles de repetidores.
El objetivo se encuentra ahora en «canalizar el esfuerzo educativo» mediante el diseño de políticas públicas efectivas, así como con un aumento del gasto en educación y haciendo un mejor uso de sus recursos «financieros, materiales y humanos» para mejorar los
resultados tanto académicos como socioemocionales del alumnado.
Es precisamente este mejor aprovechamiento del esfuerzo educativo una de las tareas principales del profesorado de la región, un colectivo laboral que ha de centrar sus esfuerzos, no solo en la enseñanza de los alumnos, sino en la adecuación de esta al perfil de cada estudiante y a las condiciones personales, económicas y sociales de cada uno de ellos.
SER PROFESOR EN IBEROAMÉRICA
Este informe de la OCDE determina cuál es el perfil de los profesores iberoamericanos, principalmente mujeres y de mediana edad, con una profesionalidad menor en comparación con los países punteros en educación, como pueden ser Estonia o Singapur.
Con el fin de mejorar esta profesionalidad, la OCDE recomienda a los gobiernos de la región «mejorar las condiciones de trabajo, aumentar las escalas salariales y reducir la carga de trabajo de los docentes para mejorar los resultados de aprendizaje de los estudiantes».
El profesorado iberoamericano también tiene menos media académica a la hora de optar por estos estudios que el de otros estudiantes de su misma edad. Al exigir una nota media baja para ingresar en las facultades de Magisterio, entran en esta alumnos con perfiles académicos bajos, algo que no ocurre así en países con un sistema educativo más desarrollado, donde las notas de corte para ser maestro son tan altas como la de carreras de la rama sanitaria o tecnológica.
Se produce, entonces, el fenómeno de la ‘pescadilla que se muerde la cola’: esta es una profesión muy denostada socialmente en la región. «Los profesores iberoamericanos no perciben que la enseñanza sea valorada por la sociedad, en comparación con los docentes de alto rendimiento en sistemas como Finlandia y Singapur, lo que sugiere que la profesión carece de prestigio», indica este informe.
Para mejorar el desempeño de los docentes de la región, lejano al de otros países de la OCDE, este organismo propone el desarrollo profesional y las evaluaciones docentes.
Con respecto a las evaluaciones, estas no deben ser obsesivos exámenes al profesorado, sino que deben «tener un componente formativo y dar oportunidades de desarrollo» a los docentes.
En la actualidad, el desarrollo profesional de maestros y profesores iberoamericanos se refleja en un aumento del salario del docente, no como en países con sistemas educativos más avanzados, en los que el desarrollo profesional está ligado al concepto de aprendizaje permanente, algo que se ha vuelto obligatorio. Los datos de la OCDE también muestran cómo el coste de este desarrollo profesional, indispensable para los docentes, lo soportan los propios profesores, lo que supone que existen»bajos niveles de participación en el desarrollo profesional».
La labor desempeñada por los docentes es fundamental para los resultados de los estudiantes. Un profesorado bien formado, motivado, con vocación e incentivado redunda en beneficio para el futuro, ya que formarán estudiantes con mayores posibilidades de éxito académico, algo que a la larga traerá un crecimiento social, cultural, económico y político de una región que, por ahora, aún tiene mucho que hacer en materia educativa.
Centroamérica y El Caribe/ Puerto Rico/ 14.05.2018/ Fuente: www.elnuevodia.com.
Maestros y directores temen un “caos” al inicio del próximo semestre escolar por el sistema que utilizó el Departamento de Educación para matricular a los estudiantes.
La agencia anunció el sábado pasado que había concluido el periodo de matrícula, que, por primera vez, se realizó a través de una página cibernética. El registro había comenzado el 20 de abril.
Según el comunicado de Educación, 183,326 estudiantes confirmaron su matrícula en escuelas específicas, mientras que 33,421 alumnos solicitaron cambio de plantel y otros 20,008 pidieron nuevo ingreso, para un total de 236,755.
“Al conocer la cantidad de estudiantes que realmente tendrá cada escuela, podremos asignar todos los recursos realmente indispensables para cada plantel. También esto ayuda a realizar rutas de transportación más efectivas”, indicó la secretaria de Educación, Julia Keleher, en declaraciones escritas.
“Los números confirman lo que habíamos advertido, que era un proceso atropellado, en el que los padres tienen que hacer el proceso en línea. Eso dificulta la solicitud de admisión”, sostuvo la presidenta de la Asociación, Aida Díaz, quien cuestionó cuántos de los estudiantes de “nuevo ingreso” corresponden a niños de preescolar y exigió que se divulgue cuántos estudiantes regresan después de irse de Puerto Rico tras el huracán María.
La matrícula, cuya fecha límite fue extendida en dos ocasiones, requería que las personas se registraran en una página web y luego confirmar la solicitud a través de un correo electrónico.
Díaz estimó que, con esas cantidades, habría unos 66,000 estudiantes todavía sin matricular.
“Eso envía un mensaje y levanta banderas de alerta. ¿Qué van a hacer? ¿Dejarlos en sus casas? Lo que pasa es que (las familias) tampoco aceptan los cierres de escuelas y (no matricular a los niños) es una forma de protestar por los cierres de escuelas y la forma en que (en Educación) han hecho las cosas”, señaló Díaz.
“Si un padre demuestra que no tuvo acceso a la matrícula en línea, tendrán que darle acceso a la escuela que solicite”, agregó. “Se proyecta un caos para agosto porque, si no sabes los números, no sabes los maestros que necesitas por materia y por nivel”.
Educación informó que asignará a sus correspondientes “escuelas receptoras” a todos los estudiantes que no se hayan matriculado y que provengan de cualquiera de las 266 escuelas que la agencia anunció que no reabrirán el próximo semestre.
“Lo que he recibido de algunos directores es que, en agosto, va a ser un caos”, dijo Jorge Soto Díaz, presidente de ONDEPR.
“La gente va a terminar haciendo la matrícula en las escuelas, donde debió haber sido siempre”, añadió.
El exdirector escolar indicó que, para muchos padres, todavía no es viable el acceso a internet para matricular a sus hijos.
Además, considera que el DE podía combinar la herramienta tecnológica de la matrícula con la asistencia personal de los directores escolares, con quienes tradicionalmente hacían las matrículas, y así obtener datos más reales sobre la cantidad de alumnos que recibirán en agosto.
“Tiene que originarse en la escuela. No puede ser arriba, a base de su percepción. La tecnología ayuda, pero tiene que usarse de forma efectiva”, abundó.
“Los estudiantes están ahí, pero han estado controlando el proceso y han sacado al director del proceso”, afirmó. “Se está viendo que es una forma de presionar a los papás para que lleven a sus hijos a una escuela a donde no quieren ir”.
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